Adolescencia y problemas

Keith estaba allí. Lo que significaba que no estaba con Fran, como me temía. Lo que significaba que era todavía más urgente que acabásemos con aquello y fuésemos a atenderla. Ni siquiera había tenido tiempo de comprobar cómo de grave era su estado.

Le cedí la caja cuando hizo amago de cogerla, mirándola muy seriamente a los ojos.

─No dejes que se abra ─le advertí, con voz tensa.

Y nos separamos, cada una buscando su posición más idónea. No tardé en ver cuáles eran las intenciones de Alehyss, y contuve una mueca. No me gustaba que se pusiera en riesgo de aquella manera. Pero, al mismo tiempo, no era como si pudiera ofrecerle muchos planes alternativos. Así que me concentré en mi tarea para minimizar sus daños.

Pese a sus esfuerzos, el ser no cedía a dejar su pecho accesible, así que trabajé con lo que pude. Me habría gustado esperar algo más, darme tiempo, retomar el aliento, pero Alehyss se jugaba el cuello entre medias, así que no podía quedarme esperando a que me gustasen las circunstancias. Así pues, busqué el ángulo, me posicioné y envié un aquaerum hacia el rostro de la bestia.

─¡Quiero ir al pecho! ─grité.

Como si fuera tan sencillo. Pero quizás a Alehyss se le ocurría la manera de dejarme libre aquella diana.

Afortunadamente, la cosa esta no solo es tan lenta como parece, sino que también parece poco diseñada para rascarse la espalda. Aunque, por el comentario de Massen, no es suficiente con esto. Pues nada.

Tomo aire y me impulso de nuevo, saltando sobre su brazo izquierdo y de allí yendo al suelo para luego autoproyectarme para pasar entre sus piernas y, de nuevo a su espalda, trepar de nuevo a él de una acrobacia. Mi único objetivo era "jugar", jugar hasta que se hartase, moviéndome de un lado a otro, siempre lo suficientemente cerca como para ser alcanzada, pero teniendo especial cuidado con no serlo.

No quería pensar qué pasaría si me golpeaba aquella cosa que había tirado árboles en una embestida.

Massen castigó de nuevo la zona donde el coloso había tenido anteriormente la cara, haciendo saltar nuevas gotas de fluido negro y aumentando el caudal con el que este resbalaba desde allí.

Alehyss, por su parte, comenzó a moverse ágilmente sobre el ser, y también en torno a él, obligándolo a intentar seguirla con el brazo, pisarla o moverse para golpearla. Estuvo cerca en una ocasión, cuando la criatura apartó finalmente el brazo derecho de forma abrupta para golpearla mientras estaba sobre su hombro izquierdo, y Alehyss lo vio pasar a poca distancia de su rostro, aunque sin causar ninguna corriente.

Durante ese momento, y en lo que el coloso recuperaba el brazo del impulso para, por lo que la trayectoria indicaba, volver a protegerse, Massen vio claramente el centro latente color rojo.

Alehyss se estaba jugando el pescuezo para darme una buena oportunidad, y no debía desperdiciarla. Porque, pese a que me pusiera en tensión la iniciativa que había tomado, vi claro el momento en el que demostró que funcionaba. Y no perdí el tiempo.

Combinando toda mi velocidad, me valí de mi veloz precisión para invocar dos pisflivires que enviar directamente a la diana que era el pecho de la criatura. Me centré exclusivamente en eso, con toda la energía que me quedaba, esperando que todos y cada uno de mis punzones lo atravesaran hasta destrozarlo.

En cuanto veo el más mínimo reflejo del hielo, inspiro rápidamente y me preparo para saltar de la espalda de la criatura. Si tengo que subir de nuevo, volveré a hacerlo, pero no quiero estar sobre él cuando le alcance el ataque.

Me preparo en mi salto, cubriéndome en la medida de lo posible, mientras trato de alejarme lo máximo posible de su cuerpo. No sé si va a explotar, caer hacia atrás o si va a tener cualquier otro tipo de reacción extraña, pero no quiero quedarme sin un ojo ni volver a sentir esa sensación espantosa que experimenté al derrotar al pequeño y rápido.

Me preparo para resistir mentalmente la posibles alucinaciones que pueda darme ese líquido dentro que le sale de dentro si me alcanza. No estoy en un buen momento para quedarme fuera de combate varios minutos. Y me preocupa que si el pequeño causaba ese efecto este cause un efecto peor.

Todo sucedió en muy poco tiempo. Massen envió sus hechizos, sintiendo que el segundo no le salía ya con tanta fuerza como le hubiese gustado, debido al cansancio. Alehyss, viéndolos venir, saltó de la espalda del coloso y trató de alejarse lo máximo posible. Tuvo tiempo a recorrer cierta distancia, pero el ataque buscaba ser veloz, por lo que cuando alcanzó a la criatura Alehyss no había conseguido cubrirse.

Los punzones de hielo traspasaron sin piedad la zona roja del pecho del coloso y este, como había pasado con los dos veloces, estalló, enviando esquirlas rígidas y aquel líquido tan denso en todas direcciones. Massen fue alcanzada solamente por una pequeña gota, debido a la distancia, y, como había sucedido la vez anterior, fue recorrida por una sensación espantosa y por un ruido atroz durante varios segundos, pero enseguida volvió a la normalidad, mientras el vapor negro abandonaba su cuerpo. Alehyss, sin embargo, estaba mucho más cerca, y ni con su agilidad pudo esquivar alguna de aquellas esquirlas que se clavó en su cuerpo, ni tampoco la brea negra, aunque esta la cubrió menos que tras el enfrenamiento con el ser más pequeño, ya que no estaba pegada a su adversario. Con todo su esfuerzo por no dejarse llevar por aquello, fue capaz, pese a la terrible sensación y al estruendo que resonaba en su cabeza, de mantener el hilo que la ataba a la realidad y de no perder el conocimiento.

No veían más criaturas cerca. Y, debido a los sonidos de sus cabezas, tardaron un poco en darse cuenta, pero terminaron por notarlo: se escuchaba el sonido de los grillos.

Con la dentadura muy apretada y una sensación espantosa de creciente ansiedad, trato de limpiarme, en gestos que rozan lo desesperado, la sustancia que me cubre. Evalúo el entorno con la mayor atención que mi estado me permite, y en lo que sacudo mis extremidades para deshacerme de la brea voy acercándome a Massen, con pasos muy lentos y agarrotados.

¿Ya está? Parece imposible que esté.

Tengo la respiración ligera y me cuesta no dejarme llevar por la sensación que me llena, pero me esfuerzo más que nunca en salir de mi cuerpo y en que solo mi alrededor importe.

-Hay... que ir a por Fran -murmuro entre dientes.

Pese a la distancia, volví a notarlo. Apreté los dientes, me dejé caer de rodillas, jadeé, traté de ahogar un sollozo. Daba igual que solo hubiese durado un momento, porque cada momento de aquella sensación parecía una eternidad. Pese a todo, al cabo de un momento entendí, por la situación, que todo había pasado, y sentí la oleada de cansancio que me invadía de golpe y aumentaba mis ganas de llorar. Me contuve, manteniendo la entereza, y fui a buscar a Alehyss, que había recibido aquella viscosidad mucho más de lleno que yo.

─¿Estás bien? ─pregunté, con una opresión en el pecho que ya nada tenía que ver con aquella brea─. ¿Dónde está Keith? ¿Necesitas un momento?

Se suponía que él estaba más cerca que Fran, y no servía de nada ir a buscarla a ella si perdíamos al otro chico por el camino. Miré alrededor, tanto buscándolo a él como prestando atención al entorno, poco convencida de que de verdad se hubiera terminado todo.

Empecé a prepararme mentalmente para qué encontraría cuando me enfrentase a Fran. Estaba muy cansada, pero tenía que hacer un esfuerzo para utilizar la energía mágica que me quedase en atender sus heridas tanto como pudiera.

No diría que "estoy bien", pero tampoco voy a quejarme. Simplemente asiento, escueta. Ella parece bastante más cansada que yo. Tengo el impulso de tocarla, pero aún tengo algún resto de la cosa oscura esa, y no quiero causarle ninguna sensación desagradable.

-Es por aquí -digo, echando a andar en una dirección, tras ubicar de dónde he venido.

Echo un vistazo a la caja que tengo entre las manos, que sigue absorbiendo el humo negro. Qué demonios es esta cosa...

Las guerreras caminaron hacia el árbol que Alehyss indicaba, y aún no habían llegado cuando Keith empezó a bajar de él, alarmado, y corrió hacia ellas con gesto asustado. Alehyss se encontraba cada vez mejor: se había limpiado casi todo el pringue y en algún momento el resto del líquido se había evaporado. Finalmente dejó de notar aquella opresión sorda que se esforzaba en ignorar.

-¡¿Estáis bien?! -preguntó Keith, alarmado, al llegar junto a ellas-. He visto casi todo... No me puedo creer que hayáis podido... No... He... ¿Dónde está Fran? ¡¿Se la han llevado?!-. Clavó los ojos en la caja, que portaba la chrysos, y retrocedió un paso, alejándose mínimamente de las dos guerreras con gesto inseguro, quizás algo asustado-. ¿Dónde... estaba eso?

Keith no tardó en aparecer, perfectamente ileso, aunque asustado, y asentí con cansancio a su primera pregunta, pero no tenía fuerzas para seguir su retahíla a aquella velocidad. La última, junto con su reacción de miedo y reconocimiento, me hizo recordar la pregunta de Alehyss. La caja que robaron. Seguían faltándome datos de la historia y, una vez que me había librado de la presión del combate y la adrenalina, esa idea hizo que me sintiera de pronto muy enfadada y con muy pocas fuerzas para gestionarlo. Así que cerré los ojos un momento e inspiré hondo, ignorando las preguntas de Keith.

─Vamos, por aquí ─indiqué, mirando a Alehyss, empezando a moverme en dirección al agujero donde había dejado mi amuleto.

Ya habría tiempo para conversaciones en otro momento, si era necesario.

Estoy de acuerdo con Massen, de modo que no hago más que dar una pequeña palmada a Keith en el hombro.

-Toca correr de nuevo.

No podemos perder el tiempo. Si Fran resulta no estar sola quizás ya esté muerta. Supongo que debí coger el amuleto, pero no lo consideré seguro y si se me recrimina algo eso será lo que tenga que decir. Si ha muerto no pienso martirizarme.

Decido ponerme a la cabeza, con mi arma en ristre. Massen parece agotada y Keith no serviría de ayuda ni si nos atacasen unos lobos. Yendo delante al menos puedo ir asegurando el terreno y, en caso de que aparezca un nuevo enfrentamiento en nuestro camino, seré la primera barrera que tenga que superar.

Echo de vez en cuando la vista atrás, de todos modos. Por si acaso.

El grupo se apuró por el bosque, encabezado por Alehyss, que comprobaba que nada les acechase entre los árboles. Massen no aguantaría el ritmo tan fuerte como el que había llevado la primera vez que había pasado por esa zona, pero pudieron mantener uno brioso de todos modos. Cuando llevaban medio camino dejaron de ver aquel vapor negro entrar en la caja.

En algunos minutos Alehyss, y después los otros dos, percibieron el bulto en el suelo, tendido, encima de donde Massen había enterrado el amuleto. Ketih apuró el paso repentinamente.

-¡Fran! ¡¿Está muerta?! ¡Fran! -gritó.

No obstante, Alehyss, que por ir delante había sido la primera en llegar, se había cerciorado ya de que a chica respiraba y solo estaba inconsciente. Quitando el ala, probablemente rota, y algún rasguño, parecía estar en buen estado.

Cuando llegamos a la altura de Fran, Keith aceleró el paso, pero me aseguré de detenerlo. No sabía cómo iba a reaccionar, pero lo último que Fran necesitaba era que su amigo, presa del pánico, se le echase encima.

─Cuidado ─advertí.

Lo adelanté entonces para examinarla junto a Alehyss, pero no me gustaba mucho la situación, aunque Fran no pareciera grave.

─Ya estaba inconsciente cuando la encontré ─expliqué─. La bestia gigante la llevaba cogida del ala y me la lanzó para atacarme, igual que luego lanzó aquellos árboles. No sé si se habría desmayado por el dolor o por algún otro golpe que le hubiera dado antes. Habría que inmovilizarle el ala, ¿no?

Mis habilidades de primeros auxilios no eran las mejores, y menos tratándose de extremidades aether, pero traté de invocar un fuuruchiade, por si podía mejorar en algo contusiones que hubiera sufrido, ya fuera en la cabeza o por el choque contra mí cuando aquel ser me la había lanzado.

Recogí las dos mitades del amulento y la gema rota y me los guardé, mirando a Alehyss, esperando lo que tuviera que decir al respecto.

Evito torcer el gesto cuando Massen describe lo que ha pasado, porque no me apetece echar más leña al fuego. Me dedico a tomar la temperatura y las pulsaciones de Fran en lo que Massen la cura con un hechizo. Luego, volviéndome hacia mi amiga, una vez ha acabado, bajo un poco la voz, apoyando la mano en su mejilla un instante, con expresión muy seria, en contraposición al gesto suave.

-No hagas nada más por hoy salvo que sea necesario-. Tiene incluso mal aspecto. No quiero que acabe poniéndose enferma-. Quizás lo mejor será que vayamos a la cueva y tratemos allí su ala-. Pido con un gesto a Keith que me ayude a subir a Fran a mi espalda-. Deberíamos descansar un poco y salir en cuánto podamos para buscar el próximo pueblo. Con todo lo que ha pasado no me quedan muchas ganas de quedarme en el bosque.

No negaré que me sentiré más cómoda con otros seres humanos alrededor, de los que son ruidosos y molestos, por una vez. Cualquier cosa mejor que extrañas criaturas silenciosas en las sombras.

Una vez tengo a Fran en la espalda, echo a andar hacia la cueva. Ya le contaré allí a Massen, sin Keith delante, lo que el chico me ha dicho.

Pese a mi instinto de protestar, me mantuve en silencio y me limité a asentir ante la petición de Alehyss. Sinceramente, no tenía ganas de hacer nada que no fuera quedarme allí mismo. Dudaba que fuese capaz de dormir siquiera, de tan cansada como estaba.

La seguí junto con Keith cuando echó a andar de vuelta a nuestro campamento, que, con un poco de suerte, estaría como lo dejamos, monturas incluidas. Al menos podríamos poder un poco la situación en orden el resto de la noche, antes de seguir con nuestro viaje. Dadas las circunstancias, tendríamos que retrasar un poco más la vuelta y buscar a alguien con más experiencia que nosotras que pudiera examinar a Fran.

El grupo regresó a las cuevas, donde pudieron descansar un poco y tratar sus heridas, así como las de Fran. La chica no despertó en aquel momento, y en cuánto pudieron y hubieron recuperado un poco de energía empaquetaron sus cosas y se pusieron en marcha de nuevo con los caballos. Tardaron algunas horas en alcanzar un pequeño pueblo donde pudieron pagarse una noche de posada y acudir a un médico, que les dijo que Fran estaba fuera de peligro y se encargó de atenderla.

No tuvieron que pasar más de dos noches en aquel lugar. En cuánto Fran despertó, escayolada y magullada, pero viva, les contó lo que faltaba en la historia de Keith: había acudido al bosque para deshacerse de aquella caja perturbadora, porque cuánto más tiempo estaban con ella peor se sentían, pero antes de enterrarla decidió tratar de abrirla una vez más, como habían intentado tantas otras, salvo que aquella funcionó. De ella salió una criatura extraña, echó a correr y no recordaba mucho más hasta el momento en el que se había despertado en una cama.

A partir de aquel momento, con la caja en su poder, Alehyss y Massen comprobaron que, en efecto, tener en su poder aquel objeto demasiado tiempo hacía que se encontrasen débiles, pero al mismo tiempo anhelaban poseerla por algún motivo. No obstante, rotándola entre ambas de forma equitativa conseguía paliar aquella sensación en gran parte, y el recuerdo de aquel pesar inmenso que provenía del líquido que sabían que había en la caja las disuadían de aferrarse mucho a ella.

Pronto estuvieron en Fulmen y el resto del viaje transcurrió tranquilo. Aunque algunas noches todavía soñaban que la caja estaba abierta junto a ellas y que de ella salían sus peores pesadillas.

FIN DE MISIÓN

Recompensa

Massen:
-5 puntos de experiencia
-Técnica Fondo: El usuario es capaz de administrar perfectamente su energía para poder soportar un esfuerzo muy prolongado, extenuante,  que lo desgastaría demasiado (carrera muy larga, nadar largas distancias…)
-2 piedras para su metallón teleportador (a su llegada a Brontë)
-2 dosis de Poción isotónica de Gallon (a su llegada a Brontë)


Alehyss:
-5 puntos de experiencia
-Técnica Entereza: El usuario es capaz de bloquear la mente para soportar temporalmente una situación psicológicamente desagradable (muerte de un ser querido, masacre, su vida en juego…) y seguir adelante.
-2 dosis de Poción isotónica de Gallon (a su llegada a Brontë)


Además, ambas tienen una caja muy especial que presentar ante los líderes y a dos adolescentes sanos y salvos.