Establos

Inger y yo escuchamos el sonido y nos pusimos alerta. Me levanté de la paja de un salto.

-¿Qué ha sido eso? -pregunté, nervioso.

Ella se encogió de hombros. Fruncí el ceño, haciendo memoria. ¿De qué me sonaba ese sonido? Lo relacionaba, por algún motivo, con la caza.

-Telma, quédate aquí -dije a la pequeña bismonte tan serio que no se le hubiera ocurrido desobedecerme-. Iré a ver qué pasa.

Intenté dejar a Inger a salvo, pero ella insistió en acompañarme, diciendo que yo no veía nada por la noche y que no iba a dejar que fuera solo y no sé cuantas cosas más, así que al final cedí.

*se van*

Entré en los establos para tumbarme un rato. Me había acostumbrado tanto a no entrar en el palacio que ya me costaba hacerlo. Y todavía no sabía si tenía derecho. Eso sí, tenía que escribir pronto una carta a Inger. Hacía mucho que no tenía noticias de ella, desde la misión de Sara. De hecho, y la echaba un poco en falta. Eso, sumado al espectro de la otra noche. Superar la prueba había sido difícil, y aquella mujer fantasmal había tratado de corromperme.

Telma comía de la paja en la que me tumbo, apaciblemente. La acaricio un poco el pelo, pensativo.

-Telma... ¿Crees que estoy haciendo bien las cosas? -inquiero con tono triste-. Cada vez me parece menos claro qué es verdad y qué no lo es. Antes estaba convencido de tantas cosas...

Ella muge, lastimera.

-Quizás haya algo que me falta... No se me ocurre nada ahora mismo, pero...

Mientras hablaba, cada vez en voz más baja, todo se iba desdibujando. Cuando quise darme cuenta, me había dormido.

*se duerme*

Desde mi llegada al palacio, nunca he pasado por los establos. En parte, me tomo mi nueva situación como un cambio; ya no me dedico al cuidado de animales, sino que soy guerrera. Pero, de alguna forma, lo echo de menos.

Al final, he sucumbido y me he acercado a los establos. Lo que no esperaba era encontrarme a una aburrida Telma masticando heno junto a un gran cuerpo en descanso. Miro a la bismonte y ella me devuelve una mirada inteligente.

Sonrío, acariciando inconscientemente una columna de madera de una de las cuadras.

-Tu ganado es un poco gandul, ¿eh? -comento.

Un mugido de Telma me hizo despertarme dando un respingo. ¡¿Alguien osaba atacarme dormido?! ¡No lo tendría tan fácil como esperaba si creía que yo no era más que un débil y un...!

Miré a la chica en la semioscuridad, escudriñándola. Era...

-¡Tú! -exclamé, sonriente de pronto-. ¿Planeabas vencerme ahora que duermo? Eso no es muy noble por tu parte -bromeé, poniéndome de pie y sacudiéndome la paja del cuerpo.

Mithos... ¿Cuánto había dormido?

Telma, por su parte, se acercó a Lea para olisquearla sin vergüenza.

El grandullón no tarda en despertar, comenzando con su parloteo. Esbozo una dulce sonrisa, agachándome para acariciar a la pequeña Telma. Suelto una suave risita.

-No, no sería en absoluto noble -corroboro, con voz suave. Alzo la vista hacia él, con expresión de disculpa-. Siento haberte despertado...

Vuelvo a bajar la vista a Telma, rascándole tras la oreja. Es tan suave...

Acabo por ponerme de pie, apoyándome en la puerta de una cuadra. Este lugar me trae recuerdos, de alguna forma.

Negué lentamente, sonriendo apacible. Me había sentido perfectamente dormir, y en aquel momento, pese a haber acabado de despertarme, me llenaba la energía y el buen humor.

-No te preocupes... Ya me tocaba -. Me froté el pelo de la nuca con la mano, sonriendo. Luego ensanché la sonrisa-. ¿Y cómo es que te ha dado por venir hasta aquí?

Telma, mientras tanto, disfrutaba de las caricias de Lea, mirándome con tranquilidad de vez en cuando. Parecía que aquella chica le gustaba, francamente. Y no todo el mundo se llevaba tan bien con la huraña bismonte.

-Le caes bien -observé, mirando primero a mi compañera y luego a Lea.

Para estar recién despierto, parece de un perfecto buen humor. Eso es algo que, por muchos años que viva, jamás seré capaz de entender. O, al menos, esa es la sensación que tengo. Tras dormir me siento demasiado pesada como para tomarme nada a bien.

Me encojo de hombros a su pregunta, mostrando aún mi sonrisa.

-Este lugar me trae buenos recuerdos -comento con sencillez. Tarde o temprano, sabía que iba a acabar en las cuadras.

Cuando el flamma se refiere a Telma, bajo de nuevo la cabeza hacia ella, dedicándole una sonrisa mucho más sincera. No puedo reprimir el impulso de agacharme de nuevo a acariciarla, especialmente al ver que parece gustarle el trato.

Muy observador, Rick.

-Bueno, creo que siempre he tenido bastante buena mano con los animales -admito, hablando sin mirarlo-. Y debo decir que ella también me gusta a mí. Es una chica muy lista, eso desde luego -añado con cariño.

¿Buenos recuerdos? ¿Los establos? Quizás su primera y maravillosa experiencia sexual había sucedido en un lugar como aquel... Aunque si hablaba de ello de aquel modo... ¿Había sucedido ya hacía mucho? ¿La había dejado aquel hombre? O... ¿Habría muerto en batalla?

La miré con pena, pero no dije nada. No quería herirla aún más. Preferí, como Lea, hablar de Telma, que parecía un tema mucho más inofensivo.

-Es muy buena chica. Me ha cuidado mucho... -. Aparté la vista, recordando mis días en las calles... Solo había contado con la compañía de Telma, que me había cuidado, dado cariño y protegido, como yo a ella.

Telma me miró, dando un paso hacia mí, haciendo que también yo me acercase a acariciar su cabeza.

-Si no hubiese aparecido... Estaría loco.

El hombre se acerca un poco para acariciar también a Telma. Esta se ha vuelto hacia él. No puedo aventurar cuánto llevarán juntos, pero teniendo en cuenta que ella es aún una cría y que no veo señales de una madre por ninguna parte, es posible que él la esté criando solo. Me hace gracia la forma en que lo trata, dejando bien claro que ella lleva las riendas.

Asiento cuando dice que ella lo ha cuidado.

-La gente suele menospreciarlos, pero los animales tienen una facilidad increíble para hacernos sentir mejor. Son una compañía estupenda.

Alzo la vista, frunciendo el ceño. No es raro pensar que esté exagerando; con lo teatral que ha demostrado ser, parece capaz de inventar cualquier cosa con tal de que suene suficientemente dramático. Por otra parte, hay algo en su afirmación que me hace pensar que no habla en broma.

Compongo mi mejor cara de interés.

-¿Cómo os encontrasteis?

Acariciaba a Telma con una sonrisa, alzando un instante los ojos hacia la flamma mientras hablaba. Su pregunta, sin embargo, me hizo agachar la cabeza, ensombreciendo un poco mi mirada y borrando la sonrisa, aunque en aquella oscuridad seguramente no se viese. Por suerte. Yo era un hombre fuerte.

-Hice algo malo hace tiempo... Y tras aquello, tuve que irme de Brontë, dejando atrás mi apellido y a una persona muy querida... Y en mitad de mi arrepentimiento, de mi odio hacia mí mismo...-. Apoyé una mano en la cabeza de Telma, que la acarició con la frente, buscando la caricia-. Telma apareció entre los árboles. Era un bebé, todavía, débil y hambriento... Y desde entonces he estado con ella. Te reirás de mí, pero seguramente no hubiese podido seguir sin Telma...

Aquellas noches en las calles fueron mucho más llevaderas gracias a ella. Creo que los dos nos hicimos más fuertes de aquel modo... Sin duda.

Escucho con atención. Definitivamente, es puro teatro. Eso hace algo más críptico lo que dice, pero tampoco es que su vida sea de mayor interés. Aunque eso de haber hecho algo tan malo como para obligarte a dejar tu residencia suena un tanto perturbador.

Como sea.

-No me río -repongo, completamente seria. Si hay algo que tiene completo sentido para mí en todo esto, es ese detalle.

Niego con la cabeza, nostálgica. Hay tantos a los que he dejado atrás... Y Telma, de alguna forma, me recuerda a todos ellos.

-Si era un bebé entonces y estaba sola, probablemente fuera un favor mutuo -replico-. Es posible que Telma piense lo mismo de ti. Debe de tenerte por su padre.

O por su juguete, más bien.

Su respuesta me hizo mirar a la pequeña, que me contemplaba con sus ojos brillantes, que en la oscuridad solo se veían negros. Acaricié su húmedo hocico y me devolvió un húmedo lametón que me la mojó por completo.

-Su padre, eh...

Nostálgico, me encontré de pronto pensando en el mío, mirando al vacío, sin darme cuenta. Una triste sonrisa apareció en mi varonil rostros.

-Me pregunto qué pensaría mi padre si oyese esto...-. Alcé la vista hacia ella de nuevo-. Se termina echando en falta a la familia... Aunque cuando llegué no me lo esperaba de esta forma.

Negué lentamente, para mí. ¿Qué hacía diciendo todo aquello? Últimamente me encontraba tan bajo de forma que terminaba llorando mis penas a cualquiera.

-Te tengo que estar aburriendo... Lo siento.

No estoy muy segura de que le convenza mi comentario. De hecho, Telma parece bastante más segura de ello. Es comprensible que ella lo entienda mejor. Después de todo, él no es que tenga muchas luces.

Vaya un comentario desafortunado. Ahora se me va a poner nostálgico. ¿Pretende acompañarme o qué? Ya tengo bastante con echar de menos yo sola, gracias. Aunque, lo que es a mi familia, no es a quien echo de menos. O, al menos, no a "esa" familia. En cierto modo, me gustaría más formar parte del servicio y dedicarme a las cuadras que luchar. Si no fuera por esa estúpida de Sei...

Compongo mi mejor sonrisa.

-Supongo que todos echamos de menos -lo disculpo, amable-. Incluso yo, que llevo aquí tan poco tiempo...

Niego con rapidez a su comentario. Al fin y al cabo, soy yo la que ha ido de madrugada a los establos...

-No te preocupes.

Negué formalmente, esbozando una sonrisa algo amarga. Tampoco quería causarle pesar a ella con mis preocupaciones. Aquello de sentirme nostálgico y triste era bastante nuevo para mí.

-No quiero traspasar mi tristeza a otros... Recientemente me siento algo bajo de forma. Supongo que solo es eso -. La misión de Sara y Duncan me había bajado mucho la moral, aunque todavía no tenía demasiado claro el por qué. Había sido intensa en ciertos aspectos-. Llevo dos años sin ver a mis padres, a mi hermana... -. Acaricié la cabeza de Telma con cariño. Ella llenaba en cierto modo ese vacío-, y aquí no todo va tan bien como quisiera. Creí que cumpliría mis expectativas, pero la realidad es que...

Suspiré y me paré una mano por el flequillo, revolviendo un poco el cabello. Últimamente todo eran pruebas y decepciones... Hacía tanto que no sentía la energía que acostumbraba...
Por algún motivo, me estaba viniendo abajo. Rick Dehnel no podía venirse abajo... Pero ya con Inger, con Corbin, con Lea...

Trato de reprimir un amago de tic en el ojo, empezando a ponerme nerviosa. Estoy dispuesta a ser amable, buena, agradable. Estoy dispuesta a escuchar y dar conversación. Pero lo que no estoy dispuesta es a aguantar las penas ajenas. Los consuelos no son mi fuerte.

Refuerzo mi sonrisa, aunque esta se vuelve algo tensa. Trato de mostrarme serena y resuelta, ocultando mi nerviosismo. Lo que me falta es que se me eche a llorar. Y aunque no esperaba eso, tiene pinta de factible.

Pongo una mano en su hombro suavemente.

-No te preocupes. No siempre puede uno estar en su mejor momento. Pero debes pensar que las malas rachas no duran eternamente. Un día habrá pasado, y te habrás hecho más fuerte. Y la próxima vez no será tan duro -. Hay un brillo cálido en mis ojos, aunque me supone un gran esfuerzo transmitirlo.

¿Acaso tiene cinco años? ¿Que no quiere traspasar su tristeza? Pues, desde luego, si intenta animar a alguien, no se le da muy bien. Lo que hay que aguantar...

Asentí lentamente, esbozando una sonrisa resignada. Suspiré. Quizás la muerte de Prosper había iniciado todo aquello. Pero ella tenía razón... ¡Prosper no iba a volver! Ni mi juventud... Y, desde luego, mi nobleza y mi aprecio a mí mismo no iba a regresar sin más.

-Eso es verdad... Quizás no todo vaya bien, y quizás haya cometido errores, pero creo que soy mucho más fuerte ahora-. La miré serio. Mi madre siempre decía que así, con los labios cerrados y aquella mirada penetrante, estaba muy atractivo. Quizás le recordaba a mi padre, que era siempre tan... Digno de admiración-. Siento haberme puesto así. Ha debido de ser muy incómodo.

Telma había llegado a mi lado y apoyaba su cabeza peluda contra mis piernas, rurimiando un poco de paja. Parecía bastante tranquila.

-Muchas gracias -añadí, sereno, francamente agradecido.

Parece haberse tranquilizado. Tengo que hacer grandes esfuerzos para contener un suspiro de alivio, y mi sonrisa pierde su excesiva tensión. Cuando comienza a hablar, ya más calmado, retiro la mano de su hombro y me echo un poco hacia atrás, sentándome en la paja y apoyando la espalda en la columna de madera.

Niego.

-No te preocupes -respondo-. Cualquiera tiene un momento de debilidad. Lo importante es que pase pronto. ¿Estás bien?

Sí, lo importante es que pase pronto. Eso evita tener que hacer algo al respecto, lo cual es tremendamente desesperante.

Le devuelvo la mirada un momento cuando me mira, atenta, como buscando algo. Finalmente, entiendo que pretende parecer intenso y desvío la mirada con fingido pudor. Supongo que es lo que busca.

Cuando agradece, vuelvo a negar, esta vez en silencio.

Ella apartó la mirada de la mía. ¿Acaso había surtido efecto la mirada Dehnel? Aunque no pretendía seducirla... No siempre buscaba eso en las mujeres. Aunque admitía que la flamma era bonita, en medio de aquella decepción conmigo mismo no podía prestar atención a aquellas cosas. No debía.
Añoraba a Inger, también. Quizás era su ausencia lo que me hacía sentir más cercanas a las demás mujeres.

Asentí lentamente.

-Estoy bien. Nada que merezca ponerse triste.

La miré un rato más, pensativo. Todavía tenía pendiente aquella cena flamma con Seth... Si lograse que el chico y ella...

-¿Sales con alguien? -pregunté de pronto, clavando los ojos en la oscura figura, curioso.

Telma aprovechó que Lea se sentaba para acurrucarse a su lado, tumbándose cómodamente.

Asiento, con calma. Mejor. Menos de lo que encargarse.

Al cabo de un tiempo prudencial, en el que ambos permanecimos en silencio, vuelvo la mirada a él. No tardo en desviarla hacia Telma; lo quiera o no, llama más mi atención.

Alzo la vista de pronto, arrugando la frente, entre confusa y escéptica. Qué directo. Vista su pasión por el drama, me lo imaginaba más andándose por las ramas en esa clase de asuntos. Esta vez no me molesto demasiado en fingir dulzura. Tampoco es que tenga que venderme por aceptación social.

-No, no salgo con nadie -respondo con naturalidad y algo seca. Me callo un "ni me interesa" por pura educación.

Telma vuelve a mi lado, y con ella mi sonrisa. Con gusto, vuelvo a hundir la mano en su espeso pelaje, rascándole suavemente el lomo.

-¿Y tú? -pregunto, con cierta desconfianza, aún atenta a Telma.

Cuando dijo que no comencé a imaginar todas las posibilidades que aquello me abría, sin escuchar nada más. Era una buena señal para lo que tenía en mente. ¡Muy buena!
Parecía que Seth tendría vía libre... No pude evitar sonreír, suspirando aliviado, cerrando los ojos y negando para mí. Vaya suerte tendría el joven Seth. Pronto dejaría de estar tan solo y de ser tan inexperto.

La miré de nuevo, abriendo los ojos con una sonrisa. Si ella imaginase a qué buen partido le iba a conseguir... Un flamma hecho y derecho... Algo joven, sí, pero así podría enseñarle bien. También yo lo fui al principio, y entre tanta viuda aprendí más que mis amigos entre faldas jóvenes.

-En ese caso tengo una propuesta que hacerte -. Sonreí, agradable.

Telma, por su parte, ya estaba estirada y babeando sobre toda aquella paja, encantada con las caricias de la flamma. Se vendía por nada...

Ignora por completo mi pregunta. Casi tanto como yo lo ignoro a él, salvo porque no puedo evitar estar alerta por lo que pueda venir a continuación. Y más, viendo cuáles son sus siguientes palabras.

Me centro en Telma. Completamente despatarrada, parece de verdad estar disfrutando. Yo también disfrutaría enormemente si no fuera por el grandullón, que sigue dándome conversación. Una conversación que no está tomando un cariz muy agradable.

"No creo que me interese."

Tengo que contenerme para no decirlo. En lugar de ello, ensancho la sonrisa, dirigida a Telma, mientras le rasco con más fuerza la barriga.

-¿Ah, sí? -murmuro, sin demasiada atención.

Telma agitaba una pata con deleite mientras disfrutaba de toda aquella atención. Su actitud, aunque poco típica en un bismonte, era fácil de interpretar. Eso desde luego.
Absoluto disfrute.

Asentí con calma, mirando a la pequeña peluda disfrutar. Yo también quería sentir algo así... Hacía tanto que no veía a Inger que me sentía falto de atención y cariño... Normal que tuviese visiones de mujeres en medio del bosque.
Tomé aire con calma. Ella estaba sentada y yo de pie... Quizás eso la asustase, por lo que tomé asiento a su lado, sobre la paja.

-Es una cena... Nada serio -. Me rasqué la mejilla con cierta vergüenza. Quizás le guste algún hombre y yo aquí, tratando de arrejuntarla con un amigo...

La otra vez me dijo que quería conocer gente. ¡¿Qué mejor modo que conociendo flammas?! Flammas como ella... Lo mejor de lo mejor.

Telma resulta adorable con esa pose tan graciosa. Me dan ganas de tumbarme a su lado y abrazarla. Aunque no entiendo qué placer puede ver el chico en dormir en un sitio como este, sí que envidio la posibilidad de dormir con alguien tan suave y calentito como la bismonte.

Él sigue con su parloteo. Al parecer, no es tan directo como parecía en un principio, porque de pronto no deja de dar vueltas sobre el mismo tema. Casi dan ganas de cortar sus cavilaciones y pedirle que vaya al grano, pero me contengo. Que hable, si quiere. Qué más da.

-Ajá... -murmuro, sin prestarle demasiada atención.

Si quiere algo, que lo pida; tantos rodeos aburren.

Negué lentamente, como recapacitando. Quizás me estaba aventurando demasiado. Tendría que conocerla un poco más antes de intentar que se interesase por el simpático Seth.

Un gruñido sonó de pronto, procedente de mis tripas. Me sonrojé, avergonzado por aquella muestra de debilidad. A los héroes no les dolía el estómago por hambre. Y eso me dejaba en evidencia, lógicamente... Y eso no era bueno.

-Vaya... Qué inapropiado -dije, esbozando una incómoda sonrisa-. Aún no he recuperado fuerzas por completo, según parece...

Telma mugió, animada.