Prado.

Me arrastraba por el suelo, con el estómago revuelto. Pálido como la cera, sintiendo el sudor cayendo por mi rostro, notaba como la temperatura de mi cuerpo subía y subía. Notaba a Telma a mi alrededor, soltando gruñidos preocupados y tirando de mi capa con los dientes. Sin embargo, no pude hacer nada por ayudarla.

Iba a morir, sin duda.

-Aquí se acaba lo que soy y lo que fui... No habrá más Rick Dehnel... Qué buen... Qué buen final para un mendigo es el morir entre flores...


El estómago me ardía, como si las llamas lo llenasen.

- Adiós Mithos, adiós Inger... Adiós bella Fier... Adiós padre, madre, abuelo... No he sabido ser digno de mi apellido, y al final muero así, en triste afán por regresar a lo que creí siempre ser... Mas Dehnel no era más que una mentira, y ahora en mi lecho de flores al fin lo comprendo...

Débil, cerré los ojos.

*se queda*

Una ligera lluvia me acaricia la piel, pero no soporto estar más encerrada, por lo que salgo del palacio para airearme un rato. Llevo una capa que protege mi ropa y mi cuerpo del agua, pero aún así dejo la cabeza sin cubrir, disfrutando del frescor que las finas gotas aportan a mi piel.

Camino un buen rato hasta que un sonido me atrae. Me acerco y veo correr hacia mí (supongo que para él es correr, aunque para mí es un movimiento bastante lento y no puedo evitar recordad a aquella especie de ninja que vi una vez en los pasillos) a un pequeño bismonte. Lo ignoro y sigo andando, pero el animal gira y corre hacia mí. Cambio de dirección y apuro el paso, pero el bicho peludo vuelve a girar y poner rumbo hacia mí.

Esto es extraño. Finalmente suspiro y me detengo. Sus patas manchadas de barro no son nada tentadoras.

El bismonte me alcanza y comienza a hacer sonidos, me muerde la capa y tira. No hace falta ser un experto.

Suspiro y lo sigo.

*sigue a Telma*

"RICK, HAS SIDO UN MAL HIJO. TE HAS COMIDO TODOS LOS PASTELES"

"PERO PAPÁ, TENÍA HAMBRE"

"SIEMPRE COMIENDO, SIEMPRE COMIENDO. UN DÍA VAS A EXPLOTAR DE TANTO COMER"

Me retuerzo en el suelo. ¿Por qué mi padre me dice esas cosas? Ni que él no comiera.

-No estoy gordo... Soy un mendigo...

El sudor está frío, y algo también frío me moja, por lo que me siento tiritar, pero sigo teniendo calor.

El pequeño bismonte me lleva hasta un bulto que se retuerce en el suelo. Preocupada, me acerco, esperando cualquier cosa menos la que hallo. Rick Dehnel, hijo de su padre, el guerrero más descerebrado de todo Brönte, se encuentra tirado en el suelo, embarrado y mojado, retorciéndose como una lombriz y balbuceando sabe Mithos qué cosas.

-Estás destrozando las flores, Dehnel- le digo, fría.

Me agacho a su lado y le tomo el pulso. Su cuerpo está caliente. No sé qué temperatura normal tienen los flamma, pero si es esta siempre tienen que ser todos estériles.

Suspiro.

-Dehnel, ¿me escuchas?

FdR- Qué simpática y delicada XD

Una voz delicada como la de un ser hermoso baja desde las nubes. Abro los ojos y me encuentro entre flores olorosas y un radiante sol. Sobre mí, mirándome, una mujer bella de piel clara y los más puros ojos azules me observa. ¿Es quizás ella la princesa a la que he de salvar para ser nombrado rey? ¿O es una hermosa dama hechizada que precisa de un caballero para escapar de una huraña bruja?

La mujer se agacha a mi lado y me toma el pulso, sin duda para notar mis latidos raudos por su presencia, por su contacto, por su hermosura. Mi calor ya tiene explicación, pues es provocado por la visión del ángel que seguramente me ha sido enviado para engendrar los más nobles hijos que jamás hayan sido vistos.

Tomo su mano y se la beso.

-Encantado de verla, hermosa dama. Siento estar aquí tirado, más puedo oír su voz desde aquí y suena tan hermosa como si me susurrase al oído las más tiernas palabras de amor.

Me besa la mano y se la aparto enseguida, limpiándola en mi ropa. Ya no tengo claro si está delirando o borracho, pero tengo el repentino instinto de dejarlo allí e irme. Nadie lo relacionará conmigo si muere.

Lo examino. Está sucio y harapiento, para nada como pretendía ser. Parece más pobre que noble. Ello me extraña. Quizá tenga que ver con todo el tiempo que llevo sin verlo, aunque como yo he estado fuera no puedo garantizarlo.

Miro al bismonte de lado, que me devuelve una mirada tierna y húmeda.

Maldita sea.

Observo el cuerpo tendido de Dehnel. Da igual que lo intente, no tengo fuerza suficiente para cargar con él yo sola.

- ¿Puedes andar? -le gruño molesta.

Al escuchar la pregunta del ángel, traté de levantarme. Sin embargo, nada más sentarme, el ardor que había en mi estómago me atacó de nuevo. Me lo abracé con las manos.

- ¡¡EL FUEGO DE MI INTERIOR LATE POR VOS!! -grité, tratando de ocultar el dolor, aunque apretando los dientes.

Logré ponerme de pie con dificultad, y noté que ella me asía un brazo para ayudarme a mantenerme. Tanta amabilidad en un cuerpo tan menudo. ¿Qué había hecho tan bien para que Mithos me enviase aquella bendición?

Di un paso, pero las piernas me fallaron y me precipité hacia delante.

Me averguenzo de estar donde estoy, escuchando decir a Dehnel las peores cosas que me ha dicho jamás. Noto cierto revolver de estómago.

Lo ayudo a levantarse, pero la forma que tiene de tambalearse no me da buenas vibraciones. Cuando por fin parece estable, lo ayudo a dar un paso, pero se le doblan las rodillas y se precipita hacia delante. Por desgracia, he de interponerme entre él y el suelo para evitar que caiga.

Su peso me golpea, pero logro mantener el equilibrio.

- Así no vamos a ningún lado...- digo para mí.

Me froto la cara con el brazo mientras uso mi cuerpo de tope para impedir su caída. No sé si lo mejor sería tener ayuda, pues podría llevarlo a palacio, pero si alguien llegase ahora podría creer que Rick Dehnel me ha abrazado y, lo peor, que yo me he dejado.

Me pregunto por qué de todas las personas de este lugar he tenido que ser yo la que lo ha encontrado en este estado.

Sinceramente, si es por mí podría estar muerto.

FdR- Es muy dura u.u

El chrysos, hastiado de permanecer dentro de palacio, había salido a dar una vuelta por los exteriores. Llovía, pero, a diferencia de otros días, el agua no caía con tanta fuerza. Era más bien una débil llovizna.

Caminó por los jardines durante un rato y luego se alejó de la zona más próxima a la construcción. Se adentró en el bosque, pasó por el río, se detuvo unos segundos en el lago y finalmente llegó al prado. Una vez ahí pensó que lo mejor sería volver a Palacio, pues ya había recorrido buena parte de los exteriores de Brontë, pero una peculiar figura le hizo cambiar de idea. Entrecerró los ojos y escudriñó el horizonte, intentando averiguar quiénes conformaban aquella estampa, y luego avanzó un par de pasos, acercándose a sus, supuso, compañeros. Tras adentrarse más en la zona del prado, descubrió que quiénes estaban ahí eran Rick Dehnel y Alehyss Lester, cosa bastante curiosa teniendo en cuenta el enorme afecto que se tenían el uno al otro. El chrysos alzó las cejas y esbozó una sonrisa ligeramente burlona. La estampa se le antojaba divertida. Uno no siempre veía a Alehyss Lester "abrazando" a alguien. Mucho menos si ese alguien era Rick Dehnel. De hecho, uno podía afirmar que las palabras Alehyss Lester y Rick Dehnel eran incompatibles en una frase que no llevase insultos, gruñidos y chillidos de por medio. Precisamente por eso, era evidente que lo que había pasado se alejaba de lo que uno podía apreciar a primera vista y desde un par de metros. No obstante, seguía teniendo su punto divertido.

—Ehm... ¿Necesitais ayuda? —inquirió, sonriente, con los brazos cruzados—. ¿U os dejo solos? Parece que vuestra relación ha ido a mejor en estos últimos meses... No tengo palabras.

Ensanchó la sonrisa.

La dama casta de las montañas me sostuvo, y mientras sostenía mi cuerpo también sentí que sostenía mi alma. No tuve fuerzas para agradecérselo, ni tampoco tiempo, pues apenas había sentido su cálida y húmeda piel contra la mía cuando una voz de varón y cruel se metió con la princesa.

- ¡Vil bellaco! ¡¿Cómo osas inoportunarnos?! -grité, haciendo un esfuerzo para alejarme de la dama- ¡Seguro que no eres más que el siervo de aquellos que se esconden para realizar actos malvados e impuros!

No era capaz de enfocarlo bien, pero aún así debía demostrar mi valor.

- ¿Por qué no te entregas solo a las autoridades y me ahorras el hacerlo a mí? Aunque no tendré problema en batirme si...

Tanto gritar me mareó y tuve que parar para recomponerme.

Vuelvo la cara hacia Lyam al escucharlo y le dedico una fulminante mirada. Me ahorro los gestos, pues sé que entiende mi desdén y de moverme más, Rick Dehnel caería al suelo.

- Me encantaría que me ayudases, Lyam. Vete a buscar a alguien fuerte de verdad que pueda con Dehnel, que me asusta que te hagas daño -siseo sonriente.

Escucho las palabras de Dehnel y he de contener una carcajada. Parece que Lyam es sospechoso hasta para un Rick Dehnel delirante. Está muy bien.

Por desgracia, preferiría a un Rick Dehnel sano lejos de mí, y no a uno enfermo sobre mí, con todo su peso.

El pequeño bismonte nos ronda todavía, expectante.

Frunció el ceño al escuchar las palabras de Dehnel. No entendía muy bien qué le pasaba (porque era evidente que algo le pasaba), pero no podía creerse que, aún así, lo tomase como un bandido o algo por el estilo. Aquello era un poco desalentador.

Dio un par de pasos hacia delante, acercándose a ellos, y luego miró a Alehyss. Torció una sonrisa.

—Tan encantadora como siempre. —Ensanchó la sonrisa—. Te adoro, Lester. Es más: cada día que pasa, te adoro más y más.

Una parte de él estaba empezando a pensar que hubiese sido muchísimo mejor dejarlos solos en mitad del prado. De reojo, miró al flamma. Ahora que se fijaba bien, Dehnel estaba muy cambiado. Tenía el pelo más largo y estaba mucho más delgado de lo que él recordaba. Su aspecto se había alejado de la apariencia de noble con la que él lo había conocido y ahora era más parecido a un pobretón.

—¿Qué le pasa? —inquirió.

Fdr. EVERYDAY I LOVE YOU MOREEE, AND MOOOOOORE ♫♪♫♪♫♪

Rick Dehnel balbucea cosas ininteligibles, así que lo ignoro.

-Claro que me adoras -le respondo, maldiciendo como tantas otras veces no saber su apellido para escupírselo con desdén-. Es una pena que nunca puedas tenerme.

Dehnel parece pesar más, por lo que intuyo que se está apoyando todavía más sobre mí. Como puedo, lo mantengo erguido, aunque pronto no podré cargar más con él. Agradezco su extraña delgadez, pues de pesar lo que pesaba la última vez que lo vi seguramente ya estaría aplastada bajo su cuerpo.

Hago una señal a Lyam para que me ayude.

- No sé que le pasa. La última vez que lo vi era el gran Rick Dehnel y ahora parece un enfermo, pero es la primera noticia que tengo.

Soltó una risa irónica.

—Pues para no poder tenerte nunca bien que te has abierto de piernas—siseó. Luego, al ver el gesto de la chrysos, se acercó para ayudarla a cargar con Dehnel. La chica tampoco parecía saber qué le pasaba al flamma. Lyam frunció el ceño.

—Seguro que ha estado haciendo el imbécil y ahora está enfermo. Tal vez sea una gripe muy fuerte o algo así. Sea como sea, si tan mal se encuentra, deberíamos llevarlo a la enfermería —murmuró, serio, mirando al flamma.

Mi mirada se vuelve, si cabe, más opaca. Suelto el aire y me olvido de respirar durante un instante. Es como si de pronto, al menos por un segundo, el mundo se hubiese parado, y en ese segundo puedo verlo todo moverse lentamente, examinarlo, como si fuese un cuadro estático.

Noto frías las manos. Frías las mejillas. Una especie de ráfaga fría subiendo por mi columna. Noto mis propios latidos resonar en mis tímpanos.

Una chispa atraviesa mi rostro. Otra baja por mi brazo. Una tercera recorre mi nuca y noto cómo se me eriza el pelo de la zona. Todas las sensaciones parecen multiplicadas por mil.

Todo eso pasa en un instante.

Puta. Eso es lo que esucho. Puta. Puta. Puta.

"Tu misión es ir allí y reconocer la zona, Lester. Trata de no llamar la atención sobre ti"

Mi mano vuela veloz hacia mi pierna.

"Sabemos que eres profesional. Te hemos escogido a ti porque sabemos que sabrás aguantar la presión. Eres inteligente, Lester. No nos defraudarás."

Suelto a Dehnel. Mi diestra agarra el mango de mi kusarigama. Apenas es un movimiento fugaz.

"Puta."

Suelto el arma. Consigo contenerme. Respiro hondo.

Lyam está cerca. Lo observo. Me acerco a él. Alzo la mano y sin aguardar un segundo, le cruzo la cara. No lo hago con delicadeza, y me agrada el sonido que produce el golpe. Me arrepiento de no haber cerrado el puño.

Mi rostro esta serio. Mis ojos, sin embargo, guardan reproche, odio y una profunda cólera.

"Tú eres la puta", tengo ganas de decirle, pero no merece la pena abrir la boca.

Apretó la mandíbula y desvió la mirada. La chrysos lo había abofeteado con fuerza y la mejilla le dolía, pero hizo un esfuerzo para no llevarse una mano hasta ahí. Realmente se lo merecía. Era consciente de lo mucho que se había pasado con su comentario. No lo había sido en el momento de decirlo, porque estaba extrañamente molesto, casi enfadado, pero sí segundos después. Pensó que alguien debería darle un premio por gilipollas. Y por poco coherente. Sólo a él, precisamente a él, se le podía haber ocurrido semejante comentario. Y, cómo no, había elegido estupendamente bien la persona a la que dedicárselo. Bravo.

Alzó la mirada y clavó sus ojos en los de Alehyss. Aunque su rostro estaba serio, sus ojos denotaban una profunda cólera. No tardó demasiado en bajar la vista.

Todo daba vueltas. Era incapaz de fijar la vista en nada, aunque las imágenes de los dos que me acompañaban comenzaban a cambiar. Poco a poco noté que la princesa se comenzaba a parecer a alguien que me resultaba familiar, pero mi cabeza estaba tan poco centrada que no lograba darle nombre.

Notaba sudores fríos. Quería tumbarme, dormir... Me sentía moribundo y dolorido.

¿De dónde venía todo este dolor? Dudaba que de no comer, pues llevaba varios días comiendo aquellas bayas rojas, y también dudaba que de no dormir...

Quizás, pensé, solo fuese un castigo.

No dice nada. Así se ahorra otro golpe. Noto un nudo en la garganta. Noto que la mano me tiembla y la bajo. Aprieto la mandíbula. Noto los ojos húmedos. No voy a llorar, pero el mero hecho de que se me humedezcan los ojos es vergonzoso.

Ha herido mi orgullo en lo más hondo. Ni siquiera puedo gritarle o mirarlo a los ojos, aunque hace escasos segundos lo hubiese destripado gustosa.

Agarro de nuevo a Dehnel por el lado contrario al chrysos y comienzo a caminar, apoyando su peso en mí para que pueda avanzar.

Qué rápido cambian de puesto dos personas en una escala de aprecios.

En cuanto la chica comenzó a caminar, el chrysos hizo lo mismo, por lo que ambos comenzaron a andar cargando con el flamma. Mientras caminaba, el chrysos miraba a la chrysos, sin saber qué decirle. Percibió que, pese a que la rabia no había desaparecido, tenía los ojos húmedos.

Se paró a mitad de camino y, soltando a Dehnel, se acercó a la chrysos. La miró a los ojos.

—Soy un gilipollas. No debí haber dicho eso, y lo siento, de veras. Lo siento, lo siento muchísimo. Ni tan siquiera sé por qué lo dije. No... No digo que me perdones así y ahora como si nada, pero lo siento de verdad. Y ya sé que te he dicho un montón de veces que lo siento y luego, cuando aceptas mis disculpas, no tardo nada en volver a estropearlo todo porque es evidente que soy un gilipollas que no piensa antes de hablar. Y lo siento. Joder... ¡Ni tan siquiera pienso lo que dije! Lo que implica. No espero que me creas. Bueno, cómo vas a hacerlo, pero de verdad que no lo pienso. Y sé que me merezco todos los golpes que quieras darme, pero lo siento. Lo siento, lo siento. Y seguro que ahora mismo te parezco ridículo, pero lo último que quiero es que me odies, aunque me lo merezca. Y... Y ni tan siquiera sé qué espero diciéndote estas cosas, pero lo siento. Tú me pareces una chica extraordinaria. Realmente pienso que eres extraordinaria y no... No creo que te merezcas que te diga yo, un imbécil cualquiera, lo que te dije sólo porque me molesta que no vaya a tenerte nunca.

Lyam el descerebradp y Alehyss Lester la puta, los chrysos más ilegales de todo el palacio... Sin embargo estaban cargando conmigo, y él se disculpaba con la chica. Miré de reojo, como pude con mi mirada desenfocada, a Lester. Parecía dolida y muy furiosa. Ni siquiera yo me metería con una Lester así. Desde luego, algo muy malo tenía que haber hecho el otro. Quizás no le había pagado, o le había dado dinero falso...

O quizás había herido sus sentimientos...

Eso seguro que no. Sería un delirio de la fiebre que seguramente tenía.

Algo sabía: Lester no podía tener sentimientos.

Me detengo, espero a que hable, sin que mi expresión varíe. Estoy concentrada en algo, pero no dejo que él lo vea. Aunque tengo la certeza de que aunque quisiera expresarlo, sería incapaz. Es como si de pronto se hubiese anulado mi capacidad para transmitir emociones facialmente.

Cuando acaba, lo miro un instante, como si fuese a decir algo que hiciese que todo cobrase sentido. Una conclusión o algo que lo calme y lo arregle todo.

Ladeo la cabeza. Miro su entrepierna un instante y lanzo una fuerte patada sin dudarlo. Lo he escuchado, lo he pensado, lo he meditado todo lo lentamente que puedo meditar en este estado de furia, y ahora tengo la certeza de que la próxima vez que una mujer abra las piernas para él sentirá lo mucho que le duele levantar cabeza.

Sigo caminando lentamente, cargando con el pesado Dehnel.

Desde luego que sí, una patada en los huevos me ayudará a perdonarlo. Yo me siento mucho mejor, desde luego.

Tras recibir el golpe, cayó al suelo de rodillas, los ojos húmedos y una evidente expresión de dolor en todo el rostro. No se esperaba que la chica le respondiese de esa forma, así que no había tenido tiempo suficiente para evitar el golpe.

Le dolía. Le dolía mucho. Parpadeó un par de veces y apretó la mandíbula, todavía en el suelo. Aquella escena era cuanto menos patética, pero evidentemente su patetismo era lo último que pasaba por su mente en aquellos instantes.

Miró de reojo a la chrysos, el pelo pegado a la cara y sin cambiar la expresión de dolor.

Como hombre, pese a la fiebre, me solidaricé con el pobre Lyam, sintiendo en mis carnes el recuerdo de dolores semejantes. Aunque realmente aquel golpe era rastrero, decidí no meterme y seguir haciéndome el muy muy febril, pues las mujeres que hacían aquella clase de cosas, pocas veces las hacían de forma gratuita, y si estaba tan enfadada como para repartir patadas, estaba seguro de que la mía, como archienemigo suyo, sería todavía más fuerte que aquella.

Callé como un santo.

El cuerpo de Lyam cayendo genera un sonido angelical que es música para mis oídos. No puedo evitar volverme, y no puedo evitar una sutil sonrisa, aunque en mis ojos sigue habiendo negro odio. Aunque, la verdad, esto me ha dejado algo más relajada.

Ya no hay lágrimas en mis ojos, sino en los suyos. Que sepa él lo que es la vergüenza de sentirse débil mientras te miran.
Me contengo para no caminar de nuevo hasta él y pisotear un poco más su virilidad.

-¿Quieres que mande a alguien a buscarte? -inquiero con una frialdad que me sorprende a mí misma.

Sé que ser rencorosa no es la forma más adecuada de ser, pero el orgullo de Alehyss Lester llevaba sin ser tan profanado mucho tiempo, y hace falta más que una disculpa para arreglar estas cosas.

Lo miro unos segundos, aguardando su respuesta. Por entretenido que sea verlo retorcerse, Dehnel necesita atención médica. No es que me preocupe mucho Dehnel, pero ahora mismo Lyam tampoco.

FdR- Has sacado su odio. SU ODIO XD