Fuente termal

Una voz me hizo girarme. Sonreí encantado al ver a la joven Massen Dew mirándome a una distancia prudencinal. Telma, por su parte, la miró rumiando pasivamente. Al acabar su bocado, arrancó nuevas briznas de hierba y comenzó de nuevo a masticar.

-¡¿Molestar?! -. La invité a acercarse con un brazo-. ¡¿Cómo vas a molestar?! Molestaría que no te acercases por estar yo aquí. Me haría sentirme terriblemente innoble.

No me esperaba ver a la piscis por aquí a esas horas. Pensé y zanjé que no la veía desde la misión a la que habíamos ido juntos, aunque quizás la recordaba vagamente en el cumpleaños de Nagorr... No habría podido decirlo a ciencia cierta, pues aquel día había tomado, quizás, un par de copas de más.

-Hace mucho que no te encontraba. ¿Cómo has estado?

Esbocé una pequeña sonrisa, algo tímida, desviando un momento la mirada. Pese a que recordaba a Rick Dehnel en Brontë desde mi misma llegada, nunca había llegado a entablar una gran relación con él. Recordaba que, cuando llegué, me daba incluso algo de miedo, aunque debía reconocer que, pese a ser algo simplón, era un tipo simpático.

Haciendo caso a sus palabras, me acerqué y, tras descalzarme, me senté en la orilla, hundiendo los pies en el agua caliente. El cambio de temperatura me provocó un escalofrío y, cómoda, extendí las membranas de los pies y sonreí más ampliamente.

Me volví hacia Rick Dehnel, y me encogí de hombros a su pregunta.

-Bueno -respondí-, supongo que no me puedo quejar. Últimamente me he dedicado a entrenar. ¿Y qué hay de ti?

Miré un poco más allá, donde una joven bismonte pastaba. Me preguntaba que hacía allí.

Verla acercarse me hizo sonreír. Me alegraba la buena compañía, y la joven lo era, desde luego. Era increíble percibir en la semioscuridad cuánto parecía haber cambiado. Al conocerla, no había visto en ella más que una niña, pero tras la misión la consideraba una guerrera hecha y derecha. Había resistido lo mismo que todos con increíble entereza.

-Entrenar es muy apropiado. Haces bien -. Sonreí y le tendí la botella-. ¿Quieres licor de fuego? Será nuestro secreto... -. Le guiñé un ojo, a modo de broma. Solía hacerlo mi padre cuando yo tenía quince años y me daba cerveza-. Yo he estado realizando un entrenamiento espiritual muy complejo en el bosque. Y también conociendo gente. No me gusta descuidar ninguna de mis facetas.

Mi buen entrenamiento y mi simpatía eran conocidos por todos. Supongo que ella comprendería que por mucho que se esforzase no podría más que igualar una frección de lo que yo era, por lo que no creí que le molestase que fuese sincero. Ella también había entrenado, y también estaba muy bien.

Asentí lentamente, asintiendo. La verdad es que tenía que darle la razón, y más en nuestra situación. Como guerreros de Brontë, era nuestra obligación entrenar.

Me sentí enrojecer levemente cuando me ofreció la botella. Miré un momento alrededor, como si temiera que alguien fuera a verme e impedírmelo, pero como era lógico no encontré más que al flamma y la bismonte. Pensándolo bien, ya había hecho aquello antes, y no había sido para tanto, ¿no?

Con cierta timidez, extendí la mano hacia la botella.

-Bu-bueno -accedí-. Un poquito.

Me llevé la botella a los labios mientras él seguía hablando y di un buen trago. Aún no había terminado de tragar cuando sentí cómo un repentino ardor me invadía la garganta. Me separé la botella de la boca y, con ojos llorosos, jadeé, sorprendida.

Con cierto temblor en las manos, se la devolví.

-Es fuerte -susurré, con voz áspera. Carraspeé.

Tratando de distraerme de aquella sensación abrasadora, me concentré en lo que él estaba diciendo. Algo sobre un entrenamiento espiritual, o algo así. Y sobre conocer gente.

-Oh, sí -asentí, animada-. Yo también he conocido gente nueva -. Carraspeé, con la garganta incómoda-. Parece que nunca deja de llegar gente a Brontë. ¿Conoces a Frikka? Es una caeruleus, llegó hace unas semanas.

La pudorosa reacción de la piscis me hizo soltar una carcajada. Qué tierna, por Mithos.

-Bebe sin miedo, mujer. No eres una niña y aquí solo estamos nosotros.

Cuando lo hizo, la observé, expectante, y reí de nuevo al ver su reacción. Lo cierto es que era de lo más fuerte, desde luego. Incluso para alguien como yo.

-Se llama licor de fuego por algo, ¿no crees? -. Lo tomé de su mano y bebí un sorbo, acabando con una ligera tos contenida. Reí de nuevo-. Se usa casi siempre para luchar contra el frío, pero creo que hoy no es el caso.

Luego empezó a hablar de no sé qué de una finca, o algo así. Me encogí de hombros.

-Yo hace poco volví a ver a una flamma muy simpática llamada Lea. No lo vayas diciendo por ahí, pero creo que voy a intentar juntarla con Seth, no sé si lo conoces. El pobre parece tan solo.

Bebí un nuevo sorbo, esta vez más pequeño, y suspiré tranquilo. Telma se acercó al agua, sin llegar a meterse. Parecía que le gustaba más cuando era agua fresca.

Casi como si temiera recibir un sermón por ello, me atreví, al cabo de un rato, a tomar de nuevo la botella. Aquella extraña sensación, aunque demasiado fuerte, me inspiraba mucha curiosidad. De nuevo me llevé la botella a los labios, y esta vez la retiré entre toses. La miré un momento, embobada, y la dejé a un lado. ¿Para qué insistía?

Me volví hacia Rick Dehnel.

-No conozco a Lea -repuse-. Pero sí a Seth. Es muy buenazo, la verdad. Me gustaría encontrarlo más a menudo, lo veo muy poco -. Carraspeé-. Pero no sé si está muy interesado en chicas. Por lo que sé, creo que no mucho -. Miré alrededor y luego, acercándome un poco a él y en voz baja, susurré-: Ha tenido algún que otro encontronazo.

Luego me separé, irguiéndome de nuevo y asintiendo con convencimiento. Volví a carraspear.

-Pero bueno, tal vez con esa Lea sea diferente...

Reí de nuevo al verla toser. Si para mí era fuerte, no podía imaginar qué sería para ella. De todas formas, mientras aguantase viva estaba bien. Si se pasaba ya lo sabría al día siguiente y ya no volvería a hacerlo. Esa era también una forma de aprender.

Sus palabras llamaron mi atención, despertando mi curiosidad. ¿Seth no estaba interesado en chicas? Pues yo hubiera jurado que lo había notado más que interesado. Aunque quizás los encontronazos habían sido posteriores.

-¿Encontronazos? No me ha dicho nada... ¿Qué pasó?

La miré, curioso. No podía imaginar qué gran historia me tendría guardada.

-Lea es muy agradable, así que quizás llegue a olvidar lo pasado por ella, pero si me lo cuentas podemos intentar evitar tocar la herida.

Enterarse de esas cosas era de lo más interesante.

Ante su interés, no pude evitar una sonrisa. Saqué pecho, sintiéndome repentinamente importante. Antes de empezar mi historia, carraspeé.

-Bueno, realmente no sé si está bien ir diciéndolo por ahí... -comencé, haciéndome de rogar un poco-. El caso es que Nagore (no sé si la conoces) estaba interesada en el bueno de Seth. La verdad, Nagore es muy directa, es una chica muy segura de sí misma, y claro, el pobre chico parecía un poco asustado con ella y acabó por rechazarla. Que Nagore es muy buena chica, eso desde luego, es adorable. Pero claro, yo entiendo que Seth, si no sabe de estas cosas, se sintió un poco cohibido. La rechazó, es comprensible, estaba asustado. Lo que no sé es si, después de algo así, se sentirá con fuerzas para intentarlo de nuevo tan pronto -. Me llevé una mano al pecho, mirando a Rick Dehnel con intensidad-. Es que los asuntos del corazón son muy delicados.

Desvié la mirada, melancólica. ¿Dónde estaría el bueno de Seth? ¿Y dónde estaría mi pequeña Nagore? Hacía tantísimo que no la veía... ¿Cómo podía hacerse querer tanto? ¿Cómo se atrevía a tenerme así, echándola de menos? Tenía que buscarla pero ya.

Escuché la historia con atención, sonriendo burlón cuando se refirió a la inexperiencia del joven flamma. Así que el chico se dejaba asustar por mujeres, eh. Pues que no dijese eso delante de mí, pues Rick Dehnel era famoso por su buen hacer con las damas, y no soportaba a los hombres cobardes incapaces de plantarles cara.

Di un nuevo trago, alegre.

-Como dice el dicho, Massen... Un clavo quita otro clavo. ¿Lo has oído alguna vez? Las personas se pasan tanto tiempo sufriendo por desamor... ¡Y luego la mejor forma de olvidar a un amor es amando de nuevo! -. La miré con picardía-. Aunque eso son cosas que se aprenden con la experiencia, claro. Así que tenemos que conseguir que Seth se atreva con la chica esta. Y de paso, que tu amiga Nagore consiga a un chico y olvide a Seth. ¿Qué te parece?

Dejé ir una animada carcajada, poniendo los brazos en jarras.

Hice un gesto negativo con la mano.

-Bueno, bueno -repuse-. Para ella llegas tarde. Nagore es muuuuuuuy enamoradiza -expliqué-. Ya he perdido la cuenta de todos sus amores. No tengo ni idea de en quién se ha fijado ahora. Aunque claro, es tan directa que los asusta... -Negué con la cabeza-. Espero que encuentre pronto un buen chico y siente la cabeza. Y sí, tal vez Seth debería hacer lo mismo. A lo mejor esa Lea lo ayuda a ser feliz. Eso estaría muy bien, ¿no?

Era increíble lo bien que sonaba todo. Con lo fáciles que eran las cosas, ¿por qué me complicaba yo tanto siempre?

Sin saber bien por qué lo hacía, alargué la mano hacia la botella, en busca de un tercer trago que tuvo un resultado no muy distinto de los anteriores.

Solté una carcajada, divertido. Aquello lo hacía todo mucho más fácil, la verdad. Menos despechos que tener en cuenta.

-Eso está bien -dije-. Así no se sentirá celosa cuando le encontremos novia a Seth. No hay nada peor que una ex novia celosa -. Me estremecí, como si esa afirmación me trajese muy malos recuerdos. Torcí el gesto, pero enseguida recuperé la sonrisa-. ¿Y tú qué, Massen? ¿También eres enamoradiza, o eres mujer de un solo hombre?

Mientras hablábamos, Telma terminó por tumbarse sobre la hierba, cerrando los ojos y resoplando. Era francamente tarde, así que supuse que estaría cansada, nada más.
Un nuevo trago de licor rasgó mi garganta.

Asentí, convencida.

-Tienes toda la razón -afirmé.

Solté una risita nerviosa ante su pregunta. Luego, con firmeza y una sonrisa, negué con la cabeza.

-Los hombres sois demasiado complicados para querer a varios -sentencié. Alcé el dedo índice, y luego me señalé con el pulgar-. A mí me llega con uno. Yo tengo a mi chico, y es más que suficiente. Eso de andar de uno a otro es un rollo -declaré, con tono orgulloso.

Acalorada, carraspeé de nuevo.

Su afirmación sobre los hombres sí que me hizo reír, y tan alto que Telma abrió un ojo y gruño, cerrándolo de nuevo. Yo, por mi parte, negué para mí, más que sorprendido por sus palabras. ¡Incrédulo!

-¡¿Que los hombres somos complicados?! Dirás eso porque jamás has tenido que lidiar con mujeres, porque déjame decirte que entiendo menos sobre vosotras que sobre ninguna cosa en el mundo-. Negué para mí, todavía incrédulo-. Aunque lo que dices es cierto... Ya tendrás tiempo para estar con varios hombres más adelante si lo deseas. Ahora disfruta del que tienes. Las viudas a las que frecuentaba siempre se quejaban de eso: no valoraban a sus maridos y luego tenían que consolarse con jovencitos cuando estos ya no estaban.

Qué viudas más simpáticas... Hermosos recuerdos me traían, la verdad.

Negué con la cabeza. No me interesaban más hombres. ¿Por qué iban a interesarme? No había muchos atractivos, y la mayoría eran unos viejos. Follow era raro y difícil de entender, pero con él estaba bien.

Tal y como él hizo con el mío, solté una carcajada ante su comentario.

-¿Las viudas? -pregunté, divertida, sin estar segura de haber entendido bien.

Desde luego, no recordaba que Rick Dehnel tuviera semejantes ocurrencias. Aquella noche estaba inspirado.

Asentí con energía.

-Por supuesto que las viudas. Pero no hablo de viudas viejas y estropeadas, sino de viudas maduras y sensuales que dan lo que sea por consuelo, no sé si me entiendes -. Reí de buena gana mis propios comentarios-. Lo que se enfadaron mis padres cuando se enteraron que en vez de estar haciendo migas con la hija de una familia noble cercana las estaba haciendo con la madre. Pero es que, sinceramente, no hay nada mejor que la experiencia. Puedes pensar que ser primerizo es bonito, pero no es como lo pintan-. Alcé la mano, apretando el puño con emoción-. ¡No hay nada como probar primero con alguien experimentado! Esa es la verdadera forma correcta.

Y pensar que yo de joven había tenido otras ideas... Pero la experiencia era la que dejaba buenos recuerdos, y no la torpeza. Ojalá todos los jóvenes escucharan mis consejos y los pusieran en práctica para ser más felices. Debía hacerme predicador, o algo semejante, para predicar esos consejos por todo Mithos.

A medida que Rick Dehnel iba hablando, a mí se me iba borrando la sonrisa e iba frunciendo el ceño. De repente, sentí que me invadía una extraña inseguridad. Lo miré, confusa, preguntándome si debería hacerle caso. Porque ni Follow ni yo teníamos ninguna experiencia, y si eso iba a hacer que las cosas salieran mal...

Carraspeé.

-Entonces, ¿es malo que ninguno tenga experiencia? -pregunté, con cierta cautela. Me rodeé el vientre con los brazos, algo asustada de pronto, y abrí mucho los ojos-. ¿Y aprender juntos? ¿No está bien eso?

Traté de tragar saliva y sentí la boca extrañamente pastosa. ¿Y si de verdad era malo? ¿Y si me metía en problemas? No había pensado en lo que Rick Dehnel me estaba diciendo hasta ahora, y eso lo hacía aún peor.

FdR.: Rol pausado XDD

Bebí un nuevo sorbo de aquel líquido abrasador y dejé salir el aire con intensidad, notando cómo me rascaba la garganta. Luego negué varias veces, respondiendo con ese gesto a las innobles e inocentes palabras de la joven Massen piscis.

-No lo comprendes, Massen... Yo también pensaba eso a tu edad -. Observé el cielo con intensidad, tratando de ser profundo-. Pasé tantos años buscando un primer amor con el que compartir mi inocencia... Y finalmente no fue eso lo que encontré. Mi amigo Maki, sin embargo, sí lo hizo, y compartió su primer lecho con una joven a la que quería con locura, pero el desastroso resultado de todo aquello hizo que a partir de entonces no pudiesen mirarse sin sentir asco o vergüenza por lo sucedido...-. Dirigí la mirada a la joven, aunque estaba pensando en otra cosa mientras hablaba: el pasado-. Yo fui instruido en la sabiduría... La novia de Maki, sin embargo, se fue a un convento y no la volvimos a ver nunca más.

Suspiré, triste.

Observé a Rick Dehnel en silencio, como embobada, limitándome a carraspear de ver en cuando como último gesto. Por último, bajé la mirada y me rasqué un brazo, incómoda.

-Pobre novia de Maki... -fue lo primero que se me ocurrió.

Así que, si no sabías, pasaban esas cosas. ¿Y si me pasaba a mí? ¿Podría soportar que Follow me mirara con asco después de algo así?

Volví a mirar a Rick Dehnel, entre confusa y suplicante.

-¿Y no hay más solución? ¿Me llevarán a un convento? -pregunté con voz pastosa.

Me encogí de hombros, adoptando un semblante enigmático. Lo cierto es que no tenía muy claro por qué le importaba tanto aquella chica, pero, al fin y al cabo, cuidar de los inválidos era propio de personas nobles, y aquello le daba un valor especial a la joven piscis.

-Ese fue el caso de la novia de Maki... Conozco un poco más pero... -. Un nuevo sorbo rascó mi garganta. Mi vista comenzaba a nublarse notablemente-. ¿Quién sabe? Pueden suceder cosas que siquiera imagino... Yo, por suerte, no viví esa terrible experiencia... Y pensar que por un diempo quise pdobar...

Telma respiraba ya tranquila. Yo, mientras tanto, notaba cómo la piel de los dedos comenzaba a arrugarse.

Con aire pensativo, me las ingenié para recuperar la botella. Esta vez el sorbo fue notablemente más largo que los anteriores, y no pude evitar la tos que me invadió a continuación. La devolví con gesto resuelto.

-Yo estoy con un chico -. Me señalé, expresiva-. Y él quiere que estemos juntos. Lo sé porque me lo ha dicho. Quiere que seamos guerreros y quiere que tengamos hijos -. Miré alrededor antes de bajar el tono-. Aunque claro, yo no quiero tener hijos ahora. ¡Shh! Eso él no lo sabe -. Negué ampliamente con la cabeza, y solo me detuve al sentir que me mareaba-. No tiene ni idea de nada. ¡Si hasta tengo más idea yo! ¡Yo! ¿Te lo puedes creer? Ya sé que no -. Callé un momento, desviando la vista, borrosa, hacia ninguna parte, y suspirando-. El caso es que yo quería estar con él sin hijos. Pero claro, si me voy a ir a un convento, pues ya no quiero. ¡Antes me muero! Mi hermano Sock se fue a un convento este verano. Menudo aburrido... Yo quiero estar aquí, en Brontë.

Carraspeé y volví a suspirar, negando de nuevo con la cabeza. ¿Cómo podía ser todo tan fácil para Seth y tan difícil para mí?

Escuché las palabras de la piscis lo mejor que pude, tratando de comprenderlas al completo. Era complicado, más que nada porque el alcohol ya se había apoderado de mí y mi cabeza flotaba a metros de nosotros, sin preocupaciones, en una nube de colores y de inestabilidad. A pesar de aquello, me esforcé.

-Él quiede... Quiere ser guerrero y tus hijos... ¿Has ddicho esoh...?

Me rasqué la barbilla, pensativo. Pues vaya faena.

-¿Y te dreshpeta a ti como mujer y persona...? Inger una vez se enfaddó conmigo porque quiría protegerla-. Sorbí, entristecido. Al final ni yo comprendía todo lo que deseaba de las mujeres, y tras la misión de Sara Elander...-. ¡Un hombde que solo piensa en hijos no hace más que preocuparse por él y su descindeincia!

Golpeé el agua con el puño, salpicando a mi alrededor. Estaba la mar de furioso.

Negué con la cabeza con energía, hasta que el mundo empezó a dar vueltas, obligándome a parar para agarrarme a algo y no caerme. ¿Por qué iba tan rápido todo?

-Nononononononono -repliqué-. Me quiere a mí -. Volví a señalarme con el pulgar, con orgullo-. Quiere que sea su compañera. Y que sea una guerrera. Y ser guerrero. Y a nuestros hijos -. Me estremecí-. Pero los hijos no. Ya vendrán.

Lo miraba con ojos vidriosos, sin estar muy segura de si lo entendía. Acabé por parpadear, despacio. Tomé aire.

-Me hace caso. Creo. Antes no, era un idiota. Pero ahora me hace caso. No me protege porque yo no quiero. Yo soy guerrera y me protejo sola -. Era así, ¿no?-. Y quiere hijos pronto, pero no se los voy a dar. Aún tiene que ser mejor si los quiere. Aunque no sé cómo no dárselos si... -. Me llevé la mano a la frente, abriendo mucho los ojos-. ¡Claro, le tenía que preguntar a Alehyss!

Traté de levantarme, pero me caí. Tras un par de intentos, dando tumbos y trastabillando, acabé por conseguirlo. Olvidando por completo mis zapatos y sin decir nada más, me alejé en dirección a las mazmorras.

*Se va*

Blablablablabla y se marchó. La miré alejarse sin entender mucho. Me había dejado, por encima, mucho menos de media botella. Mirándola bien, ¡vaya si menos! De todos modos, llegaba para otra ocasión...

Mareado, salí del agua a trompicones. Telma abrió un ojo para mirar cómo me vestía torpemente, pero sin hacer ningún amago de venir a ayudarme. Cuando quería, era una auténtica borde.
Quería ver a Inger, pero a saber dónde estaba. Con lo que me apetecía darle un abrazo y un buen beso. No se podía echar de menos en tiempos de guerra, pero era lo que pasaba cuando el corazón latía así...

Conseguí ponerme la ropa sobre el cuerpo empapado y marcharme a trompicones, caminando muy galantemente, seguido perezosamente por la pequeña bismonte.

*se va*

La noche siempre resultaba agradable para el caeruleus, que acostumbraba a mantenerse en forma a base de lentos paseos eternos, hasta que los pies le dolían agradablemente, disfrutando de la oscuridad y de sus pensamientos. A veces, sin embargo, buscaba a la gente, quedándose en palacio, o acudiendo a los jardines o lugares más concurridos. Sin embargo, aquel día Zacharyas no tenía preferencia. Aquella noche se le antojaba tranquila y no sabía cómo transcurriría, por lo que ni se dio cuenta de que había llegado a las termas, sumido como estaba en sus propios y oscuros pensamientos.

Allí no había nadie, así que no se distrajo. Hacía tiempo que no veía a ciertas personas... A Rick Dehnel, por ejemplo, y también a Stalon... Quizás, se le ocurrió, le hubiese gustado gozar de su compañía.

*pasea*

Llevaba todo el día dándole vueltas a la cabeza. Buscaba posibles formas de empezar, pero la verdad era que se me hacía complicado; no estaba de humor para escribir a nadie. Y menos, a alguien de Brontë.

Había recibido una nueva carta, y esta vez me había dejado de piedra. Básicamente, por la procedencia, pero también por el contenido: el abuelo me invitaba personalmente a asistir a la boda de Inwir, y a dormir en casa durante el tiempo que pasara allí.

No sabía qué pensar, a pesar de haber estado hablando precisamente hacía unos días de ello con Heylel. El auténtico origen de la invitación, probablemente, era la abuela, aunque el consentimiento del abuelo era evidente, y por tanto lo que más me chocaba. Y, entre que no sabía qué iba a hacer y que aquello no me lo esperaba, tampoco sabía qué contestar.

Por otra parte, llevaba unos días un tanto inquieta; había visto a Follow hacía muy poco, y aunque por entonces no estaba preparada todavía, ya no podía retrasar más nuestro encuentro. Y, cuando por fin me había decidido, no lo encontraba por ninguna parte.

Con idea de relajarme un poco, eché a andar hacia las termas, donde podría darme un buen baño. Encontré una figura en los alrededores; y pese a la escasa luz pude reconocer a Zacharyas, el caeruleus. Bien pensado, hablar con alguien me distraería un poco.

-Buenas noches -saludé.