El amuleto

Con lágrimas en los ojos, no puedo parar de rascarme las mejillas y sollozar sin consuelo por culpa de esa planta que me ha dejado como un colador. La próxima vez que vea una, la pisaré tan fuerte que no le van a quedar ganas de volver a hacerme esto.
Si Aren hubiese estado conmigo en ese momento, se habría interpuesto entre esas púas y yo y las habría parado con su magia para hacer que se las clavase la planta a sí misma.
Pensar en Aren... me alivia el dolor.
Sonrío.
Sin embargo, mi ánimo se vuelve abajo de nuevo cuando voy a abrir una de las puertas y está cerrada. Mecachis... parece que hoy me persigue una nube negra de esas.

Será mejor que escoja otra opción.
Tristán llega entonces a mi lado con la boca cargada de flores. -¡Eh! ¿Qué es eso? ¡Déjame ver!- Digo quitándoselas. Al dragón no le hace mucha gracia y casi me llevo un buen mordisco. Por suerte, lo he evitado. Era lo que me faltaba: un mordisco de Tristán. Con lo que pican sus mordeduras...

Me guardo las flores que Tristán a cogido y evalúo la situación. -Veamos...- Digo, rascándome un moflete, pensativo. Decido dar un corto paseo para valorarlas y pruebo suerte con la central, la que está entre las escaleras. Si yo fuera un amuleto... ¡Me metería en esta!
Esta vez tendré suerte. Me llevaré toda la gloria yo solo y Aren estará muy orgulloso de mí.

¡Vamos allá!

Frunzo el ceño con frustración tras echar una ojeada a la habitación. Un bufido abandona mis labios.

-Me cago en la puta madre que parió al que construyó esta mierda de laberinto tan inútil -gruño, hundiendo las manos en los bolsillos y echando un nuevo vistazo, sin demasiado éxito.

Me vuelvo, tras revisar una vez más, hacia la puerta, y abandono la estancia, cerrándola de una patada, sin sacar las manos de los bolsillos. Si al final va a ser que todo el mundo se lo está pasando en grande mientras yo hago el gilipollas aquí.

Tras salir, camino malhumorada a la siguiente puerta y saco la diestra para tomar el picaporte, girándolo ligeramente. Más vale que esté abierta y haya algo interesante... De no ser así, creo que me voy a rendir y voy a subir por aquellas escaleras tan llamativas y jodidamente interesantes. Intenaría entrar en las habitaciones del piso superior, en orden, como he hecho hasta ahora. Si todo el mundo está de fiesta no voy a ser yo la imbécil que se quede aquí, sin pintar nada. Se supone que he venido a hacer méritos, no a hacer menos que en Brontë.

-M'cago en la puta.

El niño vio que Follow parecía interesado en el amuleto, pero lo miró con cara de pocos amigos cuando habló. Con un suspiro, se guardó el amuleto en el bolsillo. Luego lo miró, sonriendo con petulancia.

-Ya -respondió-. ¿Y dónde están esos compañeros en los que tanto confías? Porque, más bien, pareces un guerrero solitario.

Silvanus, por su parte, consiguió hacerse con las flores de beladonna que le quitó a Tristán. Se dirigió con entusiasmo hacia la puerta que estaba en el mismo centro de la sala, pero de nuevo la encontró cerrada. Quedaban, pues, dos puertas más en el piso, además de las escaleras y la puerta de entrada.

Frikka corrió una suerte similar cuando intentó abrir la siguiente puerta. Asqueada y maldiciendo, se dirigió a las escaleras y subió al segundo piso, en el que Follow se encontraba. Trató de abrir la primera puerta, y de nuevo la encontró cerrada. Cuando, ya cansada de tanta puerta cerrada, abrió la siguiente de sopetón, se encontró con una habitación de aspecto modesto pero impoluta, en el que un hombre trajeado de uniforme manoseaba con entusiasmo a una joven criada. Ambos palidecieron al ver a la chica en la puerta.

FdR: Vamos, que si el niño dice "Ay, nooo, espeera D:" se quedará para pedirle el collar, si el niño dice "pos chao e_e" se parará y golpeará algo para que se lo de XD

Me cago en la estampa de todos los que han participado en la construcción de este sitio de mierda. Acabo de decidir que viviré en una casa con las menos habitaciones y entresijos posibles para que nunca jamás me pase ninguna mierda como esta. Para empezar... ¿A quién se le ocurre mandar llamar a tres guerreros de un ejército de renombre para buscar un mero amuleto por una casa? Al menos que lo busquen ellos primero para facilitar el trabajo inútil a los profesionales, o que se les informe de las salas abiertas.

A la tercera, ya furiosa y estresada, va la vencida. Abro con fuerza la puerta, empujándola, y escuchando cómo el picaporte suena metálico al chocar contra la pared al otro lado. Tardo un instante en procesar la... maldita... información...

-¿Pero qué coño...? -inquiero, entre sorprendida y divertida, dibujando enseguida una sonrisa complacida y cerrando la puerta a mi espalda-. Ya veo cuál. Gracias, señor, por facilitarme la búsqueda. Ya tengo claro dentro de qué bragas no está el amuleto.

Suelto una carcajada, llevándome un meñique a la oreja e introduciéndolo dentro.

-Joder, qué bien se vive aquí -. Subo y bajo las cejas varias veces, insinuante-. Tú debes de ser el jardinero, ¿no? -. Río mi propio chiste-. Aunque creo que el huerto está fuera. Suele ser más práctico, y ocasionalmente más húmedo.

Una nueva risilla, burlona, acude a mis labios.

FdR- Trololololol lololol lololol

-¡Jolín!- Digo, frotándome la cabeza con fuerza, de modo que me quedo completamente despeinado.- ¡Esta está cerrada también! ¡Esto es un rollo! ¡Me cago en la mar!- Digo, echando humo por las orejas, mientras camino con las piernas separadas y los puños cerrados y me dirijo a la siguiente puerta más cercana de las dos que quedan.
Tomo aire y, con la cara roja por los picotazos y con las mejillas hinchadas por haber llenado mis pulmones, levanto una pierna para darle una fuerte patada. -¡YAAAA!- Chillo. Esta vez echaré la puerta abajo de una patada y entraré triunfante.
Nadie se ríe de Silvanus Kettleburn.


FDR: Es cortito porque abububú XD no tenía mucho que hacer XD

El niño lo miró con ceño, formando un puchero.

-Bah, tú no eres guerrero ni eres nada -respondió, cansado-. Y menos aún maestro. Ni siquiera contestas a mis preguntas.

Volvió a sentarse a la mesa, sin mirar a Follow, tomó una pintura y un cuaderno y comenzó a dibujar.

-Me aburres -dijo el niño-. Mejor vete de aquí o haré que te echen.

El hombre al que Frikka había pillado en falta se separó rápidamente de la mujer, y ambos comenzaron a recolocarse los uniformes, tratando de recuperar algo de dignidad. El hombre carraspeó, y enrojeció hasta las orejas al oír las palabras de Frikka.

-Disculpe, señorita -murmuró, azorado-. Creo que se equivoca, yo no...

-Nadie ha visto el amuleto del señor por aquí -lo cortó la criada, con voz más resuelta pese a lo incómodo de la situación-. Si quiere un consejo, búsquelo en el sótano. Por lo que me han dicho, es donde armó escándalo la última vez.

Con un gesto digno, se recolocó la cofia.

Silvanus, por su parte, se lanzó sin dudarlo contra la siguiente puerta, abriéndola de una patada. La puerta cedió con tanta facilidad que el esfuerzo del chico supuso un exceso, haciendo peligrar su equilibrio.

Un grito surgió del interior del lugar al que acababa de acceder, acompañado de un penetrante olor a torta de nata recién hecha. Cuatro cocineros, entre asustados y alarmados, observaron al chico con espanto. Uno de ellos atrajo hacia sí el plato que preparaba, como si temiera que fuera a quedar destrozado en un instante.

Una cocinera entrada en carnes y de cara colorada, rodillo en mano, se dirigió a Silvanus con aspecto furibundo.

-¡¿Quién eres y adónde te crees que vas?! -gritó, enarbolando el rodillo-. ¡¡Esto es una cocina!! ¡¡Un lugar de trabajo!! -Echó un vistazo rápido a Tristán-. ¡¡Y AQUÍ NO ENTRAN ANIMALES!!

Encojo la cabeza entre los hombros y dibujo una mueca de dolor, cerrando los ojos y enseñando los dientes como si me hubiese hecho mucho daño. El portazo ha sido tan fuerte que hasta a mí mismo me ha dado algo de vergüenza.

Una señora que da mucho miedo con un rodillo se me acerca amenazante chillando y regañándome. Me entra un canguelo terrible y junto las manos y las estiro hacia ella entrelazando los dedos y agachando la cabeza.- ¡Perdón, perdón, perdón! Es que... - No tengo mucha excusa, la verdad.- Es que... Estoy buscando un talismán rarito que va por ahí montando escándalo y claro, me emocioné buscando y... ¡por favor! ¡No me golpee con ese rodillo! Me iré enseguida.- Lloriqueo.

Tristán, enfadado, echó una llama azul por la boca, en posición defensiva. Si le hacían algo a su dueño, no dudaría en morder.

Me cruzo de brazos, socarrona.

-Así que en el sótano, eeh... Pues no queda otra que ir a meter allí el hocico, supongo. Vaya desgracia.

Suelto una risilla, entretenida. Nunca hubiese imaginado que me toparía, en un sitio tan estirado como este, una situación así. Y menos a estas horas. ¿No se supone que debían saberlo? Si hubiesen cerrados las puertas me hubiese pillado un cabreo, pero al menos se habrían librado del puto bochorno. Aunque yo lo prefiero así.

-Bueno, muchas gracias por vuestra ayuda y blablabla. Un placer -canturreo, despidiéndome con un gesto militar y caminando de nuevo hacia la puerta, despreocupada, abriéndola. Les dirijo una última mirada de reojo acompañada de una sonrisa de lo más maliciosa-. Espero que todavía te funcione el chirimbolo y dejes contenta a la señorita. Fuerza.

Sin esperar respuesta, salgo y cierro la puerta.

Si los sótanos de este sitio son normales, están en las plantas bajas, de modo que desciendo las escaleras que acabo de subir y luego las que subí cuando me separé de Katty. Creo que lo mejor que puedo hacer ahora es buscar por aquí una puerta que tenga pinta de sótano tenebroso, o al menos que lleve a algo parecido a un sótano.

Anda que como la tipa esa se haya equivocado voy a volver a cortarle el polvo. ¡Como que me llamo Frikka Njorthrbiartr!

Follow, cansado de las tonterías del niño, lanzó un kunai contra la pata de la mesa, y este quedó allí clavado con firmeza. Con un sobresalto, el niño se levantó de su asiento, pero no se movió más. Follow, de un salto, subió a la mesa y se acercó a él, intentando agarrarlo.

Fue entonces cuando sucedió algo un tanto extraño. El niño, al momento, pronunció unas palabras que Follow no pudo entender, y en un instante se trasladó, mediante magia, unos centímetros hacia un lado, de forma que la mano de Follow agarró el aire. De morros, lo miró con arrogancia, escuchando su discurso. Después, con la vista fija en él y sin el menor atisbo de miedo, respondió:

-Escucha tú, rarito. Primero, el hombre que manda en esta casa soy yo. Segundo, si lo que buscas es el estúpido amuleto que ha perdido mi padre, deberías saber que es algo bastante más peligroso que uno que yo pueda tener; este amuleto me lo dio él, y sirve para potenciar la magia. Te lo iba a dar si jugabas conmigo porque yo tengo otros mejores, pero te has portado muy mal y no te mereces ningún premio. Y tercero, no te atrevas a tocarme un pelo o lo pagarás muy caro.

Frikka, tras conseguir sacarle los colores a ambos criados en todo su esplendor, dio media vuelta y bajó las escaleras de ambos pisos, dando al rellano. Allí encontró el mismo espacio por el que Silvanus había estado explorando: una puerta central entre ambas escaleras, dos puertas a la derecha, otras dos a la izquierda y la puerta de entrada. Desde su posición, a través de la entrada abierta de la cocina, la chica pudo observar los siguiente:

Tristán, asustado por la amenaza de la cocinera, lanzó una llamarada contra la misma, intentando proteger a Silvanus. Sin embargo, ni la llamarada alcanzó a la cocinera ni el rodillo alcanzó al piscis. Dos cubos de agua volaron antes de que nada de esto sucediera en direcciones contrarias: uno hacia los chicos y otro hacia la furibunda mujer. El dirigido a Silvanus apagó la llama de Tristán, mientras que el dirigido a la cocinera la hizo quedar quieta en el sitio de la impresión.

Antes de que la mujer tuviera tiempo de reaccionar, uno de los jóvenes se lanzó a sujetarla, mientras el otro empujaba a Silvanus fuera de la habitación.

-Disculpe, señorito, pero aquí no está el talismán. Será mejor que se marche -soltó a toda velocidad, y apenas había terminado la frase le cerró a Silvanus la puerta en las narices.

FdR: WHYYYY? STUPID PATETIC FOLLOW!!! LOL ¡LO MATO! ¡LO-MATO!

Al bajar las escaleras me encuentro con lo mismo: más puertas. Y lo peor es que no sé en las que ha entrado el pececito, de modo que voy a estar yendo a tientas hasta que...

Una situación curiosa se inicia de pronto, distrayéndome de mis labores. Joder, si es que estaba claro que aquí las cosas iban a ser más divertidas que arriba. Aunque parece que Katty no lo está llevando muy bien. De hecho, de no ser por esos chicos, quizás el pobre estaría ahora en el suelo con una brecha considerable en la cabeza.

Lo miro divertida, cruzándome de brazos, en cuanto el muchacho cierra la puerta.

-Veo que tampoco tú has tenido suerte, Katty. ¿Qué has hecho para tocarle tanto los huevos a esa tipa?

Me desperezo, llevándome las manos a la nuca y arqueando la espalda, tranquila. Haberme encontrado con él, al fin y al cabo, es una buena noticia. Podrá complementar la información que yo tengo.

-Me han soplado por arriba que el amuleto no anda por allí, así que vengo a echarte una mano. ¿Por dónde no has ido todavía?

Así adelantaremos a Buscador, si es que la guarrilla aquella tenía razón. Que espero que sea el caso, vamos.

Me quedo en silencio, pingando, con los ojos como platos, mientras Tristán tose algo acalorado y decenas de gotitas caen de mi pelo y mi aún roja cara. - ¿Qué demonios... ha pasado?- pregunto en voz baja. Intento recordar, pero... sólo sé que un montón de agua se me ha caído encima, un empujón y... poco más.

Me encojo de hombros y suspiro.
Entonces escucho la voz de esa mujer tan repelente.- ¡Cállate Bibi!- Digo juntando casi mi cara con la suya.- ¡He estado investigando! ¡Nada más!

Escucho sus palabras.- Pues me quedan pocas.- Digo con aire chulesco, dirigiéndome a la que quedaba que no estaba cerrada.- Bibi, aprende del mejor...- Digo hinchándome de aire y sonriendo con seguridad para, con elegancia, rotar el pomo de la puerta que no había probado.- ¡JA!

El niño sonrió con petulancia cuando Follow salió de la habitación. Estaba claro. Lo había intimidado. Es decir, había vencido. Orgulloso y satisfecho, se sentó a seguir dibujando.

Follow echó a andar por el pasillo en dirección a las escaleras. Cuando llegó arriba, se encontró con otra puerta, también abierta, y tras ella con una enorme buhardilla atestada de trastos viejos. Pese al estado impoluto del resto de la casa, aquella habitación estaba completamente revuelta, como si alguien se hubiera divertido echando todos los objetos al suelo, unos encima de otros y todos amontonados sin orden ni concierto.

Frikka, divertida, llamó la atención de Silvanus, y comenzó a hablar con su compañero. Poniendo en conjunto la información que tenían, se dirigieron a la última puerta, la del fondo a la izquierda, y Silvanus la abrió.

La puerta daba a unas escaleras que bajaban hacia la semipenumbra. Más allá, un pasillo se extendía; al principio del pasillo había una puerta, a los lados del mismo había otras cuatro y al fondo una sexta. Ninguna estaba manifiestamente abierta, así que tendrían que probar puerta por puerta si querían abrir alguna.

Tras su respuesta, Katty abre una puerta que da a unas escaleras que bajan. No puedo contener una sonrisa. Al fin he dado con el sitio del que me dijo la criada aquella. Supongo que ya no es más que cuestión de habilidad para encontrar el amuleto entre los trastos del sótano, sacudirse las manos y recibir nuestra recompensa. Ya estoy un poco cansada de dar vueltas por aquí.

-Bueno, bueno. Esto pinta interesante -digo al piscis, esquivándolo para comenzar a bajar las escaleras.

Por si fuera poco, penumbra. Parece que el amuleto haya decidido esconderse aquí para mí. Sin embargo, mi sonrisa se borra al llegar abajo. Contemplo, cansada, cómo no hay una ni dos, sino seis puertas. Qué divertido. Que alguien me mate.

-Bueno, habrá que comprobar también estas -murmuro, desganada, dirigiéndome a la primera de las puertas.

Pruebo a abrirla. A ver si el amuleto está en esta sala. Y, de no estar abierta, pasaré a la siguiente de esta misma pared. A no ser, claro está, que Katty encuentre algo interesante. Ahora que somos dos debemos trabajar juntos.

Follow se puso a rebuscar en todo aquel jaleo, trasteando entre los numerosos objetos, en su mayoría rotos, en busca del amuleto. Encontró toda clase de cosas, desde las más comunes hasta las más extrañas, y a base de rebuscar levantó a su alrededor una enorme nube de polvo. No había, sin embargo, nada que pudiera recordar a un amuleto. La habitación, más allá de sus movimientos, estaba en completo silencio.

Frikka, por su parte, le tomó la delantera a Silvanus para llevar la iniciativa. No parecía muy contenta con el panorama, pero rápidamente se dirigió a la primera puerta del pasillo y trató de abrirla. El pomo giró y la puerta se abrió con un desagradable chirrido.

La habitación estaba en silencio y apenas se colaba luz en ella. Estaba llena de estantes, cajas y armarios, repletos de todo tipo de comida. Sacos de cereales se amontonaban junto a los muebles y, al fondo, un buen montón de barriles señalaban la situación de la bodega. El lugar estaba impoluto y en completo silencio.

-Buaaah... cuánta comida...-Comento asomando mi nariz, curiosa, entre los distintos estantes.- ¿Les importará si cojo algo?- Pregunto echando mano a un bote de cristal lleno de cereales y, sin esperar respuesta, me los como todos.- Aquí no hay nafda integefante.- Afirmo mientras me dirijo a la puerta contigua con brío.
Tristán, por su parte, se queda en la despensa, haciendo de las suyas. Poco me importa, la verdad. Total, no se va a notar.

-¿Qué tal le irá a Follow?- Pregunto por curiosidad.- Espero que no se encuentre nada desagradable...

Nos encontramos, nada más y nada menos, con un tipo de almacén. Echamos una ojeada, pero como dice el pececillo, no parece que aquí haya muchas cosas de interés, por desgracia. Las cosas siempre se encuentran en el último lugar que uno mira. A lo mejor el tipo ese estaba loco y ni siquiera existe ningún amuleto...

Tomo, al igual que él, un puñado de cereales y me los llevo a la boca, pensativa.

-Pues habrá que seguir metiendo las narices en más sitios- murmuro, algo aburrida de todo esto.

Ahora tenemos que ir al otro lado, entonces. Si está aquí abajo, tiene pinta de estar en la del fondo, pero prefiero seguir al piscis y esperar a que abra la primera de las puestas del pasillo restante.

Me encojo de hombros, esbozando una sonrisa con cierta maldad.

-Quizás un espejo... -. Río para mí. Luego suspiro-. De todos modos, por raro que sea, seguro que se las apaña. Estamos en una casa, no en mitad de la jungla. Yo no me encontré nada peligroso, aunque sí a un par que estaban echando un polvo...

Si esta no abre, habrá que ir a la siguiente. Si aquella mujer tenía razón tiene que faltar poco...

Follow, pese a sus esfuerzos y su minuciosa búsqueda, no consiguió encontrar nada de provecho en aquella gran buhardilla. La mayoría de los objetos eran cosas viejas, antiguallas y material estropeado que, aunque en un pasado podía haber tenido su valor, probablemente ya no lo tenía ni a nivel sentimental. Además, no había muchas cosas que se parecieran a amuletos. Quizá lo más similar eran joyas femeninas, guardadas en una gran caja en un rincón de la sala: collares, pulseras, anillos, pendientes, brazaletes... Todo guardaba un aspecto de lo más corriente.

Viéndose en esta tesitura, decidió bajar de nuevo las escaleras, y abrió la primera puerta a su alcance, que era la contigua a la habitación donde el niño jugaba. La puerta cedió con facilidad, dejando ver una estancia en la que no había nadie. Parecía una especie de recibidor, que daba acceso a otras tres puertas, todas ellas entreabiertas. Tras las puertas se abrían tres habitaciones de aspecto algo impersonal, perfectamente impolutas pero modestas: las habitaciones del servicio.

Sus dos compañeros, tras el ataque a los cereales de la despensa, llegaron a la conclusión de que no tenían mucho que hacer allí. Con el estómago y la gula un poco más satisfechos, abandonaron la sala para seguir investigando. Silvanus abrió una de las dos puertas más cercanas, en el lado derecho del pasillo, con intención de continuar su exploración.

La puerta se abrió con suavidad y sin hacer ruido. La habitación, algo más iluminada, ya que contaba con candelabros colocados en puntos estratégicos, parecía en calma. Todo guardaba un orden y una quietud que incluso inquietaba un poco. En la sala no había nada más que bultos de forma cuadrada o rectangular, dispuestos junto a las paredes, de distintos tamaños y, en ciertos casos, amontonadas unas encima de otras.

Todos y cada uno de los bultos estaban cuidadosamente cubiertos con tela negra, impidiendo descubrir qué eran. Al abrir los chicos la puerta, les pareció sentir algún movimiento proveniente de ciertos bultos, aunque fue tan sutil que podrían incluso pensar que era producto de su imaginación. La tela negra impedía distinguirlo con claridad, pero la luz también parecía formar sombras de aspecto curioso en las telas.

Estrecho un poco los ojos al recibir la luz, un poco más intensa en esta sala, en ellos. Qué suerte para el pececito y qué puto rollo para mí. Pero que le den a la jodida luz.

-Qué jodidamente siniestro -mascullo, adelantando a Silvanus y adentrándome en la habitación, inclinándome frente a uno de los bultos, poniendo la nariz a su altura y apoyando las manos en los muslos. Giro entonces el cuello y me vuelvo hacia el rubito-. Aunque es lo más interesante que he encontrado hasta ahora...

Aunque aquellos dos follando... No puedo reprimir la sonrisa solo de recordar sus caras...

-En fin... -. Me incorporo por completo, de nuevo, tomando uno de los pliegues de tela negra del bulto cuadrado que tengo a escasos centímetros-. No hemos venido hasta aquí para rajarnos.

Tiro con energía de la tela, tratando de destapar el bulto de un tirón. Sí, estoy jodidamente preparada para lo que sea y no tengo ni una pizca de miedo. Yo no soy una de esas niñas que se cagan encima con ver un callejón iluminado.
No obstante... Aprieto la mano libre, no vaya a ser que haya que zurrarle a algún imbécil.