Habitación del pasillo

Al chrysos no le pasó desapercibido el sutil alzamiento de ceja de la muchacha, pero aunque la miró con seriedad, esperando alguna pregunta o comentario, al final decidió, cuando ella misma cambió de tema, no preguntar. Sí dijo, sin embargo, con un tono entretenido, lo siguiente:

—Qué bien cambias de tema.

Y le sonrió, un poco, sin mostrarse molesto o agresivo. Una sonrisa normal, divertida. Luego sí respondió.

—No realmente. Solo este último mes. Bueno, antes iba también, pero por otros motivos.

La miró en silencio. Al escuchar sus siguientes comentarios, tardó un rato en responder, pero finalmente, mirando al techo, dijo:

—Si quieres, no tienes por qué irte pronto.

No era exactamente una invitación. Simplemente, una afirmación: no le molestaba su presencia. No tenía por qué preocuparse por haberlo interrumpido porque no le importaba que estuviese ahí.

Desde la cama, observó cómo la chica recorría la habitación. El chrysos se preguntó si estaría buscando algo, pero no parecía prestarle atención a nada en particular.
El siguiente comentario de Alehyss fue, quizá, uno de los que más le sorprendieron de todos los comentarios que hizo la muchacha en lo que llevaban hablando. Alzó las cejas, sorprendido, e incluso, a pesar de que no hacía nada que se había tumbado, se incorporó, permaneciendo sentado, mirándola, atento. Parpadeó un par de veces. No entendía cómo era de pronto libre, ni tampoco por qué se lo decía a él.

—Eh... —No tenía muy claro qué decir. ¿Felicidades? ¿Celebremoslo? ¿Cómo? ¿Desde cuándo? —. Me alegro por ti... —terminó por decir, curvando un poco los labios. Sonaba más sincero que en todo el tiempo que llevaban hablando—. Te daría una palmadita en el hombro si no estuvieses tan lejos, rollo, guay, ya sabes. Pero... —Puso los ojos en blanco—. Te quedas sin ella.

Y de alguna forma, aunque no sonase como tal, aquello sí era más invitación que lo anterior. A acercarse.

Ya ves, Lyam. Soy la dueña de las sutilezas.
Al final me entero de lo del pueblo y no de lo de la posibilidad de que viaje. No insisto, sin embargo. Supongo que tiene sus asuntos. Últimamente ha estado envuelto en cosas algo difíciles. No me extrañaría que quisiese respirar aire lejos de aquí. Aunque quizás mantener su condición física parece que le cuesta un poco más.

-En un rato. Todavía puedo quedarme un poco -respondo a sus palabras, con un amago de sonrisa algo cansado-. Todavía tengo que ir a Aqua y he de preparar las cosas. No quiero tardar mucho. Me han dicho que por aquí todo ha estado tranquilo el tiempo que no estuve, pero no me sorprendería que pronto algo se ponga en marcha.

Lo examino en lo que hablo, buscando algún tipo de reacción. Finalmente, pregunto.

-¿Qué tal lo llevas?

Cuando hablo se incorpora. Centro los ojos en él, que sigue sentado en la cama, desde un punto alejado de la habitación. Su mención a las "palmaditas" me hace esbozar una sonrisa resignada y me las doy yo misma, con gesto mordaz. Mis felicitaciones. Aunque no haya sido cosa mía.
Termino por avanzar hacia la cama y tomar asiento un momento en una de las esquinas. No estoy cansada, o no lo estaba, pero me siento algo cansada ahora. Será el tema en concreto.

-Me siento como una persona nueva, de alguna forma-. Tengo los ojos clavados en una de las aristas de la pared-. Aunque aún tengo asuntos pendientes con ella. Pero ahora será diferente.

Asintió, bajando un momento la vista. Parpadeó.

—¿Cuándo planeas irte? —inquirió, más por curiosidad que por otra cosa, mirándola.

Esperó una respuesta. Cuando la chrysos preguntó, apartó la mirada y tardó un momento en responder. Qué tal lo llevaba. Le parecía que era evidente. Miró de reojo los libros sobre la mesilla, apenas un segundo.

—¿Tú qué crees? —terminó por decir, volviendo la vista hacia ella. Luego negó suavemente y se encogió de hombros—. No sé qué decir.

Lo llevaba de alguna forma. Quizá la peor de las formas, quién sabía.
El siguiente tema, aunque más extraño, sí resultaba más agradable. La miró mientras se acercaba y cuando se sentó no se acercó, sino que permaneció quieto, mirándola pese a todo. Se le hacía complicado saber qué decir exactamente.

—Yo... Supongo que es normal que te sientas así. —Bajó la vista—. Lo cierto es que no sé qué decir

De nuevo, la miró de reojo. Y tras unos segundos, se acercó, con cuidado, animándose a intentar abrazarla torpemente.

—Me... alegro por ti. Espero que las cosas sigan yéndote bien —murmuró.

Niego con suavidad.

-Aún no lo sé. Jun, el chico claritas, viajará conmigo, así que dependo un poco de él. Me gustaría partir esta semana, si nada me retrasa. Aunque el tiempo también es un factor importante. No quiero salir con lluvia. Haría el viaje más incómodo.

Su gesto, su pregunta, "tú qué crees", no obtienen más respuesta que una mirada. Supongo que no ha sido una pregunta inteligente. O sí. Su respuesta me alivia, de alguna forma.

-Sé que no es una situación fácil -comento, encogiéndome de hombros-. Al menos esta vez no has dado ese "bien" insípido que dices siempre cuando algo va mal. Eso es un punto positivo-. Lo miro de reojo. Me cuesta decir estas cosas cuando no se trata exactamente de trabajo-. ¿Qué has sabido de ella...?-. Encuentro extraño el propio tiento con el que me escucho hablar.

El asunto que me atañe termina con un abrazo por su parte. Rodeo su brazo con el mío, aceptando su gesto un momento, aunque no tardo en soltarlo. Me siento más bien activa. Aunque esté cansada. Tengo ganas de levantarme y andar, como si el cuarto se me hiciese pequeño.

-No has de decir nada especial. Solo te informaba. Así está bien -declaro, con naturalidad. Lo miro un momento, entonces. Si me centro mucho en esto parecerá que se lo estoy restregando, y no es la intención-. Ya tendré tiempo para celebrarlo cuando lo haya solucionado todo. Pero, en lo personal, no recomendaría a nadie que hiciese tratos tan vinculantes con ella.

Fera tenía razón. Vender la libertad no era algo que tomarse a la ligera. No volvería a caer en ese error.

Asintió.

—Suerte con ello, entonces. Quizá tienes suerte y deja de llover algún día.

No pondría la malo en el fuego, pero quién sabía.
Su siguiente comentario le hizo fruncir el ceño y soltar un resoplido. ¿Sabía que no era fácil? ¿Realmente ella, Alehyss Lester, sabía que no era fácil? Tuvo que tomarse un momento para no responder a malas. No era su intención.

—No me encuentro lo suficientemente bien como para mentirte a la cara —dijo, con una voz que sonó más tranquila que lo esperado. Suspiró—. No he sabido nada de ella. Si has leído el tablón, sabrás que se iban, y, bueno, ya se han ido. Probablemente ya esté muerta ahora.

Un nuevo vistazo a los libros, apenas un segundo. Suspiró. Y cuando mencionó lo de Madame, cuando ya no la abrazaba, admitió:

—Pensé en hablar con ella. Antes de... Bueno —Bajó la vista—. Ahora de todas formas ya es un poco tarde. —La miró de reojo—. No sería tan afortunado como tú, creo. Acabaría por no solucionar nada. —Observó la pared, el mismo punto que Alehyss había mirado antes. Parpadeó—. He hecho todo mal, al final.

¿Mentir? ¿Se llama mentir cuando la mentira es evidente? Todas esas veces que dice estar bien sin estarlo resultan más desagradables que cualquier mal verdad que pueda dirigirme. No obstante, no lo digo. Ya ha sido suficiente de eso.
Simplemente asiento.

-Sabía que se habían ido.

Lo último que dice me hace tensarme un poco. Sigue siendo así. Sigue diciendo las cosas de esa forma tan frívola. Supongo que es su forma de pasarlo mal, pero resulta incómodo. ¿Qué se dice a algo como eso?
Desvío la vista a las paredes para inspirar un momento.

El asunto de madame Desmarais termina por hacerme mirarlo de nuevo, de reojo, con expresión algo más apagada. Son los ánimos, en general.

-Tú no has hecho nada mal -acabo diciendo, sintiéndome rara al hacerlo, bajando la vista a mis rodillas esta vez.

Quizás dar ánimos no sea mi fuerte. Pero es cierto. No es su responsabilidad. Quizás ha cometido errores, pero los errores de Dena no son los suyos. Aunque para él lo parezcan. Es aquí donde lo moral se separa de lo legal, y lo correcto no lo parece.

Se encogió de hombros.

—Entonces tenemos la misma información.

Él solo sabía que se habían ido, nada más. Tampoco le sorprendía. A fin de cuentas, ¿por qué irían a mantenerlo informado de la situación de la flamma?
Notó un chispazo saltándole la nariz y tragó saliva, bajando la mirada a sus propias rodillas. Se mordió el interior de la mejilla y parpadeó varias veces, antes de curvar una sonrisa.

—¿Dónde no? —preguntó, en voz baja—. Vine aquí a buscar información. No iba a quedarme más que unos meses, un año tal vez. Al final no solo me quedé más tiempo, sino que encontré tan pocas cosas, o no quise ver tantas, que acabé con las costillas rotas, usado como una especie de señuelo. —Pese al tema era el que era, no sonaba agresivo, ni violento, sino simplemente cansado—. Me cargué un tío porque me puse nervioso y no pensé en nada más que en salir del fuego. —Parpadeó—. Me pasé meses leyendo sobre diferentes sitios para terminar quedándome aquí, pero en el momento de la verdad me pongo en contra de Massen y, oh, de pronto soy otro traidor más (cosa que no negaré, claro). Después de meses en silencio la gente, los líderes, descubren que tengo información de más porque se me va la lengua hablando contigo, pero al final no le doy información a nadie y cuando os vais a Aqua acabáis... ¿Cómo? Inger en la enfermería, al menos.

Se pasó una mano por la cara, apartándose el pelo. Sorbió. No estaba llorando, pero.

—No tengo familia. Mis amigos, por llamarlos de alguna forma, piensan que soy un traidor, y de hecho, lo soy, también para ellos. —Negó suavemente—. He hecho muchas cosas desde que me fui de "casa" y al final no he ganado absolutamente nada. Al revés, diría yo.

Empieza a hablar. A descargar, diría. Al principio no lo miro. Lo escucho con la mirada clavada en las manos, que tengo sobre las piernas.
Podría rebatir algunas cosas. Podría aceptar otras. Podría dulcificarlo para que sonase mejor. Eso no es lo mío, sin embargo.
Él y yo llegamos aquí con propósitos parecidos. Ninguno de los dos tiene mucho de qué enorgullecerse a ese respecto. Luego... cada uno ha evolucionado de forma muy distinta. ¿Tengo más suerte, como él dice? No creo en la suerte. Quizás las casualidades me han favorecido. Quizás mis problemas eran diferentes. O mi forma de tomármelos.
En muchas de las cosas que dice llego a verme a mí misma hace un tiempo, cuando parecía que nada iba a mejorar. Creo que he crecido desde entonces. al menos me siento como si tuviese la cabeza más asentada a ese respecto.
Pero cada persona funciona de forma diferente, de la misma forma que nuestros problemas no son los mismos. No somos iguales. Quizás no seamos ni parecidos.

No venía a esto. Supongo que solo quería avisar de mi vuelta, darle la pulsera y comprobar que había soportado las circunstancias. Yo no soy una buena superficie en la que apoyarse, porque estoy reconstruyendo mi vida. He hecho avances, pero no he acabado todavía.
Me permito un abrazo, sin embargo. Dejaré que repose contra mí un momento. Porque aunque siempre haya querido presumir de mi superioridad, hay poco más que pueda hacer que eso.
No soy superior a nada, a fin de cuentas. Solo hago lo que puedo para seguir adelante y tratar de arreglar mis problemas. Y los suyos, aunque quisiera, parece que queden lejos de mi alcance. Espero que un abrazo sirva, aunque sea, como un breve consuelo.

Yo no quería un abrazo cuando pasó todo. ¿Qué quería yo?
No lo recuerdo, ya... Ha pasado tiempo.

Al principio no fue consciente de que Alehyss lo estaba abrazando, pero cuando finalmente sí se dio cuenta de que aquello que notaba rodeándole eran, realmente, los brazos de Alehyss, algo en él pareció reaccionar, como si el simple roce hubiese sido suficiente para romper algo que a duras penas se mantenía unido, pero que hasta entonces, a pesar de los golpes, había logrado mantenerse compuesto. Los ojos, que hasta entonces solo había notado húmedos, parecieron inundarse, y aunque evitó echarse a llorar porque, realmente, no quería llorar, terminó por hacerlo, con la cabeza gacha, sin corresponder al abrazo de la chrysos ni volverse hacia ella. Y lloraba de forma fea. Intentaba mantenerse en silencio, pero no era capaz de hacerlo del todo (casi pero no, casi pero no) porque hipaba, y las chispas parecían saltarle por la piel y sorbía como un niño pequeño. Resultaba muy patético.

No era un abrazo lo que quería. Y tampoco quería llorar. Y tampoco se sentía mejor, no exactamente. Y quería decir algo, pero.
Siempre estaba el mismo pero.

Me agobia la situación, pero procuro no pensar en ello. Esto es algo que yo no suelo hacer, que nunca he hecho. Quizás abrazaba un poco a Eve cuando lloraba porque otro chico la había dejado plantada, o abracé a Massen cuando su hermana murió. Supongo que en esas ocasiones fue distinto, porque es distinto cada vez y con cada persona. Y al final siempre me siento agobiado, pero no dejo que eso salga a la luz y mantengo el contacto un rato más.
No me sale decir que todo está bien, porque sería una falacia. Imagino su reproche si lo hiciese. Y con razón. Sería un consuelo innecesario, una mentira.

-Lo siento -digo al final en voz baja, cuando noto que el silencio, solo interrumpido por el llanto, comienza a hacerme sentir nerviosa.

Yo también tengo parte de culpa. Yo lo entregué. Yo lo insté a quedarse en su momento. Quizás me inmiscuí demasiado donde no debía.
Lo que una vez creí ser y lo que acabé siendo nunca llegaron a coincidir. Me creía seria, responsable, fuerte. Solo era una niña caprichosa que necesitaba sentirse mejor que los demás. He obrado mal muchas veces.

No alzó la cabeza hasta que escuchó la voz de Alehyss, que tan extraña le parecía en esos momentos, y para entonces de alguna forma había ganado cierta compostura. La miró de reojo, con el ceño fruncido, y la cara sucia y magullada, y luego negó. Nunca entendía por qué la gente decía que lo sentía en momento así. ¿Por qué lo sentía? Aunque fuese para dar apoyo, sonaba tan falso.

Se pasó una mano por el rostro. Una chispa le saltó los dedos, desde el índice hasta el meñique. Sorbió. Luego se apartó de ella, sin brusquedad. Seguía manteniendo ese aspecto nervioso que tiene uno cuando ha dejado de llorar. Como si con cualquier cosa pudiese echarse otra vez al llanto.

—Yo... —Alzó ambas cejas. Apretó la mandíbula. Terminó por mirarla—. No quiero ofenderte, pero ¿por qué me pediste que me quedase? ¿Porque acababas de salir de las mazmorras y te sentías sola? ¿Por qué me ayudas? ¿Porque te doy pena, es eso? ¿Porque te sientes culpable por lo del tío ese, Jager?

Algunas de las preguntas que se había hecho últimamente. Suponía que era un buen motivo para hacerlas. ¿Tenía algo que perder? No. Y aunque lo tuviese, qué más daba.
Dena probablemente estuviese muerta, o encerrada de por vida. Nada parecía importar al lado de eso.

Cuando se aparta no espero que me pregunte lo que pregunta. Llego a perderme, llego a no saber de qué habla, hasta que lo aclara. Y entonces aún tengo que pensar un momento, que ubicarme, que ordenar los pensamientos.
¿Y qué le digo?
La verdad. La verdad.

-Me sentía sola. Y aunque eras la persona a la que menos tenía derecho a exigir, me vi, de pronto, agobiada, sin nadie más. No quería que te fueses porque estaba asustada. Y si te amargué la vida por ello, lo siento-. Es cierto-. Nunca lo pretendí. Soy una egoísta, pero entonces lo fui más. Sentía que mi vida se había venido abajo-. Me ha temblado un poco la voz-. Todo lo que creía se rompió. Me encontré llorando sola en un agujero, en manos de una mujer que podría usarme para lo que quisiese, vendida por mi amigo tras haber cometido tantos errores que... No sabía salir de ello, y te pedí que te quedases porque me agobiaba estar sola por completo.

Lo he dicho con un tono más entero del que creía. Aunque haya llegado a temblar. Supongo que puedo enfrentarme a ello. Puedo enfrentarme a mí.

-Al principio me sentía culpable por lo que te había hecho. Por eso te ayudaba. Pero no diría que solo es por eso. Nos conocemos desde hace años. Me has ayudado y te he ayudado. Hemos participado en cosas juntos-. Aprieto un momento los dientes. Y da la sensación de que si no lo hago yo no lo hará nadie más. Ni él mismo-. No todas las veces que te ayudé y estuve contigo fueron por arrepentimiento.

El chrysos la escuchó en silencio, mirándola de reojo, con restos de lágrimas aún en las mejillas. Y aunque la respuesta era la que esperaba, le resultó más desagradable de lo que había imaginado que sería. Asintió suavemente, al principio, sin decir nada. Cuando ella respondió a lo segundo, sin embargo, sí llegó a hacer una pregunta, torciendo una sonrisa cansada.

—Y si no fueron por arrepentimiento, ¿por qué fueron? —La miró—. ¿Pena? —Probablemente. Frunció un poco el ceño—. Imagino que ahora ya no te sentirás tan sola... —La curvatura de sus labios se ensanchó, volviéndose algo extraña. No parecía contento—. Supongo que me alegro de al menos haber servido para que estuvieses mejor entonces.

Estrecho primero los ojos, bajando la vista. Voy a responder, aún estoy decidiéndolo, pero entonces dice algo que me hace mirarlo de nuevo.
Quizás ya no me sienta tan sola. Quizás sea cierto. Quizás te utilicé porque me sentía mal y no había nadie más dispuesto.
¿Es eso lo que quieres oír? El orgullo me hace querer levantarme, querer perder el control y ser desagradable. Nunca se me ha dado bien aceptar ciertas críticas.
¿Es eso lo que quieres? Porque no voy a gritar. Yo no voy a gritar hoy.

Me levanto, incómoda, de espaldas a él. Quiero moverme. Pero quiero zanjar esto para evitar que vuelvan las sonrisas desagradables y los reproches. Si he de disculparme y solucionar los problemas que ocasioné, este también es uno.

-Lo siento, Lyam-. Casi lo gruño, pero logro contenerlo-. Pero si alguien habló de pena, fuiste tú. No soy una mártir que se sacrifica por los demás. No baso mis acciones en pena. Y no, ya no me siento tan sola. Estoy rehaciendo mi vida. Me siento mejor que entonces. Me siento capaz de avanzar-. Lo miro al fin, volviéndome-. Repróchame lo que quieras. No soy alguien amable, tienes razón. He hecho cosas malas a mucha gente. Pero no pienso vivir pensando en ello.

Reconoceré lo que sea, pero no pienso volver la vista atrás. Ya he aceptado mis errores. Pero no me pasaré la vida enterrándome bajo ellos. No sirve de nada.

Frunció el ceño al escuchar su respuesta, sintiéndose primero confuso y después hasta ofendido. ¿Había sonado como un reproche? Pues lo sentía, pero no había sido con esa intención. Se alegraba, se alegraba de verdad que su vida fuese mejor, joder. Si se lo acababa de decir.
Se puso en pie segundos después de que ella lo hiciese, y dio un par de pasos hacia ella.

—¿Entonces por qué? —La miró, serio, confuso—. Yo... Joder. No te estaba reprochando nada. Lamento que haya sonado así: no era mi intención. Realmente me alegro de que tu vida vaya a mejor, me alegro de verdad. Creo que ya te dije un par de veces que me sentía agradecido por la ayuda que me prestaste en su momento, ¿no es así? —Tomó aire. A pesar de todo, mantenía un tono estable, sin llegar a gritar. Algo sorprendente. Una nueva chispa le saltó la nariz—. Solo quiero saber por qué. Por qué me ayudas. Me siento confuso últimamente. —Y enfadado—. No quiero reprocharte nada. No recuerdo haberlo hecho ni cuando tenía motivos para hacerlo y no va a cambiar ahora.

Noto la mandíbula rígida. ¿Qué es lo que no entiende? ¿Qué es lo que no logro que entienda? Joder. ¿Qué espera que diga? ¿Qué debo decir?
No. No diré lo que quiere escuchar. Diré la verdad. He dicho la verdad. No entiendo qué duda ha quedado.

Respiro hondo y me froto la nariz, relajándome. Estoy perdiendo los nervios y no es para tanto. Simplemente se me da mal esto. Pero no es para tanto. Siempre he tenido un carácter terrible para estas cosas.

-Te ayudo porque por mucho que pretenda hacerme siempre la dura soy una buena persona-. ¿Se puede decir esto? ¿No deja de ser cierto?-. Me gusta ayudar a la gente. Me gusta estar en Brontë porque en el fondo soy como Dehnel. Quiero que cuando me miren vean a una persona con la que se puede contar, aunque tenga siempre esa expresión tan seria y esos comentarios tan cortantes-. Yo quería salvar a la gente. Por eso ayudaba a Jager. Solo que era el camino equivocado-. ¿Tan difícil es de suponer siquiera que te tenga un mínimo aprecio, aunque sea? ¿Crees que te odio y simplemente te saludo por pena? Lyam, joder. Eso es un insulto para mí. Te considero mi amigo, lo creas o no. Ayudo a mis amigos. Daría la vida por mis amigos si llegase un momento en el que no queda más alternativa. Quizás no sea tan amable, tan simpática o tan atenta como otros. Quizás me lo pensaría antes de interponerme entre un arma y alguien, porque valoro mi vida ante todo. Pero no soy algún tipo de monstruo sin sentimientos.

Soy humana. Siento aprecio y siento miedo y tristeza y agobio. Puedo querer a las personas. Y puedo querer ayudar a las personas.

El chrysos la escuchó en silencio, mirándola, atento. Y aunque aquello no era lo que esperaba, ni tampoco era lo que quería escuchar, terminó por asentir lentamente. Torció una sonrisa, apartó la mirada. Luego negó suavemente y habló.

—Me es difícil de suponer, sí. —Pero había sido así siempre, con todo, y después de varios incidentes en Brontë se le había hecho más difícil incluso, especialmente con ella en particular—. Lo siento, no tiendo a pensar las mejores cosas. No quería decir que eras un monstruo sin sentimientos, ni una mala persona. —Alzó ambas cejas—. Creo que tuvimos una discusión semejante por eso, hace tiempo.

Bajó la vista. Parpadeó. Luego le dio la espalda y se alejó de ella.

—¿Me gustabas? ¿Gustas? Gustas. Creo.

Y había cosas que no decía, como "es desagradable" o "pero no quiero que me gustes" o "pero no quiero gustarte". ¿No sería todo mucho más sencillo si nunca le hubiese gustado? Incluso ahora lo sería. No se hubiese quedado en Brontë, se hubiese ido con Dena. No estaría allí ahora, estaría con Dena. Como tenía que ser.

—Ya hace tiempo que doy por hecho que no es recíproco. No te preocupes.

Me callo. Me callo mientras habla. Me callo cuando lo dice. Dejo de respirar durante un momento.
Yo ya sabía eso. Yo ya...

-Me gustaste -admito entonces, mirándolo-. Lo siento-. Aunque sea peor decirlo que callarlo, si no lo digo será como callar otra vez, como mentir otra vez-. Yo no estaba en condiciones de admitirlo cuando pasó. Supongo que eso lo estropeó todo. Desgasté algo agradable, convirtiéndolo en algo frustrante porque no me sentía preparada para afrontarlo. Y deseaba, de verdad que deseaba...

Niego un par de veces. Ahora estoy agobiada. Yo quería que apareciese un día y me dijese "he estado en el pueblo con esta chica y, eh, es la de verdad". Porque eso me quitaría algo más de esa sensación de culpa.
Quizás sí me siento algo culpable todavía. Quizás no por Jager.

Me paso una mano por la cara. Cuando la retiro estoy perfectamente seria. Soy dueña de la situación.
Yo nunca me he venido a menos por algo como esto. Lo miro de nuevo, entera.

-No te ayudo por pena. Te tengo cariño, te considero importante y te defenderé si corres peligro sin dudarlo, pero no puedo corresponderte.

Él mismo ha dicho que lo da por hecho. Pero, de todas formas, hay como una norma que dice que las cosas han de decirse en alto. Y yo estoy harta de ser la que era.

Se giró al momento.

—¿Y no puede pasar? —Avanzó hacia ella—. No me importa esperar.

Es solo que, eh, no quiero quedarme solo.
Eso pensaba, pero no lo dijo. Y aunque esperaba la respuesta, era tan desagradable, tan sumamente desagradable.

—Yo quería que pasase. También. ¿No podemos aún? ¿Por qué no puedes corresponderme? ¿Hay otro? ¿Otra?

Qué patético era.
Y al final, ¿qué había ganado?
Oh, Lloyd. Siempre igual.

El momento en el que flaquean es en el que una debe mantenerse más firme que nunca. Me arrepiento de no haberme ido, porque no quería arrancarle la dignidad. No quiero que se arrastre.

-¿Esperar a qué? -lo corto, seria-. Si ahora digo sí y no lo cumplo solo estaré prolongándolo más. Y luego será otra promesa incumplida. Yo no voy a hacer promesas.

No suelo dar explicaciones. Nunca daba explicaciones. Siempre huí. Porque la mayoría de las veces me daban igual. Pero supongo que él merece más que un cualquiera. A fin de cuentas no es un cualquiera.
Pero las promesas no son viables.

-No hay nadie. O quizás lo haya-. Me encojo de hombros-. No me planteo esas cosas. No baso mis decisiones en eso. No te rechazo porque haya otra persona, te rechazo porque creo que ya lo has pasado bastante mal por mi culpa. Te dije que solo era una noche, una excepción. Era solo un juego. Y luego dejó de serlo. Y parece que al final solo haya causado problemas.

Tenía miedo. No quería hacerle daño. Ni quiero, realmente. Siempre he sido muy dura con él por eso. Porque no quería hacerle daño. Pero no lo hice de la forma correcta. Al final solo empeoré las cosas.
Supongo que al final soy un desastre, y la mujer que pretendí ser desde que llegué, la seria y capaz Alehyss Lester, la dama de hierro, solo fue una fachada que se desmorona.

Se encogió de hombros, nervioso, sin saber qué decir.
Se sentía extraño. Hubiese preferido que hubiese dicho que nunca había sentido nada por él. Era aquello lo que esperaba escuchar, no lo que estaba escuchando ahora. Eso nunca había estado en sus opciones.

—No lo sé. Algo. No digo una promesa. Pero si me estás rechazando porque no quieres hacerme daño, o porque no quieres causarme problemas, entonces... No sé qué decir. —Bajó la vista—. Preferiría que me dijeses que no sientes nada por mí. ¿Sientes algo por mí? Romántico. Sé sincera. Cuando de alguna forma te lo pregunté por primera vez me dijiste que no te sentías preparada. ¿Es igual ahora? ¿O es porque, realmente, no sientes nada por mí?

Si tuviese ahora alguna duda la desmentiría. Cortaré cualquier posible cabo porque si los dejo se aferrará a ellos. No voy a decirle que lo odio, pero tengo que intentar que no haya dudas, aunque tenga que exagerar las cosas un poco, aunque tenga que eliminar lo bueno para que suene lo suficientemente duro. No debe haber "peros" o "aunques".

-No siento nada romántico por ti.

Cuando se dice algo así una tiene ganas de añadir más cosas, pero lo evito. No quiero enredarlo, no quiero que se aferre, que siga esperando algo, y que en un año explote de nuevo. No quiero que se apoye en mí para fallarle luego. Yo no puedo ser su apoyo de esa forma. No puedo dejar que dependa así de mí.

Asintió.
Y esta vez no dijo mucho más.

—De acuerdo.

Se permitió curvar un poco los labios, pero terminó por darse la vuelta.

—Gracias.

Y ya estaba.
Al final lo había dicho. ¿Debía haberlo hecho? Quizá no.
Tampoco importaba, ahora.

Espero que llegue algo más, pero no llega. Quizás ha sido la mejor respuesta. Una que no dé opción a réplica. SI se habla mucho hay más posibilidades de estropear las cosas. Si se dice poco...

Contengo un suspiro y no me froto los ojos hasta que se ha girado. Si ahora voy y lo abrazo estropearé lo que he hecho, le daré un motivo para dudar. Sé cómo funcionan las cosas. Aunque no me había costado nunca tanto. Quizás la primera vez, cuando era una niña y parecía todo muy difícil.
Supongo que también soy más mayor de lo que nunca he sido, y que a él me lo tomo más en serio que a otros. Y es porque me lo tomo más en serio por lo que ya está bien.
Ya ha estado bien.

-Lo siento-. Noto la boca algo seca, pero ya está.

Dudo un momento más, pero creo que ahora mismo lo que mejor puedo hacer es desaparecer. Será lo que más me agradezca.
Ni siquiera tengo claro si el "buenas noches" lo he pronunciado o solo lo he pensado.

*fin de escena*

Hacía tiempo que había hablado con la chica, pero Lea me había recordado aquello de la coraza hacía poco y había decidido ir a probar suerte al cuarto en el que solía estar. Pese a las indicaciones de Lea tuve que pedir indicaciones al servicio, por si acaso. Al final, sin embargo, pronto me vi frente a la puerta y, sin mucha duda, llamé un par de veces.
No sabía ni si estaba allí, pero no perdía nada por intentarlo.

Lo cierto es que apenas había tenido relación con la chica, pero Lea me había hecho algún comentario al respecto (incluso habían ido de misión juntas una vez y tenían otra pendiente). Lo cierto era que me había parecido una buena chica la vez que me la había encontrado, al menos, aunque de aquello ya hacía tiempo.
Esperaba que no hubiese problemas al respecto.