Los invasores de la Isla del Contrabandista

Cuando Frikka llega, no me inmuto por sus palabras. Simplemente miro fijamente la última de las islas con cara de desesperación y, al cabo de unos segundos, alzo mi brazo que aún puede hacerlo hacia el último lugar que nos queda por recorrer. -Es aquella.- Comento con voz apagada.
Continúo observando la isla en silencio, pensando en todo lo que allí estará pasando.- Pero... ya da igual.- Comento con voz pesimista.- Mira el sol.- Aclaro.- Aunque lleguemos a tiempo no tengo ni idea de lo que allí nos encontraremos y nos dejarán aquí tirados si tardamos más de la cuenta y tengo la impresión de que si vamos a ese lugar se nos va a pasar la hora. - La veo, ahora sí.- ¿Qué hacemos?- Comento con un tono agónico, depositando en ella toda la responsabilidad. ¿Cómo iba a volver delante de Kane sin nada después de haber estado tan cerca? Pero tampoco quería quedarse atrapada en aquellas islas hasta sabe Mithos cuando. Si estuviera ella sola no importaría tanto, pero Frikka y Seth... no quiero que les pase nada. Además... no quiero volver a estar tanto tiempo alejada de Lyo.
Suspiro con resignación. No tengo ni hambre ni sed. Sólo mal estar.

-¿Vas a querer ir o nos vamos a casa?- Pregunto haciendome una bola, hundiendo la cabeza entre las rodillas y el pecho.


Cora, ¿por qué no estás aquí para darme una bofetada?

Cassandra no parecía muy dispuesta a colaborar. No respondió a las preguntas de Frikka, ni tampoco se le unió en la búsqueda de comida. Parecía haberse quedado sin ánimos. Así pues, fue Frikka la que tuvo que ponerse en marcha. Encontró vacías todas las conchas que había por la arena, pero en las paredes de roca, a ambos lados de la pequeña cala, sí parecía haber moluscos vivos, y quizás incluso alguna pequeña charca donde creciera vida. El falso dragón, visiblemente interesado en su búsqueda, avanzaba pegado al suelo, reptando, removiendo conchas y arena y siguiendo a Frikka con aire divertido.


Seth, por su parte, cejó en su empeño de pesca y emprendió, ya hidratado, el camino de vuelta. Lo encontró parecido al camino de ida, y aunque llegó a desorientarse en algún momento, acabó por dar con la playa incluso antes de lo esperado. Allí encontró a Cassandra, en la arena; a Frikka y el dragón concentrados en sus moluscos, y el pequeño bote donde lo habían dejado.

FdR- La misión queda aplazada hasta febrero. Por lo tanto, tenéis hasta las 22.00 del día 1 para postear.

Cassandra tiene 5 penalizaciones.

Mientras busco todo molusco que parezca comestible (que pueda reconocer más o menos, vamos) para seleccionar los alimentos plausibles, escucho los lamentos de Cassandra a mi espalda. Me vuelvo un momento en dirección a la isla que señala.
Bueno, es que como no sea esa es que no hemos revisado bien las otras, porque más no veo.
Ni siquiera ha respondido, la jodida. Cualquiera diría que ha visto cómo se le comen al hijo en la cara, pero no. Ni por asomo. Creo que me está subiendo la tensión o algo. Como empiece a llorar ahora...

Me hago con toda la comida que puedo, aunque tenga que hacer un plato con hojas, y de vez en cuando, si dudo sobre algo, se lo acerco a Thor para que lo huela y guiarme por su reacción: si se asusta, malo; si se lo come o lo intenta, comida; si juega con él... Bueno, esos me los pienso.

De todos modos, a medida que Cassandra habla siento como un tic se va apoderando de mi cara. Y menos mal que no la tengo enfrente, porque no se me da demasiado bien poner sonrisas de esas tranquilizadoras cuando me pongo de mala...

-¡MIRA!-. Termino por bramar, lanzando a la arena parte de los moluscos que me he encontrado, que tampoco creo que vayan muy lejos, volviéndome hacia ello y alcanzándola en largas zancadas. Quiero zarandearla. ¿De verdad que no puedo? ¡Joder!-. ¡Deja de llorar de una vez, maldita sea! ¡Cuando te conocí me dijiste que no te ganaba a chula ni tu madre! ¡Ahora lo único que se me ocurre un poco más patético es un bebé llorón! ¡Así que si quieres ser un puto bebé y llorar, pues muy bien! ¡Pero yo voy a ir a esa puta isla, voy a ver qué coño ha aparecido ahí y voy a volver a Brontë aunque sea nadando llevando a los putos delincuentes que sea a cuestas con los dientes!-. Tengo la sensación de que ni siquiera estoy respirando, pero eso no puede ser-. ¡Así que si quieres mantener un poco de la dignidad que te queda, vas a levantar el culo de la arena en cuanto venga Seth y te vas a subir a la barca de los cojones para indicarle cómo se rema bien!

Termino jadeando. No sé si me he quedado a gusto o no. Algo liberada me siento, pero...
Me yergo un poco, intentando recuperar la compostura, mirándola aún. Ahora estoy más seria, menos agresiva.

-Y si crees que no puedes seguir o te da miedo la oscuridad, me importa un bledo cuál sea el motivo, te dejamos en el barco de la tía esa y punto. Yo no me iré sin acabar esto.

Ya se está convirtiendo en algo personal, tanto puchero.

Me echo el flequillo hacia atrás, inspiro hondo y me vuelvo hacia un lado, encontrándolo. Mira tú... Ni lo había visto.

-Hola Seth. ¿Me puedes cocinar unos cangrejos y así? -inquiero, seria. Quizás acabo de parecer una energúmena, pero...

Me acerco a recuperar todo bicho viviente que dejé en la arena tirado y a tratar de conseguir alguno más. Si los cocina, si me hace ese favor, los repartiré para que todos comamos un poco. Sino me guardaré los que pueda y ya me plantearé un poco más adelante si comerlos crudos o no.

Una vez todo esté listo, voy a subirme a la barca para seguir hacia la última isla. Mithos sabe si no desaparecerá como la perdamos de vista un momento. Y yo no estoy como para dormir aquí.
De todas formas, se va acercando la noche. Para ella será un problema, pero para mí es mejor así.

FdR- Hater mode on

La escucho, mordiéndome el labio inferior, guardando un puchero. Me pregunto por qué la niña asustadiza y preocupada por todos que murió el dia que me encontré con Gaspar ha renacido ahora. Acabo por sorber fuerte por la nariz y me levanto, para luego abrazarme mientras miro con preocupación a la otra isla.
-Está bien...- Respondo en un susurro.
La vuelvo a ver a los ojos. Tan enana y con tanto caracter...

Aparto la vista, ya que veo por el rabillo del ojo la llegada de Seth, por lo cual sonrío y me seco las lágrimas mientras vuelvo a sorber por la nariz. El mero hecho de volver a estar los tres juntos hace que me sienta algo mejor.

Me miro el vestido, echo jirones y lo sacudo de la mejor manera que puedo.

Vuelvo a ver a Frikka en silencio. Desde que me conoció han pasado muchas cosas. Demasiadas... Suspiro al recordar otros tiempos.

-Chicos.- Hablo con el fin de, por un lado, recomponerme y por otro, olvidar las penas que me afijen.- Qué os parece si.- Hago una pausa.- Comemos algo y luego vamos a la que queda..?- Pregunto bajando el tono de voz y mirando lastimeramente a Frikka.- Espero que Brontë lo entienda si llegamos tarde...- Acabo por decir.
-Si aceptais, puedo ayudarte a remar con el brazo bueno, Seth.- Aclaro, con el fin de darle ánimos al muchacho.

Finalmente, acabo por llegar a la playa. Frikka y Cassandra ya están ahí, pero más que sorprenderme por su presencia, me sorprendo por el ambiente tenso. Ya antes, cuando aún estaba a un par de metros, me pareció oír algo, pero no es hasta ahora que llego a la conclusión de que, efectivamente, ambas habían estado discutiendo. O alguien había gritado al menos. Frikka, creo. No importa, de todas formas: no tengo intención de preguntar ni nada por el estilo, así que simplemente sonrío, quizá no curvando demasiado los labios, quizá un poco incómodo, y avanzo hacia ellas, mostrando el pez que tanto trabajo me ha costado conseguir.

—Hola —saludo, primero, mirando primero a la piscis y luego a la caeruleus. Asiento—. Puedo cocinar los cangrejos si quieres. Yo he encontrado... Esto —Muestro la siblina de nuevo. Entonces me giro hacia a Cassandra—. La piel, creo, tiene propiedades curativas. A lo mejor sirve para ayudarte con el brazo... Y, bueno, para comerlo, claro.

Ensancho un poco la sonrisa.
Si a ambas les parece bien lo de pararnos a comer, entonces intentaré hacer una pequeña hoguera en la arena, conjurando un flagare. Entonces empezaré a cocinar los cangrejos de Frikka, y si a ambas les parece bien, entonces tal vez podamos quitarle la piel a la siblina, apartarla de la carne para comernos esta y dejar la piel para curar el brazo de Cassandra, si podemos, o para llevárnosla a Brontë.
Luego espero que vayamos a la barca, y emprendamos el camino hacia la siguiente isla.

Para cuando Seth llegó junto a las chicas, se encontró con que el sermón de Frikka había sido lo suficientemente eficaz como para poner en pie a Cassandra. Así pues, los tres se dispusieron a dar cuenta de las recién adquiridas provisiones de Frikka. Sin embargo, cuando quisieron recogerlas se encontraron con que la mayor parte de ellas había desaparecido, conchas incluidas, entre las fauces del pequeño falso dragón, que observaba a la caeruleus con más dedicación que nunca. Los chicos decidieron hacer una nueva colecta, y al cabo de un rato la fértil playa les había proporcionado una buena cantidad de marisco para comer.

No podía considerarse que hubieran dado con un manjar, pero sus estómagos aceptaron de buena gana la comida caliente, que les proporcionó fuerzas y ánimos, además de ayudarlos a recuperar, al menos en parte, el buen humor. Seth ofreció, después de desollarla, su particular pesca al festín, pero la sibilina era pequeña y no dio más que para un bocado. Por otra parte, ninguno de los tres supo decir cómo dar uso a la piel, con lo que el chico tuvo que guardarla para una ocasión en que contara con mejor información o, en su defecto, lo acompañara alguien con los suficientes conocimientos médicos. En cualquier caso, y aunque Frikka seguía sedienta, los tres se sintieron algo mejor después de aquel descanso.

Quedaba, pues, la última isla. Los chicos subieron a la barca y, acompañados por el falso dragón, pusieron rumbo a su tercer objetivo. Aunque Cassandra se ofreció a remar, pronto quedó de manifiesto que su condición no se lo permitía. De nuevo, fue Seth quien tuvo que encargarse de los remos, siguiendo las indicaciones de la piscis y demostrando que, poco a poco, iba dominando aquella tarea.

Sintieron una vibración a sus espaldas al abandonar la isla y, cuando se volvieron, no encontraron más que el mar tras ellos. La isla que buscaban, de todas formas, seguía visible, así que se dirigieron a ella sin mayor dilación.

Al llegar, encontraron el mismo paisaje que ya habían visto en las otras: la selva ante ellos y las rocas rodeando la playa. Aunque, en aquella ocasión, Cassandra vio un par de marcas junto a la selva que pudo reconocer: marcaban el camino a la antigua base de contrabando.

FdR.: tenéis hasta el martes a las 19.00.

Me desinflo un poco al ver la respuesta de Cassandra, componiendo una mueca y desviando la mirada un momento, llevándome una mano al pelo con cierto agobio. Supongo que si ahora pido disculpas lo desharé todo, así que tendrá que quedar para más tarde, cuando salgamos todos de aquí.

-Me parece una buena idea -digo, sin embargo, hablando con más suavidad, aceptando la propuesta (mía) de Cassandra con un leve asentimiento.

De momento vamos a dejarlo así.
En cuanto Seth añade que se hará cargo de la comida, además, siento algo más de alivio y le sonrío con gesto agradecido. Supongo que yo sola no soy demasiado afable y no es que tenga una paciencia muy allá. Él es más tranquilo y quizás nos traiga cierto equilibrio.
Al ver la sibilina la sonrisa me tiembla un poco. Aún nos vamos a meter en problemas si... Bueno, no estamos como para ponernos exquisitos. Está muerta (y espero que no porque ya estuviese muerta cuando él la encontró), y toda la comida es bienvenida.

Y hablando de comida... Thor ya ha dado cuenta de la nuestra. No puedo sino blasfemar al encontrarme con las masacre y buscarlo con la mirada, reprobatoria. ¿Qué coño significa esa mirada, pequeño cabrón? No me alegra lo que has hecho. Pero si me miras así no voy a poder...

Después de conseguir más comida y gracias a la fogata de Seth, que nos ahorra horas de frotar palos, podemos seguir con nuestro camino. Cassandra se había ofrecido a remar con él, pero al final es mejor que se encargue solo Seth. Llego a pensar en ofrecerme, pero parece que le está pillando el truco y paso de ser yo la que nos retrase ahora.

Tengo la boca seca. Vaya mierda. A ver si, ya que exploramos, nos encontramos una fuente o algo así. Por favor.

Me vuelvo hacia la isla cuando noto esa especie de onda, pero ya no está. Solo hay mar. Desde luego, es escalofriante, pero explica un poco lo que nos pasó la otra vez. Y, por lo que veo, hemos tenido suerte; por poco no salimos.

-Espero que no haya muchas más islas ocultas y que esta sea la buena -termino murmurando a mis compañeros.

Cuando tocamos tierra el panorama es el de siempre. Así que supongo que deberíamos hacer lo de siempre. Pero, de hecho, yo ya no quería separarme en la última.
Levando la jaula de los lagartos rosas para memorizar la dirección en la que apuntan sus colas. Tendré que hacerlo de vez en cuando para no perderme de nuevo.

-A ver... Yo vuelvo a proponer que vayamos juntos -les indico-. A cada isla que no es, más posibilidades hay de que la siguiente sea. Y no querría que a ninguno le pasase nada -les expongo.

Me acerco mientras tanto al primero de los árboles más normales que encuentro, de los que no se mueven y pegan hostias si puede ser, y saco el cuchillo de entre la ropa para perforar la corteza y luego el tronco. Con la de vegetación que hay por aquí, coño, si es que tiene que haber agua cerca. Y en los desiertos beben cactus o algo así, ¿no?

-¿Alguna propuesta? -inquiero, mirándolos mientras sigo hurgando en la madera.

A pesar de los problemas con el pequeño dragón, al final terminamos comiendo algo antes de abandonar la isla. Hemos tenido que cazar cangrejos otra vez, y la siblina no ha llegado para mucho, pero, bueno, algo es algo. Desgraciadamente también, ninguno sabe cómo funciona exactamente la piel del pez, así que termino por guardarla, esperando llegar a Brontë para que alguien me lo explique. Lo cierto es que me hubiese gustado que sirviese para curar ya el brazo de Cassandra, pero parece que no será posible.

Visto lo visto, vuelvo a hacerme con los remos de la balsa. Cassandra no está en condiciones para remar, y yo, a fin de cuentas, tengo más fuerza que Frikka. Y también ya he aprendido a remar un poco, así que no resulta tan complicado como la vez anterior. Sigo las instrucciones de Cassandra en todo momento, y no tardamos tanto como antes en llegar a la siguiente de las islas, donde de verdad espero que ya encontremos lo que hemos venido a buscar. Este sitio es extraño, o sea, la isla que acabamos de abandonar acaba de desaparecer y todo tiene como un aire chungo.

La isla a la que llegamos presenta el mismo aspecto que las anteriores. Una vez en la arena, estiro los brazos. Luego me vuelvo hacia Frikka y asiento. Yo tampoco tengo demasiado interés en separarnos.

—Yo también voto por que vayamos juntos —comento, mirándola, sonriendo un poco. Frunzo el ceño ligeramente, algo pensativo. Sugerencias. Observo a mi alrededor con atención, buscando algo que pueda ser de interés. Al final, termino encogiéndome de hombros—. Pues. No sé. Ir a la selva, ¿no...?

Le animo, le corrijo y le sonrío cuando lo hago. No se me da del todo mal enseñar. Eso o el chaval simplemente le está cogiendo el truco. Sonrío con sonrisa de madre, supongo.
Ya le daré algún regalo del pueblo por haberlo hecho tan bien.

Una vez llegamos a la última isla, mi semblante cambia. Mis ojos se entornan y a mi mente le vienen algunos recuerdos. Vagos, pero recuerdos al fin y al cabo.- Es esta...- les murmuro a los chicos. Por un instante, me siento renovada, alerta, llena de preocupación y consecuentemente de atención por todo. Poco importa mi condición física y, si importa, me importa poco. Estoy en éxtasis. Nerviosa.

Cojo aire para chillar un "Cora" enorme pero justo antes decido callar por dos motivos. El primero, descubrir nuestra posición y el segundo... vergüenza porque no estoy sola.


Miro con curiosidad los bichos de Frikka.- A ver, coleccionista de bichos.-Le susurro.- No pierdas a esos de vista, ¿vale? Son útiles.- Acabo.
- Separarnos no ha sido buena idea, desde luego.- Río con algo de culpa.- Así que esta vez iremos juntos.- Además.- Añado sonriendo.- Esta vez: me sé el camino.- Tomo la cabeza y sin muchos miramientos, echo a caminar, tanteandolo todo con especial cautela.
Me giro a Frikka.-  Las orejas, venga.-Añado sin más. Mientras despliego las mías.


FDR: Esto es Cassandra y su: me fijo mucho en la gente. (porque basicamente no sabe si tiene membranas o no lol)

Lo primero que hizo Frikka al llegar a la isla fue buscar algo que beber. No era sencillo. La corteza de los árboles se presentó dura ante ella, y aunque consiguió abrir una hendidura con el cuchillo, la savia que llegó a manar no era muy abundante. Si la probaba, la descubriría, sin embargo, dulce y fresca, suficiente para engañar un poco a su paladar durante algún tiempo.

Los chicos, en aquella ocasión, decidieron que el camino a seguir estaba claro, definido por Cassandra. La piscis se puso pues en cabeza, guiando a los chicos por la selva con cierta cautela. En un par de ocasiones dudó, no muy segura de si estaba siguiendo el rumbo correcto, pero al poco dio con el conjunto de cabañas, todas ellas abiertas, en el que había sido acogida en su primera estancia en la isla.

Todo estaba desierto, y evidentemente carente de vida. Las plantas habían empezado ya a adueñarse de lo que allí quedaba, que no era nada más que algún mueble roto y algún jirón de ropa. Los que habían vivido allí, desde luego, se habían marchado. Todos ellos. Y se habían encargado de no dejar nada atrás. O, en su defecto, alguien había pasado después a recoger sus pertenencias.

Aquella zona tenía el suelo de nuevo cubierto por arena. Un poco más allá de los últimos árboles, una nueva cala los esperaba. Y aquella, reconoció Cassandra, era la que escondía la trampilla del almacén, donde Kane y los suyos habían guardado durante años su mercancía de contrabando.

De pronto, el pequeño falso dragón, que hasta el momento se había limitado a jugar en torno a Frikka, alzó las orejas y abrió mucho los ojos, atento. No con la suficientemente presteza. Salida de no se sabía dónde, una flecha se clavó en el brazo de Seth. Una segunda pasó silbando junto a la oreja de Frikka, lo suficientemente cerca como para que las plumas le acariciaran la mejilla.

FdR- Tenéis hasta el jueves a las 23.30

Quiero mantener el rostro serio, pero volver a ver aquel lugar hace que recupere algunos recuerdos. Algunos mejores que otros, pero igualmente valiosos.
Inspecciono con la vista de la forma más rápida que puedo para ubicarme y no perderme, pues si: el lugar es el mismo pero incluso cuidado por piratas, antes estaba mucho más curioso que ahora. -Parece que no hay nadie...- Murmullo, no queriendo romper el silencio que nos envuelve.

Caminamos algo más y observo el lugar donde Kane guardaba todos sus trofeos. Si Cora tuviera que estar en algún lugar, este pedazo de tierra excavada tendría las mayores posibilidades de toda la faz del Mundo.

El ansia se apodera ligeramente de mi, por lo que me acerco rápidamente a mi objetivo. Sin embargo mi acción se ve truncada por el sonido de una flecha.
Me paro en seco y mis orejas se tensan. - ¡Nariea!- Conjuro sin dudarlo ni un instante, juntándome de nuevo con los chicos con el fin de quedar envueltos en la niebla y así poder huir hacia otro lugar.
-Parece que me equivocaba...- Les digo, enfadada, mientras corro a guarecerme tras el árbol más cercano.

Veo a Seth de reojo. Le han dado. Espero que la resistencia del muchacho y de su raza se haga valer en estos momentos porque ahora no estoy para hacer de enfermera.
Cojo a Korvas con el brazo sano que me queda mientras el otro cuelga, sin muy buen aspecto. Acabo por cortarme de un golpe el vestido para dejarlo por encima de las rodillas. Necesitaré toda la movilidad posible.

- QUIENES SOIS. - Les chillo con rudeza.

La moral de Cassandra ha vuelto a subir. No sé si ha sido por el sermón, por la comida o por qué, pero bueno. Es mejor así. Despliego las membranas como me pide, que nunca está de más y, como parece que esta vez sí estamos de acuerdo los tres, entramos juntos en la selva.
Me he vuelto a guardar el cuchillo, pero lo tengo a mano, y sigo echando miradas a los lagartos durante el camino. Sin embargo es Cassandra la que guía esta vez. Quizás el saber dónde estamos sea parte de eso que le sube el ánimo.

En cuanto salimos a una zona de cabañas me detengo, llevando la mano derecha a la katana para poder desenfundar en un momento.

-No parece que haya habido nadie aquí por un tiempo -murmuro, sin embargo, centrándome en la vegetación que cubre buena parte de la zona-. Quizás nadie "viviendo" -matizo, con una mueca. Las puertas están abiertas, al fin y al cabo.

Pero que no hay nadie ahora mismo parece evidente. Nadie ni nada. Solo restos de cosas que no sirven. Me asomo a las cabañas a medida que pasamos, pero el resultados es el mismo siempre. En todas las ocasiones tengo que salir y negar a mis compañeros.

Estamos avanzando un poco más y diría que ya no queda mucho por ver. Desde luego, los que vinieron a este sitio no están ahora mismo por la zona. Y aunque sea un alivio no debería serlo, porque hemos venido a pillarlos. Supongo que la acción me acobarda un poco.
Cassandra se adelanta de nuevo con esa seguridad que la mueve. Estoy a punto de preguntarle si ha visto algo, ya tengo la boca abierta, cuando un sonido agudo pasa a mi lado y algo me roza la mejilla. Thor se ha puesto nervioso. Me llevo la mano a la zona, como esperando encontrar sangre. A veces el corte es tan rápido que...
Tengo los pelos de la nuca erizados. Jo-der...

Por esta vez es Cassandra la que reacciona a tiempo. En cuanto su niebla nos cubre agarro a Seth y tiro de él para intentar arrastrarlo hacia un árbol cercano al de la piscis. Piscis que, por otro lado, se pone a gritar como una becerra.

-¡Eh! ¡¿No ves que si gritas nos van...?!-. Bueno, bien pensado ya saben que estamos aquí, así que... Le levanto el pulgar en señal de aprobación.

Me vuelvo entonces buscando a Seth. Hago una leve mueca, compartiendo su dolor en cierto modo. A mí casi me hacen un agujero en la oreja como para ponerme una ciruela de pendiente.

-Si me dejas que te quite la flecha puedo cerrar la herida -le digo, poniéndome algo más seria.

A lo mejor puede hacerlo él mismo, no lo sé. En lo personal, es mejor ir de una pieza. Y puede que en unos segundos no tengamos árboles para escondernos.

Nos ponemos en marcha, guiados por Cassandra, y nos adentramos en la selva. Llevo el sable en la mano, y avanzo atento, preparado por si algo aparece o así. Pero al final parece que no hay nada. Al menos en la selva. Porque en un momento dado, llegamos a una zona de cabañas.
Miro a Frikka cuando habla, curvando un poco los labios, en una sonrisa que no llega a ser divertida. No parece que haya nadie, cierto.

—Tal vez no hay nadie —murmuro, sin más.

Aunque hemos venido a buscarlos, así que sería extraño que no hubiese nadie. No sé si me alegra o no. Observo las casas mientras avanzamos, con curiosidad y atención. Cassandra se ha adelantado a nosotros, y pienso que a lo mejor deberíamos seguirla, cuando de pronto siento cómo algo se me clava en el brazo, y compongo una mueca y suelto un gruñido, una queja. Aunque más que nada estoy sorprendido. Cassandra se ha puesto a gritar y todo está cubierto con niebla. Noto cómo Frikka tira de mí y me dejo arrastrar hacia el árbol.
Allí miro de nuevo la flecha que tengo en el brazo, con una mueca. No dudo mucho cuando Frikka vuelve a hablar, y asiento.

—Vale —murmuro, con tono agradecido—. Pero si no lleva demasiado, y si, yo qué sé, si ves que alguien se acerca déjalo estar...

fdr. en qué brazo era ' _ '

Una flecha más llegó a caer junto al pie de Cassandra, sin la puntería suficiente para alcanzarla. Si alguna más iba a salir disparada hacia ellos, el nairea de la piscis impidió que así fuera. Por lo visto, sus atacantes no estaban tan dispuestos a arriesgar flechas en la niebla, con lo que se detuvieron. Los chicos no habían conseguido ver de dónde salían las flechas, y de la misma forma, no eran capaces de decidir adónde se habían ido sus enemigos. Las palabras de Cassandra, por supuesto, no obtuvieron respuesta.

Frikka no tardó en ocuparse de la herida de Seth, y el repentino silencio se lo puso fácil. Descubrió, al extraerla, que la flecha era rudimentaria, con la punta afilada en la propia madera y endurecida en fuego, en lugar de contar con una punta de madera o metal, que habría complicado las cosas. Tras extraerla, aplicó un hechizo de curación que la cerró sin mayores dificultades.

El falso dragón, a sus pies, se mantenía encogido, atento. Pero no atendía a ningún punto en particular. La calma había vuelto, y era imposible saber si seguían vigilados en aquellas condiciones.


FdR- Tenéis hasta el sábado a las 23.00 para postear. El brazo herido de Seth queda a elección de su user.

En esta pequeña tregua, les da tiempo a los chicos a recomponerse, mientras que yo dedico un tiempo a intentar localizar con mis membranas algo más que la nada.
Echo un vistazo rápido a la flecha. ¿En serio Kane se ha dejado acobardar por unos tipejos que usan palitos?
No les temo.
- Chavales, tenemos que hacer algo. Yo voy a salir ahí. - Les aclaro. - Me pregunto si solo tendrán ese tipo de arma. Si es así, nosotros tenemos acero. Jaque mate.- Sonrío con superioridad. - Lo malo es que todos dominamos el cuerpo a cuerpo...- Susurro.- La dificultad es salvar la distancia que nos separa de ellos...- Recapacito en bajito. - Y no se me ocurre otra manera de hacerlo que no sea echar a correr hacia donde esa flecha ha salido. Tenemos tu Garves y mi Nairea...- Veo a Frikka.- ¿Qué dices tú?

Me acerco a Seth.- ¿Conoces algún hechizo que nos pueda ser útil?- Le pregunto, con el fin de obtener un plan rápido.- Sino... cogeremos piedras y se las tiraremos.- Concluyo. Aunque es una idea que no me convence ni a mi.


FDR: o3o hará lo que quiera/haga la mayoría.

He de admitir que la flecha tan básica que le quito a Seth del brazo (lo siento si te hecho daño, pero es difícil no hacerlo en un proceso como este) anima un poco a llenarse de valor. Porque no creo que con este armamento tan puntero estén muy preparados. Que no es como para lanzarse al vacío y cerrar los ojos, pero joder...

Pienso un momento. No mucho, que no es que venga a hacerme aquí la reflexiva. Dedico una mirada de reojo a Cassandra, entonces, y esbozo una sonrisa, envainando la katana.
No se me da mal la magia. Lo malo es que para hacer una ofensiva no es que sea lo mío... Pero, si lo pienso bien...
Solo son flechas.

-Si lanzan flechas es que son malos magos -comento, con una sonrisa maquiavélica que va creciendo-. Y si no vienen tras nosotros es que son menos o que no se sienten muy seguros.

Entonces lo mejor es ser precavidos. Precavidamente explosivos. Darles por detrás, bueno. O por delante, en este caso. No estoy yo como para ponerme con un rodeo.
Una pena no haberme traído la concha de bicho-trineo de Brontë.
Ahora ya está.

Despliego las membranas de las orejas. Voy a necesitar toda la información del entorno que pueda tener.

-No puedo lanzar garves si no sé dónde están -murmuro a Cassandra, asomándome un momento al tronco para ver si se ve a alguien. Pero nada-. Y el nairea puede estar bien, pero ellos saben nuestra posición y nosotros no la suya. Y seguramente conozcan mejor la zona que nosotros, aunque desde luego evitaríamos mejor los disparos.

Quizás hasta podríamos caernos solos y morir desnucados por no ver una raíz. Pese a todo, no es mala idea. Un nairea nos salvaría el culo si nos apuntan.
Dedico una breve mirada a Thor. Estoy por acariciarlo con el pie, pero de hecho sus reacciones me sirven mejor si no se pone a jugar ahora. Quizás pueda revelarnos algo con su súper oído y tal.
Tampoco es que parezca muy inspirado, eh.

-Cassandra, has estado aquí antes, ¿no? ¿No sabes de algún atajo o algo así?

Gruño. Es que estamos jodidos. Pueden ser tres o trescientos tíos disparando palitos. Mira qué bien.

-Por mí de acuerdo -termino accediendo. Tampoco quiero darles tiempo a parir, criar y entrenar a los refuerzos mientras esperamos aquí-. Que el nairea nos oculte. Les lanzaré garves si los veo, y contra las flechas un baadha debería funcionar. Que no os den en la cabeza.

Pese a todo frunzo el ceño, pensativa. Tiene que haber una obra maestra de idea que nos salve a todos.
Quizás Seth sea un poco más cabal y nos sorprenda con ella, y entonces nos haga darnos cuenta de los imbéciles que somos. Ojalá. Porque yo no veo muchas salidas, aunque sí vea otras.

Por suerte parece que Frikka sí tiene, de hecho, tiempo para curarme la herida, que tampoco parece ahora demasiado grave, creo. Al menos la flecha es un poco tosca, ¿no? Rudimentaria y tal. Lo cual no quiere decir que no sean peligrosas, pero podrían ser peor.

Con una sonrisa, la miro, asintiendo brevemente, a modo de agradecimiento.

—Gracias —murmuro también. Luego vuelvo la vista al brazo, donde hasta hace nada estuvo la herida. Resulta un hechizo de lo más interesante, el suyo. Yo no hubiese podido curarme la herida ahora mismo.

Escucho a Frikka y Cassandra con atención. Yo no estaría tan seguro como Frikka sobre lo de que son tan malos magos o que no se sienten seguros. A lo mejor solo están esperando para ver contra qué se enfrentan exactamente. Qué sé yo, tal vez quieran que nos confiemos o algo así para luego ¡bang! cortes por todas partes. Aunque ojalá me equivoque, la verdad.

—A lo mejor solo quieren que nos confiemos —acabo diciendo, en voz baja, frunciendo un poco el ceño. Miro a Cassandra. Tal y como dice la caeruleus, la piscis ha estado aquí antes, así que tal vez conozca algún atajo.

Espero a que responda a Frikka, y luego escucho su plan en silencio. Frunzo el ceño, pensativo. De lejos, tengo el flagare y ya. Aunque mi magia no es muy fuerte, supongo que como ataje a distancia podría servir. Aunque no sé hasta qué punto es recomendable ponerse a lanzar flagares en medio del naire. Eso revelaría un poco bastante nuestra posición.

—A distancia, tengo el flagare, y ya. Aunque no sé si usando un nairea, con el que buscamos escondernos, sea recomendable que me dedique a lanzar bolas de fuego. —Compongo una mueca. Luego me callo, y observo lo que tenemos a nuestro alrededor, pensativo—. Pero a lo mejor podemos usarlos para despistar o algo así, o para atacarles después de que Frikka los ciegue. —Las miro, primero a la caeruleus, luego a la piscis. Termino suspirando—. Lo cierto es que no se me ocurre de otra forma puede servir, porque dudo que alguien quiera prenderle fuego a la selva o así.

Suspiro.
Nunca he sido muy listo ni tenido grandes ideas. No sé hasta qué punto puedo serviles de ayuda intelectual.

Los chicos no tenían las opciones fáciles en aquel momento. Se había hecho la calma a su alrededor, tanto que sus voces parecían resonar por toda la isla. Y, pese a ello, no hubo más ataques. Podían estar seguros de que, pese a la niebla, las voces los hacían fáciles de localizar, pero ningúna flecha volvió a verse en las inmediaciones.

Decidieron que, dada su situación, debían ponerse en marcha. Dado que no tenían muchas posibilidades, tomaron la dirección, más o menos, de la flecha que había en el suelo, la más fácil de seguir. En el lugar contrario al que apuntaba, seguramente, se encontraba oculto alguno de los arqueros.

La niebla los cubría, pero debían tener en cuenta que, si salían de ella, quedarían a la vista. Avanzaron los cuatro juntos, buscando un enemigo al que no conseguían ver. Y entonces, a su derecha, bastante más adelante, oyeron claramente un crujido, un golpe y, algo después, un gemido y un sonido de hojas moviéndose de forma especialmente llamativa. Para cuando llegaron a la altura de los sonidos, solo encontraron un hombre con un arco y un carcaj. Estaba tirado en el suelo, y una flecha le sobresalía de la espalda, a la altura de los pulmones.

FdR- Tenéis hasta el miércoles a las 12.00 para postear.

Avanzamos entre la niebla. Busco presencias por el sonido, ya que la vista no me ayuda. Algo que nos indique dónde están los atacantes. Porque es evidente que no estamos solos. No lo estamos.
A ratos lanzo miradas a Thor, a mis pies, para ver si él, que parece haber mostrado mejores instintos hasta ahora, sabe indicarnos algo, pero de momento las cosas están como están.

El primero de los sonidos llega de la derecha, y apuro la marcha para llegar al lugar del que viene, llevando la mano a mi arma por si tengo que sacarla en mitad de una carrera. Pero lo único que veo al llegar al lugar es un... cuerpo tendido.
Ni me detengo por la visión de lo que tengo ante mí. Me agacho enseguida un instante para tomarle el pulso, que siempre hay una posibilidad.
Pero...

-Está muerto -indico enseguida, sintiendo al mismo tiempo un leve escalofrío y una extraña frialdad.

Miro hacia el frente apenas un segundo, escrutándolo. Por el sonido final supongo que, fuese el que fuese, ha huido.

-Vamos a separarnos en abanico, cubriendo la zona que tenemos en frente. Yo iré por el centro, repartíos la derecha y la izquierda. Si ha huido y no lo hemos visto lo más probable es que esté avanzando. Si veis cualquier cosa llamad al resto enseguida, y no os separéis mucho. Tenemos que estar preparados para reagruparnos enseguida. Incluso si no encontramos nada. No podemos separarnos demasiado tiempo -siseo veloz, bajando el tono para intentar ocultar mis palabras de terceros. O de cuartos o de lo que sea.

No espero una respuesta. Si les parece mal, que propongan y hagan por su cuenta. Quizás ir juntos sea lo mejor, al fin y al cabo. Pero si esperamos demasiado no habrá forma alguna de que nadie siga por la zona.

Me lanzo enseguida en la dirección que he anunciado, mirando a ratos al suelo en busca de ramas rotas, tierra hundida o lo que sea, con las membranas desplegadas y el oído atento a cualquier crujido o al sonido de una cuerda de arco al liberarse. Es imposible que levantando tanto ruido como levantó al salir corriendo no haya dejado ninguna marca a su paso.
Si veo algo, los llamaré para que vengan. La prioridad es acabar con esto. Empiezo a cabrearme.

Le doy con la punta del zapato en la mejilla, corroborando la afirmación de Frikka con un leve asentimiento con la cabeza. Estoy más que acostumbrada a esto. Si estuviésemos en un barco, yo misma lo tiraría por la borda.

Escucho a Frikka en silencio y asiento.- De acuerdo. Hay un sitio que quiero visitar...- Les comento con aire agitado.

Echo a correr (o lo más parecido a ello) hacia la dirección del hueco secreto bajo la arena. Creo conocer su localización, pues aún puedo recordar a Kane sacar la cabeza por él. No debe estar lejos.

Tengo todas mis esperanzas puestas en ese lugar. Tanto para encontrar pistas de lo que está ocurriendo como para encontrar a Cora.
-Por cierto.- Les digo antes de desaparecer.- Si veis a una niña que da patadas, no le hagáis daño. Traedla.- Quizá debí explicárselo con más calma en otro momento pero ahora no hay tiempo.

Pronto resolveré todo esto.

*va al bujero*

Nos ponemos en marcha, cubiertos con la niebla. Mientras camino, permanezco atento a los sonidos, buscando de alguna forma alguna presencia próxima. Y aunque es evidente que no estamos solos, para cuando nos detenemos nadie nos ha atacado, ni ha dado señales... O eso pienso hasta que escucho el ruido. Con cierta tensión, me acerco, con mis compañeras, al lugar del que ha salido el sonido. Lo que descubrimos es un hombre; una flecha le atraviese la espalda, y sus propias armas están en el suelo.

Asiento cuando Frikka habla, sintiendo una sensación extraña, todavía con la mirada fija en el hombre. Me pregunto quién será, o si sería alguno de los que nos ha atacado.

Frikka y Cassandra comienzan a exponer sus ideas, un nuevo plan. Lo de dividirnos me parece... Bien. Creo. Sería un problema que nos encontrásemos con algún enemigo, pero es la mejor forma para cubrir el terreno. Al menos así tendremos más posibilidades de encontrar a quien haya disparado, que probablemente haya huido hacia algún lado.

El comentario de Cassandra me resulta algo confuso, pero echa a correr antes de que me dé tiempo a hacer más preguntas. Entonces yo tomo el camino restante. Antes de irme, le digo a la caeruleus:

—Suerte.

Y avanzo con el sable bien asido, atento a mi alrededor, preparado para defenderme de cualquier ataque.

fdr. ahahh no había visto la actu :_D

Tras el encuentro con el cadáver, los tres chicos procedieron a dividirse. Cassandra echó a correr sin esperar por nadie, y Frikka, tras comprobar un poco el terreno, no tardó en descubrir que las marcas que buscaba iban en la misma dirección de Cassandra. ¿O estaba confundiendo el rastro que buscaba con el de la chica? Era difícil estar segura. Seth, en su avance, no encontró más que silencio.

No fue esa la situación de Cassandra. En busca del almacén de contrabando, acabó por salir de nuevo a la arena. Si entre la maleza no había sido consciente, allí podía comprobar cómo las huellas se definían claramente en la arena revuelta... hasta la trampilla del Hijo del Diablo, que en aquel momento estaba completamente abierta.

Cassandra no tardó en encontrarse bajando por las escaleras, de camino a la oscuridad. La luz exterior de la tarde se metía por la entrada de la trampilla, en dirección a lo que resultó ser un enorme sótano. Sin embargo, no había gran cosa que ver allí. Las paredes contra las que una vez se apilaron barriles con todo tipo de contenidos de contrabando estaban prácticamente desnudas, a excepción de algunas provisiones, que indicaban que no eran muchos los habitantes del lugar en la actualidad.

Siguiendo por la gran bodega, casi dando con un recodo, tres puertas se mostraban ante ella: una justo de frente y dos más hacia la izquierda. Las tres tenían la puerta de madera enmohecida cerrada.

FdR- Plazo hasta el próximo viernes a las 21.00
Seth tiene dos penalizaciones.

¿Un sitio que quiere visitar? ¿Ahora? ¿Qué cojones dice? Eso no suena nada bien, y menos en esta situación. No obstante, para cuando lo reflexiono ya estoy recorriendo mi camino. Y me encuentro con un rastro que se desvía hacia..., redoble de tambores, por favor, la dirección que ha tomado Cassandra. Mira qué bien. Qué casualidad. Esto me pinta peor que un niño de año y medio, cojones.
Llego a detenerme un momento para asegurarme, pero sigo sin tenerlo muy claro. Y quizás la decisión la tomo en base a las palabras de la piscis más que a otra cosa.

Salgo enseguida, corriendo, en la dirección que se fue Seth para ir a buscarlo. Espero que no haya ido muy lejos, porque no tengo yo tiempo para ponerme aquí a jugar al escondite.
Por una parte quiero saber si él ha encontrado algo. Y, si no es el caso, llevarlo conmigo a seguir el rastro sospechoso para ir tras nuestra querida compañera que tiene "un sitio que quiere visitar".
Es que no puedo dejar de pensar que nos giraremos y nos apuñalarán por la espalda. Y no voy a dejar que sea así.

Huellas. HUELLAS. Trago saliva y comienzo a tensarme. Junto las manos y las aprieto una contra la otra, intentando liberar la tensión que brota desde mi cuerpo y comienzo a imaginarme mil y una posibilidades que manan de las pisadas como si fuesen un libro de fantasía infinito. Cada pensamiento es más descabellado que el anterior y no logro centrarme. Hay... tengo tantas preguntas en mi cabeza que parece que vaya a explotarme.

Absorta, casi hipnotizada y hundida en dudas, me dejo caer casi sin darme cuenta en sótano, sin embargo su fuerte olor a cerrado y moho me devuelve casi por completo a la realidad. Carraspeo, algo nerviosa y frunzo el ceño.
La decepción me abraza y hunde como un ancla en mi tobillo. Desde luego vacío no era lo que pretendía hayar.

Chasqueo la lengua en bajo y reviso todo lo que puedo. Gracias a mi madre la oscuridad siempre se me ha dado inconscientemente bien, aunque no poseo una visión priviliegiada ni mucho menos.

Camino en silencio.- ¿Cora...? ¿¡Cora!?...- Susurro, con las manos a ambos lados de la boca, con una expresión de dolor y miedo a ser descubierta por algo que no sea la pequeña.

Un dilema brota ante mis ojos. Tres puertas.
Cassandra, piensa por un momento. Si fueses sensata, darías la vuelta e irias a buscar a tus dos amigos. Seríais tres y cada uno iria por una puerta, verdad?
Recapacito para mi misma haciendo gestos de tranquilidad con las manos.
Sin embargo.
No puedo esperar. El tiempo se acaba y yo tengo a Korvas. Lo sujeto con fuerza y sus viciosas ansias hacen que mis dilatadas pupilas se cargen de valentía. Abro la puerta solitaria.

Avanzo atento a mi alrededor durante un buen rato, buscando algo llamativo en medio de la maleza, pero termino por no encontrarme con nada más que los árboles propios de la selva y silencio. Suspiro, y echo un nuevo vistazo en el punto donde estoy, escudriñando de nuevo el lugar, pero finalmente decido por volver al punto de origen, preparado, pese a que no me he topado con nada, para cualquier tipo de amenaza que pudiese surgir en mi retorno.

Espero que las chicas hayan tenido más suerte que yo. O, bueno, no me gustaría encontrármelas heridas, pero si ninguno encontró nada... Con un poco de suerte, pronto me encontraré con alguna.