Mazmorras

He estado haciéndome un par de Fuuchis ahora que ya no me siento como un muñeco de trapo que vaya a desmembrarse en cualquier momento y mi conclusión es que, aunque alivia un poco, el hechizo es una mierda para cerrar heridas. De todas formas sienta mejor que no hacer nada.

Como siempre ignoro los pasos que escucho por aquí abajo, no me incorporo hasta que escucho a Cierzo hablarme. Me quedo sentado y muevo ligeramente los hombros, advirtiendo a mi espalda de que toca moverse. Entonces me pongo en pie y camino hacia él, hoy viene cargado.

—Buenas. Por lo menos me dejan dormir tranquilo —Comento con una sonrisa entretenida. Al llegar junto a los barrotes, tomo asiento, cruzando las piernas. Miro entonces lo que ha traído y asiento con satisfacción.

—Hum... Así uno no puede reeducarse. Más que una mazmorra hacéis que parezca una habitación de lujo —Bromeo echando mano de algo de queso y chorizo para disfrutar de la merienda. La dieta de recluso es un asco. Yo tengo hambre entre el desayuno y la comida, la comida y la cena y la cena y el desayuno. Echo la mano también a la cerveza que me trae, abriéndola.

—Ayer bajó la enana a traerme una cerveza —Le comento, dando un trago a la botella. Me paso el dorso de la mano por la boca. Necesito afeitarme. —Pensé que venía a romperme la cabeza con eso del bien y el mal, pero al final ni me habló ni quiso escucharme así que no sé a qué vino con esa cara de amargada —Le cuento sin mucha importancia. Como un poco más. —Que, bueno, tampoco digo que no quiera verla delante, pero vamos... —Añado con la boca llena.

Miro el pan con cierta ilusión y cojo un trozo para hacer un bocadillo con el jamón. El pan no lo echo de menos por aquí abajo, pero acompañar el embutido con algo de contundencia no es mala idea. Hago un gesto con la mano, quitándole importancia.

—No tengo queja alguna con que me malcríes. Es tu obligación —Añado, resuelto, disfrutando del improvisado picnic bajo tierra.

Me encojo de hombros con su aporte respecto a Frikka. ¿Bastante bien se lo está tomando? Bebo algo más de cerveza para empujar la comida que tengo en la boca.

—¿Te ha estado rompiendo mucho la cabeza? Me cabrea que se coma tanto el tarro —Comento con una mueca momentánea. Sonrío entretenido cuando me hace pensar en el viaje. Parezco un puñetero enano que espera un viaje con su clase, pero no puedo evitarlo.

—De ti no me canso fácilmente, pero ya que hablas de compañías, ¿cómo va la cosa por ahí arriba? —Cierzo y su rechazo al mundo no son los mejores informadores de Brontë, pero algo me dirá.

Alzo las cejas cuando menciona lo del respeto. Claro, señor cara de roca cabreada.

—De ti no espera nada concreto —Replico, bebiendo de nuevo. —¿Qué le ha pillado de golpe? ¿Que es una simple mortal? —Comento, irónico, con cierta molestia. Me esperaba algo más de ella, algo más de sangre fría. Ahora siento agobio. Como un poco más. Prefiero no pensar en ello.

—Si es que soy la salsa de este muermo de sitio —Bromeo, sonriendo de medio lado. Me reacomodo un momento y siento un momentáneo pico en el hombro que me hace mover un poco el cuello con molestia. Hago una tentativa de encogerme de hombros, sin moverme demasiado.

—El líder Darvenwish dijo que no estaría demasiado por culpa del tatuaje. Para poder largarme y eso. La verdad es que parecía invitarme a no demorarme mucho —Añado con una media sonrisa algo tirante. Bebo un momento, recogiendo una de las rodillas hacia a mí para apoyar en ella el brazo izqueirdo con la cerveza.

—¿Sabes cómo está Dehnel? —Acao preguntando, más serio. Ni siquiera tengo claro qué le hice al final. Sé que se movió y me agarró, pero no sé dónde terminó mi espada.

Hago un mohín con cierta indiferencia para dar el tema por zanjado. No me apetece estar hablando con Cierzo de ese tipo de cosas. Me hago otro montadito.

Dejo salir el aire por la nariz mientras mastico, escuchando su respuesta. Ya, Cierzo tampoco es el mejor del mundo para lo que tenga que ver con Dehnel. Al final habría sido mejor que hubiese atacado a otro. Al negrito, por ejemplo. No, que va, no me habría quedado a gusto.

—Eres un mensajero un poco inútil, ¿eh? —Comento, sarcástico, mientras sigo comiendo y bebiendo con calma. Una vez que apenas quedan un par de lonchas en la bandeja y me siento satisfecho, doy un último trago a la cerveza y me muevo un poco hacia los barrotes, para poder apoyar la cabeza de medio lado.

—Esto es aburrido. Todavía tenemos pendiente eso de irnos de fiesta al pueblo. Aunque ahora te pondrás serio y dirás "Pues lo veo un poco justo, ya habrá tiempo para meh meh meh meh" —Comento, imitando su voz tosca y luego acabar sonriendo un poco.

Asiento conforme.

—Me vale con tu investigación dé algo de lo que hablar, no te preocupes. Como si en vez de Dehnel me cuentas que el novio de Lester ha estado llorando en un armario —Indico, entretenido, extendiendo la mano para coger la nueva cerveza. La abro. Ya no por sed, sino por pasar el rato. Reírme de la gente me vendrá bien para quitarme esta sensación de asfixia aquí dentro.

Amplío la sonrisa un momento, bebiendo de la botella y dejándomela colgando en la boca un momento.

—Oh, perdona, es que de tanto ver tu cara de kraken se me olvida que te va la marcha —Bromeo, soplando dentro de la botella. Miro un momento hacia el techo, sin separar la cabeza del metal.

—Ni lo dudes un segundo. Eso de la búsqueda hasta las seis de la tarde. Después hay demasiada cerveza que probar en el mundo de Mithos. ¿Para que te llevo conmigo si no? —Comento, haciendo un gesto con la botella hacia los barrotes, sacándola un poco para chocarla con la suya. Luego vuelvo a beber. —No va a haber furcia que no ponga a cuatro patas —Añado, áspero.

Lo miro con un gesto entre indignación y sorpresa que luego pasa a cara de cachorro desquerido. Apoyo la botella y agarro uno de los barrotes.

—Háblame de ti, Cierzo, siempre es mejor que cualquier tontería de arriba. Pero es que eres un seco y nunca me cuentas más que lo bruja que es tu madre. ¿No tienes algún tío majo? O algo que hicieras de pequeño. ¿Tenías amigos de pequeño o ya eras un gruñón y los espantabas? —Pregunto interesado. Eso sí sería un buen filón. Suelto la barra para volver a la botella.

Alzo las cejas, ahora algo escéptico. Bebo.

—Siento haberte tenido abandonado, pensé que necesitabas menos cuidados que una señorita. De todas formas, ahora me tienes todo para ti. ¿Qué más fiesta quieres? —Bromeo, guiñándole un ojo.

No evito una risa ronca a su comentario. Es maravilloso porque si lo dijese cualquier otra persona sería un reroche. De todos modos, bajo la botella un momento, como si se produjese un paréntesis en el hilo de la conversación.

—A ver, a ver. Aquí la cuestión es Dehnel, no la chica. Si hubiese estado tirándose a otro tipo... a ti, por ejemplo, me habría dado lo mismo —Aclaro. —Además, pensaba clavarlo un poquito... Si Frikka no llega a gritar, no habría sido ni la mitad. Que, por cierto, ¿qué coño hacía Frikka ahí mirando? —Me entra la risa por un momento. No me había percatado de ese detalle. Menuda salida... Vuelvo a beber y me quedo en silencio un momento. Chasqueo la lengua con frustración y me llevo la cerveza a la frente.

—Follaba tan bien, Cierzo... —Concluyo, con tono de lamento dramático.

Escucho su discurso. Así que rodeado de niñas, ¿ah? Sí, las niñas ricas son demasiado bobas como para soportarlas más de diez minutos.

—¿Eras demasiado blandito para los niños? —Bromeo, picajoso, llevándome la botella a la boca de nuevo. Suelto un sonido ahogado desde la garganta cuando tengo la boca llena de líquido, como reproche a sus siguientes palabras.

—Perdona, encanto, siempre te quejas por lo mismo y sabes que eres el primero en mi corazón —Le comento, llevándome las manos sobre el pecho haciendo forma de corazón con los dedos. Recuerdo que no vi cosa más vomitivamente cursi cuando me lo hizo aquella chica de Cabo Garndod.

Asiento con entusiasmo a lo que dice Cierzo. Si, sí, ¡SÍ! Es todo verdad y por eso es desesperante.

—Ya, ya, ya lo sé, hombre —Reprocho, moviendo la mano con incordio —Es un inútil y un ceporro y le faltan tres Dehnel más para hacer medio cerebro de persona y esa es una de las cosas por las que me saca de quicio el hecho de que me moleste tanto. No sé, es insufrible. Siempre está de por medio. Últimamente no hacía más que mirarme como si estuviese a la altura de retarme. Pero bueno, ahora que me he descargado, ya me da un poco igual. Lo pinchas y sangra como todos. Supongo que eso me ha dejado tranquilo —Añado, con una media sonrisa algo sarnosa. Bebo una vez más. —Míralo así: éramos dos machos y muy poco territorio. Consiguió que me sintiese amenazado, ¿te lo puedes creer? Al final sí que va a ser verdad eso de que soy idiota —Comento, reflexivo, volviendo a beber. Ahora da igual porque ya ha pasado.

Asiento a su mención. Hum... Lea y Cierzo... Así tendría la boca ocupada para no protestar por los chispazos.

Juego a colocar las botellas vacías juntas o separadas mientras Cierzo me sigue contando de su juventud de noble alado. Llegado un momento las junto en el aire y las muevo como si se morreasen. Lugo decido que es mejor prestar atención a Ceirzo.

—Pensaba que ya no quedaban estirados por ahí arriba. Ahora que son todos tan campechanos y tan de "amamos al prógimo y nos cuidamos como iguales" y esas mariconadas todas. De todas formas, eso de que te metiesen a chavalas hasta en la sopa y no te interesase ninguna suena un tanto sospechoso~ —Bromeo con una risilla. Aprovechando el momento, recorro el suelo con dos dedos, como si fuesen piernecitas, y subo por su pierna haste llegar a su muslo y estar a la altura para alcazar otra cerveza de la caja.

—Será que me haces poco caso —Reprocho, abriendo la nueva botella.

Cuando da su veredicto, yo me llevo la diestra a la frente, en un saludo militar mientras doy un largo trago sin dejar de mirarle a la cara.

—Sí, mi capitán. Te haré caso, por ser tú. Que luego no te dejan jugar conmigo por ser problemático —Bromeo.

Se excusa con lo de las niñas. Lo entiendo en parte. Yo me peleaba con todo el mundo así que luego las niñas no querían acercarse, pero tenía una hermana que se encargaba de hacer que las odiase más. Suspiro con resignación tras un nuevo trago.

—Mithos fue sabio al no darme cuna noble —Comento, concienciado de mis palabras.

Estoy bebiendo de nuevo cuando hace su pregunta. Siempre llega un momento en el que tiene que venir una de estas y ya me estaba tardando. Lo miro con picardía un momento. La cerveza ya baja sola.

—¿Quieres sinceramente que te responda a esa pregunta? —Pregunto imitando su tono, pero mucho más jocoso, riéndome de por medio mientras voy asintiendo con la cabeza a cada palabra que digo para luego reír un poco más.

Me pilla a medio beber cuando me dice, con toda serenidad, que hable y me atraganto un momento. Tras carraspear me siento hasta ligeramente avergonzado.

—¿Qué? —¿Dónde está la broma de rigor? Ese tira y afloja que le quita hierro al asunto. Una tú, una yo, ya sabes... No me esperaba que pidiese una respuesta así tan seguro y me sale una risilla como la de antes, las que salen cuando estás más contento que de costumbre. Apoyo los dientes en la boquilla de la botella un momento.

—¡No! —Respondo, casi dando un respingo mientras sonrío un poco más. Luego doy otro trago largo a la botella. —Sería un desperdicio —Añado, soltando otra risa.

En cuanto lo miro acercarse cambio la sonrisa por un gesto de desconcierto, incluso alejándome ligeramente al principio, separando por fin la frente de los barrotes. Luego recupero algo de terreno, pero no todo el anterior. Al final no puedo contener mucho más rato la risa y la suelto primero en forma de resoplido.

—¿Y qué quieres que haga? Esas cosas surgen en los mejores momentos... —Consigo decir, haciendo hincapié en la palabra "surgen", por ser más o menos donde el tono me coincide sobre la mitad de la frase, más que nada. Entonces me doy un golpe don la frente en los barrotes y apriento los ojos.

—Ouch... Aunque, ya sabes... la vida es corta y... —Divago hasta que me viene un eructo húmedo que reprimo en la garganta. Luego bebo para que baje mejor.

Trago la cerveza que me queda en la boca sin dejar de prestar atención a su expresión y, cuando se aparta, me quedo igualmente mirándolo, como un cachorro abandonado. Acabo encajando la cara entre las barras, hinchando un poco los carrillos, imitando a un pez globo. Miro como coge otra de las cervezas.

Al escuchar su resignación siento un cosquilleo un poco más interno de lo que me habría imaginado. Frunzo el ceño con capricho.

—Eres tú que te rindes rápido —Le digo de morros.

La idea de tenerlo de nuevo cerca dejó de parecer tan buena y graciosa cuando lo veo volver, muy tranquilo. No evito volver a tragar nuevamente. En algún momento ese tono de "rubia" dejó de sonar como siempre y había empezado a sonar más tentador. Cuando pregunta ya ni siquiera sé qué tengo que contar. Pero no me salvo, lo recuerdo rápido. El concepto al menos.

—Eh... hum... —Miro a los lados un momento, algo desorientado. De pronto estoy muy nervioso, sintiendo una enorme presión por su parte. Acabo bajando la vista, riendo de nuevo, de medio lado, con cierta tirantez. Respiro como con más amplitud. Llego mi zurda al cuello de su camisa, retorciéndolo un poco al agarrarlo desde abajo con la fuerza jsuta para generarle cierta tensión, pero no atraerlo demasiado a mayores.

—Eres un amigo cojonudo, pero un poco cabrón también —Acabo por decirle con el tono algo rendido, mirando desde abajo.