Fuente termal

Mis pasos me llevan al, claramente, mejor lugar del palacio. ¿Qué sería de un Parvus sin aguas termales? ¿Cuánto tiempo podría sobrevivir mi raza de esa forma? De todas formas, solo le echo un vistazo por encima, pues ahora no es el momento de relajarse. Todavía no he tenido el placer de encontrarme a todos los jefes, por lo que me pregunto si no habrán llegado ya.

- Deberrríamos rrreunirrnos de una vez -mascullo meneando la cabeza de un lado a otro.

Tras lanzar una última mirada al agua vaporosa, abandono el lugar.

*se va*

El líder oscuro junto con su moreno siervo se acercaron a las termas para que este pudiese verse aseado y cómodo. No iba a contentarse con una ducha en los baños, por favor...
Barthemius, con cara de pocos amigos debido al sueño, cargaba con un lote de ropa limpia y planchada y esperaba a los pies de las termas mientras su amo se desvestía y se introducía en ellas.

-Esto es francamente cómodo, podría pasarme aquí horas... -Comentaba entre otras cosas el líder mientras su vasallo, ya desnudo junto a él, limpiaba con esmero cada parte de su cuerpo y su cabello.

Después de largo tiempo dedicándose a aquella labor y cuando el jefe semi-élfico se sintió a gusto, dio por zanjado su baño.

-Ve por mi toalla -Pidió con una voz más melodiosa que otras veces. El vasallo claritas, a pesar de poner mala cara debido a su cansancio, no lo dudó dos veces y dio la espalda al líder para ir por su pedido. Pero cuando este se dispuso a abandonar las termas sintió los brazos opresores de su amo en torno a su tronco. Aren se había acercado a Barthemius por su espalda y lo había abrazado sin dejarlo moverse. El sirviente no se movió ni dijo palabra, por experiencia conocía que era mejor así, y el líder se dedicó a revisar su pecho con las manos hasta que la derecha ascendió hasta agarrarlo por el cuello. El sirviente de piel oscura no pudo reprimir un quejido al sentir la presión de la mano de Aren en torno a su garganta, casi con la intención de no dejarlo respirar. Entonces el jefe caeruleus acercó su cabeza a la oreja de su lacayo y susurró:

-Habrás oído hablar de que el placer se intensifica cuando a uno le falta el aire... -Y apretó con mayor fuerza la garganta del chico al tiempo que lo obligaba a inclinarse hacia adelante y apoyarse con ambas manos en el escalón de las termas.
El vasallo claritas no podía reprimir carraspeos surgidos de su torturada garganta e incluso cierta agüilla empezaba a empañarle los ojos. El terror como un chorro de agua helada le recorría de arriba abajo como muchas otras veces, pues sabía que su amo, según como pasase el día, podía llegar a tener arrebatos muy psicóticos.

-Escúchate chirriar y temblar, querido Barthemius... -Continuó susurrando, e hizo descender su mano izquierda poco más abajo del ombligo del chico, haciéndolo contraerse.- Y tráeme esa maldita toalla con buena cara -. Entonces lo soltó de golpe, haciendo que diese de bruces contra el suelo mientras trataba de recuperar el aliento y la templanza. Sabía que lo había notado, su descontento, su reproche y, a pesar de que también sabía que detestaba aquella actitud, había decidido provocarlo hasta tal punto. Quizá ya no recordaba la última vez que, como aquella, casi se orina en los pantalones.

Sin gesto en el rostro y con el aliento recuperado, Barthemius secó y vistió de nuevo al líder antes de abandonar el lugar.

*se van*

Me dirigí a la fuente termal, quería darme un relajante baño caliente: había sido un día duro, esperaba que Inger leyese la carta y todo quedase en nada.
Me desnudé por completo y me metí de golpe en las cálidas aguas... parecía que la gente no iba mucho por allí.
Cogí a Tristán y me puse a chapotear con el. Nadamos, Jugamos, buceamos...

mmmm... después me relajé muchísimo... y comencé a tararear una canción muy pegadiza, al rato me dí cuenta que estaba cantando demasiado alto, y se cayó de repente, tapándose la boca, esperando que nadie le hubiese oído: no le apetecía que nadie lo viese cantando desnudito, como un bebé.
Me quedé cayado, con la cabecita metida asta las sienes, haciendo burbujitas por la nariz... tenía la sensación de que estaba siendo observado...

Mi primera intención es, simplemente, dar un paseo nocturno y solitario por el exterior, pero mis intenciones son truncadas por una misteriosa voz cantora. No tengo demasiadas ganas de verme envuelta en una conversación con alguna especie de pseudo estrella, pero, por alguna extraña razón, mi cuerpo opta por seguir el sonido hasta su origen: las humeantes termas.

Me maldigo mentalmente. Me he prometido que no vendría a este lugar en mi primer encuentro con Aren, pero parece demasiado tarde. De todas formas, no me meteré en el agua bajo ningún concepto.

Y entonces lo veo entre el vapor y no puedo evitar alzar las cejas. No me esperaba encontrarme algo así (un chaval desnudo), aunque, bien pensado... ¿Qué otra cosa podría esperar?

Saludar me resulta hasta de mala educación, pero no puedo evitar quedarme mirándolo sin ninguna expresión especial en la cara.

¿Quién narices es?

Supuse que sentir presencias entre las sombras sería alguna paranoia debido al estrés... así que me relajé aún más... aunque aquello empezaba a ser aburrido, por lo que decidí salir y coger carrerilla y saltar de cabeza y par de veces. A la tercera vez que me iba a tirar, me pareció oír el crujir de una rama: definitivamente había alguien allí. Me quedé helado: alguien me estaba viendo desnudo... que corte... solo esperaba que no fuera la bestia justiciera de ayer a la noche...
Fui corriendo asta mi mochila para ponerla delante de mis... mis partes.
-¿Q-Quien anda ai? ¿Hola?... ¿e-e-eres un ser racional?...-tenia frío... así que empecé a temblar, entre una mezcla de miedo y frío.

Enarco una ceja. No debí haber venido, pero vine. No debí haberme quedado... Pero ahora es tarde.

¿Un ser racional?

- Creo serlo, sí -respondo, mirándolo fijamente sin pudor, aunque agradeciendo que se tape.

Lo examino a una distancia prudencial (unos seis metros) y, no sin reservas, me atrevo a preguntar por él.

- Y... ¿Y qué es de ti?

Mi corazón se alivió (en parte) ya que no era el chico que lo había incordiado, sino que solo era una chica... Chrysos, más concretamente.
-Y-yo también s-soy racional, ...cr-creo- dije con una débil sonrisa helada.
Se me estaban congelando los labios: los tenía morados.
-Me llamo Silvanus Kettleburn, ¿y tu? -dije dando un tímido paso hacia delante (no quería que le ocurriese lo mismo que con Inger)

Lo miro unos instantes sin saber bien qué decir, midiendo mis palabras. ¿Qué ha de decírsele a un joven desnudo en mitad de la noche?

Silvanius Kettleburn...

- Soy Alehyss Lester y... -. Le lanzo una larga mirada antes de continuar-. Si quieres seguir pareciendo racional, deberías vestirte. Lo digo por el frío.

Y de hecho, en serio lo digo por el frío. Parece tener frío... Realmente a mí, si le gusta estar desnudo... Me da un poco igual.

En cuanto me dice que me vista, reacciono rápidamente.
-Si me das un momento... Discúlpame- me seco con una toalla rápidamente, y como no tengo peine, mi pelo queda alborotadísimo.
Me visto rápido y me siento en una roca. La verdad es que se estaba mucho mejor así, aunque el frío ya había calado en mis huesos, con lo que me compungí y me froté los brazos lentamente.
-¿quieres sentarte?, Alehyss, ¿verdad?- dije ofreciéndole otra piedra a mi lado.

Rebusqué en mi mochila y saque a Tristán (que se había metido hace tiempo) y una manzana de las que había cogido en el bosque, cogí a Altheda y la partí a la mitad y le ofrecí el trozo más grande: La pobre era muy flacucha...

Mientras se seca y se viste dejo que mis ojos se desplacen ligeramente hacia la esquina inferior de mi campo visual, otorgándole así alguna clase de "intimidad". No creo que lo que él desee sea que lo observe mientras se viste, y tampoco es una idea que me llame demasiado.

Una vez termina, todavía aterecido, me ofrece un sitio a su lado. Espero unos segundos antes de, finalmente, sin gesto alguno, aceptar sentándome. Observo curiosa al pequeño dragón que sale de su mochila.

- Es Alehyss, sí -. Asiento, mirando al pequeño reptil unos segundos; y luego a él. Es un piscis, y, observo disimuladamente, le falta una oreja.

Mir el trozo de manzana que me ofrece. No sé hasta qué punto es fiable, pero, dado que él mismo come de ella y para no crear más tensión (El que me lo encontrara en una situación así no debió de ser muy cómodo para él), cojo el trozo y termino por darle un pequeño mordisco.

Alzo las cejas para mirarlo de nuevo.

- Bonita mascota, Kettleburn...

De momento la chica, aunque callada, parece majísima. Ha aceptado la fruta sin reparo, por lo que parece que confía en mí.
-Si, apareció entre mis sábanas una noche. Se llama Tristán, toma -y se lo puse en un hombro con cuidado. A Tristán pareció gustarle, porque rozó su cabecita con su morena mejilla.
-Bueeeeno- dije estirándome u bostezando- no hace falta que preguntes, ya te lo cuento yo...
Callé un momento.
-Fue una cuestión de amor, ¿sabes?... aunque me arrepiento muchísimo... - volví a hacer una pausa y, suspirando, una lágrima rodó por mi mejilla, que sequé de inmediato-. Aren... ¿sabes? aunque no me apetece aburrirte con mis problemas... supongo que tú tendrás los tuyos...- volví a dar un respingo.
La verdad es que a pesar del tiempo, aún no me había recuperado de la noche en los balcones...

El pequeño reptil, denominado, al parecer, como "Tristán" se frota contra mi mejilla poco después de que Kettleburn lo colocara en mi hombro. Acerc un par de dedos al animal con intención de rozarlo, pero pronto la conversación pasa a un punto, de alguna forma, más interesante.

¿Una cuestión de amor? Los asuntos amorosos de los desconocidos me dan un poco igual, pero... En el momento en el que el piscis menciona el nombre del jefe caeruleus no puedo evitar alzar las cejas, de forma que, durante un instante, mi rostro refleja una intensa sorpresa. ¿Acaso es esta persona la que escribió la carta para la tal "Inger"? Pero él no debe sospechar que yo sé algo de este tema, pues no vendría muy bien para seguir con mi investigación. Por ello, para disimular mi repentina sorpresa, me veo obligada a, a regañadientes, sobreactuar un poco.

- ¿Aren? ¿Te... te refieres al jefe de raza?-. Obvio que se refiere a él...-. No tengo demasiados problemas ahora mismo, así que puedes aburrirme todo lo que quieras...

Y, no sin esfuerzo psicológico por mi parte, esbozo una sonrisa amable.

Habla.

Habla.

Habla.

... Ese cambio de actitud tan repentino, de ser una chica de lo más sosa posible a convertirse en una chica medianamente expresiva y con ''ansias'' incluso... de oír mi historia...
Así que comencé:
Primero le conté lo de la alfombra... las primeras caricias de Aren... mi descontrolado capricho hacia el... el empujón... los latigazos...lo ocurrido en el claro del bosque... como me abandonó en él... cómo le abrí mi corazón a Aren... y como me corté la oreja por amor (cosa que le hizo arquear las cejas de un modo increíble) y luego... la discusión con Blues... los Acuaerum... y todo...

Al final, estaba muy cansado de hablar... y revivir todos aquellos momentos... le habían hecho llorar a lágrima viva. Le daba mucha verguenza, por lo que me tapaba la cara con las manos y casi no podía respirar de los respingos que daba...
-Perdóname... soy un tonto... necesito... madurar un poco... eso es... snif... lo que ... snif.... siempre me decía Aren...

Escucho atentamente todas sus palabras, aunque la mayor parte de ellas son referidas a cursilerías románticas que me son completamente indiferentes, aunque el poder manejar esta información sobre Aren me resulta gracioso. Por otra parte, también acabo de recibir información sobre "Blues", la jefa piscis, de la cual había oído hablar previamente a la pequeña niña piscis, pero a la que no había conocido. El contar con datos de esta persona antes de encontrarme con ella me puede ayudar en mi búsqueda de información.

Hay poca información útil (nunca he sido muy dada a las novelas románticas), pero el chico termina llorando. Esto, además de dejar entrever (sino ver claramente) su fortaleza mental, me causa cierto fastidio. Yo no soy dada a consolar, y menos a desconocidos, y menos a desconocidos que me dan igual, por muy frágiles que parezcan y por mucho que me "abran su corazón". Sin embargo, puesto que he sido yo la que ha hurgado en su "triste pasado", no puedo evitar sentirme ligeramente culpable, por lo que termino por colocar una mano sobre su hombro poco convencida.

- ... ... Tranquilo...

Y nada más... Si es que en estos temas soy realmente inútil...

Su gesto me tranquilizó bastante... espiré hondo tres veces...
-ya esta... gracias... ya se me pasa...
-bueno, ¿y que es de tu vida?, es decir... ¿te ha pasado algo interesante últimamente por aquí?... porque entre bestias y asesinas, según Rick, uh chico majísimo, de hecho yo le curé sus heridas, que se las había hecho en una pelea en el bosque o algo asi... la verdad es que hay muchos trastornados por ese bosque...- me dió un escalofrio- ¿sabes? no me gustaría encontrarme con ''la cosa'' que irió a Rick...


Entonces Tristán se le metió por detrás de la nuca y se perdió por su espalda... quise detenerlo, pero no lo pude coger: le iba a hacer cosquillas, era muy mítico de el...

Sorprendentemente, mi insulso gesto es suficiente para que se calme un poco. No lo entiendo muy bien (es la primera vez que funciona, realmente), pero me agrada no tener que seguir consolando (o intentándolo) a un desconocido.

- Mi vida no ha sido demasiado interesante últimamente... No me ha sucedido cosas demasiad interesantes...

Y entonces dice algo más y noto como se me hiela la sangre.

Supongo que a todo el mundo le ha sucedido esto alguna vez: de pronto una situación, dentro de lo que cabe, agradable se transforma en...

Rick Dehnel...

Parece que Rick Dehnel ha estado hablando de mí por ahí, o no de mí, sino de lo que él considera que "soy". Creí que se acabaría aburriendo, incluso olvidando, del "incidente" del bosque, pero parece ser que es justamente al contrario. Casi puedo ver su cara de imbécil sonriendo mientras va poniéndome por ahí de puta para arriba. Me da igual lo que piense de mí ese mentecato, pero si se dedica a ir manchando mi nombre solo va a dificultar mi misión, y eso no es algo que esté dispuesta a permitir.

Sin embargo, el tema de las heridas del psicópata flamma sí logra llamar mi atención. Es, quizás, otro tema a investigar.

- ¿Qué clase de heridas tenía...? -inquiero, procurando parecer, simplemente, curiosa-. ¿Eran graves? Tal vez haya que tener más cuidado del que pensaba...

Entonces, de pronto, siento algo en la espalda y la arqueo hacia adelante, sacando pecho ligeramente, como queriendo escapar con este gesto de las cosquillas que me hace el pequeño dragón. Me llevo una mano a la espalda para tratar de cogerlo.

Dada la respuesta a la pregunta sobre su vida, decido dejar el tema: estaba claro que no quería hablar del tema.
- Pueeeeeeeeeees... eran como las mías, ¿ves?,- dije quitándome la camiseta- aunque las mías fueron muchísimo más profundas... creo que eran del mismo látigo... de Aren, si... siempre es Aren...- dije con un suspiro ahogado- A ver, eran relativamente graves, pero comparadas con las mías... y a su enorme y musculada espalda, supongo que no le dolerían mucho... jajajajaja... si te digo la verdad... es la mítica persona que sol se puede estar con el un rato... luego su enorme ego hace que se transforme en una persona completamente insoportable... por eso lo evito bastante...

Me quedé callado y la ví a los ojos...
-Alehyss...- dije cogiendole las manos... quiero que sepas... que siempre me tendrás a tu lado... veo que te cuesta relacionarte con la gente, por lo que si quieres enterarte de algo... lo que sea... tu pídemelo, ¿vale?... me has caido muy bien... así que puedes pedirme lo que quieras... mientras no sea darle una colleja a Arén.- dije soltando una sonrisita.

Logro quitar a Tristán de mi espalda y lo deposito sobre una piedra, a mi lado, mientras escucho las explicaciones del piscis.

Aren... Aren.. Aren... Siempre Aren. Parece que ha habido bastantes insubordinaciones. Eso sí es un dato a no olvidar. Y, bueno... Lo de que el flamma es insoportable es solo un hecho varias veces corroborado, por lo que no aporta nada.

Entonces, de pronto... Sus manos sobre las mías. Lo miro fijamente sin hacer muecas (cosa difícil, dada la situación), tratando de mantener la misma compostura seria y tranquila que he mostrado durante toda la conversación.

¿Qué hace? ¿Por qué me toca? No tiene sentido... ¿Me está llamando autista o simplemente antisocial? Sea la opción que sea, ambas son insultantes. ¿Acabo una conversación basta para que se haga esas ideas de mí? Casi... Casi me ofende, aunque realmente no ha de importarme lo que opine de mí. Solo que me vendría bien tener a este chico a mi favor, pues parece bastante dado a "contar las cosas".

Inspiro profundamente (todo ello mentalmente, claro, sin dar signos físicos de nerviosismo) y me trago lo más que puedo mi orgullo.

- No me cuesta tanto como crees -murmuro-. Puedes decir, simplemente, que soy "seria".

¿Piensa... seguir tocándome las manos mucho tiempo? Es incómodo...

Lo miro a los ojos, procurando que no se note que estoy deseando que las suelte.

le suelto las manos, me pongo de pié... bostezo y me vuelvo a sentar... estaba muy cansado... tenía mucho sueño, y mis ojillos esmeraldinos se cerraban fuertemente contra mi voluntad.
-Alehyss, tengo mucho sueño...- dije frotándome un ojito con la muñeca...-¿ te importa si me voy a mi cama?

Me levanto y le aprieto amistosamente su hombro, en señal de complicidad.
-Asta mañana... Alehyss...

*me voy*

Parece cansado. Esbozo una corta sonrisa.

- Buenas noches, Kettleburn.

Y se va. Espero un buen rato, no vaya a ser que vuelva, y entonces suspiro, pero esta vez de verdad.

Se fue... Mis manos son libres de las suyas. Qué alivio. A ver si la próxima vez que me lo encuentro tiene algo interesante que contar y, de paso, omite ese contacto físico innecesario. De todas formas, si quiero que siga hablando tendré que hacer un esfuerzo por "resultarle interesante". Eso implica investigar cosas insustanciales sobre sus intereses privados (preferiblemente aquellos alejados del líder caeruleus) para darle pie a hablar de cosas aburridas para mí pero importantes para él.

Y tengo que buscar a Rick Dehnel. Ahora es algo personal.

Me pongo en pie y muevo el cuello hacia los lados, desperezando los músculos del mismo.

- Pues sí que es tarde... -murmuro para mí.

Hoy ha sido un día bastante productivo. Puedo hasta sentirme satisfecha.

Sonrío y me desperezo por completo, estirando los brazos hacia arriba.

- A dormir, Ale...- me digo.

Y me marcho del lugar.

*se va*

Contando con una sola toalla como vestimenta, me sumerjo en las aguas termales. Por suerte estas no me cubren por completo, así que todavía no he de gritar pidiendo auxilio AJJAJAJJAJAJAJA.

La temperatura es perfecta, además, según dicen, tienen unas propiedades terapéuticas increíbles y dejan la piel brillante, sana y suave.

De lo mejor, vamos.

- ¡Esto es vidaaa! -exclamo-. No me vendrrrá mal un brreve descanso.

*se queda*

Tras lo justo de baño, salgo del agua, me seco y me visto.

En solitario no es entretenido.

*desaparece*

Después de pasar un día bastante relajado en el castillo leyendo en la biblioteca y comiendo fresas... Había sido un día bastante bueno y relajado...
Me desvestí por completo sin pudor, porque ya estaba acostumbrado a quitarme la ropa libremente, porque cuando convives con muchas personas, el pudor te lo tienes que dejar en casa... total, todos tenemos lo mismo.
Me metí de golpe en el agua y cogí un cuaderno y me puse a hacer bocetos dentro del agua intentando no mojar el cuaderno... se estaba muy bien... no lo cambiaría por nada del mundo.

El vapor que emanaba de las termas era lo más embriagador del mundo...
Casi me estaba quedando dormido...

Como nunca antes he venido a las termas, decido que hoy, que hacía una temperatura tirando a lo bajo afuera, era un día expléndido para ir. Además, ahora de noche sería mucho más relajante antes de irme a dormir.

Llego al lugar con una toalla y al llegar me encuentro a Silvanus metido en las termas. Parece que ha tenido la misma idea que yo.

-Hola, ¿qué tal está el agua? -Le pregunto animado mientras me desvisto y me quedo en ropa interioro. Luego me voy metiendo lentamente hasta sentarme en la terma. Subo las alas para no mojarlas. Sería un rollo.

-Más caliente de lo que pensaba... - Digo para mí, acomodándome.

Había desplegado las aletas de mis manos y de mi oreja... hacía mucho tiempo que no estiraba esas partes de mi cuerpo y un músculo que no se utiliza, se acaba atrofiando, así que ya era hora...
Casi me había quedado dormido.

Calor.

Entonces escuche a alguien acercándose y rápidamente replegué todas mis membranas: me daba mucha vergüenza que me las vieran... no sabía porqué.
Era Heylel. Me azoré un poco por la situación, y mis mejillas se sonrojaron mucho no sabía si era por el calor o por la situación de que casi me pilla con las membranas desplegadas...


El aether se metió en el agua.
-Pche, se está muy bien aqui... dije haciendo un circulito con mi dedo índice en la superficie del agua.
-¿como es que viniste? pensé que nunca vendrías, mas que nada por las alas, que tienen que ser un coñazo...- dije viendo hacia ellas