Sala de baile

Al pensar en arroz con verduras me acordé de algo. Sonreí, animado.

- Y dime, ¿te gusta el picante? Pero el picante picante, no como cuando te dicen que algo es picante pero luego apenas es un ligero escozor impreceptible.

En casa comíamos picante muchas veces. Había coincidido con personas que se extrañaban de que, con el calor que hacía con el desierto al lado, buscásemos calor en la lengua. Pero bueno, era lo típico. No se me había ocurrido hasta que conocí alimentos de otras regiones.

El tema del piano era más escamoso. Mi expresión se ensombreció un poco.

- Verás... Yo lo de los puntitos más o menos lo llevo bien, aunque vaya despacio. Pero mis dedos no terminan de servir para esto, ¿sabes?-. Le mostré mis manos, como esperando que el hecho de verlas lo explicase todo en sí mismo-. Son demasiado grandes, y no están hechas para tocar con delicadeza. No sé si tienes algún consejo...

La sonrisa de Ben no hace más que ensancharse, ahora con un deje claramente socarrón, casi como si estuviera aceptando un reto.

-Me encanta el picante -asegura, casi como si lo saboreara-. Yo creo que es mi sangre flamma, pidiendo que le dé más fuego.

Parece realmente preocupado por su capacidad musical. Para Ben, eso no tiene el menor sentido. La música está para disfrutarla. Si no lo pasas bien, ¿dónde está la gracia?

Acerca su banqueta al piano, colocándola junto a la de él, y niega.

-No existen los dedos demasiado grandes -asegura, con convencimiento-. De hecho, dicen por ahí que las manos grandes son buenas para llegar a más teclas. ¡Y tampoco tienes que tocar con delicadeza si no quieres! -Puso las manos sobre el piano y las dejó moverse entre acordes, cada vez de forma más caótica, hasta que pasó a limitarse a golpear grupos de teclas con los puños, preocupándose únicamente de que el ritmo le diera gracia al sonido-. Cada cual tiene su personalidad, y tú tienes la tuya. Tu música debería ser tuya, no del piano. Haz tu ritmo, báilalo. Lo importante es divertirse, ¿no?

Sonreí un poco más.

- Es que mi hermana me ha enviado unas especias que me encantan por correo. Y recordé que mi abuela siempre hacía un plato de verduras cuando era pequeño, y le echaba esas especias solo a algunas de las verduras y luego lo mezclaba todo y de pronto, mientras comías, te encontrabas el mismísimo infierno en la lengua-. Acabé echándome a reír-. Quizás quieras probarlas.

Presté atención a su explicación, si podía llamarlo de aquel modo, sobre la música y el piano. Intenter imitar sus golpecitos, pero sentía que en mi caso eran estridentes o poco acertados. Negué un poco para mí, con cierto agobio.

- Me encanta divertirme, desde luego. Pero lo cierto es que quería ser capaz de tocar una cosa para dentro de unos días, y me temo que no llega con que me divierta. No lo siento así, al menos. Quizás estoy obcecado con esto y puedo buscar alguna otra cosa que hacer.

La presión no era divertida, aquello era cierto.

Ben abre mucho los ojos, con genuina curiosidad.

-¿Pero de Ignis? -pregunta. Las especias picantes de Ignis tienen fama reconocida. Ben solo las ha probado en Brontë, ya que en su anterior nivel de vida no eran precisamente accesibles. Por lo que tiene entendido, hay infinidad de variedades, cada una con sabores y tipos de picante diferentes. Tiene entendido que algunas te hacen llorar o incluso, literalmente, escupir fuego por la boca. Se pregunta si será un efecto reservado a la población flamma o si una persona piscis que las tomase, por ejemplo, podría también escupir fuego. Sería digno de verse-. Pues sí, la verdad. Si estás por la labor de compartir, me encantaría probarlas. En general, cualquier cosa que implique descubrir nuevos manjares está entre mis intereses.

Ben frunce el ceño, reflexionando acerca de su explicación. Aprieta los labios, pensativa.

-¿Era algo específico? -pregunta-. Estás un poco tenso, ¿no?

Alza un poco la mano para palparle el hombro. Mithos bendito. ¿Se puede tener tanto músculo y relajarlo? No parece fácil.

Imita los golpes de él, buscando los mismos sonidos, con una sonrisa y la intención absoluta de encontrarle el ritmo a la absurda tonadilla.

-No sé, a mí mal no me suena. Pero para sacarle partido tienes que soltarte un poco. ¿Te gusta bailar?

Toquetea una tonadilla simple y repetitiva.

Mi asentimiento fue tan enérgico que tuve que asentir una segunda vez para sentir que el gesto había terminado. ¡Pues claro que de Ignis!

- Efectivamente. Nadia sabe que nos encantan, y es más fácil pedirle que las envíe que buscarlas en el mercado. Aquí llega una variedad algo escasa. Pero ahora toca pensar en qué cocinar. Si me das alguna idea, y aunque no lo hagas, las compartiré contigo sin problema. Siempre puedo pedir que me envíen más si se terminan.

Suspiré cuando me tocó el hombro. ¿Qué si estaba tenso? Pues aquel día sí, desde luego.

- Tengo esta canción, que tengo que poder tocar-. Le mostré la partitura, aunque ya había dicho que no sabía leerla-. Esta o alguna otra animada, como de actuación de un malabarista, o para estar de fondo mientras suena una historia -expliqué.

La pregunta sobre bailar me hizo rascarme la barba. Terminé por decidir que lo correcto era asentir.

- He bailado bailes de salón desde pequeño. No soy el mejor bailarín, pero he de admitir que tampoco lo hago mal -reconocí con orgullo.

Ben acaba de comer, y aún así se le está haciendo la boca agua. Su mente empieza a dar vueltas a toda velocidad, en busca del plato ideal. En realidad, nunca ha tenido mucha idea de comida, solo un estómago hambriento.

-Hmm... ¿Y ese plato de tu abuela que decías? -sugiere-. Si conoces la receta, sería genial poder probar las especias en su ambiente clásico. Si no, personalmente, me pirran las setas. No sé, seguro que tú sabes mejor qué le va bien. A mí es que cualquier cosa me parece una delicia.

Ben entrecierra los ojos cuando le pasa la partitura, sin saber bien qué hacer con ella. Tras un vistazo sin interés, se la devuelve.

-No sé, si me la tarareas a lo mejor... -sugiere, intentando volver a su terreno. Estira los dedos, pensando en qué podría cumplir con esa descripción. Al final, teclea una propuesta-. ¿Algo así?

Se encoge de hombros. No se refería a bailes de salón, en realidad. ¿Eso no implica seguir mil normas y limitaciones? No tiene ni idea, pero nunca le ha sonado muy atractivo.

-Hmya. ¿Pero te lo pasas bien bailando?

El plato de mi abuela era una idea interesante, aunque la receta, desde luego, tendría que ser improvisada en parte. Y no estaba seguro de si mis habilidades en los fogones iban a ser suficientes para conseguir aquel resultado. Pero al menos debía intentarlo.

Asentí, dandole a entender que tomaba nota de todo aquello. Tendría que hacer una prueba al menos antes de avisarla, pero al menos ya tenía el plan medio apalabrado.

Tarareé un poco el principio de la canción cuando me lo pidió, poco convencido incluso de que sonase bien en mi voz. Se me daba mejor cantar otras cosas. Cosas con letra, para empezar.

- Bueno, la verdad es que algo como eso no está mal -concedí tras escuchar lo que ella tocó-. ¿Cómo haces para que surja de ti esa música? Es como si lo pensases y en vez de hacerlo con los labios lo hicieses con los dedos.

Aquella habilidad me vendría de perlas en aquel momento, pero suponía que no era algo que se consiguiese de la noche a la mañana.

- Claro que me divierto bailando. De hecho, lo cierto es que hace mucho que no bailo. Deberíamos organizar una fiesta, o algo así -reflexioné, pasando a casi hablar solo-. Seguro que la gente se anima, nos hacemos todos más amigos y luego somos guerreros más eficaces.

Alterna dos notas, buscando las palabras para explicarlo. Acaba por rendirse.

-No sé, es un poco por lógica -concluye-. Para mí es cuestión de poner la oreja -. Pulsa una tecla-. Si este sonido está aquí -. Pulsa la otra-. Este tiene que estar aquí. Y los demás, cada uno en su sitio. No te lo sé explicar, nunca he conocido a nadie que lo enseñara. Y tampoco me dice nada un papel escrito.

Sonríe, encantada ante la propuesta. Ojalá. Ojalá un buen fiestorro.

-Sería genial -coincide-. Es que yo creo que es lo único que le da sentido a todo esto. Tocar. Bailar. Cantar. Si no te lo estás pasando bien, es inútil. Si te lo pasas bien bailando, tienes que tocar con la misma actitud. Si tocar no te divierte de ninguna de las maneras, es mejor que no sufras y bailes.

Lógica. Aquello era como si me dijese que yo no tenía aquella lógica. Quizás necesitaba praticar más para conseguirlo, pero si aquel era el caso... quizás debía buscar una alternativa a corto tiempo.

Acerqué la oreja al piano mientras Ben tocaba las notas, esperando que en algún momento realmente hubiese una reacción en mi entendimiento, y que de pronto todo cobrase sentido. El final parecía que hablase más de algún tipo de magia o poder oculto, y que realmente yo no acababa de comprenderlo. Aunque sí entendía de lo que hablaba, porque había sentido aquello de que todo tenía su lugar, solo que con otras cosas.

- Pues quizás lo que deba hacer es buscar otra cosa. Bailar, como dices. Si no me temo que puedo quedarme delante de este piano tres días con sus noches y que con ello solo conseguiré frustrarme y tener aún menos tiempo para cambiar de idea-. Le sonreí ampliamente-. Pero la fiesta, por otro lado, dala por hecha. Quizás a los líderes les parezca bien que celebremos estos tiempos tan tranquilos y exitosos. Parece que todo va bien últimamente.

Ben asiente, convencida.

-Bailar siempre es una buena opción -coincide-. No te frustres con el piano, de todas formas. Quizá con el tiempo acabes entendiéndote mejor con él.

La idea de la fiesta suena maravillosa. Tiene que contárselo a Fif.

-La verdad es que parece el mejor momento -asiente-. Que no digo que haya que bajar la guardia y esas cosas, aquí trabajo a tope, pero es una buena ocasión.

Se levanta de la banqueta y se estira sin reparo.

-En fin, voy a ver si me meneo un poco, que buena falta me hace. Ya me dirás qué tal te va con el baile. Y no me he olvidado de esas especias ardientes, eh.

Y, tras despedirse, sale silbando de la sala.

*Se va*

Me despedí risueño de ella, aceptando todo lo que comentaba. No olvidaría las especias, por supuesto. Y tampoco la idea de tener una fiesta, que hacía ya tiempo que la necesitábamos. Pero...

Miré el piano de reojo cuando me quedé a solas. Por mucho que dijese que acabaría entendiéndome con él (quizás) incluso Ben había dado a entender que quizás era mejor que buscase otra cosa. Y por mucho que dijese del baile, aquello tampoco era lo mío. Quizás me estaba centrando en lo que no debía. Pero si me centraba solo en lo mío, ¿cómo iba a ser capaz de hacer cosas nuevas?

Me pasé una mano por el pelo, peinándolo hacia atrás, en un gesto frustrado. Pero terminé por levantarme resolucionado. Encontraría alguna otra cosa. Y luego, cuando tuviese más tiempo para ello, volvería a aquel lugar. Y entonces derrotaría al piano.

*se va*

Ni siquiera había visto dónde estaba, pero el lugar me resultó agridulce. Por lo menos, por lo que había notado hasta entonces, aquel lugar no solía estar muy transitado. Ni siquiera lo comprobé, de todos modos. Caminé con pasos rápidos hasta una esquina, notando cómo el nudo del pecho era cada vez más grande. Y el de la garganta.

No sabía qué me pasaba.

Quizás tenía que haber ido a un sitio más estrecho. Quizás al baño. Había cubículos individuales, no como aquella sala. Pero al menos allí, en una esquina, rodeada de un par de instrumentos, sintiéndome entre dos paredes, pude sentarme, abrazarme las rodillas hundiendo la cara entre los brazos y dejarme llevar por aquella especie de angustia que me había atenazado en la sala de entrenamiento.

¿Qué pensarían de mí? No era más que una cobarde huyendo de todo.

*se queda*

Kyoti abre la puerta despacio, con cuidado, como si tuviera miedo de que un movimiento brusco fuera a hacer que la sala se le cayese encima. En el momento en que entra, Zaih'ra parece estarse haciendo hueco en un rincón, encogiéndose sobre sí misma. No lo ha visto, cree. Está... ¿está llorando?

Kyoti siente que se le rompe un poquito algo por dentro, y al mismo tiempo la sensación de una tenaza que le agarra las entrañas. Mala cosa. Mala cosa, a él no se le da bien esto, él no está hecho para esto. Con lo inútil que es, ¿qué va a hacer? Pero no puede dejarla ahí y marcharse como si no la hubiera visto. Eso sería inhumano.

Así que traga saliva, inspira hondo y saca fuerzas de flaqueza para enfrentarse a lo que quiera que le pase a su compañera. Se acerca despacio, sin hacer mucho ruido, sin querer sobresaltarla ni abrumarla.

─E-ey ─. ¿E-ey? ¿En serio? Carraspea suavemente, agachándose a su lado, alargando una mano instintivamente para tocarla pero sin atreverse a hacerlo─. Ey ─repite con la misma voz suave. ¡Elabora, tarugo!─ Zaih'ra. ¿Estás... estás bien? ─Evidentemente, no, ¿es idiota o qué le pasa?─ Tranquila. Respira, tranquila. ¿Puedo hacer algo? ¿Necesitas algo?

Probablemente, su torpeza no, precisamente. Esto ha sido muy mala idea.

Cuando me di cuenta de que alguien estaba allí levanté ligeramente la cabeza, con los ojos desorbitados. Ni siquiera era consciente plenamente de si me importaba, pero en el momento en el que vi la mirada de Kyoti me di cuenta de que sí, e intenté acurrucarme un poco más en aquel pequeño espacio en el que me había metido, pero era imposible.

-Déjame -murmuré con tono ahogado. Ni siquiera había sido consciente de que estaba llorando hasta ese preciso momento. Notaba la cabeza como si me zumbase-. Necesito que todos dejen de mirarme como si no...

Como si no pintase nada en aquel lugar. Hasta Pris se había adaptado mejor que yo, y a ella ni siquiera la habían llamado. Quizás me habían llamado para que la llevase a ella. O me había inventado yo un motivo para alejarme del desierto.

Enterré la cabeza de nuevo entre los brazos, notando que empezaba a hiperventilar de nuevo. Y allí estaba Kyoti, para terminar de hacer la escena idea. Incluso aquel tímido chico estaría pensando lo ridícula que era.

Parece que, pese a sus esfuerzos, la ha sobresaltado. Menudo artista. Kyoti se da cuenta de que se está mordiendo el labio cuando clava tanto el diente que se hace daño. Se lo lame y se obliga a cerrar la boca, tratando de ahogar el pánico mientras piensa qué hacer. Zaih'ra parece querer que se vaya, pero dejarla sola en aquel estado no parece la mejor de las ideas. ¡No es que pretenda saber mejor que ella lo que necesita! Pero... se siente mal marchándose sin más.

Se sienta en el suelo, dejando una pequeña distancia con ella, para dejarle espacio, y mira hacia otro lado para no incomodarla. No se atreve a pedirle que complete la frase, aunque quizás eso ayude a entender la situación. Pero también puede ser que desencadene algo y empeore las cosas. Así que se queda allí sentado, intentando cumplir con la parte de la frase que ha entendido, tratando de dejarle espacio sin dejarla sola. ¿Tiene sentido? A lo mejor está haciendo el ridículo y ya.

Oye cómo la respiración de su compañera empieza a acelerarse de nuevo y se aclara la garganta, intentando no hacer mucho ruido.

─Respira hondo ─murmura, sin mirarla─. Tienes... tienes que respirar. I-intenta pensar en eso. S-si puedes.

Mejor calla. Mejor calla y deja de llenar el silencio con tonterías.

No quería que Kyoti estuviese allí, pero tampoco es que tuviese fuerza, las palabras o la entereza como para echarlo. Sin mirarlo, lo oía moverse cerca, aunque siempre sin llegar a tocarme. Escuchaba de fondo su voz, como un eco, y tardé varios segundos en componer de nuevo aquellas palabras que me dirigía.

Sabía que era inútil. Todos mis esfuerzos por haber huido allí eran inútiles, porque los recuerdos me perseguían pero era incapaz de rehacer mi vida en un lugar tan ajeno. Pero no quería pensar en aquello, por lo que intenté pensar en la voz de Kyoti, aunque fuese tan lejana. Intenté respirar más despacio, como me pedía, porque me estaba mareando.

De verdad, me esforcé. No quería sacar la cabeza de mi agujero y enfrentarme a su mirada. Apenas lo conocía, solo habíamos ido un día juntos al pueblo. Pero estaba allí delante, y aquello no podía cambiarlo.

-Seguro que en el fondo te estás riendo de mí -fue lo primero que consiguió articular, aunque la voz salió ahogada al sonar directamente contra sus piernas-. Piensas que soy débil por... Por esto. Y una estirada, seguramente.

El comentario lo deja de piedra. ¿Reírse? ¿Por qué iba a reírse? ¿De alguien que lo está pasando mal? ¿Tan desconsiderado parece? Siente un nudo en el estómago y tarda un momento más de lo normal en reaccionar. Carraspea, un poco incómodo, un poco confuso.

─N-no me parece muy... muy divertido, la, la verdad... ─responde en voz muy baja, todavía sin mirarla, perplejo y bastante perdido.

Le cuesta atar cabos, porque pese a que sus palabras no son en absoluto inconexas, como lo suelen ser las de él, siente que no tiene todo el contexto necesario para entenderlas. Se reacomoda un poco, se humedece los labios, trata de juntar ideas, de buscar palabras que sirvan de algo. Espera no estar poniéndose en supuestos que no son. Al menos parece que está respirando un poco más despacio.

─Cuando... cuando llegué al palacio estaba muy... muy perdido, ¿sabes? Creo que, bueno, es decir, que aún lo estoy un poco ─. Se le escapa un resoplido, un amago de risa nerviosa─. Yo sabía... Bueno, tengo un arco y había aprendido un poca a... a disparar, y así, pero tampoco era... No era muy bueno. No para que nadie, bueno, es decir, no era profesional, y, la verdad, no pretendía serlo. Solía... Bueno, en realidad lo que yo hacía, es decir, con el arco, me refiero, era cazar. Cazar para... Bueno, ya te conté creo, que en casa trabajamos... trabajábamos pieles, y bueno, era un, una pequeña aportación. Pero un guerrero... N-no lo entendía, ¿sabes? ─De nuevo, una risa nerviosa─. M-mi pareja, bueno, de entonces, ahora ya no, claro, mi... ¿mi ex pareja? Porque cuando vine ya no... Teníamos problemas y... ─Carraspea. Eso es irrelevante─. O sea, él decía que no debería venir. Que... que se habrían equivocado, que era un error y que yo no... que no valía. O sea, para guerrero. Y yo creía, bueno, que, ¡que tenía razón! No sé... no sé por qué vine. Quería... no sé, ¿salir de casa? O, no sé, llevarle la... la contraria o... E-es un poco... ─Se encoge de hombros, sonrojándose─. Es bastante infantil...

Traga saliva. ¿Por qué le está contando su vida? ¿A una persona que está evidentemente abrumada por sus problemas? Va a odiarlo, y con razón.

─M-me costó mucho... al principio, bueno. Cogerle... cogerle el ritmo a todo. Había un chico, un guerrero, Jun que... Bueno, ahora ya no está, es decir, se marchó hace un tiempo, ya hace... no sé, o sea, bastante. Pe-pero Jun también... Bueno, él era arquero, arquero de verdad y... No sé. Es decir. Me ayudó mucho. Es... es difícil y...

Suspira. Está empezando a agobiarse.

─P-perdona, estoy... estoy hablando demasiado. Lo siento.

Siente la boca un poco pastosa.

En algún momento mi respiración se suavizó porque una parte de mí se obsesionó con escuchar su historia. Llegé a levantar un poco la cabeza para poder mirarlo un poco, aunque tenía la vista nublada por las lágrimas.

Respiré hondo. Casi me eché a llorar de nuevo cuando mencionó lo de su ex, pero conseguí morderme el labio y las lágrimas cayeron silenciosas desde mis ojos. Necesitaba hacerle una pregunta antes de romperme, porque sentía que aquello iba a pasar en algún momento. Si no es que estaba pasando ya, si es que aquello no lo era.

-¿Tú qué... qué piensas ahora? ¿Crees que se equivocaron...?

Porque hablaba todo el rato en pasado, pero nunca llegó a negar aquella sensación. Aunque si seguía allí después de años...

-Menudo imbécil... Tu ex, digo.

Kyoti no se atreve a mirarla, no cuando le ha pedido que no lo haga. Pero la oye, y parece más tranquila. No sabe si eso es necesariamente sinónimo de mejor, pero es algo, supone. Espera, más bien.

Inspira hondo antes de responder a la pregunta.

─Creo que... Bueno... ─Carraspea. Hace una pausa─. No. Creo que... Creo que me llamaron porque... bueno, porque me querían aquí ─. Sonríe un poco, tímido, bajando la vista al suelo, a sus piernas─. Aún... creo que, es decir, que aún no sé muy bien... por qué. Es decir. Hay... Supongo. Que hay mucha gente que... que podría hacer esto y... Digo, igual que yo. ¿O mejor? N-no soy el mejor guerrero. De Brontë. Hay gente muy... en fin, muy buena, es decir, fuerte y más hábil y... P-pero bueno, cuando llegamos, creo que... que nos sentimos todos un poco así. Como yo. ¿Como tú? Perdona, no quiero decir que... O sea, no sé cómo te sientes tú, pero... Yo no creía que... Quiero decir. Me sentía, así como, fuera de lugar y... Un poco inútil, también ─. Resopla un poco, azorado─. Y luego, pues, bueno. Salí a... Hice misiones. T-tampoco he hecho muchas, es decir, seguro que podía hacer más, supongo, o, no sé, hacerlas mejor, pero... No sé. Es como... poco a poco. Y-y un día no es raro, es decir, es tu rutina, vives aquí, se vuelve un poco, como, lo normal, lo-¿lo lógico? No sé.

Mira al techo, pensativo.

─No puedo... No podría volver, ahora. A Kilandan. O sea, sí que puedo, ¡claro que puedo! ─Niega con la cabeza, traga saliva, trata de aclararse─. Mi... mi familia sigue allí. Claro que... Puedo ir, sí, pero, bueno, es de visita. Solo de visita. N-no sería capaz de... de volver para quedarme. ¡Y está bien! Tengo... tengo otra vida, y me gusta ─. Calla. No lo había pensado nunca, pero es verdad.

El siguiente comentario de ella lo pilla por sorpresa, y deja ir una carcajada, que casi suena más como una exhalación. Se vuelve un momento a mirarla con una sonrisa tímida, niega, baja la vista, se lleva una mano al pelo, sintiendo que enrojece. Se encoge de hombros.

─Supongo que... Bueno, entonces fue... duro, supongo. Lo-lo bloqueé un poco todo. Aún... o sea, todavía lo pienso, a veces. Bastante. M-me dijo que si... que si me iba no podíamos seguir. Supongo que... bueno, que era verdad, es lo que ha pasado, pero ─ se mordió un poco el labio─ fue... Creo que era una amenaza. Creo que, bueno, que si me decía eso, lo mejor que podía hacer era, eso, irme.

Se le borra un poco la sonrisa, mirando al suelo. Siente un nudo en la garganta e intenta deshacerlo con un carraspeo. Justo lo que necesita la pobre Zaih'ra, que le cuente sus dramas del pasado.

¿Hacía cuánto no tenía una conversación de verdad? Algo que no fuese Pris intentando animarme, o Pris intentando arrancarme palabras, o Pris intentando... Algo que no fuese yo rechazando a cualquier persona que se me acercase. Aquello ni siquiera era una conversación, era él hablando y yo encogida como una niña. Pero de alguna forma me aliviaba el sonido de su voz contando todo aquello. Hacía que pudiese alejarme un poco de mi propio dolor y de acercarme a su realidad.

-Supongo que si sigues aquí y nadie te ha dicho que te vayas, es que vales -murmuré, justo antes de sorber-. Si es la vida que te gusta... deberías... Deberías cogerla y abrazarla.

Quizás mi lugar no era aquel, a fin de cuentas. Porque yo no estaba segura de que aquello me gustase, como le sucedía a él. Torcí una sonrisa cuando mencionó lo de la amenaza. En medio de la ansiedad y la congestión, debía de parecer más una mueca.

-Espero que le cantases bien las cuarenta antes de irte-. Suspiré, aunque sonó más como un sollozo-. Altan... Altan es mi ex. Mi ex prometido. Llevábamos toda la vida juntos, ¿sabes? Como amigos, como pareja... Ya teníamos construido el futuro, o algo así-. Me froté los ojos con la mano-. Cuántos hijos íbamos a tener... A qué nos íbamos a dedicar... Bailaba tan bien, tenía tanta pasión en los ojos... Éramos...

El equipo perfecto. La gente nos lo decía. Lo felices que se nos veía. Lo compenetrados que estábamos. Lo mucho que nos habíamos hecho crecer el uno al otro.

-Me gustaría decir que discutimos... Pero ni siquiera pasó... Hasta el último día, hasta cuando me dijo que cancelaba el compromiso, que quería a otra persona... Estaba tan templado... ¡Y yo me enfadé tanto!-. La voz se me había desgarrado-. ¡Y grité tanto!, y él solo me miraba... Solo me decía... "lo siento"... Nadie había notado nada y fue tan repentino que el golpe...-. Apreté las manos sobre las rodillas, clavando las uñas en el pantalón-. Pero si quieres tanto a alguien... después de tanto tiempo... No puedes simplemente... odiarlo... Pero tampoco podía verlo cada día, preocupándose por mí, preguntando por mí, intentando apoyarme... Y me pidió llorando que no me fuese, me dijo que era su mejor amiga y que por favor... ¿Pero cómo iba a quedarme?

"No te vayas de mi vida, Zaih, por favor. Eres muy importante para mí. No te vayas, por favor..."

-Creí... Creí que la llamada había sido la salvación. En el fondo solo estaba huyendo de tener que verlo cada día, supongo que también esperaba que me siguiese o que se diese cuenta de algo... Pero... No, no pasó nada. ¡NADA!-. Necesité un instante para recomponerme tras haber alzado la voz-. Y... lo único que he hecho es traer conmigo a mi hermana pequeña, que no iba a quedarse, pero lo ha hecho. Que corra peligro, ella, que es lo más importante para mí... Y darme cuenta de que no tengo una vida aquí, no tengo amigos, no tengo ganas de hacer amigos. Y no soy capaz... de pasar página... Me gustaba la vida que había imaginado. No solo Altan, no solo él. La vida. Mis sueños. Mis motivaciones. Mis expectativas. El motivo que hace que cada día te levantes de la jodida cama con fuerza y te enfrentes a lo que la vida te ponga delante porque tienes una meta. Todo se ha ido y... ya no soy capaz de encontrarle sentido a nada.

Me desinflé de nuevo. Me sentía vacía. Rota.

Kyoti se encoge de hombros, incluso niega ligeramente con la cabeza.

─No sé... no sé si es... ¿lo que quiero? La vida que quiero ─. Se le hace extraño hablar en términos tan absolutos─. Pero... Pero está bien. Es decir, por ahora. En este... momento. Creo.

Y entonces ella empieza a hablar y Kyoti calla. No la mira, porque cree que no debe, que ella no quiere, que es mejor que siga como está mirando al suelo, a sus piernas, sus manos, cualquier cosa, y que escuhe en silencio. Es... desgarrador. Siente el nudo que le atenaza la garganta y parpadea varias veces, asegurándose de que no se le vaya a escapar ninguna lágrima.

Cuando ella acaba, tarda un momento en reaccionar. Traga saliva.

─Lo siento mucho ─y la voz le sale ronca, le sale densa, diminuta, pero le sale segura, porque no tiene nada que dudar de eso. Aunque, realmente, su sentimiento a ella no le sirva absolutamente para nada.

Se arrastra sin levantarse, girando y reculando hasta que queda sentado junto a ella, con la espalda apoyada en la pared, y apoya también la nuca, mirando hacia arriba. Permanece un momento así, en silencio, rumiando lo que ella dice, rumiando sus propios pensamientos, sin moverse. Y entonces, traga saliva.

─Creo que... nunca me ha pasado así. Que nunca me han... arrancado nada tan de, de golpe ─murmura, tan bajo que se pregunta si ella puede oírlo. Carraspea─. No tienes... no tiene que ser definitivo. No tienes que... decidir toda tu vida. Aquí y ahora. Yo no soy... No se me da muy bien. Las- las relaciones, y eso. Hacer amigos, digo. Ni planes, ni... ni nada ─. Resopla─. Pero... bueno, conozco historias. De gente que... bueno, guerreros que, que estuvieron aquí y... y luego, un día, se marcharon. ¿Jun? El... el chico que te decía, se marchó hace... años... ─Niega con la cabeza─. No sé cuándo. Se fue a Aqua, se hizo aprendiz en un... ¿taller?, y... No ha vuelto. No sé... no sé si volverá, si lo volveré a ver alguna vez. ¡Y no solo Jun! Mucha gente ha... venido, porque la han llamado, y luego... Bueno, luego ha seguido su vida. Y-y creo que, bueno, dicen que, a ver, que aquí pueden volver. Cuando quieran, es... son guerreros, es su casa. Pero puede... puede ser solo, eso, una etapa. No sé... no sé si es lo que, bueno, lo que necesitabas. ¡Es decir! No sé, no sé qué necesitabas, qué necesitas, pero. Pasó algo. Muy malo y... esto era una... una posibilidad. De cambio. Y viniste. Es... es muy difícil cambiar. Es mucho esfuerzo. No tienes... o sea, no creo que tengas que decidir todo ahora. Ni... ni sobre el oasis, ni sobre Brontë, ¡ni sobre nada! A lo mejor solo... Darte un respiro. Parar un-un momento a descansar, y... No sé, respirar.

Guarda silencio. Traga saliva.

─Es... una herida. Una grave ─. Sonríe, triste─. Hay que... Bueno, hay que curarla. O, no sé, cuidarla. Al... al ritmo que necesite.

Sentía que tenía razón en lo que decía, y quizás aquello me frustraba. Prefería lamentarme día tras día, esperar una carta que no llegaba (y nunca iba a llegar), oponerme a hacer relaciones y a hacer una vida allí porque, en el fondo, seguía anclada a mi hogar. Seguía viviendo en el desierto, aunque mi cuerpo estuviese en Brontë. Seguía soñando con aquellos bailes junto a una hoguera, con las sombras, las llamas y los cuerpos danzando al unísono. Seguía encontrando la comida insípida al saborearla, los rostros poco familiares y aquello de luchar contra enemigos inteligentes, aquello de ayudar a la gente, demasiado ajeno a mí.

No dejaba de ser similar a lo que hacía... en casa. Ayudaba a la gente también allí. Iba a buscar agua, a luchar contra bestias que amenazaban el campamento...

Sorbí, volviendo a secarme con la manga la nariz y los ojos. Si antes daba vergüenza, no quería pensar en aquel momento, con la cara toda roja y los ojos hinchados.

-Supongo que tengo que dejar de esperar una señal que indique que todo... se va a arreglar. Si no soy capaz de desprenderme, da igual a dónde vaya... -. Aquello era como un parásito enganchado a mi espalda. Quizás tenía que intentar variar la forma en la que me enfrentaba a mi situación, quizás tenía que intentar hacer algo-. ¿Crees que... podríamos ser amigos?

Casi me avergonzaba aquella pregunta. Pero realmente me preocupaba la respuesta. Porque seguía asustándome que solo me viese como alguien demasiado débil para luchar en ningún sitio.

Kyoti lamenta no tener un pañuelo que ofrecerle. O una taza de algo caliente. Una manta. Se pregunta dónde estará Priscilla, la famosa hermana. Preocupada, imagina. Quizás sería más fácil si fuera ella quien lidiase con aquella situación, conociendo bien a su hermana y pudiendo responder a lo que necesita. Aunque algo le dice que, precisamente, Zaih'ra ha estado evitando que su hermana la vea así tanto o más que el resto del mundo.

Abre la boca para responder a su comentario, girándose un momento a mirarla, cuando Zaih'ra hace su pregunta, dejándolo mudo y sin llegar a emitir ningún sonido. Siente que enrojece hasta la raíz del cabello, que un torrente de algo que no sabe identificar le sube desde la base de estómago, extendiéndose por su esternón y asentándose en su diafragma.

Cierra la boca, traga saliva y compone una sonrisa tímida, temblorosa.

─M-me gustaría mucho ─se atreve a decir, en voz tan baja que apenas se oye a sí mismo.

No esperaba una pregunta así. Es la primera vez que la oye.

La respuesta fue tan sincera, no sabía si por el tono, el volumen o su expresión, que sentí como si me hubiese quitado un peso inmenso de encima. Porque fue como si aquel hubiese sido el primer paso que daba en la dirección correcta. Quizás el segundo, después de haber quedado con él para ir al pueblo, pero sentía que con aquella situación había retrodedido al menos cinco.

Suspiró. Sentía alivio, pero a la vez agotamiento, estupidez. Demasiadas cosas. Tenía que buscar mi camino. Mi forma de hacer las cosas bien. Y aquello podía ser volviendo a casa, quedándome allí o en otro lugar, como decía Kyoti. Pero no servía de nada que viese pasar los días iguales, tenía que caminar.

-Creo... que necesito una ducha -murmuré-. Al menos lavarme la cara... Siento todo esto.

Y dormir. Dormir un mes entero.

Kyoti niega con la cabeza suavemente, manteniendo su escueta sonrisa, rodeado de su aire tímido. Se frota un poco la nariz, demasiado consciente del calor que siente en la cara y los hombros. Como si aquel gesto fuera a devolverle su color de piel natural.

─N-no pasa nada ─asegura. Se alegra de que se encuentre mejor. ¿Se encuentra mejor? Como mínimo, más tranquila. Quiere pensar que eso es bueno.

Inspira hondo y se levanta, sacudiéndose un poco los pantalones. Le tiende una mano para ayudarla a levantarse también.

─¿Vamos? Bu-bueno, si quieres.

A lo mejor decir lo que necesitaba no quería decir que fuera a hacerlo ya. A lo mejor quería un momento más de tranquilidad, a lo mejor quería que él se fuera y tener un momento para recomponerse tranquila. A lo mejor la estaba presionando.

FdR- La AMISTÁ

(y la inseguridá)