Adolescencia y problemas

Tengo ganas de cerrar los ojos y de suspirar, pero no puedo permitirme perder ni un detalle de lo que hay a mi alrededor. Hasta que dé con Massen no pienso parar. Y empiezo a dudar que esté siguiendo su camino, quizás ella se ha desviado. Aunque no tiene sentido, porque el rastro va por aquí.

Una caja. ¿Qué puede haber dentro de una caja que sea tan importante?

Cualquier cosa. Ese es el problema.

Cuando me encuentro con un trozo de hielo clavado en un tronco siento sierto alivio. Por la forma en la que está clavado, es improbable que haya sido en un ataque: es una señal.

-Por aquí -indico, continuando tras unos pasos que de pronto se me hacen aleatorios y extraños.

¿Y qué pasa si hay peligro real? ¿Debería estar corriendo con Keith hacia allí? ¿Voy a poder protegerlo si pasa algo?

El bicho era rápido, más de lo que parecía. Conseguí esquivarlo, pero no podía bajar la guardia. Y, por supuesto, seguía sin emitir ningún sonido. Pero estaba ahí, era real y palpable, aunque, por lo que parecía, con una resistencia considerable. ¿Qué era? ¿Un gólem? No parecía exactamente eso. Tampoco me daba mucho tiempo para analizarlo.

Cuando conseguí algo de distancia, pude ver más allá... pisadas que seguían y rastro de un fardo arrastrado. Mierda. Tenía la esperanza de que estuviera solo. Pero tenía que seguir adelante; no podía pararme con él.

Me hice a un lado para evitar la trayectoria de su embestida tan rápidamente como pude. Si conseguía evitarlo, lo siguiente sería invocar un vlino y hacerlo estallar en contacto con él. Tenía que ganar distancia cuanto antes para seguir adelante, aun a riesgo de que viniera a perseguirme. Si lo dejaba atrás, lo sentiría por Alehyss, que sería la próxima en toparse con él. De todas formas, sabía que tenía las mismas posibilidades que yo de vencerlo. Y tenía que encontrar a Fran.

Alehyss se puso en rumbo siguiendo la nueva marca dejada por Massen, guiándose luego por aquellas marcas inconfundibles en el suelo, mezcla de ramas rotas, huellas y demás. Resollando tras ella, Keith parecía cada vez más incapaz de seguir, pidiendo con su respiración una bajada de ritmo, pero parecía ser capaz de seguir.

Tras un rato de carrera, Alehyss vio una zona de tierra batida, con un nuevo trozo de hielo clavado, aquella vez en el suelo. Había también un nuevo rastro, diferente al anterior, con huellas más profundas y pesadas y lo que parecía un surco, como si algo hubiese sido arrastrado por el suelo.



Massen logró esquivar aquella embestida, aunque creyó que había estado cerca de alcanzarla. No podía jurar aquello, ya que la criatura no causó ninguna corriente de aire ni nada que pudiese sentir cuando pasó junto a su cuerpo. Ni siquiera parecía emitir ningún olor.

Al haber embestido, aquel ser se detuvo algún metro por delante de Massen, y no tuvo tiempo a volverse hacia ella para ver venir aquel hechizo. Cuando fue alcanzado y el vlino estalló, la criatura salió despedida, cayendo de bruces al suelo, dejando al hacerlo una zona hundida por el impacto. Se mantuvo inmóvil por un par de segundos y luego empezó a levantarse, pero para entonces Massen había proseguido con su camino.

Encontrar y seguir aquellas huellas no fue difícil, ya que estaban profundamente clavadas en la tierra, dejando constancia de cada paso. No tardó mucho en encontrar una nueva cosa extraña: una criatura similar a la que había dejado atrás, pero de alguna forma incompleta, sin aquella capa rígida, se encontraba en el suelo, envuelta sobre sí misma, sin una forma plenamente definida. La masa que formaba latía y se movía, como si se tratase de brea pulsante. La especie de forma cristalina que tenía, similar a un ojo, se desplazó sobre la superficie viscosa y se dirigió hacia Massen, pero no hizo más amago que aquel de moverse.

Realmente la presencia de aquel ser era perturbadora. Era como si estuviera allí y a la vez no, como si no todos mis sentidos me ofrecieran la misma información. En mitad de la noche, depender solamente de la vista para detectar al enemigo no me hacía ni pizca de gracia.

No me quedé a mirar qué pasaba con el impacto de mi hechizo, pues ya había echado a correr de nuevo, siguiendo el rastro en busca de Fran. Así fue como di con la segunda criatura, que no inspiraba mejores sentimientos que la primera. Esta, al menos, parecía no tener mucha intención de moverse. Iba a dejarla estar y pasar de largo, pero entonces lo pensé mejor. No sabía si era un ser hecho a medias o si estaba en formación, y si era la segunda opción, prefería intentar que no se hubiera formado del todo para cuando Alehyss llegase a aquella altura. Invoqué un pisflivire y lo dirigí de lleno contra la masa pulsante y contra aquella especie de ojo, buscando atravesarla.

Si nada me lo impedía, el siguiente paso sería seguir buscando el rastro que seguir; si la criatura anterior no era la que había dejado aquellas huellas y el rastro de una carga, todo indicaba que esta tampoco lo era. Sentía que estaba perdiendo el tiempo con algo que ni siquiera entendía.

Viendo el estado de Keith, y que aquí hay cosas extrañas, decido permitir que nos detengamos un momentos. Tampoco quiero agotarme yo y perderme algo importante.

Me dirijo enseguida a la estaca de hielo y cavo un poco en la tierra que hay junto a ella. Quizás Massen me ha dejado la marca ahí por algo. No obstante, enseguida descubro la mitad del medallón que alguna vez me ha mostrado. Asumo que la ha dejado ahí por seguridad, por si necesita volver. Me parece peligroso tomarla: realmente no sé qué pasaría si la activa llevándola yo encima. Vuelvo a enterrarla y me centro entonces en las huellas.

-¿Por qué no pudisteis abrir la caja? -pregunto a Keith. Espero que ahora que puede descansar un poco esté más colaborador-. ¿Qué iba a hacer Fran con la caja? ¿Cómo iba a deshacerse de ella?-. Las huellas son muy profundas. No sé si tiene sentido que se trate de alguien con armadura. El suelo no es tan blando, diría-. ¿Y por qué ahora?

No dedico más tiempo del que considero necesario para examinar las marcas. Enseguida me levanto y miro de nuevo al chico.

-Vamos -indico, echando a correr de nuevo, siguiendo el nuevo rastro-. No te separes.

Keith hubiese respirado aliviado cuando se detuvieron, de no ser por la falta de oxígeno. Mientras Alehyss comprobaba el entorno, él se apoyó contra un árbol y respiró hondamente. Aunque enseguida fue reclamado por la chrysos, que empezó a hacer preguntas mientas investigaba.

-No sé... No tenía cerradura, ni ningún mecanismo-. Jadeó-. Intentamos forzarla, pero fue imposible. Estaba demasiado dura. Tampoco queríamos romperla... Pensamos que ya buscaríamos la forma... más adelante-. Bajó la vista. Casi parecía avergonzado-. Fran iba a dejarla en el bosque. Enterrarla... o algo-. Miró de reojo el agujero que Alehyss había examinado-. Quizás... quizás ahí... No lo sé...

Tardó algo más en responder a la tercera pregunta. De pronto, parecía mucho más incómodo.

-Nos la turnábamos... La caja. Era... como que íbamos a venderla, pero... Era muy bonita y queríamos quedárnosla... Cada vez que la tenía demasiado tiempo no podía quitarme eso de la cabeza. Que me la quería quedar... Fran igual... Y a la vez nos sentíamos cada vez más débiles y nos dio miedo...-. Sus ojos se iluminaron de pronto, casi agresivos-. ¡¿Crees que ha huido para quedársela ella?!

No tuvo mucho más tiempo a hablar. Pronto la guerrera lo instaba a correr de nuevo, y aunque abrió la boca para proferir una queja, terminó por asentir y seguirla de cerca, como le había pedido.

Corrieron un poco más hasta que se toparon con una criatura que los miró y, acto seguido, se lanzó a por ellos, silenciosa.




Massen se detuvo frente a aquel amasijo negro que quizás la mirase. Y, tras una breve duda, decidió atacar a aquella especie de ojo cristalino que se fijaba en ella. El orbe no se movió al ver venir las esquirlas, por lo que era difícil asegurar que realmente fuese un ojo.

Cuando el hielo traspasó aquella esfera, de nuevo, no se escuchó sonido alguno. Lo que sí pasó es que aquel cuerpo amorfo estalló, también silencioso, y una materia pegajosa y semilíquida saltó abundantemente en todas direcciones.

Massen no pudo evitar por completo que aquello la salpicase. En el momento exacto en el que aquello rozó su mejilla, lo sintió. Sintió un roce frío, pero que a la vez quemaba. Sintió un dolor tremendo que empezaba en aquel punto pero se extendía por todo su cuerpo en oleadas. Finalmente, sintió desdicha, la más pura desdicha y sufrimiento, sin motivo que la justificase, sin visiones extrañas, solo aquella sensación espantosa y oscura, insoportable. Y ruido. Mucho ruido en su cabeza. El ruido más atroz, todo el ruido imaginable, como miles de voces chillando mientras el mundo temblaba ensordecedor.

Aquello duró lo que le pareció entre unos segundos y una eternidad y desapareció de la misma forma en la que había llegado. Se sentía perfectamente de nuevo, como si le hubiesen arrebatado aquella sensación.

No tardé en arrepentirme de haber seguido mi razonamiento. Quise apartarme de la trayectoria de aquella cosa, pero eran demasiadas trayectorias que esquivar. En cuanto aquello me rozó, me quedé paralizada. Jadeé y caí de rodillas, estremeciéndome y en completa tensión. Quise sollozar, pero sentí que no tenía aire para hacerlo.

Cuando pasó, quise tragar saliva, pero tenía la boca seca. Traté de frotarme la mejilla, de quitarme los restos de aquel lo que fuera. Ojalá pudiera advertir a Alehyss. No dudaba que aquel otro ser que había dejado atrás, aquel lo que fuera, tendría el mismo efecto, si no peor. Pero me obligué a seguir adelante.

Me incorporé tan rápido como pude y traté de localizar el rastro de nuevo. Tenía que encontrar a Fran.

Cuando me explica que la caja les hacía sentir cosas como la necesidad de tenerla y al mismo tiempo debilidad, entre otras cosas, no puedo evitar poner los ojos en blanco. Por pura ira. Me cuesta evitar que una chispa abandone mi piel. Estoy muy enfadada. Pero ya estamos aquí. Por culpa de estos niñatos, pero estamos aquí.

No digo nada, porque no merece la pena. Es mejor que guarde el aliento para lo que sea que esté pasando. No sé si quería huir para llevársela, pero diría que las marcas de arrastre no dan a entender que haya huido nadie. Y no creo que Fran sea la que pesa media tonelada.

No tengo, de todos modos, mucho tiempo para darle vueltas a las cosas. Cuando quiero darme cuenta, una figura nos está embistiendo. No sé qué es y nunca he visto nada semejante. Apenas he logrado verlo cuando ha entrado en mi campo de visión. Es como... si no hiciese sonido alguno.

Estoy a punto de apartarme, pero claro, Keith viene conmigo. Lo agarro y tiro de él con fuerza para tratar de sacarnos a los dos de la trayectoria de un ser que resulta mucho más rápido de lo que su aspecto da a entender.

El tiempo y esfuerzo que Alehyss utilizó en apartar a Keith de la trayectoria de aquel ser estuvo a punto de hacer que la alcanzase. Notó cómo una de las garras se enganchaba en la zona de la espalda de su camiseta y la rasgaba limpiamente, sin llegar a rozar su piel. Keith no pudo evitar chillar en aquel proceso, pero acabó completamente ileso. Cuando Alehyss le dio la orden, obedeció de inmediato y reculó hasta pegar su espalda al tronco más ancho que encontró.

-¡¿Qué es eso?! -chilló con constenación.

La criatura, por su parte, terminó de avanzar y se volvió velozmente, clavando aquella especie de ojo cristalino en Alehyss, que estaba más cerca. La chrysos había podido darse cuenta de que la parte trasera de aquella especie de coraza que llevaba estaba resquebrajada en varias zonas.

Pronto la criatura avanzaba de nuevo, incluso más velozmente que antes, con los brazos extendidos como si pretendiese abrazarla o ensartarla con aquellas afiladas garras en las que terminaban sus extremidades.


La piscis se recompuso lo más rápidamente posible. Cuando llevó la mano a su mejilla, se dio cuenta de que no sentía nada al contacto, y que su mano estaba limpia cuando volvió a mirarla.

A su alrededor, las manchas negras que se habían esparcido empezaban a emitir una especie de vapor negro y a ascender, uniéndose en una especie de voluta de gas negruzco por encima de su cabeza. Poco a poco las salpicaduras desaparecían del suelo, pero aquel vapor, lejos de ascender infinitamente o de quedar suspendido, formó una línea, como si se tratase de un río siguiendo su cauce, y comenzó a seguir un claro camino: el de aquellos profundos pasos que avanzaban por el bosque.

El mismo camino que ella pretendía seguir.

Mi primer instinto fue taparme la nariz, temiendo que aquel vapor oscuro que se estaba formando fuese a causarme los mismos efectos que el contacto con la viscosidad de la que provenía. Pronto comprobé que no parecía ser el caso.

Fruncí el ceño. No me gustaba en absoluto nada de lo que estaba pasando. Esperaba que Alehyss estuviera bien.

Eché a correr de nuevo. No era tanto siguiendo aquel curso oscuro como tratando de adelantarlo, siguiendo las huellas que me habían guiado hasta entonces.

Es espeluznante, la verdad. La forma en la que su movimiento no hace ruido ni parece mover el aire, pero sí deja huellas profundas en el suelo, no me gusta. Hace que sea más complicado notar cuándo se acerca, y de alguna forma me obliga a desconfiar de mis sentidos. Y eso es algo que odio, porque en más de una ocasión me han salvado la vida. Pero ahora todo depende de mi vista.

Por lo menos, con Keith pegado a un árbol, y espero que pendiente de su entorno, tengo algo menos de lo que preocuparme (tanto). Al menos no deberían poder atacarle por la espalda.

La cosa inmunda que tengo delante vuelve a correr hacia mí. He visto una zona resquebrajada que tiene en la espalda, en esa especie de coraza, por lo que asumo que ha tenido un enemigo antes que yo. Tuerzo una sonrisa mientras me preparo, viendo venir a la criatura. Calculo la distancia precisa y en el último instante me echo a un lado, agachando el cuerpo en lo que me salgo de su trayectoria y lanzando un tajo a su pierna derecha, a su corva. No sé si su anatomía funciona como la nuestra, pero si secciono los tendones debería volverse bastante más lento.

No me detengo al lanzar el corte y continúo corriendo para volverme unos metros más adelante. No voy a pararme al lado de esa cosa ni loca.

Alehyss logró evitar el roce de las garras de la criatura apartándose en el momento indicado, y en su avance para apartarse de ella consiguió dejar un corte preciso en el lugar que buscaba, pero no encontró tendones ni nada similar. La hoja de su puñal se hundió en una zona blanda del cuerpo de aquel ser: demasiado blanda. Era casi como si después de la capa flexible que formaba una especie de piel hubiese solo una sustancia de textura sumamente espesa, que no llegaba a ser sólido como la carne. Y no había rastro de tendones. No alcanzó tal profundidad como para saber si había algo parecido a un hueso.

Alehyss, tras separarse, pudo ver cómo la criatura avanzaba un poco más, y le pareció que de la herida empezaba a brotar aquella sustancia lentamente, deslizándose por el resto de su pierna.  Después una especie de vapor oscuro comenzó a salir de aquella zona.

El ser se volvió con algo más de lentitud, dándole un momento para pensar.



Massen, que era rápida, consiguió ir más deprisa que el vapor que avanzaba y seguir ella misma las huellas. Corrió por un buen rato, sin perder el rastro, y tras un par de minutos finalmente vio algo.

Algunos metros más adelante había una figura, aún demasiado alejada como para que pudiese determinar su forma en la oscuridad. Pero era, sin duda, más grandes que el ser al que se había enfrentado, y mucho más que el amasijo que había destruido. Su forma, además, no era la misma: no era capaz de diferenciar algo que fuese la cabeza, y las sombras que era capaz de ver no eran lógicas. Las piernas no llamaban la atención, pero el torso y los brazos parecían más bien estructuras con protuberancias amorfas.

Agarrado con lo que parecía el brazo derecho de lo que fuese aquello, un bulto más pequeño era arrastrado por el suelo, asido por lo que parecía un ala.

Desde aquella distancia no podía precisar muchos más datos.

En cuanto vi a la criatura y la forma que arrastraba, mi mente empezó a trabajar a toda velocidad. Un pisflivire, por lo que había podido comprobar, no era la mejor de las ideas; no quería recurrir a elementos cortantes que me pudieran exponer de nuevo al líquido que rezumaba aquella criatura. Ni a Fran, si es que era Fran el fardo alado que arrastraba.

Mi primer instinto era recurrir a un vlino, pero, por muy bien que lo dirigiese, temía el daño que la onda expansiva podría hacerle a la aether. Al final me declaré por lo clásico y, cuando me vi cómoda con la distancia, apunté un aquaerum hacia el hombro de la criatura, si es que podía llamársele así. Quería que soltara a su rehen para poder enfrentarme a ella con más comodidad.

─¡¿Fran?! ─llamé, esperando una respuesta que me indicase que estaba consciente o un silencio que sugiriese lo contrario.

Parece que, de alguna forma, he tenido éxito, aunque no he sentido que cortaba nada sólido, realmente. Es como si no fuese más que un saco de piel relleno de algo pegajoso. Es asqueroso. Aún así, diría que sus movimientos son algo más torpes.

No ha hecho ningún sonido tampoco ahora. No sé siquiera si siente algo, aunque hasta el momento no lo ha demostrado. Salvo que sienta el deseo de matarme, pero no parece algo tan profundo. Aunque sigo sin tener ni idea de lo que es. Como sea, sin importarme el motivo, no pienso dejar que me mate.

Aprovecho el momento en el que se vuelve, pero todavía está lejos, para apuntar a ese círculo rojo que tiene en el pecho y lanzar el puñal para intentar atravesarlo. Lo cierto es que es como si alguien le hubiese pintado una diana ahí. Me preparo entonces para recibir una nueva embestida, afianzando las piernas para poder evitarlo, mientras tomo, esta vez sí, mi kusarigama. Si tengo que cortarlo, mejor que mi filo sea lo más largo posible.

Alehyss decidió cambiar de arma, pero en vez de guardar el puñal que usaba lo lanzó contra la criatura. Su ataque no se clavó justo en el centro de aquella zona cristalina, pero sí a su lado, en la zona roja, provocando que una gran cantidad de aquella sustancia negra empezase a salir también por allí, quizás más abundantemente que por la pierna. De nuevo, aquello se convertía en vapor, que comenzaba a ascender y a unirse con el que salía de la otra herida. Lo extraño era que aquella masa gaseosa no subía indefinidamente o se mantenía en el aire, sino que formaba un camino oscuro que seguía las marcas de pasos internándose en el bosque.

Keith contemblaba el intercambio de ataques desde su posición, pálido y asustado. La chrysos estaba ligeramente más lejos que el chico, preparada para enfrentarse a una nueva embestida. Pero pronto pasó algo con lo que ninguno de los dos contaba: la criatura pasó de lanzarse hacia Alehyss para correr hacia él, que se quedó momentánteamente paralizado en el sitio.


Massen se acercó lo suficiente para asegurar su tiro. Al reducir la distancia pudo definir mucho mejor aquella criatura y delimitarla. Era grande, con algo más de dos metros de alto, y su envergadura la volvía un objetivo fácil. La alcanzó en una zona de la espalda, y saltaron un par de esquirlas de aquella especie de materia dura que parecía cubrirla.

La criatura se detuvo de pronto.No soltó el buslto, que desde aquella distancia Massen pudo asegurar como Fran, pero lentamente, mucho más que la otra criatura más pequeña que había visto, se volvió hacia la piscis.


Massen se encontró con un ser similar a los que ya había visto, pero que parecía más grande, más fuerte y más blindado. En uno de sus brazos, o lo que aquello fuese, llevaba asida el ala de Fran. En el otro llevaba algo pequeño, que no era capaz de distinguir bien desde aquella distancia, pero que parecía una especie de caja.

Y de aquel contenedor empezó, justo en aquel preciso instante, a deslizarse, como si gotease, una oscura brea negra, que formaba una especie de charco, de amasijo, en el suelo.

Mierda. Ni siquiera había pasado tanto tiempo enfrentándome a los otros dos para definir sus puntos débiles en condiciones, pero por su aspecto aquel bicho estaba relacionado pero era manifiestamente peor que los otros. Parecía lento, pero tras mi primer encuentro no iba a dejarme engañar por eso. Tampoco me hacía ninguna gracia el líquido que rezumaba y que, sospechaba, estaba relacionado con las otras criaturas. Fueran lo que fueran.

Preparé un tiro doble, dos aquaerums que dirigí a dos puntos bien escogidos: Uno, directamente contra la caja que sostenía en una mano; a riesgo de que estallara con más de aquel líquido, no quería que consiguiera llegar a formar otra de esas criaturas. Tampoco sabía el tiempo que tardaba en hacerlo, considerando el estado de la última que me había encontrado. Todo aquello, considerando que mis asunciones eran correctas. El otro aquaerum lo dirigí contra el mismo hombro al que había apuntado antes, con la esperanza de debilitarlo y que acabase por soltar a Fran.

Me preparé para esquivar cualquier ataque que pudiera dirigirme, a sabiendas de que dependía de mi visión nocturna y de que no sabía cómo prever sus movimientos.

No contaba con que pasase de atacarme a mí a atacar al chico sin ningún tipo de provocación por su parte. No sé si es inteligente y sabe que antes he intentado protegerlo o si es que, simplemente, él estaba más cerca. Teniendo en cuenta la actitud de la criatura hasta este momento, por desgracia, me atrevería a decir que es eso segundo.

Por supuesto, Keith está paralizado. No puedo decir que no lo entienda, pero resulta tremendamente frustrante. Pero para eso estoy aquí, se supone.

Me pongo en marcha enseguida, girando la cadena con la mano izquierda y me centro en la pierna que he herido. Mi intención es atraparla y tirar con fuerza de la cadena para que no consiga seguir corriendo. Con un poco de suerte, esa pierna, además de más torpe, será más débil.

-¡Sal de ahí! -grito, a ver si reacciona.

Justo en ese momento lanzo la cadena y esprinto para tratar de ponerme, al menos, a la par con la criatura. Si no consigo que se detenga, al menos que se centre en mí.

Keith se mantuvo inmóvil un instante pero la voz de Alehyss, junto con la imagen que se cernía sobre él, parecieron suficientes alicientes para que terminase reaccionando. Se echó a un lado, quizás más tarde de lo idóneo, pero todavía dentro del margen de tiempo necesario.

En cualquier caso, Alehyss no se limitó a gritar, sino que también lanzó su cadena a la pierna herida del ser, consiguiendo enrollarla y ralentizar su avance, así como hacerlo trastabillar un instante, dando a Keith un poco más de tiempo para alejarse.

Alehyss, sin embargo, no tuvo tanta suerte. La criatura era más fuerte que ella, y aunque con el tirón a su pierna abrió la herida y aumentó la pérdida de aquella brea que abandonaba su cuerpo, también la arrastró un poco tras el ser. Cuando se puso a su lado para atraer su atención, lo consiguió.

Más rápido de lo que hubiese esperado, sin que ningún indicio avisase de que aquello iba a suceder, Alehyss se encontró con un zarpazo directo, que buscaba cortarla de arriba abajo.

El vapor que emanaba era cada vez más abundante .



Massen acertó sus dos tiros. Con el primero de ellos alcanzó con mucha precisión aquella caja, que salió volando de la mano del senorme ser blindado y cayó varios metros por detrás, dejando caer un reguero de aquella sustancia negra en su trayectoria. No parecía haberse roto. El otro aquaerum, el que lo golpeó en el hombro contrario, hizo saltar nuevas esquirlas de aquella materia dura que cubría el cuerpo.

Massen pudo darse cuenta de que aquella sustancia que estaba en el suelo, tanto la que había estado cayendo antes como la que había salido de la caja cuando esta había sido arrancada del agarre de su oponente, parecía estar reptando para reagruparse. Poco a poco la forma del amasijo le recordaba más, como temía, a aquella forma que se había encontrado de camino.

No tuvo tiempo a fijarse demasiado en aquello, de todos modos: la criatura sí reaccionó a aquel ataque soltando a Fran, pero no de la forma en la que Massen esperaba. El ser, en un movimiento, lanzó a la chica inconsciente hacia Massen, con fuerza, utilizándola como proyectil.

NOTA: Esta criatura es considerablemente más lenta de Massen, por lo que Massen tendrá derecho a una acción extra cada turno, a mayores de las que le permitan sus habilidades, técnicas y hechizos.

Parecía que mis gestos iban guiando a la criatura hacia lo que yo quería... O quizás no tanto. Abrí los ojos como platos al ver que lanzaba a Fran contra mí. Lo que me faltaba.

Apreté los dientes, clavando mi posición en el suelo y preparándome para aguantar con lo que supusiera recibir a Fran contra mí a aquella velocidad. Traté de encajar el golpe de su cuerpo contra el mío lo mejor que pude, intentando que tanto para ella como para mí los daños fueran mínimos.

Una vez tuviera a Fran conmigo, al menos, tendría mayor libertad para enfrentarme a la criatura en cuestión. Para empezar, para lanzar un vlino contra lo que se estaba formando en el suelo antes de que terminase de conseguir autonomía para atacarme. A aquella distancia esperaba que no me salpicase, pero si así era, aquella vez estaba preparada para protegernos de aquella viscosidad asquerosa.

No me gusta luchar protegiendo a otros. Evidentemente, no voy a dejar que maten a Keith, pero mi estilo de combate no se centra en exponerme a que me golpeen, sino en encontrar el momento perfecto. Y no hay momentos perfectos cuando te ves forzada a estar pendiente de alguien constantemente. Aunque imagino a gente, Rick Dehnel por ejemplo, que estarían en su salsa. Buen podrían haberlo mandado a él.

La criatura me ataca sin mirarme siquiera. No es como si tuviese ojos en la cara, o como si fuese una criatura remotamente similar a algo que haya visto, así que si me extraña es porque me había hecho mis ideas basadas en lo que es habitual.

Por un instante me planteo retroceder, pero finalmente cambio de idea: mi cadena sigue enganchada a su pierna. En lugar de eso intento evitar el ataque retorciendo mi cuerpo, flexible por naturaleza, para terminar de acercarme por completo y lanzar yo misma un tajo contra esa marca roja de su pecho, junto al puñal que sigue clavado y que hace brotar esa materia asquerosa y ese vapor tan extraño.

Es una maniobra peligrosa porque puede alcanzarme. Pero no he llegado hasta aquí para retroceder cada vez que hay un mínimo peligro. Y cuánto más se alargue esto más puede aparecer un nuevo peligro o Keith puede acabar en medio de otro ataque.

Alehyss tomó una decisión peligrosa, avanzando para cortar a su enemigo, en vez de retroceder y tener más espacio para maniobrar. Se contorsionó para adaptar su cuerpo rápidamente al poco espacio que tenía de maniobra y, si bien consiguió evitar el golpe directo, una de las garras de la criatura trazó una línea en su antebrazo izquierdo, causando una herida no peligrosa, pero dolorosa y sangrante. Pudo, a cambio, terminar su propio ataque, que descargó sobre aquella pieza roja en el centro del pecho de la criatura.

Cuando la punta de su kama atravesó aquella pieza, la criatura estalló, cubriendo a Alehyss por completo de la masa negruzca de la que se componía. Enseguida pasó a sentir la sensación más espantosa que podía imaginar, como si la quemasen desde dentro, mientras su cabeza se llenaba de sonidos terribles, gritos y pensamientos oscuros que, aunque no tenían un sentido completo en su cabeza, terminaron por hacerla perder la noción de la realidad. Podía percibir vagamente, muy lejana, la voz de Keith.

Alehyss no puede actuar este turno.



La piscis se preparó para recibir el impacto del cuerpo de Fran, pero enseguida vio que incluso con aquella preparación el impacto iba a ser doloroso para ambas. Por suerte, sabía cómo colocarse para minimizar, en la medida de lo posible, el daño que sufrirían ambas.

Aún así el golpe la tiró al suelo, haciendo que se arrastrase de espaldas sobre la maleza y la tierra, consiguiendo proteger con su propio cuerpo el de la aether para que no recibiese más daño. Tuvo que respirar hondo y tomarse un momento antes de recomponerse, sintiendo cierta desorientación por el golpe y dolor generalizado en el cuerpo.

Para cuando pudo lanzar su conjuro, se dio cuenta de que aquella enorme criatura silenciosa se estaba dirigiendo hacia la caja. Pero se movía de forma bastante lenta, y todavía no la había alcanzado. No parecía prestarles atención a ellas.

El vlino estalló, dispersando la masa negruzca que se estaba formando y esparciéndola por la zona, pero estaba demasiado lejos de ellas como para que llegase a salpicar a ninguna. Pronto empezó a evaporarse, como había pasado anteriormente. Y aquel vapor no era el único que vio: pronto la guerra se dio cuenta de que el río de gas que había dejado atrás los había alcanzado y flotaba dirigiéndose hacia la criatura blindada.

Compuse una mueca de dolor, sintiendo el suelo rozándome contra la espalda. En aquel momento agradecí no tener alas, como Fran, o aquello habría sido mucho peor.

─¿Fran? ─la llamé, aunque considerando el trato que le había dado aquella bestia y que antes no me había respondido, sospechaba que tampoco lo iba a hacer en aquel momento. Pero no podía quedarme cuidándola; tenerla cerca de aquella criatura, y más en su estado, era un riesgo que no podía correr. Así que le coloqué la mitad que me quedaba del medallón, poniéndolo en contacto con su cuerpo, lo activé con una chispa de magia y deseé que Alehyss hubiera encontrado la mitad que le había dejado y pudiera llevárselos a ella y a Keith lejos de todo aquello. Era una apuesta arriesgada, pero esperaba que mi decisión fuese mejor que dejarla allí, al alcance de aquel monstruo.

Entonces vi el río de vapor que se acercaba. Esperaba que aquello significase, efectivamente, que se estaba concentrando todo lo que fuera que tenía que ver con aquello allí, frente a mí, y que por tanto Fran y los demás estuvieran a salvo. Apreté los dientes y me incorporé.

Si efectivamente se estaba concentrando todo allí, conmigo, aquello daría una ventaja al resto para poner distancia. No quería pensar demasiado en qué significaba que Alehyss no me hubiera dado alcance todavía; tenía otras cosas en las que concentrarme.

Me preparé para invocar otro vlino, apuntando de nuevo a la caja. Esperaba que tuviera relación con aquel vapor asqueroso y atacarla entorpeciera lo que quiera que estuviera pasando.

Alehyss volvió en sí tras un rato tendida. Sobre ella, Keith, arrodillado con un trozo de tela humeante en las manos, esbozó una sonrisa.

-Menos mal... -murmuró, aliviado-. Llevas... Llevas un rato tirada, gritando... ¿Cómo estás? Lo... Lo has conseguido, pero ahora...

Miró de reojo al aire, donde una nue de vapor oscuro se alejaba, siguiendo los pasos profundos en el suelo.


Cuando Massen intentó que Fran reaccionase no obtuvo ninguna respuesta. La chica tenía algunas heridas visibles, casi todas ellas era alguno de los cortes que se había hecho en la caída. La mayor que pudo identificar Massen fue su ala derecha, que tenía uno de los huesos doblado en una forma algo extraña, quizás roto, y algunas plumas arrancadas. Pero parecía estable y respiraba.

Massen le colocó la parte del medallón que tenía con ella y la envió a donde se encontraba el otro trozo, quedando de aquella forma ella sola con aquella enorme criatura.


Su hechizo alcanzó la caja cuando lo lanzó. El ser estaba a punto de llegar junto a ella, pero pronto  vio cómo se hundía en la oscuridad lejos de la vista de la piscis. Todo el vapor que había en el aire cambió de rumbo en aquel momento, siguiendo aquella nueva dirección.

La criatura se mantuvo inmóvil un momento y entonces se volvió hacia Massen. Llevó sus manos a un tronco cercano, un árbol de unos cuatro metros de alto, y hundió sus duros dedos en él, arrancándolo sin dificultad.

Entre la carrera, el golpe y la intensidad a la que se había estado sometiendo desde el inicio de la persecución, Massen empezaba a notar algo de cansancio.

Mi hechizo envió la caja volando, y allá se fue también todo aquel vapor. Pero no la criatura, que se volvió hacia mí. Vi cómo hundía los dedos en el tronco de un árbol y lo arrancaba y me supuse sus intenciones. Inspiré hondo, cansada, y esbocé una sonrisa un tanto amarga.

─Pues que siga la fiesta ─murmuré, monocorde.

Esperé a ver cuál era la trayectoria del árbol para esquivarla, como fuera; haciéndome a un lado, agachándome o saltando hacia adelante, pasándole por debajo; aunque dependa de la flexibilidad de mi cuerpo para ello.. En la medida de lo posible, quería mantener al bicho de frente a mí.

Mi siguiente movimiento, si el tronco no se me llevaba por delante, era enviar un pisflivire hacia su pecho. Si estallaba más viscosidad, me protegería con un baadha.

Me sobresalto y miro a mi alrededor un momento, buscando algo que nos aceche, pero está todo bien. Al menos eso parece. Solo está esa nube oscura que parece seguir el camino que pensaba seguir ahora.

Me paso la mano por la cara, encontrándome con que todavía está húmeda, pero al mirarla no veo manchas negras, sino algo transparente. ¿Lágrimas? Ni siquiera tengo claro qué ha pasado, pero no me puedo quitar esa escalofriante sensación del cuerpo...

-¿Cuánto llevo así? -murmuro, evaluando la heriza de mi brazo-. Tenemos que seguir.

Recupero mi puñal y me doy cuenta de que no hace falta limpiarlo. Todo lo que parecía formar parte de esa criatura se está evaporando... Ilumino mi cuerpo y mis ojos lo máximo posible, sin hacerme más preguntas.

-Si ves cualquier cosa extraña, avisa.

Y echo a correr siguiendo las huellas.