Observatorio.

Cuando te das la vuelta, resulta que unos afortunados ojos rojos te han encontrado en su búsqueda de la belleza. Afortunados, pero no lo suficiente. Todo lo que puedes hacer es hacerlo más dichoso, y para ello muestras tu mejor sonrisa, saludas con una elegante reverencia. En lo alto, junto al telescopio, es como si él te viera actuar en un altísimo escenario. En tu elemento.

-Oh, buenas noches -saludas, radiante, encantadora-. Es maravilloso no encontrarse sola ni siquiera en un lugar tan apartado.

Te está viendo bien, ¿no? El vestido brillante, las arrogantes alas, el cabello de oro, los ópalos que llevas por ojos, la lustrosa piel. Lo está viendo todo, ¿no? Lo está absorbiendo, se está envolviendo en ello. Por supuesto. Tú te encargas de proporcionarle todo lo que necesita.

Llego a esbozar una sonrisa algo torpe y asiento. Habiendo vuelto hace tan poco tiempo de Ventus se me hace hasta familiar encontrarme con aethers, pero de hecho no la había visto antes.
Me doy cuenta entonces de que me ha hablado. Y yo estoy algo lejos para...
Me acerco enseguida, buscando en los bolsillos para dar con la pizarra, para poder hablarle. Un mínimo de educación al menos. Que a veces me porto de una forma...

"Soy Jun". No, eso no es lo primero. Borro enseguida, con el puño, replanteándome las cosas, dedicándola una sonrisa tímida. "Buenas noches. Espero no haberte molestado." "Soy Jun".

¿No va a responder? ¿Se ha quedado mudo acaso? ¿Es eso? ¿Por qué no dice nada? No puedes evitar una cierta extrañeza al ver cómo te muestra un letrero. Claro que eso no es algo que él necesite ver. Lo que él necesita es a ti. Puede que lo muestre de una forma estrambótica, pero lo muestra. Y tú correspondes con tu sonrisa más dulce.

-No es molestia -. Y la voz, esa voz, miel en estado puro, la mejor tonalidad que pueda oírse-. Siempre es bueno que alguien me encuentre si estoy sola. Y en un lugar tan amplio...

Es el lugar perfecto para probar que, independientemente de la situación, tú sigues siendo magnética. El simple hecho de que haya venido lo prueba. Ambos lo sabéis, aunque él esté tan hechizado como para no ser plenamente consciente. Eso es parte de su felicidad, a fin de cuentas.

Parece amable y simpática, y de verdad parece que no le molesta que haya venido. La gente por aquí suele ser amable, al final. Asiento veloz, con una sonrisa. Me apresuro a borrar para escribir de nuevo. Si se me ha olvidado lo más importante. O a ella, claro. Creí que al presentarme yo...

"¿Cómo te llamas?" Dan ganas de escribir a continuación que yo soy Jun, pero es que ya lo he puesto dos veces. Sería un poco tonto de más. "Has llegado hace poco, ¿verdad?"

La examino con curiosidad, pero intento no ser muy evidente. Ahora que estoy tan cerca es evidente que no es Fier, ni se parece, aunque también tiene un poco de ese aire enigmático que le recuerdo.

Ah, ahí está, ahí llega. Es el momento. Definitivamente, ha entendido su situación, o quizás ni siquiera es el caso, quizás el instinto ha sabido guiarlo hacia lo que de verdad quiere, lo que de verdad necesita. Y tú, dispuesta a ofrecer lo que pide, te echas ligeramente hacia adelante, extendiendo apenas las alas, en un adorable gesto que puede hacerlo sentir algo más cercano a su sueño.

-Me llamo Curtis Ginger -respondes con tu adorable naturalidad-. Lo cierto es que sí. ¿Tanto destaco? - Es imposible evitarlo, es parte de tu ser. Ríes, recatada, deseable como un sueño. Como el sueño que eres-. Lo cierto es que estoy empezando a presentarme por aquí. No muchos me han visto todavía. Todo a su tiempo, ¿verdad?

Llevan toda la vida esperando. Demasiadas emociones juntas los volverían locos.

Curtis Ginger. Así se llama. Ensancho la sonrisa, asintiendo. Lo he memorizado. Entonces lo pregunta. ¿Si destaca? Me apresuro a negar. No quiero que ahora piense que es un bicho raro o algo así. Si acaba de llegar lo que menos querrá es que todos la señalen como si lo fuese...

"Es que me sé más o menos todas las caras." Al menos eso creo. Le dirijo una sonrisa amable. "Sabía que la tuya no me sonaba." Asiento entonces, ensanchando un poco más la sonrisa. Desde luego, parece simpática. De los guerreros que parecen fáciles de tratar. "Bueno, es normal." "Poco a poco seguro que acabas conociendo a muchos." "Además la gente aquí es muy amable."

Quizás debería decir "sabía". Tras ver la tuya, es un hecho que las ha olvidado todas. ¿Podría acaso ser de otra forma? Imposible. Unos rasgos como los tuyos, que jamás antes ha visto, causarán tal sensación que no podrá más que pensar en ellos. Sonríes a sus intentos de justificarse. No son necesarios, pero lo comprendes. Está en un estado nuevo para él.

-¿De verdad? -respondes, mostrando auténtico interés. Es bueno conocer al público, y él parece dispuesto a ofrecer información. Que lo haga, adelante. Por supuesto, no podrás acordarte de todos ellos, pero aunque solo sea uno, se sentirá el ser más dichoso sobre la tierra cuando comprenda que ha sido bendecido.

Quizás pueda ayudarla un poco a conocer a la gente. Si es nueva no le vendrá mal tener un par de contactos. Ahora soy yo el que es un guerrero, o lo soy más o menos, y ya llevo un tiempo. Es un orgullo poder guiar a los recién llegados.

Asiento con ánimo. A ver...

"Pues hay mucha gente agradable." "Massen es una chica tremendamente fuerte e increíble." "Lluvia una aether muy dulce y algo tímida." "Si te gusta la gente más seria está Alehyss, que lleva mucho tiempo aquí y es muy fuerte." No creí que fuese a hablar de ella alguna vez. "Y si te gusta divertirte puedes buscar a una chica llamada Ben." ¿Solo eso? Si analizo todos los nombres, hay un factor común... A ver si lo arreglo... "Y hay un flamma muy simpático llamado Kyoti que no llegó hace mucho."

Detengo la tiza. Estoy siendo muy pesado. Además, por rápido que escriba... No es lo mismo que hablar.
Borro una vez más. Una última vez.

"¿Que tal lo llevas?"

Así mejor. Ella es la que debe hablar. No tú.

No tardas en comprender. Un nombre tras otro, todos con sus cualidades, y tú por encima de todas ellas. Sonríes, dulce y encantadora, pero no tienes más remedio que negar.

-Lo cierto es que, por extraño que parezca, he hablado con más hombres que mujeres. Debería coincidir más con ellas, ¿no crees? Pero parece que hay algo...

No lo parece. Lo hay. Y lo sabe tan bien como tú, pero tu humildad es tal que te impide pronunciar en voz alta la evidencia. De todas formas, es por todos conocida. Incluso sin mentarla, está presente.

-Oh, este lugar es maravilloso -. Casi tanto como tú-. Me siento ya parte de él.

Una parte sin la cual no podría seguir adelante. El eje, el centro. Este lugar te necesita.

Alzo las cejas y no puedo evitar echarle un breve vistazo más. De hecho, me avergüenzo al instante. Eso no ha sido muy cortés. Yo no hago esas cosas. Ha sido solo por lo que ha dicho, que...
Alzo azorado, escribo de nuevo.

"Bueno, supongo que tiene sentido.", le muestro, con una sonrisa algo tímida.

Tiene unos rasgos bonitos y es simpática. Supongo que los guerreros pueden encontrarla interesante. Aunque yo no me fijo mucho en esas cosas...
La verdad es que resulta optimista. Me alegra ver que se ha adaptado tan bien...

"¿Pero has llegado hace mucho?" "Es que he estado en Ventus un tiempo.", comento, como cosa interesante.

Porque ella es... aether... Vendrá de allí, ¿no? Bueno, no siempre pasa...

No te pasa por alto su mirada, y permites que se regocije en ella a su gusto. Es lo que desea, ¿por qué no vas a cumplir sus anhelos? Le dedicas, pues, una nueva mirada, tanto o más encantadora que las anteriores. Tomas un mechón de pelo entre los dedos, rizando un rizo con aparente inocencia, como si no fueras consciente del gesto. Pero, pese a todo, la sonrisa no puedes contenerla con su respuesta. ¿Deberías, acaso? En su lugar, asientes. Es bueno que admita sus sentimientos. Lo hará sentir más libre.

Niegas con suavidad, dejando que el mechón que habías cogido se reúna con los demás. Alzas un momento la vista. Vaya, que haya ido a Ventus justo cuando Ventus ha perdido su sol. Quizás no siempre es tan afortunado, después de todo.

-Llevo un mes o dos -respondes. Si no ha estado, es comprensible que quiera saber qué es lo que se ha perdido, cuánto retraso lleva respecto a sus compañeros-. No es mucho, ¿verdad? Al menos, por lo que me han dicho.

Aunque puede que te lo hayan dicho porque, en comparación a toda una vida sin ti, ningún tiempo es suficiente. Incluso si de verdad no es mucho, sabes que ese detalle es inalterable.

Alzo las cejas un momento, algo desorientado. Tiene algo que me hace sentir un poco de vergüenza a ratos. No sabría decir qué es. Llega incluso a recordarme a Dalilah, aunque tampoco es eso. Porque no se parecen para nada.

Un mes o dos... Entonces pude haberla visto. Pero no la había visto. No la había visto antes de irme.
Sonrío de nuevo, encogiéndome de hombros con suavidad. Parece que ha sido suficiente para ella, al menos. Se la ve contenta.

"Siempre hay que llevar poco para llevar mucho." "Y si estás tan cómoda enseguida será" "como si hubieses estado siempre." "¿Quién te lo ha dicho?", escribo curioso.

¿Así se siente ya? ¿Te ve ya tan importante, tan necesaria, que no concibe que hubo un tiempo en que no estuviste? Desde luego, ha sabido captar tu esencia, el arte que respiras y te arropa. Todo tu encanto. Es evidente que estás ante unos ojos que saben ver. Ni siquiera se atreve a mancillar el aire con su voz pudiendo dejar paso a la tuya.

Te encoges de hombros, aleteando apenas un instante.

-Oh, no lo recuerdo -confiesas, con ese aire travieso, parte de tu encanto natural-. Quizás fueran varias personas -. Es una desgracia que las funciones deban tener un final-. Disculpa, se me ha hecho tardísimo... A estas horas ya suelo estar durmiendo, ¿sabes? -Es forma de mantener un buen cutis, después de todo-. ¿Querrás acompañarme?

Pues claro que querrá. Estará encantado de hacerlo. Seguro que en seguida sale con la excusa perfecta para robarte otro par de minutos. Tan joven y ya tan pícaro...

Vaya... Ni un nombre ha dado. Tengo curiosidad por saber a quién conoce, pero al final queda un poco en el aire. A ver, es cosa suya. No me voy a meter hasta ese punto. Bastante pesado he sido, y me ha soportado. No me voy a poner ahora a interrogarla, tampoco.
Ella misma se encarga de poner fin a la conversación, de hecho. Quizás quería irse y... hasta ahora se lo he impedido.

"Yo también suelo estar dormido a estas horas", me apresuro a escribir, componiendo una sonrisa, apurado. Ahora parece que soy un irresponsable...

Me sorprende un poco que me pregunte si la acompaño, pero he de decir que me alivia. Enseguida me encuentro asintiendo, dispuesto a seguirla escaleras abajo.
Pues sí que es simpática.

*se van*

Acomodado en uno de los escritorios del observatorio, Corbin escribía. Llevaba un tiempo sin hacerlo, y por algún motivo, lo notaba en la forma en que cogía la pluma, en cómo el plumín rasgaba el papel a medida que él hacía sus trazos.

No escribía nada de particular. Sencillamente, se dedicaba a plasmar sobre el papel las ideas que le venían a la mente. Imaginaba escenas y las describía. Como se trataba de improvisación, el texto era sumamente imperfecto. Contaba con incoherencias, por supuesto, pero también con elipsis repentinas y cambios de escenario. Era casi como narrar un sueño. Corbin no sabía por qué lo hacía, pero le gustaba escribir, así que no encontraba tampoco una razón para no hacerlo.

De fondo, la lluvia repiqueteaba. Quizás debería salir a entrenar. O quizás lo hiciera por la noche, cuando el frío hiciera el ejercicio más duro.

*Se queda*

Corbin.
Lo veo nada más abrir la puerta, y la expresión no varía demasiado: apenas se esboza una sonrisa suave, de reconocimiento. No lo he buscado muy a fondo desde mi vuelta, pero lo cierto es que sí me he llegado a preguntar dónde estaría. Escribiendo esta vez, y no entrenando.

–Vaya, cuánto tiempo –destaco, en lo que termino de entrar en el cuarto–. ¿No encontrabas suficiente tranquilidad en la biblioteca? –inquiero entonces, curiosa–. Si molesto puedo irme. No me encontraba en disposición de hacer mucho.

La lluvia. Sigue sin gustarme, aunque otras cosas cambien.

Corbin no estaba tan concentrado como para no darse cuenta de que la puerta se abría, y giró rápidamente la cabeza para ver quién entraba. Se encontró con la hasta entonces desaparecida Alehyss, a la que saludó con un suave gesto de cabeza.

-Es un cambio de aires -respondió a su pregunta, sin darle mucha importancia-. No molestas. ¿Cómo va todo?

La mano continuó garabateando en el pergamino, aunque no resultaba demasiado interesante. En realidad, Corbin no ponía mucho cuidado en lo que estaba produciendo. Le interesaba más leerlo a continuación y redescubrir sus propias ideas.

Asiento conforme cuando responde. Si tengo que irme, lo haré, pero lo cierto es que, dado que lo he encontrado, prefiero aprovecharlo. Tenía ganas de verlo, a fin de cuentas.

-Bien –respondo enseguida, a su pregunta, acercándome sin prisa al lugar que ocupa, dedicando un breve vistazo alrededor. No tiendo a venir a sitios como este, aunque sí se me ocurren ciertas cosas que he hecho aquí-. Regresé hace poco de Ventus. Pensé en ti cuando estaba allí. Creí que sería una misión menor, un simple recado. Y lo fue, de alguna forma, pero creo que la hubieses encontrado mínimamente interesante. Más de lo que parecía cuando te lo comenté, al menos.

Termino de hablar cuando llego a su lado, y dedico un breve vistazo al documento que tiene entre manos, aunque sin leerlo. Alzo las cejas, y entonces lo miro a él.

-¿Hay alguna novedad por tu parte? –inquiero, curiosa.

Corbin sintió una cierta rabia cuando escuchó lo que ella le decía. Visto lo visto, podría haberla acompañado sin problemas. Él no había trabajado fuera del palacio en aquel tiempo, después de todo. Y, como había trabajado ya con la chrysos, consideraba que ella sabría evaluar qué consideraba él interesante. De todas formas quiso detalles.

-¿Por qué? -preguntó con su habitual seriedad.

Corbin negó a su pregunta, sin dejar de sentir esa especie de fastidio por haber perdido la oportunidad de un viaje interesante. Esperaba, de todas formas, tener él alguno pronto.

-No por el momento -respondió con voz monocorde-. Estoy pendiente de un par de asuntos, pero por el momento me limito a los preparativos. Espero no tardar mucho más.

Alzo suavemente un momento, examinándolo antes de responder. Me lo pienso, aunque no hay mucho que pensar. Trato, más bien, de ordenarlo en función de las que creo sus preferencias.

-Nos enfrentamos a unas bestias -comienzo-. No fue una lucha difícil, pero la parte curiosa fue el medio: utilizamos unos gorros que nos permitían movernos por el aire. Así que creo que hubiese sido interesante a ese respecto -le explico-. Te he traído algo, por cierto -añado, con una sonrisa entretenida, metiéndome una mano en el bolsillo, aunque sin sacar nada-. Un recuerdo, por no haberte vendido bien la historia.

Corbin siempre parece traerse cosas entre manos. Pronto me informa de que, de hecho, así es. Lo que me llama la atención es el plural.

-¿Asuntos? ¿Varios? -inquiero, ladeando suavemente la cabeza-. Vaya, haces que me sienta tremendamente desocupada. Tendré que ponerme a trabajar pronto, pero antes iré a Aqua para dejarlo todo zanjado -comento, un poco para ambos, de alguna forma.

FdR- Pausa

Corbin la escuchó en silencio, calibrando en su mente lo que ella decía. Desde luego, no sonaba mal, debía reconocerlo. De hecho, sonaba bastante bien. Poco a poco, afianzaba aquella molestia por no haber ido con ella. Aunque, se recordó, de nada servía lamentarse. Tenía otras cosas que hacer, y esperaba sacarles provecho. En su caso, tendría que cazar una persona. Eso resultaba más interesante, incluso.

-Suena bien -reconoció, de todas formas. No le pasó inadvertida la mano de ella en el bolsillo, aunque pronto desvió la vista de nuevo a su cara-. ¿De qué se trata?

Corbin asintió, serio. Y, pese a su seriedad, había algo en su actitud que remarcaba su interés, su disposición.

-Me han ofrecido dos encargos -explicó-. Por el momento, estoy recopilando datos y esperando a que se me dé señal de partir -. Hizo una pausa-. ¿Cuándo irás tú a Aqua?

Asiento, sin evitar una sonrisa suave al recordarlo. De hecho, sí. Puedo decir que estuvo bien. Fue más satisfactorio de lo esperado. Creí que acabaría siendo un simple viaje por obligación, pero al final...

-Ah, bueno...-. Extraigo finalmente el broche de la ropa y se lo muestro-. Las aves contra las que luchamos tenían ciertas propiedades mágicas. Con las plumas que obtuvimos tras haber acabado con ellas pudimos hacer estos accesorios. Te hará sentirte más ligero, de alguna forma -le explico.

Dos encargos. Hace que me sienta poco activa, de verdad. Dejo ir un resoplido y niego un par de veces. Tendré que buscar algo que hacer pronto.

-¿Iras muy lejos? -le pregunto, curiosa-. Yo partiré pronto. La próxima semana a más tardar, espero. Si me marcho pronto podré volver antes. Quiero zanjar esto ya.

Corbin tomó el broche que Alehyss le tendía y lo examinó con curiosidad. Más ligero. Bueno, eso no le vendría mal, desde luego. Siempre pensaba que no lo era lo suficiente. Guardó el broche, pensando ya en cuándo tendría oportunidad de probarlo, y alzó la vista para mirar a la chrysos.

-Gracias -dijo, haciendo una pequeña inclinación de cabeza.

Cuando ella preguntó, se encogió de hombros. Todavía no tenía muchos datos acerca del destino que más le interesaba, pero sí tenía algunos de su otro encargo. De todas formas, parte de la información era confidencial, en ambos casos, y aunque sabía que podía compartirla con Alehyss sin reparo, no quería hablar más de lo necesario.

-Iré a Aqua también, pero no sé todavía a qué zona -respondió-. Del otro asunto no me han dado todavía la localización, aunque estimo que no tardará -. La miró un momento-. Quizás no tengas tiempo ahora, pero será interesante luchar contra ti cuando hayas terminado con eso. Lo estaré esperando.

La respuesta no es muy efusiva, pero tratándose de él sé que no puedo esperar algo diferente. Se lo guarda, al menos, y muestra gratitud. Yo, por mi parte, me doy por satisfecha. No suelo ser amable, pero cuando lo soy no es porque busque una respuesta concreta. Al final, se supone que se trata de un acto que ha salido de mí.

-Espero que te sea útil –me limito a decir, con una sonrisa suave.

Paso entonces a escuchar lo que él tiene que decirme a mí, la respuesta a mi pregunta. De modo que iremos los dos a Aqua. Me temo, sin embargo, que eso no significa que podamos ir juntos, o que vayamos a hacerlo.

-Por supuesto –respondo, a su petición final-. Será una buena ocasión para probar lo que consiga. Y ya sabes que siempre es un placer enfrentarme a ti –añado, con tono entretenido-. Será una buena forma de no oxidarme si el viaje resulta tranquilo.

Entrenaré, de todos modos. No dejo de hacerlo.

Corbin asintió, lógicamente, de acuerdo.

-Lo probaré en mis entrenamientos -declaró, como si hablara de algo que se daba por hecho-. Te haré saber qué tal me funciona más adelante.

Y, de nuevo, asintió cuando ella aceptó su propuesta. Llevaba un tiempo sin enfrentarse a la chica, pero siempre le parecía buena opción hacerlo. Después de todo, Alehyss sabía mantener la cabeza fría en combate, y eso significaba que jugaba bien con segundas intenciones. Era mucho más intenso que un combate directo, en el que toda la atención se centraba sencillamente en vencer. Cuando se enfrentaba a ella, sabía que debía estar preparado para todo tipo de trampas y trucos. Y, en opinión de Corbin, eso hacía el combate mucho más atractivo.

Por otra parte, daba la sensación de que ella tenía algún nuevo recurso cada vez que se enfrentaban. Y eso no molestaba a Corbin en absoluto. Al contrario: lo mantenía expectante cada vez.

-Me prepararé para ello -afirmó entonces, seguro.

Sabía que valdría la pena.