Fuente termal

Después de echar algunas carreras por el bosque para seguir controlando la respiración y que no se me vuelva tan agobiante tratar de respirar durante el ejercicio, me dirijo a la fuente termal para hacer un par de ejercicios y estiramientos más antes de relajarme en el agua caliente.

Nada más llegar me quito la camiseta para que me dé un poco el fresco y me dedico a hacer algunos abdominales distintos para mantenerme a tono. Primero normales, luego laterales... Me tumbo en el suelo, abro las piernas -manteniéndolas completamente estiradas- y las levanto a la vez que los brazos para agarrarme los tobillos con las manos, haciedo que mi tronco forme un arco, y volver a recostarme sin que las piernas lleguen a tocar el suelo antes de volver a levantarlas. Le dedico bastantes repeticiones al ejercicio porque es muy completo tanto para tronco como para las piernas.

Luego paso a las flexiones, haciando primero unas cuantas corrientes, luego cierro los brazos para hacerlas más de hombros y biceps y llegando a juntar las palmas, una sobre la otra para hacer las últimas. Luego alternos algunas con una mano, otras con la mano contraria y noto como el brazo izquierdo empieza a resentirse con demasiada antelación.
Paso a las de espalda y abro los brazos tanto como puedo para focalizar el esfuerzo sobre los homoplatos.

En cuanto me aburro me pongo en pie y estiro las piernas, los brazos y la espalda hasta puntos donde siento el pinchazo de tensión. Para las piernas acabo haciendo el espagar y echando el tronco hacia adelante hasta apoyar la cabeza en el suelo. Unas piernas sueltas u flexibles son la clave de la rapidez. Una vez que está fuertes, por supuesto.


Y por fin llega el mejor momento. Me quito la ropa y la dejo a un lado junto con la espada. El cuchillo me lo dejo amarrado al tobillo por lo que pueda pasar. Utilizo la camiseta de manga larga a modo de taparrabos y me meto en la terma con bastante rapidez.

Ah, los músculos cansados y estirados parecen adormecerse con el agua caliente. Me hundo un par de veces y me quedo bajo el agua relajándome un rato. Finalmente me siente contra la piedra y saco los brazos para aoyarme en el borde y dejar caer la cabeza hacia atrás. Espero no escurrime si me quedo sopa.

*se queda sopa*

La muchacha llevaba ya un bien rato recorriendo los exteriores del castillo y comenzaba a cansarse de siempre lo mismo. A lo lejos le parece ver a Gerald dirigirse a las termas y le parece una idea más que buena para entretenerse lo que queda de día.
No había conocido a demasiada gente desde que había llegado pero el joven chrysos había resultado una compañía bastante agradable con ese carácter que iba de niño malcriado a soldado de guerra traumado. Y soportaba bien sus puyas, eso siempre era un punto.

Para cuando llegó a las termas el hombre estaba medio dormido y medio desnudo en el agua. -Vaya -pensó-, me he perdido el striptease...

Una sonrisa pícara surca un momento su cara. Con todo el sigilo que puede se coloca justo tras de él, se acacha delicadamente sobre su cabeza, se humedece los labios y, sonriendo ligeramente...

-¡Despierte, soldado! ¿Se creé que es este momento para dormir?

Pienso en cuando estuvimos en Humus cargándonos a unos gusanos pringosos y cuando me monté en aquella cosa voladora. Iba por la montaña y yo iba colgado y mirando abajo había una... estaba una aether con un bicho con un cuerno, pero esa cosa no volaba, entonces tendría que tener unas alas o... unas... ¿de qué me estaba acordando?

Me escurro un poco en el agua. Ahora el calorcito llega más arriba. Creo que he soñado y todo de lo atontado que me estoy quedando, pero ahora no me apetece moverme. Puedo echar una cabezadita y luego ya... ya...

Doy un respingo de la virgen y levanto la cabeza de golpe por el susto. Mala idea, porque me acabo de dar un leñazo contra algo justo en la frente.

—¡Ah, mierda! —Grito, agarándome la cabeza con la mano mientras me dura la taquicardia. Ahora que mi cerebro responde ya entiendo qué ha pasado, pero menudo cabezazo. Me lebanto en el agua y me giro frotándome la frente.

—Mithos, menuda cabeza dura que tienes, agh... ¿Cómo se te ocurre gritar así a un hombre cuando duerme? ¿Es que quieres que te desgracien? —Pregunto, ya sonriendo. Espero no haberle partido la cara. Aunque culpa suya sería.

—¿Estás bien? No quiero que me vuelvan a culpar de agredir a compañeros. Ni de dejarte la nariz como al mía —Bromeo, acercándome a ella para ver si está bien.

La reacción es la esperada pero el golpe resulta ser toda una sorpresa. La muchacha que hasta entonces estaba de cuclillas inclinada sobre el hombre cae hacia atrás acabando sentada en el suelo echándose las manos a la cabeza. Tras unos instantes mirando al cielo empieza a reír descontroladamente con un tono dulce pero un así algo exagerado.

-Y menos mal. A una señorita finolis la habrías partido en dos con ese melón que tienes por cabeza. Al menos veo que no está hueca, oh... -Ríe de nuevo, aún sin incorporarse. -Hacerle cosas a los hombres que están dormidos siempre me resulta divertido. Eras una tentación que no pude ni quise evitar. -Se incorpora de golpe ante el comentario, con una sonrisa en los labios, buscando con la mirada los ojos del hombre. Su pelo rojo sigue el mismo camino pero más despacio, como si flotase tras ella, sedoso. -Nací desgraciada. -Se coloca una mano en la frente en una pose teatral sonriendo. -Precisamente por eso me gusta divertirme siempre que puedo y resulta que tú -dió un golpe con un dedo a un mechón rubio del hombre apartándoselo de la frente-, eres bastante entretenido. -Inclinó la cabeza a un lado, sentada con las manos apoyadas en el suelo, ligeramente recostada hacia atrás. Sonreía como si acabase de contar un chiste y esperase la reacción del público y aun así rebosaba dulzura.

-Sí, tranquilo, no me has roto, soy suficientemente dura como para soportar un Gerald contra la cabeza. Tendrías que pagarme mucho de haberme roto, eso sí, soy valiosa. -Giró sobre sí misma tumbándose apoyando la cabeza en las manos y los codos en el suelo, mirando al hombre. -Y por muy adorable que te quede a ti no creo que me pegase tener la nariz así. -Pasó un dedo con delicadeza siguiendo la dirección de esta hasta la punta, con una sonrisa en los labios en todo momento. -Dices que no quieres que te vuelvan a culpar como si la vez que lo hicieron hubieses sido inocente. Mmm, no sé yo si me lo creería con esa cara de matón que tienes. ¿Qué pasó?

Pronto veo que se encuentra bien y levanto las cejas con su apunte de hacerle cosas a los hombres dormidos, acercándome al borde de la terma.

—Sí, es un entretenimiento que te pega. La verdad es que no me importaría que vinieras otras veces a hacerme cosas mientras duermo, pero varía eso de reomperme la cabeza en dos, por favor —Comento con tono juguetón.

Apoyo las manos en el borde de la terma para echarme un poco hacia adelante y mantenerle la mirada cuando me busca. De vez en cuando me llega el olor de su perfume, que encaja muy bien con cómo se mueve su pelo.

—¿En serio? Entonces ya tenemos algo más en común. Pero con esa carade niña buena seguramente te habrás ahorrado bastante de lo que te tocaba de nacimiento —Replico, entretenido. Luego frunzo el ceño con eso de su valor. —Pues no tengo dinero para una deuda tan grande, tendría que proponerte otras formas de pago —Levanto solamente una de las cejas esta vez, lisonjero. Dejo caer un par de gotas desde el flequillo sobre ella al echarme hacia adelante en cuanto se tumba.

Sonrío levemente, he de reconocer que con cierto regocijo. El último año no he dejado de pensar que voy de mal en peor en aspecto así que me limito a disfrutar del halago.

Me pongo de rodillas en la terma y cruzo los brazos, apoyándolos sobre el borde todavía, para estar más acorde a su altura mientras hablamos.

—Ah ah, yo no he dicho nada de inocente. He dicho que quiero evitar nuevas acusaciones —Aclaro. Luego mantengo una sonrisa tranquila y algo pícara, una recurrida cara de poker. —Luchas territoriales; ya sabes lo que pasa con machos conviviendo en espacios pequeños. Pero ya me han puesto un collar —Levanto el cuello para dejar ver la marca azul de Fera en la zona debajo de la oreja, superpuesta a las marcas del tatuaje como si la hubiesen pegado encima.

La muchacha soltó el aire en un gesto de falsa indignación, sonriendo.

-Oh, ya está tu mente calenturienta retorciendo mis inocentes palabras. Pero tranquilo, la próxima vez a lo mejor te arranco una pierna. -Dijo con un tono macabro tras lo cual rió dulcemente. -Tendré que controlar mis bromas. A ver si te me vas a asustar y vas a dormir con un machete bajo la almohada.

-Oh, gracias. Lo bueno de tener cara de niña buena es que es fácil escaquearse cuando se hace algo malo. -Lo dijo con una voz musical pero su sonrisa podría haber cortado la carne. -Oh, no importa, siempre me he preguntado como sería tener un esclavo. Y tranquilo, te trataría decentemente, no te obligaría a llevar ese taparrabos tan...divertido. -Sonrió con picardía, a pesar de lo dicho no había maldad en sus palabras. Un mechón rojo le surcó la cara.

-Oh, ¿y yo sí? Fallo mío, parte de tu encanto es que no sueles ser inocente. Y en este caso no lo parecía. -Comenzó a jugar con el pelo del hombre, haciendo remolinos con un dedo. -Sí, que no dejan de mear todas las esquinas...-Rió ante su propia gracia antes de echar un vistazo al punto del cuello que señalaba el hombre. -Mm, vaya...Pobrecito. -La muchacha pasó la mano con cuidado por la zona, como si fuese una herida que quisiera curar. -Espero que al menos aprendieses algo. Yo prefiero los de diamantes. Pero sí que la tuviste que hacer para que llegasen a eso. Si alguna vez te obligan a ir con correa y bozal me presento voluntaria para pasearte.

La miro con incredulidad y cierta mofa. Se nos viene arriba la señorita.

—No sabía que te iban esas cosas. Te dejo hacer eso de la vela si quieres, pero prefiero quedarme entero, gracias. Además, te mancharías demasiado para tu gusto —Replico, entretenido e irónico.

Me lo dices o me lo cuentas. Es lo primero que se me viene a la cabeza con su aclaración. Luego me centro en sus siguientes palabras.

—Por experiencia te diré que te aburres de que te hagan la pelota —Indico con zalamería, picajoso, siguiendo los pequeños pulsos con la flamma. Le aparto el pelo de la cara,mojando su frente y mejilla a propósito en el recorrido. Trazo así un recorrido brillantes y húmedo por su cara.

—Ten cuidado de quién te escuche, les parecerás una psicópata. Todo el día buscando gente problemática y mutilando con sierras. No es muy fino que se diga —Ladeo la sonrisa. Dejo que me acaricie el cuello manteniendo una sonrisa de tiburón que enseña los dientes.

—¿Pobrecito? No me hagas asquearme con la compasión, nena. ¿Qué debería haber aprendido? Esto solo me enseña una cosa: no pueden contenerme —Fanfarroneo. Luego entorno los ojos con su proposición, mostrando un gesto cómplice.

—¿Y crees que podrás sugetarme? Podría darte un tirón y enredarte con la correa... —Me echo hacia adelante para acercarme hasta quedar a pocos centímetros de ella, mirándola goloso. Acabo dando un pequeño toque con mi nariz en la suya.

Se echó atrás un mechón de pelo con un movimiento de la mano.

-Tú qué sabrás cuales son mis gustos. Já, como si me molestara mancharme. Y más si merece la pena hacerlo. Pero tranquilo, no me va torturar físicamente a la gente, te prefiero de una pieza.

Sonrió, soltando un bufido divertido ante el comentario del hombre.

-Por experiencia te diré que todo es acostumbrarse. Llevo muchos años aguantando a pelotas y zalameros... Acaban dando lástima creyendo que van a conseguir algo, ¿pero aburrirme? Es como ir a circo. -rió. -En fin, hay gente para todo.

Agitó una mano quitando importancia al asunto.

-Oh, diré que es todo por la ciencia. Estoy estudiando a un chrysos problemático. Además, no se de donde has sacado que yo soy fina. A esto -se señaló-, se le llama estilo. Ya te lo he dicho, no creas que me va a preocupar mancharme si es necesario... -dio un respingo. -Vaya, sí que sueno a psicópata. -rió con fuerza. -No me refiero a matar, como aclaración -le guiñó un ojo. -Pero no me hagas enfadar, no sé si sabes como son las chicas flamma pero esas zorras no se pueden comparar a mí cuando me enfado. -se colocó el pelo. -Además, no busco gente problemática. Por suerte o desgracia me encontré con un espécimen especialmente interesante y especialmente tocapelotas. -Le sonríe con dulzura. De alguna forma le calló bien desde el principio y estar con él la relajaba. No parecía impactarse demasiado con su forma de ser, entre los nobles de Ignis no era así. La novedad la hacía sonreír.

-Qué compasión ni qué leches. -Le dio una bofetada, aunque fue mas posar la mano en su mejilla que otra cosa. -Si tienes eso es que te lo ganaste, no te creas que voy a llorar. Con que no hagas que te corten la cabeza me vale, como si acabas con todo el cuerpo cubierto de ese azul. Bueno...tampoco llegues a eso. Pero no te lo tomes como una herida de guerra protegiendo a los inocentes, es un fallo y a mi lo que me gustan son los triunfos. -Sonrió girándole la cara suavemente con el puño. -No te vuelvas un fracasado por mantener tu orgullo de adolescente dramático.

Levantó una ceja ante el comentario. Le pasó la mano por la cabeza y tiró suavemente hacia atrás, acercándose al mismo tiempo a su oído, quedando medio cuerpo sobre el agua. -Creéme, si llegamos a esa situación, cuando te diga siéntate lo harás. Sé qué teclas hay que tocar. -Le soltó, mirándole fijamente, seria, imponente. Pronto el labio le empezó a temblar y estalló en una carcajada menos dulce de lo que se podría esperar. -Tranquilo, no les dejaré ponerte correa, les convenceré de soltarte en la naturaleza para que corras libre por el campo.

—Creo que a estas alturas voy teniendo una idea. Las mujeres sois complicadas, pero no tanto —Me meto con ella un poco, desairado y entretenido.

—Oh, perdona, siempre olvido que eres una señorita noble a la que muchos señoritos nobles -e idiotas- han tratado de camelar para un buen matrimonio. ¿Por qué será, doña "me mancho si es necesario"? —Bromeo. Entonces frunzo un momento el ceño, callendo en algo. —Espera, ¿a ti pretenden casarte o algo? —No es que quisiera llamarla zorra fresca, pero los nobles seguían siendo un poco pijos con ese tipo de cosas.

Río con eso del talante de las flamma, acordándome de un par de ellas. Mantengo mi incredulidad.

—Creeme que es complicado superar el histerismo de algunas que he conocido, así que no puedo tomarlo como una advertencia seria —Aclaro. Amplío la media sonrisa con lo del especimen. —¿No vas a cambiar la táctica? Eso del halago a medias es ya más para desconocidos —Respondo, jocoso.

Vuelvo a reír con su discurso y dejo que mueva mi cabeza con sus dos gestos en mi cara.

—¿Orgullo de adolescente dramático? Me lo dice la que pretende asustar a alguien diciendo que le cortará una pierna. Esta marca en concreto fue por la idiotez de uno que no tiene los calzoncillos en su sitio. Las marcas de la espalda son por tener la sangre demasiado caliente. Pero yo asumo las consecuencias. Puedo ser muchas cosas, pero no voy a dejar que me llames fracasado —. Me acerco para lamerle la boca y noto como me acaricia el pelo para tacabar tirando de él y acercándose a mi oreja. Mientras habla se me va ampliando la sonrisa pícara, desafiante. Entonces se empieza a reír rectificando y me reacomodo junto al borde de la terma.

—Todavía tienes mucho caldo que comer, señorita. Pero siempre está bien contar con un voto a favor —Le aclaro con voz más pausada. Siento como la sangre ha empezado a acumularse en la parte baja.

—¿Vas a quedarte ahí tirada? ¿No quieres entrar un rato y dejar que me vuelva a sentar después de un duro día de entrenamiento? —Añado, fuera de los temas anteriores. Se me estan empezando a adormecer las piernas.

-Por eso no me gustan las mujeres. Yo intento ser sencilla, así es más fácil todo. -Responde elegantemente, ignorando su intento de picarla.

-Ug, sí, idiotas. Imagínate a un hombre noble flamma. Es como...doble idiota. Vale que es un tópico pero...-Durante un momento la sonrisa desapareció de su rostro pero al momento volvió a iluminarlo. -Aún no somos tan amigos como para que te hable de las proposiciones de matrimonio que he tenido. Además, exigiría una historia privada igual de interesante a cambio ¿crees que tienes con qué pagar el precio? -Le mostró las manos agitando los dedos. -Pero tranquilo, ¿ves? La única que tiene poder sobre mí soy yo. No hay cadenas. En cualquier caso, habiendo o no, la que decide salir a jugar o no soy yo, preocúpate menos por prometidos celosos y más por no aburrirme. -Sonrió ampliamente, esperando su reacción.

-Bueno, tampoco soy una loca, además no sé qué flammas habrás conocido así que mejor no diré nada que me pueda dejar en mal lugar. -Echó la cabeza hacia atrás observando al hombre con curiosidad. -¿Insinúas que nos conocemos como para cambiar? ¿Y cómo debería tratarte ahora entonces?

-Oh, sí, tienes ese aire dramático de alma atormentada y solitaria. ¿Sigues con lo de la pierna? Yo que creí que te quedarías con la parte en la que te iba a despertar en plena noche...-Escucha atentamente todo lo que dice el hombre añadiendo solamente un "debería llevar taparrabos" a su "no tiene los calzoncillos en su sitio" además de un "¿debería ir yo a ayudarle a colocárselos?" siempre con una sonrisa. Según nombra cada marca la muchacha va girando la cabeza para verlas mejor. Sonrió tras el lametón y le miró a los ojos al empezar a hablar. -No he dicho que seas un fracasado. Tampoco creo que lo seas. Lo que digo es que dejes de ver esas marcas como tonterías o cada vez tendrás más y te darán igual y creerás que esa sonrisa les quita importancia. Y acabarás lleno de marquitas que te ganaste por ser un chulo. -Le aparta un mechón de la frente. -Muestra un poco más de orgullo la próxima vez que intenten dejarte una marca. No te pega aceptar esas cosas. Si empiezas a verlo como inevitable será como si te rindieras. -Bajó el tono a un susurro. -Entonces serás un fracasado y ni el Señor No-Sé-Llevar-Los-Calzoncillos te mirará a la cara. Si eso pasa sí que podrás echarme en cara que te miro con pena.

-Bueno, ya veremos qué como y qué no. Pero te lo advierto, igual que no dejaría que se pasasen contigo sería la primera en ponerte las esposas si te pasas tú. -Le sacó la lengua sonriendo.

Se puso en pie y se alisó el vestido.

-De verdad...Qué maneras...Pff y yo esperando a que lo dijeras como si de haberme dicho que no te hubiera hecho caso. -Se soltó el corsé y en un par de segundos el vestido se deslizaba por todo su cuerpo para acabar en el suelo. Lo recogió y lo colocó donde no se manchara. -Por curiosidad, ¿eso que llevas puesto es porque en alguna parte has dejado los calzoncillos para ponértelos al salir o es que vas en plan comando y no querías bañarte desnudo en público?

Se recogió el pelo en un moño que dejaba parte del pelo suelto cubriendo la nuca. Una vez en ropa interior se sentó en el borde junto al hombre y se dejó caer.

-Hola, ¿está ocupado este sitio? -Dijo acercándose demasiado con una sonrisa. -Buah, esto es una pasada. Tengo que dejarme caer por aquí más a menudo.

—Por eso sois tan agresivas, si hasta os odiais entre vosotras —Bromeo. Luego me paro a escuchar con deleite lo de los hombres flamma.

—¿Eso es que has conocido a Bismonte Dehnel o es que todos son igual de espabilados? —Añado con sorna. —Wo, wo, tranquila. No quiero urgar en tus pretendientes. Sólo pretendía cubrirme las espaldas; una madre deshonrada sí es algo por lo que preocuparse. Era una duda legítima —Respondo sin mucho más interés en el tema.

Sonrío con sus nuevas preguntas.

—Deberías tratarme mejor por ser el único que se molesta en entretenerte —Replico, divertido, lanzando el dedo corazón desde el pulgar con la plama hacia arriba para lanzarle unas gotas de agua a la cara.

En cuanto empieza a hilar el rollo de las marcar frunzo el ceño y niego, resignado.

—No, no, no, nada de rollos sobre autocompasión, gracias —Le llevo la mano a la boca para que calle un poco —¿Crees que me van a importar las cicatrices de peleas estando así de estampado? Las cicatrices les gustan a las nenas; demuestran que soportaste un tormento como un machote. Prefiero tener el cuerpo cicatrizado antes que ceder ante nadie. No te voy a negar eso de chulo —Añado, sosteniéndole el mentón con la mano cerrada y acabando por pasarle el pulgar bajo el labio para soltarla a modo de gesto engreído.

Luego río con su advertencia o lo que sea.

—Ah, así que ahora eres mi protectora. Te llamaré cuando los niños se metan conmigo en el cole —Bromeo.

Parece que sí acepta la proposición y no tarda en quitarse el vestido y dejarlo caer al suelo de forma extrañamente rápida para lo recargado que parece. No evito fijarme en sus curvas nuevamente imaginando como la tela le abrá acariciado la piel rápidamente al descender. Al poco ya está medita en el agua y me recoloco para sentarme. Miro la camiseta sobre mis piernas.

—Me gusta bañarme desnudo, pero ya me han llamado la atención por exibirme por los pasillos de camino a la ducha, así que supuse que esto bastaría para evitar incomodidades. De todas formas todavía estoy a tiempo de quitármelo si no vas a escandalizarte. Mira que puedes llevarte un buen susto... —Comento, pícaro, mientras se acomoda.

—La verdad es que sí, estaba esperando a una chica. Se te parece un poco, así pelirroja, con buena delantera... pero creo que ella es más guapa —Bromeo siguiéndole el juego. Una vez se acerca, me reacomodo y subo uno de los brazos sobre el borde, para rodearle los hombros.

-Oh no, yo no soy agresiva. -Dice fingiendo revisarse las uñas. -Pero me divierten más los hombres y dan menos problemas.

-Oh, ¿Rick? Sí, es...encantador. Es un trozo de pan. Pero sin sal. Tendré que darle un poco de caña a ver si saco algo en claro. Aunque también pensó que era una noble de visita y me trató con la correspondiente cortesía. Pfff, los modales empañan las impresiones de la gente. Podría ser un borde bien educado y no lo sabría hasta que fuese demasiado tarde. Pero sí, por mi experiencia todos, en mayor o menor medida, parecen ser iguales. -rió. -Pues no te preocupes tanto por mi madre. Además es mayor para ti.

La muchacha suelta una carcajada sarcástica.

-Dime de qué presumes...Esta es una relación simbiótica, somos capaces de soportarnos tal como somos. Además, tú ya conoces a todos y estarás harto pero puede que aún encuentre un sustituto para tu carita rayada.-Esperó una reacción y le dio un lametón en la nariz -No te me vayas a enfadar, ¿eh? Odio a los celosos. De todos modos, como buen simbionte, si me tratas bien te trataré bien.

Se encogió de hombros.

-Seguro que oírte decir "nenas" les encanta. Te falta el pelo hacia atrás y el palillo para ser un pandillero. En fin, no me has entendido, pero bueno, me fío. Si algún día te pego una bofetada espera a que te lo vuelva a explicar antes de enfadarte. -Sonrió. -Pero me consuela el hecho de que no pareces ni la mitad de idiota de lo que podrías ser...Oh, espera, que ya no somos desconocidos y no tengo que usar cumplidos a medias. -Se aclaró la garganta. -Creo que eres suficientemente listo como para que no tenga que llegar a eso. ¿Mejor? En cualquier caso, no te conviertas en un alfiletero, no es igual de erótico el término heridas de guerra que tullido.

-No soy tu protectora, imbécil. Soy tu "te lo dije". Solo que no quiero que me rompan mi juguete favorito. -Se apartó un mechón de la cara. -Bueno, juguete es un término feo pero a falta de uno mejor...¿Entretenimiento? ¿Compañero de bridge?


-¿Y a ti esto te parece el camino a las duchas? -dijo sonriendo. -Créeme cuando te digo que no tienes nada que me vaya a dar un buen susto. Bueno, ese espanto que te has puesto. Además, yo me he quitado una prenda, ahora te toca a ti, ¿no? -Le miró con media sonrisa pícara.

"Creo que ella es más guapa". La muchacha levantó una ceja ante el comentario y giró la cabeza bruscamente. El recogido que llevaba se soltó por lo que su melena roja dio en la cara al hombre como una bofetada.

-Veamos pues cuando llegue. Me quedaré aquí apartada a esperar. Dudo que tenga mejor físico que yo pero...No me meteré con un ciego. -Su sonrisa cortaba el aire y sus ojos parecían echar chispas. Aún de espaldas torció la cabeza para mirarle por encima del hombro, con el pelo rojo revuelto a su alrededor, como llamas. -Yo también espero a un hombre, ¿sabes? No sé si sabes lo que es un hombre, con lo que veo a penas sí da para un cachorro de perro.

Finalmente acepta el brazo que extiende y apoya la cabeza en el ángulo entre su hombro y su cuello, mirando hacia él con media sonrisa.

La miro con curiosidad cuando afirma conocer a Dehnel y la miro con cierto desagrado y más incredulidad cuando dice que es "un trozo de pan". Claro, esa cara de bobo es un imán para... la compasión de las mujeres o algo. Pero mi interés aumenta con sus palabras.

—Hm... Así que pretendes sacar algo de Honorable-Consuelaviudas Dehnel. Ahora tiene una novia a la que "ama locamente" y su nobleza le impide serle infiel. No creo que te valga la pena después de estar conmigo, claro, pero sería divertido verte tus intentos frustrados —Dejo caer un pulso, una apuesta. Ambos ganaríamos algo y sino nadie perdería nada. La verdad es que me mantendría entretenido un tiempo. —¿Como cuánto mayor? Si se parece a ti podría probar suerte —Bromeo.

Su reflexión sobre una supuesta "relación" simbiótica entre ambos empieza a darme mal rollete. La forma que tiene de hablar sobre un algo "entre nosotros" me da ciertos escalofríos.

—Perdona, pero el único con potestad para decir algo así es mi querido Cierzo. Y espero que no trates de quitármelo, porque entonces tú y yo vamos a tener problemas —Le comento, quitando importancia a la sensación de sus comentarios. Su lametón se me hace hasta cursi en este momento. Creo que estoy pasando demasiado tiempo con esta chica.

Me tiro un momento del flequillo, mal colocado por habérmelo mojado con agua. La verdad es que hace tiempo que ya no reparo en adecentarme el pelo.

—Solía llevarlo peinado hacia atrás, pero creo que me hace falta cortármelo un poco ahora que lo mencionas —Es lo primero que resalto de su perorata. Eso de "tullido" me hace pensar en las conversaciones con el viejo aether y hace que la conversación se vuelva algo desagradable así que trato de apartar el tema. —Y tú me caías mejor cuando no hablabas tanto —Concluyo, salpicándola de un manotazo al agua.

La vuelvo a mirar con cierta desconfianza, manteniendo siempre la cara base de picardía que me caracteriza claro. Sin embargo no evito mirarla alejándome sutilmente.

—Me parece que te precipitas bastante con eso de "tu" algo, así que vamos a dejarlo en camaradas —Insto con una sonrisa más divertida.

La conversación que viene es sin duda más entretenida. Ladeo la sonrisa enseñando los dientes y acercándome algo más nuevamente.

—Si tanto te horripila, quítamela tú —La insto en un tono más privado. Pero parece que he dado en su fibra sensible con eso de que otra es más guapa y me echo algo hacia atrás cuando su pelo me da en la cara. A pesar de todo, al fina se me acomoda en el hombro.

—Ni siquiera vas a esperar a ver si hago eso de "oh, no, querida, sabes que tú eres la más guapa blah blah blah"? No voy a ser yo el que me queje, claro —Le digo.

-Reconozco que es una lástima, no parecía muy avispado pero al menos cumplía visualmente. Aun así no era eso a lo que me refería con sacarle algo. Eso sí, viendo que ese es un primer pensamiento me pregunto si ves algo más allá de mis pechos cuando hablas conmigo. Además, ¿cómo sabes que no sería nada después de estar contigo? ¿Has tenido ocasión de probarle? Esa historia no me la sé. -Sonrió dulcemente mirando al chrysos mientras un mechón de pelo se deslizaba suavemente por su mejilla. -Además, no me meto donde no me llaman así que me temo que perderé el placer de hacerte tragar tus palabras sobre "intentos frustrados". -Levanta una ceja. -Si quieres te la presento pero créeme, lo mío fue un milagro.

La muchacha abrió los ojos sorprendida por el comentario.

-Vaya, vaya. Al fin se descubre el pastel. ¿Y quien es ese Cierzo que tantos suspiros te roba? Tranquilo, ya te he dicho que no me meto donde no me llaman. Aunque reconozco que me da cierta curiosidad imaginaros juntos... -Sonrió de medio lado, posándose un dedo en los labios. Con un respingo se echa ligeramente hacia atrás.

-Bueno, largo siempre es más práctico. Hay más donde agarrar. -De nuevo esa media sonrisa asomó a sus labios mientras le pasaba una mano por el pelo, mano que apartó como si le hubiese dado calambre tras su siguiente comentario. -Oh, creo que he dicho algo que no debía. ¿Me equivoco? -Se mordía el labio avergonzada pero realmente tenía curiosidad por saber qué había sido. Volvió a posarle la mano en la cabeza a modo de disculpa, tampoco quería cabrearle. al menos no así, así no era divertido.

-Eh eh eh. Aquí el que se precipita eres tú. "Mi" es una palabra cualquiera, no creas que voy a amarrarte. Eso implica atarme el otro extremo a mí misma y, jojo, créeme que eso no va a pasar, rubito. -Le posó un dedo en la frente echándolo hacia atrás. -Si me dejas suelta de vez en cuando volveré volando pero si me enjaulas te comerás los barrotes uno a uno. Así que no te emparanoies, no es mi intención vestirte de novia, lady Browen. Aunque...Seguro que uno de mis vestidos te quedaría bien. Realzaría tus caderas. -La muchacha se echó a reír y un par de mechones más se escurrieron cubriéndole media cara. -De todos modos camaradas está bien. Suena a que puede haber varios sin que haya problema.

Se acerca un poco más a él con la intención de provocarlo. Mientras habla se aproxima más a su oído, con una ligera sonrisa en todo momento.

-No no no...Esto no funciona así. Yo me he quitado el vestido, ahora te toca a ti sacrificar una prenda. A no ser que no quieras, claro. Yo no obligo a nadie...-Su últimas palabras eran casi un susurro pero la cercanía las hacía audibles. Antes de alejarse soltó el aire en un suave suspiro y rozó levemente la oreja del hombre con los labios.

La muchacha rió dulcemente ante el comentario.

-Oh, ¿eso es lo que esperabas de mí? Contigo intentar que dijeras eso llevaría demasiado tiempo. Además, sé que lo dices porque piensas lo contrario, de hecho, me siento alagada. En cualquier caso no tengo por qué indignarme cuando algo es tan obviamente falso. Pero oh, Mithos, tal vez querías que reaccionase como una joven e inocente dama. -Agitó la cabeza para revolverse el pelo, que flotó sedoso a su alrededor, y posó las manos en el pecho del hombre, como si lo golpeara lentamente. -Oh, Gerald, eres tan cruel, cómo me dices algo así, oh, eres malo, te odio. -En cada pausa emitía una especia de gemido indignado y dolido al tiempo que posaba los puños en el torso del hombre como si lo golpeara. Al acabar su teatrillo posó las manos en los hombros del chrysos y, tras mirarlo un instante, se echó a reír, posando la trente en el pecho de este.

Echo la cabeza hacia atrás con su pregunta, casi sorprendido.

—¿Que cómo lo sé? Nena, por favor, ¿me has visto? No me hace falta probar nada para saber que esa mole solo sabe mover las piernas para empujar. La verdad es que tenía la esperanza de que entretenerme un rato viendo como ponías en un aprieto al noble caballero, pero no eres tan divertida —Comento, dejando el tema.

Cuando menciona su curiosidad no sé exactamente si se refiere a juntos como de costumbre o a un poco más "juntos".

—Eres un poco rara... Aunque si quisieras probar a vernos juntos contigo de por medio no creo que a él le importase —Comento, algo más picante y provocador.

—Sí, eso me dicen todas —Añado socarrón a su comentario de "largo" dando un matiz menos dirigido al pelo. La miro algo extrañado cuando empieza a rebuscar explicaciones.

—Pues menos mal que dices que eres simple. Te rebuscas más que un polque sin antenas. Por mí como si quieres volverte a casa sin avisar, no tengo ninguna responsabilidad que yo sepa —Le replico alzando una ceja.

En cuanto se acerca de nuevo, susurrando, cuelo una mano por su pelo, agarrándole la nuca.

—No me gusta jugar con las reglas de otros. El juego empieza cuando los dos estamos igualados. Si quieres te saco las bragas para compensarlo —Le suelto, sosteniéndola un momento para que no se aparte y luego soltándola.

—¿Falso? Me parece que alguien ha visto en peligro su ego. Pero tranquila, eres la más guapa de las termas. Después de mí, claro —. Me río un poco cuando empieza a golpearme y al final acabo por pellizcarle en un costado para que de un brinco y no hable tanto.

-Vale, rubiales, baja un poco de la nube de autoamor que te has montado. Y soy muy divertida pero al contrario que tú sé dónde está el límite. Eso sí, nadie ha dicho que no me vaya a divertir estando con él. Sólo...que oto tipo de diversión.

Alza una ceja ante la proposición.

-Lo dices como si me fuera a escandalizar la proposición. La verdad es que lo que más me da curiosidad es saber cuánto tardaríais en dejarme de lado y quién daría el primer paso.

-Pero lo dicen del pelo. -Susurra acercándose a él.

La muchacha se posó una mano en el pecho sorprendida por el comentario.

-Todo se resume en que hago lo que me da la gana. Vaya, pensé que te gustaría saberlo si algún día me voy, pero si se diese el caso te lo ahorraré. Y, ¿responsabilidades? ni que te fuese a endiñar a un crío.


Cuando el hombre la agarra por el pelo sonríe con algo de malicia, dejando ver los dientes.

-¿Por qué te haces de rogar si te encanta el juego? Pero si te importa más quien pone las normas en vez de jugar... -Mientras habla va deslizando la mano por su pecho hasta su ombligo lentamente. -¿Qué te apuestas a que te lo acabas quitando?

-Je. Mi ego es más fuerte que eso. Pero definitivamente quiero ponerte un vestido a ver si eres la mas guapa de todas. -Mira con algo de desdén al hombre tras el pellizco y se sube a horcajadas sobre él. -Me parece que te estás tomando muchas libertades, teniente Browen. El castigo por desacato es una noche en las mazmorras.

Dejo estar lo de Dehnel. Si quería tener una bonita amistad con ese memo allá ella, pero que no me invitase a comer con él.

—No lo llamaría dejarte de lado, pero tengo que compartir con mi buen amigo. Tranquila, me gustan más tus tetas que las suyas —Le aclaro.

Dejo pasar el comentario del pelo.

—Eso espero, te saldría mal la jugada —Mejor dejar las cosas claras desde un principio, que uno nunca puede fiarse de las mujeres por muy progres que parezcan.

Le mantengo la mirada desafiante mientras siento como baja por mi tronco.

—Nena, no sé si hay hombres en el pueblo a los que acceder fácilmente si tienes necesidad, pero mujeres hay muchas y baratas. ¿Recuerdas lo que te dije de ceder? No hagas apuestas conmigo —Le aclaro, seguro y jactancioso.

Al poco se me monta encima. La verdad es que es más entretenido que darle mil vueltas a lo mismo.

—Creo que no me sentaría bien ese vestido, mejor me quedo con mi taparrabos —Le sostengo la cintura. —¿Desacato? ¿Crees que una niña pija puede darme órdenes? Aunque si la pasas conmigo no voy a quejarme del castigo —Me acerco para morderle el cuello e ir besando la zona, hundiendo la cabeza en su pelo. La izquierda se desliza desde su cadera a su trasero, recorriendo el centro hacia abajo con el dedo corazón.

-Comparte todo lo que quieras, pero guarda un poco de energía por si algún día me aburro. -Sonríe orgullosa ante el comentario. -Faltaría más.

-Los únicos críos a los que soporto son los que viven dentro de adultos como tú. No te asustes porque sea una tía, yo no voy buscando que me regales poesías y bombones. Los dulces engordan, prefiero...ejercicio. -Se echó hacia atrás un mechón de pelo rojo mientras sonreía.

La muchacha continúa con el duelo de miradas. Sube la apuesta colocando otra mano en su cuello, pasando a acariciar su barbilla, posando los dedos sobres sus labios un instante.

-Creo que puedo acceder a cualquier hombre si me lo propongo. Me muero de ganas por ver cómo de geniales son esas mujeres baratas. De todos modos, ¿de verdad vas a pagar por algo que podrías tener gratis? -Se acerca de nuevo a su oído. -Por cierto, deja de picarte así. Con esa forma de jugar perdemos los dos y seguro que a ti tampoco te gusta perder, ¿verdad? -Acaba la frase atrapando un momento la oreja con sus labios y soltando un pequeño gemido, esperando con curiosidad su reacción.

-Seguro que encuentro alguna forma de convencerte. -La muchacha hizo entonces fuerza con la cintura contra la suya en un movimiento lento, colocando las manos en su cuello y bajando suavemente hasta su pecho, soltando el aire al llegar al final del recorrido. -Niégame que no te gustaría ver en qué consistiría el castigo. Me parece que te hace falta que te bajen los humos un poco. -Comenzó a descender por el pecho, repasando los abdominales y deteniéndose un momento al llegar al ombligo. -Pero tranquilo...Seguro que encuentro el botón necesario para entender cómo funcionas...Soy muy habilidosa con esas cosas, ¿sabes?- Apretó de nuevo su cuerpo contra el suyo, dejando que su pecho rozase ligeramente el de él, haciendo más evidente su respiración. -Así que déjate llevar...-Entonces continuó el descenso, poco a poco, lentamente, mientras sus exhalaciones se volvían más sonoras. Se acercó al hombre mirándole a los ojos en todo momento, sus manos se acercaban al final del camino. Abrió ligeramente la boca, se acercó a él y.. -Ops, si aún llevas la cosa esta. Me temo que no puedo seguir bajando... -Sonrió inocente, con un gesto juguetón. Sin un ápice de maldad, sin retarlo con la mirada. Solo una sonrisa dulce y el pelo rojo enmarcando su rostro, pareciendo brillar aún a pesar de la escasa luz.