Sótano.

FdR: Esto está así muy encadenado pero ya dependerá de lo que haga Alexander con su vida

No borro mi sonrisa, perfilada en mis finos labios. Aguanto los golpes y alzo la cabeza para verle mejor.- No creo que te convenga luchar contra mi en este ambiente tan... oscuro.- Remarco, recordándole las características de mi raza bajo la ausencia de luz.

-Pocas cosas son graciosas en este Palacio.-Respondo, gimiendo ante su acometida. Me toco la ceja. Sangra un poco.

Estoy completamente desarmado y el uso de la magia llamaría demasiado la atención. Aprieto los puños.- Espero que una vez que el niño se haya desahogado, vuelva a su cama sin hacer ruido o me veré obligado a informar a los líderes que, enagenado, me golpeó y forzó hasta hacerse con la llave con el fin de recuperar su arma. Yo, en un intento por mantenerle controlado le seguí pero su estado desequilibrado no le permitió aceptar mi ayuda. Dime, Gerald, a quién crees que creeran después de haberme dado semejante golpe? -Gimoteo. - ¿Al enagenado Gerald o al ejemplar trabajador?

Le observo en silencio, con la respiración agitada.- Comportate.- Le ordeno, con un tono firme.

En cuanto empieza a pegarme le ciego con un Graves, pese a todo parece no importarle demasiado por lo que a pesar de mis gritos de dolor, no para hasta que su dolor propio parece importante.

Veo como sale y se va.

Me quedo en el suelo, echo una bola. Se me va a manchar el pelo pero ahora eso no me importa demasiado.

Cuando pasan unos minutos, decido ponerme en pie lentamente y subir las escaleras poco a poco. Aún así, me tomo la molestia de volver a cerrar con llave la habitación.

Una vez llegue al cuarto del servicio, diré que me caí por unas escaleras. Recibiré atenciones de mis camaradas y me tomaré unos días de vacaciones.

Pienso en positivo mientras subo dolorido las escaleras. Aunque todas mis buenas espectativas se ven frustradas por un carraspeo ensangrentado. Me preocupo: parece grave.


*Se va*

Pris había decidido buscar un lugar tranquilo, oscuro, en el que poder concentrarse. Y tras un tiempo de exploración, había dado con aquel sótano inmenso. Lo cierto era que su primer impulso había sido ponerse a curiosear, pero había hecho lo posible por contenerse; aquello era material de trabajo del servicio, y que tuviera acceso a la sala no quería decir que tuviera permiso para revolver en las cosas de nadie. Era como si se pusiera a cotillear en los baúles y pertenencias de sus compañeras de habitación: impensable.

En vez de eso, tanteó el lugar hasta dar con una zona del suelo despejada y se sentó. Se quedó allí un momento, en el silencio y la oscuridad, con los ojos abiertos pero incapaz de ver nada. Finalmente, cerró los ojos y se concentró.

Había leído acerca de aquel hechizo hacía tiempo, y por fin se animaba a intentar probarlo. Aunque llevaba puestas sus tobilleras, no las usó, sino que optó por buscar su magia de la manera tradicionar. Se concentró, con los ojos cerrados, en relajarse y buscar su propia energía, su propia luz. Al cabo de un tiempo inspiró hondo e invocó:

─Cülla henn.

No se permitió abrir los ojos y comprobar si había pasado algo. Se quedó donde estaba, saboreando su propia magia, el cosquilleo que le recorría la piel. Esperó un momento prudencial. Después, volvió a invocarlo:

─Cülla henn.

De nuevo, silencio, calma, solo ese pequeño cosquilleo de magia que la recorría, leve. Si no estuviera dedicándole toda su atención, estaba segura de que ni siquiera se daría cuenta. Pero estaba ahí. Podía sentirlo. Probó una vez más.

─Cülla henn.

Le pareció percibir, más allá de los párpados cerrados, que la habitación se volvía más luminosa un instante. Abrió los ojos y se quedó un momento en silencio, mirándose las manos. Volvió a invocar el hechizo.

Y entonces pudo ver cómo su piel se iluminaba, se iba desdibujando hasta volverse pura luz. Al menos, en aspecto. No tuvo tiempo de comprobar si era más que una ilusión, porque apenas un instante después volvía a la normalidad. Pero sonrió. Algo estaba haciendo bien.

*Se queda*

No sabe cómo, pero se ha tropezado. Y, por más que trate de caer de una forma elegante, acaba encontrándose en un torbellino de escaleras que se le clavan por todo el cuerpo: en la espinilla, en la espalda, en el codo, en la cara, en la espalda otra vez, en el muslo... Termina con un sonoro quejido bocabajo, estirado en el suelo del sótano.

Ha creído ver un poco de luz, aunque no sabe a ciencia cierta si no será a causa de la conmoción. Alza la vista, desorientado, y encuentra una sombra que no consigue diferenciar correctamente en la oscuridad.

-Hey... -consigue saludar, aunque la sonrisa le sale regular.

Luego intenta incorporarse. Entre la uña del pie y ahora esto, la verdad es que lleva una racha que parece que esté intentando atentar contra su propia vida.

Pris vio su paz repentinamente alterada por un estruendo que se iba haciendo cada vez más cercano, hasta que un bulto aterrizó en el suelo, en la boca de las escaleras. Se sobresaltó, claro, y el hecho de ver tan mal en la oscuridad no hizo nada para mitigar lo alterada que se sentía de pronto.

Se puso de pie rápidamente e invocó un clair ëm yäk con el que darse algo de luz. Lo que su magia le mostró fue una figura boca abajo, en el suelo, que la miraba. Una figura morena y de piel azul. Pris abrió los ojos como platos, acercándose corriendo y arrodillándose junto al piscis.

─¡Johan! ─exclamó─. Ay, Johan. Ay, pobre. ¿Estás bien? ¿Te has echo mucho daño? ¿Puedes moverte? Si no puedes voy corriendo a pedir ayuda y vuelvo en un momento.

Por el estruendo, debía de haberse caído por las escaleras. ¡Menuda caída más dolorosa!

¡Pero bueno! Johan no sabe quién es esa chica, pero ella parece conocerlo. ¿Quizás ha sido el golpe en la cabeza? Aún en el suelo, se frota la frente, justamente en un chichón que está comenzando a salir.

-Estoy perfectamente -indica, tras hacer acopio de aire. Finalmente se incorpora y se queda sentado en el suelo, risueño-. Estaba entrenando. Es importente saber dar golpes, pero es igual de importante saber encajarlos. Me pareció buena idea practicar de esta forma -le explica.

El piscis piensa qu, ha hecho el pino en sitios extraños muchas veces, pero que se ha caído muy pocas, de modo que lo sigue considerando un éxito. Se pone en pie, finalmente, y se sacude la ropa.

-Bueno, todo en orden. Cuánto tiempo, por cierto. ¿Qué haces aquí abajo?

Parecía que no era grave. O eso decía, al menos. A Pris le pareció que había que tener mucha entereza para restarle importancia a una caída como aquella. Seguro que era un guerrero muy experimentado.

─Vaya, nunca se me había ocurrido que eso podía ser un entrenamiento. Supongo que también es importante aprender a mantener el tipo ─meditó, preguntándose si no estaba siendo muy corta de miras con su manera de plantear sus prácticas. Y entonces recordó lo que le había dicho Anna y su gesto cambió de nuevo a uno preocupado─. ¡Pero te tienes que haber hecho daño! Una caída así es muy aparatosa. ¿Seguro que estás bien? Deberías ir a la enfermería.

Su siguiente comentario le hizo componer una sonrisa insegura, sin saber si estaba pasando algo por alto o si era solo una broma.

─¿Cuánto tiempo desde cuándo? ─preguntó─. Estaba entrenando. Estoy practicando un hechizo nuevo.

Johan está seguro de que es importante aprender a mantener el tipo. Cree que a él se le da bien mantener el tipo. Se pasa casi la vida entera manteniendo el tipo. Pero parece que ella, la chica desconocida, no parece creerse del todo que se encuentre bien.

-No te preocupes. El dolor es parte del aprendizaje, o eso dicen. Seguro que la próxima vez caeré mejor-. Johan piensa que ojalá pudiese pensar que no habrá próxima, pero sabe que la habrá-. De todos modos, ha sido una entrada muy espectacular, ¿no es así?

¿Desde cuándo? Johan no entiende bien qué clase de pregunta es esa.

-Pues desde la última vez que nos vimos. Fue hace un par de semanas, ¿no? En los jardines-. Se lleva las manos a la nuca, tranquilo-. ¿Y qué hechizo es ese? ¿Es necesario que estés aquí a oscuras? Podrías resbalarte y caerte.

Pris sonrió un poco, todavía algo insegura.

─Desde luego, ha sido original ─concedió─. Y bastante inesperada. La verdad es que aquí había un silencio tremendo, como si nunca viniera nadie. Aunque supongo que sí, hay un montón de cosas que utiliza el servicio. Pero no esperaba cruzarme con nadie cuando bajé.

Pris trató de hacer memoria, pero no caía. Y entonces se acordó otra vez de lo que le había dicho Anna.

─¿Y nos hemos visto muchas veces? ─insistió.

Sonrió con más seguridad cuando le preguntó por su hechizo.

─Es un hechizo claritas. No es que me haga falta estar a oscuras, pero era la primera vez que lo probaba y pensé que me concentraría mejor si todo estaba en silencio y sin distracciones. Pero para bajar sí me he dado luz, no te creas. Si miras por dónde vas y tienes un poco de cuidado no es tan fácil caerte. De todas formas, todavía no he conseguido que me salga el hechizo, así que tendré que seguir probando.

"Original", por supuesto. Johan se inclina, como si estuviese saludando tras una actuación.

-La verdad es que muy poca gente viene al sótano. El servicio, bueno, como dices. Pero... supongo que es un buen sitio para estar a solas. Aunque no habría dicho que lo sea para entrenar. Se me ocurrió hoy por primera vez, pero solamente porque hay escaleras y es un sitio más discreto.

Ladea curioso la cabeza cuando ella le pregunta si se han visto muchas veces. ¿Pero qué clase de pregunta se cree ella que es esa? Johan se sorprende de que no lo sepa ella misma.

-Pues solo esa, ¿no? Quizás te vi otra, pero... de espaldas, no puedo estar seguro. Ese pelo es bastante inconfundible, de todos modos.

Ella pasa a hablar sobre el hechizo, pero la verdad es que tampoco deja claro al piscis para qué sirve. Y Johan poco sabe de hechizos claritas, más allá de que son hechizos que suelen tener que ver con la luz.

-Quizás necesites más práctica. O más luz -sugiere-. ¿No sois más fuertes de día?

Pris asintió, de acuerdo.

─En realidad, si es por escaleras, Brontë tiene muchas opciones ─señaló─. Si la próxima vez te apetece probar algo más extremo, la subida al observatorio tiene unas escaleras de caracol muy empinadas. Seguro que hace falta ser muy capaz para dejarse caer por ellas.

Se dio cuenta cuando hubo terminado de hablar de lo absurdo de lo que había dicho. ¡Si seguro que ni siquiera era cierto que estuviera entrenando con eso! ¿Y si estaba intentando disimular su torpeza porque le daba vergüenza? Y ella proponiendo a gente a la que acababa de conocer que se tirase por las escaleras, ¿qué clase de educación estaba demostrando?

─Sí, claro, sin darnos cuenta seguro que nos hemos cruzado un montón de veces ─. Tiene sentido─. De todas formas, tú si me ves por ahí me puedes saludar, que además me hará ilusión charlar un rato. Y si ves que no te he visto me llamas, tú no te cortes. Si además es que me encanta hablar con todo el mundo.

Pris ladeó la cabeza. Sí que era verdad que la luz ayudaba. Era solo que no había querido confundir la luz exterior con su luz propia, porque todavía estaba empezando y era más difícil dominar el hechizo.

─Sí, cuando lo quiera probar a plena potencia será mejor que lo haga de día ─asintió─. Por ahora solo era una prueba, quería centrarme solo en la luz que era capaz de crear yo. De todas formas, mira, hasta sin ser de día se me da bastante bien, ¿no te parece? ─apuntó, adelantando la mano en la que sostenía el clair ëm yäk─. Pero de hecho es que se me ha hecho algo tarde. Si yo normalmente siempre entreno de día.

Johan no puede evitar reír cuando la chica le ofrece las escaleras del observatorio. ¿Acaso quiere que se haga daño de verdad? Aunque no puede negar que esas escaleras, de elegir unas para practicar algo así, serían las más indicadas.

-Lo tendré en cuenta para la próxima, entonces. Pero creo que por hoy me ha llegado este tipo de entrenamiento para una buena temporada. No hay que sobrecargar las mismas zonas una y otra vez.

Lo que debería, piensa, es ponerles hielo a los golpes.

-Te llamaré la próxima vez que te vea -concede, sonriente-. Y estás invitada a hacer lo mismo, por supuesto. Una buena conversación es una de las mejores formas de entretenerse.

Johan sabía que hablar, además de ser divertido, valía también para hacer que se forjase compalerismo, para aprender cosas, para enterarse de novedades...

Contempla la esfera luminosa con aire crítico. La magia no es su fuerte, pero parece que sí el de la joven. Aunque, hasta donde Johan sabe, los claritas son prácticamente unos iluminados. Sonríe de pronto, al darse cuenta de lo apropiada que resulta la palabra.

-Pareces toda una experta. Conocí a otra experta en magia recientemente. Ahora estáis por todas partes.

Pris asintió rápidamente, muy de acuerdo. Mejor que se dedicase lo menos posible a tirarse escaleras abajo. A ver si iban a tener un disgusto, al final.

Sonrió.

─¡Claro! Ya sé que no estamos aquí para hacer amigos, sino para entrenar y trabajar, pero la vida social también es importante. A mí me encanta charlar con todo el mundo.

Ladeó la cabeza.

─¿Aquí, en Brontë? ¿Quién es, Anna? Me dijo que se le daba bien. Me gustaría conocer a más gente especializada en magia. Seguro que puedo aprender mucho de personas así.

Johan sonríe con tranquilidad. Está de acuerdo en que están ahí para entrenar, pero tampoco cree que esto esté tan separado de la vida social. Como a la chica, a él le gusta charlar y llevarse bien con la gente. Pero no solo eso.

-Llevarse bien con los compañeros es esencial, en mi opinión. Si hay rencillas y no puedes contar con nadie para que te ayude a entrenar o si no confías en los demás guerreros, al final es posible que fracases en alguna misión o así.

No en vano tienen en Brontë cierto historial de traiciones que hizo que durante un tiempo las cosas estuvieran convulsas. Y desde que no hay ese tipo de sucesos Johan cree que la gente está más tranquila en general.

-¿Quién es Anna? -pregunta, cuando la chica menciona a la chrysos-. Yo me refería a Krista. Es toda una maga. Me enseñó un par de cosas al respecto.

Pris asintió. En realidad ella estaba pensando más en algo más simple, en que llevarse bien es bonito, en que tener amigos es agradable. Pero a Johan no le faltaba razón; en términos de trabajo, llevarse bien facilitaba el éxito. La colaboración era ensencial. Casi le daba un poco de vergüenza aportar su visión del asunto ante un razonamiento tan práctico.

Parpadeó, confusa, cuando le preguntó por Anna.

─¿Entonces, no os conocéis? Es quien me habló de ti. Bueno, se ve que ella sí te conoce, al menos. Es una chica chrysos muy dulce, de melenita corta, con gafas. Es un amor ─explicó─. A Krista no la conozco, en cambio. Aunque creo que mi hermana sí ha coincidido con ella alguna vez. Si lo suyo es la magia, tengo que hablar con ella.

Johan frunce el ceño, con una expresión completamente confundida, mientras la chica describe a Anna a la perfección. Se rasca la frente, pensativo.

-¿Te refieres a Eleanora? La de pelo rojizo -pregunta, buscando salir de dudas-. Seguro que es ella. Quizás se hace llamar Anna también. Los nombres se parecen un poco. Aunque a lo mejor me estoy confundiendo...-. Parece que esta chica no conoce a Krista, pero a cambio tiene una hermana. Johan alza las cejas-. ¿Tienes una hermana aquí? ¿Quién es? No sabía que había guerreras hermanas en Brontë. Qué pioneras.

Él tiene a su hermana, Dardo, pero desde luego no es una guerrera. Su hermana es, sin duda. Pero con respecto a lo otro, como mucho podría decir que es sus ojos, la avanzadilla aérea o algo similar. Tiene que ser curioso compartir el espacio de lucha con un hermano. Espera que se lleven bien.

Pris frunció el ceño y negó con energía.

─No, no, esta es una chica rubia. Ya lleva aquí bastante tiempo.

No veía por qué alguien que se llamase Eleanora iba a hacerse llamar Anna. Aunque, claro, había diminutivos que no tenían por qué parecerse en nada al nombre del que procedían.

Rió al comentario sobre ellas. Sí que era cierto que no sabía de nadie más que hubiera llegado al palacio en familia.

─Se llama Zaih ─explicó─. Bueno, Zaih'ra. Yo la llamo Zaih. Es mi hermana mayor. No nos parecemos mucho, realmente. Es más alta, tiene la piel más clara... Y bueno, es mucho más guapa que yo. Aunque nos suelen decir que los ojos sí los tenemos iguales. Son los ojos de papá.

Se encoge de hombros con total naturalidad.

-Pues ni idea. Quizás no la he visto. O quizás me he dado más fuerte de lo que pensaba al caer por las escaleras -razona, llevándose una mano a la sien para frotar el chichón incipiente.

Zaih'ra. Esa sí que no le suena. Pero en absoluto. Así que no le da pistas sobre el nombre de la desconocida que tiene delante. Johan piensa que es una pena, pero ya tendrá tiempo para llegar a una conclusión. O a ninguna. No le resulta tan importante no aprenderse su nombre en ese encuentro, ya quedará para el siguiente.

-No la conozco tampoco. Cualquiera diría que acabo de llegar...-. Clava la mirada en los ojos de la claritas, concentrado-. Me aprenderé tus ojos, al menos así la reconoceré cuando la vea. Son azules, muy bonitos. Es mi color favorito.

Y menos mal que son azules.

Pris sabía que una caída así no tenía ninguna gracia, pero no pudo evitar una risita.

─¿Seguro que no quieres ponerle hielo o así, al menos? De verdad que no me importa acompañarte.

A Pris también le gustaban sus ojos y los de Zaih, así que se alegraba de que el piscis también supiera apreciarlos.

─Bueno, ella sabe quién eres, que justo el otro día estuvimos hablando de ti, así que seguro que si te ve te reconoce ─señaló.

Quizás lo del hielo no fuese tan mala idea, a fin de cuentas. Terminó por asentir.

-Bueno, sí me parece buena idea. Pero no hace falta que vengas. No quiero entorprecer tu entrenamiento, que bastatante te he entretenido ya...

Aún tiene tiempo a sorprenderse cuando le dicen que han estado hablando de él. Y sin él saberlo. ¡Pero si ni siquiera las conoce! De una tiene el rostro y de otra tiene el nombre.

-¿Hablando de mí? ¿De mis logros?-. Esboza una sonrisa-. Que los tengo, y no pocos. Justamente hace poco regresé de una misión peligrosa exitoso. Si finalmente me acompañas puedo contártelo, si te parece bien.

Pris negó con la cabeza.

─Ah, qué va, si por hoy iba a dejarlo ya. Te acompaño sin problema. Que, además, para la escalera te vendrá bien una fuente de luz.

Pris sonrió. Ahí estaba, eso de lo que hablaba Anna. A saber qué le contaba. Pero bueno, alerta de que podía ser un exagerado, tampoco le importaba darle el gusto de lucirse. A Pris no le molestaban particularmente las personas presumidas.

─Claro, me encantaría ─aceptó─. Necesito referencias para cuando me toque, que yo todavía no he salido de misión. ¿Cómo fue? Ah, ven, que te doy luz, cuidado con los escalones.

Y, charlando, subieron las escaleras.

*Se van*