Mazmorras

Bajé la vista al suelo cuando habló. No entendía nada, desde luego. Ni su resignación ni los motivos que podía tener para irse.

-Pero tú has sido fiel a Brontë -protesté-. Has luchado para los líderes. Y si tienes que ir a un lugar peligroso, puedes pedir ayuda. Yo iría contigo.

Abrí los ojos al máximo al escuchar su respuesta. ¿Dos semanas? ¿Cómo podían tener a alguien en las mazmorras dos semanas? ¿En qué estaban pensando los líderes?

Aferré con ambas manos dos barrotes hasta que se me pusieron los nudillos blancos. Parecía que quisiera esmagarlos.

-Hay que sacarte de ahí. ¿Por qué nadie hace nada? ¿Qué derecho tienen a hacerte esto?

Le di una patada a los barrotes, furiosa, aunque no conseguí más que hacerme daño.

La reacción de Massen me parece exagerada. ¡No debe dar nada por mí! Yo no soy más que una traidora... Soy peor de lo que Heylel ha sido nunca para mí.

Una chispa involuntaria recorre mi rostro. Aprieto los ojos con fuerza, y los dientes. Me duele la mandíbula al hacerlo, pero no importa.
¡¿POR QUÉ COJONES TENGO QUE MENTIR?!

-Massen... -. Me tiemblan las manos, apretadas también-. Yo no vine a Brontë para ser una guerrera...

Alzo la vista, ubicando sus ojos y clavando los míos en ellos, con seguridad pero también con miedo.

-Soy una traidora...

Negué de nuevo con la cabeza. ¿Qué estaba diciendo? Volví a mirarla.

-No, Alehyss, tú no eres una traidora -rechacé-. Tú eres una compañera. Y una muy buena. Eres uno de los mejores guerreros que he visto.

Volví a tragar saliva y terminé de pegarme a los barrotes. Extendí una mano dentro de la celda, aunque estando donde estaba, no podía llegar a ella.

-Puede que no lo hayas hecho todo bien, no lo sé. No creo que haya nadie capaz de hacerlo todo bien -expuse-. Pero eso no te hace peor. Da igual si no viniste a Brontë a ser una guerrera. Yo vine a Brontë para escapar de mi abuelo, ¿y qué? Llevo aquí dos años, y he hecho y aprendido cosas. He mejorado mucho y creo que he ayudado en algo. Y tú también has ayudado. Aunque no hayas venido a eso, el hecho es que eres una guerrera.

Traté de sonreír, aunque estaba algo nerviosa.

-No deberías torturarte así.

Bajo la vista de nuevo al escucharla. Apenas es un poco, pero noto cómo se me humedecen los ojos. Nada que no pueda evitar. Nada que no pueda contener.
Esbozo una sonrisa para contrarrestarlo.

-Puede que haya luchado a vuestro lado... Y créeme si te digo que si alguna vez te ayudé fue sincero... Pero también os traicioné. A todos. Vine aquí a espiaros, y a buscar a alguien... Y por mi error estoy ahora encerrada...

Niego lentamente, para mí, sin atreverme a mirarla esta vez. No sé en qué momento he tomado uno de los barrotes que ahora aprieto semiinconscientemente.

-Lo único para lo que me veo útil ahora mismo es para enseñar lo que no ha de hacerse. Aconsejar, como una vieja amargada, para que otros no cometan mis errores...

Y eso si no pierdo antes la vida...
¿Y cómo voy a espiarla a ella, a traicionarla de nuevo, cuando parece ser la única que cree en mí ahora mismo?

Apreté los labios, sintiéndome algo débil. Abrí la boca para hablar, pero volví a cerrarla, mordiéndome el labio. Suspiré. Definitivamente, no entendía nada.

Sacudí la cabeza y alcé la vista a ella. ¿Espiarnos? ¿Por qué iba a querer espiarnos? ¿Por qué iba a querer nadie espiarme a mí? La miré un momento, seria. ¿A quién buscaba? ¿Lo habría encontrado? Tal vez ese alguien la había encontrado a ella y por eso estaba encerrada. Tragué saliva.

Solté uno de los barrotes que agarraba y, lentamente, coloqué la mano sobre la suya. La apreté suavemente, en un mínimo gesto de aprecio. Esbocé una sonrisa temblorosa, intentando no echarme a llorar.

-Entonces... ya está, ¿no? -pregunté con voz débil, no muy segura-. Ya... ya has acabado con eso. Todos cometemos errores. Yo sé que tú no tienes malas intenciones. Incluso si es cierto lo que dices. Tú eres muy hábil, puedes llegar muy lejos... Puedes ser una guerrera muy buena, Alehyss.

Me sentía un poco perdida. Como si me hubieran metido en un laberinto y tuviera que buscar la salida, pero con cada paso corriera el riesgo de perderme más. La miré, casi implorante.

No sé si sus palabras me dan aliento o me desaniman. Me siento como cuando Lyam venía manso a visitarme, sin echarme nada en cara, como si no hubiera jodido su vida.

-Me tienen cogida por los huevos... -murmuro, bajando la voz.

Yo no debo contar esto a nadie. Sin embargo, tenerla aquí, escuchándome, me calma de algún modo. Llevo tanto tiempo guardando tantas cosas que ahora, cuando todo parece perdido, resulta tan difícil de contener...

-Esto todavía no ha acabado. Hay algo que debo arreglar antes de librarme de este peso.

Cuando Jager viva... Ese será el momento en el que seré libre.

Apreté su mano con más fuerza, tratando de ponerme seria, de hacerme visible.

-Alehyss -llamé-. Escúchame. Tú misma lo estás diciendo. Cometiste un error que te ha traído aquí. Insistir solo hará más hondo el problema. Déjalo. Abandona y pide ayuda si no puedes terminar con ello tú sola, pero no sigas cargándolo. No va a ayudarte.

Ni siquiera tenía muy claro de qué le hablaba, pero... ¿Qué podía decirle? Había algo evidente, y era que no podía dedicarse a ir contra todo el mundo. Y menos aún a cara descubierta... La miraba fijamente a los ojos, tratando de transmitir algo, aunque no sabía muy bien qué. Fuerza, ánimos, calma... ¿Qué necesitaba?

-No quiero que te pase algo malo -declaré-. Eres una de las primeras personas que conocí al llegar aquí. Para mí eres importante, y no quiero que me des la espalda o desaparezcas. Tú me has ayudado mucho. ¿No puedo intentar ayudarte yo?

En cierto modo, aquello me daba miedo. Tanto por lo que supusiera en general como por lo que supusiera para Alehyss o para mí en concreto.

Cierro los ojos un instante, tratando de mantener la calma, de respirar hondo, aunque en cierto modo también es para tratar de evitar su mirada un momento. Me hace sentir como si la engañase, como si fuese una embaucadora jugando con una niña.
Al mismo tiempo... Parece tan fácil hacerle caso y dejarse llevar por sus palabras, que me eximen de tantas responsabilidades...

-Mis compañeros están encerrados en Ventus. En cuanto esto se descubra, si no se ha descubierto ya, la organización para la que trabajo... Trabajaba irá a por ellos y los matará. Tiene hombres en muchas partes y son poderosos. Aprovecharán cualquier descuido y acabarán con ellos. Yo tengo que evitarlo, pero desde aquí... -. Golpeo el barrote que tengo en frete con la mano libre-. Desde aquí no puedo.

Apreté los labios, pensativa. En Ventus. En Ventus estaba Allie... Aunque dudaba que ella pudiera hacer algo por los amigos de Alehyss. No tenía ni idea de a qué se dedicaba, pero no veía dónde estaba la relación entre muñecas de porcelana y prisioneros en peligro de muerte. De todas formas, lo intentaría.

-No sé si puedo hacer algo a ese respecto -murmuré-. Tengo un contacto en Ventus, pero no sé si tiene acceso a algo como eso. Trataré de contactarla, pero... -Sacudí la cabeza antes de volver a mirarla-. ¿Y qué hay de esa caeruleus? La que te ha encerrado aquí. ¿Crees que ella podría hacer algo? Yo puedo hacer un trato con ella. Creo que tengo algo que le interesa.

Alehyss parecía conocer mejor que yo a la supuesta damisela. Yo podía intentar ayudarla, pero necesitaba conocer mis posibilidades.

La miro, repentinamente sorprendida, aunque tratando de contener esa sensación en mi interior. ¿Ella? ¿Un contacto en Ventus? Pero en vez de preguntar la dejo hablar, y lo que dice a continuación me hace tener que apretar la mandíbula tanto para contener la sorpresa como para no sentirme mal.

-Ella dice que está trabajando en ello, pero no me cuenta nada, así que supongo que solo puedo esperar... -. Trago saliva, nerviosa, y la miro de reojo-. ¿Algo que le interesa? -inquiero, procurando sonar desinteresada, ignorante, extrañada...

¿Será la muñeca?

¿Y si gracias a la muñeca de Massen puedo salvarlos...?

Asentí lentamente, pensativa. Hablaría con Allie. No sabía a qué se dedicaba, pero ¿y si tenía que ver con la justicia de Ventus? Tal vez estuviera enterada de la situación de Alehyss, o tal vez conociera a alguien que pudiera ayudarnos. Eso suponía que tendría que ponerme a escribir ya, tanto a ella como al resto. Si lo pensaba bien, aunque no estuviera muy interesada en lo que me proponía, sí debía hacerlo si quería su colaboración.

Por otra parte, estaba la señora caeruleus. Si, como Alehyss decía, ella tenía poder pero no daba información, yo podía intentar conseguir esa información. Debía interrogar a Allie sobre las muñecas, ya que interesaban tanto a aquella mujer. Y necesitaba obtener la información cuanto antes. Cuanto más supiera de ellas, más ventaja tendría respecto a aquella señora y mejor me iría negociando con ella.

A la pregunta de Alehyss, hice un gesto, restándole importancia.

-Es una historia un poco larga, te la contaré en otro momento -repuse-. Ahora mismo es más importante lo otro. Voy a buscar a esa señora. Negociaré con ella. Puedo ofrecerle un buen trato y ella lo sabe. Espero que me escuche...

Sonreí a Alehyss para infundirle ánimos.

-Espero que sirva de algo.

Ver a Massen tan convencida de pronto me deja sin fuerzas. Por un momento he pensado que eso puede ser la solución, y al fin y al cabo Madame Desmarais estaría consiguiendo lo que quiere de la piscis sin que Massen se entere de que yo he colaborado... De hecho, no he colaborado en absoluto, más que contando mi historia. Pero por otra parte...

-Tratar con Madame Desmarais podría resultarte peligroso -murmuro, aunque no pretendo con ello impedir que lo haga, sino asegurarme de que tiene cuidado-. Si haces algún trato con ella asegúrate de que tienes todos los cabos y condiciones atados o acabará sacando algún vacío legal del que aprovecharse...

¿Qué será esa muñeca? Todo me resulta demasiado sospechoso, aunque si con ello consigo salvar a mis compañeros... Quizás...

Mierda, Alehyss... Solo estás cagándola más y más.

Asentí a sus palabras.

-Sí, no tiene pinta de ser de fiar -coincidí-. Tendré cuidado. Intentaré prepararlo todo lo mejor que pueda. Voy a conseguir información para no dar un paso en falso. No quiero empeorar las cosas...

Bajé la vista. Me daba de verdad miedo. Ella parecía poderosa; no olvidaba aquella sensación de ratoncillo acorralado que me había provocado.

-Tal vez necesite algo de información. Sobre tus compañeros y... eso -expliqué-. Y si hay algo más que pueda hacer... -La miré, interrogante.

¿Esto está bien? Meter a Massen en esto, darle información... A estas alturas no tengo mucho que perder... Ya estoy encerrada, al igual que ellos, pero pese a todo...

-Son un aether, Jager, una caeruleus, Analyn, y un piscis enorme, Kourt. No puedo contarte mucho sobre ellos, tanto por tu seguridad como por la suya.

La miro fijamente, serena. Si le contase demasiado estaría tirando piedras sobre mi tejado. Cuando menos sepa ella, mejor. Tampoco quiero utilizarla, es mi amiga, pero me resultaría muy desagradable que descubriese cosas que no son adecuadas. Y si la organización descubriese lo que ella está averiguando... Un cadáver más que se une al resto.

Traté de memorizar los nombres. Jager, Analyn, Kourt. Un grupo pintoresco, desde luego. Aunque aquel no era el momento de fijarse en cosas como esa.

-¿No sabes dónde están? Ventus es muy grande...

Callé. Si lo supiera, probablemente, ya habría hecho algo al respecto. Aunque no parecía que pudiera hacer mucho en su situación, pero... Lo más probable era que tuviera que averiguar eso yo misma.

Suspiré. Era tarde, y debía descansar si quería estar lúcida para hacer todo aquello que de pronto tenía pendiente.

-Creo que voy a irme ya -anuncié-. Hay mucho que hacer y... bueno, es tarde. Vendré a verte pronto, ¿vale? Y aguanta.

Traté de pasar los brazos a través de los barrotes para rodearla con ellos. Era un poco incómodo, pero dada su situación, dudaba que un abrazo la perjudicase lo más mínimo. Cuando la solté, la miré.

-Haré todo lo que pueda -prometí.

Y, con un gesto de despedida, me alejé en dirección a la habitación.

*Se va*

Finalmente anuncia su partida. Yo asiento con suavidad, evitando mirarla directamente a los ojos, y su abrazo me deja con un nudo en la garganta.

Volverá pronto. No sé si es buena idea, pero asiento.

-Buenas noches- respondo luego a su despedida, viéndola partir.

Cuando se va un chispazo recorre mi rostro. No debería meterla en esto, pero al mismo tiempo son órdenes. Puedo consolarme creyendo que Madame me lo ha ordenado y que no me queda otra opción.
Doy una patada a los barrotes. ¡Maldita sea!

En un momento dado mi mirada acaba en la celda de Bocanegra.

-¿Cómo estás hoy? -inquiero con tono monocorde, tratando de no sonar antipática.

Luego suspiro, camino hacia el otro lado de la celda y me siento contra la pared, cansada. Intentaré dormir también...

*se queda indefinidamente*

Hoy me han dejado salir un rato. Lo he aprovechado para estirar un poco las piernas y despejarme la cabeza. He trotado un poco, hecho estiramientos y algún ejercicio más. Nada importante. Luego me han dejado ducharme y cambiarme la ropa por una limpia.

Cuando vuelvo a prisión saludo a Bocanegra al pasar a su lado y me meten de nuevo en la celda. Espero que no me tengan aquí mucho más. Me resulta desesperante.

Madame Desmarais ha venido hoy a verme. Por la mañana. Por cómo hablaba, parecía que Massen todavía no había hablado con ella, aunque la caeruleus sería capaz de ocultarme cuaquier cosa sin dificultad.

*se queda indefinidamente*

Hoy ha venido Lyam a visitarme. Me ha traído un par de libros más, y le he agradecido que me trajese los anteriores de nuevo. Aquí encerrada la lectura es mejor compañía que la mente, que no deja de dar vueltas a las preocupaciones. Sin embargo, no pude devolverme la ropa que me ha dejado, puesto que los del servicio la tienen para lavarla. También tengo que hablar con Nille para darle su capa, aunque eso también puede esperar.

Hablamos un rato, aunque de nada en concreto. No me encuentro de muy buen humor últimamente. La apatía ya era común en mí antes, pero ahora...
No le digo nada de Massen, ni de Jager, ni de Madame Desmarais... Solo comparto con él banalidades que terminan convirtiéndose en un amago de conversación.

Cuando se va, me quedo sola de nuevo. Al menos tengo libros.

*se queda indefinidamente*

Tras dar algún que otro rodeo y haciendo enormes esfuerzos por mantener el equilibrio, llegué haciendo eses a las escaleras que bajaban a las mazmorras. Aquello me costó enormemente, pero al final conseguí mantenerme en pie hasta el antepenúltimo escalón. En cuanto a los tres últimos, los bajé rodando.

Aturdida y dolorida, me levanté como pude y avancé por el pasillo sin tener muy claro adónde iba. Pese a las dificultades, y sin saber muy bien cómo, al final conseguí mi objetivo. Me apoyé de golpe en la puerta de la celda, medio cayendo sobre ella, y miré al interior con la vista empañada.

-Tenemos que hablar -"murmuré" en un tono quizás demasiado alto.

Un estruendo me despierta. Parece que esté bajando las escaleras un karnikarsh cojo, o algo por el estilo. Si vienen a acabar con mi vida silenciosamente, no lo están haciendo nada bien.
Pese a todo, no me muevo. Continúo envuelta en una manta, expectante, silenciosa. Quizás no sea por mí y pueda enterarme de algo si no saben que ya estoy despierta.

Los segundos pasan, y entonces me encuentro con lo último que esperaba: una Massen Dew borracha con ciertos problemas para mantener un tono de interiores me observa desde el otro lado de los barrotes de mi celda. Enciendo los ojos mínimamente, incorporándome enseguida y aproximándome a ella, cautelosa.

-Por Mithos... -murmuro, nada más llegar a su altura-. Apestas... ¿Qué estabas haciendo que incluyese la intoxicación?

La observo, extrañada. No esperaba algo así en la piscis. Siempre me ha parecido una joven demasiado responsable como para hacer este tipo de cosas, aunque supongo que todo joven comete sus locuras. Estoy aquí encerrada por algo, al fin y al cabo...

De pronto, empecé a sentirme mal. Muy mal. Después de todo, estaba muy sola. Nagore no aparecía, la vieja caeruleus me agobiaba y Alehyss estaba allí metida, de forma que no podía hablar con ella. Y tampoco podía hablar con Follow, porque no había terminado mi parte del ritual.

Alcé la vista con ojos llorosos, mirando a la chrysos desesperada. Metí una mano por entre los barrotes, hacia ella.

-¿Cuándo vas a volver conmigo? -pregunté con voz lastimera.

Estaba cansada de no verla por ahí, como antes. No era lo mismo si ella estaba allí abajo.

La contemplo extrañada, arrugando el ceño. Sigo sin saber qué hace borracha a estas horas, aunque no sabría decir a ciencia cierta qué hora es. Sé que es tarde, pero desde aquí todo eso se hace más complicado y menos importante.
Eso es lo de menos en este momento...

Sus palabras me hacen suspirar, aunque siento cierta calidez y termino esbozando una pequeña sonrisa. Los borrachos, según dicen, nunca mienten. Y en mi situación, por mucho que quiera hacerme la dura, me reconforta escuchar cosas como esas. La mera compañía, incluso, es mucho más valiosa aquí abajo.

-No deseo otra cosa que salir de aquí... -murmuro, alargando una mano fuera de la celda y acariciando con ella el cabello grisáceo de la piscis-. ¿Qué ha pasado?

La observo con los ojos brillantes, esperando captar algo más que lágrimas en su mirada. Por algún motivo, aunque reconfortada, me siento más atrapada en esta celda.

Cerré los ojos al contacto, suspirando con tristeza. Si al menos pudiera darle un abrazo... Pero, dada la situación, ni siquiera eso era fácil. Me mordí el labio, abatida.

-Perdón -murmuré, con voz temblorosa-. Es que me había olvidado. Como estabas aquí... Pero Rick Dehnel me habló de las viudas y entonces me acordé. Rick Dehnel me dijo cosas que no entiendo, y ahora tengo más miedo que antes.

Ya era difícil en sí mismo, pero parecía que el mundo estuviera dispuesto a complicármelo todavía más. Follow y los hijos, y las muñecas, y los amigos de Frikka, y Allie, y todo. Suspiré de nuevo, melancólica.

-Yo no quiero que me manden a un convento...

Al oír ese nombre, "Rick Dehnel", no puedo evitar poner los ojos en blanco. Desde el rescate de Silvanus no había sabido mucho del flamma, y antes de él tampoco habíamos tenido mucho contacto, por suerte, pero parece que él sigue utilizando su tiempo libre para hacer cosas descerebradas. Supongo que es lo más normal, tratándose de él. Pero no me resulta nada agradable.

-A ver -comienzo, algo malhumorada. Incluso aquí encerrada puede amargarme la noche ese estúpido-. ¿Qué te ha dicho ese necio?

Suspiro, agotada. ¿Convento? A saber qué le ha soltado a la pobre... Y eso sigue sin explicar por qué esta borracha, aunque creo que puedo hacerme alguna que otra idea...

Como si no tuviese ya bastantes problemas en los que pensar...

Tragué saliva y carraspeé, afligida.

-Rick Dehnel dice que si no hago... bueno... eso -alcé las cejas, tratando de hacer mi gesto suficientemente explícito- con alguien experimentado, me meterán en un convento. Y yo no quiero ir a un convento... ni tener hijos... -De nuevo, tenía los ojos llorosos-. Pero si Follow se entera ya no va a querer estar conmigo.

Sorbí, triste, y me froté un ojo. Seguro que había alguna forma...

-Yo quería que tú me ayudaras -expliqué-. Tú siempre me ayudas más que nadie. Más que Nagore o que cualquiera de casa. Si estás conmigo sé que todo va bien. Pero como ahora no estás, tengo que buscar otra forma, y no la encuentro, y todo el mundo está lejos y tengo que escapar de Follow -. Sorbí. De pronto, recordé algo-. Cuando vuelvas arriba, te presentaré a Njorthrbiartr.

Era curioso cómo, de pronto, me parecía tan fácil recordar su nombre. ¿Cómo podía haber pensado que era difícil?