La casa está encantada.

El nido de arañas supone una ayuda a mi interpretación y lo utilizo para continuar gritando al tiempo que lanzo patadas al estante.

No quedan muchos más libros que me parezcan importantes cuando encuentro el pergamino y lo abro. Al instante me doy cuenta de que no debí hacerlo, pues el leerlo notaba una fuerza que surgía de él. Pero quería ver qué era. De alguna forma lo entendía, cogía forma en mi mente. Cuando las letras desaparecieron noté un pinchazo en el pecho. Mierda, ¿qué es...? Y entonces lo entendí. Solté un bufido irónico. Magia, lo que me faltaba... Justo entonces llegó Lea. Me giré sobresaltado ante su comentario. Saqué todos los papeles que había recogido y que hablaban de Lis. Supongo que la información importante esté en el cuaderno que guardó Lea pero... Se los alcanzo a Lea mirando a la escalera, esperando que Lis apareciera de un momento a otro.

-Si de verdad sabía lo de Lis con sólo ver su cuarto sabrá que mentimos. -Reviso la habitación buscando algo más que pudiera hablar de ella. Lo que pasase ahora dependía totalmente de si Lis colaboraba.

Lea se las arregló para desviar la atención de Edmond lo suficiente como para que no hiciese más preguntas, aunque si miraba a su espalda mientras se alejaba podría ver la expresión del hombre, escéptica, algo sombría.
No se quedó allí mucho más y acudió enseguida junto a su compañero, que la esperaba todavía entretenido en el trabajo que ella le había encomendado. No obstante, en cuanto Lea explicó lo que acababa de pasarle y expuso sus conclusiones, todo se detuvo.

Lis no hizo acto de presencia la primera vez que Lea la llamó, pero cuando la palabra "destruidos" fue pronunciada se reveló de pronto, haciendo vibrar el suelo del cuarto superior, e incluso los marcos de la ventana y las paredes, con violencia.



-No. Mí'òo -reclamo, frunciendo llevemente el ceño desde las escaleras, con el cuerpo a medio surgir. Se fundió de nuevo, enseguida-. Guaardhà-murmuró, antes de desaparecer por completo una vez más.

Mientras ella iba, presuntamente, a buscar todos aquellos documentos, Lea y Adain se dedicaron algo más a aquella sala, contrarreloj. Pero, si bien el asunto de apilar libros de magia y otros estudios era sencillo, no daban con nada más que hablase de Lis. Ni siquiera era mencionada.

La chica de madera regresó a las escaleras poco después. No iba completamente oculta, aquella vez, sino que una especie de rama viajaba por la madera, portando un montón de papeles. Parecía no poder fundirse más que ella misma.

-Guaardhà -les dijo, muy seria.

Había hecho caso: había recopilado todos los papeles y se los tenía a los chicos con un gesto, desde fuera del sótano. Parecían todas las hojas arrancadas del cuaderno de cuero que faltaban. Había bastantes, todas ellas escritas.
Y una de ellas, tal vez por suerte o por desgracia, un fragmento de la que que parecía ser la última y poner fin al libro, estaba en primer lugar.

Spoiler:

Arriba pudieron escuchar que alguien llamaba a la puerta. La chica de madera se ocultó en el suelo, y pronto estaban los dos solos.

Lis se deja ver y parece tener claras sus intenciones por lo que miro a Lea.

-Guardémoslos entonces. -Digo simplemente, siguiendo buscando entre los libros.

No parece haber nada más que hable de las investigaciones relacionadas con Lis por lo que dejo la búsqueda. Será mejor que suba arriba y Lea me vaya alcanzando los libros para dejarlos en la sala de la caldera. Cuando me dirijo hacia la escalerilla Lis se deja ver, o más bien una parte de Lis. Asiento con firmeza y cojo las hojas, leyendo casi por inercia la que está sobre todas y además parece ser la última. Me limito a abrir la boca y mirar a Lea, alcanzándole el trozo de papel. ¿Pero qué cojones...?

Antes de poder decir nada un ruido llega de arriba, alguien llama a la puerta.

Cuando la puerta sonó, Lea tomó la iniciativa, y enseguida subió al primer piso, adelantándose antes de que nadie entrase. Además, Edmond parecía estar teniendo problemas en abrir la puerta, en aquel momento. Era como si aquella se hubiese encajado.
Sí, cedió, sin embargo, cuando Lea tiró de ella, y el hombre la miró confuso cuando lo empujó, evitando por los pelos que se le cayese alguno de los libros.

Había parado de llover.

Edmond mantuvo la mirada fija en la flamma, con expresión de no entender, hasta que ella habló. En aquel momento su gesto se ensombreció, serio.
Se agachó un momento, dejando los libros a un lado, en el suelo, y solo cuando estaba erguido de nuevo habló.

-De modo que tienes una hermana, eh... ¿Y dices que os lleváis mal?-. Apretó levemente la mandíbula-. Es una pena. Lo siento mucho. Es horrible cuando... la familia te desprecia de esa forma-. Miró a un lado, como si contemplase el paisaje-. Mi hermano Frederick era un joven un poco extraño, ¿sabes? Muy listo, pero muy extraño. Y aunque era algo solitario, siempre tenía tiempo para estar conmigo. Pero un día se fue y nadie volvió a saber nada de él. Hace cosa de un año descubrí que había muerto-. Apoyó la mano en una pared de la casa, acariciándola con cierta amargura-. Y todo lo que supimos de él en los años que pasó fuera...-. Apretó los dientes, mirándola furioso-. ¡Nada! ¡Y osa mandar una carta de pronto, de la nada, hablando de lo feliz que es con "ella"! ¡¿Quién es ella?! Estoy seguro de que se aprovechó de él... Incluso que lo mató, seguro. Lo engatusó para robarle sus estudios. Pero esos estudios me pertenecen a mí. ¡Pertenecen a la familia Godefrey!-. Tenía el gesto contraído y los ojos empañados. Sin embargo, Lea pudo ver cómo invocaba un hechizo en cada mano, amenazante, sin necesidad siquiera de pronunciarlo-. Me da igual qué esteis ocultando. ¡Tengo derecho a tener lo que le pertenecía!

Lea sale rápidamente antes de que pueda siquiera reaccionar. La oigo bastante lejos así que subo, quedándome en la sala de las calderas, apoyado contra la pared. Así que su hermano... La situación parece volverse más tensa cuando Lea recupera el turno, aunque dudo seriamente que Elmond vaya a aceptar tan fácilmente no le queda otra.
No me atrevo a asomarme más, será mejor que Edmond no sepa dónde estamos los dos por si decide hacer alguna tontería, parece bastante alterado. Siempre son líos de hermanos, siempre dan problemas. Miro a mi alrededor buscando algún signo de que Lis está cerca, aunque supongo que esté más cerca del follón que hay en la puerta. Cuando oigo que Lea termina de hablar y el chirrido de la puerta me indica que le va a dejar fuera me relajo y me incorporo.

Pese a que la respuesta de Lea no era agresiva, pese a que en principio estaba permitiéndole cumplir sus peticiones con que diese solo una documentación, Edmond solo frunció algo más el ceño. Aunque las lágrimas ya resbalaban desde sus ojos y se notaba cómo contenía los sollozos, los hechizos no desaparecieron.
Lanzó uno a la puerta, impidiendo que se cerrase, haciendo estallar la madera, invocando otro al instante.

-No te das cuenta... -murmuró-. Él no tenía más hermanos... Tras escuchar los rumores de que había algo en la casa, llegué a creer que quizás él había llegado a encontrar una forma de mantenerse con vida incluso después de haberla perdido... Pero es imposible.. ¡¿VERDAD?!-. Las ráfagas que envolvían sus manos aumentaron un poco su velocidad, amenazantes-. Llama a todo el que quieras. Ningún jinete vendrá a por vosotros si no doy la orden. Para cuando vuestros refuerzos lleguen, al menos yo podré...-. Le temblaban las manos, pese a todo, pero su poder era evidente en el aire, de alguna forma. Emanaba de él-. ¿Quién es el "fantasma"? ¡¿Acaso no es esto un complot desde siempre?! ¡¿Esa zorra me quitó a mi hermano y ahora ni siquiera puedo ver la casa en la que él vivió sus últimos años?! ¡¿Ni siquiera puedo saber cómo murió?! ¡No sois más que una panda de incompetentes! ¡Marchaos y contrataré a otros! ¡Vuestro trabajo aquí ha acabado!

Cuando oigo la explosión contra la puerta de la entrada me sobresalto. Suelto un gruñido frustrado y me dirijo a la ventana, que para mi sorpresa se abre sin problema a pesar del aspecto abandonado que al igual que el resto de la casa tiene. "Yo pensar, yo pensar"...Si Lis se hubiera decidido podría haberse escondido y nos la hubiéramos llevado a escondidas... Aunque entendía que no quisiera dejar la casa cada vez parecía más peligroso quedarse. Me quedo en la esquina de la casa. Están en el porche...

Con un par de aleteos subo hasta el segundo piso, con la intención de posarme sobre ellos y caerle por detrás si la situación se complica. A pesar de mis habilidades de vuelo estoy nervioso. Espero no hacer mucho ruido...O que el tejadillo no ceda... Con un poco de suerte su enfado y el tono de la discusión fueran suficiente para ocultar mis movimientos.

A medida que Lea hablaba, el hombre temblaba más y más, y los ojos se le empañaban. Terminó por atacar, definitivamente, cuando ella repitió lo de los documentos.

-¡YO NO TENGO NINGÚN DOCUMENTO! -bramó-. ¡NO HE SABIDO NADA DE ÉL DESDE QUE SE FUE! ¡¿CÓMO IBA A TEN...?!

Cerró la boca. El hechizo había sido detenido por una barrera de madera que había surgido repentinamente del suelo, que estalló en mil pedazos haciendo algunos cortes en la cara a Lea y Edmond, pero evitando que el golpe impactase en ella. Al mismo tiempo, del suelo brotaban raíces que trepaban velozmente por sus piernas, que atrapaban sus brazos y que, poco a poco, engullían su cuerpo, como si este hubiese sido atrapado por el tronco de un árbol.

-¿Qué...? ¿Qué tipo de magia es esta...? -murmuró, sorbiendo por la nariz, debatiéndose entre la madera, incapaz de abandonarla. Poco a poco aquella lo constreñía-. Para... ¡Para porf...!

Antes de que pudiese terminar la frase, una raíz alcanzaba su rostro, introduciéndose lentamente por la boca, llegando a la garganta, impidiéndole el habla y la respiración.

Adain, que había pasado perfectamente desapercibido, no podía ver desde su situación lo que sucedía dentro de la casa, y debía bajar si quería hacerlo. Sí podía, sin embargo, escucharlo.

No tengo visibilidad desde donde estoy pero los sonidos no dejan mucho a la imaginación. Doy un salto y agito las alas para frenar la caída, cayendo tras Edmond que se retuerce atrapado por la magia de Lis. Observo la situación unos segundos, asimilando lo que está pasando. Agito la cabeza para centrarme, son demasiadas cosas.

-¡Esto no está bien, para! -Tengo las manos levantadas pero no sé qué hacer. ¿Tirar de la rama? ¿Darle una patada? No quiero hacer daño a Lis pero dejarla seguir con todo esto la convertiría en algo horrible. Miro a Lea que está de pie en la puerta al otro lado de la escena. Abro la boca para decir algo más, para intentar frenar a Lis, para gritarle algo a Lea, quién sabe, porque ella interrumpe. Mantengo la boca ligeramente abierta mientras habla, ya van un par de veces que se pone así y deja de ser la tía seria que aparenta.

-Lis, tiene razón. -Me limito a añadir. -No te conviertas en alguien horrible.

Cuando Lea y Adain gritaron, las ramas terminaron por detenerse, casi perezosas, y lentamente abandonaron de nuevo la garganta y boca de Edmond, que temblaba y empezó a toser, recuperando el oxígeno poco a poco.

-¿Lis? ¿Niña? ... ¿Qué demonios estáis diciendo...? -preguntó mirando a los lados en cuanto hubo recobrado algo el aliento-. ¿Quieres decir que esto lo ha hecho...?



Emergió frente a él, ya liberado, pero de rodillas en el suelo, agarrándose todavía la garganta. Fruncía el ceño muy seria, mirándolo.

-Lis -le dijo-. Cas'áah... mìáah.

[...]

Lis permitió que Edmond entrase en la casa y revisase tanto el sótano como la habitación de su hermano, Frederik, pero no que subiese a la última planta, en la que estaba su habitación. Tampoco se permitió que el hombre leyese nada de lo relacionado con ella, pero pudo ver los motivos de la causa de su hermano, así como sus notas sobre algunos temas. La niña de madera, por su parte, se mantuvo en su cuarto en casi todo momento, aunque a veces los guerreros veían temblar suavemente las paredes y sabían que estaba allí.

Para cuando aquello acabó, la noche ya había llegado por completo, y el frío y humedad se hacían más evidentes. Edmond había dejado el enfado a un lado, y se mostraba desde hacía tiempo sumiso, arrepentido, avergonzado por su comportamiento.
Estaban en la sala de la caldera.

-Supongo que siempre busqué echarle la culpa a alguien... Cuando se fue de casa yo apenas tendría once años... Es duro, cuando eres un niño, sentirte así, como abandonado... Pero supongo que eso no me da derecho a hacer lo que hice. Fue decisión suya, al fin y al cabo-. Carraspeó, mirándolos-. Yo... Lo siento mucho.

Cierro los ojos aliviado cuando Lis se calma. Supongo que lo de mantenerlo en secreto es una tontería a estas alturas...

Finalmente parece que Edmond se tranquiliza y podemos entrar con él a la casa, viendo cómo va reconstruyendo la vida de su hermano y descubriendo los motivos de su muerte. Lis no hace acto de presencia pero se nota que está atenta. De alguna forma entendía a Edmond, aunque no sus métodos. Si se hubiese puesto así con su hermano y no con unos desconocidos a lo mejor pudiera haber estado con él antes de que muriera... También sentía que el tal Frederik tenía parte de la culpa pero de una manera que me incomodaba más.

Finalmente acabamos en la sala de las calderas de nuevo y Edmond se dirige a nosotros. Al menos está arrepentido y parece que no tiene tantas ganas de deshacerse en halagos hacia su persona.

-No tiene sentido echarle la culpa a nadie a estas alturas. Bien su distanciamiento o tu reacción no importan ya, siempre que al menos te des cuenta de lo que estabas haciendo. -Estoy de pie frente a él, firme, con las manos a la espalda. Veo por la ventana que ya no hay luz fuera y tuerzo ligeramente el labio. Asiento ante su disculpa. Al menos hemos conseguido controlarlo antes de que hiciera nada realmente grave...Bueno, Lis. Es justo entonces cuando Lea la menciona, por lo que me giro para mirarla y asiento lentamente ante lo que dice.

Edmond llegó a esbozar una sonrisa a lo que los guerreros le decían, sintiéndose un poco más tranquilo tras sus palabras. Asintió, entonces, retomando la seriedad cuando Lea dijo lo de Lis, y alzó la vista hacia el aire, como esperando ver una figura asomar en alguna parte.

-Yo... Siento mucho lo que he hecho. Creí que echaba de menos a mi hermano más que nadie... Supongo que puedes entenderme, aunque eso no excuse mi comportamiento. De veras que... lo siento. Supongo que a partir de ahora podrás vivir aquí tranquila. Nadie más que tú tiene derecho sobre esta casa, al fin y al cabo...

Tras sus palabras, el silencio duró varios segundos. Llegado el medio minuto, cuando nadie parecía esperar ya mucha más respuesta, Lis emergió lentamente de una de las paredes, a espaldas del hombre.



-Freéèd...-. Aquello fue lo primero que dijo-. Ya no eéhs. Tristèe, pero...-. Bajó la vista un momento, pensativa. Para cuando volvió a mirarlo, estaba muy seria-. Noò olfvides-. Se volvió entonces hacia los guerreros, pensativa, entonces, pero terminó por sonreír-. Fvoìy... Noò maà...s ssola. Pero casa mìíaa. Podéeis fviviìr tambihèén -les propuso, entonces, a ambos-. Hafìtacihón livbrè.

Continúo firme ante las palabras de Edmond pero relajo el rostro, dejando ver una sonrisa cuando finalmente acepta que la casa es de Lis. La joven árbol no tarda en aparecer tras él. Parece que finalmente Edmond podrá aprender de los estudios de su hermano y que Lis no estará sola... Supongo que si todo el mundo sale ganando es que todo ha salido bien... Sonrío ante el comentario de la pequeña.

-Me temo que tenemos que irnos, Lis. Hay gente que nos espera y tendremos más personas como tú a las que ayudar. -Decido que a falta de otra "personas" es una buena palabra. Tampoco veo del todo mal el ofrecimiento, es mejor sitio para esconderse que Brontë... -Pero gracias. Espero que la trates bien Edmond, o volveremos. -Esta vez me dirijo al joven, con el gesto serio, aunque acabo dibujando una sonrisa. -Le gustan los dulces y la música. Hay una partitura de tu hermano en el piano.

Miro a Lea cuando habla, sopesando lo que dice. No me importaría que viniera con nosotros pero... No era el más indicado para saber lo que es apreciar el hogar pero entendía a Lis.

-Eres libre de decidir lo que quieras, quedarte o venir a Brontë con nosotros. Elijas lo que elijas nos ocuparemos de que no te pase nada malo.

Lis bajó los ojos primero, con las palabras de Lea, asintiendo levemente. Cuando fue Adain el que habló, sin embargo, arrugó el ceño, contrariada, y dirigió una breve mirada a Edmond, que pronto se vio sustituido de nuevo por Adain en sus ojos.



-No -declaró enseguida, tajante-. Él su cáaàsa. Esta dhè Lis. Si querhèeis voosotros, visìhita. O Lis dejháa fviviìr aquhí-. Los miró de nuevo, a los dos, de forma alterna. Parecía estar pensando mucho. FInalmente sonrió-. ¡Ahòoora yo fvisitóo! Y vacaciòhoones A...Daíhn... y Lèeha vihènen-. Dejó una breve pausa más antes de aclararlo, por si volvía a haber alguna duda-. Yo fvoy. Pero caasa mhía. Solo pruehéba.

Levanto las cejas ante su respuesta. Tiene más sentido...Además estaré más tranquilo si Edmond se aleja y no vuelve. Aunque dejar a Lis sola pensando que pudiese volver...Lo ha prometido, pero...
Inclino la cabeza a un lado cuando vuelve a hablar, dudando.

-Entonces...¿Te vienes de visita? -Sonrío, la verdad es que le vendrá bien estar rodeada de más gente después de haber estado quién sabe cuánto sola. Y por su puesto la casa es suya. No creo que nadie en Brontë se moleste, claro...

Me acerco más cuando Lea habla y tras la mirada que me echa recuerdo las cosas que he ido cogiendo. Los apuntes de Lis se los había dado a Lea pero recordé el libro de dibujos y las otras 3 piedras brillantes. -Oh... -Me pongo la mano en el pecho, palpando el bolsillo que tiene ahí la chaqueta. -Creo que esto es tuyo, Lis. -Saco el colgante de hojas doradas y se lo enseño. Dudo entre si ponérselo o no, ya que si quisiera meterse en la madera al parecer tendría que dejarlo fuera. Me limito a dárselo y que ella decida qué hace con él.

Lis miró los objetos que les tendían con cara de no tener muy claro qué eran. Finalmente, tras una breve duda en la que examinaba las expresiones de los dos guerreros y luego las piedras, esbozó una sonrisa.

-Rèeghalo -les dijo, asintiendo muy segura. Al fin y al cabo, como bien había reflejado su mirada, no sabía bien qué eran.

El libro, no obstante, lo abrió, contemplando las imágenes con cierta nostalgia, y aquello no lo devolvió. Y cuando vio el colgante que Adain le tendía, los ojos se le humedecieron y lo tomó con avidez. Tras aquello desapareció un rato por la casa, sin decirles nada.

Aquel tiempo lo aprovechó Edmond para darles las gracias de nuevo y recompensarlos también, tanto por haberlo ayudado a saber lo que le había pasado a su hermano como por las molestias causadas.
Les entregó a cada uno un ejemplar de un libro escrito por él, un vale de descuento en uno de los carros familiares y algunas cosas más, satisfecho.

Lis arregló la casa. Las paredes parecieron rejuvenecer, y los rasguños se repararon por sí solos. Cerró todas las habitaciones, fundiendo las puertas con las paredes. Luego, cuando estuvo lista y lo hizo saber, abandonaron el lugar.

MISIÓN CUMPLIDA

Recompensa:

-3 piedras de nébula para cada uno
-Un ejemplar de un libro de Edmond para cada uno. No dicen nada en particular y son intercambiables.
-Vale de 35% de descuento en un carro Godefrey. Siguen siendo caros, pero.
-Vänine para Adain.

Spoiler:

-Infinita información sobre Lis para Lea (salvo que comparta)
-3 pases para un Balneario famoso de Ventus para cada uno (Con hotel y cena incluida. Gracias, Edmond )
-Una casa para las vacaciones (o para vivir, según Lis)
-Una visitante inusual en Brontë.
-Ah, y 2 puntos de experiencia por cabeza.