Puse los ojos en blanco, dejándola hacer su pequeño drama particular sin protestar demasiado. Con su comentario, en cambio, no pude evitar una mueca.
─Sí, es que eres todo un modelo a seguir ─repliqué.
En fin, era bueno saber que en principio no había motivos fundados para preocuparme por bestias-pingüino come-retinas. Una preocupación menos en mi vida.
Me pregunté si aquello de ser buena sería alguna referencia a algo, pero preferí no indagar mucho. Al final, suspiré y me incorporé.
─Si te vas a quedar por aquí jugando, podías hacerle un poco de compañía a Vilo, que tiene el día un poco torcido ─ofrecí─. Aunque, bueno, si tienes otros planes, tampoco te preocupes mucho. Sospecho que Thor ya ha decidido encargarse él mismo de la cuestión ─añadí, viendo al falso dragón rodear al vulpus con sus juegos imparables.
Le di un beso a Vilo y le froté un poco el hocico.
─Yo voy a retirarme ya, que se me ha hecho un poco tarde. Que disfrutes del regalo de la nieve.
Y, tras despedirme, emprendí el camino de vuelta a Palacio.
*Se va*