Establos

Estaba corriendo en uno de mis entrenamientos nocturnos. Siempre había pensado que correr por la noche era fabuloso, porque el viento fresco hacía que tuviera menos calor por el ejercicio y, además, el silencio era relajante. Lo único malo era que mi vista nocturna siempre había sido algo mediocre, y por ello me impedía esquivar árboles, raíces y diferenciar personas en general.

Corría animadamente cuando escuché unas voces venir de un lugar que no supe diferenciar por la oscuridad. Me acerqué, tanteando con las manos por si me topaba con alguna pared o algún monstruo al que derrotar.

- ¡¿QUIÉN VA?! - grité-. ¡¿ESTÁS BIEN, JOVENCITA?! ¡¡DÉJALA, RUFIÁN!!

Ya lo decía mi padre: mejor prevenir que curar.

Su excusa barata hizo eco en mi mente durante unos minutos. Luego volví a mirar al chico.- De tu...- Levanté los brazos exasperada.- Pero como va a ser de tu madre!! Por favor invéntate algo mejor! No se, cualquier cosa habría valido, que te lo encontraste tirado y buscabas a su propietario o incluso que te había dado por tejer sostenes, pero no metas a tu madre en esto!!- No entendía ni yo cómo había reaccionado así, pero... que se dice en esa situación? Pensando en que me iba a responder con la verdad, hablé antes de que pudiera decir nada.- Sabes qué? Da... da igual, prefiero no saber qué haces con eso, seré más feliz así...- Y empecé mi camino hacia la puerta.

Pero de repente un hombre entró gritando di un salto e inconscientemente saqué una flecha de mi carcaj, que apoyé en la cuerda de Arpa y con la que apunté al recién llegado.

La excusa no habia colado. Bueno, era natural que no colase, solo a un idiota como a mí se le ocurria decir semejante barbaridad y una de las escusas que mencionó por desgracia era la cierta. Lo habia encontrado y estaba buscando a su propietario... bueno, en este caso propietaria.

-Espera Tha-... Le dije antes de que se fuese pero en ese momento, escuché en la puerta del establo a un tipo gritar. Su voz se me hacia familiar, aun que no alcancé a verlo completamente, era un hombre corpulento.

Queria serle sincero a Tham, pero no me iba a creer...

¿Tejer sostenes? Escuchaba dos voces, pero por lo que decían no podía saber de qué hablaban... A no ser que...

Me indigné. Tenía que ser aquello.

- ¡¿Sois vosotros contrabandistas de sostenes?! ¡Eso sí que no! Rick Dehnel puede permitir que haya putas entre nosotros, ¡¡pero no contrabandistas ni tampoco putas!!

Encendí un flagrare para verlos.

- Ya estáis deshaciendo vuestra red de contrabando de ropa para mujeres. ¡Entregadme la mercancía, que yo mismo la quemaré!

Tras hablar, los observé (lo que podía ver gracias al fuego). Ella no me sonaba, pero él...

- Ru... ¡Runek! No me esperaba esto de alguien que antes le gustaba a mi novia.

Las palabras del recién llegado me dejaron a cuadros.- Qué?- Dejé de apuntar al hombre con Arpa. Escuché perpleja el resto de tonterías que dijo hasta que terminó dirigiéndose a Runek, parecía que lo conocía. Miré al pelirrojo con una ceja levantada, a caso el sabía de qué iba la cosa? Miré al tal Rick, o al menos así supuse que se llamaba y volví a mirar a Runek, pero parecía tan desconcertado como yo así que me dirigí al pelinegro.- Esto... Rick?- Pregunté un tanto dudosa.- Qué... qué....- Abrí la boca un par de veces pensando en qué preguntar y finalmente me decidí por lo obvio.- Qué dices?- Estaba a cuadros.



FdR: Rick, Tham sabe levantar una ceja y poner cara normal, tendremos que aprender de ella. xDD

De pronto me di cuenta. No estaban haciendo contrabandismo de ningún tipo: un hombre, una mujer, un sujetador, los establos...

- ¡Maldita sea, por Mithos!-grité-. Lo siento, mis queridos compañeros, más la oscuridad me hizo creer lo que no era. Suelo acertar siempre en mis ideas, pero a veces mi gran pericia es eclipsada por mi desconfianza y me confundo. Perdonad por que os encuentre en tan... privada situación.

Incluso les hice una reverencia. No iba a ser yo el que causase problemas de pareja por aparecer de esta forma.

- Disculpadme y seguid, por favor, que aquí nada ha pasado conmigo.

Me alejé como había venido, esperando que Runek se olvidase al fin de Inger, a la que tanto había querido, y pudiese al fin empezar una nueva vida con aquella muchacha.

*se va*

FdR- Cuando volváis ya posteáis y zanjado XD Ale, suerte.

-Qué?- Mi mente parecía que solo podía pensar en ese monosílabo durante el discurso del tal Rick. Sin embargo me sorprendió más cuando llegó al final.- Privada situación?- Hizo una reverencia y mi mente se iluminó en el momento en que desapareció.

-Ah?- Me quedé mirando la puerta por la que se había ido tan rápido como había llegado.- Cómo puede hacer eso?- Pregunté indignada.- Cómo se atreve a sacar esas conclusiones- Me sonrojé- e irse como si nada?- Murmuré.- Esto es lo que me faltaba vamos, que todo el castillo piense que...- Levanté la vista y le dirigí una furiosa mirada a Runek.- Y todo esto es por tu maldita culpa!!- Le grité furiosa.- Por tu culpa ahora la gente ya no me va a tomar en serio!- Le decía mientras me acercaba a él peligrosamente y lo señalaba con el dedo índice. Cuando estuve a su lado apreté los dientes y los puños y al final pude contenerme de no darle un puñetazo. Me giré sobre mis talones y me dirigí cabreada la salida.- Espero que no vuelvas a cruzarte en mi camino, idiota!.- Y me fui.

*Se va*

Rick apareció por unos instantes hizo falsas acusaciones y pensó que tham y yo estabamos... ¿Como podia pensar eso? pero después desaparecio... y Tham me gritó y me dijo que no queria volver a verme nunca más... ¿Qué tiene el mundo en contra de mí? Aun con el sujetador en la mano, me quedé durante bastante tiempo observando como los dos individuos se marchaban...

No tuve palabras que decir y al rato me marché.

*se va*

-FdR: Perdón por tardar 3 años y medio en escribir el post, es que cuando estaba roleando justo se me estropeo el PC y tuve que formatearlo y hasta hace tiempo no pude rolear >_<

Llegué a los establos, me quité la capucha de la capa que llevaba puesta y oteé el lugar. Había salido de palacio justo después de cenar, cargada con una cesta llena de comida y con un par de mantas que había sacado del dormitorio de las chicas. Tanto las mantas como la comida eran para Rick, con el que había quedado en los establos. El flamma no parecía haber llegado aún, pero estaría al caer (o eso esperaba, porque el sitio no lo había elegido yo y no me agradaba demasiado).

Suspiré, me giré, dándole la espalda a las cuadras, y me acerqué a la entrada. Desde mi nueva posición, contemplé la zona, escudriñando la oscuridad por si veía a Rick en algún lugar.

*se queda*

Llegué corriendo con Telma detrás, ocultando algo a mi espalda. Jadeante, me puse tras lo que creía que era la silueta de Inger.

-¡¡BU!! -grité, pero la silueta ni se movió-. Jo, Inger... Qué seca estás.

Me rasqué la cabeza, sin desvelarle lo que llevaba escondido a la espalda (el ramo de flores que había recogido para ella). Para llevar tanto sin vernos no parecía demasiado emocionada (ni sorprendida) por mi susto.

Cuando finalmente vi a Rick, esbocé una amplia sonrisa y moví el brazo, saludándole. No tardé, sin embargo, demasiado en bajarlo y en fruncir el ceño, confusa: el flamma se había parado a unos metros de los establos y estaba hablando con un árbol. Parpadeé un par de veces. ¿Acababa de confundirme con un árbol?

Dejé la cesta en el suelo, con las mantas sobre ella, y volví a ponerme la capucha. Luego salí de los establos y me acerqué al flamma. Como me daba la espalda, pude ver las flores que debía estar ocultándole a mi yo árbol. Eso me hizo sonreír. Las flores siempre me habían gustado.

Me detuve a un par de pasos de él y alcé ambos brazos por encima de mi cabeza. Me puse de puntillas y, sigilosamente, me acerqué a su espalda. Con rapidez, coloqué las manos en sus hombros y grité:

—¡¡¡BU!!!

Se me pusieron los pelos de punta y me volví bruscamente, agarrando con un brazo al atacante sosteniéndolo en el aire (era inusualmente ligero) para gritarle posteriormente, amenazante.

-¡¡NO TE CREAS QUE ME ASUSTAS ATACÁNDOME POR LA ESPALDA!!

Me di cuenta, entonces, de que había quedado allí con Inger. Si alguien estaba en aquel lugar, por lo tanto, debía ser ella.
Fruncí el ceño. Eso solo significaba una cosa, y hasta mi cerebro de mendigo era capaz de entenderlo.

-¡¿QUÉ LE HAS HECHO A MI NOVIA, MALANDRÍN?! ¡¿DÓNDE LA TIENES?!

La rescataría. Fuera como fuese.

Solté un quejido cuando Rick me agarró, como si yo fuese un bandido o algo así, y moví el brazo, intentando zafarme.

—Suéltame, suéltame, suéltame —ordené, con un tono más lastimero que autoritario. Había pensado, por algún extraño motivo, que el flamma me reconocería, pero no sólo no había sido así, sino que además me estaba haciendo daño. Fruncí el ceño, molesta. La próxima vez que lo saludase, tendré en cuenta que no veía nada de nada por las noches y no intentaré asustarle.

Cuando volvió a gritarme, yo le golpeé en el pecho con mi mano libre y volví a mover el brazo, intentando, de nuevo, soltarme.

—Rick, suéltame.

Abrí mucho los ojos cuando reconocí aquella voz tan familiar que me hablaba. Si no la estaban controlando mentalmente para que me engañase, cosa bastante probable, aquella era Inger. Apurado, la solté y le tendí el ramo, algo desmejorado por el forcejeo, con una sonrisa algo tímida.

-Lo siento. ¡Toma! Un regalo...

La verdad, no lo entendía. Da igual cómo fuese, siempre acababa haciendo el ridículo ante ella, especialmente por las noches. Era una suerte que ella no pudiese verme en la oscuridad, pues en esos momentos estaba ruborizado de vergüenza.

Iba a tener que mejorar mucho mi técnica de localización de bandidos a oscuras si quería no cometer más fallos de aquellos.

- Por cierto... - aventuré, todavía avergonzado-. Tengo un favor que pedirte...

En cuanto me soltó, me llevé una mano por la zona por la que me había agarrado. No me había hecho mucho daño, pero me dolía un poco. Suspiré. Definitivamente, nunca más lo saludaría así.

Volví a mirarle, todavía con el ceño fruncido, cuando escuché su voz. Sin decir nada, cogí las flores y las observé. El ramo estaba un poco desmejorado, pero seguía siendo bonito. Sonreí. Mientras contemplaba las flores, escuché lo que Rick decía. Cuando terminó, permanecí unos segundos en silencio y luego lo miré, con una expresión de pena fingida.

—O sea, que me dices que venga, me agarras del brazo como si fuera un malhechor y luego me pides un favor sin darme, siquiera, un beso—murmuré, con un tono entre teatral y lastimero—. Vale, vale, vale. Dime qué quieres. Y ya me iré, a hacerte recados.

Enarqué ambas cejas, abriendo mucho los ojos, sorprendido por su actitud. ¡¡TENÍA RAZÓN!! ¿Cómo podía haber sido tan inconsiderado? Al fin y al cabo, las mujeres no necesitaban sexo como los hombres, sino besos y halagos. Aunque había pensado que con flores bastaría. Aunque, bien pensado... ¿Acaso alguna vez una mujer había dicho "suficiente atención por hoy"? Mi padre siempre me había dicho que eran insatisfechables, así que, supuse, el error había sido mío, por inexperto, y por no haber tenido en cuenta algo semejante.

-¡No quise decir eso! -salté enseguida-. Me tomaste por sorpresa... Lo siento.

Me acerqué a ella y la besé castamente en los labios, como un hombre de bien haría.

-Eh... Si pudieras... -. Me froté el brazo, tímido-. No preguntes para qué, pero necesitaría un libro de arquerismo de la biblioteca.

Ya había tenido bastantes problemas por causas femeninas. No quería que Inger se celase de Lluvia porque yo le diese clases. Al fin y al cabo, no era más que la forma de recuperar mi nobleza.

Sonreí cuando vi cómo se acercaba y cerré los ojos mientras me acercaba él. Cuando se separó, tras un beso super cutre, eché el cuello hacia delante, todavía con los ojos cerrados, esperando que mis labios se encontrasen con los suyos. Como no lo hicieron, abrí los ojos y fruncí levemente el ceño, frustrada. En silencio, escuché lo que decía. No hice ninguna pregunta y, cuando terminó, asentí.

—Vale, te lo busco y te lo traigo —dije. Luego me acerqué a él, me puse de puntillas y le rodeé el cuello con los brazos. Sonreí—. Bu.

Parecía más interesada en temas carnales que en mi libro de arquerismo. Al menos por su forma de atarse a mí con sus brazos, como haría un monito, pero ella era humana, no un mono, ni nada parecido.
Su iniciativa me hacía sentir algo tímido.

-Eeeh... -. Me rasqué la sien derecha con el dedo, nervioso-. Tampoco tiene que ser ya... Si te apetece quedarte a dormir en la paja... Está muy oscuro y si no ves por donde vas te puedes tropezar...

Sonreí, esperando que mi propuesta fuese bien recibida.

FdR- Se la trajina, pero hoy tímido

Ladeé la cabeza, confusa, al ver que no hacía nada. ¿Le pasaba algo? Hacía mucho tiempo que no nos veíamos y yo había esperado que, no sé, se mostrase más cariñoso, así que no entendía qué le pasaba.

Lo miré a los ojos cuando habló, esperando algún tipo de explicación. Cuando terminó, asentí.

—Vale. —Sonreí. Di un par de pasos más hacia delante, acercándome más a él, sin soltarle—. Puedo quedarme a dormir, pero... No sé. —Ensanché la sonrisa y entrecerré los ojos—. También podemos hacer algo antes de... que me quede a dormir.

Fdr. dale miiiiiiiiimos, petardo

Tan directa...
Note una oleada de emoción subir entre mis piernas. Aquello no iba por buen camino. Por lo menos, no iba por un camino casto y noble, e Inger no merecía que fuese un mendigo el que hiciese aquellas cosas...

Tragué saliva, sonriendo y asintiendo. La besé de nuevo, suavemente, tratando de saciar aquel ansia que no recordaba haber visto en ella nunca antes.

-Si... Si quieres te enseño las nuevas constelaciones... En esta época se ven preciosas...

Sabía que le gustaban los cuentos. Quizás unos cuentos y un par de abrazos bastasen.

Cuando se volvió a apartar, tras otro beso super cutre, suspiré y lo solté. No entendía qué le pasaba, pero, si él quería hablarme de las constelaciones, que me hablase de las constelaciones. Me daba igual.

—Está lloviendo —dije, seca. Me crucé de brazos y bajé la vista al suelo. ¿Por qué se comportaba así? ¡Hacía mucho que no nos veíamos! Se suponía que tenía que ser cariñoso, y yo no recordaba haber hecho nada para que no se mostrase cariñoso conmigo. De hecho, lo último que había hecho con él...

Me sonrojé. A lo mejor había sido eso. A lo mejor lo había hecho tan terriblemente mal que ahora no quería hacer nada más conmigo, ni besarme ni abrazarme ¡ni nada! Lo miré de reojo.

—¿T... Ta... Tan mal... fue?

Mi idea no pareció gustarle. Era normal, pues mi atractivo la había cautivado y se notaba que no veía el momento de desnudarme y tomarme violentamente, como si no hubiera un mañana, pero yo no me podía permitir aquello. Bastante mal había causado ya no respetando su virginidad como mendigo y no haciendo un lecho de flores. No quería estropear nada más.
Su insinuación casi me hace llevarme las manos a la cabeza, horrorizado.

-¡Para nada! -grité, incrédulo. Aquello no podía estar pasando-. La mera visión de tu cuerpo desnudo... hubiera sido suficiente por sí misma. Jamás había visto ni tocado pechos como los tuyos. ¡No sabes cuántas veces, recordando lo que pasó, reviví las sensaciones!

¿Qué había hecho mal para que la hermosa Inger pensase aquellas atrocidades?

-Simplemente me siento algo tímido hoy... Mas ruego me sepa disculpar. No me sé comportar como debo.

Noté cómo enrojecía hasta la punta de las orejas al escuchar la demasiado sincera respuesta de Rick. Era un alivio que no pensase que había sido horrible, pero tanta sinceridad me abrumaba.

—Va... Vale... Lo he entendido... —susurré, mientras me pasaba la mano por el cuello. Tras permanecer unos segundos observando el suelo, lo miré y esbocé una tímida sonrisa. Cuando se disculpó, negué con la cabeza, todavía sonrojada.

—N... No... No hace falta que... Te disculpes —aseguré, desviando la vista. Tragué saliva y me llevé la mano a la nuca—. Es... Es sólo que... Como hacía tanto que no nos veíamos, pues... Quería... Eh... Ya sabes... Mimos y todo... Eso.

Sonreí tímidamente. ¡Si solo era eso, era muy fácil! Por un momento había creído que quería innobles acciones de calaña desdeñable que yo, como mendigo, debía procurar no proporcionarle hasta haber recuperado mi nobleza. Al fin y al cabo, ella no se merecía a un sucio y greñudo. Sin embargo, tratándose de eso, incluso un mendigo podía.

La abracé con fuerza.

-Lo siento... A veces soy algo bobo. Aunque no me suele pasar.

La besé en la frente, manteniéndola pegada a mí, disfrutando de su contacto suave de chica.

Ojalá fuese una chica... Sería suave, olería bien y tendría tetas con las que jugar. No entendía cómo las mujeres se podían aburrir teniendo aquellas dos preciosidades bajo la cara...

La miré a los ojos. Si quería mimos, podía dárselos. Y también hablarle de las constelaciones nuevas. Y muchas más cosas. Al fin y al cabo, a ella le encantaba escucharme hablar.

La besé de nuevo, sonriente. Cuando las cosas se decían claramente, era mucho más sencillo.

Cuando me abrazó, esbocé una amplia sonrisa y lo rodeé con los brazos, correspondiendo a su abrazo. Me puse de puntillas y, justo cuando terminó de hablar, le besé en la mejilla.

—No tienes que disculparte... —susurré. Luego, después de que me besase en la frente, añadí—: Y no eres bobo...

Dejé que me abrazase y también que me besase, correspondiendo a sus gestos, sonriente. Tras permanecer un rato así, le sugerí que entrásemos dentro porque fuera seguía lloviendo. Al ver que aceptaba, asentí y le cogí de la mano para guiarle hasta el establo. Pospondríamos la charla de las constelaciones para otro día, cuando no lloviese. De momento, podría contarme un cuento, o yo podría contarle otro a él hasta que nos durmiésemos. Ya lo pensaríamos.

*se quedan y, evidentemente, duermen xD*