Claustro.

Por cómo habla parece que le esté revelando algo importante. Tiene sentido, bien visto. Porque yo he luchado mucho, he matado mucho, incluso antes de venir. Antes juzgaba a los recién llegados, basándome en su aspecto. Es cierto que hay gente que no parece capaz de pelear, pero eso no significa que todos ellos sean inútiles; simplemente he partido de un punto diferente.

-Hay que tener en cuenta lo que pasa -coincido, asintiendo, grave. -Pero sin dejar que eso te arrastre. Lo ponía en el anuncio, aunque nunca he sido muy partidaria de ese tipo de ánimos optimistas en los peores momentos: si nos derrumbamos ahora, nada habrá valido la pena.

Incluso si soy egoísta puedo pensar que todo lo que he trabajado no puede desperdiciarse ahora solo porque haya pasado algo un poco duro. Uno no sabe si va por el buen camino hasta que llega al final, pero el que deja de caminar no llega a ninguna parte.
Me desagrada ser capaz de crear esa filosofía barata en mi cabeza. Nunca me han gustado los eslóganes.

-Sé que existe una técnica que hace que puedas impulsarte en el aire -le explico, escueta. -Para un aether es sencillo, pero no para los demás. Me preguntaba si vosotros, más acostumbrados al aire que yo-. Y eso que lo estoy bastante. -tendríais una idea de cómo colocar el cuerpo en medio de un salto para impulsarlo más.

Impulsarse en el propio aire, como si fuese sólido, para saltar de nuevo. Me pregunto si no será una leyenda y estaré haciendo el ridículo.

Parece decaído, cada vez se hace más evidente. Según pude saber, Gerald y Dehnel fueron los que peor parados salieron, después de Silvanus. Y ahora mismo solo queda Gerald en la enfermería. No sé si será amigo suyo, y por eso está desanimado, o si la situación en sí misma fue mucho para él. Quizás me esté confundiendo y se trate de otra cosa.

-Lo creas o no, al final las cosas vuelven a su curso -termino por decir, con cierto cuidado, por si acaso sí se trata de eso.

La primera vez que vives algo espantoso crees que nunca lo olvidarás. Quizás ahí está el detalle de esas situaciones: realmente no lo llegas a olvidar, pero poco a poco piensas menos en ello. Llega a ser como una especie de sueño. SI encuentras el equilibrio, serás capaz de saber que fue real, pero no pesará sobre ti continuamente.

Su explicación sobre volar, o saltar, es un poco lo que esperaba. Aunque sí dice algo que me llama la atención, y trato de asimilar ese concepto. Es atravesar el aire, no empujarlo a mi favor.
Siempre he intentado encontrar un apoyo en el aire, pero es evidente que no hay el necesario. No se trata de patear el aire como si fuese suelo, sino de traspasarlo como un filo delgado, como una flecha.
Creo que lo entiendo. ¿Lo entenderá mi cuerpo?

Asiento con seriedad, pensativa.

-Probaré eso -le digo. Esbozo una sonrisa. -Si lo logro puedo enseñártelo, por supuesto -añado. -Quizás en otro entrenamiento, como aquel -propongo, aunque con suavidad, en un tanteo.

Parece tener un mal día. No soy buena animando, ni me apasiona hacerlo, pero no es que sea uno de esos guerreros ineptos que me desagradan.

Buenas manos. Está bien pensarlo así. O, más bien, no sirve de nada que piense lo contrario sin indicios. Acabo por asentir con suavidad, casi por inercia.

Alzo la vista un momento, pensativa. Aquí no llega la lluvia, pero el ambiente es fresco de todos modos. Una pena, o me iría a entrenar ahora mismo; a probar lo que me ha dicho. Supongo que tendrá que esperar a mañana. O a cuando amaine.
Odio la lluvia.

-Entonces supongo que volveremos a vernos-. Parece algo más resuelto. Los guerreros no deben tener la moral baja. -O a enfrentarnos, si lo prefieres dicho así -añado, con una sonrisa discreta. -No te quites mérito a ti mismo con palabras -añado, con un deje burlón. -Ya te lo quitaré yo con acciones en su momento.

Se me acaba el tiempo, por otra parte. Me estiro un poco, pensativa. Se está haciendo tarde.

-Volveré dentro -lo informo. -Ha sido un placer charlar contigo.

En lo que hablo ya me estoy volviendo para caminar hacia el interior. Al final no ha sido desagradable. Qué alivio.

-Deja de darle vueltas a las cosas. Necesitas tener tu atención puesta en las espaldas de tus compañeros y en la tuya propia -añado, justo antes de abrir la puerta.

No, desde luego no se me da bien animar a nadie. Soy más bien severa. Debí haber dicho otra cosa, como que si se pusiera a entrenar ahora no pensaría tanto.
Pero ya es algo tarde.

*se va*

No podía decir que fuera una experta en piruetas, pero un poco sí que sabía al respecto. Y, creía yo, podía utilizarlo. Además, el claustro era amplio y solía estar tranquilo, así que era un buen lugar para practicar. Ya fui hasta allí corriendo, porque eso me permitía calentar. Y, en lugar de entrar con normalidad, tomé impulso para subirme a uno de los muros y pasar a través de él. Eso me ayudaba a ejercitar la fuerza en los brazos, que no estaba de más, dadas las circunstancias.

Salté al otro lado sin dificultad, y continué con unos pocos saltitos en el sitio para relajar el cuerpo. Tenía que concentrarme para conseguir lo que quería, desde luego. Si no estaba centrada, no me vería capaz. Así que, cuando consideré que era el momento, eché a correr por el claustro, y tras coger algo de carrerilla me impulsé para dar una voltereta lateral. Cuando estaba boca abajo, inspiré hondo y traté de impulsarme con las manos para ponerme en pie de un salto, en lugar de seguir con el habitual movimiento circular.

No podía decir que me hubiera salido muy bien la jugada. Aunque conseguí el impulso para hacerlo, no supe colocar bien los pies, así que trastabillé y estuve a punto de perder el equilibrio. Y eso, en combate, podía hacerme perder los segundos que ganase con las piruetas. Repetí el mismo ejercicio varias veces, y aunque empezaba a tomar forma, seguía sin parecer del todo eficaz.

Pasé entonces a otra cosa. Impulsándome, hice el pino en mitad del patio, y me preocupé de dejar el cuerpo suficientemente relajado como para que, aún manteniendo la postura, me permitiera lanzar patadas desde mi posición. También eso me hizo perder el equilibrio, aquella vez de forma más evidente. Probé entonces a hacer el pino y, en lugar de mover las piernas, las fijé en una misma posición y, usando el mismo método de relajación, traté de girar en el sitio con las manos. Parecía algo más eficaz, claro que acababa por marearme.

De nuevo, puse los pies en el suelo y alcé la cabeza, ya jadeando. Para recuperarme del ejercicio, me dediqué a estirar un poco, con movimientos suaves que me ayudasen a recuperar la calma. Después lo pensé un momento antes de continuar. Alehyss era mi mejor ejemplo para aquellas cosas, así que busqué formas de imitarla. Haciendo gala de mi flexibilidad, arqueé la espalda y me dejé caer hacia atrás hasta apoyar las manos en el suelo. Después, liberando una vez más la tensión del cuerpo, busqué el impulso para subir las piernas, haciendo el pino primero y luego colocándolas al otro lado de mis manos, tras lo que me incorporé. Requería de cierto esfuerzo, pero parecía un ejercicio útil para practicar aquello. Decidí seguir tirando por ahí.

Salté un par de veces antes de repetir el ejercicio, y entonces arqueé la espalda de nuevo, apoyándome en las manos, y dejando el cuerpo libre de tensión, me impulsé con las piernas para cambiar mi posición al otro lado de mi propio torso, tras lo cual traté de levantarme rápidamente. A ello le siguió una nueva carrerilla, con la que encadené, a través del mismo proceso, varias volteretas laterales, tratando de utilizar el mínimo tiempo posible en ello.

*Se queda siendo un mono o algo*

Estoy agotado. Hoy he dormido fatal. Debería irme a cama, pero me da miedo volver a tener sueños extraños, y no he podido hacer nada de provecho. Al final no me he quitado nada de la cabeza. Ni del sueño ni de nada. Hablé con Vest y al final no dejo de pensar que solo me ha hecho sentirme más agobiado, más culpable, más inepto y más avergonzado. Y llevo días evitando un poco a Massen sin sentido y eso tampoco me va a ayudar demasiado.

Y, como si algo del destino tuviese cosas en mi contra, cuando paso junto al claustro y veo algo moverse resulta ser ella. Me echo el pelo hacia atrás y resoplo, pensativo. Me saldría mejor ser un poco cobarde, pero terminaría viniendo ella a ver qué pasa y todo eso, y entonces estaré arrinconado.

Intento componer una sonrisa decente y salgo fuera, apoyándome contra el muro y mirándola, esperando a que termine. No voy a molestar, aún por encima.

Mithos...

Fue en una de las vueltas cuando me di cuenta de alguien me estaba observando, y me giré de golpe, jadeante. En la oscuridad, tardé un momento en reconocer a Jun, y sonreí cuando lo hice. Lo saludé con la mano, al tiempo que componía una sonrisa. En lo que me acercaba, me recogí las trenzas en una coleta. Hacía bastante que no lo veía.

-Vaya, ya empezaba a pensar que te habías marchado sin despedirte -comenté, de buen humor.

No era cierto, claro. Veía a Alehyss en las habitaciones prácticamente todas las noches, y también quedaba con ella por el día, de vez en cuando. A no ser que Jun tuviera alguna misión de la que yo no estaba enterada, sabía que, cuando se fuera, si no lo sabía por él, lo sabría por ella.

<<¿Qué tal?>>, pregunté, acomodándome a su lado sobre el muro.

La sonrisa se me relaja un poco cuando se acerca y niego a su comentario, aunque sé que no es verdad. Al menos eso me digo. Yo nunca me iría sin avisarla, y espero que ella lo sepa, que lo tenga en cuenta. Me ofendería un poco que pudiese creerse lo contrario.

<<He estado por ahí, dando vueltas>>, le respondo, enigmático. Y a su pregunta, me encojo de hombros. Diría que bien y no sería mentira, pero no sé si seria empezar con un poco de mal pie todo esto. <<Bien>>, digo de todos modos, moviendo las manos despacio. <<¿Y tú? Te movías muy bien.>>

No sé qué decirle. De pronto la tranquilidad se vuelve un poco asfixiante. Me siento cómodo con ella, como siempre, pero un poco lejos, a la vez. No es que haya cambiado ella, o la relación. Es que de repente no me siento capaz de soltarme y decirle cualquier cosa que se me pasa por la cabeza.

Sonreí, halagada. Me preguntaba si alguien con más experiencia en aquel campo opinaría lo mismo. Porque, que yo supiera, Jun no sabía mucho de aquello. De todos modos, los ánimos siempre eran de agradecer.

<<Quiero mejorar un poco mi agilidad>>, expliqué, animada. <<¿Crees que va bien? Me parece que necesito ser más precisa en mis movimientos. Intento basarme un poco en lo que hace Alehyss, pero claro, ella es mucho mejor que yo.>>

Me estiré un poco, y entonces recordé que, de hecho, debería estirar. Subí una pierna al muro y me eché sobre ella, estirando la espalda y los brazos. No debería parar tan de golpe. Había hecho lo mismo con el tal... Bueno, como se llamara. Prefería no pensar en aquel tipo. Esperaba que los líderes se hubieran hecho cargo de semejante elemento, fuera quien fuese. Prefería no pensar en él.

Desde luego, ágil es. Aunque cuando menciona a Alehyss no puedo quitarle la razón, porque se mueve de una forma muy extraña, como si no le pesase el cuerpo. De todos modos no borro la sonrisa.

<<Tranquila, eras impresionante. Un poco impresionante>>, matizo, burlón. <<Acabarás pasándole por encima.>>

No sé si está bien que diga eso. En primer lugar, porque no sé si es cierto. En segundo lugar, porque iré con Alehyss a Aqua. Si se entera quizás sea más dura conmigo, o algo así... Son amigas, se cuentan las cosas.
Qué miedo...

Cuando empieza a estirar me acerco a ella, y apoyo las manos en su espalda, con suavidad, con intención de ayudarla. En pareja se hacen mejores estiramientos, ¿no?
En pareja...

Entrecerré los ojos, dedicándole una mirada burlona. Qué gracioso, Jun. Debería dedicarse a la comedia. Tendría futuro, y todo. Negué con la cabeza, poniendo los ojos en blanco. Y encima, adulador. El público lo adoraría. Quizás.

<<Lo dudo mucho>>, repliqué, más realista, aunque manteniendo el buen humor. <<Aunque, ya que eres tan experto en la materia como para hacer predicciones, quizás deberías enseñarme lo que sabes hacer tú.>>

Dejé que me ayudara a estirar, agradeciéndolo. Resultaba agradable sentir la tensión en los músculos, pero más todavía cuando no era yo misma la que tenía que hacer los esfuerzos por mantener la postura. Me permití, incluso, cerrar los ojos, concentrada. Sentaba bien.

Alzo las cejas. ¿Yo?
¿Y qué sé hacer yo? ¡Ah, claro! Espero a que se sienta completamente estirada (y pensar eso solo me hace recordar mi sueño) y luego me aparto con una sonrisa enigmática y algo teatral. Va a ver. La voy a impresionar.
Me remango la manga hasta el codo y... ¿qué le puede gustar? Le muestro mis progresos con el pleniäo, concentrándome para hacer que mi piel parezca magma. Aún me cuesta un poco, pero al mirarlo hasta e da calor y todo.

<<No está mal, ¿verdad?>>, gesticulo, aún con el brazo de lava.

Me cansa un poco más de lo que debería, eso es cierto, pero yo creo que en un par de días más lo tendré completamente asimilado. Es cuestión de tiempo. Y de que no me pase las noches en vela...

Cuando me soltó seguí con otros estiramientos, pasando a ocuparme de los brazos. Me sobresaltó ver su demostración, y parpadeé un momento, como si quisiera borrar aquella alucinación. De haber llevado el amuleto puesto, habría pensado que se trataba de eso. Alcé las cejas, sorprendidas.

-No, la verdad es que no está nada mal -admití, estirando la muñeca-. Aunque yo me refería más a saltos y piruetas. ¿Cuándo has aprendido a hacer eso? Es fascinante.

Me pregunté si yo podría hacer algo parecido. ¿O sería un hechizo claritas? Desde luego, era interesante. Aunque no sabía hasta qué punto sería útil.

No puedo evitar una sonrisa orgullosa. Incluso con lo que dice de los saltos y las piruetas. Seamos sinceros... Para que yo me anime a intentar dar un mortal tendría que haber muerto antes. El nombre en sí mismo me da demasiado respeto. No es del tipo de cosas que crea que me pegan. Me gusta más sentarme, leer y esconderme en algún arbusto a lanzar flechas. Ahora si me encuentran podre fingir que soy el arbusto.

<<Es un hechizo. Pleniao>>, le deletreo. <<Y mira qué útil>>, añado, con una sonrisa animada.

Esta es una de las últimas utilidades que le he descubierto. Le enseño la palma derecha y en ella empiezan a aparecer, por sí solas, las letras.

"Hola, Massen. Estoy escribiendo con la mente. ¿No es genial?"

Mi rostro dice lo mismo. ¿No es genial? ¡Le puedo dar apariencia de letras!

Si lo del magma me había sorprendido, lo de las letras me dejó clavada en el sitio. Ni siquiera era capaz de entender del todo cómo funcionaba. Que era un hechizo era evidente, pero... ¿era una ilusión? Debía ser eso, porque no se me ocurría otra cosa.

Acerqué la nariz a su mano, examinando aquella cosa tan rara, y le froté la palma con un dedo, como si tratase de borrar lo que allí había. Desde luego, el tacto era exactamente el mismo de siempre. Resultaba muy confuso.

<<Ya veo que no pierdes el tiempo...>>, compuse, todavía totalmente sorprendida.

De todos modos, seguía prefiriendo la lengua de signos. La lectura no dejaba de darme pereza, y tratándose de Jun, la percibía como una vuelta atrás. De todos modos, era realmente útil, más incluso de lo que había imaginado. Me pregunté cuáles serían los límites.

Le ha gustado. De repente me siento lleno de energía, exultante. La satisfacción me embarga.
Pero no es tan sencillo, ¿no? Sigue habiendo algo que no cuadra, que no encaja. Algo que debería decirle. Al final Vest tiene razón... Me da miedo. Pero es que ahora estoy tan tranquilo... Y luego no lo estaré, claro. Y me escaparé de ella... Y me sentiré incómodo.
Quizás si me voy a Aqua se me olvide todo esto.
Yo..

<<Y en Aqua lo aprovecharé mucho también. Estoy muy animado. Con lo que ha pasado...>>. Compongo una mueca. <<Pero supongo que las cosas están tranquilas. Alehyss dijo que nos iríamos pronto. ¿Qué harás tú mientras tanto?>>

Venga, hombre... Atrévete...
La sonrisa se me tensa un poco. ¿Atreverme a qué?
Ella sabe lo que hay.
Si ella hubiese querido hablar...
Ella evita el tema tanto como yo.

Aparto la vista, incómodo, y me froto la mejilla contra el hombro.

Me encogí de hombros. Creía recordar que Alehyss me lo había comentado. Que habían retrasado la marcha por lo que había pasado en la misión. En realidad, ninguno de los dos había ido, pero tenía sentido que prefiriesen esperar a que todo estuviera bien para marcharse.

<<Seguiré entrenando>>, resolví, sin dudar. <<Espero que no te pongas a hacer turismo en Aqua y te olvides tú de entrenar. Seguro que Alehyss te lo recuerda, aunque solo sea con su actitud. No vayas a irte y volver gordito, o algo así.>>

Parecía que no hacía falta decírselo, de todas formas. Tenía la sensación de que cada vez tenía su estancia en Brontë más normalizada, de que cada día se lo tomaba más en serio. Era muy buena señal, desde luego. Yo me sentía hasta orgullosa.

Entrenando... Desde luego, ese es el tipo de cosas que Massen hace. Nunca podré estar a su altura porque siempre entrena y yo no lo hago. Me lleva años de experiencia en todo (menos en los estudios) y eso que soy mayor que ella. Aunque no es que mi experiencia en la vida sea muy reseñable, si nos ponemos exquisitos...
Vaya desastre soy...

<<No te preocupes, será ir y venir>>, le aseguro, con gestos algo más lentos. <<No te dará tiempo ni a echarnos de menos.>> ¡¿Gordito?! Alzo las cejas, incrédulo, sonriendo. <<Pues a lo mejor vuelvo gordito. Cualquier cosa para enfrentarme al frío.>>

Venga. Está bien. Ahora respira. Y dile algo. Saca el tema. Vest sabrá más que tú, y hasta ella lo piensa. Seguramente todos lo piensen. Si hasta tú lo piensas...
Me sudan un poco las manos. Qué horror...

<<Una cosa.>>

He captado su atención. Qué bien. ¿Y ahora qué? Me suda la sonrisa y.. No, no es eso. Soy yo el que suda un poco. La sonrisa me tiembla, insegura. Es como tirante.

FdR- Pausa

Lo miré, poco convencida, y acabé por encogerme de hombros.

<<Tampoco cargues muchas mantas, que ya te dejarán allí>>, repuse, todavía en tono algo burlón. Lo cierto era que no me costaba imaginarme a Jun con un enorme paquete a la espalda, si eso quería decir que al llegar no pasaría frío.

Alcé la vista cuando añadió algo más, mirándolo con curiosidad. Hice un suave cabeceo, como una pregunta silenciosa, y esperé a que respondiera. No parecía tener muy claro lo que iba a decir.

Hago una mueca. Alguna tendré que llevar, que en el camino hará frío también. Y de su gorro, desde luego, no me va a librar nadie. Aunque para eso es a fin de cuentas, ¿no?

<<Lo tendré en cuenta. Voy a tener que deshacer toda la maleta por tu culpa>>, me quejo, con una cara de ofensa evidentemente fingida, y termino por menear la cabeza y sonreír.

Y será lo único que me haga sonreír... Porque mi propuesta de decirle algo con respecto al otro tema no parece muy fructífera ni en mí mismo. Podría usar el pleniäo para escribírmela en la cara, si tal. Vaya inútil que soy...
¿No hace calor? Porque yo estoy muy acalorado.

Alzo las manos un par de veces y todas ellas as bajo de nuevo, tenso. Todo lo que pueda decir me parece absurdo. Esto... ¡Esto es muy forzado! ¡¿Y qué quiero que me diga ella?! Si ella hubiese querido decirme algo, ya...

<<¿Por qué me besaste aquel día?>>

Las manos, ágiles, tanto que hasta son torpes, lo preguntan antes de que pueda arrepentirme. Y una vez he acabado ya me arrepiento, claro. Pero ahí está la pregunta. Lo que he querido saber desde hace meses. Me ronda la cabeza, me atormenta...

Dejé escapar una risa suave, mínima, a su comentario. Me encogí de hombros, sin hacer más hincapié, como diciendo "así son las cosas". Lo que más divertido me resultaba era que, de hecho, no tenía muy claro si sería cierto o no.

Esperé a que volviese a hablar. De verdad parecía complicado, tanto, que acabé por ponerme seria. No hice amago de hablar yo, sino que esperé, mientras la curiosidad de carcomía. No tenía ni idea de que...

No, desde luego, no esperaba eso. Ni siquiera tenía muy claro de qué día hablaba exactamente. ¿Cuándo lo había empezado yo? Porque, creía recordar, no había sido una única vez, y los recuerdos se me confundían en la cabeza. Me quedé un momento callada, sombría, pero extrañamente tranquila. Al final, lo miré.

-Supongo que porque me apetecía, y tú también parecías quererlo -concluí, finalmente-. De hecho, juraría que llegaste a insinuarlo, como mínimo.

La verdad era que no me acordaba del todo.

El momento se vuelve algo tenso. Y algo tenso por mi culpa, aún por encima. Soy plenamente consciente de ello.
Me froto la nariz, incómodo, con la vista a un lado. Luego, cuando la miro, ella empieza a hablar. A ver si al menos saco algo bueno de esto.

Yo no insinué nada.. Yo no...
¿Le apetecía? ¿Qué significa eso?
Al menos en lo que dice en medio tiene razón... Supongo que no volvió a darse que le apeteciese a ella y también a mí.

Asiento, algo ausente, y trato de sonreír. Me aparto el flequillo de la cara, hacia atrás. Me ha quedado un cuerpo horrible.

<<Bueno, ya está. Era eso>>, le digo, zanjando el tema, tratando de mostrarme tranquilo, aunque ella lo está por lo menos el doble.