Enfermería

Yo sentía como Cero me empujaba. Sabía que me estaba llevando a la enfermería. Yo quería ayudarle, pero estaba tan helado, que asta me costaba coger aire.
Me dejó en la enfermería, donde un enfermero apareció y me quedé a su cargo.
Cero entró también, muy nervioso.

Entramos en la enfermería -yo llevando a Silvanus- y el enfermero me ayudó a colocar al piscis sobre una de las camillas.

- Por favor, ayúdale - ordené al enferemero, más tranquilo ahora que ya estaba a salvo.

Tras ver que Silvanus ya estaba en buenas manos le miré a los ojos y le acaricié una de sus mejillas.

- Vendré después a ver como estás - susurré tratando de no poner nerviosos a ninguno de los dos -él y yo-.

Tras dudar un momento, me dirigí hacia la puerta, abandonando la enfermería.

*Se va*

Entre los dos me tumban en una confortable camilla, pero aún temblaba de frío. Entonces Cero se acercó a mí y acarició una de mis mejillas mientras me veía tiernamente a los ojos.
Su suave y cálida caricia fue lo más reconfortante que nadie me pudo haber dado.
Le devolví un amago de sonrisa cansada, mientras cerraba los ojos muy despacio.
Entonces el Cero se marchó, dejándome con el enfermero.
Con los ojos cerrados, dije muy bajito mi nombre:
-SIlvanus Kettleburn- susurré, entonces me acordé: Heylel quería verme para algo importante... y el no sabe que yo estoy aqui...- Necesito... hablar... Heylel...

El enfermer estaba boquiabierto:
-Pero que? ¿que te ha pasado? - dijo mientras examinaba mi cuerpo, entonces encontró el corte de mi muñeca y me vio fijamente a los ojos...- ¿Sabes niño? quitarse la vida no es muy agradable, y esta manera es una de las peores,- dijo muy serio, mientras me penetraba con su mirada.
-Veamos... hipotermia... corte superficial en la muñeca izquierda... - el enfermero me vendó fuertemente la herida y me secó con una toalla muy suavemente. Luego me tapó conj una manta y me dio un tónico caliente para recuperar rápido el calor de mi cuerpo.

-Ahora descansa, voy a hacer unos recados y ya vuelvo. QUE NI SE TE OCURRA MOVERTE... no vas a hablar con ese tal Hailin, o como leches se llame, vale? ahora necesitas descansar - dijo amenazante.
Lo que el no sabia es que no quería ni tenía ganas de moverme de debajo de todas aquellas mantas.

FDR: tengo el permiso para rolear con el enfermero. Es una causa de fuerza mayor.

Un escándalo se formó en el castillo, y pude llegar a ver como alguien arrastraba a un herido a la enfermería, a pesar de que no pude diferenciar a nadie. Decidí entrar en la enfermería.

Justo el enfermero estaba abandonando la habitación cuando yo entré. Sobre una de las camillas estaba el polémico piscis Silvanus Kettleburn, el cual se había marchado ayer llorando por la confesión de la boda de Aren y mía.

Dios mío, estaba muy loco de amor.

- ¿Qué te ha pasado? - Pregunté fingiendo preocupación mientras caminaba lentamente hacia la camilla.

Ví como entraba Cynara en la enfermería... parecía muy preocupada por mí... si era así, la tacharía de hipócrita, ya que ayer me hizo el mayor daño que jamás podria haber recibido.

Simplemente giré la cabeza hacia el lado opuesto a su cara. Lentamente, por supuesto. No era un símbolo de desprecio... simplemente no quería verle la cara.
-Nada.- dije secamente, mientras todo mi cuerpo se giraba también hacia el lado opuesto a cynara y se hacía un ovillo.

Vi como se giraba para evitarme, ¿estaba cabreado conmigo?

- Te lo has hechos tú, ¿verdad? - pregunté, sabía que había sido él, pero no debía parecerlo si quería tratar del mejor modo con él.

Bajé la vista, tratando de parecer lo más expresiva y sentida.

- Silvanus... - No pude decir nada más, mis palabras probablemente ayudarían a que las suyas saliesen.

Callé durante unos segundos...
-Si... me lo hice yo, ¿vale?- entonces solté un respingo y empecé a llorar en silencio.
Tristán entró entonces por la puerta de la enfermería. Se había quedado en la mochila en el baño. Quizás se despertó y como no me encontró, salió a buscarme.
entonces voló hasta mi cabeza y bufó a Cynara malhumorado.
Me giré entonces para cogerlo, y ya que estaba, me recosté en el cabecero de la cama.
-Tranquilo... trnaquilo, yo estoy aqui... - el dragón se tranquilizó, pero se quedó viendo a Cynara fijamente con cara de mala leche entre mis sábanas...
-Perdónale... es que es muy protector, ¿sabes? igual cree que esto me lo has hecho tu... y no está muy desencaminado- dije secamente, mientras veía mi nuevo vendaje.

Un dragón apareció de la nada y comenzó a bufarme, a lo cual respondí tapándome la boca con el tessen. Después, un último comentario de Silvanus me crispó ligeramente.

- ¿Insinúas que parte de la culpa es mía? - Pregunté fingiendo que no sabía nada.

Lo miré de reojo, estaba húmedo. Cerré mi abanico con cuchillos -el tessen- y lo giré ciento ochenta grados sobre mi mano.

- ¿Te has herido por mí? - Interrogué sarcástica, supuestamente yo no sabía nada.

- No, tu no eres la culpable, simplemente fuiste el desencadenante... entonces izo una pregunta bastante graciosa.
-¿por ti? ¿yo? ¡Si no te conozco de nada! dije entre risas- no, esto lo hice por Aren- mi semblante se volvió serio otra vez. ¿sabes? es muy bueno, aunque es un poco brusco conmigo porque me quiere enseñar disciplina, educación, respeto y todas esas cosas... para mí es como una especie de tutor o algo así... un tutor del que me puedo sentir orgulloso. - la vi a los ojos fijamente- pero me dolió mucho que no me dijera nada sobre su boda, ¿sabes? yo le conté toda mi vida... y yo no sabía si quiera si estaba casado o soltero... A veces es muy cruel... pero yo se que me quiere, porque el es la cosa que más quiero en este mundo... y no me creo que de todo el amor que le doy, no hubiese llegado nada a su corazón...
Calle y bajé la vista.

-Es muy guapo, ¿sabes?... y la primera vez que me vio me acarició de una forma casi paternal... una persona no hace eso si no siente nada por ti...

Al terminar de escuchar las palabras de Silvanus no pude evitar soltar unas risitas, sentía lástima por él.

- Verás... Silvanus - comenté con tono insinuante -. Lo siento mucho.

Di una vuelta al rededor de la camilla, menos por la zona de la pared.

No me apetecía decirle que Aren eran mío, porque sino tendría que soportarlo a él, y quizás no fuese bueno ni para mí ni para el jefe caeruleus.

- Si no quieres meterte en problemas, te recomiendo que lo dejes en paz, ¿vale? - Sugerí con un tono más atrevido -. Verás... El es un jefe, y tú un miembro... un tanto... especial...

Me acerqué un poco a él, si no se lo decía yo, se lo acabaría diciendo Aren, y eso sería más doloroso aún.

- Aren me quiere a mí - añadí definitivamente.

Me volví a meter en cama asta el cuello y le volví a dar la espalda. No quería que me viese llorar... Dí un respingo y las lágrimas rodaron por mis mejilas. me dolían los ojos de llorar...
-Lárgate... déjame solo... quiero dormir. Pero antes decirte que Aren sí que me quiere. Me niego a que digas lo contrario. Aunque sea un poco... Snif... El me quiere... un poco... Snif... Se me estaban juntado muchos sentimientos que me estaban taponando la voz... - Vete... por favor... Snif... quiero descansar un poco... ya hablaremos en otro mo-moment...- se me rompió la voz y comencé a sollozar en silencio...

Lo miré seriamente aunque él no pudiera verme, aquella actuación era muy infantil.

- No es mi problema que no quieras ver la realidad - comenté con tono enfadado, aunque sin subir el volumen -. Por muy cruel que parezca, te estoy haciendo un favor, Silvanus Kettleburn.

Tras mi comentario, abandoné la enfermería, como él me lo había pedido.

*Se va*

Llegué a la enfermería, con el libro de relatos en la mano. Me había despertado con dolor de espalda y, tras haber dado un par de vueltas en las que comprobé como el dolor persistía, había decido que lo mejor sería ir a la enfermería. A fin de cuentas, no quería que la espalda me doliese durante toda la semana y, dado suponía que el dolor había sido originado por los ataques del piscis Kettleburn, pensé que a los enfermeros (o médicos) no les costaría demasiado recetarme algún remedio.

Cuando llegué a la estancia, lo primero que hice fue saludar y esperar a que alguien apareciese. Había estado hacía dos días en la enfermería, pero sólo había ido en condición de "acompañante" o algo así, por lo que no tenía muy claro cuánto tiempo tendría que esperar para que un enfermero o médico me atendiese.

Esperé de pie, pacientemente, a que alguien apareciese o dijese algo.

Había dormido a pierna suelta y mi cuerpo ya había recuperado un temperatura normal. estaba dando de comer a Tristán cuando vi a Inger asomarse a la puerta.
-Hola! Puedes pasar. no hay nadie.

Una voz resonó en la enfermería. Tras permanecer unos segundos quieta y en silencio, me adentré en la estancia, con el objetivo de descubrir al dueño de la voz.

No tardé mucho en descubrirlo y, al hacerlo, me arrepentí de haber ido a la enfermería. Sentado en una de las camas estaba Silvanus Kettleburn, el piscis que me había provocado el dolor de espalda, dándole de comer a su dragón. Al verle, retrocedí un poco, fruncí el ceño y me crucé de brazos.

— Hola... — murmuré —. ¿Sabes dónde están los enfermeros de la enfermería?

Era Inger. Mi ceño se frunció un poco y dejé a Tristán a un lado.
-El último enfermero salió a hacer unos recados. Ahora no hay nadie... Olle Inger... yo ... queria disculparme por la peleita del otro día... de verdad... solo estaba jugando...- bajé la vista- ¿me perdonas?

Miré al piscis de reojo. Ahora mismo se disculpaba por la pelea del otro día. Al parecer, sólo estaba jugando. Resoplé. Lo peor de todo era que el enfermero se había ido a hacer unos recados, por lo que tendría que esperar. Y, como tenía que esperar, tenía que estar con el piscis.
Observé al piscis. Estaba mirando a la cama. O a las sabanas.

— No sé qué entiendes tú por un juego... Pero, al menos a mí, tu juego me ha molestado — susurré, molesta —. Y me imagino que a Rick también... Así que no sólo tienes que disculparte conmigo, sino que también tienes que pedirle perdón a él...

Y no sólo tenía que pedirle perdón, sino que, además, tenía que agradecerle que lo hubiese llevado a la enfermería.

-Por qué tendría que disculpar a Rick? es un entrometido... yo de momento solo quiero tu perdon, no el de él.
Me miré la muñeca cortada y me la froté. Me dolia bastante.

Fruncí aún más el ceño. Silvanus se frotó su muñeca izquierda.

— Pues, para empezar, porque también le atacaste con las bolitas esas... — bufé —. Y, por tanto, también le habrás hecho daño, ¿no? —Clavé mi vista en el suelo y seguí hablando —. ¡Y no es un entrometido! De hecho, el otro día el que nos molestaste fuiste tú... ... Por lo que... tú serías el entrometido... — Le miré de reojo. Luego, tras meditar si debía decirle que Rick le había llevado a la enfermería, continué —. Además, le debes un favor. El otro día te trajo a la enfermería, a pesar de que tú le hubieses atacado, así que... ... Eso...

Abrí mucho los ojos:
-¿Como que me trajo hasta aquí? ¿Estas segura?... Si eso es cierto... entonces si es así, si... debería pedirles disculpas...- Vi que se cabreaba- olle, tranquilízate. Yo no quería esto, ¿vale? solo estaba jugando.

Suspiré al escucharle.

— ¡Claro que estoy segura! Yo estaba con él cuando te trajo. De hecho, yo le guié hasta dentro del Palacio porque no veía...

Me pasé una mano por el cuello, y clavé mi vista en el suelo. Recordaba a la perfección cómo Rick había transportado al piscis al Palacio, cómo yo le había guiado y aquel extraño gesto que había tenido conmigo. Me sonrojé levemente, y, tras unos segundos en silencio, seguí hablando.

— Sí, ya... También estabas jugando el otro día en el bosque, ¿no?

-Deja el pasado en paz, ¿vale? lo que pasó, paso. Y punto. Bueno, déjame descansar, si quieres algo para los golpes busca en ese botiquin... dejemos de discutir, ¿vale? buenas tardes- me dí la vuelta y me puse a dormir.

Bufé al escucharle. Me acababa de echar. ¿Pero quién se creía que era? Sin decirle nada más, le di la espalda y me acerqué hasta el botiquín que me señalaba. No me pregunté si podría coger algo, sino que, simplemente, cogí una especie de ungüento (o crema) que parecía tratar los golpes. Recogí el libro, que había dejado apoyado en una mesa para observar el interior del botiquín, y salí de la enfermería. Ya devolvería la crema cuando encontrase a alguien que me la pudiese poner en la espalda.

No me digné a decirle adiós al piscis.

Estaba de mal humor. De muy mal humor.

*se va*

FdR. De muy mal humor ¬¬

Sonreí por lo bajini... esa chica estaba un poco mal... y a decir verdad... era muy pesada. No la aguantaba... Cerré los ojos y me relajé... se estaba muy bien allí tapadito.
Metí la cabeza debajo de la almohada para taparme de la luz... que calorcito mas rico...
-Adios, Eh? ... maleducada- dije por lo bajo.

Después de dar una vuelta por el palacio sin encontrar al piscis, me paso por la enfermería ya que, comprobando com era el chico y viendo sus cicatrices, la enfermería era un destin con grandes probabilidades para que él estuviese.

Entro al lugar y allí me lo encuentro. Que intuición la mia...

-Hola, Silvanus -. Comento cogiendo un taburete para sentarme al lado de la cama en la que estaba. -¿Has leído mi nota? -Yo a lo que iba, que para pasar el rato prefería cmer.