Pasillos

Ben se lo pensó un momento antes de responder, haciendo su sonrisa un poco más relajada. Al final, sin saber muy bien qué decir, se encogió de hombros.

-Bueno, no me gusta decir eso -explicó-. Suena como si diese por sentados los problemas de los demás. Supongo que cada uno tiene sus dificultades -. Se rascó un momento la cabeza, pensativa-. Yo no sé mucho de mí misma. Me criaron en un pueblo entre los vecinos porque un día aparecí en la plaza y nunca nadie me reclamó. Les hacía recados y tareas, porque ellos decían que tenía que aprender que las cosas no son gratis. Luego... -Le tembló un momento la voz. Al final carraspeó, reponiendo la sonrisa y encogiéndose una vez más de hombros-. Luego decidí ampliar fronteras y me fui a vivir a la ciudad. Pero claro, allí ya no era la protegida de nadie, así que me costó mucho ganarme la vida. No era más que un moco pidiendo algo que echarse a la boca, supongo -rió-. Supongo que no es la clase de vida que querría todo el mundo. Brontë suena mejor, ¿no?

Se encogió una vez más de hombros con sencillez.

-Bueno, últimamente estoy encantada con todo -declaró, muy segura-. Cuando empiezas desde abajo solo se puede mejorar, ¿no? Pero para eso hace falta tener ánimo. Eso no llega solo, pero si lo tienes, te ayuda a conseguir lo demás.

A las palabras de la chica, Ben no pudo más que evocar en su mente las palabras de la chica, buscando en su imaginación qué eran exactamente los padres. Estrictamente lo sabía, claro, pero le costaba entender el concepto a un nivel de relaciones. Se le hacía extrañamente lejano. Aunque, tal y como ella lo planteaba, tampoco parecía que se perdiera gran cosa. Llegó a sentirse mal por traerle malos recuerdos. Desde luego, no era su intención.

Sonrió, sin embargo, cuando ella terminó de hablar, asintiendo. Acabó por encogerse de hombros y volvió a frotarse la nariz.

-Nunca viene mal tener una confirmación -apuntó, contenta-. Que a lo mejor resulta que una está planteando las cosas de una forma equivocada. Ya sabes, el coco da más vueltas de las necesarias muchas veces.

La confirmación fue motivo de afianzar, una vez más, la sonrisa. Desde luego, se sentía cómoda en Brontë. Se sentía muy a gusto. Asintió, convencida.

Rió ante la propuesta, contenta. Y lo fácil que resultaba dar con la cena... Bueno, la cena o lo que fuera.

-Hoy en concreto debería desayunar -puntualizó-. Pero sí, me parece fantástico compartir tu cena con mi desayuno. Y luego ya te dejo en paz, por cierto, que creo que te he interrumpido, a todo esto.

Echando a andar de nuevo por los pasillos, se dirigieron al comedor.

*Se van*

Atravieso los pasillos con prisa, recorriéndolos, pero al cabo de unos minutos es evidente que sí, he salido tarde. Llego incluso a rondar el dormitorio de las chicas, pero la puerta está cerrada, no sé si está dentro o si ha ido a otro sitio y, supongo, sería algo violento.

Termino por dejar ir un suspiro, pasándome la mano por la cara y cerrando los ojos un momento. La verdad es que empiezan a escocerme. Ya es muy tarde.

Estoy algo preocupado. Me siento un poco culpable e inútil, tanto por no haber reaccionado mejor, por no haberla ayudado más, como por no haber tratado este tema hasta ahora. Se supone que soy su amigo, pero la verdad es que estas cosas se me dan muy mal.

Espero que Adain tampoco se haya enfadado porque lo dejase solo. Es que Massen parecía triste cuando se fue. Supongo que hay que tener unas prioridades, pero no he reaccionado a tiempo.

Qué desastre...

*se va*

Me encontraba pegado a uno de los cristales en aquel momento, viendo cómo llovía con gesto algo apagado. Habíamos visto varios días de nieve. Aquella misma mañana había nevado, incluso, pero la lluvia había comenzado pasado el mediodía y había empezado a fundir el manto blanco, que iba perdiendo grosor a medida que pasaba la tarde.
No hacía menos frío porque lloviese. Pero un buen guerrero como yo no temía para nada al frío. No obstante, mis planes de salir a la nieve se habían roto con el inicio de las lluvias.

Dejé ir un suspiró y me eché el flequillo hacia atrás, un momento. Con el buen día que hubiese sido para darse un baño caliente en las termas con los copos cayendo alrededor o para hacer un muñeco o alguna cosa semejante.
Llevaba muchos días entrenando sin parar y no veía problema con descansar uno. Pero aquel tiempo quitaba energía.

Y entonces me sentía algo apagado.

*se va*

Lluvia vagaba por los pasillos, cabizbaja, con un paquete entre las manos. Desde que estaba en Brontë, cuando el invierno, su cumpleaños, se acercaba, la aether recibía un paquete de sus padres, donde siempre encontraba ropa de abrigo, una carta y algo de dinero. Este año, a pesar de que aún no había abierto el paquete, no sería la excepción, y cuando el miembro de servicio le comunicó que tenía algo para ella, Lluvia supo que se refería al regalo de sus padres, un par de jerséis muy calentitos hechos de piel de un animal del que Lluvia nunca recordaba el nombre.

A pesar de que se suponía que debía de estar feliz, pues desde que estaba en Brontë apenas recibía regalos, a diferencia de en Ventus, donde sus padres solían regalarle ropa cada vez que iban de compras y veían algo que les gustaba y que podía sentarle bien a ella, Lluvia se sentía extrañamente apagada, como una velita que está a punto de consumirse. La aether no tenía claro a qué se debía esto, pues no hacía mucho que se había despertado y apenas había hecho gran cosa: no había tocado el piano, ni había practicado un poco con el arco, ni tampoco había leído, pero aun así avanzaba con pasos lentos, dejando ir de vez en cuando un par de suspiros claramente cansados.

Lluvia alzó la vista un momento del sueño; luego parpadeó con extraña lentitud y volvió a mirar la madera que pisaba.

*se queda*

Y me estoy alejando de esa sala cuando, al alzar la vista, sí veo a Lluvia. Apuro el paso, esta vez, esbozando una sonrisa, acercándome. Es una coincidencia muy agradable. Hacía tiempo ya.

<<Buenas tardes. Hace frío, pero con tu capa lo llevo muy bien.>>, es lo primero que le digo. Aunque hoy no la llevo. Hace poco se mojó en la nieve y hoy no hace tanto frío. He preferido dejarla secando. <<¿Qué tal estás? Hacía mucho que no te veía.>>

Me fijo entonces en que lleva algo consigo. No puedo evitar una mirada curiosa, pero enseguida la miro a ella de nuevo. Llevo tiempo sin verla en condiciones. No es momento de ponerme a cotillear sobre sus cosas, claro...

Lluvia alzó la vista al escuchar unos pasos que se dirigían hacia ella, sin poder evitar una expresión de sorpresa que se suavizó cuando descubrió que el que se había acercado era Jun. Entonces Lluvia sonrió un poco, apenas curvando los labios, y asintió. Hacía mucho que no se veían. Desde el cumpleaños del claritas, más o menos.
Apoyó el paquete en el suelo.

<<Me alegra k la capa funcione>> respondió, con la vista fija en sus propios dedos, intentando no cometer ningún fallo. A pesar del tiempo que llevaba practicando, Lluvia creía que seguía equivocándose mucho con algunas letras, así que al comunicarse con signos lo hacía con gestos lentos y temerosos. <<Yo estoi bien. Un poco cansada. Tú?>>

Alzó finalmente la cabeza, sonriendo.

Suavizo un poco la sonrisa al detenerme a mi lado. Es como si tuviese, incluso ahora que parece haberse animado por un momento, ese gesto de nostalgia.

<<Funciona muy bien. Incluso salí a la nieve con ella.>>, le explico, poniendo ánimo a mis gestos y a mi expresión.

Soy bastante friolero. El tiempo aquí no es como en Lumen. Yo no había visto nevar antes de venir, y aunque es muy bonito me asusta resfriarme y me disgusta el frío. Al menos con una capa como esa uno puede armarse de valor. El frío es el mismo, claro, pero se nota menos y al final parece que todo sea salir.

<<¿Cansada?>>, la miro, curioso, pero preocupado. <<¿Has estado haciendo cosas? ¿No habrás enfermado? Toma zumo de naranja si puedes.>> Es habitual en estas épocas. Y si hasta Massen lo hizo, entonces... <<Yo estoy muy bien. Y contento de verte.>>, le explico esta vez, con gestos más pausados, risueño.

Lluvia ensanchó la sonrisa.

<<Me alegra. No sabia muy bien como escogerla asi que esta bien k me alegro de k funcione>>

Lo miró de nuevo, alzando esta vez solo la mirada. Escoger la capa de Jun a Lluvia le había costado bastante. Había ido varias veces al mercado, en la semana previa al cumpleaños del claritas, y todos esos días los había pasado observando puestos y comparando productos y telas, pensando que, si no encontraba una capa que le gustase, podría contratar a alguien para hacerle una a medida. Al final, el sábado anterior al cumpleaños de Jun, Lluvia había encontrado la que le había regalado, y como el color y la tela le habían convencido, se la había comprado, aun guardando ciertas dudas. Por suerte, parecía que no se había confundido mucho al escoger.

<<Oy no e echo mucho. Pero e estado practicando con el piano y el arco estos dias. No creo que este enferma pero no se. Igual deberia ir a la enfermeria>> Le sonrió un poquito <<Yo tambien me alegro de verte. Siempre tardamos mucho en vernos>>

Se mordió el labio inferior.

Bueno... Supongo que una capa siempre funciona. Más o menos según el grosor y los materiales, pero abriga. Y esta, en concreto, me ha sido muy útil hasta ahora. Funciona bien, se puede decir, sí. Aunque no sé si funcionar es el verbo más adecuado para usar con una capa.

<<Me gusta mucho. Gracias.>>, formulo risueño.

Ya se lo dije cuando me la dio, pero supongo que nunca está de más. Estoy seguro, además, de que eso la pondrá contenta. Me gusta cuando sonríe porque está más animada, y no porque cree que es lo que debe hacer.

También me siento satisfecho al ver que ha estado haciendo tantas cosas. Y echo un nuevo vistazo al paquete que ha dejado en el suelo, pero no sucumbo a la curiosidad. Aunque la verdad es que es misterioso...

<<¿Pero te encuentras mal?>>, pregunto, alzando las cejas. Hago amago de acercarle la mano a la frente, no vaya a ser que tenga fiebre, aunque la cara no está pálida o muy roja, pero me detengo a medio camino. <<¿Puedo?>>, inquiero entonces.

La aether volvió a asentir.

<<Me alegro>> repitió, sin mirarlo.

Aunque no lo pareciese, realmente le alegraba que a Jun le gustase el regalo. Lluvia no estaba acostumbrada a hacerlos, siempre eran sus padres quienes lo compraban todo, así que resultaba un alivio comprobar que había acertado con su decisión.

Negó suavemente cuando Jun le preguntó si se encontraba mal. Ella no se encontraba mal: no le dolía la cabeza, ni tosía, ni creía tener fiebre; simplemente estaba cansada. Al verlo acercarse a ella, Lluvia no pudo evitar que un leve rubor pintase sus mejillas, pero terminó asintiendo, al escuchar la pregunta del claritas.

—Puedes... —murmuró, con cierta timidez, bajando la mirada al suelo.

Aunque niega, luego da permiso. Y aunque no parece que tenga fiebre, aunque ella misma haya dicho que no cree que así sea, de todos modos apoyo el dorso de la mano en su frente un momento, bajo el pelo. Arrugo el ceño un momento y luego sonrío, claro.

<<Parece que estás bien, sí.>> Asiento, acompañando así los gestos. <<¿Entonces estás cansada por hacer todas esas cosas?>> Tampoco es que sea algo extraño. <<Deberías tomártelo con más calma, en ese caso.>>

Cuidarse es importante...

Vuelvo a bajar la vista al paquete, por tercera vez. Sé que la curiosidad mató al mecña, pero...

<<¿Es un regalo, eso?>>, termino preguntando, algo avergonzado.

Soy un maleducado... Muy curioso. Demasiado.

Lluvia bajó la mirada al notar la mano de Jun sobre su frente, más sonrojada que antes. Tragó saliva, y observó los zapatos del claritas, sin saber muy bien qué hacer o decir. Cuando finalmente Jun se separó, Lluvia tardó unos segundos en alzar la mirada, y cuando lo hizo, todavía estaba algo sonrojada.

—No sé... —murmuró—. A lo mejor es el tiempo, que hace frío y tal. —Negó suavemente—. No sé.

No había hecho tantas cosas como para sentirse tan cansada. Era cierto que había practicado, pero lo que había hecho no era ni un cuarto de lo que debían de hacer la mayoría de los guerreros, así que Lluvia dudaba que eso fuese la causa de su cansancio.

—Es un regalo de mis padres —respondió, sonriéndole un poco al claritas. Luego se agachó y cogió el paquete, tendiéndoselo a Jun—. Aún no lo he abierto.

Parece nerviosa. Suele parecer nerviosa a veces. Es muy tímida. Entiendo lo que es ser tímido, porque yo también me siento nervioso muchas veces. Aunque más antes que ahora.

Sí que cansa, el frío...
Asiento con suavidad.

<<Tienes que abrigarte bien. No querría que enfermases. ¿Quieres mi capa?>>, inquiero, haciendo amago de quitármela si fuese necesario. No es la suya, pero también funciona..., aunque abriga menos. <<Nevó hace poco. ¿Saliste fuera? A mí me gusta la nieve, aunque haga frío.>>

Un regalo de sus padres. Alzo las cejas, curioso, con renovada curiosidad. Y ni siquiera lo ha abierto. Pero animarla a ello, y en mi presencia, es un poco...

<<¿Es por el fin del año?>>, inquiero, risueño.

Aún queda, pero hay tradiciones sobre eso. Es lo que más sentido tendría en estas fechas.
O quizás sea porque sí. Los padres hacen esas cosas...

Lluvia negó rápidamente.

—Nononono, no hace falta —aseguró, mirándolo. Le sonrió un poco—. No tengo frío, tranquilo, estoy bien.

Se pasó una mano por la nuca. Luego volvió a bajar la vista a los dedos del muchacho y negó suavemente. A pesar de que la nieve le gustaba, no había salido últimamente de Palacio, así que, salvando aquel día en que fue al mercado y nevó, no podía haberle cogido el frío por estar con la nieve.

—Hace mucho que no salgo de Palacio. Desde que fui a comprarte el regalo, más o menos.

Se encogió un poco, sin saber qué más decir, sonriendo suavemente. Volvió a negar cuando Jun le preguntó por el regalo.

—Es por mi cumpleaños —explicó—. Es dentro de poco.

Asiento, volviendo a colocarme normal. Tampoco voy a ponérselo por la fuerza si está bien. Me fío de ella. No tiene fiebre, no tiene la voz ronca, no tiembla... No hay motivos para que mienta, tampoco.
Bueno, Lluvia podría no decir algo por si me molesta. Pero no creo...

<<Parece que estos días no lloverá. Deberías aprovechar. No diría que hará buen tiempo, pero con lo que lleva caído casi es un alivio aunque haya frío. El aire fresco sienta bien.>>

¡Cumpleaños!
Abro mucho los ojos de pronto. Si tiene un regalo ya... ¿Es hoy? ¿Mañana?
Por lo que ha dicho al menos no puede ser ayer.

<<¿Cuándo es? Quería preguntártelo cuando te dije el mío y luego se me olvidó.>> Qué desastre soy. Dan ganas de pedir disculpas. <<¿Estoy a tiempo aún?>>

Sonrío.
Su cumpleaños... Podré devolverle el regalo y la gratitud. La haré sonreír.

Lluvia se encogió un poco de hombros.

—A lo mejor voy al pueblo de paso, no sé... —murmuró—. Tampoco es que tenga muchas cosas que hacer, aparte de pasear.

Y pasear sola no era muy divertido. Además, a Lluvia no le gustaba el frío, y daba igual cuántas capas de ropa se pusiese porque siempre acababa con el frío mordiéndole los huesos y luego tenía que pasar mucho tiempo en agua caliente para recuperar el calor. La nieve le gustaba, sí, pero el frío que perpetuamente la acompañaba le desagrada bastante.

—Aún falta. Es el 29 de diciembre, pero mis padres siempre me lo envían antes porque por estas fechas siempre están ocupados y casi nunca paran por casa. —Se encogió de hombros—. Así no se olvidan y pueden estar con el abuelo sin preocuparse.

Asiento de golpe. ¡Es verdad! Tengo la cabeza en tantas cosas que luego no la tengo en ninguna...

<<Teníamos que ir juntos.>>, me apresuro a gesticular, con ilusión en los ojos. También se lo había dicho a Massen, pero antes a Lluvia. <<Aprovechamos que va a ser tu cumpleaños y lo hacemos. Te invito a comer un día.>>

O algo así...
Bueno, no sé si será muy serio... A lo mejor con un paseo está bien. Pero es que hace mucho frío para ir a pasear sin más.

<<No lo olvidaré. Se me dan bien las fechas.. Y más si se trata de gente importante.>>, le aseguro sonriente.

Ahora tengo que pensar. Le daré algo... Algo que le guste mucho. Algo que la haga sonreír. No podrá ser el ala, pero tiene que ocurrírseme alguna cosa.

Lluvia se encogió un poco, negando suavemente.

—No tenemos que ir si no quieres. Está un poco lejos, y además hace frío. —Bajó la vista—. Tampoco tienes que invitarme a comer, no es necesario. La comida de Palacio está rica a fin de cuentas.

Se pasó una mano por la nuca, sin alzar la mirada. Cuando finalmente miró a Jun, se fijó no en su rostro, sino en sus dedos, y tras descifrar lo que estos querían decirle, curvó un poco los labios.

—Vale...

Ladeó un poco la cabeza.

Frunzo un poco el ceño y me apresuro a negar.

<<Si no quisiese hacerlo no lo propondría, en primer lugar. Simplemente me he despistado. No me fijo mucho. Cuando no me acuerde de algo, recuérdamelo, que a veces soy...>>, le explico, con gestos calmos para que le sean fáciles de leer. <<Si prefieres en Palacio, me sirve. Yo solo quiero que te diviertas. Que sonrías. Quiero que sonrías y estés contenta.>>

Que no tenga esa cara triste... Eso es lo que quiero. Encontrármela con una sonrisa, que se ría y que... No sé... Muchas cosas.
Que esté bien.

Le dedico una sonrisa.

Estoy seguro de que tiene que haber una cosa que yo pueda darle que la haga estar contenta. Solo tengo que encontrar eso. Algo que quiera.
Solo que se me dan un poco mal ese tipo de detalles. No soy muy hábil.

Lluvia asintió un poco, sin mirar la cara del claritas, manteniendo la mirada fija en los dedos del muchacho, pensativa. Finalmente curvó un poco los labios y se acercó a él, apoyando la frente en su pecho.

—A mí me vale cualquier cosa —murmuró, sin separarse—. Lo que tú quieras estará bien.

Era cierto: no pedía más. Le valía cualquier cosa que a Jun le gustase.
Estaría bien así.

Alzo las cejas cuando se acerca. Me sorprende su reacción, pero, de todas formas, también yo reacciono. Al principio es algo torpe, pero acabo por esbozar una sonrisa y rodearla con los brazos.
Primero es un abrazo suave. Acabo por apretar un poco más, atrayéndola, apoyando la frente en su pelo y cerrando los ojos.

La verdad es que sienta bien dar un abrazo... Me siento algo agobiado.

Asiento despacio, esperando que entienda el movimiento a través del contacto físico. Solo podría hablar si la soltase, pero esto arropa un poco más.

Haré algo que le guste. Un regalo que la haga sonreír. Cueste lo que suelte. No algo cualquiera. Algo que le guste de verdad...