Trabajo-Recompensa [Misión recolección]

Alexander había partido al pueblo cercano a Brontë en busca de algo que le reportase beneficios y había sido allí donde se había topado con un comerciante que le había propuesto un trato interesante.
Ambos, acompañados de los guardaespaldas de este, estaban sentados en una taberna del lugar, apartados de la multitud para hablar de sus negocios.

-Debo entregar un carro a las afueras del pueblo, donde empieza el río y apenas se ven las últimas casas. Allí la vigilancia es mínima para el intercambio -. El hombre, que por su aspecto parecía controlar el engocio y conseguir grandes lucros con él, explicó las condiciones al caeruleus.

-Al caer la noche, dirígete a la tienda de verduras que está a pocos metros de esta taberna. Allí un hombre fornido estará costudiando un bulto, ese es el carro. Llévatelo de forma sigilosa fuera de la ciudad. Que no te intercepten y, sobre todo, que no le pase nada -. Indicó. -Te pagaré 5.000 si cumples tu cometido -.

En cuanto el trato estuvo cerrado el hombre se marchó de la taberna dejando allí al Muchacho. Una vez calló la noche, Alexander puso rumbo al lugar marcado.



Cuando ya el sol había desaparecido, un hombre alto y corpulento guardaba al lado del puesto de verduras un bulto de gran tamaño cubierto con una lona que el caeruleus pudo diferenciar como marrón.

Había encontrado a aquellos tipos... tenían pinta de sospechosos, pero ya estoy de mierda hasta el cuello. Lo que me pueda pasar es poco, por lo que acepto el trabajo.
5.000 no me llegan, pero será una fantástica suma para añadir a mi haber.


Paso al tarde sentado delante del puesto, esperando a que se haga de noche, tomando un café con el sombrero puesto, levantando la cabeza de vez en cuando.

Cuando la luz escaseaba ya, un hombre aparece y custodia el carro que quiero.

Dejo que la noche entre bien de madrugada y, cuando la taberna cierra, pago y me acerco sigiloso. La noche ya se ha adueñado del panorama y mis ojos están inmensamente dilatados.
-Buenas noches- digo en un susurro mientras me recoloco uno de los guantes en su sitio.- Vengo a recogerlo. - dejo caer. Si es el hombre que busco, me entenderá.

El hombre me da las riendas y me dice que vaya hasta la colina. Asiento con la cara entre las sombras. No se de que raza es ni me importa, la verdad. Me da las riendas del carro y las agarro rápido. De un ágil salto, me pongo encima del carro y azuzo al bismonte que no es muy grande que se diga justo después de que el hombre le diese un golpe, por lo que ante tales hechos, el animal sale a trote bastante rápido.

Agarro mi sombrero con una mano y sigo metiéndome el pelo por dentro. Mientras veo hacia las callejuelas por si hay alguien entre las sombras. Mis ojos, enormes y activos, denotaban seriedad y serenidad, aunque mi alocado pie, que no para de golpear ritmicamente el carro, me delata.

Al fin salgo del pueblo y freno delante de una bifurcación...

Mmmm...

¿Por donde seguir?

A ver... analicemos los hechos... el hombre que me dio el trabajo dijo: "Debes entregar un carro a las afueras del pueblo, donde empieza el río y apenas se ven las últimas casas..." los ríos empiezan en las montañas... y el hombre del carro dijo que "Hasta pasada la colina" por lo que seria lógico que el rio naciese en las montañas y que pasase por una colina... no lo veo tan descabellado... y supongo que ese sitio estará más castigado y descuidado... por lo que el camino de la izquierda sería el más acertado...
Peeero... dudo que mi o mis contactos estén en medio del monte... porque caminar por un sitio así con un joven bismonte no tiene que ser nada agradable y sobre todo rápido... y si no son ceruleus, van a tenerlo dificil para continual rápido, por lo que el camino de la derecha sería mejor opción....

No se que hacer...

Entonces escucho el ulular de un buho. Sonrío. Siempre me han gustado esos animales. Son mis favoritos... me ajusto el sombrero y cojo aire, azuzo al bismonte y me meto por la carretera zurda.

El paseo es tranquilo y pronto abandonaré el pueblo. Está siendo una agradable travesía pero un ruido alerta al animal de tiro, que cabecea en ambas direcciones, agitado.
-Oh, venga- digo con tono aburrido- muévete- digo monocorde.

Pero como si de un espectro se tratara, una sombra nos corta el paso e irrumpe en el camino.

Sus palabras me hielan la sangre y aprieto rápido los puños como si de un acto reflejo se tratase, pero intento no ponerme nervioso.

-Sssshhh- digo poniendo un dedo enguantado delante de mi boca, la cual yace seria- no despiertes a los vecinos- digo poniéndome de pie encima del carro para, de un elegante salto, caer sutilmente al lado del bismonte.

Alzo una mano al ver por debajo de mi sombrero como me apunta con el arma- No quiero ni creo que haya que llegar a estos extremos- digo lo más tranquilo posible.
Aprieto los labios y me acerco un par de pasos con las palmas al frente.

-Yo no soy de la guardia. Solo llevo este carro.Creo que te equivocas- digo algo nervioso, intentado esconder el pánico de la situación bajo mi enorme sombrero que me cubre el rostro y el pelo.

-Por favor, déjame continuar- digo lo más amable posible.

Aprieto los labios y espero su embestida. Parece que no entra en razón. No tengo ni idea de quien es Melgdabor ni porqué demonios se está poniendo así. Pero eso me da igual.
Cuando veo bajar su arma, doy un salto hacia atrás y, en el aire, de un rápido tirón de mis ropas, las arranco, tirando mi gabardina y mi sombrero al suelo, dejando verme al fin en todo mi explendor, con la melena al viento, extrañamente, suelta y sin atar.

-Ya me has cabreado- le escupo. Dejo salir dos hechizos de mis manos que, ante la luz de la luna, crecen de tamaño, velocidad y potencia, esperando a que den en el blanco o, por lo menos, exploten cerca y la explosión me dé tiempo a esconderme, por lo que doy un par de saltos hacia atrás, aún sin desenvainar mis púas.

-Defenderé esta carga con mi vida, si es necesario. No dejaré que un ratero del tres al cuarto, me venza tan fácilmente.- digo con las pupilas completamente dilatas, por lo que el azul de mis ojos ha dado paso a la negrura más abisal, dándome una imagen siniestra, bajo el amparo de la noche.

Sonrío contento ante la visión de que mi enemigo aúya dolorido ante mis ataques, pero rápidamente todo se torna negro. Más negro que la noche.
De repente, la banda completa de mi enemigo aparece, a lo que retrocedo un poco amedrentado.

Unas cuantas flechas volaron hasta los pies del bismonte, asustándolo y haciendo que se alejara de mi hacia una esquina de la calle con su carga. Yo maldigo por la bajo, pero ahora estoy demasiado concentrado intentando intentando evitar un florete enemigo que, con mis púas, logro evitar y atravesar a mi adversario, dejandolo tumbado en el suelo. Menos suerte corro ante el joven de la daga, muy diestro con ella y consigue alcanzarme en un costado, lo que me hace trastabillar un poco, haciéndome retroceder dolorido. Pero entonces, un par de estallidos retumban en mis tímpanos, pues elementos explosivos han sido tirados cerca de mi y han levantado unos cuantos cascotes que me han golpeado el cuerpo. Yo me tapo la cara para evitar golpes en ella.
Un joven como yo no puede andar con cicatrices en la cara. Es vulgar.

Una vez la humareda se disipa, puedo ver como intentan arrastrar el carro. Doy un par de pasos para intentar evitarlo, pero una enorme sombra se cierne sobre mi y veo que se trata de un enorme hombre con un mandoble. Retrocedo, aún con las pupilas Completamente negras y con una sonrisa un poco macabra, susurro- Garves- por lo que ciego durante varios segundos a mi enemigo más cercano, lo que aporvecho para huir entre las sombras.

Al final no he podido hacer nada y mi sonrisa se torna ácida- mierda- digo dolorido mientras me dirijo de nuevo al pueblo, lo más rápido que puedo. Creí que conseguir dinero iba a ser más fácil...
Cada vez noto la soga de mi cuello mucho más apretada.


FdR: me tomé la libertad de narrar un poquitin jajajaja pero es que sino ya se retrasaba mucho jaja

MISIÓN FALLIDA

No has cumplido con el trato del comerciante.

Dinero ganado: 0

Experiencia: 0