Fuente termal

Dejo que divague un rato mientras me reacomodo en la terma y sigo relajando los músculos. Será el cansancio o la desgana, pero empiezo a saturarme con tanta re-vuelta.

Levanto el mentón cuando me acaricia la barbilla. Estoy por pedirle que me rasque así un poco a contra pelo, es agradable.

—Lo que tú llamas "gratis" yo lo llamo distinta forma de pago. Es más fácil tirar unas monedas que pagar con tiempo y esfuerzo o con paciencia —Respondo alzando las cejas. Miro a sus hombros y le aparto un poco el pelo de ellos, toqueteándolo un poco como si pretendiese colocarlo de una forma específica. Por distraerme. —Deja de pincharme si no quieres que me pique. Aquel día en el observatorio ya viste que tengo poca paciencia —Apoyo las manos finalmente en sus hombros y la vuelvo a mirar con algo más de serenidad. A ella le gustaba jugar demasiado con fuego, pero mi situación no era como para conseguir reprimirme si empezaba a ponerme nervioso aunque creyese que estaba haciéndome el duro. Ella no era un Dehnel que colmase mi paciencia, pero tampoco quería fiarme mucho de mis capacidades mentales visto lo visto.

Noto como empieza a moverse y dejo los oídos en segundo plano para centrarme en el tacto y el olor mientras sigo recorriendo su cuello y hombro con la boca con cierta calma. Una vez empieza a bajar me echo hacia atrás dejando caer la cabeza para apoyarla en el suelo. Sea como se las arregle ahí abajo en el agua, esto sí va a ser relajante.

En cuanto vuelve a mencionar la camisa y se detiene, levanto la cabeza y la miro con algo de ceño. Bufo y me la quito de una vez sólo por no aguantarla.

—¿Contenta? Ahora que ya has ganado y todo ese blah blah dicúlpame si cierro los ojos —Le comento, volviendo a echarme hacia atrás y, efectivamente, cerrando los ojos. Al final todas eran más tercas que donde las hacen. Al menos así tendría a boca ocupada un rato.

La muchacha escucha cada comentario del hombre manteniendo la sonrisa y continuando con las caricias por su cuello. Era igual que todos, puede que un poco más imbécil, pero igual que todos. Eso sólo lo hacía más fácil y, por lo tanto, más divertido.

-Bueno, si lo ves así. Pero el tiempo que aguanto tus bravuconadas me ahorra un puñado de monedas y me proporciona un servicio de mejor calidad. Claro que si de verdad la diferencia es tan pequeña tal vez debería dejarte aquí y marcharme a por mejores ofertas. -Acaricia su mano con la barbilla mientras el hombre juega con su pelo y lo mira, levantando una ceja. -Acaso esperas a ver si hago eso de "oh, no, querida, no querría molestarla con mis palabras blah blah blah"? -Tras parafrasearlo le sonríe y sin esperar respuesta le muerde el labio inferior y tira con suavidad. Claro que recordaba lo del observatorio y no quería repetir esa rabieta, le cortaba el rollo, no le iban los niños pequeños y esa era la imagen que quedaba, por muy digno que lo intentase hacer sonar.

Se echa ligeramente hacia atrás con media sonrisa cuando el hombre que quita la última prenda observando de arriba a abajo el cuerpo de este tras su triunfo. Tierra conquistada. -Ves, idiota, no ha sido tan difícil, -piensa. Le gustaría decirlo pero no quiere arriesgarse a una pataleta. Tampoco le gusta regodearse.

Responde a su "blah blah" con un pellizco indignado en el trasero, pero decide dejarlo pasar, escuchar sus fantasmadas bien merecen un premio y no quiere que su ego se lo quite. Vuelve a atacar sus labios propinándole un mordisco algo más fuerte de lo normal que espera que le sirva de advertencia. Mientras, sus manos descienden por su espalda y aprietan un momento los glúteos del hombre antes de suavemente rodear la pierna hasta llegar a la ingle. Allí la zona parecía preparada desde hacía rato así que comienza a acariciarlo con suavidad buscando una reacción algo más evidente en el hombre para saber qué ritmo llevar.

—Para gustos... —Me limito a responder a lo de las monedas con una risilla final. Luego me dejo hacer un poco, notando como me muerde y acabo agarrándola de la nuca para besarla con más ímpetu por si acaso le sigue apeteciendo dar más cháchara. No me apetece discutir más, me está entrando el sueño y prefiero centrarme en tener un final feliz.

Al final parece cambiar las respuestas verbales por los gestos y considero que es un paso perfecto. La sostengo por la cedera mientras me va acariciando, ayudándola a mantener el equilibrio mientras me tantea no vaya a ser que por unas o por otras acabe resbalándose y se corte todo el rollo.

Dejo salir el aire en cuanto siento como me toca y empieza a acariciarme, sintiendo como se me endurece del todo al poco. El agua sola es bastante mal lubricante, pero la temperatura aporta una sensación interesante al ayudar a dilatar los vasos.

Espero un rato mientras se dedica a tocarme y luego subo la mano izquierdo por su vientre hasta colarla por debajo del punto de unión del sujetador para levantarlo. Giro entonces para acceder a uno de sus pechos y lo acaricio, palpando su turgencia. El pezón no tarda mucho en aparecer y juego a cogerlo entre los dedos.

Le devuelve el beso apretándose más contra él, imponiéndose, para pasar más tarde al cuello donde muerde un par de veces.

Nota como exhala al llegar a la zona y se limita a sonreír mientras sigue moviendo las manos. Mantiene un ritmo constante según las reacciones del hombre y aumenta o hace algún movimiento más rápido según como se mueve este, como jugando con él. Mientras continúa baja desde el cuello hasta el pecho del hombre rozando con los labios y dejando algún mordisco hasta llegar a un pezón que no duda en morder, aumentando la fuerza lentamente para conseguir una reacción en el chrysos.

Cuando el hombre empieza a acariciarla la muchacha se hecha hacia atrás aprovechando el movimiento para cambiar el ritmo de sus manos. Se mueve ligeramente, como siguiendo las manos del hombre, y contiene un gemido mordiéndose el labio cuando empieza a palparle el pecho.

Me mantengo prácticamente recostado en el borde de la terma mientras desciende por mi cuello sin parar de mover las mano ahí abajo y dejo salir el aire con cierta fuerza, formando algo de vaho por la bajada de temperatura nocturna. Muevo suavemente la cadera, buscando acentuar el movimiento con sus manos, pero sin acelerarlo. No quiero esforzarme demasiado por ahora así que me dejo llevar.

En cuanto baja por el pecho y me muerde el pezón llevo la diesta a su cabeza, acariciándola e instándola a que se mantenga ahí mientras dejo salir un gemido que más se parece a un gruñido. Al mismo tiempo mi cadera acentúa el movimiento para que sus manos lleven la piel hacia atrás del todo y siento una momentánea pulsación que deja salir algo de humedad que se pierde con el agua.

Aprieto algo más su pecho y acabo por apartar hacia arriba el sujetador para dejar ambos al descubierto. Subo la otra mano para masajearlos al mismo tiempo mientras ella me toca y finalmente subo la diestra acariciando sus calvícular y su cuello hasta llegar a su cara. Sostengo su mejila de forma que mi pulgar queda sobre sus labios y hago cierta presión para que entre en su boca.

Cada vez que le oye reaccionar a sus movimientos repite el mismo proceso buscando que se retuerza. Cuando empieza a mover las caderas acompasándose con su vaivén la muchacha acelera el ritmo sutilmente, pero haciendo el movimiento más amplio a la vez, quitándole de alguna forma protagonismo al movimiento del hombre; por el momento ella iba a llevar las riendas.

Cuando posa la mano en su cabeza se centra aún más en el pecho del hombre. Lo oye gruñir, como si quisiese que los sonidos que se le escapan sonasen amenazadores. Sonríe, preguntándose si podrá conseguir sacarle alguno en un tono menos grave, por lo que empieza a morder con más fuerza y energía. Al mismo tiempo nota una ligera sacudida y cómo se agita más. Hace entonces algo más de fuerza con las manos siguiendo la forma del miembro del hombre.

Continúa pues centrada en el pecho de este, con el pelo a su alrededor, sedoso, rodeándola como un aura de fuego. Pasa de un pezón al otro, atenta a sus reacciones pero también disfrutando del cuerpo tonificado del guerrero. No todo iba a ser para él.

Se echa hacia atrás al sentir las manos del hombre, cerrando los ojos y moviendo ligeramente la cadera, que se acompasa con los movimientos de las manos. Da un último tirón y para un momento para quitarse el sujetador, arrojándolo a un lado. Se detiene mientras la mano del hombre sube por su cuello hasta su cara mientras ella gira la cabeza como siguiéndola, posando una mano en el pecho del hombre como para buscar equilibrio. Cuando finalmente llega a sus labios sonríe, mirando al hombre a los ojos, y muerde suavemente el pulgar, acariciándolo con la punta de la lengua. Al mismo tiempo, la mano que queda libre vuelve a la zona de antes, agarrando el miembro mientras mueve el pulgar por el extremo de este.

Vuelvo a gruñir en cuanto muerde nuevamente, con más fuerza. El movimiento de su cadera al ritmo de su brazo me hace tener una sensación mayor de excitación con el gesto. En cuanto pasa al otro pectoral dejo salir una respiración más cargada y me muerdo el labio inferior.

Levanto la vista cuando se detiene, disfrutando del movimiento de sus pechos una vez los libera. Mi mano izquierda vuelve a acariciar uno de ellos mientras subo la vista hacia su boca, donde ha atrapado mi pulgar entre lo dientes. El masaje húmedo de su lengua junto con el juego de su dedo hace que la información llegue algo cruzada a mi mente y me genere un escalofrío placentero que me hace soltar algo más de vaho. Meto el dedo en su boca, acariciando yo ahora su lengua con él, moviéndolo con la misma pauta que ella mueve su mano en mi entrepierna.

Siento un pico de excitación y retiro el dedo de su boca, pasándolo por su labio inferior con una caricia ansiosa. La izquierda le rodea la espalda para acercarla algo más y, sobre todo, aferrarla. La derecha baja ahora para hundirse en el agua y colarse entre sus piernas, acariciando primero sobre la braga mojada. No pierdo demasiado tiempo antes de apartar la tela a un lado y jugar ahora directamente sobre su piel. Acaricio en círculos la zona de su entrada inicialmente y acabo por meter primero uno de los dedos, acomodando su vaivén a como ella mueve mi entrepierna. La sugeto con algo más de fuerza, apurando por un momento mis dedos aunque la cercanía empiece a impedirle mover bien los brazos.

La muchacha responde a sus reacción con mordiscos más fuertes, recorriendo la piel del hombre, como siguiendo el trazado de tinta que la cubre para detenerse en el cuello donde propina un mordisco algo más fuerte que los anteriores antes de hacerle girar la cabeza dándole un toque con la nariz y volver a sus labios, echándose ligeramente hacia atrás, pretendiendo que la busque.

Juega con el dedo en su boca, moviendo suavemente la lengua y cerrando los labios a su alrededor, separándolos solo para soltar pequeñas exhalaciones seguidas de un sutil gemido. Mueve la lengua más deprisa, acompañándolo con el movimiento de manos y caderas y acompasándolo con una respiración algo más acelerada. Sube la mano libre hasta la muñeca del hombre, mirándolo a los ojos un instante antes de recorrer los músculos del brazo de este y llegar al hombro, desde donde sube por la mejilla pasando sobre su ligera barba a contra pelo hasta llegar el cabello rubio del hombre. Allí hunde la mano entre los mechones, acariciando la cabeza del hombre y dando tirones cada vez que un escalofrío la recorre.

Siente su mano al pasar por su cara y, al tiempo que él tira para acercarla, se lanza a sus labios ahora que los de ella están libres. La mano que está en su pelo tira con una fuerza semejante a la del movimiento de su boca y apoya su pecho contra el de él mientras la mano del hombre baja, notando el calor de su cuerpo contra el suyo. Cuando finalmente su mano alcanza la zona no puede evitar que se le escame un gemido, que hace que detenga el beso y durante un instante se apriete las manos con más fuerza, todo ello controlado, claro. El gemido parece habérsele escapado, como si hubiera intentado controlarlo y hubiese sido en vano.
A pesar del reducido espacio que hay ahora entre ambos el movimiento de su mano es más amplio, centrándose especialmente en el extremo del miembro del hombre. La muchacha se deja caer sobre este dejando escapar pequeños gemidos que de nuevo emite como si los intentase contener y no pudiera.
Se apoya sobre él como desbordada por el movimiento de sus manos, como sin fuerza, pero sin embargo besándole despacio (deteniéndose solo para soltar pequeñas bocanadas de aire) como extasiada y aun así pidiéndole que no parase, fingiéndose así sometida a él, provocándole para ver qué consigue al excitarlo aun más.
Es un truco que no solía fallarle.

Ahogo los sonidos en la garganta cuando me muerde con algo más de fuerza alguna que otra vez y en cuanto sube aparto la cabeza para que acceda a mi cuello y muerda a placer. En cuanto clava los dientes vuelvo a gruñir dejando salir algo más el aire y cuando me busca para besarme voy hacia ella, ircorporándome para besarle y relamer su lengua y sus labios.

Comienzo a jadear en cuanto me paro a ver cómo casi ronronea mientras repasas mi dedo con la boca y dejo caer la cabeza hacia adelante un momento, tomando aire con fuerza a causa de la excitación. Siento su mano subir mientras la mía empieza a descender y levanto el mentón cuando me repasa la perilla para llegar al pelo. En su paso por mi cara, me giro para agarrar su antebrazo entre los dientes por un momento. Luego lo suelto dedicándole un amplio lametón a medida que sigue ascendiendo.

Se pega a mí y sus movimientos hacen que sus pezones me acaricien el pecho herizandome el pelo. Escucho como gime en mi oreja mientras introduzco un dedo más y continúo masturbándola al tiempo que ella a mí. Muerdo su hombro mientras suelto bocanadas de aire. Se deja ir sobre mí y su aliento me roza la piel. En cuanto deja salir un nuevo quejido suelto un jadeo entrecortado, hundiendo más los dedos en ella, aplicando fuerza. No aguanto más en esta situación, sintiendo su calor y humedad mientras sólo me frota con las manos.

Saco la mano de ella y la agarro para traerla hacia a mí, agarrando con la izquierda mi miembro con firmeza, sobre su mano. No espero permiso para encajarme y obligarla a baje la cadera para poder entrar del todo. La aprieto contra mí, hundiendo la frente ensu esternón y agarrándola por los hombros desde debajo de las axilas para apretarla contra mi cadera todo lo posible. Me mantengo unos segundos con esa tensión una vez que llega al fondo, disfrutando del escalofrío que me recorre el espinazo.

Finalmente el hombre se abalanza sobre la muchacha para besarla, como había esperado, y ella le tira del pelo para acercarlo y alentarlo, como si lo fustigara.

Sonríe divertida ante las reacciones del hombre, entreteniéndose con el pulgar de este manteniendo la mirada desafiante e imponente, rodeada por la cabellera roja. Deja escapar el aire cuando le muerde y besa el brazo y un mechón de pelo se escurre por su rostro cruzándose sobre un ojo, rojo sobre naranja, como el fuego.

Siente el calor que emana del hombre, sus latidos y cómo le bulle la sangre. No lo suficiente aún, piensa. Sonríe al notar cómo su mano la va acariciando y se muerde el labio para seguir ahogando los cada vez más evidentes ruidos que emite, variando según cómo el hombre reacciona a ellos, buscando provocarlo e incitarle a seguir. Cuando le muerde el cuello apoya la mejilla sobre su cabeza, respirando sobre su pelo, aspirando su esencia. La mano que no está en su entrepierna se aferra nuevamente al pelo, conduciéndole para que muerda con más fuerza, para que se desespere y se mueva con más ansia hasta que no lo pueda soportar mientras ella respira excitada disfrutando de la parte que le toca sin dejar de mover las manos.

En un momento él parece no resistirlo y una sonrisa mezclada con sorpresa sobresalta a la muchacha que pronto lo siente dentro, aprisionada con fuerza entre sus brazos que la obligan a quedarse quieta mientras un aluvión de sensaciones la recorren hasta la punta de los pies como llamas. Tira del pelo del hombre y clava la mano que ahora queda libre en su pecho con la misma firmeza que él la agarra (Je, como si me fuera a escapar, piensa) al sentirle entrar bruscamente, como si de no entrar fuese a explotar. Al apretarla contra él y refugiarse en su pecho por la mezcla de fuerza y placer ella abraza la cabeza, agarrándose como puede al pelo y la espalda debido al escalofrío que la recorre, aumentando si es posible la fuerza del hombre al sumarle la suya. Un grito  de placer escapa de sus labios sin que pueda siquiera pensar en retenerlo.

El tirón de pelo y la fuerza que ella hace sobre mí se unen al aguijonazo de placer de la entrada y escucharla gritar hace que haga fuerza con la cadera en un par de pulsos contenido, pero en esta postura, por mucho que ella caiga sobre mí para poder llegarle al fondo, no tengo ángulo para moverme con la intensidad que quiero. Repiro con fuerza un par de veces, recuperándome de la ansiedad hasta este momento. Por un momento siento que el pulso se me está desbocando demasiado y empieza a faltarme el aire de verdad. Tengo que relajarme si no quiero que esta cosa me dé problemas concretamente ahora. Quedo con la cabeza entre sus pechos un momento, tratando de respirar hondo para relajarme.

Al poco me muevo para salir de ella de nuevo y la sensación es algo extraña porque la temperatura no cambia del interior al exterior, dentro del agua termal. Ahora que he entrado y sé que el camino está abierto ya puedo tomármelo con más tiento.

Le doy un suave golpe en el trasero para que se aparte un poco y me pongo en pie para colocarme detrás de ella y pegar el pecho asu espada, rodeándola por la cintura con la derecha, menos agresivo, más acogedor y besándole el cuello para luego subir hasta lamer su oreja. La empujo ligeramente para que se apoye contra el borde y con la izquierda acerco mi mienbro a ella. La forma en que ahora la cubro es hasta más sensual o pasional, como si fuese a conquistarla de nuevo.

—Dime, señorita, ¿eres tan experta por todas partes? —Le susurro, sediento, con una media sonrisa pegada a su oreja. Froto la punta de mi mientro contra ella, de alante hacia algo más atrás de lo esperado, tanteándola.

De pronto un ruido de ramas rotas interrumpió a la pareja y un aether cayó del cielo sobre ellos qu

La muchacha respira con fuerza tras la impresión inicial, recuperándose del shock de sensaciones aún agarrado al hombre, clavando las uñas.
Cuando lo nota salir lo mira, más con curiosidad que otra cosa posando las manos en su pecho, jugando con los dedos siguiendo los tatuajes. Este es capaz de haber...No, no creo. No creía haberse pasado con él y su cara mostraba decisión por lo que se apartó cuando se lo indicó devolviendo de forma afectiva un cachete similar en la cara del hombre, sonriendo.

Siente un escalofrío cuando la abraza y nota un ligero rubor asomando a su rostro. Se deja llevar mientras le besa el cuello notando su pecho contra la espalda. Siente su respiración y sus movimientos, buscándola. Cuando lo oye hablar reprime una carcajada.

-Pues tengo que confesarte que en Piscis aún no me he sacado el título. -Ríe dulcemete mientras se incorpora ligeramente, acercando el pelo a la cara del hombre. Se va girando para mirarlo y en el proceso las ondas rojas se van deslizando por su suave espalda hasta mostrar su rostro por encima del hombro, con un mechón sobre sus ojos que parece desafiar al hombre al igual que su mirada. Le lame el labio y le da un beso corto antes de continuar. -Dime, teniente, ¿crees que te has ganado ese derecho? Lo mira con decisión a sus ojos dispares con la curiosidad fascinada de siempre, como buscando algo en su interior.

De entrada parece que se adapta con gusto a las caricias, incluso cuando se gira y hace el comentario lo hace con tono entretenido. Por lo menos ya sé que no es una proposición que le resulte insultante, como a la mayoría de las mujeres. O al menos así lo hace ver.

Correspondo al beso, acercándome algo más. Suelto mi entrepierna y sostengo su mentón girado hacia a mí por un momento. Entonces me mira desafiante otra vez, ahora viene un "pero" como un castillo.

La miro con suspicacia cuando me hace la pregunta. Creo que eso es peor que un pero. Río ligeramente y subo con suavidad la mano que sostiene su cintura hasta su pecho, rodeándolo casi con cariño, acariciándolo. Vuelvo a besarla sosteniendo ligeramente su cara, mordiéndole suavemente el labio y succionando un poco antes de separarme lo justo. Mi cadera se apoya en sus muslos, con mi miembro rozando entre sus piernas.

—¿Es una pregunta trampa? ¿Hay alguna respuesta que me vaya a dejar seguir? —Pregunto con tono y sonrisa pícaros, como el de un niño al que hacen confesar una trastada. —Podemos seguir como hasta ahora si lo prefieres —Le aclaro con suavidad, asegurando terreno. Aunque es una chica abierta, no es cuestión de forzar las cosas o acaban por terminar mal... Por muy oportuno que suene en este contexto.

Disfruta cada roce y cada caricia. Sabe que esta vez tiene el control de la situación aunque de un modo diferente así que decide disfrutarlo. Casi parece otro, tratándola con una suavidad y una dulzura que, aunque en otra situación le habría podido gustar, le parecen ahora hasta empalagosas, como si intentara comprarla. Hay que ver como agacha las orejas cuando le das donde le duele... Pero le apetecía jugar un poco con él.

Un ruido a sus espaldas la hace girarse pero la voz de ha ido cuando intenta localizar el origen. Retiene una carcajada dejando escapar un sonido sordo.

-Sí, bueno, era de esperar. No es como si esto fuese un sitio privado ni nada.

Agitó ligeramente la cabeza para centrarse y se apretó contra él un poco más antes de responder, volviendo al tema que estaban tratando.

-No, es un reto. Te reto a que te lo ganes. -Le da un mordisco en la labio inferior, esperando su reacción con curiosidad.

Me mantengo a la espera de su respuesta, manteniendo la risilla cómplice mientras la miro a los ojos esperando que vuelva a bajar la guardia. El agua hace que los roces con su piel sean suaves y cálidos.

Escucho entonces un ruido y levanto la vista rápidamente, viendo qué es lo que interrumpe en este momento y al dar con la imagen de Frikka y su cara, la sonrisa se me borra de golpe y siento como si me acabase de tragar un carámbano de hielo. Instintiva y automáticamente me separo un poco de la flamma.

—Frikka... —No tengo muy claro para qué la llamo, si lo más lógico es lo que hace, marchándose enseguida después de disculparse. Cuando desaparece entre los arbustos, el mal cuerpo no se marcha con ella. Escucho la risilla y el comentario de la flamma, que no mejoran la situación.

Vest continúa la conversación y por un momento no sé de qué me está hablando mientras me yergo ponéndome en pie. Me aparto un poco cuando viene a morderme el labio.

—¿Qué? Ah... Bueno, supongo que tendré que comprarte flores la próxima vez —El tono me sale bastante distraído y hasta la erección se ha ido un poco por el susto. Miro un momento a los arbustos y me froto la cara con la mano. ¿Qué pasa, Gerald? Ni que fuera un secreto para ella que haces estas cosas. Frunzo el ceño y suspiro con cierta frustración.

—Bueno, ¿acabamos antes de que vulevan a interrumpirnos? Dejaremos eso para cuando se me ocurra algo con lo que convencerte—Propongo, rebuscando en mi cara para sacar una nueva sonrisa medio socarrona. Sea como sea, ahora no puedo dejar las cosas a medias con Vest.

La interrupción parece haberle cortado el rollo más de lo que la muchacha piensa permitir. Decide dejar su juego a un lado durante un momento y al parecer el hombre no está desacuerdo. La muchacha se pregunta quién sería porque la reacción desde luego no ha sido de una persona desconocida.
Por fin parece que vuelve en sí y la muchacha niega sonriendo para sí.

-Sí, eso también estaría bien. Las más caras que encuentres. -Obviamente está distraído aún así que tampoco se complica con un chascarrillo porque para que se pierda entre los árboles...

-Pues claro que acabamos. Si me dejas así saldrás de este sitio pero en trocitos. -Le sonríe antes de besarle otra vez. -O al menos sin uno importante.

Baja la mano para reanimar el ambiente, está decidida a acabar, como si ha visto un fantasma, ya pensará luego qué ha podido trastocarlo tanto. Por suerte con pulsar unos botones todo parece poner en marcha de nuevo. La muchacha acaba recostada sobre la piedra, envolviendo al hombre con las piernas y poco a poco recuperan el ritmo de antes de la interrupción. Con un tirón gira el cuerpo del hombre quedando ella encima, agarrando el pelo de este para besarle.
Pronto las respiraciones de ambos se han vuelto a acelerar y el hombre vuelve a no soportar más como la muchacha va picándole y toma la iniciativa casi con violencia. La muchacha se agarra a los brazos de este dejándose por fin llevar por el torrente de ira y deseo que tanta provocación ha creado. Pronto las envestidas les hacen sacudirse y el sudor empieza a perlar la piel de la muchacha mientras el hombre la recorre con las manos, aferrándose a sus hombros o sus brazos, a donde puede, para aumentar la fuerza de cada movimiento.

Al cabo de unos instantes llega el clímax y el ritmo se detiene paulatinamente, quedando durante un instante todo en silencio excepto por el murmullo del agua.




*fin de la escena*