Observatorio.

Ambos han contestado demasiado rápido. Como si tuvieran la coartada ya preparada. Seguro que sí que estaban conspirando. Seguro que es culpa del paliducho que me hayan mentido. Fijo. Le lanzo una mirada cargada de odio, pero por deferencia a Lea les sigo el juego. Si quiere que ocultemos sus verdaderas intenciones, adelante.

- Es bastante bonito, sí. Aunque todo el palacio me resulta un poco excesivo. No estoy acostumbrada a lugares así, la verdad. Pero es bonito- me asomo a la ventana y echo un ojo a través del telescopio, pero apenas se ve nada. Me gusta la lluvia, pero hubiera querido comprobar si desde allí podía observar zonas muy lejanas que me pudieran resultar útiles en algún momento. Maldita agua.

La mirada de la claritas no gustó demasiado a Zacharyas, que contuvo las ganas de encogerse y marcharse de allí. No le gustaba aquella sensación, aunque continuaba sin saber si era la forma que la mujer tenía de mirar a la gente o si, realmente, lo odiaba. Por otro lado, no se había topado con mucha gente que lo mirase de aquel modo desde hacía tiempo, de forma que podía, de algún modo, notar la mejora con respecto a su vida en su pueblo natal.

Clavó más las uñas en sus manos y mantuvo una sonrisa lo más relajada que pudo. No dijo nada, sin embargo, pues sentía que las mujeres habían iniciado una conversación entre ellas y ya no sentía fuerzas para meterse en ella.
Quizás, pensaba, si hubiese saltado...

Asiento, con calma.

-La verdad es que yo tampoco -admito-. Estoy más acostumbrada a algo menos ostentoso, aunque supongo que, para reunirnos, no es mal lugar. Aún así, no puedo evitar preferir estar fuera. Es una pena esta lluvia...

Miro de reojo al caeruleus. Parece haberse retirado de la conversación. De hecho, parece que solo su cuerpo permanezca aquí. Trato de traerlo de vuelta.

-¿Tú que opinas? -pregunto, algo incómoda por ser tan directa.

Lea parece dispuesta a integrar al caeruleus en la conversación. No me hace ninguna gracia. Pero bueno, tendré que apechugar. Mientras él responde, trasteo por el lugar y decreto que me gusta. Es bastante pequeño, lo cual es agradable. El comedor, por ejemplo, me pone nerviosa. Sitios tan grandes y suntuosos. Este... bueno. Tiene muchos libros, pero supongo que es lo habitual en los palacios. No son bibliotecas de pueblo, precisamente. Claro, siempre los grandes señores se quedan con toda la cultura. ¡Un pueblo instruido es un pueblo libre! Y nos prefieren mansos.

Cuando me canso de trastear vuelvo a mirar a mis acompañantes, evaluadora. No me gusta que se lleven bien. Él me cae mal. Al menos no se conocen demasiado. Igual aún puedo salvar a Lea de las garras de ese ser escalofriante.

Lea sacó a Zacharyas de su ensimismamiento, introduciéndolo algo por la fuerza en la conversación. Por el gesto de la claritas, Zacharyas no supo si alegrarse o sentirse todavía más culpable, pero manteniendo aquella sonrisa, más forzada a cada minuto, y carraspeando con nerviosismo.

-Yo vengo de un pueblo. Era grande para ser un pueblo -. Carraspeó-, pero no había ningún lugar en él que se asemejase a este-. El caeruleus guardó silencio dos segundos. Luego emprendió de nuevo el diálogo, algo ausente-. Ni por asomo...

Se llevó una mano a la nuca, hundiéndola en su cabello, pensativo. La otra seguía clavando sus uñas en su carne, cada vez más profundamente. Aquello lo calmaba considerablemente.

Asiento de vez en cuando a los comentarios de Zacharyas, como animándolo a seguir hablando, casi como se le haría a un niño poco estudioso al que se le está tomando la lección. Acabo por llevarme un dedo a los labios, pensativa. Le dedico un gesto casi cariñoso.

-Suena bien -comento, tratando de mostrar entusiasmo.

Me vuelvo hacia la claritas. Tengo que hacer grandes esfuerzos para contener un suspiro exasperado. ¿Intentan poner a prueba mi paciencia o qué? Cuando consigo integrar a uno, el otro se desentiende. Y, no es por nada, pero no me gusta implicarme con la gente.

Estoy buscando qué decir para traerla de vuelta a ella, esta vez, cuando una cuarta persona entra en la habitación. Y, esta vez, es alguien conocido. Por desgracia.

Sonrío al chrysos, asintiendo.

-Todo bien -comento-. ¿Y tú?

Miro a los otros dos, y luego de nuevo al chrysos.

-Yo acabo de conocerlos -explico-. Esta es Ío -. Señalo a la chica con la mano-. Y él es Zacharyas -. Lo señalo también.

La entrada de alguien nuevo me hace volver a la tierra. Un chrysos. Y amigo de Lea, parece. Lo juzgo brevemente. Que sea amigo de mis amigos es una buena carta de presentación. Y es bastante guapo. Y no sé. Me cae bien, decido. Por la forma de sonreír y parecer más de lo que es. Está bien.

Sonrío ampliamente cuando Lea me presenta y me acerco a él, con la mano por delante.

-Encantada, guapo. ¿Tú también estás en la no-conspiración que tenemos aquí montada?- sonrío aún más. No estaría mal que él también tuviera alma de revolucionario. Parece fuerte y decidido. Son detalles que ayudan cuando consagras tu alma a la lucha.

Un nuevo personaje entró en escena... El chrysos de la katana, que se presentó como Gerald a los presentes. Zacharyas lo había visto un par de veces, aunque no había hablado con él. Lo recordaba en el cementerio, luchando, como él, contra aquellos hombres extraños, aunque el caeruleus se encontraba demasiado ocupado aquel día tratando de matar al mago. Y, si hacía memoria, creía haberlo visto también un día con aquellas mujeres flamma que luchaban, aunque tampoco aquella vez habían intercambiado palabras.

Dado que Lea se encargó de dar los nombres, Zacharyas extendió con la mayor seguridad que pudo su mano, tendiéndosela. Enseguida se percató de que estaba algo manchada de sangre. Al final, pues, había llegado a traspasar la piel con las uñas.
Carraspeando, el caeruleus bajó la mano antes de que el otro la tomase, limpiándola en su capa.

-Encantado -dijo, sonriendo algo tenso.

Empezaba a acumularse demasiada gente. Aquello lo asfixiaba un poco.

-¡Geraaaald!- Tuli abrió los brazos desde el fondo de la estancia por donde había aparecido. Se aburría y sintió un gran cúmulo de gente en aquella zona del palacio y, ¿por qué no? Decidió salir a dar una vuelta.- ¡Ahí va! ¡Cuánta peña!- Rió, abrazando a Gerald por encima del hombro.- Perdón. No me he presentado.- Carraspeó.- Soy Tuli. Hoy... una amiga.- Dijo echando la lengua y haciendo el signo de victoria con la mano hacia delante. ¿Qué hacéis, nenes?- Dijo, contenta.

Pronto me quedó claro que lo de Gerald no era nada de aquel día ni ningún asunto personal. Sencillamente, él era así. En fin, de alguna forma era un alivio comprobarlo. Y más estando Ío para sufrirlo en mi lugar.

Cuando una quinta persona entró por la puerta, todo aquello empezó a parecerme ya un tanto sospechoso. ¿Habían convocado realmente algo, como Ío había insinuado, y yo no me había enterado?

Sonreí a la recién llegada.

-Lea, encantada -me presenté.

Decidí no responder a su pregunta. Se lo dejaría, mejor, a los "conspiradores".

La llegada de la mujer me sorprende. Quizás deba empezar a socializar más, veo que hay una cantidad de guerreros enorme que me agradan y no me importaría compartir con ellos correrías. Veo en ellos posibles compañeros de lucha dedicada.

Saludo con una media sonrisa a la recién llegada. Todos parecen amigos aquí, echaba de menos la sensación. No me sentía tan arropada desde que dejé mi grupo en Lumen.

-Yo soy Ío. Y la no-conspiración es secreta y no me quieren dejar entrar- añado en un susurro para el chrysos. Se merece saber que me están dejando fuera. Aunque la verdad, para ser un secreto empieza a haber demasiada gente para mi gusto. Demasiados para funcionar como cúpula de un grupo.

Noto una sensación de calor en el pecho muy reconfortante. ¡Da gusto encontrarse entre compañeros! De pronto recuerdo a mi hermanito. Se merece que se lo cuente todo. Hace mucho que estábamos solos él y yo y ahora he encontrado gente que probablemente aún no estén preparados para que les hable de él. Por cortesía, lo correcto sería retirarme. Abrazo brevemente a Lea y lanzo un beso al chrysos y a la tal Tuli. Estoy tan contenta que ni me molesto en más que echarle una diminuta mirada de reproche a Zacharyas. Salgo corriendo antes de que nadie tenga tiempo de reaccionar.

-¡Muchas gracias por ser tan simpáticos conmigo! ¡Tengo que decírselo a mi hermano!

*Sale corriendo*

Al llegar la guerrera, Zacharyas llevó la mano al cinturón enseguida, creyendo que quizás iba a darse alguno de aquellos extraños y repentinos entrenamientos en los que había participado anteriormente. Sin embargo, Tuli parecía haber ido en son de paz, lo que mejoraba un poco las cosas para el aturdido caeruleus que, pese a todo, e incluso pese a la partida de Ío, no conseguía sentirse cómodo. Se notaba más y más tenso, llegando a percibir el sudor de sus manos, que secó en un discreto movimiento contra su capa.

Carraspeó.

-Yo también voy a partir -anunció, la más seguro que pudo, con voz roca-. Todavía no he desayunado.

Zacharyas torció el gesto, sonriendo torpemente. Allí lo llamaban cenar, recordó.

Tras despedirse de los presentes, caminó hacia la puerta, abandonando la estancia. Una vez se hubo alejado suficiente, suspiró aliviado. Se sentía un poco mejor.

*se va*

FdR- Antisocial XD

Alzó una ceja algo contrariada al ver cómo la habitación se vaciaba.- ¿He... dicho algo malo?- Dijo llevándose una mano a la nuca.
-Bah, da igual.- Dijo con un gesto de la mano. -¿Duras? ajejeje-rió ante aquella afirmación. - Tú no has visto a la vieja enfadada- Le dijo al oído a su amigo, haciendo referencia a la líder flamma y luego guiñándole un ojo. Confiaba en que el chrysos no fuese por ahí diciendo que Tuli llamaba vieja a Flavia. Entonces sí que iba a saber lo que era dureza.
Rió internamente.

-Un placer, moza.- Dijo tendiendo amigablemente la mano.

Ratán salió de su zurrón y se enroscó alrededor de su brazo y mano. Le encantaba hacer eso en las presentaciones. - Discúlpale.- Dijo dándole un capirotazo en su escamosa cabeza.- ¡Cabezón!- Riñó.
- Dudo que seas tan buena maestra con los animales como yo. - Dijo con chulería.- Pero estaré encantada de probarte  cuando quieras.- La picó.

-El  caso. Que te voy a arrancar a ti más cosas que la cabeza como vayas dándonos esa fama por ahí. Sólo hacemos nuestro trabajo.- Se excusó.

En un momento apenas, Ío sale corriendo de la habitación balbuceando no sé qué de su hermano. Zacharyas, notablemente incómodo, no tarda en seguirla. Los despido a ambos con un vago gesto, un tanto confusa por el repentino escape.

Me vuelvo a los que quedan. Ahora mismo, me siento un tanto fuera de lugar entre tanta camaradería, aunque trato de disimularlo.

La flamma me tiende la mano, y cuando se la estrecho, una serpiente de tamaño considerable se enrosca a mi brazo. Un brillo de interés resalta en mis ojos, y ya no tengo que esforzarme en mantener la sonrisa. De hecho, casi se me olvida que hablo con ellos por un momento.

-Increíble -murmuro, absolutamente fascinada.

Extiendo una mano para acariciar a la serpiente. No es la clase de animal a la que estoy acostumbrada, pero desde luego es un ejemplar precioso. Siento sus frías escamas, lustrosas y suaves, en contacto con la piel.

Alzo la vista hacia Tuli, encantada.

-Creo que nos dedicamos a campos diferentes -comento, entusiasta-. Aunque reconozco que te estás ganando mi admiración muy deprisa.

FdR.: Hala, ya es feliz XDD

-Nah, a llorona no hay quien te gane, Gery.- Dijo dándole un besito en la mejilla, hilando ambos comentarios en uno.
-No me digas que te duele aún el culito...- Dijo con voz divertida.- ¡A ver qué hacemos por las noches, Gery!- Rió contenta.

-El caso. Creo que mañana no podré... Tengo cosas que hacer, pero supongo que pronto estaré disponible.- Le dio un fuerte achuchón a Lea como despedida. - Controla a este pardillo.- Dijo revolviéndole el pelo. - Creo que va siendo hora de irse. Haaaastamañana~- Cantó.

*se va*

Cuánta. Energía. ¿Qué dieron hoy en el comedor y por qué yo no he tenido mi dosis? Y, teniendo en cuenta que Zacharyas se ha ido diciendo que no ha "desayunado" aún, no parece una teoría del todo descartable...

Tuli, como los demás, se va repentinamente, tras un abrazo, al igual que Ío, y una "caricia" a mi pelo. No es que tenga nada contra el contacto físico, pero tengo la sensación de que estas mujeres se toman muchas confianzas. Al final, acabo sola con Gerald. Maravilloso.

Esbozo una sonrisa encantadora.

-La verdad es que es bastante tarde -comento-. Yo debería irme también si mañana quiero aprovechar el día.

La mayor atracción del día se la ha llevado Tuli, y con ella mi interés. Quizás mañana, si salgo a dar un paseo, pueda encontrarme con Telmita. No la he vuelto a ver desde el incidente, y no estaría de más que le echase un vistazo a su pata. No sea que el manazas de Rick haya hecho alguna tontería a mi pequeña...

Estoy en las habitaciones. Ya me he puesto el pijama y converso con Tristán sobre Aren y sobre Chárity Strauss.
El dragón me mira con mala cara. Parece que se aburra con mis conversaciones. Entonces alza la cabeza y abre los ojos.
Muerde mi dedo y echa a volar.

Quizás esté ocurriendo algo malo por  lo que, serio, echo a correr con fuerza y el ceño fruncido.

El observatorio... ahí es donde Adela se murió... ¿Acaso Flastio ha...? Agito la cabeza y decelero el ritmo... Tengo un poco de miedo, por lo que al llegar a las escaleras de caracol, subo despacio y con cada vez más miedo.
Cuando mi cabeza se asoma por el agujero de la puerta, mi preocupación y temor evolucionan a una enorme sonrisa de tranquilidad y felicidad.

Carraspeo, llevándome un puño a la boca.- ¿In...terrumpo?- Digo, dando un par de pasitos dentro del observatorio.

Tristán asiente y emprende el vuelo a las habitaciones de nuevo. Seguramente, harto de escucharme hablar de Aren, ha decidido que mejor será que le vea para que él pueda dormir y descansar de mis largas charlas sobre su futuro y el mío en Caligo.

-Buenas noches, Señor.- Digo, alzando una palma.- Hola, Barthemius.- Le digo con una sonrisa.

Noto la fría piedra en mis pies. Entonces me doy cuenta: Estoy descalzo y en pijama, por lo que me corto más si cabe.- Esto... Perdón por la indumentaria...- Río nervioso, mientras me rasco la nuca.

Río relajado con su respuesta y entonces siento cómo el calor envuelve mis pies, por lo que bajo la vista y veo cómo estos son envueltos con mimo por plumas negras.- Jajaja- No puedo evitar reírme, no sólo por las cosquillas, sino porque es el único modo de expresar mis sentimientos de la forma más pura.

Aren es fantástico, diga lo que diga la gente.
Su voz, pronunciando aquellas palabras... llegan incluso a excitarme un poco.
Mi corazón palpita fuerte y señalo a Barthemius. -Barthemius me lo ha cortado muy bien. Es un hombre fantástico. Nos llevamos muy bien.- Digo con alegría.

Estar con Aren es como nadar en una piscina con un tiburón. Aunque el tiburón te quiera mucho, nadas con respeto igualmente. Aún soy incapaz de relajarme de forma completa.
Mi cuerpo... ha reaccionado únicamente con su voz. Necesito estar cerca de él, aunque sea un poco más, por lo que me acerco tímido y algo nervioso.
Ahora, que estoy algo más cerca, puedo verle mejor. Quiero decirle lo guapo que me parece, lo guapo que es, de hecho. Y lo que lo quiero y todas esas  cosas que laten en mi pecho, sin embargo... Noto como que ha pasado mucho tiempo desde que estuvimos solos y que dar rienda suelta a mis sentimientos así de golpe puede ser peligroso.
Sin embargo, no puedo evitarlo y me abalanzo para abrazarle, en silencio, hundiendo mi cara en su pecho.
No digo nada.