Mazmorras

No me gusta esta zona del palacio porque no hay salidas que utilizar en caso de huída. Sin embargo, el silencio y la oscuridad, junto con la gran cantidad de lugares a los que agarrarse la convierten en un buen lugar de entrenamiento.

Subo por los barrotes de las celdas, saltando de una a otra y llegando a veces hasta el techo para buscar zonas de las que colgarme.

Acabo enganchado de una piedra gruesa con hendiduras suficientes para asegurar bien las manos y me quedo ahí colgando. De vez en cuando me balanceo o me vueno en círculos, con los pies muy juntos y apuntando al suelo. Es agradable.

Escucho la voz de la caeruleus pequeña y miro abajo, distinguiéndola entre la poca luz que toda´via se cuela aquí dentro. Dejo de moverme y que quedo sólo colgando. Niego con la cabeza.
Me doy impulso con las piernas y me suelto dando una boletereta que me permita caer encuclillado frente a ella. Me pongo recto.

—Nadie me manda, Njorthrbiartr. Cuelgo de la roca. Es agradable —Le digo, informando de qué hago y por qué lo hago, como suelen hacer ellos. Miro a mi alrededor.

—¿Buscas comida, Njorthrbiartr? —Pregunto. La última vez que nos vimos hacía mucho hincapié en la comida.

Su respuesta me parece extraña. No dudo demasiado en preguntar porque habla mucho.

—¿Por qué te sientas ahí si no te gusta? ¿Qué es agradable para ambos? —No sé a qué se refiere con algo que nos guste a los dos. Me gusta entrenar y escalar. Ella estaba subida a una rama aquella vez. —Podemos trepar árboles —Le digo.

Asiento cuando dice que ha comido y presto atención cuando menciona su destino. Así que eso buscaba. Niego con la cabeza.

—Si no haces nada, no lo encontrarás, Njorthrbiartr. Si eliges quedarte quieta, el destino sólo se alejará de ti y es peligroso para ti porque la muerte te acechará todavía más —Le aclaro.

Llevo una mano a la cara cuando ella lo hace al preguntar por mi máscara. Vuelvo a negar.

—Me ayudaste. No es necesaria con Njorthrbiartr —Le respondo.

Frunzo el ceño al escucharla. Viene a torturarse. ¿Qué beneficio saca de algo como eso? Niego con la cabeza.

—Los nombrados hacéis muchas cosas que no tienen sentido —Aclaro. Luego asiento cuando acepta mi propuesta, aunque no se mueve para ir hacia un árbol.

Cuando pregunta por su ayuda, asiento de nuevo.

—Llevé manzanas a Massen Dew y le agradó. También la abracé para ser más acogedor y ella se puso mejor —Le explico, en referencia a los consejos que había dado. —Así pude volver a regar a Massen Dew para que tenga mis hijos —Resultaban consejos útiles.

La caeruleus empieza a reírse con fuerza y mesorprendo de nuevo.

—Vosotros decíis todo el tiempo cosas innecesarias sobre lo que hacéis. ¿Qué problema hay? —Pregunto con extrañeza y, en parte, con algo de incomodidad. No entiendo por qué lo que yo le digo no resulta adecuado, pero sí lo que otros dicen cuando repito sus acciones.

Cuando pone en duda mi aprendizaje, frunzo el ceño.

—En mi tribu, el cortejo es sencillo. No hacen falta palabras, no hace falta descifrar extraños códigos de palabras. Mi forma de cortejo es correcta, pero aquí hacéis cosas innecesarias e imcomprensibles. Siempre actuáis al contrario de lo que es realmente. Como esa chrysoso que sonríe cuando se irrita o tú, sentándoteen silencio cuando lo que buscas es hacer algo —Replico, irritado con estas costumbres contradictorias.

Cuando menciona a las mujeres, comprendo. Así que son cosas de hembras. Se dicen las cosas que haces, pero no las que haces con las mujeres. Comprendo. Lo que no entiendo es por qué se dicen las demás cosas entonces.

"Nos apareamos en secreto" Eso es un buen dato. Lo tendré en cuenta. Seguramente por eso Massen Dew estaba tan nerviosa cuando estábamos en lugares donde la gente podía pasar en cualquier momento. Asiento, tomando nota.

Vuelvo a fruncir el ceño cuando niega que pierdan el tiempo en cosas que pueden evitarse. Entonces explica su función. Sus palabras tienen máscara. Entonces es como yo lo había entendido.

—¿Y cómo os entendéis entonces? Cómo se puede saber cuál es la verdad? —Pregunto, muy intrigado. Había pensado que todo lo que hacían era al contrario, pero parece que es más complicado que eso.

Frunzo el ceño cada vez más a medida que habla. La forma de hablar, la relación con la persona, la personalidad, la expresión... Enumero en mi cabeza a medida que habla, aunque no me da tiempo a enumerar mucho porque habla rápido. No sé a qué se refiere con todas esas cosas, sólo puedo pensar a que lo que nos enseñan en la tribu es todo lo contrario. Ser impasibles ante todo nos hace fuertes. Aunque este tipo de código, no es fuerte, pero sí parece estratégico. Una forma de compensar la debilidad.

Cuando pregunta me quedo callado. Un tiempo. Luego niego.

—No comprendo la mayoría de esas cosas. Pero os observaré hasta comprender vuestra máscara —Explico, indiferente. Una de ellos no puede comprender mis acciones así como yo no comprendo las suyas. No podrá explicarme mucho más.

—De nuevo has sido de ayuda, Njorthrbiartr. Te buscaré en otras ocasiones —Acabo diciéndole. Entonces miro a los lados y acabo por saltar a una de las celdas, trapando entre los barrotes. Al final acabo encaramándome a las piedras del techo para irme. A los pocos metros salto al suelo y me voy corriendo, con el cuerpo echado hacia adelante y las manos retrasadas.

Ni si quiera me da tiempo a reaccionar. No pensaba hacer nada pero al menos quería despedirme y pedirle disculpas a Heylel. El desaparecer y aparecer en otro lugar me habría fascinado más de no ser las mazmorras el lugar de destino. La dichosa mujer me había agarrado con mucha fuerza; unos grilletes no lo podrían haber hecho mejor.

Escuché todo lo que me dijo con la mirada clavada en el suelo, no sabía lo que era capaz de hacer pero parecía muy enfadada y no quería descubrirlo. Si está tan cabreada es que es realmente serio, no es un crimen normal. Aunque no tenía motivos para preocuparme no podía evitar estar nervioso.

Al rato llegó un tipo joven con las orejas puntiagudas y me pasó comida, sólo entonces reaccioné. Llevaba casi dos días sin comer y con el dolor y el cansancio ni me había acordado de lo hambriento que estaba. Me siento en el suelo, total, mi ropa está ya destrozada, y procuro frenarme para aprovechar al máximo la comida. Tampoco sé si me darán más.

-Al parecer me acusan de asesinato.-Respondo desde una esquina sin apartar la vista de la comida. Comiendo con las manos, en fin.-Siento tener que presentarme en este estado pero no me han dado otra opción. Soy Adain F. Stoke, es un placer conocerle, Alexander.-Este será un sirviente que le ha tocado pringar aquí. Al menos no me dará mucho la murga con preguntas.

Parece que lo de los asesinatos es algo que todo el mundo conoce.

-Si sabes de qué me acusan podrías contarme algo, creo recordar que es un derecho que tengo.-Miro la mano de cobre brillando en la oscuridad de la mazmorra.-¿Si tan malo fue lo que hiciste cómo es que sólo te cortaron la mano? Para ser un sirviente has tenido suerte, al menos saliste con la cabeza en los hombros y en cima te dieron esa cosa.

Me pongo en pie y me sacudo el polvo, aunque entre el cuello de la camisa roto y los mil rasgones de la caída apenas se nota la diferencia. Espero que al menos a mi equipaje lo hayan tratado bien...

Así que dos mujeres muertas, repaso mentalmente mientas escucho todo lo que me dice el sirviente...Bueno, al parecer es noble... En cualquier caso el asunto es serio y cuanto más sé más me preocupo. Estoy metido en un lío de cojones.

La escena cambia rápido y yo sólo puedo observar. La mujer que ha aparecido de golpe, cosa que debe de ser común en este castillo, y parece saber muy bien lo que se hace. En un momento hace desaparecer al supuesto noble. Al menos me ahorro disculparme por haberle llamado sirviente, aunque menudos modales para ser de alta cuna. Cuando se gira hacia mí casi parece que me sonríe pero su sonrisa se desvanece rápidamente. Y bueno, el resto de su cuerpo también. ¿Cómo demonios lo ha...? Cuando oigo una voz a mi lado siento una presión en el pecho, está en la celda conmigo. La última vez que alguien apareció y desapareció acabé preso; no sé qué más me puede pasar. Cuando la escucho me tenso. Parece dulce pero no debo fiarme, me acusan de asesinato y esto puede perfectamente ser un truco.

"Tesoro", "querido"... Joder, me parece rara tanta amabilidad. Me giro hacia ella y me dispongo a decir algo cuando se desvanece de nuevo. Cuando la voz me llega esta vez de mi espalda la sangre se me congela en las venas. Al posar la mano en mi ala herida mi grado de nerviosismo es máximo con todos los músculos en tensión. Me quedo todo lo firme que me permiten los nervios y aprieto los puños. Me va a arrancar el ala para que confiese...Y eso va a ser sólo el principio. Cuando decida que no soy culpable seré sólo una masa de sangre y plumas. Si han mandado a esta y no a la tía de 2 metros es que esta es peor. Aunque por cómo era y cómo hablaba no lo parecía. Noto un chispazo en el ala y pienso que es el fin, pero al momento el dolor del ala cesa y sólo siento su mano.

Ya no me duele... Ha dicho que era una anfitriona, igual era cierto. La oigo hablarme y un escalofrío me recorre la columna. Intento por segunda vez girarme para mirarla a la cara pero para sorpresa de mi pobre y tenso corazón aparece de golpe frente a mí. Muy muy cerca de mí, como si siempre hubiera estado ahí. Si no dejo de morderme el labio acabaré arrancándomelo, pero me veo incapaz de relajar la mandíbula. Casi parece que brilla. Me tomo un par de segundos para controlar la respiración y bajo la mirada al suelo. Apenas muevo los labios.

-S-Soy Adain Stoke...-Vuelvo a cerrar la boca como si no tuviera. No me atrevo a decir nada más, después de todo, el veneno también puede parecer dulce.