Prado.

Negué con la cabeza.

-Solo tengo el tesoro. El chiquillo no es mío -respondí-. Yo no tengo hombres, aunque tenga regalos.

Abracé el mechón de pelo con fuerza. Lo alcé frente a mí, mirándolo, y lo pasé por encima del mordisco en mi brazo. Sin embargo, la sangre ya estaba seca, así que no se manchó. Lo miré un poco decepcionada, pero al final decidí guardarlo.

-A mí nadie me busca nunca -expliqué-. Correteo por los túneles y nada más. Aunque ahora encuentro cuevas con fuego de vez en cuando. Como la de Aren o la de Zacharyas. O la tuya también.

De pronto enderecé la espalda con un respingo, y me eché a reír, divertida.

- ¡Pero no me habías dicho que conocías a mis chicos! -exclamé, sorprendida, levantando la mano para acariciarle una mejilla-. La gente no escapa de las cosas bonitas. Y tú eres muy bonita, como un diamante. No. Tú eres suave.

Me acurruqué contra ella, con una amplia sonrisa. Se estaba bien así, con alguien. Me sentía cómoda y arropada, como cuando me dormía con el chiquillo. Me giré un poco para abrazarla, con un profundo suspiro, y cerré los ojos, bostezando.

De nuevo, una risita.

-Sí... -respondí, con voz adormilada-. Son buenos conmigo, pero.

Abrí un momento los ojos, pero no tardé en volverlos a cerrar, bostezando de nuevo. De repente, parecía que se me escapara la energía sin que me diera cuenta. Me froté un ojo con el puño y tragué saliva con cierta modorra. Poco a poco, toda la tensión desaparecía de mi cuerpo.

En cuanto llego al prado, buscando algo sospechoso, se me cae el alma a los pies. Dos hombres caminan por el lugar, quizás buscando algo.
Apago el brillo de mis ojos, no sé si demasiado tarde, y sigilosamente llevo una mano a mi muslo, en el que llevo mi arma.

Miro de reojo hacia atrás. No hay obstáculos. Eso es bueno.

Trago saliva. No hay un solo árbol... No hay un solo lugar en el que ocultarme. Estoy en campo abierto, y ellos son dos.

Creyendo que el sonido provenía del prado, el chrysos se acercó hasta allí, con los ojos ligeramente encendidos (lo suficiente para que pudiese ver) y con pasos bastante rápidos. Nada más llegar, no obstante, se apresuró a apagar el brillo que emitía, esperando que no fuese demasiado tarde: en mitad del prado había dos hombres completamente desconocidos que, aparentemente, buscaban algo. Lejos de ellos también estaba Alehyss que, según supuso el chrysos, debió haberse acercado tras escuchar el sonido.

Con rapidez, Lyam se llevó una mano a la funda de la daga, dispuesto a desenfundarla si fuese necesario. No obstante, de momento no hizo nada y se limitó a pensar. Frunció el ceño. El prado no tenía ningún lugar donde esconderse y, francamente, que el lugar fuese tan abierto no le agradaba.

La lluvia y la piedra mojada dificultan un poco mi descenso, pero consigo llegar de una pieza hasta el suelo y echo a correr hacia el prado, con las manos hacia atrás -una de ellas sosteniendo el kunai- y el cuerpo algo adelantado para ganar en velocidad. La lluvia me preocupa poco, ya que estoy ya bastante mojado de pasarme un buen rato recorriendo los tejados. Llevo la máscara puesta y las membranas extendida.

Al llegar puedo ver que hay dos hombres extraños, un tipo que me suena de haber visto alguna vez y una mujer. El tipo creo que se llamaba Lyam, sí, se enfureció en el lago cuando le advertí de la facilidad de su muerte.

No hay árboles o rocas cerca por los que trepar con lo que me remito a acercarme a pie con el kunai frente a mí, amenazando a los que allí estaban.

Resultó que mis pasos me llevaron hasta el prado, y me paré en seco ante aquel cambio descubierto. Reconocí tres figuras de cinco en la oscuridad: Alehyss, Lyam y Follow. No sé quiénes son los otros, pero no parecen estar con mis compañeros.

Era tarde para buscar un escondite, más allá de la hierba. Agachándome un poco, traté de no llamar la atención. Con las manos bajas, semiocultas entre la hierba, convoqué un aquaerum en cada mano y esperé, en guardia, dispuesta a reaccionar ante lo que fuera necesario.

He buscado por mil sitios y en ninguno encontré a nadie. Cargar con el paraguas, el farolillo y el arma de Massen es horrible debido a mi pequeño tamaño.
Sin embargo, perdida en el exterior, puedo ver como dos puntitos amarillos se mueven rápido para luego apagarse en cuanto llegan al prado, por lo que decido probar suerte y acercarme, aunque tardaré un poco debido a mis pésimas condiciones.


***


Una vez llego al prado, varios minutos después, puedo distinguir gracias a mi farolillo la figura de varios guerreros de Brontë y la más importante: Massen Dew.

-MASSEEEEEEN- chillo mientras corro hacia ella-, TÍA, ¿QUÉ DEMONIOS PASA?- digo super contenta-. MIRA, TE HE TRAÍDO ESTO -digo abrazándola y dándole su arma-. TÍA, QUÉ ASCO DE TIEMPO. YO ME HABÍA PUESTO TODA MONA Y MÍRAME. ¡MÍRAME! ESTOY EMPAPADA -digo riendo como una loca-. Bueno, ¿qué haces aquí? Tú y... to...do...s -digo con la voz rota al ver a aquellos dos tipos siniestros-. Ups...- retrocedo dando un paso hacia atrás.

Alehyss fue la primera en llegar. Cuando lo hizo ellos la vieron y se sonrieron el uno al otro. Se acercaron desafiantes, pero pronto fueron apareciendo más guerreros y sus sonrisas se borraron ligeramente, aunque no desaparecieron.

El mago, a diferencia de los otros dos, era parvus (FdR-sé que sois capaces de imaginar a un parvus en esa imagen). Enseguida se puso en guardia e hizo aparecer un muro invocando un pervatia, detrás del cual se ocultó, asomándose únicamente para lanzar un terra der al cuerpo de Follow.

-Son todo críos -siseó a su compañero.

El otro rió a carcajadas su comentario, mirando a todos los que tenía delante. En la diestra llevaba una lanza rematada en un enorme asta. Apuntó a los chicos, invitándolos a acercarse.

Enseguida me veo amparada por Lyam, el ninja raro que corría por los pasillos y una niña que grita que me hace localizar, de reojo, a Massen. Nunca creí que me alegraría tanto de ver a gente como ahora, pero lo cierto es que lo hago.

Uno de ellos parece mago, y el otro guerrero cuerpo a cuerpo. Es una buena forma de emparejarse.
El primero se esconde para atacar desde la defensa (muy inteligente), mientras que el segundo parece aguardarnos con una lanza apuntándonos. Parece feliz, esperando a que el primero se decida a atacarle.

Comienzo a girar la cadena de mi kusarigama, acercándome a él, sin rebasar nunca la línea imaginaria de tres metros que pongo entre nosotros. Con mi arma no tengo una gran ventaja, pero espero poder enganchar la suya para proporcionar una oportunidad al resto.

Cuando la cadena gira a suficiente velocidad, la lanzo hacia su cara, dando medio paso hacia delante. Si lo golpeo, magnífico, pero lo que busco es que se proteja para atrapar su lanza.

En todo caso, estoy preparada para retroceder.

FdR- Aquí todos con armas cortas XD ánimo Massen

Para su suerte, en el prado no tardaron en aparecer más guerreros: el chrysos distinguió a dos desconocidos, un piscis y una cría chillona que, muy amablemente, les indicó a todos donde estaba la pequeña Massen Dew. Tras reprimir un suspiro, Lyam decidió iluminarse. Ya que los dos hombres los habían visto, no veía motivos para pelear a oscuras.

Los dos desconocidos no tardaron demasiado en moverse. El parvus, que debía de ser mago, hizo aparecer un muro tras el cual se escondió para atacar amparado por su defensa; el otro, por su parte, no se movió, sino que permaneció quieto, como si esperase que fuesen ellos quienes se acercasen. Lyam desenfundó su arma, pero, en lugar de acercarse al guerrero, permaneció quieto, pensando. Él no era de la clase de guerreros (¿era realmente un guerrero?) que se lanzaban a atacar, sino que prefería que se acercasen a él. Pero, claro, ni su arma ni la magia que tenía servían para atacar a distancia (a menos que quisiese desarmarse ya, que no era el caso), así que o se acercaba y hacía algo o se ponía a contar las estrellas del firmamento demostrando lo bien que se le daba contar. La otra opción que tenía era irse por dónde había venido, pero eso tampoco entraba en su estilo.

Ahí parado, atento a sus enemigos y sintiéndose completamente inútil, observó cómo la chrysos se acercaba, haciendo girar su kusarigama. Tras unos segundos en silencio, decidió que él también podía acercarse a aquella extraña pareja, siempre a unos metros de la cadena de la chrysos (porque sólo faltaría que se muriese por quedarse enganchado en esa cosa horrible de arma).

Fdr. hola, me llamo lyam y no tengo ni papa de qué hacer.

Deshice ambos hechizos en el momento en el que vi a Nagore a mis espaldas. Me quedé a cuadros al principio, viéndola llegar con Loksass, un paraguas y un candelabro, toda emperifollada. Intentando ignorar sus gritos, y maldiciendo su capacidad para llamar la atención, me lancé sobre la luz que traía para apagarla. Estaba muy bien para iluminar de cerca, pero en aquella situación tan solo nos convertía en un blanco fácil.

-¡¿Qué haces aquí?! -la reprendí, unos tonos por debajo del suyo. Tomé a Loksass y me la colgué al cuello, para luego abrazar a mi amiga. Miré alrededor un momento, y luego me volví hacia ella-. Escúchame bien, Nagore. No sé qué está pasando, pero esto es peligroso. Te agradezco mucho que vengas a ayudarme, y que me hayas traído a Loksass, y que... -me detuve, pensando en "aquella" conversación-. Pero tienes que prometerme que te irás ahora mismo. No estás en condiciones de exponerte a la lluvia, y menos con esos dos tipos rondando. -La miré fijamente, angustiada-. No quiero que te pase nada. Por favor, Nagore. Mírate. Estás preciosa, pero no en la situación adecuada para un combate. Por favor, prométeme que volverás dentro. Vuelve al palacio y espérame allí. Busca... busca a tu tío y avísale de lo que está pasando...

No las tenía todas conmigo, y aunque Nagore pareció un poco decepcionada por mi reacción, acabó por hacerme caso. Me hizo prometer que volvería en buen estado y que la avisaría en cuanto todo hubiera terminado y, tras darle un fuerte abrazo, la despedí de allí. Me parecía un gesto precioso que hubiera venido hasta aquí solo para traerme mi arma, pero era más que suficiente. No podía encargarme de ella en aquel momento, y no la veía muy capacitada para enfrentarse a todo aquello.

*Nagore ha abandonado el prado*

Me volví hacia los enemigos, y me encontré con una nueva situación. Alehyss portaba su arma, y Lyam se mantenía a cierta distancia de ella y el enemigo de la lanza. El parvus, oculto tras una pared de tierra, lanzó un hechizo a Follow, recibiendo la misma respuesta por parte del piscis.

No tenía muy claro qué posición adoptar, pero ya que el parvus era de difícil acceso y estaba centrado en Follow, decidí centrarme en el otro. Lyam me servía de iluminación, y así ayudaría a Alehyss. Así pues, a una distancia de unos 5 metros de él y teniendo cuidado de mantenerme alejada del parvus, lancé un primer aquaerum directo al pecho del guerrero. Preparé otro para lanzarlo a continuación. Si quería venir a por mí, tendría que sortear antes a Lyam y Alehyss, lo que me daba una buena ventaja. Pese a todo, no quise quitar ojo al mago, al que se enfrentaba Follow en solitario.

El parvus se cubrió del aquaerum de Follow con el escudo que había creado. No volvió a asomarse tras ocultarse.

Alehyss lanzó su cadena y su enemigo se cubrió, como ella esperaba. La cadena de la kusarigama dio dos vueltas alrededor del mango de la lanza, quedando firmemente sujeta. Sin embargo, del mismo modo que la chrysos esperaba que esto pasase, no esperaba lo que pasó a continuación. El hombre de la lanza extendió un brazo velozmente y agarró la cadena. Antes de que la joven pudiese reaccionar, dio un fuerte tirón que atrajo hacia sí el cuerpo de ella, que no tenía fuerza para resistirse. Cuando Alehyss llegó a su altura, totalmente en contra de su voluntad, arrastrada por su fuerza, él ya la esperaba con la mano que había usado para tirar cerrada.
El hombre golpeó con la diestra el rostro de Lester, obligándola a soltar su arma y empotrándola contra el suelo, un par de metros más allá.
Alehyss cayó, sintiendo la cabeza a punto de explotar, y notando inmediatamente el sabor de la sangre. El golpe la había dejado tan aturdida que le costaría levantarse.
Esto sucedió en apenas dos segundos. Un instante después, el hechizo de Massen impactaba contra su cuerpo desagradablemente. Se volvió, buscando a la atacante en la oscuridad.

-¿Quieres ser la siguiente? -gruñó. Miró a Lyam-. ¿O quizás tú?

El parvus aprovechó ese momento para asomar de nuevo. Lanzó con cada mano, con precisión increíble, dos terra der: uno hacia Alehyss y otro hacia el cuerpo de Follow.

Este parecía, sin duda, el equipo más compenetrado y poderoso de todos.

El chrysos no pudo evitar sonreír cuando vio cómo la cadena de Alehyss se enredaba alrededor del mango de la lanza del gordo. Sin embargo, no tardó mucho en borrar la sonrisa, sorprendido por lo que pasó después: el flamma (fdr. sí, es flamma ê.e me lo han chivado), tras agarrar la cadena de la kusarigama, atrajo a la chrysos hacia él, propinándole, cuando llegó a su altura, un golpe que hizo que soltase el arma y cayese al suelo.

Preocupado, el chrysos dio un par de pasos hacia la chica, aunque se detuvo nada más dar esos dos pasos. Pese a que se había acercado, todavía estaba fuera del alcance de la lanza del flamma (a fin de cuentas, había estado detrás de la chrysos hasta entonces, manteniéndose una distancia prudencial de ella). Observó al hombre, en silencio. Evidentemente, si quería atacarle, tenía que acercarse. Eso lo sabía. El problema estaba, evidentemente, en cómo acercarse porque de momento, y sólo de momento, entre sus intereses no estaba morir ensartado en una lanza.

Miró a la piscis de reojo. Massen atacaba de lejos, así que si podía, de alguna forma, despistarle durante unos segundos (lanzándole algo a la cara o así, qué sabía él), tal vez él podría, aprovechando la distracción, acercarse.

Se encogió de hombros.

—Pues, si ese va a ser nuestro destino—señaló a Alehyss con la cabeza—, preferiría ser yo el siguiente. —Volvió a encogerse de hombros. Luego suspiró y volvió a dar dos pasos hacia delante, todavía lejos del alcance de la arma del hombre. Sonrió—. Francamente, cuanto antes acabemos, mejor, así que...

Nunca en toda mi vida me habían golpeado con tanta fuerza. Apenas soy consciente de lo que pasa hasta que choco contra el suelo. Boqueo varias veces, buscando aire, temblando. Noto entonces el sabor a sangre en la boca y escupo a un lado, tosiendo.
La cabeza me da vueltas y tengo la vista algo nublada, aunque no sé si son lágrimas o el mareo. Ese tipo es una bestia...

No tardo en ver venir algo hacia mí. Un hechizo, comprendo. Trato de ponerme en pie, pero mi cuerpo, entumecido por el golpe apenas me responde. Intento rodar a un lado para luego tratar de ponerme de pie y recuperar un poco mi integridad moral.

FdR- Narrador no lo puso, pero Alehyss necesitaba un turno de mantenimiento tras el hostión.

No me esperaba para nada lo que pasó. De pronto, Alehyss, aquella a la que yo tenía en tan alta estima y tanto admiraba en la lucha, calló duramente ante un golpe del hombre. Sentí cómo me recorría un escalofrío de horror al verla en aquel estado. Si ella acababa así tan deprisa, ¿qué podía hacer cualquier otro de nosotros? Mi aquaerum, como una pequeña venganza, estalló en su objetivo, pero el receptor del golpe no parecía muy afectado. Aquello contribuyó a desanimarme. Sabía que mi magia era fuerte, así que... ¿cómo de fuerte era él para verse tan poco afectado?

Observé a mis compañeros. Lyam respondió a la provocación del hombre, mientras que yo me mantuve en silencio, ceñuda y con aire arrogante, muerta de rabia. Follow, por su parte, continuaba en una especie de juego del escondite con el parvus. Aunque no acertaba los golpes, tampoco los recibía, lo que nos permitía tener al mago entretenido y ganar algo de tiempo.

No sabía qué pensaba hacer Lyam, porque no veía su arma y no conocía su habilidad mágica. Sin embargo, el chrysos seguía siéndome de ayuda, entreteniendo al hombre y dándome luz. Aún así, no podía permitir que toda la furia se centrara en él. Aún con gesto ceñudo, conjuré otros dos aquaerums para dirigirlos al mismo punto que el anterior. Si insistía, tal vez hiciera mella.

Me preparé para correr y alejarme si el hombre decidía escogerme como "la siguiente". Sabía cómo era de fuerte, pero no cómo era de rápido. Mantuve, sin embargo, mi voz baja y mi actitud en guardia. No le daría la satisfacción de verme asustada o nerviosa. Se había atrevido a hacer daño a Alehyss, y lo pagaría. Lo pagaría muy caro.

Los guerreros parecían haberse encontrado con unos rivales de un nivel superior a lo esperado.
Lyam, en un intento por distraer la atención de aquel hombre hacia él para valerse de las habilidades de massen, lo invitó a atacarlo a él. El flamma sonrió, ampliamente.

-No me importa el orden -le escupió-. Con ella me he contenido porque era una mujer, pero tú...

El flamma se acercó con seguridad y pasos lentos y pesados. Sin embargo, cuando los dos hechizos de la piscis impactaron de nuevo en él se detuvo, mirando de reojo a la niña y perdiendo de vista al chrysos durante un instante. Se llevó una mano a la zona de impacto, dando a entender que el último hechizo le había dolido.

Follow esquivó de nuevo el hechizo del parvus y aprovecha el descuido del flamma para lanzarle su kunai. El hombre casualmente, miró en ese momento en dirección al piscis, viendo llegar el proyectil, pero incapaz de evitarlo. Un alarido de dolor salió de su boca cuando el kunai se clavó en su ojo, desgarrándolo y cayendo al suelo (el kunai, no el ojo).
El hombre se cubrió el globo con la mano, apretando fuertemente la mandíbula y mirando al piscis con rencor con el ojo sano.

Dejando de lado a los demás, se lanzó contra Follow, enarbolando su lanza con la diestra mientras usaba la otra para cubrir su herida.

En ese momento, el parvus aprovechó para cambiar de objetivo y lanzar dos nuevos hechizos, pero esta vez a Lyam.

Alehyss, por su parte, fue incapaz de evitar el ataque a tiempo y el proyectil se estrelló contra sus brazos que, por suerte, utilizó para cubrir su cabeza en un gesto inconsciente de defensa. Pese a los muchos golpes y al mareo, comenzaba a recuperar su ritmo normal, y consiguió, con cierto esfuerzo, incorporarse, aunque no sentía su pisada muy estable.


FdR- Dedicado a Lyam: OJO OJO OJO OJO

El chrysos iba a aprovechar el breve momento en el que el flamma desvió su atención para intentar acercarse a él, pero, antes de que pudiese hacerlo, el piscis desconocido le lanzó un kunai al hombre, clavándose este en uno de sus ojos. Furioso, el hombre se acercó al piscis enarbolando la lanza. Justo en ese momento, el parvus decidió lanzarle dos terra der. El chrysos, al ver cómo se acercaban, intento esquivar ambos conjuros, apartándose con rapidez de ellos.

Frunció el ceño y observó la pared tras la que se ocultaba el parvus. Ahora que el hombre de la lanza parecía centrado en el piscis, decidió que él se centraría en el mago. Con un poco de suerte, pensó, le iría mejor que con el guerrero.

De reojo, observó, preocupado, cómo la chrysos se levantaba y se detuvo unos segundos, sólo para comprobar si estaba bien o no. Durante unos segundos, se planteó preguntarle cómo estaba, pero decidió que sería mejor hablar más tarde. Así pues, tras dedicarle una última mirada, comenzó a avanzar hacia el muro de piedra. Lo que pretendía hacer era rodearlo para acabar en la parte donde se escondía el parvus. Si el mago intentaba atacarle, él intentaría esquivar los ataques (esperando no tener demasiado problema al hacerlo).