Claustro.

Su comentario me hace enarcar una ceja

-No hablaba de nada en concreto -respondo, sagaz, mirándolo fijamente.

Sin embargo, respondo a su segundo comentario como si no hubiera realizado el primero. No debo mostrar debilidad, pero tampoco excesivo interés, pues es también, en cierto modo, debilidad, aunque de otro tipo.

-¿Qué has visto? Quizás si empiezas por decirme qué has visto podamos esclarecer qué puedo mostrarte.

FdR- Vivan dobles sentidos

Me hace gracia como, a medida que avanzan los comentarios, parece que se los tome un poco más a pecho. Mucho afán por quedarse con la última palabra. Casi me siento halagado de lo interesante que tiene que sonar la conversación para querer apoderarse de ella.

—¿Y qué te parece si, en lugar de presentarme el palacio, te sigues presentando tú? —Comento, haciendo un breve inciso en la divergencia de opiniones y rompiendo la disputa inicial —.Eres Alehyss Lester, eso lo has dicho. ¿Alehyss Lester la... panadera? ¿La lavandera? ¿La cazatesoros? No sé si preguntar por tu procedencia o por la zona en la que veraneas. —Comento, volviendo con una media sonrisa que quiere ser amable. Hay veces en las que una persona adulta debe establecer prioridades.

Que sea tan directo me descoloca un instante, pues en este palacio la gente tiende más a perder el tiempo hablando de cosas banales que a tratar temas propiamente interesantes, y por eso mismo tengo que ser yo la que hurgue en sus vidas. De hecho, la forma que tiene de indagar sobre la mía me recuerda tanto a mí que incluso llego a sospechar si no será él el que me han mandado venir a buscar.

No sé que pasa, pero todos los sospechosos de este lugar parecen ser chrysos...

-Así que quieres saber sobre mí, eh...

Observo un instante el cielo, como haciendome de rogar, aunque realmente estoy pensando.

-Pues no soy panadera, ni lavandera... Aunque si te lo parezco, quizás deba plantearme el cambiar mi aspecto...

Lo miro a los ojos, certificando así que lo que digo es verdad.

-He venido aqui porque me han llamado, nada más. Soy de una pequeña ciudad de Fulmen, bastante alejada de aquí. Mi padre es médico. Tiene allí una especie de consultorio. Y mi madre es costurera.

Un origen con los suficientes estudios e ingresos como para haber podido formarme, pero en un sitio lo suficientemente humilde como para no ser considerada noble o rica.

FdR- Yoooo... Mis padres son...

No respondo a su comentario inicial sino que espero a que continúe tras su momento de divagación. A ver qué me cuenta.

—Tampoco has creído que yo fuera un sirviente y he fregado muchos platos en mi vida —Comento, abriendo un poco las manos con gesto concluyente, dando a entender mi opinión sobre las apariencias.

A su respuesta sobre su familia, río.

—Vaya, un padre médico y una madre costurera... Si estás probando mi capacidad de deducción te diré que sigo sin saber a qué te dedicabas antes de venir —Comento, divertido. ¿Me interesa realmente? No. Pero su forma de hablar de su entorno como si hablase de ella sin implicarse me llama a continuar porque no me gusta que me tomen por simple. Por otra parte, no tiene desperdicio y si podemos ser amigos mejor que ser indiferentes.

Asiento a su comentario. Lo cierto es que me guío por las apariencias más de lo debido, especialmente en mi trabajo. Si simplemente creo una primera impresión que sirve luego como prejuicio no podré profundizar en la personalidad de cada guerrero, de forma que al final no tendré sobre ellos datos suficientemente interesantes.

Su insistencia no me tranquiliza, pero a cambio esbozo una sonrisa cínica.

-A nada exactamente. No he tenido una vida demasiado interesante -miento con naturalidad-. Leía muchos de los libros de mi padre, aprendí a usar mi kusarigama -dije, señalando mi muslo, en el que estaba prendida mi arma-. Pero nunca tuve una profesión propiamente dicha. El negocio familiar.

Realmente soy espía. Pero eso no te lo voy a decir.

FdR- Si tardo es porque fui a comprar XDU Lo siento

Ando poco inspirada hoy... no me lo tengas en cuenta

La chica cede un poco con lo que me siento conforme por ahora.

—Bien, tendré que dejarlo en guerrera a secas —Comento recolocándome la gabardina por un momento. —Y supongo que si no lo has mencionado no tienes ninguna hermana que te haga la competncia —Bromeo, haciendo alusión tanto a su apariencia como a su caracter y cualidades de guerrera. Más para continuar con ella en lugar de dejar estar la charla.

Luego tengo en cuenta su arma, echándole un vistazo a mayores del que le dedico cuando ella la señala.

—Tienes un arma curiosa. Hay pocos que sepan utilizarla bien —Indico volviendo a mirarla a ella.


FdR: Yo me huí a por comida XD

Niego lentamente.

-Tengo una prima que solía llamarme hermana, pero no una hermana propiamente dicha -respondo, y añado jactanciosa-: Y, desde luego, no había donde comparar.

Si bien bromeo, este dato es curiosamente cierto, pues mi susodicha prima nunca tuvo, ni de lejos, ningún atributo demasiado destacable ni en físico, ni en mente, ni en camor. Quizás era, simplemente, un poco más simpática que yo.

En cuanto alude a mi arma miro de nuevo hacia mi pierna. No la saco. Enseñarle eso sería darle ventaja en un hipotético combate.

-No me gusta lo común -. Le sostengo la mirada-.Con esto es más difícil contrarrestarme.

Ya está bien de dar datos sobre mí. Lo abordo enseguida.

-¿Y qué hay de ti? ¿Dónde has fregado tantos platos?

FdR- Lo sientooo >__<

—Te creo —Indico, divertido ante su comentario.

Sus palabras son concisas respecto al arma y lo segundo es bastante cierto. He visto utilizar ese tipo de arma a algún que otro cadete y cubre bien casi todos los flancos. Me gustaría verla en acción con algo como una kusarigama.

Ya no tarda en preguntar. Adiós a las cavilaciones iniciales. Sonrío a su pregunta.

—Primero en un par de tabernas y después en la academia militar —Explico con simpleza.

Enarco una ceja.

-Vaya... ¿Estoy ante un militante? Entonces supongo que me hallo ante alguien con mucha experiencia en combate y estoy haciendo el ridículo al llamarme guerrera.

Academia militar. Es un dato importante. De hecho, con su nombre, ese dato y alguno más, Jager podría averiguar bastantes cosas sobre él con indagar un poco. Claro está, antes deberé plantearme si merecerá la pena tanto esfuerzo.

—Sí, puedes darlo por hecho —Comento con exagerada indiferencia y cerrando por un momento los ojos con gesto de "qué le vamos a hacer si eres idiota". Luego recupero mi cara de antes.

Miro fuera. Sigue lloviendo.

—Bueno, entonces quedamos en Alehyss a secas —Concluyo. —Creo que debería perderme por aquí. Pronto será hora de cenar y tengo por costumbre prepararme antes. A no ser que te apetezca compartir mesa, creo que es hora de despedirnos —Aliento, frotándome las manos dispuesto para la retirada. Tampoco hay que darlo todo el primer día.

Sonrío su comentario con sorna.

-No volverá a suceder, mi general.

Nada más responder, comienza a hablar de prepararse para cenar (no sé qué significará eso) y lo excuso de buena manera.

-Todavía tengo alguna cosa que hacer antes de la cena, así que creo que nos veremos en otra ocasión.

Lo miro, pensativa. Al final hemos hablado mucho más de mí que de él, y esto es algo inusual. Lo que me incomoda es que parece premeditado.

FdR- Así no te lío más XD

Con una media sonrisa, hago un gesto de despedida cómica llevando dos dedos a mi frente imitando el saludo militar, pero mucho más perezoso o dejado en respuesta a su comentario.

Luego voy caminando hacia ella hasta que nos cruzamos y me voy girando para dar un par de pasos de espaldas, mirándome y con las manos dramáticamente en el pecho.

—Rechazado en la primera cita, oogh... —Bromeo con voz dramaticamente forzada y todavía riendo —. Ya nos veremos, Alehyss Lester. —Levanto una mano en despedida final y al fin me doy la vuelta para marcharme con las manos en los bolsillos.

*se va*

FdR: Maaa boooy a la ducha XD

Su gesto me hace negar un par de veces, para mí.

-Si saludas así...- digo, sin acabar la frase, insinuando que "vaya soldado"

Luego lo veo alejarse, mirándome, con un gesto muy sentido, y esbozo una sonrisa.

-Vas a tener que esforzarte más que eso -respondo a su broma.

Sin embargo, cuando se va me quedo un rato cavilando. ¿Qué me pasa con los hombres? Me asusta que me esté sucediendo algo y me acabe ablandando, o algo peor.
Quizás necesite de una terapia con Heylel, o algo parecido.

Al final no le he sonsacado casi nada. Ni siquiera sé en qué ejército estuvo, aunque lo más normal será que estuviera en el de aquí...

Sigue lloviendo. Qué desagradable. No me gusta nada el agua.

*se va*

La lluvia y el frío me habían hecho recurrir, una vez más, a una capa más gruesa, con el fin de evitar el frío en la medida de lo posible. Si aquello seguía así, buscaría una misión solo para poder dirigirme a algún lugar más cálido. Aquella situación me amargaba. ¿A esto llamaban fin de primavera? Más parecía fin de otoño.

No me dirigía a ningún lugar en concreto, ni me sentía inclinado a hacer nada realmente, pero el hastío me había hecho ponerme en marcha. No buscaba salir, pero sí pasear un poco, al menos. Tal vez encontrara a Gerald. Aún le debía aquella cita en el comedor, que el ataque de los mercenarios nos había obligado a aplazar.

No fue a él a quien encontré, finalmente, sino a alguien que hacía algo más de tiempo que no veía por ninguna parte. Fier parecía ocupada, pero hacía ya semanas que no sabía nada de ella. Me acerqué y me situé a su espalda, cruzando los brazos.

-Siempre entre papeles -comenté, con voz ronca.

Enarqué una ceja al ver su acelerada reacción. Debía de haberla sacado de la nube más alta, porque menuda caída... Casi pareció echar a volar por un momento, mientras su material viajaba en dirección contraria. Extraño. No era propensa a aquellas torpezas, generalmente era muy cuidadosa de guardar la compostura. Pronto me vi acusado de aquel desliz.

-Mis disculpas -murmuré apenas, con un leve gesto de cabeza-. No creí que pasaría tan desapercibido.

Me guardé de contestar a aquella otra pregunta, que parecía ya una muletilla. Después de todo, se esperaba de mí una respuesta positiva que sería absurdo dar. Por otra parte, no tenía el menor interés en aburrirla con quejas innecesarias.

No tardó en recuperar su material de escritura, al parecer todavía útil. Eso era bueno.

-Lo siento si te he molestado.

Concedí con una pequeña inclinación de cabeza. Fuera, pues. No tenía la menor intención de ponerme a discutir banalidades. No había sido más que un sobresalto, a fin de cuentas, no había ninguna necesidad de hacer de la brisa un huracán. Nada más absurdo y trivial.

-También yo -correspondí a sus palabras-. Ya pensaba que te habrías ahogado bajo una montaña de lecturas.

Se acercó, de puntillas, a besarme, y aproveché para inspirar sutilmente su perfume. Tan característico como siempre, e igualmente embriagador. Posé un momento la mano sobre la suya, apoyada en mi antebrazo, en una breve caricia, antes de dejarla ir cuando volvió a separarse.

De nuevo, un pequeño asentimiento. Contuve una escasa sonrisa.

-Comenzaré allí mi exploración, pues -respondí.

No la imaginaba del todo sepultada; demasiado etérea para caer bajo lo sólido. Aunque sí parecía probable que las ideas, más ligeras, acabaran por llevársela. Sin embargo, parecía más lógico que acabaran por hacerla volar demasiado alto antes que por impedirle separarse de la tierra.

Enarqué una ceja. Muy buena pregunta.

-Dudo que exista una respuesta fiable al respecto. En cualquier caso, prometo compartirla si consigo encontrarla.

Ladeé muy levemente la cabeza, sorprendido. Así que había conocido a Gerald. Interesante.

-Sí es bueno -respondí-. Luché junto a él hace algunas noches, y se mostró muy desenvuelto en el campo de batalla. Sabe cómo manejar su arma, y parece disfrutar enormemente con ello. Un buen guerrero, desde luego.

Había sido una noche interesante, ciertamente. Gerald había demostrado buena habilidad, pese a que al final de su enfrentamiento quedara atrapado. Me sonreí al pensar que, en su caso, habría que buscarlo sepultado bajo un buen montón de cadáveres sin desaparecía. Desde luego, por su actitud en combate parecía sentir pasión por la guerra.

Entonces me di cuenta de que Fier no había estado presente, y de que era probable que no supiera nada al respecto.

-No sé si has oído algo sobre el incidente. Enfrentamos a unos hombres en el cementerio. Aunque, por lo que sé, ningún guerrero salió herido.

Llevé a cabo uno de mis leves y característicos encogimientos de hombros.

-Yo no lo sé, al menos. Eran dos, un guerrero y un mago. Gerald y yo no le dimos demasiadas vueltas al asunto. Hicimos el trabajo y volvimos al palacio -respondí-. Nos acompañaban otros dos guerreros, un caeruleus, Zacharyas, y un flamma, del que no sé el nombre. No sé si ellos saben más que nosotros; cada quién tomó un camino.

Lo cierto era que todo aquel asunto no me inspiraba demasiada curiosidad. Sabía que en aquel lugar se esperaba que defendiera el terreno, y no había mucho más que plantearse al respecto. Los motivos que hubieran llevado a aquellos hombres a Brontë no me incumbían en absoluto.