Mazmorras

Silencio, paz, tranquilidad, oscuridad, oscuridad, oscuridad... Necesitaba relajarse seriamente y relajarse de verdad. Ahora no podría solucionarlo con alguna mujer hermosa que se acercase a su cuarto porque si alguna mujer hermosa lo hiciese en aquel momento, la destriparía de arriba a abajo y aun así no se quedaría a gusto.

No, necesiaba estar solo. solo él y sus asquerosos y pútridos pensamientos. Solo él y él y nadie más, porque él era el centro del universo y nadie más podía tranquilizarle.

Caminaba con más rapidez de normalmente y apretaba su látigo entre las manos. El tacto del cuero y el áspero metal...

Respiró hondo y se paró en seco, apretando la mandíbula, para luego volver a caminar con irritación. Estúpidas mujeres, se creían que podían controlar las cosas con esa asquerosa lengua suya. Unas vívoras biperinas, eso es lo que eran y con la edad se volvían mucho peor. Sí, a las mujeres debían matarlas llegadas a los 35, así el mundo podría llegar a salvarse de su repugnante veneno.

Continuó caminando, irritado porque a alguien se le había caído alguna cadena allá atrás. Barthemius... volvería a él en cuanto regresase a su cuarto...

Entonces volvió a respirar hondo y al fijar la vista al frente vio a una figura morena y asustada. Una chica joven y, al parecer claritas. Frenó en seco sin mediar palabra y esperó.

Después de unos segundos se dignó a hablar entredientes:
- ¿Qué haces aquí? -Musitó. Ni siquiera le parecían entretenidos ahora los cabreos de la estúpido Jillian.

La sangre se me heló.

No podía ver muy bien quien era debido a la falta de luz, pero lo que sí pude ver con extrema claridad fue el aura de aquel ser.

Negro y rojo carmesí... la mas horrenda combinación de maldad... el aura de una alma diabólica y depravada.

Estaba aterrorizada... nunca antes había visto algo igual.

No pude articular palabra alguna... y mis pies no me respondían.

Rechinó los dientas al no encontrar respuesta y se dedicó a leerla en la cara de la muchacha. La cara pálida, los ojos abiertos. Dio unos pasos hacia ella extendió la mano y la alzó en el aire mediante su magia, concentrando el flujo en torno a su cuello para cortarle la respiración.

Gruñó y apretó su puño. La irritación era horrible. Acercó la cara de la chica a la suya y olió su fragancia de forma brusca y sonora.

-Lárgate con tu maldita luz al lugar que te corresponda -.Siseó el caeruleus apretando el cuello de la muchacha. Marcas, marcas en cualquier parte por la que pasaba. Marcas de Darvenwish. No. Marcar de Aren Darvenwish en todo lo que el mundo contenía.

Lanzó a la chica hacia adelante, a unos metros de distancia y decidió perderse por algún otro lugar. Por algún lugar más oscuro que aquellas ruidosas mazmorras.

*Desaparece*

Me llevé la mano al cuello y respiré agitadamente intentando recuperar el aire. Estuvo a punto de ahogarme...

Las lagrimas empezaron a brotar de mis ojos como cataratas.

Me levanté como pude y salí corriendo de allí.

*se va*



Fdr: ¬¬
algún día me vengaré...
y mi venganza será terrible...

Entro en las mazmorras con el paso acelerado arrastrando al piscis, que no para de pedirme clemencia.
-¡Cállate!- digo empujándolo de un solo golpe al interior de una de las celdas.
A continuación entro yo detrás. Hace muchísimo frío en este lugar. Eso me dá una idea.
-quédate en calzoncillos y dame tu ropa. ¡AHORA!

-Bien...- digo mientras me acerco a el de forma amenzante.- ahora dime una cosa: ¿en que preciso instante tu pequeña neurona que compone tu cerebro piensa que esa es la forma de actuar correcta?

-¡COMO TE ATREVES! COMO TE ATREVES A HACERME ESTO! COMO TE ATREVES! ÂCHNAM ÂCHNAM

dos enormes bolas negras salen de mis dedos. Tienen un tamaño ue hasta a mí me impresionan... no era de extrañar: de noche y en un lugar completamente oscuro... son de las mas grandes y poderosas que he visto a lo largo de mi vida.

Ambas impactan en Silvanus, que con un quejido de dolor, se queda tumbado semiinconsciente en una esquina de la celda.

-Tres días, ¿me entiendes? TRES

*se va*

Alexander tiraba de mí con fuerza.
-No, por favor... no... perdóneme porfa... se lo suplico no... no...- las lágrimas rodaban por mi cara, pero todo le daba igual.

Entonces me dijo que me callara y me tiró por los aires a dentro de una de las celdas más alejadas y oscuras de las mazmorras.

Ante su mandato, obedecí sin rechistar, pero no pude evitar dar un par de respingos.

Me quedé en calzoncillos. Hacía muchísimo frío. Se notaba que el sol no llegaba nunca a esa parte del palacio, porque la humedad te llegaba hasta los huesos.

-yo solo quería protegerle yo... pero entonces dos enormes hechizos me dieron de llevo en el cuerpo, empujándome hasta la parte de atrás de la celda y haciéndome muchísimo daño. Me quedé en el suelo, temblando de frío y de dolor.

"tres dias..." eso fue lo último que escuché.

...
...
...


después de perder el conocimiento, me desperté... era de noche aún, pero había perdido la noción del tiempo...

fui a gatas hasta la puerta de la celda.
-Socorro! ayúdenme!- dije llorando, con la cara lleva de barro y temblando.

*se queda*


al rato, estaba tan cansado, que me tuve que dormír a la fuerza... hecho un ovillo encima de aquel frío y embarrado suelo

*se duerme*

Pasé una de las peores noches de mi vida... había dormido fatal y solo entraban un par de rayos de luz en las mazmorras, que dejaban ver como infinitas motas de húmedo polvo flotaban en el aire. Hacía un frío terrible.

Estaba muy sucio. Me quedé sentado en el suelo, con las piernas encogidas, con los brazos colgando hacia el exterior de la celda. Tenía hambre, pero no había nada para comer. Apoyé la cabeza en los barrotes y me quedé escuchando la inmensidad del silencio, interrumpido solo por el atronador sonido de una gotita de agua que caía cada cierto tiempo del techo, haciendo que todo la sala retumbase.

*se queda*

El líder bajó a las mazmorras emcabezando la marcha del preso y, ya en uno de los pasillos del fondo, se frenó para dar órdenes.

-Llevad a este maleante a las mazmorras del fondo y que no le traigan de comer ni beber durante tres días -.Sentenció formando una sonrisa maleficiente mientras mantenía la furiosa mirada del chico de servicio. Los solsados se lo llevaron y Barthemius fue tras ellos para corroborar su trabajo.

El líder Darvenwish pensaba abandonar de inmediato el lugar, pero cierto llanto lastimero y repelente rompía la calma de las mazmorras. En parte no era de extrañar, ya que de vez en cuando se castigaba a maleantes que pudiese haber en el castillo, pero le interesó ver de quien se trataba.

Se acercó a los pasillos de los que procedía el sonido y acabó frente a una de las celdas con un pequeño Silvanus llorando con la cabeza apoyada en los barrones y prácticamente desnudo.

El líder lo miró concuriosidad e incluso giró ligeramente la cabeza manteniéndose firme frente al muchacho.

-Un piscis salvaje ha aparecido... -Comentó en tono bajo con una sonrisa típica. -¿Qué haces tú por aquí? Supongo que no es ningún tipo de sonrpresa erótica -Comentó, jocoso, imaginándose como podía haber acabado así allí abajo.

FdR: "Un piscis salvaje ha aparecido" https://www.youtube.com/watch?v=R2eMvgdZuws

La voz de Aren me sacó de mi mundo gris y frío.

-¿Aren? ¿eres tu? alcé la vista para verlo. Era el: tan majestuoso como siempre

-No... no soy salvaje...- dije poniéndome de pie y agarrándome a los barrotes- no me llame eso... jolin...- entonces me froté la mejilla con la muñeca... tenía un moratón por lo Âchnam de anoche... de echo, tenía todo el cuerpo lleno de moratones...- no... no es nada erótico, se lo puedo asegurar. Porfa, señor, sáqueme de aquí. Es que Alexander me encerró aquí, porfa sáqueme... llevo aquí mucho tiempo ya y tengo hambre y frio...

El piscis se levnató y el líder observó los golpes que ahora portaba. Por una cosa o por otra siempre estaba toltamente dañado, como una muñeca de porcelana que una vez se rompe ya no recupera nunca más su apariencia frágil y perfecta.

El líder alargó la mano enguantada entre lo barrotes para agarrar la cara del chico donde el azul resaltaba su pómulo y rebajó la hinchazón con su magia.

- Cuéntame, pequeño, ¿Qué está haciendo el joven Alexander estos días? -Preguntó con voz zalamera el hombre, con la intención de ir recogiendo lo esperado de la labor del muchacho.

El líder rebajó la hinchazón de mi pómulo con su magia. Que suerte poder disponer de ese poder a su antojo... yo también quería.

- Pues... que yo tengo un amigo nuevo chrysos que se llama Lyam, y él y Alexander se amenazaron de muerte entre los dos, y yo, como no quería que se peleasen, pues los ataqué a ambos con mis hechizos, disuadiéndolos de la pelea, pero a Alexander no le pareció bien... fuy un imbécil... debí haber dejado que se mataran entre ellos... pero yo no soy asi... no podía dejar que se peleasen... prefiero llevarme yo los golpes a que se los lleve una migo mío o la persona que me salvó la vida.

Hice una pausa y dejé caer mi cabeza sobre los barrotes, cansado:
-Entonces Alexander me trajo aquí abajo... y me encerró, sin ropa, sin comida y sin nada de nada... me golpeó con sus hechizos y me dijoq ue me quedaría tres días aqui... ademas... ahora tengo que estar más pendiente de él, ya que me ha echo responsable de hacer su cama, y demás tareas cotidianas...

Lo miré desesperado a los ojos... - ¿va a sacarme? si no lo va a hacer, por lo menos deme un baso de agua... porfi

El líder escuchó al piscis para curiosear en las andanzar del caeruleus, pero Kettleburn solamente lo ilustró con los acontecimientos más recientes y eso era poco productivo. Al parecer la situación lo había superado un poco y ahora solo giraba en torno a aquel tema... El líder caviló en la forma más rentable de proceder.

Después de unos segundos abrió la celda y se echó a un lado para dejar salir al muchacho sin cambiar su gesto. En buenas condiciones le contaría sus hermosos días con el caueruleus y más después de aquel ataque a su "buena voluntad". Al líder le hacían mucha gracia aquellos dos. El caeruleus había decidito tomar como críado a la primera persona ingenua que se había encontrado en el camino y eso era muy poco inteligente a su parecer, pues lo lacayos debían de ser muebles ya criados en casa. Pero por otra parte aquello le venía maravillosamente, pues el pequeño noble no había podido tener más puntería para estar bajo su vigilancia. Iba a ser cireto aquello de que Kettleburn era más útil de lo que parecía.

Tendió el brazo al muchacho para que se acercase a recogerse del frío y así comenzase su ensoñación divina que le brindaría todo aquello que le interesaba. ¿No era acaso una buena acción repartir amor a cambio de escuchar los problemas ajenos? Cuando el líder caeruleus pensaba en aquellas cosas se sentía realmente engrandecido. Que bien actuaba.

-Ven conmigo, vamos a solucionar eso del hambre, el frío y la suciedad -. Comentó con tono bondadoso y amable.

El líder me abrió la puerta y salí despacio: no quería parecer ansioso, aunque ciertamente lo estaba.

Entonces me tendió un brazo para que yo me recogiese en el, por lo que me acerqué a el y lo abracé, haciendo que su lujosa ropa me diese calor, mientras el me pasaba el brazo por los hombros.

-Gracias...- dije con lágrimas en los ojos ante su comentario de limpiarme y esas cosas. Entonces lo abracé aún mas fuerte, haciendo que mi cara se hundiese en su chaqueta.-te quiero...- nunca se lo había dicho directamente... pero no lo pude evitar, aunque luego me sentí un poco estúpido.

El líder miró al muchacho enterrarse en su ropa y alzó las cejas con una sonrisa divertida en cuanto pronunció un "te quiero". Enternecedor...

El muchacho estaba helado, húmedo, sucio y prácticamente azul como sus parientes del norte de Aqua, pero no le importó demasiado que esto afectase a su hermosa ropa. No era un traje especial y pronto renovaría su armario con el cambio de estación. Además lo que ganaba con la acción era bastante más jugoso que un poco de seda y algodón.

- Te invitaré a un lugar especial para que podamos solucionar las cosas tranquilamente -.Comentó con el mismo tono agradable mientras notaba como el muchacho lo aferraba con fuerza. Lo llevaría a su habitación y ya se lo llevaría Barthemius en cuanto acabase con él, así, mediante desaparición, seguiría sin saber su localización en el palacio y no vendría a molestarle. Aunque, igualmente, aquel ala estaba restringida a casi todo el personal, pero el niño era tan tozudo que seguramente pensaría en colarse. Mejor mantener su tranquilidad... Este era un caso aíslado, además Jillian no podría urgar en lo que hacía o dejaba de hacer en sus aposentos.

Si más dilación desapareció junto al chico para pasar la tarde en Brontë.

*Desaparecen*

FdR: Síiiii, esos aposentos que exiiiisten ...

Entro en las mazmorras dando un sonoro portazo.
oigo los lamentos de un hombra al fondo, pero quien me interesa es el niño, no el hombre.

Llego a la puerta de su celda, pero la rata desorejada no estaba en ella.

Tiro el plato de comida que le traía al suelo.

-JODER! LA MADRE QUE LO PARIÓ!-dije mientras salía corriendo a buscarlo.

Si le decía a alguien que había utilizado las celdas como castigo para su prpio disfrute, le echarían una buena bronca... ya que solo los líderes podían utilizarlas.

*se va corriendo*

El líder caeruleus se introdujo en las mazmorras seguido de los dos chicos que habían armado escándalo en los dormitorios. Abrió una celda y se apartó para que pasasen. Miró el interior. Si por él fuera los colgaría de las paredes y les gravaría en el pecho cómo deberían comportarse. Sonrió para sí. ¿Cuántas veces había podido culminar sus descabellados castigos? solo con aquellos delincuentes repudiados que habían asesinado, violado o maltratado. La verdad es que con los guerreruchos se excedía de vez en cuando, pero el ejército no era el pueblo. Ellos debían estar preparados para más.

- Entrad y permaneced callados. Os toca acomodaros al fresco. Y recordad que las mazmorras son parte del interior del castillo -Indicó sin mirar a los muchachos. Dejarlos allí abajo juntos y obligados a no armar escándalo los haría descansar peor que si se dormían por agotamiento de los golpes. El castigo no estaba tan mal depués de todo.

- Mañana podréis salir. si lo recuerdo... - Indicó con una sonrisa maleficente mientras cerraba con metal y magia la celda.

- Buenas noches, guerrerillos -. Indicó antes de desaparecer entre las sombras del lugar.

*Desaparece*

Aren nos encierra como a ruines malhechores. Cuando desaparece, reacciono agarrándome a los barrotes.

-¡Gilipollas, mamarracho, cabrón asqueroso deficiente, retrasado! ¡DÉJAME SALIR! NO PUEDES TENER A ALEXANDER PRICE DE CÁLIGO METIDO EN ESTA POCILGA ACOMPAÑADO DE ESTA RATA! ¡JODER!

-Lyam...- respiro profundamente- te odio tanto... te odio tantísimo...- me doy media vuelta y me acuesto en unas tablillas. Lloro en silencio sin que el me vea. Eso queda para mí solo.

ya veras: si no te parto los dientes yo, lo hará mi piscis... pienso mordiéndome los labios, intentando aguantar el lloro que no puedo controlar.


*se duerme*

Alzó ambas cejas al ver la reacción de Alexander. No entendía por qué gritaba tanto. Si pensaba que gritando solucionaría el problema, estaba muy equivocado.

Lo miró de reojo. Pensó, mientras lo observaba, que el caeruleus debería dar gracias. El líder podía haberles castigado de una forma mucho más dolorosa.

- Deberías dar las gracias porque sólo te haya encerrado. - murmuró, recordando las heridas de su espalda -. Y gracias por lo de rata. Lo tendré en cuenta.

Suspiró y estiró los brazos. Se sentía, en parte, aliviado. Esperaba una reacción más dura por parte del líder. No le gustaba estar encerrado con Alexander, pero prefería eso a los golpes. Ignoró el comentario del caeruleus y se acercó a una esquina de la celda. Se sentó en el suelo y se recostó contra la pared. Observó las paredes, el suelo y el techo. Luego miró a Alexander, que estaba tumbado. Se preguntó si estaría dormido, pero no dijo nada. No quería escucharle hablar.

Por lo que había dicho el líder caeruleus, mañana igual podrían salir si se acordaba. Suspiró. ¿Cuántas probabilidades había para que el líder se olvidase de ellos? Por supuesto, contaba tanto el olvido accidental como el no accidental. Estaba convencido de que el líder haría todo lo posible para olvidarse de ellos.

Negó con la cabeza. Mejor no pensar en el tiempo que permanecería allí al lado del imbécil que tenía a unos metros. Cerró los ojos e intentó conciliar el sueño. Si dormía, se olvidaría de dónde está y, lo más importante, de con quién está. Estar encerrado no le molestaba tanto como estar cerca de Alexander.

*se duerme*

Me despierto de repente, con un dolor de espalda impresionante.
Me pongo de pie y veo a mi alrededor, comenzado a recordar porqué estaba aquí. "Si yo no he hecho nadaaaaaaaaa" quiero gritar. Pero no lo hago: no quiero despertar a la lechuga durmiente.

Doy una patada al aire. - Joder... a ver si me encuentra Kettleburn y le dice a Aren que me saque de aquí. Aquí pagan justos por pecadores... que injusticia- musito con los brazos cruzados y bufando hacia arriba.

Me deshago la coleta y me hecho el pelo hacia delante.

-Perdona, bonito ¿te ha echo daño ese tontorrón de Heylel? tranquilo- digo acariciándolo- nuestra venganza será terrible- digo con voz zalamera y pasándome el pelo por la cara.

Aún huele a limpio, pero como siga en esta cochambrosa celda, pronto olerá mal y entonces me dará un patatús. NO PUEDO TENER EL PELO SUCIO.

Me desquicio. Y me pongo a caminar de un lado para otro. Veo a Lyam y me dan ganas de darle una patada en la cabeza y deshacerle los sesos contra la pared, ahora que duerme. DIOOOOOS que a gusto me quedaría.

"Kettleburn, aborto con patas, encuéntrame, joder, encuéntrame encuentrame encuentrame... haz algo útil una vez en tu vida."

Me vuelvo a sentar. Y me paso las manos por el pelo hacia atrás, arrastrándolo conmigo y bufando.

Tengo ganas de conjurar un Âchnam y destrozarlo todo. Pero sería de tontos. Necesito desestresarme. ¡JODER VIO LO QUE HABÍA EN EL PAQUETE QUE VERGUENZA! ¿como me voy a desestresar así?

Bufo de nuevo y me quedo viendo al techo, mientras acaricio mi pelo, intentando que por arte de magia, vuelvan a nacer los pelos que me fueron arrancados.

*se queda*



Me

Estiró los brazos y resopló. Tal y como había imaginado, el líder caeruleus no los había sacado de las mazmorras. Suspiró. Se preguntó si aparecería hoy o si, por el contrario, preferiría dejarles un par de días más en la celda.

Miró de reojo a Alexander. Pensó en intentar entablar conversación con él, pero rechazó la idea. A pesar de que se aburría y de que llevaba un buen día sin decir nada, prefería eso a charlar con el caeruleus. Además, si intentaba hablar con él, probablemente volverían a discutir (y, como consecuencia, seguro que permanecían más tiempo en el calabozo).

Suspiró y clavó la vista en el suelo. Le dolía la espalda, tenía hambre y se aburría. Ahí abajo, en las mazmorras, no había nada que hacer. Se recostó contra la pared. Miró a los lados y, al comprobar que seguían estando solos, decidió que podía canturrear algo. Al menos así acabaría con el silencio y se mantendría ocupado.

Clavó sus ojos en el techo y, en voz baja, comenzó a cantar una vieja canción que solía cantar un amigo de su madre. La canción en sí trataba de un viejo marinero que viajaba por el mundo buscando el amor (sin obtener resultados).

Darvenwish apareció apoyando los codos en los barrotes que atravesaban verticalmente la celda dándole la espalda a los chicos mientras canturreaba -prácticamente hablado- la siguiente parte de la canción del chrysos.

-"Alma, corazón y espuma
deja en puerto el marinero.
Aunque el barco nunca encalle
pierde lastre, pierde el cielo"

El líder Darvenwish miró de reojo al muchacho con una media sonrisa para después darse la vuelta y apoyar las manos sobre los barrotes a la altura de su cabeza.

- Cuando yo tenía tu edad esa canción ya era vieja -.Indicó mirando unos segundos hacia alguna parte como si se parase a recordar. -Es curioso, supongo que no muchos conocen canciones tan propias de taberna...- Comentó dando cierto matiz satírico a su sonrisa.

Miró a ambos muchachos -cada uno en una esquina, por supuesto- y se regodeó de su decisión.- ¿Qué tal habéis dormido? -


FdR: looooooooool no, no me miréis...

Dejó de cantar cuando vio al líder caeruleus aparecerse. Arqueó una ceja y observó la espalda del líder y escuchó cómo interpretaba la siguiente estrofa de la canción.

Torció una sonrisa cuando el líder se giró. Se puso en pie y se acercó hasta donde el caeruleus estaba situado. Ensanchó la sonrisa.

- Lo mismo digo, señor. No muchos conocen esa canción, aunque me imagino que usted y yo la conocemos por motivos diferentes - murmuró, con un cierto matiz irónico en la voz -. He de decir que frecuentar las tabernas no está entre mis grandes aficiones - añadió, torciendo aún más la sonrisa.

Retrocedió un par de pasos y miró de reojo a Alexander. Luego clavó sus ojos en los del líder.

- Y, como ya se imaginará, hemos dormido mal estos dos días, señor.

Sabía que responderle al líder no podía ser buena idea, pero no pudo resistirse. Ya se arrepentiría después.

FdR. jajaja yo intento que no conteste tanto, pero no puedo remediarlo jajajajajaja
la que le va a caer...

El líder vio al muchacho acercarse y alzó una ceja sin perder la sonrisa. En cuanto soltó su primer comentario Darvenwish amplió la sonrisa a una satírica y agarró la mandíbula del muchacho.

- Que en-can-to -.Casi escupió al pronunciar, acercándose al joven. Pero a pesar de que era una falta de respeto el chico le permitiría divertirse un rato. Había cruzado una pequeña línea que ya conocía, ¿qué iba a hacer ahora?

Entornó los ojos y puso tono acaramelado.

- Dame un besito, Lyam -. Indicó moviendo las comisuras y mirando al muchacho de forma descarada. La situación le resultaba totalmente cómica y su comportamiento de lo más estúpido pero lo gracioso de verdad sería ver qué demonios hacía.

FdR: loooooool en serio, yo tampoco lo entiendo XDDDDDDDDDD

Frunció el ceño al notar cómo el líder le agarraba la mandíbula. Clavó sus ojos en los del caeruleus mientras este hablaba. A terminar su primer comentario, Lyam torció una sonrisa.

- Sí, me lo dicen mucho, señor - murmuró, ensanchando la sonrisa -. Aunque tampoco es para tanto...

Miró de reojo a Alexander. Se preguntó qué estaría pensando. Luego volvió a mirar al líder.

La expresión jocosa que tenía casi se le rompió al escuchar (y al ver) al líder. Frunció el ceño y se esforzó por no esbozar una mueca ante la petición. Evidentemente, no iba a besarle por propia voluntad, pero sabía que, estando como estaba, el líder podía hacerlo si se lo proponía. Deseó que el caeruleus solo bromease y esbozó una pequeña sonrisa.

- Señor, está Price - Con un gesto de la cabeza, señaló a su compañero. Luego miró al líder -. No creo que sea buena idea...

El líder entornó los ojos sin perder su sonrisa y dio un empujón al muchacho aprovechando que le sujetaba la mandíbula.

-Eso te salva, cobarde -. Indicó el líder dándole la espalda y mirando de refilón. Jóvenes poco entretenidos que no sabían sobrellevar una broma. Uno se ponía a gritar como una jovencita ruborizada y el otro no salía del somnoliento tono irónico con el que hacer mutis por la izquierda.

- Bien, he tomado una decisión. Podréis salir -.Comentó sin mirar a los muchachos. - En cuanto alguien venga a buscaros -. Añadió segundos después con una sonrisa complacida. No aprenderían, nunca lo hacían. No, no se aprendía si algo no te recordaba día tras día que era aquello que no debías hacer.

El líder se acarició el pecho en un gesto inconsciente y echó a andar. -Me pregunto si el aether sabía que acabaríais aquí... -Comentó con indiferencia y cierta musicalidad antes de irse.

*Desaparece*