Fuente termal

Después de un tiempo tratando de aguantar estoico el calor que empezaba a darme el agua siento como, desde mi nuca, un pequeño peso cae al agua provocando un leve chapoteo. Abro los ojos, algo sorprendido, y entonces me doy cuenta de que es el lagarto ese que me persigue. Noru o Tristán.

Lo agarro bajo el agua cuando escucho la voz de Massen Dew y, al poco, la veo acercarse.

—Djosseh, Massen Dew —Le digo, sin mirarla. En lugar de eso saco fuera del agua al pequeño dragón y, con un dedo de mi mano libre, le doy toquecitos en la cabeza para ver si reacciona. Al poco se sacude pero, en lugar de echar a volar, se deja caer en mi mano. Será que está algo mareado por el calor.

Cando el dragón parece encontrarse un poco mejor, me acerco a una orilla y lo apoyo en una piedra. Veo como, tras revolverse un poco, echa a andar decidido a alejarse del agua en busca de un sitio más acogedor. Lo dejo irse.

Vuelvo a mirar a Massen Dew y me doy cuenta de que el ruido de fondo que había estado escuchado era ella hablando.

—¿Qué? —Pregunto de entrada, algo desorientado. Entonces niego con la cabeza y recuerdo que tengo algo importante que decirle —No importa. Massen Dew, tengo algo que decirte. Es algo que he visto —Le apremio, acercándome a ella.

—El otro día en los pasillos. Estaba recorriendo el techo y las paredes como cada noche y entonces vi a un hombre y una mujer. Ella estaba montando sobre él y él moviéndose en el suelo. Estaban culminando el ritual, Massen Dew. Ahora comprendo la función del triángulo —Obviamente, esa zona en las mujeres tiene esa forma para indicar el lugar adecuado. —Estaban ahí en medio, visibles. Pensé que ellos también tomaban el ritual como algo normal y no como algo vergonzoso, Massen Dew —Le explico, mirándola con fijeza. Ahora que tengo tanta información ya puedo ser un macho mejor.

Recordando algo sobre lo de ser un buen macho, miro un momento al agua y recuerdo, tomándome unos segundos de silencio. Luego la miro.

—Marchaste y fui tras de ti. Ahora has vuelto sin que me de cuenta —Le hago saber, indicándole que he hecho caso de su petición.

A la respuesta de Massen Dew la miro bastante curioso. Íntimo. ¿Qué es íntimo? ¿Estar solos y en silencio? ¿Por qué habría de ser algo tan íntimo?

Sin embargo parece tener más interés en explicar su ausencia. La miro algo extrañado. Primero no quiere que la siga ni que le pregunte nada y ahora me da explicaciones sobre por qué se ha ido. Simplemente me limito a asentir a su agradecimiento. Si así lo quiere pues está bien, al menos no repetirá cosas sobre su madre.

Miro al dragón cuando menciona a su dueño y luego a ella. Me encojo de hombros.

—Puede irse cuando quiera. Solo me sigue por comida —Le explico. No tengo una relación especial con el bicho.

Muevo un poco las manos, mirándome las membranas y recordando a las personas del pasillo. Algo me dice que aquellos no eran sonidos de disgusto. Noto como se me encienden las mejillas de nuevo. No sé por qué, pero no puedo sacarme la imagen de la cabeza.

Cuando me doy cuenta, Massen Dew ha entrado en el agua y me acerco a ella en silencio. Me quedo mirándola y le agarro de una mano para luego acabar acercándome para apoyar los labios al lado de su oreja.

—¿Massen Dew, esto es íntimo? —Pregunto con un tono de voz bajo. Luego me acerco más a ella, apoyándome en su hombro, y voy dándole besos en el cuello guiado por un impulso. Como si ya hubiese un camino hecho que mi mente solo debe repetir. La imagen del pasillo se repite en mi cabeza mientras noto el agua caliente. No me había sentido así antes.

Massen Dew responde a mi pregunta de forma afirmativa y eso hace que me estremezca un poco, sin saber por qué. De pronto siento ganas de ponerme sobre ella, como una llamada natural que me pide esa posición, un deseo que desconocía.

Se separa de mí y casi creo que va a alejarse, algo que me resulta bastante desagradable, pero parece volver a mí, esta vez para besarme en los labios. Abro la boca correspondiendo a su beso y me impulso un poco para apoyarla contra el margen de la terma y así poder encontrar una posición que me deja moverme con más libertad.

Me acerco a ella, notándome bastante acelerado y acalorado. He besado antes a Massen Dew, pero la mayor parte de las veces no he sentido nada o nada más allá de un pequeño cosquilleo en la nuca. Sin embargo, ahora es como si todo mi cuerpo quisiera envolverla. Noto como algo se va despertando entre mis piernas, un algo que se une a la petición general de mi cuerpo para que me acerque a la piscis. Me pego a ella al tiempo que le agarro uno de los antebrazos, como si temiese que se escapara o me mandase detenerme. Luego bajo mi mano libre a su cintura y la acerco hasta uno de sus pechos, notando que es blando y muy agradable al tacto.

Una parte de mí siente cierto temor, o cierto recelo, como un animal que vigila a su alrededor para que no le arrebaten la comida. Algo en mí está alerta, como para renegar de una negativa de Massen Dew. Una tensión que surge de la duda.

Pero aún cuando repaso su pecho para indagar en él ella no parece disgustada y me atrae más hacia a sí, de modo que dejo de agarrarle la mano para dejar que me agarre ella a mí.
Un nuevo beso, esta vez con más entusiasmo por su parte mientras yo me dedico a recorrerla con las manos bajo el agua. Cuando pasa a mi cuello siento una sensación de placer que parece dar un leve latigazo a mi entrepierna, haciendo que se tense del todo. No tengo muy claro qué hacer o a dónde mirar mientras ella besa mi cuello. Personalmente tengo ganas de hundirme para retozar en su cuerpo y probar a qué sabe, pero esto tampoco es desagradable.

Me cuelo entre sus piernas, buscando que mi cuerpo se acople al suyo poco a poco. La cercanía hace que sienta un pequeño choque contra ella y aprieto los ojos, sintiendo como ahora mis mejillas están muy encendidas. Abro un poco los ojos encontrando el paño que me cubría la cara flotando sobre el agua, sin saber en qué momento ha llegado ahí.

A pesar de que Massen sigue besándome, cuando vuelvo a abrir los ojos está pegada a mí, como si quisiera que la abrazase, pero ahora no quiero solo abrazarla.

Como ha parado de repasarme el cuello y el pecho soy yo el que ahora se acerca a su cuello para besarlo con entusiasmo y recorrerlo hasta la zona donde el agua cubre. Mientras, bajo el agua, vuelvo a masajear sus pechos con más confianza y gusto. Siento de nuevo un escalofrío, ahora más fuerte y un cosquilleo en la punta de mi entrepierna. Aprovechando que beso su cuello, hago cierta fuerza para apoyar su cabeza en la pierna y hacerme un hueco hacia ella. Una mano se me escurre hasta su cadera, queriendo traerla hacia a mí mientras respiro con más fuerza. Mi pecho palpita rápidamente y siento como si hubiese estado esperando esto mucho tiempo sin darme cuenta. Siento esa necesidad angustiosa, ese ímpetu. Como si llevase hambriento mucho tiempo y no me hubiera dado cuenta hasta que he visto una mesa repleta de comida frente a mí. Y entonces quiero lanzarme sobre ella para llenarme enseguida.

Sigo lamiendo y acariciando a Massen Dew con cada vez más entusiasmo, sintiendo como mi cuerpo toma un calor propio incluso mayor que el del agua de la terma.

Entonces noto como me empuja y me dedica una negativa, apartándome de ella para luego salir. Extrañado, miro como se aleja y sale del agua. Por un momento pienso en quedarme allí, viendo qué hará o qué no pero sin prestar demasiada atención realmente, como suelo hacer. Sin embargo me siento con un impulso que me hace levantarme y seguirla para luego agarrarle la mano para llamar su atención.

—¿Qué te pasa, Massen Dew? —Pregunto extrañado. No entiendo qué está mal ahora. He hecho lo que me pidió, olvidándome de dónde estaba ella; he hablado con ella para comprobar que está receptiva, le he explicado que ya sé qué debo hacer e incluso le he preguntado si estaba bien en este momento. No entiendo cuál es el problema. Me tomo entonces un momento de reflexión y vuelvo a mirarla con incertidumbre, con los ojos algo más abiertos —¿Yo soy el problema? —Le pregunto, siguiendo el hilo de mis pensamientos. Quizás Massen Dew haya decidido que yo no soy adecuado.

Escucho a Massen Dew cuando dice que el problema no soy yo sino este día. Pensaba que era un buen día, me había dicho que estas cosas no se buscan sino que surgen en su mejor momento. Igualmente, parece que no es del todo cierto.

Cuando explica que todavía no ha acabado su parte del ritual asiento. Entonces lo entiendo y asiento. Si no ha podido acabarlo yo no soy el problema. Entonces tendré que esperar a que ella me avise de que lo ha terminado, supongo. Le suelto la mano.

—Avísame —Le pido, mirándola un momento. Luego me dirijo hacia mi ropa para volver a vestirme. Tendré que hacer tiempo para secarme después de este baño. Cuando estoy casi listo miro al dragón, que ahora revolotea cerca, y lo señalo —Llévatelo —Le informo para que recuerde que yo ya no me hago cargo. Dicho esto, me pongo la máscara y echo a andar hacia el bosque para luego perderme corriendo.

*se va*

¿Qué mejor manera de aprovechar el tiempo que irse a las termas un ratillo? Hace calor y me apetece desnudarme, pero el agua muy fría no me hace especial ilusión por la noche y, qué demonios, me apetece hervirme en un poco de tranquilidad y relax. Perder un poco la cabeza con el mareo. Quizás debería emborracharme un poco para eso...

Llego al lugar y no tardo demasiado en desvestirme. Me saco la camisa muy dramáticamente, tratando de no hacerme daño en el brazo pero haciendo un poco el payaso, como si me costase despojarme de mi ropa. Me río de lo idiota que puedo ser cuando estoy solo.

Cuando estoy completamente desnudo no tardo en meterme en el agua. Me quedo un rato caminando por la terma sin meterme más, ya que el agua caliente puede llegar a ser molesta. Finalmente acabo por sentarme y dejar el cuerpo relajado. El calor inicial hace que me hierva bastante el brazo y me pinche un poco, pero al poco se va pasando ligeramente. Aunque no sé si se está pasando o simplemente el calor me está adormilando el cuerpo. Fijo la vista en mi katana, enfundada y apoyada contra una roca. Si ahora viniesen a atacarme seguramente tendría que valerme de las manos. Podría atacarme una mujer... Hace bastante que no estoy con ninguna. Doy un suspiro de resignación y me llevo una mano al arma de la que no me desharía nunca, frotando la piel ligeramente, simplemente para juguetear. Si fuese más crío no hubiese soportado estar sin cita, pero hoy en día todavía puedo controlarme un poco. Cierro los ojos para relajarme.

Estoy bastante a gusto con la cabeza fuera y el cuerpo dentro del agua caliente, casi parece que fuera hace fresco. La soledad es un gusto que casi nadie puede darse. En mi caso, la disfruto cuando quiero y me siento muy bien.

Escucho pasos, pero los ignoro hasta que un saludo huraño, más similar a un bramido grave, me hace abrir los ojos con curiosidad y ampliar la sonrisa.

—¡Ey, Erri! —Le saludo, animado. Mira que cara de morrudo trae, como siempre. Creo que forma parte de su encanto personal. Me revuelvo un poco en el agua para quedarme sentado. —Se me hace raro verte, ya sabes, te escondes bien —Bromeo, entretenido. Seguro que se enfurruña más. —Y eso que tu cama no está lejos de la mía —Añado como si fuese un dato importante. Me fijo en cómo huye de mí hasta la otra punta de la terma, pero no voy a cortarme por ello.

Me muevo hasta donde él está para sentarme cerca.

—Dime, ¿has vuelto a ver a las chicas de Flavia? Yo ya las conozco a todas —Le informo, algo picajoso y guiñándole un ojo, queriendo decirle que le llevo ventaja.

Ladeo ligeramente la cabeza cuando dice que no tiene interés en conocer a más guerreras si todas son como Eld, ignorando su comentario desafortunado sobre las camas. Qué bobo es.

—Tranquilo, hay otras mucho más interesantes. Una pequeñaja con una fuerza de titán y Tuli, por ejemplo, que es rápida y utiliza a sus escorpiones. La caeruleus es una de las más aburridas —Le explico, poniendo las manos detrás de la cabeza. Escucho como me replica mi comportamiento con las mujeres como si sus palabras fuesen a parecerme una ofensa y amplío la sonrisa.

—Uh, creo que eso ha sido un cumplido. Gracias, Erri —Le digo con tono juguetón o casi infantil. Cuando me intenta apartar tanto con el gesto como con su "orden", bajo los brazos y me quedo mirándolo. Luego apoyo un codo en el borde de la terma, sin intención de moverme.

—Dime, Erri, ¿por qué eres tan gruñón? —Le pregunto, arrugando la nariz un momento, en una mueca algo burlona.

Alzo las cejas cuando, en lugar de responder, me dedica una nueva pregunta y, tras escucharla, dejo escapar una sonrisa, ahora con un tinte más grave.

—Solo pretendo ser agradable. Aunque tus malas pulgas resultan casi un reto —Me encojo de hombros manteniendo las manos tras la cabeza —Me gusta llevarme bien con todo el mundo —Explico, simple.

Luego lo miro de reojo cuando habla sobre él y su supuesta antigua familia.

—¿Ya no quieres o ya no puedes? —Le pregunto con el mismo gesto desenfadado, pero con un toque inquisitivo.