Sala de entrenamiento

Tras un día de descanso creo que es necesario que estire los músculos si no quiero ganarme un par de contracturas gratuitas. Aunque siempre puedo volver a abusar del aburrimiento de Cierzo para mejorarlas, jeje... No.

Entro a la sala de entrenamiento y dejo mi arma y mi chaqueta en un banco para luego mirar a mi alrededor con los brazos en jarra. Prefiero entrenar fuera pero hay veces en la vida en las que uno sabe que, para entrenar, debe utilizar la sala de entrenamiento.

Me dedicaré a estirar y practicar la respiración para tratar de relajar los músculos. Primero empiezo estirando los hombros y el bíceps llevándome el brazo izquierdo por delante del pecho mientras el derecho me bloquea el codo y tira de mi brazo hacia afuera. Luego hago la misma operación con el brazo contrario y vuelvo a hacerlo en un par de repeticiones.
Después cambio de estiramiento llevándome el brazo izquierdo hacia la espalda y tirándome del codo hacia arriba con el brazo derecho para estirar el triceps. Y lo mismo con el brazo derecho para luego repetir.

Me acerco entonces a una pared y apoyo la palma del brazo izquierdo en la pared, adelantando la pierna derecha a la izquierda para poner en ella el peso del cuerpo y estirar la articulación del hombro. Este me viene muy bien para cuando me duele el brazo y se me bloquea. Repito lo mismo con el brazo derecho un par de veces, siempre tomando aire antes de empezar y soltándolo cuando estiro todo lo que pueda.

Después de los hombros relajo un poco las muñecas girándolas y abriendo y cerrando los puños durante un rato mientras me paseo por la sala.

Una vez termino con eso me dispongo a pensar en las piernas, que es lo que tengo más machacado. Me voy al centro de la sala y las abro un poco para echarme hacia adelante cogiendo aire y tratando de tocar el suelo con las manos. Me quedo así unos quince segundos mientras voy soltando el aire y luego vuelvo a mi posición inicial. Aprovecho la situación para echarme también hacia atrás y estirar la espalda otros quince segundos. Repito dos o tres veces y paso a lo siguiente.

Ahora, manteniendo la misma amplitud de piernas, llevo las manos hacia mi pie izquierdo y me mantengo tocándolo quince segundos. Suelto el aire. Voy entonces hacia el derecho y otros quince. Suelto el aire de nuevo. Y a repetir. El problema de este tipo de ejercicios es que se vuelven bastante cansinos.

Después de eso, recojo una de las piernas y estiro la otra para acuclillarme un poco y estirar los cuádricepts y las corvas de la pierna izquierda llegando casi a tocar el suelo con el culo, que es ahí donde tira. Repito lo mismo con la derecha. Hago lo mismo un par de veces, primero con el pie de la pierna que estiro totalmente apoyado en el suelo y luego apoyando solo el talón.

Cambio de ejercicio, esta vez cerrando las piernas y poniéndolas totalmente rectas para tratar de tocar el suelo con las manos simplemente doblando el tronco. Como ya tengo las piernas bastante calientes no resulta demasiado molesto poder pasarme un rato en esa posición con lo que puedo concentrarme en respirar correctamente.

Tras algunos estiramientos más de piernas acabo por acercarme de nuevo a la pared. Primero pego la espalda contra ella y estiro los brazos todo lo que puedo, llegando a quedar de puntillas para estirar el cuerpo totalmente. Cuando no puedo retener más aire dejo caer el cuerpo, soltándolo. Lo repito un par de veces y luego me dirijo a las barras.

Me cuelgo en una de ellas de las manos y me dejo colgando un rato en el aire. Luego subo las piernas para agarrarme a la barra con las rodillas y dejo caer el cuerpo hacia abajo, estirando los brazos como si tratase de llegar al suelo, para estirar bien la espalda. No me gusta demasiado esta posición ya que enseguida empieza a palpitarme la cabeza.

Después de unos cuantos ejercicios más que me ayudan a calentar bien, acabo por sentarme en el suelo y abrir las piernas apoyando las manos frente a mí. Cuando coloco la cadera empiezo a abrir más las piernas buscando conseguir hacer un bue espagar. Cuando el ángulo de mis piernas empieza a superar los 120º empiezo a notar el tiró en los abdutores. Trato de imponerme a la molestia, pero lo suficientemente lento como para que no me duela y los tendones no sufran. Si esta zona de las piernas me queda descansada será un gran peso liberado.

Una vez termino los ejercicios me doy por satisfecho.

Llego a la sala de entrenamiento katana al hombro para ponerme un poco las pilas.

Dejo las cosas a un lado y caliento durante un rato haciendo abdominales y flexiones junto con algunos estiramientos. Ahora que ha mejorado mi resistencia puedo centrarme un poco más en la técnica y la velocidad e ir mejorando resistencia y velocidad un poco más a la par. A fin de cuentas, cuanto mayor sea mi capacidad más rápido podré moverme y para poder moverme rápidamente sin desfallecer tengo que conseguir tener un cuerpo capaz de soportarlo.

Después de correr un rato por la sala acabo por coger mi arma, dejando la funda tirada sobre el banco donde la había apoyado.

Empiezo primero con algunas katas que perfilen mis movimientos y mis cortes. Deben ser cortes contundentes pero relajados, para que sean rápidos. Repetir, repetir, repetir... Cuando el cuerpo está cansado es más complicado realizar movimientos rápidos. Debo romper esa barrera.

Paso de las katas a la imitación de un combate para obligarme a mover las piernas. Utilizo tres de los muñecos de práctica como enemigos para tener diferentes blancos donde mantener mi atención. Gracias a la combinación de movimientos circulares para cambiar las direcciones y movimientos rectos para dar contundencia, consigo un movimiento de pies y un ritmo de combate bastante elevados.

Estoy peleándome con los muñecos inertes cuando de refilón veo como alguien entra a la sala. Me paro un momento y veo que es mi compañera caeruleus con lo que le dedico una media sonrisa y un movimiento de cabeza similar al que ella hace.

—¿Qué? ¿Por fin vas a desenfundar eso? —Le pregunto, socarrón, señalando su espada -que ahora lleva también a la espalda- con la mía propia.

Suelto una risilla cuando tose y habla de resfriados. Sea verdad o sea mentira, viniendo de ella suena a escusa barata.

—Por Mithos, has estado tan quieta que te ha pillado hasta el catarro —Me meto con ella, colocándome la espada sobre los hombros dejando el filo hacia afuera. —A ver, ¿no eras tú la súper guerrera espadachín? Me gustaría ver cómo entrenas tus súper técnicas invencibles —Bromeo con calma, apoyándome en uno de los muñecos.

Asiento con la cabeza mientras la escucho con un gesto bastante gracioso. Que pena haberme perdido ese "grandioso" entrenamiento.

—¿Que las mujeres son más débiles? Claro que no. Bueno, no demasiado. Ya sabes, la regla y las tetas y eso —Bromeo, jactancioso mientras cambio la katana de sitio nuevamente, clavando un poco la punta en el suelo —pero, perdona, creí que estábamos hablando de ti —Remato, levantando el mentón con la cabeza algo girada, pretencioso.

Tiro de mi arma para agarrarla bien con la mano y echar a andar hacia ella y mi funda y abrigo.

—Supongo que es una pena ese inoportuno catarro. ¿Sabes? Creo que tus enemigos lo tendrán muy en cuenta cuando intenten matarte. "Chicos, volved mañana, es que hoy estoy un poco afónica" —Me burlo, divertido. —¿Tienes hambre? —Añado en otro orden de cosas.

Miro como se agarra el pecho con el ceño fruncido y parece que todo el dolor de garganta se le va cuando me replica y se pone chulita con mis huevos.

—Reláajate, ya te he dicho que hablaba de mujeres —Añado con un tono más comedido, dando a entender que voy en sonde paz a pesar de los comentarios.

Mientras guardo mi espada y me ato las correas de la misma al pecho me río ligeramente cuando sigue hablando.

—La verdad es que prefiero evitar comerme tus mocos —Le respondo, indiferente pero divertido. Parece que ahí le duele a nuestra pequeña chicarrona.

Me giro hacia ella con una media sonrisa cuando responde a mi pregunta de aquella forma, pero evito continuar pinchando demasiado y me dispongo a colocarme el abrigo.

—¿Te apetece compartir leche con miel para el catarro? —Digo a modo de propuesta. Asumo que no se tomará la pregunta como algo literal. Yo quiero una cerveza fresca.