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 Extraños sucesos en la plaza

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MensajeTema: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyJue Abr 10, 2014 1:37 pm

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Cierzo
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Los guerreros no tardaron demasiado en dar con el pueblo que había dado la llamada, aunque por el camino habían encontrado algunas otras zonas donde pudieron echar mano con el trabajo de reconstrucción como venían haciendo en los últimos meses con el pueblo de paso y las zonas colindantes.

Una vez llegaron, las gentes los observaron con extrañeza, preguntándose de dónde venían aquellas gentes armadas de aspectos tan dispares. Empezaron entonces los murmullos sobre su procedencia, coincidiendo en que posiblemente se tratase de los guerreros de Brontë. Las opiniones eran ligeramente dispares: algunos observaban con curiosidad, otros dando gracias y la mayoría lo hacían con ceño, disconformes con la forma y tiempo en las que la ayuda había sido prestada. Las gentes formaban un pasillo en la calle de entrada principal al pueblo donde las madres agarraban a sus hijos para que no se acercasen.

Al rato de haber entrado en la zona comercial, un hombre les salió al paso. Era de mediana edad, vestido algo más formal que el resto de ciudadanos y, al momento, salió tras él una mujer de cara recia, cercada por un gorro blanco que se ataba a su mentón.

—Bienvenidos, extranjeros. Supongo que vosotros seréis los guerreros que envía Brontë —Miró un momento a los lados de los dos jóvenes , buscando algún tipo de séquito que los siguiese. Su voz sonaba poco convencida —Eh, sí, yo soy Godgrit D. Malloy, el alcalde es este pueblo y…—

Yo soy Margarette Marienne, esposa de Malloy —El tono seguro y agrio de la mujer atropelló al del hombre, más inseguro e impreciso, sin dar tiempo a réplicas o respuestas por parte de nadie. La mujer no tardó en ponerse al lado de él. —Primero nos toma el pelo Fulmen, diciendo que nos bastemos con nuestra guardia inútil y ahora nos lo toma Brontë, enviando a un par de… Bah. Más os vale ser hábiles y no huir como esta panda de desvergonzados —Miró a su alrededor con mala cara, juzgando a los presentes. Los guardas miraron a otro lado, disgustados o molestos. Los campesinos imitaron el gesto ante el sermón.

El alcalde hacía ya rato que parecía incómodo, pero alzó ligeramente las manos pidiendo calma.

—Bueno, bueno, apenas han puesto un pie en el pueblo… Eh… Presentaos primero, guerreros, mientras, podemos dirigirnos a la plaza que está poniendo a prueba nuestra fe…— Añadió con tono apagado y entristecido. Miró un momento a su mujer, como buscando alguna réplica o apoyo y ésta giró la cara con el ceño fruncido, dándose la vuelta para seguir calle adelante hasta la plaza.

Los cuatro caminaron hasta la plaza. Tras ellos, las gentes iban cerrando el pasillo y siguiéndolos a una distancia prudencial. Al llegar a la entrada de la calle por la que venían, pudieron ver una extensa plaza redonda a la que desembocaban otras cinco calles en diferentes puntos. El alcalde se detuvo y carraspeó.

—Esta es… la plaza principal. La gente que vivía en los edificios que la cercan ha abandonado… ejem… sus casas. Siempre ponemos barricadas en las calles, pero, por la noche… también las destrozan. Esas marcas de sangre son las de los últimos sucesos y, como veis… —La mujer se adelantó y volvió a interrumpirle.

Sí, por ahí aparecieron un par de animales descuartizados, ¿o dan miedo un par de animales muertos? Porque al carnicero le pareció horrible, ya veis, menudo carnicero. Y el suelo, mirad el suelo, está totalmente destrozado. ¡Esto genera un gasto que ya no podemos permitirnos! —Se quejaba la mujer, muy indignada. El pueblo cuchicheaba con la cabeza baja.

Al observar la plaza los guerreros pudieron observar como los adoquines formaban ondas desiguales o simplemente estaban desprendidos del suelo como si hubiese estallado algo bajo ellos. Algunos rastros de sangre recorrían los recovecos de las juntas tiñendo de marrón esas zonas del suelo donde las moscas tenían predilección por congregarse. La fuente principal, compuesta por una mujer que, aparentemente, tenía los brazos extendidos hacia el cielo y la cabeza echada hacia atrás, se veía ahora falta del brazo derecho, con el izquierdo y partes de su pecho y vestido de piedra remendados. Su cabeza estaba frente a la fuente, allí donde el borde había sido destrozado y el agua caía sobre ella.

Spoiler Plaza:

Nuestra antigua señora Ksà ha prevalecido desde tiempos inmemoriales como recuerdo de nuestros ancestros y unión completa con nuestro señor Mithos y ahora está al límite de su existencia a causa de estos fenómenos. Sus pies, unidos a la tierra, y sus brazos, extendidos hacia el cielo, muestran el eterno bucle de resurrección de nuestra tierra. Aunque ahora apenas muestra nada porque está destrozada. Ay, mi pobre señora Ksà. Qué vergüenza de pueblo —Explicó la mujer con una mezcla entre pesadumbre y mal genio. —Así que, venga, ya podéis poneros a trabajar. Primero ayudad a nuestra gente a recoger la plaza y luego esperaréis aquí para ver qué clase de monstruo o maldición se cierne sobre nuestra querida plaza. Eso si no salís corriendo —Concluyó, girando la cabeza de mala gana y marchándose. El alcalde no dejó de mirarla con gesto suplicante hasta que se alejó. Luego, frotándose nerviosamente las manos y bajando la cabeza, volvió a hablar.

—Si tenéis… hum… alguna duda o petición, no dudéis en –uhum- decírmelo. Pero lo que veis es lo que nosotros, hum, sabemos. Por las noches se escuchan fuertes ruidos, de desprendimiento de tierra y algo similar a graznidos, pero… al día siguiente sólo tenemos esto… —Añadió para después callar.
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Cierzo

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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyVie Abr 11, 2014 11:31 am

De nuevo me encontraba de misión con el fantasmita. Curioso. ¿Me estaría persiguiendo? Quizás se sentía decepcionado por no haberme podido arrancar él mismo las alas de cuajo y quería compensarlo con alguna otra cosa. Aunque, así a primeras, no se me ocurría ningún asunto del estilo que tuviera pendiente. Todo lo que quedaba de mi cuerpo funcionaba perfectamente.

De camino al lugar, encontramos algunas poblaciones que también reclamaron nuestra ayuda. Parecía evidente que la tormenta había causado estragos en un área considerable, y aunque teníamos una misión concreta que cumplir, nos podíamos permitir ofrecer algo de ayuda.

Cuando por fin llegamos a nuestro destino, nos encontramos con que el recibimiento no era exactamente el que uno esperaba de alguien que hubiera pedido ayuda. Decidí, de todas formas, ignorarlo y mostrarme diplomático. Si no confiaban en nosotros, habría que demostrarles que podían hacerlo, y esa era la única solución.

La tensión se puso definitivamente de manifiesto tras la presentación del alcalde y su mujer. Sereno ante la situación, me mantuve firme y serio frente a los que, suponía, habían encargado el servicio. Cuando así se me pidió, realicé una leve reverencia ante ellos.

-Mi nombre es Cierzo Cogo, y estaré encantado de servirlos en nombre de Brontë -recité con seriedad.

Pronto nos guiaron hacia el que debía ser el foco del problema, y esperé información e instrucciones. Nos guiaron hasta una plaza de aspecto destrozado y deprimente. Y, por lo que parecía, no se trataba de los efectos del temporal, sino de algo más. Escuché con atención lo que nos decían, aunque la información era un poco pobre. El estado de la plaza no necesitaba explicación, podíamos verlo nosotros mismos. Me interesaban, más bien, otros asuntos.

Cuando la señora alcaldesa decidió retirarse, le dediqué una nueva reverencia, aceptando con ello nuestra misión.

-Así se hará, señora -respondí, calmo, antes de volverme a su marido, que parecía dispuesto aún a ofrecernos alguna ayuda más. Si es que era capaz de hacer algo útil-. ¿Cuánto hace que empezaron los sucesos? ¿Ha habido víctimas mortales, además de los animales? ¿Hay algún testigo que pueda darnos algún dato más exacto de qué es lo que sucede en la plaza?

Una cosa era que hubieran abandonado el lugar por el miedo, pero el miedo estaba provocado por algo. Y, si algo lo había provocado, tenían que haber visto algo por fuerza. No era posible que, simplemente, se hubieran alejado de la zona al ver su estado pero no hubieran visto el proceso, y menos si allí había habido viviendas hasta el inicio del problema.

Eché un vistazo a la plaza, examinando el trabajo de los aldeanos. De nuevo trabajo de reconstrucción. A semejante ritmo, acabaría siendo un estupendo albañil.
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Zacharyas

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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMiér Abr 16, 2014 2:24 am

Zacharyas encontraba curiosa aquella coincidencia, pero no veía inconveniente alguno en acudir con aquel hombre a la misión. Al fin y al cabo, pensaba, podría comprobar cómo la mutilación había afectado a su cuerpo, lo que le parecía de lo más interesante.
Mientras la gente los miraba con expresiones extrañadas, el caeruleus, encapuchado para cubrirse de aquel sol desagradable, avanzaba junto al aether, un par de pasos por detrás, levantando el polvo del camino cuando los bajos de la capa se arrastraban a ras de suelo, dando la sensación de que no tenía piernas, de que solo era un cuerpo flotante.

Zacharyas había ayudado, junto con Cierzo, a reconstruir otros lugares de camino a aquel. No había puesto pega alguna en ayudar, en hacer esfuerzos físicos sin más, aunque lo que lo había motivado a aceptar a aquello había sido la interesante descripción de la misión. Zacharyas deseaba ver con sus propios ojos aquello que aterrorizaba a aquellas personas que los llamaban.

Los que lo recibieron fueron el alcalde y su mujer. Zacharyas no pudo evitar pensar, tras oírla hablar a ella, en que le parecía posible que aquella mujer terminase por degollar a su marido por la noche, harta de sus tartamudeos. Aunque, quizás, se planteó luego, fuese él el que, presionado por su carácter, terminase por envenenarla poco a poco con algún tipo de veneno introducido en la comida, o en el agua.
Carraspeó, antes de presentarse, con una reverencia que solo fue una respuesta a la de su compañero.

-Yo soy Zacharyas Blacksmith -se presentó, con su voz ronca, destapándose el rostro con un gesto, entrecerrando los ojos con desagrado ante la luz, pero sin realizar ninguna mueca.

Zacharyas caminaba el último, siguiendo a los otros hacia la plaza, contemplando con curiosidad los alrededores, buscando rastros extraños, restos de la catástrofe o cualquier cosa interesante que pudiese hallar. Sin embargo, al llegar a la plaza su atención se concentró: primero en las palabras del hombre, pero enseguida en la sangre que manchaba ciertas zonas de la plaza. Sin embargo, dejó de imaginar el origen de aquella sangre cuando la mujer habló de nuevo.

-¿Animales descuartizados? -repitió, con una sonrisa extraña y voz ronca, repentinamente interesado. Zacharyas terminó por asentir, como si aquello le aportase una información increíble-. No nos asustan.

Contempló de nuevo el panorama, mientras Cierzo hablaba, terminando en la estatua de Ksà. Su cabeza, en el suelo, se le antojaba más bella de lo que sería de estar sobre los hombros.
Zacharyas señaló la estatua con un gesto.

-¿Cuando se rompió? -inquirió, con tono apagado. Miró de nuevo al alcalde, esbozando una sonrisa-. ¿Qué animales aparecieron muertos?

Graznidos... ¿Quizás fuesen aves?
Zacharyas miró al cielo, como buscando algo, pero la luz lo hizo estrechar los ojos y bajar la vista de nuevo al matrimonio y, finalmente, a su compañero.
De alguna forma, deseaba no saberlo todo para disfrutar más del acontecimiento terrorífico.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMar Abr 22, 2014 2:24 pm

El hombre esperó con cierto nerviosismo las preguntas de los guerreros, mirando primero a Cierzo por ser el primero en tomar la palabra. Mientras, los lugareños se iban reorganizando para recoger un día más la plaza.

—Ah, los... hum... Pues hará hujum... em-empezaron una semana después de que las últimas tormentas y... eh... terremotos, azotasen el pueblo... hum... Puede que... un par de días hum más —Aclaró, como si recordarlo le costase horrores. Ante la siguiente pregunta abrió bastante los ojos, como si el mero hecho de plantear cosa semejante le resultase aterrador. Entonces negó enérgicamente con la cabeza y los brazos.

—No, no, no, no... Sólo los eh... animales. Aunque... hum... Un niño eh, el hijo de la... la costurera de hum... mi mujer —Carraspeó, tirándose del cuello de la camisa son un dedo para aflojarlo y evitar trabarse más de lo necesario. —El niño se ah... escapó una noche y... al día siguiente estaba hum... inconsciente. No recordaba, eh, nada. Pero se... recuperó sin más —Aclaró, algo confuso.

Respecto a los testigos, miró a su alrededor un momento, agarrándose el pañuelo del cuello con la mano derecha. Luego negó con algo más de pesadumbre.

—Cuando empezó a... hum... pasar esto, eh... organizamos turnos hujum... Grupos de hum... vigilancia del pueblo. P-pero al alba hum... algunos hombres estaban, eh, desmayados y no... no recordaban qué... Luego los, los otros... Como mi cuñado Helser... ellos aparecían en hum rincones, ¿saben?... él apareció en la... alcantarilla hujum... desnudo, eh... temblaba y hum... todos gritaban cosas como... eh... "Los malditos ojos amarillos" o "La tierra nos devora" hum... —El hombre se frotaba las manos con nerviosismo e insistencia, haciendo esfuerzos por recordar bien las palabras y sucesos. —Muchos todavía tienen pesadillas, ¿saben? Ellos... se fueron calmando un poco con ayuda y hum... tiempo, pero no... no son capaces de dormir durante muchas horas... —Entonces dio un pequeño respingo, como recordando algo increíble —Ah, aunque... Jackson Meis, uno de los trabajadores de la herrería... él... fue el primero en sufrir estas, hum... este padecimiento y... un día sólo... dejó de tener pesadillas. Él... parecía haberlo olvidado todo y... se recuperó —Aclaró con un deje de curiosidad y esperanza. —Hum... Sí, sí y... también pasó con hum... los soldados de la guardia... Por eso ahora, cuando se pone el sol nosotros hum... ponemos barricadas y nos alejamos de... aquí. Sólo sabemos que se escuchan gritos atronadores ah... como... hum... como bestias o... y crujidos de tierra, como cuando cae un... rayo o hay un terremoto hum... —Se quedó cavilando, sin saber qué más encontrar de utilidad.

Se mantuvo con las manos sostenidas y apoyadas contra el pecho, con un gesto más habitual para una jovencita que para un hombre de su edad y miró a Cierzo con cara de cachorro suplicante antes de dirigir su vista a Zacharyas quien, por su tono y su gesto, le infligió cierto miedo al hombre.

—Ah... ah... Pues... sí. Los a-animales aparecen algunas noches, ¿s-saben? Gallinas sobre todo u ovejas... No suelen hum aparecer enteros... Más bien, hum... trozos de carne o cabezas, patas... —Indicó, echando un vistazo a los restos de sangre. Miró a la estatua de Ksà cuando Zacharyas preguntó por ella.

—Ah... La estatua... Sobrevivió a las catástrofes ¡fue un milagro! El pueblo, bueno... hujum estaba muy perjudicado y algunos ah... murieron... ¡pero la estatua...! Para todos fue una clara muestra de... hujum fe... Y cuando esto... ah, pasó... La estatua aparecía siempre... rota. Hemos intentando repararla p-pero... siempre vuelve a pasar. Una vez en... particular, ejem. Una vez sus brazos aparecieron hum... clavados en el suelo... como plantados... Pe-pero creíamos que alguien habría tenido el mal gusto de... solo fue una de las primeras veces... —El hombre contempló la cabeza, que lo miraba con aquel gesto pacífico y penetrante mientras el agua caía sobre ella, como una macabra burla. Apartó rápido la vista y apretó los ojos, encogiendo los hombros un momento.

Cuando Zacharyas volvió a preguntar por los animales, el alcalde Malloy casi parecía a punto de llorar.

—Ya lo he dicho... hum.. Gallinas, ovejas, ganado pequeño... Una vez mi... mi perro... el Señor Edwarlinton... también... —El hombre bajó la vista al suelo, dolorido, volviendo a juguetear con sus manos. —Y una cabeza de bismonte... pero no... no era de nadie... Los campos de pasto están demasiado... hum... lejos de aquí. No... Ya lo he dicho... aparecen trozos... a veces orejas o patas... cabezas de pescado... algún ojo... Es... ugh... —La camisa del hombre se pegaba bajo sus brazos y en su vientre y espalda debido al sudor de su esfuerzo. Se tomó unos segundos de silencio, llevándose la mano a la boca para tranquilizarse.

—Y eso es... todo, creo... Yo ahora, debería... —Miró a su alrededor con nerviosismo. —Debo irme... Ustedes pueden descansar en la posada o... hum... hablar con el capitán de la guardia... el señor Finigan Leroy, de allí. No tendrán mucho que... hacer hasta que caiga hum... la noche —El hombre señaló a un hombre más fornido que se dedicaba a cargar un carro de escombros cerca de la estatua. Era un hombre con bigote de morsa, cejas pobladas y una pequeña gorra. Llevaba el uniforme abiertos dejando ver la camisa interior y las mangas recogidas para facilitarle el trabajo.

El alcalde Malloy se marchó al fin y los guerreros pudieron ver que la posada estaba a algunos metros de la plaza, en la calle mayor. Lo más próximo a ellos eran una mujer de edad avanzada, con una cesta de verduras y un par de hombres con martillos que trataban de colocar los adoquines en su lugar, al menos para evitar que la gente tropezase demasiado.
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Zacharyas

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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMar Abr 22, 2014 8:10 pm

Zacharyas escuchaba con atención lo que el alcalde les decía, con aquel perenne atisbo de sonrisa en sus labios algo agrietados, aunque a veces, momentáneamente, su mirada parecía perderse en algún detalle concreto de los alrededores, solo por un instante, y el caeruleus parecía abandonar el lugar. Otras veces, sin embargo, aunque lo miraba, su cabeza estaba más puesta en imaginar aquellos fragmentos diseminados de animales que en hacer verdadero caso a lo que le era dicho.

Cuando el hombre se marchó, Zacharyas se volvió hacia Cierzo, enhiesto. Se llevó la izquierda al flequillo, se reacomodó la capucha, y estrechó los ojos un instante, escrutando el rostro de su compañero como si fuese la primera vez que lo viese. Aquella suave sonrisa, algo macabra, no abandonaba sus labios en ningún momento.
Zacharyas había compartido varias conversaciones con el aether, incluso una misión, y sin embargo no se había acercado socialmente a él en ninguna de aquellas ocasiones. Pero en aquel momento tenían que trabajar juntos, y el caeruleus se sentía algo extraño, siendo consciente de todo lo que aquello implicaba.

-Hubiese sido interesante- comenzó, con voz ronca, deteniéndose para carraspear- contar con los testimonios de primera mano... -. Ladeó la cabeza, suavemente-. La mayor parte de los acontecimientos que aterran a la gente son irreales... -dijo luego, arrastrando las palabras, como si hablase solo, ensoñado. Ensanchó la sonrisa, con enfermizo deleite-. Cualquiera diría que solo quieren asustar a esta gente. Me encantará venir a este lugar cuando anochezca para presenciar lo que sucede...

Calló un instante, frunciendo los labios hasta que palidecieron por la presión. El caeruleus no era capaz de separar, a veces, los análisis de sus propios pensamientos, que se entremezclaban, y se había dado cuenta algo tarde de que en aquel momento parecía demasiado interesado en aquello, o interesado de una manera diferente a la que se esperaba de unos guerreros que acudían allí en ayuda del pueblo.
Tiró del flequillo hacia sus ojos, cubriéndoselos un instante, retraído. Carraspeó un par de veces, tenso, sin borrar aquella sonrisa extraña.

-Tiene que haber algún motivo para que no mueran las personas y sí los animales-. Ladeó un poco la cabeza, desencajando la expresión del rostro por un instante-. ¿No? Y la diosa...

Sus palabras murieron allí, mientras miraba la estatua, como si el discurso hubiese seguido en su cabeza, pero se hubiese olvidado de expresarlo en voz alta. Se mantuvo varios segundos con los oscuros ojos clavados en aquella figura mutilada, y en su cabeza tirada en el suelo, imaginando por un momento que no era una estatua, sino una persona real, troceada como aquellos animales, sangrantes. Terminó por recordar dónde se encontraba y dirigió de nuevo la vista a Cierzo, con un brillo peligroso en los ojos, casi de deleite.

-Deberíamos hablar con ese hombre -opinó, con voz seca, bajando un poco el volumen-. Yo soy torpe en esas cosas. Veo más apropiado que lo hagas tú, si no es inconveniente...

Zacharyas miraba a Cierzo con la mandíbula apretada, la mirada algo enfermiza de pensar en aquella historia de fantasmas y cadáveres que se le hacía tan entretenida y, sin embargo, era evidente que él mismo era consciente de su estado, de la imagen que daba al resto, y que pedía de aquel modo la ayuda de su compañero, su opinión, para seguir adelante, para cumplir.
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Cierzo

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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMar Abr 29, 2014 1:42 am

Tras responder a nuestras preguntas, el alcalde se despidió, diciéndonos que podíamos descansar hasta que llegase la noche. No parecía mala idea, pero antes de eso, sería más adecuado reconocer la plaza, y no olvidaba la orden de su mujer de ayudar en las reparaciones. Mezclarnos con los aldeanos podía facilitarnos algo más de información.

Asentí, grave, a las palabras de fantasmita. Parecía que, pese a su gusto por lo macabro, mantenía los pies en la tierra.

-A mí también me suena a ensoñaciones -gruñí, coincidiendo-. Y todo se exagera de boca en boca. Mejor sería encontrar algún testigo, en realidad. Ya tendrás tiempo de comprobar por ti mismo lo que sucede, por lo que parece.

Me encogí de hombros a mi manera particular ante sus cavilaciones en voz alta. Tal y como se planteaba, sonaba a que alguien estuviera intentando asustar a los miembros del pueblo. Animales descuartizados, la estatua caída... Y, a juzgar por la actitud del alcalde, debía de ser una población bastante devota a Ksà. Lo cual lo dejaba de llamar mi atención; en mi entorno, la devoción a los antiguos dioses no era demasiado común, por más que se respetase su tradición, pero la forma en que el alcalde y su mujer hablaban de Ksà era diferente.

¿Quizá intereses contrarios a la creencia? Sucesos extraños tras la tormenta... Era un buen momento para intentar asustar a una población supersticiosa, desde luego. Aunque con testigos tan poco dispuestos a hablar, las averiguaciones no eran fáciles de hacer. Quizá esperar a la noche sería lo más sencillo, pero prefería que, fuera lo que fuera lo que nos esperara, no me tomara demasiado por sorpresa.

Zacharyas se refirió al hombre al que se había referido antes el alcalde, y volví la vista un instante para mirarlo. Desde luego, si era igual de lento que nuestro anterior interlocutor, pensaba acortar la charla en lo máximo posible, aunque sí veía interesante intentar obtener algo de información. Asentí al caeruleus.

-Iré a hablar con él -accedí-. Tú ve a reconocer la plaza, ayuda con las reparaciones o investiga un poco el estado del lugar. Aunque no hables con ellos, también puedes obtener algo de información escuchando.

El fantasmita no opuso réplica a lo que decía, y pronto nos separamos. Me acerqué entonces al capitán de la guardia, dispuesto a interrumpir su trabajo o ayudarle con el mismo, según lo viera necesario.

-Saludos, ¿Finigan Leroy? -llamé, con una leve inclinación de cabeza, formal-. Soy Cierzo Cogo, miembro del ejército de Brontë y encargado de investigar aquello que les ha estado causando problemas. Vengo de hablar con el alcalde, pero me gustaría conocer el punto de vista de usted y los detalles que pueda darme respecto a lo ocurrido, si no es inconveniente.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMar Abr 29, 2014 9:17 pm

Tras acordar sus respectivos movimientos, Cierzo se dirigió con paso firme hacia el capitán de la guardia mientras Zacharyas se acercaba a los demás aldeanos para ayudarles con la recogida de la plaza y poder escuchar alguno de sus comentarios.

Cuando el aether se acercó, Finigan Leroy no reparó en su presencia hasta que se dirigió a él directamente. Se detuvo un momento a mirarlo y se pasó el dorso de la mano por la frente, mirado de arriba abajo al aether con cierta desconfianza.

—¿Investigar? Je, pues investigue. Ya ve que tiene mucho terreno que inspeccionar para sacar conclusiones. Por Mithos... —Satirizó, bastante descontento, tirando el fardo de trozo de piedra y loza rotos hacia la carreta en un alarde de energía. Apoyó el codo en la carreta. —Mi punto de vista es que algo me dejó inconsciente la noche que estuve de guardia y ese algo no era nada divino. Ni tampoco lo que ha hecho todo esto. Esas paparruchas del alcalde sobre los dioses y las bestias nocturnas, pff. No hacía ninguna falta que vinieran, soy perfectamente capaz de hacerme cargo de esto. Y en cuanto coja al culpable, se va a enterar —Bramó el hombre, muy molesto con la situación mientras acomodaba un par de sacos que traían otros hombres. Se quitó la gorra un momento y la utilizó a modo de pañuelo, pasándosela por el cuello.

—Oiga, amigo, ¿quiere que le sea sincero? No sé qué tienen de espectacular los guerreros del palacio de Brontë de los que tanto se habla, pero si yo no he conseguido nada al respecto, dudo mucho que un par de pazguatos que ni siquiera han vivido aquí puedan hacer nada —Bramó, mirando a Cierzo desafiante y sorbiendo con fuerza por la nariz.

Zacharyas recogía restos de piedras convenientemente cerca de los hombres que colocaban los adoquines de nuevo para escucharlos hablar.

¿Has visto? Al final han venido de Brontë...

Tienen una pinta un poco rara. Han estado ahí haciendo preguntas al alcalde

¿Y crees que ese inepto les habrá dicho algo?

—Entre tanto tartamudeo a saber lo que han entendido. Si al menos fuese su mujer —

—Sí, pero mira, ese ha ido a hablar con el capitán —

—A ver qué le suelta este. Desde que su hija sufrió el ataque no ha parado un día y nada... —

—Le habrá molestado que vengan. Como si fuesen a hacer algo que no haya probado ese hombre —

—Tampoco es que parezcan muy especiales esos soldados de Brontë... —

—Como no tengan poderes sobrehumanos... —

—Lo disimulan bien je. Eh, ¿y el otro? Parece más un brujo que un guerrero... —

—Un caeruleus han dicho. Pues parece un muerto viviente, como todos sean así no quiero acercarme a Caligo —

—Eh, mira...
—Los hombres miraron a Zacharyas, dándose cuenta de su presencia. Entonces ambos carraspearon y siguieron su trabajo en silencio.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMar Abr 29, 2014 10:39 pm

Y allí estaba, damas y caballeros, el magnífico, el inigualable, el hombre al que se le iba toda la fuerza por la boca. Maravilloso. Teníamos ya un alcalde tartaja, una alcaldesa con aires de grandeza y un jefe de guardia ofendido y fanfarrón. ¿Qué más nos esperaba por aquí? Mithos, casi era mejor no intentar hablar con nadie. Pero, como siempre, me tocaba tratar de defender una reputación que no era la mía. Dejarme escupir sin responder. Fantástica la vida del diplomático.

-Nos limitamos a cumplir nuestro trabajo -. Cosa que no sería necesaria si usted hubiera cumplido el suyo-. No voy a prometerle imposibles, y no dudo que usted haya hecho cuanto estaba en su mano. Nos limitaremos a hacer lo que podamos, y cuanta más información tengamos respecto de la situación, más probabilidades tendremos de sacar algo en limpio de todo esto -. Un poco de participación ayudaría, por ejemplo-. Le agradezco su colaboración. Si no le importa, me gustaría saber cuanto fuera posible de aquellos que hayan presenciado la situación de cerca. Cuantos más testigos tengamos, mejor.

Por supuesto, solo con lo que había dicho ya me quedaba claro que no pensaba poner mucho de su parte. De hecho, no me extrañaría que hasta tratara de ponernos la zancadilla, con semejante humor. Cuando di por finalizada la conversación, tras tratar de conseguir algo más de información, pese a que no parecía sencillo. Después, tendría que reunirme con el fantasmita.
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Zacharyas

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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyDom Mayo 04, 2014 8:23 pm

Zacharyas trabajaba, agudizando los oídos mientras, pudiendo escuchar un fragmento de conversación que le resultó interesante, en el que hablaban de un supuesto ataque a la hija del capitán, aquel hombre con el que estaba su compañero. Procuraba, de todos modos, no detenerse a imaginar aquellos ataques, o qué bestias, reales o imaginarias, serían las que atacaban a aquellas gentes tan asustadizas por las noches, y se distraía con el recoger de piedras, forzándose a mantenerse en movimiento.
Incluso cuando los hombres callaron, trabajó un momento más, dirigiendo breves miradas a Cierzo, pero pronto se sacudió las manos y se irguió, aproximándose a los chrysos, evitando pensar en el nerviosismo de la interacción. Aguardó a un momento en el que su intervención no molestase, y entonces carraspeó, no como interrumpiéndolos, como notificando que hablaría, sino por mera costumbre, mientras una escasa sonrisa tensa fruncía levemente sus delgados labios.

-Disculpad... -comenzó, con tono ronco, como si hubiesen pasado días desde la última vez que había usado su voz-. Hablabáis del señor Leroy, ¿cierto? -. El caeruleus iba con tiento, a su manera, aunque algo espoleado por un interés curioso. Miró un instante a Cierzo, de reojo, que seguía con el capitán. Trataría de esforzarse lo más posible por no ser directo hasta sonar morboso, por curiosidad que sintiera-. Él tiene que haberse esforzado mucho por tratar de resolver todo esto... -. Mantuvo la expresión seria, aunque deseaba sonreír, por no saber hacerlo de una forma lo suficientemente poco macabra-. Habéis mencionado a su hija. ¿Acaso fue atacada durante una de las noches? ¿Podría...-. Carraspeó, negando suavemente para sí-. Me gustaría saber esa historia.

La venganza nublaba la mente, aquello era cierto. Por mucho que se esforzase, alguien con motivos personales terminaba siendo, al mismo tiempo, menos y más eficiente.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMar Mayo 06, 2014 5:46 pm

Cuestión de respeto

El hombre se caló la gorra mientras escuchaba a Cierzo con la misma mala cara, todavía indeciso sobre si la seguridad del hombre le desagradaba o le aliviaba.

—Pff, amigo, decir que se "limitarán a lo que puedan" es como decir que no piensan mover un dedo —Bramó el hombre, cargando otro cúmulo de escombros sobre el carro. Se ajustó los guantes de trabajo. —¿Colaboración? Si creen que me van a sacar de en medio por haber llegado como los héroes salvadores, la llevan clara. Soy el encargado de la seguridad de este pueblo y les dejaré hacer, pero no voy a quitarles el ojo de encima —Una vez llenó el carromato, dio un golpe en el muslo de la mula que tiraba para que echase a andar junto al hombre que la guiaba.

—¿Es duro de mollera o está sordo? Ya le he dicho que los que lo vieron están tarados o no recuerdan nada. Si quiere conseguir algo útil, eche una mano con esto y podremos hablar de qué tienen pensado hacer cuando caiga la noche —Aclaró, sacando una petaca del cinto para darle un largo trago.


Sentimiento Leroy

Zacharyas mantuvo el silencio mientras los hombres hablaban y se acercó a ellos al poco rato para preguntar. Al verlo, ambos hombres disimularon, tensos, dedicándose a las piedras incluso les habló.
Cuando el chico formuló su pregunta, ambos se detuvieron un momento y se miraron, entre avergonzados porque les hubiera escuchado y perturbados por su presencia.

—Fue un caso distinto al resto. La niña estaba en su habitación y, pese a todo, una mañana amaneció entre gritos y espasmos, con los mismos síntomas que sufrían algunos de los que se quedaban. El capitán, el señor Leroy, se afectó mucho por ello. Pensar que podía haber estado en su casa y... —

—No creo que necesiten saber tantas cosas —Reprochó el otro, mirando con ceño al primero que había hablado y luego al caeruleus. —Nosotros no sabemos nada más que el resto. Déjanos trabajar —Bramó, tirando del brazo de su compañero para apartarse de allí.

Zacharyas se quedó sólo en la zona, salvo por la mujer anciana con el cesto de verduras, que lo miraba fijamente. Entonces señaló la segunda calle que llegaba a la plaza con uno de sus arrugados y largos dedos.

—La esquina de la panadería —Su voz era rasgada y algo temblorosa debido a la avanzada edad, pero no quitaba ojo de zacharyas. Tampoco lo miraba con miedo o desconfianza. Luego simplemente se marchó en dirección opuesta a la plaza. Cierzo continuaba la conversación con el hombre, que parecía alargarse.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMar Mayo 06, 2014 6:16 pm

Zacharyas no conocía a la muchacha, pero, sin embargo, no podía evitar imaginarla en aquel estado, aterrorizada, entre espasmos, aún sin ponerle rostro, mientras los padres la miraban incrédulos. Sin embargo, por mucho que el caeruleus desease saber más, los hombres no parecían muy dispuestos a hablar, de modo que al final tuvo que conformarse con aquellos datos, viéndolos marchar. Estaba a punto de hacer lo propio cuando un gesto llamó su atención, y al alzar la vista Zacharyas se topó con una mujer que llevaba verduras en un cesto. No pudo evitar pensar, mientras la escuchaba hablar, que la muerte parecía estar a su espalda, acechándola con su guadaña al cuello, esperando a que hiciese algún movimiento extraño para segar su vida. Y sin embargo no murió.

El mago miró primero en aquella dirección, ubicando el lugar que le era indicado, y luego volvió los oscuros ojos ojerosos a la anciana, haciendo una leve inclinación de cabeza, esbozando una sonrisa macabra, aunque lo que pretendiese representar no fuese más que gratitud.

-Muchas gracias -dijo, con voz ronca, observándola un instante más. La edad la hacía hermosa, de algún modo, porque había sufrido mucho dolor y miedo, pero ya no le quedaba miedo en los ojos.

Tras un nuevo gesto, de agradecimiento y despedida, el caeruleus siguió aquella dirección que le habían indicado, lanzando una nueva mirada a Cierzo para comprobar la situación, dispuesto a actuar por su cuenta.
Miraba a su alrededor, buscando, exactamente, lo que la anciana había querido indicarle. No podía evitar pensar, veces, que quizás fuese una emboscada para acabar con su vida.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyDom Mayo 11, 2014 5:56 pm

Bien, mensaje captado. Inútil, gruñón, con aires de grandeza y sin la más mínima intención de colaborar. No sabía qué hacía aún perdiendo mi tiempo con él. Tampoco iba a sacar nada en limpio, después de todo. Que hiciera lo que quisiera y que al menos no estorbase, ya que no pretendía ayudar. Hice una leve inclinación de cabeza.

-Gracias por su atención -murmuré, ignorando, como hasta entonces, su tono-. No dude en reclamar nuestra ayuda si la necesita.

Y, sin decir más, me dirigí hacia la plaza, buscando con la mirada al fantasmita. Dudaba que hubiera conseguido averiguar mucho más que yo, pero mejor saber dónde estaba y qué hacía. Si me reclamaba, me acercaría a él. Sino, procedería a trabajar en las obras de la plaza, sin más.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyLun Mayo 12, 2014 1:17 am

Cuestión de respeto

El hombre chascó la lengua y refunfuño un par de frases incomprensibles en cuanto Cierzo decidió acabar con él su charla. Luego se dedicó a seguir ayudando con los desperfectos, sin quitar la vista del aether de cuando en vez.

En cuanto Cierzo se puso a buscar a Zacharyas, éste ya no estaba en la plaza, con lo que se vio sólo en medio de la gente que continuaba recogiendo. Las personas más próximas a él eran dos mujeres que se encargaban de recoger los escombros de la fuente, tratando con cuidado la cabeza de la hermosa diosa. De lo que decían, apenas se podían escuchar comentarios algún tipo de castigo providencial por culpa del amante de la hija del tabernero o alguna risa producto de comentarios sobre la vida amorosa del alcalde.

Unos metros más allá de la calla por la que habían llegado estaba la posada que el alcalde había mencionado. En ella se reunían algunos de los aldeanos que estaban ayudando para tomar un descanso y tenía bastante movimiento.



Sentimiento Leroy

Zacharyas hizo caso de la anciana de las verduras y tomó la calle que ella le había indicado. Mientras la recorría, vislumbrando alguna que otra tienda o persona entre la claridad del principio de la tarde que todavía reinaba, acabó por llegar a la esquina donde estaba la panadería.

De entrada no encontró mucho más que una panadería de pueblo, pero pronto se fijó en la pequeña casa que había más allá, donde una pequeña placa de latón rezaba "Capitán Finigan Leroy" al lado de la puerta y, sobre esta, un pequeño letrero tallado que decía "La justicia es la verdad final".

Zacharyas había dado con la que parecía la casa -o al menos, el cuartel- del capitán de la guardia. A pesar de que no se podía ver nada a través de la cortina pasada, de la chimenea salía humo.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyLun Mayo 12, 2014 1:20 pm

Cuanto más hablaba con los habitantes del lugar, menos ganas tenía de seguir hablando con ellos. Y, pese a todo, no me quedaba más remedio que colaborar e intentar, aunque fuera, darles un empujoncito. Como si yo fuera aquí el rey de la conciliación. Bien podían haber escogido a otro para eso. Aunque dudaba que el fantasmita fuera mucha mejor opción...

En cualquiera de los casos, solo me quedaba soportarlo y tratar de llevar el encargo de la mejor forma posible. Dispuesto a alejarme en la medida de lo posible del insoportable capitán, y viendo que el fantasmita había desaparecido (más le valía no dejarme tirado) me acerqué a unas mujeres que trabajaban en la recogida de escombros junto a la fuente. Al llegar junto a ellas, carraspee.

-Buenos días -saludé, tratando de sonar tan cordial como con el desesperante capitán-. Soy Cierzo Cogo, de Brontë. ¿Les importaría si les echo una mano?

Y me dispuse a trabajar junto a ellas.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyLun Mayo 12, 2014 2:45 pm

Zacharyas contemplaba curioso lo que se iba encontrando, prestando atención a todo, buscando qué podría ser aquello que la anciana le había señalado, imaginando que aquella había sido su última petición y que ya yacía muerta en la plaza. Aunque prefirió no volverse, pues la tentación lo llevaría a ir a buscarla de nuevo.

Cuando Zacharyas alcanzó la panadería, la examinó un instante. Contempló el pan que veía desde fuera un momento, tentado por el buen aroma, pero pronto pasó de prestar atención a aquello a volverse hacia la otra casa, más extraña y, por la placa que allí había, más interesante. Parecía cerrada, pero el humo delataba presencias en el interior; quizás estuviesen calcinando algún cuerpo, pensó el caeruleus al verlo, aunque no se hizo demasiadas ilusiones.

Zacharyas carraspeó, aunque estaba solo, y acomodó un poco los desordenados mechones de su abultado cabello, consciente de que, pese a todo, su aspecto insano no iba a desaparecer sin más porque acomodase un poco aquello. Inspiró hondo, esbozando una sonrisa al pensar en todo lo que podría haberle pasado a la hija del capitán, con unas altas expectativas. Finalmente alzó su huesuda mano y golpeó la puerta tres veces, manteniéndose frente a ella, con el rostro descubierto incluso pese al sol, que lo deslumbraba.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyLun Mayo 12, 2014 6:27 pm

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Cierzo se aproximó a las mujeres que hablaban entre sí y, en cuanto ellas lo vieron acercarse, sus cuchicheos se hicieron más suaves, cambiándose ligeramente por unas ligeras risillas.

—Usted es uno de esos chicos de Brontë. Bueno, chicos, usted parece más un fuerte hombretón —

—¡Lidia! —Las mujeres se rieron ligeramente, picándose unas a otras por su comportamiento hacia el muchacho.

—Perdónela, lleva viuda ya muchos años y en este pueblo escasean los hombres de verdad —Volvieron a reír un poco mientras continuaban las labores.

—Gracias por acercarse con esto, nosotras somos ya unas viejas con achaques —

—¡Eso dilo por ti, guapa! Aquí la zagala aun está para casarse —Protestó una, haciendo alarde de su voluptuoso pecho. —Mirad esos hombros, así sí que da gusto verlos trabajar. Nos gustaría ver qué tal entrenas con la espada, guerrero —

—¡Ay, Lidia, por favor! —El corro alzó las risas en ligeros gritos típicos de gallinero mientras iban incluyendo a Cierzo entre el grupo que recogía escombros, rodeándolo disimuladamente.

—¿Y todo en Brontë son como tú, guerrero? Es una pena que no hayáis traído a más de dos —

—Los hombres de este pueblo son todos unos patanes. Ya has conocido al alcalde. Y ni siquiera se salva el sir capitán de la guardia. ¿¡Ha limpiado el arma, capitán!? —Legritó dirigiéndose a Finigan Leroy, que trabajaba casi al otro extremo de la plaza en ese momento. Todas rieron alborotadamente de nuevo.

—¡¡A callar, víboras malparidas!! ¡¡Buscaos un nuevo marido al que matar!! —Se escuchó berrear al hombre desde la otra punta mientras las mujeres volvían a reír.

—Te hemos visto hablar con él, guerrero, tienes bastante paciencia. No tiene más luces que un karnikarsh. Pero tú no eres de aquí, guerrero, tienes unos bonitos ojos brillantes con una pupila oscura. ¿De dónde eres? —

La cháchara continuó para Cierzo. Las mujeres hacían chistes verdes en referencia a su apariencia y sus capacidades físicas, le preguntaban por su procedencia, por su situación sentimental, si no deseaban quedarse por el pueblo para conocer a las bonitas jóvenes. Halagaron a su madre por haber parido a un hombre como él y le preguntaron si era más joven o delgada que ellas. En general, el aether se vio rodeado de chismosas mujeres y conversaciones baratas en pocos minutos, pues éstas ya lo habían cercado entre todas. Finalmente, una lo agarró por el brazo.

—Deja esto, guerrero, llevamos mucho trabajando. Ven a casa y te prepararé un buen potaje con algo bueno de beber —Otra la empujó para agarrarse del otro brazo.

—¡Matilde, eres una desvergonzada! Deja a esa mujer casada y vente a mi casa, yo cocino mejor que ella y no tengo ya hijo que recoger en la escuela —

Ahora estaba atrapado en un panorama que le sería difícil sortear.



Sentimiento Leroy

Zacharyas no tardó en acercarse a la casa de los Leroy y llamar a la puerta.

No hubo respuesta inicialmente, pero al poco la puerta se abrió dejando ver a una mujer poco mças baja que él. El sol no le permitió observar demasiados rasgos, sólo que estaba entrada en carnes y parecía joven. Sus manos estaban sucias, pero el brillo no le permitía diferenciar de qué eran.

—¿Hola? ¿Quién es usted? Parece de una funeraria... —Exclamó la mujer, limpiándose al mandil y ensuciándolo a mayores. Dentro de la casa podía escucharse el gorjeo de una olla al fuego y, de vez en cuando, quejidos o lamentos en el piso superior.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyLun Mayo 12, 2014 8:32 pm

Durante un segundo Zacharyas creyó que realmente habría alguien cociéndose en el horno, y que por aquello el humo de la chimenea, y que por ello no abrían. Sin embargo el desencanto llegó prono, si bien no le borró la sonrisa, cuando la puerta se abrió delante de él.

-Disculpe... -comenzó, carraspeando para aclararse la voz antes de seguir hablando. Sonrió a  sus palabras, llegando a sentirse halagado por un momento-. Mi nombre es Zacharyas Blacksmith -comenzó, negando suavemente, haciendo que su cabello abundante siguiese el movimiento de la cabeza-. He venido de Brontë para ayudar con lo que está sucediendo. Me preguntaba si... -. Carraspeó, callando un momento, consciente de su torpeza-. ¿Tendría usted un vaso de agua? -inquirió, de golpe, lo más educado que su aspecto le permitía.

Aquellos sonidos... Zacharyas quería conocer su origen. Si era la niña quizás pudiese ver, esperaba, la malformación que le habían causado, y para aquello solo necesitaba entrar. Una vez consiguiese aquello ya podría examinar su cuerpo maltrecho y enfermo.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyLun Mayo 12, 2014 11:02 pm

Desde luego, no era mi día. Al episodio del alcalde tartaja y el capitán de la guardia con aires de grandeza se sumaba ahora una jauría de señoras en celo. Exactamente lo que me faltaba. Una pena que no estuviera Dehnel cuando se lo necesitaba. Traté de mantener la calma como buenamente pude, evitando las preguntas con respuestas evasivas y empeñándome en continuar recogiendo incluso cuando ellas empezaron a tironear. Pero que día más estupendo.

Por más que insistieran, seguía teniendo más fuerza que ellas, y tratando de no ser muy rudo en mis gestos, me mantuve firme en mi lugar, soltándome de sus agarres. Cuando hablé, traté de que mi voz sonara por encima de las suyas, incluso si me esforzaba por no sonar agresivo.

-Disculpen, pero sigue habiendo mucho trabajo que hacer -declaré, firme, tratando de abrirme espacio entre ellas para seguir recogiendo los escombros y de imponerme a sus cotorreos y tonterías-. Quizás en otro momento. Ahora debo preocuparme de mis deberes, y eso incluye poner orden cuanto antes. Les agradezco sus atenciones.

O no tanto. Mithos, y menos mal que madre solo tenía una. Me pregunté por un momento si habrían devorado antes al fantasmita y por eso no estaba en la plaza. En cualquier caso, yo no tenía tiempo para perderlo con semejante manada.

FdR.: Master, de parte de Cierzo, y cito literalmente, "eres un cabrón con pintas". Un beso, majo.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMiér Mayo 14, 2014 1:50 am

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Cierzo trató de evitar a las mujeres desasiéndose de ellas ya con tono algo más desagradable, haciendo notar su negativa. Éstas se apartaron algo disgustadas, alguna incluso algo molesta por el comportamiento arisco del aether, pero pronto retomaron sus comentarios para evitar tensiones.

—Bueno, mocetón, pues ya que tienes tanto ánimo, lleva la cabeza de la estatua hasta el carro de la tercera calle. Tienes más fuerza que nosotras y hay mucho que hacer —Dicho aquello, las mujeres comenzaron a dispersarse llevando algún que otro cesto con piedras o calderos con cepillos con los que habían estado limpiando la sangre, dejando al aether sólo frente al resto del trabajo que quedaba. Algunas desaparecieron en las calles, otras se quedaron hablando con los hombres que salían dela taberna.


Sentimiento Leroy

La mujer escuchó a Zacharyas con un gesto algo extrañado y desconfiado, aunque el hecho de que mencionase que venía de Brontë la calmó un poco, su pregunta sobre el vaso de agua la desconcertó, haciendo que lo observase una vez más.

—Hum... S-sí, pase —Acabó por permitir, abriéndole un poco más la puerta para permitirle la entrada. —Si sólo quiere un vaso de agua, ¿por qué ha venido hasta mi casa? Tiene una taberna al lado de la plaza... Mi esposo es el capitán de la guardia, ¿le ha dicho él que venga? ¿Tiene algo que decirme? —Preguntó, ligeramente angustiada por la presencia de caeruleus. La mujer se mantenía a cierta distancia de él, con una mano siempre cerca al bolsillo del mandilón.

La casa estaba bastante más oscura que la calle debido a que todas sus ventanas estaban corridas, lo que le permitió a Zacharyas aliviar un poco su vista y distinguir con mayor nitidez lo que le rodeaba. La olla era pequeña y tenía una tapa a medio poner de la que sobresalían un par de patas de pollo. Cerca de la cocina había una tela que hacía de cortina hacia una especie de pequeña despensa en la que se podía intuir una especie de cuerpo colgado, que oscilaba tras la tela dejando ver el perfil de unos cuartos traseros.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyVie Mayo 16, 2014 10:59 am

Encima de inaguantables, resultó que aquella panda de viejas en celo era irascible. Por si la cosa no podía mejorar. Aunque, la verdad, era un alivio ver que tenían un límite, que podía deshacerme de ellas aunque fuera por las malas. Aunque mi intención era ayudar, no cargar con todo el trabajo. ¿Es que no había un solo pueblerino que no fuera un inútil en aquel sitio?

No repliqué, en cualquier caso. Aunque no hicieran nada, por lo menos me dejaban tranquilo. Asentí, pues, sin la menor intención de discutir, y procedí a dedicarme al trabajo.

En principio, intentaría llevar la cabeza por mi propia fuerza hacia la tercera calle, tal y como me habían indicado. Si me veía con dificultades debido a su peso o tamaño, me ayudaría de un ntendbit para llevar a cabo el trabajo.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyVie Mayo 16, 2014 12:29 pm

Zacharyas se alegró de ver que la mujer lo dejaba pasar. Había visto a gente más convencida, aquello era evidente, pero, pese a todo, inclinó la cabeza, en un gesto amable de gratitud, murmurando un "muchas gracias", y sonrió, procediendo a entrar dentro de la morada.

Al tener oscuridad, pronto los ojos de Zacharyas le revelaron más de lo que podía ver desde el exterior. Lanzó un fugaz vistazo al lugar, peor no estaba allí la hija, aquella que había quedado deformada y con grandes secuelas tras haber sufrido los daños de todo aquello.

-Supe que esta era su casa por su marido. Venía solo a hacer unas preguntas, en nombre de Brontë-. Zacharyas se sorprendió mintiendo para tratar de ganar la poca confianza que pudiese, la que su aspecto le hacía perder. Carraspeó, risueño. Le era muy difícil todo aquello-. No se preocupe. Será solo un momento-. El vaivén de aquella figura tras la cortina lo hizo detenerse un instante, embelesado, pero pronto la mujer captó toda su atención. No podía evitar pensar que llevaba un arma en el delantal, y aquello lo tranquilizaba: tenía algo que le daría señales si se relajaba (apartando la mano). Además, una presa armada, que creía ser sorprendente, se sentía más segura. Aunque Zacharyas pensaba que seguramente podría matarla enseguida-. Lo de su hija fue terrible -comenzó, intentando ser empático, o parecerlo al menos-. ¿Podría contarme el suceso de sus labios? Su marido parecía afectado y le costaba hablar correctamente de ello -mintió de nuevo. A veces había tenido que mentir, explicando a sus padres dónde había estado mientras mataba animales en el bosque-. ¿Está ella mejor ahora, por cierto? -. Aquella última pregunta, cortés, era quizás la que más interesaba a Zacharyas, más que interesado en el piso de arriba.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptySáb Mayo 17, 2014 11:41 pm

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Cierzo no tener más que ver con aquellas mujeres que lo habían dejado con el trabajo de aquella zona, con lo que se limitó a obedecer y cargar la cabeza de la estatua hacia el lugar acordado.

Al cargarla con las manos pudo comprobar que no pesaba mucho más de ocho o diez kilos de modo que pudo cargarla perfectamente. Al sostenerla con la cara hacia sí los ojos quedaron expuestos al sol que inundaba la plaza y pudo comprobar que se veía algo extraño en uno de ellos. No parecía un reflejo ni una mancha, pero tampoco podía discernir bien de qué se trataba. Si se fijaba podía comprobar que era más bien como un tallado en la piedra, pero su símbolo no era apenas apreciable sin ningún tipo de aumento. Se podía saber, nos obstante, que su forma no era aleatoria.


Sentimiento Leroy

La mujer no perdió de vista a Zacharyas mientras pasaba y hablaba, manteniendo la tensión inicial. Tras escuchar sus palabras frunció el ceño.

—¿Mi marido le ha dicho que viniera? —Resultaba bastante extraño, pues su marido era un hombre desconfiado y no había querido que nadie se acercase a la casa desde que Elsa se había puesto de aquel modo. Un grito desesperado interrumpió a la mujer, haciendo que se sobresaltara y suspirase a continuación, frustrada. A la sombra, Zacharyas podía ver que su cara estaba algo demacrada por el cansancio y las ojeras. Volvió al guerrero, de nuevo con gesto desagradable.

—Mi marido no habla de mi hija con nadie... —Apretó sus manos sobre el mandilón, tensa, escrutando a Zacharyas. Sin duda no había prestado suficiente atención al capitán para crear su engaño.

—No sé quién es usted ni por qué sabe lo de mi hija, pero yo no tengo nada que contarle. Ya la escucha, está desconsolada, ha perdido la cabeza. No hay más que pueda decirle. Además usted parece saber más de la cuenta... —Le respondió, desagradable. El susurro final era inquisitivo y acusativo. Luego se acercó a una jarra de agua sin dejar de clavar sus opacos ojos en el caeruleus y le sirvió en un vaso de latón.

—Tome su agua y márchese. Aquí no podemos ayudarle —Inquirió. La mujer desconfiaba del guerrero y su aspecto. Miró entonces sobre la mesa, recordando fugazmente y se acercó rápidamente a ella, cogiendo un trozo de tela oscura.

—Esto lo tenía mi hija aferrado a la mano como si soltarlo significase la muerte. Es oscuro como su ropa. Márchese antes de que avise a alguien más —Amenazó la mujer, retirando el trozo de la vista de Zacharyas.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMar Mayo 20, 2014 3:17 pm

Zacharyas comprendió pronto que no había logrado hacerse con la confianza de la mujer, pero aquello no era nada nuevo para él, ya acostumbrado a aquel tipo de reacciones de la gente, de modo que no perdió la calma en lo más mínimo, y simplemente la escuchó, tranquilo, esperando que ella lo atacase en cualquier momento para acabar con su vida, aunque debiese impedírselo.
Los gritos hacían que Zacharyas desease subir y ver a aquella pobre niña enferma, pero la mujer no se lo permitiría. También ella parecía atormentada, aunque no gritase, pensó el caeruleus, contemplándola, sin hacer más preguntas sobre el estado de la hija, por mucho que lo desease.

-Gracias -respondió, amable, cuando ella le entregó la jarra, y bebió toda el agua que contenía aunque no tuviese tanta sed, con el fin de no resultar más desagradable de lo que ya resultaba su mera presencia.

Iba a irse, lo sabía, lo echaban, pero entonces ella le entregó un trozo de tela oscura, y Zacharyas la miró un instante, pensando que se parecía, de algún modo, al de la capa de la parca, o a un oscuro espectro, a un horrdte.
Antes de que pudiese hacer nada más, ella se lo había arrebatado de nuevo.

Zacharyas ensanchó la sonrisa, procurando parecer agradable, aunque sus esfuerzos nunca parecían lograr lo que se proponía. Hizo una leve inclinación de cabeza, un gesto, respetuoso, antes de despedirse.

-Me esforzaré al máximo por resolver esto -dijo, sin más, carraspeando, regresando junto a la puerta-. Buenas tardes.

Y salió. Volvería a la plaza para comprobar si Cierzo había acabado con su parte, para compartir los nuevos datos.

Zacharyas sonreía. El miedo de la gente, el odio, no le eran siquiera desagradables, exactamente. Tenían su gracia, sin más.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyMiér Mayo 21, 2014 2:18 pm

La cabeza, que no parecía excesivamente pesada, fue fácil de transportar al lugar indicado. Resultaba un tanto extraño ir cargando con ella, que parecía mirarme. Me fijé entonces en qué era lo que me llamaba la atención de aquella mirada; tenía una extraña marca en el ojo, como tallada en la piedra.

Llevé la cabeza adonde se me había indicado, tratando de exponerla bien al sol para poder ver mejor aquella extraña marca. Cuando la hube situado en su sitio, repasé con el dedo la forma del ojo, tratando de percibir con el tacto la forma de aquel extraño símbolo.

Miré alrededor, preguntándome si habría alguien con quien pudiera ser interesante comentar algo al respecto. ¿Por qué lo hacían tan difícil aquellos estúpidos pueblerinos? Quizá podía buscar a alguien que me hablara del origen de aquella estatua, de la importancia de Ksà para el pueblo o incluso de qué era aquel extraño símbolo, aunque no estaba muy convencido al respecto. Quizá la mujer del alcalde, que parecía tan preocupada por la estatua. Aunque, sinceramente, no era que me muriera de ganas de entablar conversación otra vez con aquella señora.
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MensajeTema: Re: Extraños sucesos en la plaza   Extraños sucesos en la plaza EmptyDom Mayo 25, 2014 8:36 pm

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La mujer se relajó ligeramente cuando Zacharyas bebió el agua y se despidió de ella sin necesidad de repetírselo por más tiempo. No apartó las manos de donde las tenía de todos modos.

Se quedó mirándolo durante un rato hasta que un nuevo grito del piso superior pareció despertarla de su concentración. Se aproximó a la puerta para abrirla de nuevo.

—Está bien, pero váyase ya, por favor —Abrió la puerta y le mostró el camino para marcharse. No sin antes echar una última mirada al venado que colgaba todavía sangrante tras la tela.



El plan

Cierzo trató de tocar y mirar de cerca la marca del ojo, pero era todavía demasiado pequeña como para identificarla y al tacto apenas se sentía un ligero relieve que no revelaba mucho más que el hecho de que, pese a su tamaño, estaba bastante labrado.

Se acercó a preguntar a unos hombres cercanos, pero nadie logró decirle nada al respecto.

—Nunca me había fijado en que tuviera nada en los ojos —

—No sé mucho sobre las escrituras de Ksà, ¿pero no se supone que sus ojos son opacos y lisos? —

—Con todo lo que está pasando, no me extrañaría que se estallase al caerse... —

A pesar de que no eran respuestas concretas, parecía que todos estaban de acuerdo en no recordar nada respecto a incrustaciones o marcas en los ojos de la diosa. Quizá fuese algo que dejar para más tarde.

Zacharyas no tardó en llegar junto a su compañero. El tiempo pasaba rápido en medio de la gente y decidieron que mejor ayudarían a sacar lo más posible de en medio antes de sentarse a meditar sobre qué podían hacer aquella noche. Así pues, cuando ya la tarde comenzaba a decaer y hubieron despejado la plaza, tuvieron tiempo de reunirse para organizar sus ideas. Se dirigieron a la taberna invitados por algunos de los vecinos que habían estado ayudando.

Al entrar se encontraron con un par de mujeres de las que habían dejado solo a Cierzo y unos seis hombres además del tabernero. Junto a la barra, de pie y formando parte de la multitud, el capitán Leroy mantenía su ceño mientras discutía banalidades.


FdR escribió:
En este turno tenéis que poneros de acuerdo para ver qué ideas se os ocurren sobre cómo actuar una vez caiga la noche y pongan las barricadas, así que podéis postear dos o más veces para acordar qué hacer o hablarlo en privado y simplemente hacer dos post donde acordar un plan. Podéis reclamar gente o recursos en la taberna. En cualquier caso, si no llegáis a un acuerdo en una semana, la decisión de los hechos será tomada por narrador.
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