Adolescencia y problemas

Keith alzó levemente las cejas, pensando un momento. No quedaba nada en él de su habitual tono burlón.

-Unos... unos minutos, no demasiados. La cosa esa que te cubría empezó a evaporarse y decidí limpiarte y...

Cuando Alehyss habló de seguir, no pareció muy convencido con la idea. Pero terminó por asentir manso, con aquella expresión agotada que tenía desde hacía rato, y la siguió en cuánto la chrysos empezó a ir tras las huellas.

Corrieron un poco más hasta toparse con unas nuevas estacas de hielo en el camino, pero ningun rastro de ninguna criatura.



La guerrera tuvo tiempo suficiente para calcular la trayectoria del tronco y saltar a tiempo echándose a un lado, aunque recibió algunos pequeños cortes por la lluvia de piedrecillas y astillas que provocó el impacto. No era, de todos modos, ningún daño del que tuviese que preocuparse, y menos cuando aquella mole seguía allí, aproximándose en completo silencio.

Invoncando un nuevo pisflivire, un aluvión de punzones cayó sobre aquel ser, haciendo saltar más esquirlas de aquel material que cubría su cuerpo. Pero uno de los punzones alcanzó justo la zona central, atravesando silenciosamente la especie de barrera que la cubría y hundiéndose en la zona roja. Parte de aquella brea negra saltó, pero no estaba tan cerca como para que la alcanzase y hiciese falta que conjurase una barrera.

La criatura tomó entones una nueva acción: subió su brazo izquierdo y, sin dejar de avanzar firmemente, se cubrió el pecho.

Hice una mueca de desagrado. A ver, no era mala cosa; quería decir que lo que había hecho era relevante. Pero era frustrante descubrir que un ataque había funcionado y no poder insistir en él. Probablemente, si lanzaba varios hechizos acabaría por destrozar su coraza, pero era evidente que era resistente y no quería perder demasiado tiempo; sabía que alargar el combate jugaría en mi contra.

Me decidí por dos nuevos vlinos, que lancé seguidos, uno contra la cara del ser y otro contra el pecho o, en aquel caso, la mano que lo cubría. No eran dos puntos muy alejados entre sí, así que esperaba que ambos combinasen su daño, aunque no fueran dirigidos exactamente al mismo punto.

Justo después de lanzarlos, retrocedí un poco para guardar cierta distancia con la bestia; no tenía ninguna gana de entrar en su rango de alcance.

Las marcas de Massen el camino no me habían hecho sentir tan aliviada como hasta ahora. Llegaba a tener miedo de haberme podido desviar de mi camino por accidente, o de que le hubiese pasado algo. Pero ha estado aquí. Acelero la marcha al verlas, deseando encontratla. Al menos no han terminado de derretirse, pero en un combate unos segundos pueden ser clave, así que no quiero perder ni uno más.

Pese a todo, atiendo al entorno. Me preocupa que otro de esos seres, tan sigilosos, aparezca de la nada, o a mi espalda, y no lo vea. No puedo evitar echar un vistazo atrás un instante cuando se me ocurre esa idea, por si acaso.

Qué demonios está pasando.

Alehyss y Keith no se detuvieron a examinar aquella zona y siguieron adelante. El chico mostraba los primeros signos del cansancio, pero había tenido tiempo a descansar mientras Alehyss estaba tendida en el suelo y hacía lo posible por no hacer gestos o sonidos de queja.

Cuando la guerrera miró alrededor no vio nada especial. Ni siquiera al echar la vista atrás se encontró con alguna de aquellas criaturas siguiéndola, aunque no podía olvidar aquella sensación espantosa que le había causado aquel líquido durante lo que le había parecido una eternidad, y se sentía sumamente intranquila de pensar en volver a sentirlo.

Ya llevaban avanzado otro buen trecho cuando escucharon claramente un gran estruendo, el primer sonido en mucho tiempo: era como algo enorme cayendo al suelo. Y no había sonado demasiado lejos.



Los vlinos de Massen alcanzaron su objetivo, aquella vez de forma certera, estallando con apenas un instante de diferencia. Aquella vez sí vio saltar algo más de aquella sustancia oscura, que se esparció regando el suelo y empezando a humear.

La criatura detuvo el avanze un instante y luego prosiguió. La coraza del brazo se mantenía, pero habían aparecido algunas grietas. La cara, sin embargo, ya no estaba en su sitio. En su lugar había un amasijo negro goteante.

Justo en ese momento, por el rabillo del ojo, la piscis notó un movimiento veloz, viniendo por un lateral. Venía, claramente, de la zona donde la caja se había perdido de vista.


Aquella criatura, mucho más rápida, alcanzaría su posición si no se movía.

Parecía que aquello había funcionado. Pero no tuve mucho tiempo para alegrarme. No me había dado tiempo a preparar mi siguiente ataque cuando vi venir a otra criatura, rauda como la que había dejado atrás. Pero no era la misma; no lo parecía, al menos, porque no coincidía en la dirección.

─Joder, no dan tregua ─musité, algo desesperada.

Lancé un vlino contra ella para detener su avance y traté de buscar una vía por la que sortear su posición y superarla. Provenía de la dirección hacia la que había salido despedida la caja, y considerando lo que había visto hasta el momento, todo parecía indicar que la propia caja formaba aquellos seres. El problema era que si varios vlinos no habían conseguido destruirla, no sabía qué podría hacerlo. Pero para plantearme eso, antes tenía que llegar hasta ella.

El sonido repentino, en medio del silencio de la noche, me hace reducir un poco la marcha para poder examinar el entorno con más atención. Miro a Keith un momento y continúo avanzando. Busco el vapor negro con la mirada, tratando de seguir tanto ese rastro como el de los pasos.

-Vamos a ir con más cuidado -susurro-. Insisto, mantente justo detrás de mí.

Podía haberse ido el piscis y haberse quedado la aether. Es cierto que ella me desagrada más, pero sería más cómodo tener conmigo a la persona débil que sabe volar.

Apago la luz de mi cuerpo dejando solo los ojos levemente encendidos. No quiero ser un faro en medio de la noche. No ahora, por lo menos.

Reduciendo un poco la marcha, Alehyss y Keith continuaron avanzando. Las huellas y el vapor negro no parecían ir en la misma dirección en aquel momento, aunque seguían un curso parecido. El río de gas se había desviado ligeramente hacia la izquierda.

Más adelante, en un punto intermedio entre ambos caminos, se oían ya algunos sonidos más, bajos, pero sonoros en medio de aquel silencio tan artificial. Y, finalmente, Alehyss percibió una figura alta y gruesa entre los árboles.




Massen consiguió evitar el acercamiento de aquel ser tomando una nueva dirección, pero no evitó de aquella manera que la siguiese. Era algo más lento que ella, pero no lo suficiente como para que se sintiese segura. Y el hecho de que sus pasos no sonasen a su espalda no resultaba en absoluto tranuilizador. Ni tampoco el cansancio cada vez más evidente que sentía, después de no haber tenido un momento para tomar aire tranquilamente en un buen rato

Pudo escuchar un sonido de madera arrancándose a su derecha, donde seguía estando la figura enorme entre algunos árboles, que de alguna forma podrían ampararla un poco.

Era sencillo buscar la caja porque había varios ríos de gas oscuro que flotaban en aquella dirección, uniéndose y trazando una única ruta. Pero de camino encontró una tercera criatura. También parecía a medio formar, aún latente, como la que se había topado en su camino hacia allí, pero aquella ya tenía forma y extremidades para andar. Parecía darle la espalda.

Algunos metros más adelante, justo tras aquel ser incompleto, los vapores oscuros descendían al suelo y desaparecían entre unos arbustos.

Conseguí evitar al bicho más rápido, pero no por eso me daba tregua. Continué corriendo delante de él, lo que significaba que apenas podía percibirlo. Tenía que quitármelo de encima. Valiéndome de mi veloz precisión, me volví un instante para lanzarle un pisflivire directo al pecho, y continué corriendo, sintiendo que aquella aventura me iba a pasar factura, si no me la estaba pasando ya. Esperaba quitarme a aquel de encima de aquella forma, al menos.

Encontrarme una segunda criatura no me hizo sentir en absoluto mejor. Cuanto más tiempo pasaba, más se formaban. Manteniendo una distancia prudencial para evitar que me salpicase, le envié también un pisflivire al torso con el fin de detener su formación. Podía ver desde allí adónde se dirigía el vapor, y todo indicaba que era a la caja.

Si conseguía librarme de aquellos dos bichos, ese era mi próximo objetivo.

La figura me hace detenerme de pronto. Observo al ser que se alza a varios metros de nosotros. Dudo un momento, mientras busco por todas partes algo más: a Fran, a Massen, alguna otra pista o cosa extraña. Luego trago saliva. Me acerco un poco a Keith, apretando la kama con la mano derecha.

-¿Sabes trepar? ¿Puedes trepar a un árbol?

Estoy intranquila. La perspectiva de volver a tener esas sensaciones y que me inhabiliten me preocupa.

Un crujido me hace prestar atención de nuevo a ese monstruo, y lo veo arrancar un tronco del suelo con sus propias manos, lo que me hace apretar un poco más la mano. Lo que me faltaba, para darle seguridad al chico... Esto no pinta nada bien.

-Keith... -. ¿Qué le digo? Lo miro fijamente, muy seria, atrayendo su rostro con la mano izquierda y obligándolo a mirarme-. Sube a un árbol. Iré por el otro lado para que nada venga hacia aquí. Y, si me pasa algo, corre. Corre a los caballos y márchate de aquí. Y cuenta a Brontë lo que hemos visto. Todo.

Le diría que lo hiciese ahora, pero en el fondo me preocupa que se encuentre una nueva criatura por el camino.

Dicho eso empiezo a moverme alejándome de él, sin emitir luz, buscando rodear al enorme ser para evaluar qué hace y buscar una forma de atacarlo. Si es que es necesario. No me gustaría tener que enfrentarme a eso.

Keith no parecía nada seguro de lo de trepar a un árbol cuando vio a aquella criatura arrancar uno de cuajo, pero, quizás por la serena expresión de Alehyss, aunque tembloroso y con los ojos húmeros, asintió y comenzó a hacerlo.

Ella, por su parte, comenzó a moverse y a examinar la zona. Pudo darse cuenta de que la criatura con el tronco parecía buscar entre los árboles, con aquel tronco en las manos, desplazándose con una dirección clara. Y aquella dirección era, también, la misma que seguía el humo negro.

Massen, por su parte, sentía que le quedaba ya poca energía, pero aún así seguía acribillando a sus enemigos. El que la perseguía recibió el golpe de lleno y, aunque no estalló como le había pasado al que había encontrado a medio formar, salió despedido varios metros hacia atrás y cayó sobre su espalda, dejando salir un chorro de líquido negro de la herida. Comenzó a levantarse, pero la distancia sumada a eso daban a Massen unos muy valiosos segundos para continuar. El que estaba a medio formar, sin embargo, falto de durezas que lo protegiesen, estalló completamente.

Pudo alcanzar los matorrales con el corazón saliéndosele del pecho, prácticamente, y allí encontró una cajita gris con gemas negras y pulidas engarzadas. No era demasiado grande, casi como un joyero, y estaba abierta. En ella entraba toda aquella espiral de vapor oscuro y a cambio salía una sustancia negra y densa que iba creando un charco a su alrededor.

Alehyss, mientras se movía, pudo ver dos destellos entre los árboles, como si la luz de la luna se reflejase en cristal o hielo.

Me agaché junto a la caja, sin saber qué hacer con ella. Importante: no tocarla mucho. Por lo menos, no tocar el líquido que rezumaba. Mi instinto más fuerte me decía que tratase de destrozarla, pero si después de dos vlinos no lo había conseguido, no contaba con ir a ser capaz de hacerlo en poco tiempo, y el tiempo no era algo que me sobrase.

Así que probé la otra única cosa que se me ocurría, aunque con muy poco convencimiento. Tomé mi puñal, para no tocar la caja directamente, y traté de empujar la tapa con él para cerrarla. Dudaba que aquello arreglase mucho, pero quizás consiguiese, al menos, cortar aquel flujo de vapor entrante y líquido saliente. Y, sinceramente, a aquellas alturas ya me costaba pensar, así que no tenía muchas más ideas en la recámara.

No parecía que hubiera ningún cierre como tal, así que traté de mantener la tapa en su sitio a base de presionarla con el puñal contra la caja.

Todo parece llevar a un mismo sitio, por lo que esa es la dirección que tomo también, tratando de no dejarme ver. En cierto momento, mientras estoy avanzando, veo unos destellos en una dirección similar salir de la nada, primero uno y luego el otro. Y entonces apuro el paso, llegando a esprintar, para acercarme lo máximo posible a ese lugar.

Podría dudar de qué está haciendo saltar esos brillos de no ser oporque llevo siguiendo las marcas heladas que ha dejado Massen todo el camino. Estoy bastante segura de que es ella y, en caso de no serlo, al menos me estaré acercando a donde confluye todo el vapor.

Aferro mi arma con fuerza, con la izquierda preparada para girar la cadena y la derecha flexible, lista para lanzar un corte si algo aparece de entre las sombras.

Alehyss continuó avanzando a mayor velocidad hasta encontrarse con las esquirlas de hielo que esperaba ver. Pero no estaban, sin más, clavadas en el suelo o en un tronco como hasta ese momento. Una criatura similar a aquella a la que se había enfrentado corría con ansia, silenciosa, tras algo. Tenía algun trozo de hielo clavado en el cuerpo, del que salía aquel líquido oscuro que conformaba su cuerpo.


La chrysos, tras calcularlo, se dio cuenta de que si volvía a esprintar sería capaz de alcanzar a aquella criatura.

Massen, por su lado, se centraba en la caja. Tras dudar, decidió cerrarla usando su puñal, y le fue sumamente sencillo empujar la parte superior con el metál y hacer girar las bisagras para unir la tapa con el cuerpo de la caja. En aquel momento dejó de supurar aquel líquido oscuro, si bien el vapor que se dirigía a la caja continuó buscándola, chocando contra ella, como si pudiese pasar al interior a través de aquellas paredes de apariencia tan rígida.

La cantidad de líquido breoso que había caído junto a la caja, todavía escasa para formar un cuerpo, comenzó a evaporarse también, y a, del mismo modo, dirigirse hacia la caja. La guerrera se dio cuenta de que una nueva gema se formaba de pronto en el exterior, redondeada, brillante y negra, como todas las demás.

La calma no duró mucho. A su derecha un crujido de madera llamó su atención y vio volar hacia ella, desde una distancia de unos veinte metros, un enorme tronco lanzado por la criatura acorazada, que parecía mirarla a lo lejos, aunque ya no tenía cara.


La criatura parecía haberse movido para buscar un punto en el que los árboles entorpeciesen lo menos posible su lanzamiento, y había decidido enviar el tronco con la zona de las raíces hacia adelante, como si se tratase de una lanza, en vez de transversalmente. Parecía comprender claramente que lanzada de otra manera hubiese chocado contra los árboles adyacentes.

Massen pudo calcular la trayectoria y pudo sorprenderse con la precisión del lanzamiento: el proyectil caería justo en aquella zona, sobre ella y sobre la caja.

La criatura corre tras algo y no me resulta difícil sospechar de qué se puede tratar. Sobre todo teniendo en cuenta los punzones de hielo que decoran su cuerpo. Haciendo un nuevo esfuerzo, esprinto de nuevo, apuntando con el brazo derecho en la carrera a la parte trasera de su pierna, que encontré blanda al enfrentarme a su gemelo.

Tras buscar el mejor, tiro, disparo mi ballesta de muñeca, buscando detenerlo o, al menos, llamar su atención. Luego, si consigo alcanzarlo, trataré de casticar más dicha zona con la kama, seccionando la mayor parte de la pierna que me sea posible. Esta vez no llevo solamente un puñal, y pienso aprovecharlo.

Un crujido cercano llama mi atención y escaneo el entorno con la mirada, buscando rápidamente su origen.

Tardé un momento en ver si estaba funcionando. «Funcionando». Ni siquiera tenía muy claro qué era lo que tenía que funcionar. Pero la cuestión era que había dejado de emanar el líquido, que el que había estaba volviendo... ¿y que se estaba formando una gema en la superficie de la caja? En cualquier caso, parecía que mantener la caja cerrada, en principio, era buena idea.

Aunque quizás no suficiente. Me volví al oír un crujido y me encontré un tronco volando en mi dirección. Sin tiempo para reaccionar de una forma mejor, cogí la caja con ambas manos, apretando bien la tapa para que no se abriera, y salté para evitar la trayectoria del proyectil.

La bestia en cuestión había dejado de nuevo a la vista aquella diana en el pecho que antes me había tapado. Si podía, mi siguiente acción sería encontrar la distancia adecuada y lanzar el puñal que tenía en la mano directamente a su pecho.

Algo me decía que no le hacía especial gracia que hubiera cerrado la caja.

La chrysos se esforzó en acercarse a la criatura, pero el punto clave de su avance fue dispararle. El virote se clavó en su pierna, dejando salir algo de sustancia espesa, pero, sobre todo, haciendo que su adversario se plantease parar. Frenó muy rápido, casi de golpe, clavando las garras en el suelo y dejando un surco profundo, que indicaba lo mucho que pesaba. No obstante, Alehyss iba rápido, y que el ser frenase solo la hizo llegar a su objetivo antes de lo esperado. Fue capaz de seccionar la pierna con su filo, cortando el miembro entero, dándose cuenta de lo que no había podido asegurar la vez anterior: no había huesos dentro de aquella masa.

La criatura, con aquella zona goteando abundantemente, se mantuvo en equilibrio de todos modos y lanzó dos veloces zarpazos consecutivos, buscando herir a la guerrera.

Desde donde estaba, la chrysos pudo ver un tronco volar entre otros árboles, dirigiéndose a una zona situada a algunos metros más adelante, donde hubiese acabado de haber seguido corriendo.

Massen, que también había visto venir el tronco, tuvo el tiempo necesario para coger la caja y saltar, pero se encontró con que su salto no fue suficiente para que el tronco pasase entero y tuvo que apoyarse en la madera para impulsarse de nuevo. Fue en aquel momento que Alehyss alcanzó a verla desde su posición.


La piscis cayó al suelo y logró mantener el equilibrio pese a la acrobacia improvisada que acababa de realizar, pero necesitó un momento para ubicar a su enemigo de nuevo. No se había quedado quieto, más bien al revés: había echado a correr hacia ella. No era muy rápido, pero sí lo suficiente como para recorrer aquella distancia en unos segundos si no se apartaba. Y aunque no poía escuchar el retumbar de sus pasos, era consciente por su velocidad y aparente peso, de la inercia que llevaba aquella embestida.

No lo tuve tan fácil como me hubiera gustado para salir del paso, por lo que no me quedó tiempo para reaccionar a mucho más. No sabía si el ser estaba haciendo acopio de toda su velocidad o si era yo, que con el cansancio me estaba volviendo más lenta, pero para cuando me recuperé del primer proyectil, la bestia venía corriendo hacia mí.

Así que ni puñal, ni nada: Eché a correr, con la caja bien sujeta, en una dirección perpendicular a la que él seguía, para ganarle algo de ventaja. Traté de alejarme entre los árboles y poner espacio de por medio que me diera tiempo para maniobrar.

La verdad es que estos seres resultan sumamente agobiantes. Incluso después de cortarle una pierna, simplemente me ataca, sin más. Si me quedaba alguna duda sobre si sienten dolor, creo que acabo de descartarla. Pero no quiero que vuelva a rociarme con su asqueroso interior.

Me centro en sus ataques, pero lo que decido es echarme a la izquierda de un impulso lo suficientemente grande como para salir de su alcance. Supongo que con una pierna no tendrá las mismas capacidades para desplazarse, pero aún así me mantengo atenta. Una vez haya salido de su alcance, mi intención es impulsarme de nuevo, ponerme a su espalda y lanzar un nuevo corte a la única pierna que le queda. Con un poco de suerte, se arrastrará más lentamente de lo que corre.

No puedo evitar reconocer la figura que salta más adelante. Ni tampoco ver el tronco que está a punto de llevársela por delante. Tendré que felicitarla por esa acrobacia.

-¡Massen! -llamo, sin más.

No quiero distraerla, pero sí que sepa que esta zona es segura. O que puede serlo, más o menos. Y que sepa en qué dirección me encuentro.

Alehyss realizó su maniobra limpiamente, evitando las garras del ser que la atacaba y acabando a su espalda con la kama preparada. El corte fue certero, y segó la otra pierna, a la altura de la rodilla, haciendo que la criatura cayese de bruces emanando aquella sistancia a borbotones mientras humeaba. Pese a aquello, trató de arrastrarse hacia ella, pero como la chrysos había supuesto, su velocidad de avance era mucho menor que en carrera. Además, sus posibilidades de atacarla tampoco le permitirían tanta eficiencia.


Massen, por su parte, se salió del camino del coloso, notando cómo a su espalda crujían y caían derribados varios árboles por el embiste. Con la caja aferrada, se alejó mientras la criatura frenaba y maniobraba para buscar un nuevo ángulo para repetir su maniobra.

Eschuchó una voz conocida que la llamaba y pudo ver a Alehyss a algunos metros, en la dirección hacia la que corría y la a otra criatura arrastrándose mientras dejaba un rastro tras de sí.

Oí la voz de Alehyss, y al momento la encontré. Casi quería llorar de alivio. Lo cual me hizo darme cuenta, una vez más, de lo cansada que estaba. Pero si Alehyss estaba bien y cerca, mis posibilidades de salir de una pieza de aquello aumentaban exponencialmente, y eso me dio fuerzas.

Quise gritar, quise explicarle mi situación, quise preguntarle dónde estaban los chavales, pero decidí no hacerlo. No quería perder así el aliento que me quedaba. En lugar de eso, continué tratando de ser eficiente.

Sujetando bien la caja con una mano, dirigí con la otra un vlino hacia la bestia gigante con intención de entorpecer su... ¿maniobra? No esperaba hacerle particular daño, pero sí ganarme un tiempo, aunque fuera poco. Después volví a aferrar la caja con fuerza y continué corriendo hacia Alehyss, que parecía estarse encargando del otro ser. Me cuidé bien de mantener la distancia con él para evitar el líquido.

─Que no te salpique ─advertí, por si acaso, cuando estuve cerca.

Me mantuve alerta también con respecto al otro, a la bestia enorme; no creía que tardase mucho en volver a intentar embestirnos, aunque mi hechizo nos hubiera ganado un mínimo de tiempo.

Me alejo de la criatura, que repta, buscándome de nuevo. Estoy a punto de ir en pos de Massen, pero es ella la que me sale al encuentro, y aunque siento demasiada tensión como para sonreír, me llena el alivio. Cuando llega junto a mí me doy cuenta de que parece agotada.

-No hace falta que me lo digas... -murmuro entre dientes, conteniendo un estremecimiento que me causa el mero recuerdo de esa sensación tterrible-. ¿Esa es la caja que robaron los chicos? -pregunto, sin perder de vista a la mole que está maniobrando para lanzarse hacia aquí-. ¿Dónde está Fran?

Me muevo un poco más para alejarme del reptador. En lo que camino, cargo la ballesta de muñeca.

-Ese parece más fuerte y lento, ¿no?-. También más acorazado. Genial-. Pareces agotada. ¿Eres capaz de lanzar uno o dos hechizos más a plena potencia?-. Me preparo para evitarlo en cuanto cargue contra nosotras-. Resérvalos, no te desgastes más, te daré el tiro más limpio posible.

Pero no ahora. Ahora toca salir del medio. Me preparo para impulsarme y salir de la recta que imagino que trazará a tiempo, buscando alejarme lo suficiente, por si decidiese golpear con el brazo o algo similar.

El hechizo de Massen arrancó nuevas esquirlas de la dura capa cque cubría a la criatura acorazada, cuya coraza estaba astillada en más sitios. Pero la piscis, al borde del agotamiento, no tenía claro que su energía fuese a ser suficiente para seguir con aquel desgaste. Por suerte, contar con Alehyss les daba nuevas posibilidades, aunque era cosa de ellas saber aprovecharlas.

Mientras las guerreras se reencontraban, la criatura sin piernas las buscaba a rastras, pero les bastaba con moverse un poco para evitar aquel peligro. Poco a poco parecía moverse más lentamente, como si la pérdida de aquel líquido fuese terminando con ella lentamente.


El coloso, sin embargo, todavía en plena forma, tardó algo en frenar y en redirigirse, pero estaba listo para una nueva acometida. Se dieron cuenta de que corría con los brazos cubriéndose el pecho y con la zona que estaba sobre el cráneo inclinada hacia ellas, como si buscase ser lo más compacto posible al embestir.

Alehyss se apartó con tiempo, pero la criatura no hizo amago ni de variar su dirección. Claramente a la que embestía era a Massen, que cada vez estaba más rodeada de toda aquella niebla que buscaba la caja que tenía entre las manos.

Así que la información llegaba tarde. Tuve que hacer un esfuerzo para no encongerme al recordar la sensación. Las preguntas de Alehyss me resultaban confusas.

─No lo sé ─respondí a la primera, sin saber de qué me hablaba. La segunda me provocó un sudor frío. Contaba que con Keith, si no estaba con ella─. La mandé de vuelta, ¿no encontraste el amuleto? ¿Dónde está Keith?

No me gustaba la idea de una Fran inconsciente y herida sola en el bosque. Aunque era evidente que el entorno en el que nos encontrábamos no era mejor, precisamente. Esperaba una perspectiva más esperanzadora, pero no me arrepentía de mi decisión.

Asentí escuetamente a sus indicaciones, esperando que me cubriera un poco. Pero no hubo tiempo para mucho más, porque la criatura venía de nuevo hacia nosotras. Esperé a que hubiera cogido inercia para apartarme en perpendicular a su dirección, de tal forma que le llevase más tiempo frenar y corregir el rumbo si pretendía perseguirme. Con sus dimensiones, tenía que valerme de su lentitud todo lo que podía.

Desgraciadamente, había vuelto a taparse el pecho, así que no servía de nada atacar en aquel momento. Prefería esperar a la ocasión adecuada, como había dicho Alehyss.

Mierda. Mierda. Mierda. El amuleto era para eso. ¿Cómo iba a saber que no me iba a estallar la pierna?

No es el momento de perder los nervios. Ahora, más que nunca, tenemos que ser frías. Examino la situación y pienso: Massen, la caja, Keith en un árbol, Fran en medio del bosque, una criatura que parece obcecada con seguir a Massen.

No, a Massen no.

-Keith está subido a un árbol en aquella dirección -indico, señalando mientras me acerco a ella con velocidad, guardando mi kusarigama y volviendo a extraer el puñal del cinto para tener una mano libre-. Dame la caja -pido, aunque realmente no espero a que me la ofrezca y la tomo yo misma salvo que me lo impida. Luego la miro fijamente y esbozo una sonrisa-. Apunta bien, por favor.

Y echo a correr. Echo a correr hacia el coloso. Concentrada, esperando que me vea. Que vea la columna de vapor que me persigue, así como la caja que sujeto contra mi cuerpo con mi brazo izquierdo, afianzándola.

-Vamos a jugar un poco.

Mi objetivo es alcanzarlo antes de que termine de volverse y saltar por su brazo, en el que tiene varias protuberancias que parecen cómodas para hacer de agarre, hasta encaramarme a su espalda. Realmente la idea es similar si termina de girarse. Por si acaso, me concentro en todo momento en resistir las posibles consecuencias que me puede causar tocar su cuerpo, si es que funciona igual que el líquido que salía del cuerpo del pequeño.

Si quieres la jodida caja, ven a cogerla.

La criatura pasó entre las dos guerreras, que tuvieron tiempo a apartarse. Sin embargo, la criatura que se arrastraba no tuvo la misma suerte, y fue pisoteada y aplastada, quedando reducida a un charco oscuro en el suelo. Una vez el coloso entendió que había errado comenzó a frenar, dejando nuevos surcos en el suelo.

Alehyss tuvo tiempo para tomar la caja de manos de Massen, de todos modos, y poner en marcha un plan improvisado. Con su velocidad, que contrastaba con la lentitud del ser, tuvo tiempo de llegar antes de que hubiese terminado de darse la vuelta. No obstante, la criatura lanzó un golpe con su extremidad izquierda a la chrysos. No obstante, lejos de alcanzarla, Alehyss encontró en aquel ataque una oportunidad mejor de la esperada para encaramarse a la espalda de aquella criatura.

Massen, desde su posición, podía ver cómo el coloso trataba de alcanzar a su amiga con aquella extremidad que, si bien era buena para golpear, distaba de ser tan flexible y manejable como para que le resultase sencillo alcanzar su propia espalda. El brazo derecho seguía cubriendo la gema de su pecho, pero lo que Massen tenía a tiro era la zona sangrante donde había estado su rostro. También podía optar por recuperar el aliento mientras buscaba el momento adecuado para disparar o para evaluar la situación y probar alguna otra estrategia.