Pasillos

Jefe de Raza Edad : 39 Mensajes : 24

Gwendoline había pedido al servicio que la avisasen inmediatamente cuando llegase algún nuevo guerrero, y así lo hicieron. Un claritas, le dijeron, y aquello le gustó. Enseguida partió de sus habitaciones, con un hacha de combate prendida a la espalda, y caminó por los pasillos con pasos largos y la capa ondeando a su espada, con gesto severo, hasta dar con la espalda del hombre. Se detuvo a metros de él.

-¿Cuál es tu nombre, guerrero? -preguntó, alzando el tono imponente, con los ojos serios clavados en la nuca del hombre, donde hubiesen estado los ojos de tenerlo de frente.

Gwen tenía una mirada firme, fría y ardiente. No parecía la mirada de alguien que permitiese dudar.

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Se detiene cuando se dirigen a él. El tono parece indicar cierta importancia, supuso que su llegada habría llamado la atención. Se gira, recto, serio.

-Capitán Shirokiba Jizō. -Responde igualando su tono firme, pero con respeto. -Recibí la llamada hará un mes y vine en cuanto pude.

Cruza las manos a la espalda y saca pecho. Piensa que es posible que sea algún tipo de encargada de los guerreros que han enviado para informarle de la situación y tal vez ofrecerle algún consejo o resolverle dudas.

-¿Puedo saber a quién me dirijo? -dice igual de serio, formal, monocorde.

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Él se volvió y Gwen le sostuvo la mirada, muy firme. Ni se inmutó. Era alto, más que ella, que era grande e imponente para ser mujer, pero de alguna forma no parecía tan grande a su lado.
Bueno, algo sí cambió. Sus labios. Dibujó una sonrisa cuando él le dio su nombre y su cargo. Una sonrisa de diversión.

-¿Capitán de qué, si me lo permites? -inquirió, con seriedad.

Guardó silencio, observando cómo él se acomodaba, y se acercó un poco, rodeándolo hasta el lateral, echando un vistazo a su espalda, asomándose, y volviendo enseguida a sus ojos, en los que parecía buscar más información de la que él le ofrecía. Entonces habló, con su potente voz, que llenó el pasillo. Había tenido a su cargo a muchos chicos como aquel, pero Gwen sabía cómo comportarse.
Su rostro, serio, era una máscara de nuevo.

-Soy Gwendoline Viëla Al'luën, líder representante de Lumen en Brontë, y tú aquí serás Shirokiba Jizō, guerrero, como todos los demás -le dijo, con la frialdad con la que se hablaba a los soldados.

Lo que era importante del cargo era la experiencia. Gwen la tendría en cuenta.

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Le explica rápidamente su cargo, frases protocolarias que básicamente recita con el mismo tono formal.

Aunque sigue firme sus ojos sufren un cambio, sorprendido ante la revelación. Al parecer habían mandado a alguien muy importante a recibirle. Se pone aún más recto.

-Es un honor conocerla, mi Señora. -Parecía que en Brontë se lo tomaban en serio, muy en serio. -Desconocía que tenía el cargo de Líder aquí, será un honor servir a sus órdenes. -Asintió ligeramente con rapidez, no esperaba ser tratado mejor, tampoco quería, su deber era empezar de cero, ya no era Capitán en esos muros.

-¿A qué debo el honor de ser recibido por alguien de su importancia?

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Asintió tras escuchar su pequeña historia, pero no dijo nada. Solo lo miraba, como esperando que añadiese algo más en cada momento. Ni siquiera sonrió al verse reconocida. Sabía mantenerse estoica cuando era necesario.

-Es a donde me han enviado, y llevaré la posición como llevo mi cargo en Lumen -recitó ella, seria-. Pero recuerda que aquí no me sirves solo a mí, sino también a los otros seis.

Le gustaba ver que acataba. No tuvo que repetir ni insinuar nada más. Asintió, conforme.

-Me gusta conocer a los recién llegados, nada más. No lo tomes como un honor -le dijo, todavía seria-. Es mi trabajo-. Hizo una breve pausa-. ¿Alguna pregunta? -preguntó, firme, como quien hablaba con los soldados recién llegados. Era una pregunta que amedrentaba a muchos.

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Se limita a asentir. No estaba muy enterado de los movimientos políticos y estratégicos que estaba siguiendo Brontë aunque tras los rumores e historias que habían llegado entendía que estaban en un periodo de cambio. Asiente con especial firmeza cuando habla de responder no sólo ante ella sino también ante los otros líderes. ¿Seis? Piensa. No sabía que Ignis había nombrado ya sustituto. Aún tenía mucho de que enterarse aunque creía que nada especialmente relevante.

Aunque no fuera una visita especial se sentía honrado de poder trabajar con tal grupo de gente. Era un cargo conocido, muy importante. Había muchas historias de sus proezas en el ejército. El ambiente de Brontë se presentaba más serio de lo que esperaba.

-Creo que no, mi Señora. Muchas gracias.

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Gwendoline asintió. Le gustaba ver que las cosas estaban claras. Era el primer guerrero que recibía a Brontë, y aquella espera la había molestado un poco, pero parecía haber obtenido una respuesta adecuada. Se sentía cómoda con aquello. Lo que tenía que revisar con prisa, por otra parte, era a los guerreros veteranos. Tenía la sensación de que en Brontë habían estado perdiendo un poco el tiempo antes de que ella llegase.

En aquel momento se acercó una muchacha del servicio escoltando a su hijo, que miraba al suelo mientras avanzaba. Estrechó un poco los ojos, como único gesto, volviéndose hacia ella.

-Señora -le dijo la chrysos, tras acercarse con tiento-. Estaba tirando vasos en el comedor.

La mandíbula de Gwendoline se tensó, y miró fugazmente al nuevo guerrero un momento, antes de volver a mirar a la sirvienta y su hijo. Este ni se movió. De pronto la líder parecía especialmente tensa.
Se volvió hacia Shirokiba, seria.

-Discúlpame, por favor -le dijo, con el mismo tono frío que había usado en todo momento-. Ha surgido un contratiempo.

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Sigue firme aún cuando aparece una mujer del servicio seguida de un niño de orejas puntiagudas y alitas de aether. Alza ligeramente las cejas al descubrir que era el hijo de la Líder. En su interior sonríe. Tirando vasos...

Cuando la mujer vuelve a mirarlo sigue tan formal como si no hubiera pasado nada y evita cruzar miradas con ella hasta que se dirige a él; entiende que es una situación incómoda.

Asiente solemnemente.

-Con su permiso. -Tras un último vistazo a la escena se aleja por el pasillo. De alguna forma este último suceso relacionado con el niño le contrasta mucho con la idea que tenía de Brontë. ¿Un ligar de tanto renombre con niños? Supuso que la seguridad era suficiente si los propios Líderes se arriesgaban. Por su parte al menos no habría pegas.

Ahora lo que quería era seguir investigando los alrededores para poder hacerse un mapa mental.

*se va caminando*

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La líder despidió al guerrero con un gesto de cabeza, muy seria, y esperó a que se marchase para pedirle a la chica del servicio que se fuese también y los dejase a solas. Majid no alzó la cabeza en ningún momento. Ni siquiera al sentir la mirada de reprobación de su madre clavada en él.
Pero entonces los ojos de hierro de la líder se suavizaron, y la máscara insensible se volvió frustración y cierto desánimo.

-Quiero irme de este sitio... -murmuró el niño, con el tono bajo-. Quiero volver a la ciudad, con todos.

-No podemos, Majid -respondió ella, con tono duro-. Me han mandado a trabajar aquí.

-¡Pues trabaja tú sola!

El chico salió corriendo y ella no lo detuvo. Se llevó la mano a la nariz y se frotó el tabique, cansada. Solo cuando el chico se había ido hacía casi un minuto inició la marcha por aquel mismo camino, con paso lento.

*se va*

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La muchacha avanzaba por los pasillos con las ventanas a su izquierda. Aunque la luna debería estar iluminando el exterior las nubes, que al menos habían parado de descargar lluvia por fin, oscurecían el mundo exterior, convirtiendo los cristales en una especia de espejo aunque ella no se miraba en él.

Su cabello ondeaba acompasando sus pasos, ondeando suavemente tras ella, como un jirón de nube. En el pasillo, exceptuando algunos sirvientes que iban de aquí para allá, sólo se oían sus pasos, bastante más decididos de lo que estaba ella, que se debatía entre salir afuera aprovechando la pausa que se estaban tomando las lluvias o retirarse a cenar.

En contraste con el aspecto que ofrecían sus pasos su rostro contrastaba, con el ceño ligeramente fruncido y los labios algo apretados. Soltó el aire en un suspiro frustrado, por si fuera poco un mechón rebelde le cruzó la cara crispando un poco más su humor.

Se aburría.

Edad : 20 Mensajes : 155

Al final no habían encontrado nadie a lo largo de la tarde, ningún guerrero al que hacer preguntas. Así que cuando Pris vio a una chica emperifollada que avanzaba por el pasillo, apenas le dedicó un rápido vistazo a Zaih antes de echar a correr hacia ella.

-¡Eh! ¡La del vestido! -llamó, haciendo aspavientos-. ¿Nos ayudas? Eres una guerrera, ¿no? Acabamos de llegar, y queríamos que alguien nos ayudara a conocer el sitio. ¿Nos ayudas? Yo soy Priscilla, y mi hermana se llama Zaih'ra.

Pris sonreía, observándola con atención. La verdad, no tenía mucha pinta de guerrera. Parecía más una dama de la corte de alguna provincia. Pero bueno, si estaba por allí, sería por algo. Del servicio, desde luego, no era.

Edad : 25 Mensajes : 147

Ya no tenía claro si estaban todos trabajando o si realmente era un palacio fantasma. Y cuando vi a la mujer a la que Pris miraba empecé a tener más dudas sobre si, de hecho, no sería una casa de fiestas. Aquella mujer iba verdaderamente elegante.
Fuese como fuese, antes de que pudiese decir nada Pris ya había echado a correr hacia ella, por lo que la seguí, con menos efusividad; llevaba el brazo izquierdo cruzado sobre el vientre y el codo derecho apoyado sobre la mano izquierda, pudiendo, de esa forma, apoyar la barbilla en la mano derecha casi como si estuviese acodada en una mesa. Como si algo me aburriese. Era un gesto habitual.

-Lo que ha dicho ella -terminé por decir tras una breve duda cuando llegue junto a mi hermana-. Si no es mucha molestia. Estamos algo desorientadas -recité con seriedad.

Edad : 29 Mensajes : 269

La muchacha se detiene al oír como la llaman. Bueno, no la llaman exactamente. ¿La del vestido?-pensó. Bueno, se habían referido a ella de formas peores.
Se gira levantando una ceja, colocándose el mechón de pelo que le dividía el rostro tras la oreja. Escucha a la joven de negra melena (la palabra más apropiada para describirla) y sus ojos se iluminan.
Ya tiene algo que hacer.
Hace un gesto brusco con la mano.

-Tonterías, no es molestia. -Dice sonriendo, pensando que debería pensar alguna ruta, que estaba aceptando una especie de favor y debería tomárselo en serio. Esa voz estaba un poco de fondo bajo el entusiasmo. -Es un poco laberinto al principio pero en un par de días lo tendréis dominado. -Juntó el dedo índice y el pulgar formando una O.

-Yo soy Vest. -Levantó la palma de la mano a modo de saludo. -Ahora somos como camaradas, ¿no? -Sí, compañeras de misión, de habitación, de baño...Seguía sin entender un castillo tan grande sin habitaciones individuales. Pero bah, era como cuando era niña. Sólo que con fiestas de pijamas de 30 personas.

-Princilla y Zaih'ra, entendido. -Dijo asintiendo a ambos nombres. -No os preocupéis, yo os hago un tour. ¿Empezamos? -Les guiñó un ojo y se giró, haciendo que la tela del vestido susurrara tras ella. Señaló al frente y se quedó un momento quieta. -Mejor por el otro lado. -Dijo girándose, sonriendo algo apurada. Prefería no estirarse tampoco mucho, no era cuestión de cansarlas.

Y con pasos decididos comenzó a dibujar una ruta en su cabeza.

*Se las lleva de excursión (próxima parada: biblioteca)*

Edad : 32 Mensajes : 2682

¡Estaba allí! Había saludado a Telma y me había costado despedirme de ella, luego había dejado el equipaje en mi baúl y enseguida me había puesto a buscar. Pero el palacio era grande, y Lea podía estar en cualquier lugar. Había hablado con algunas personas del servicio que se ofrecieron a ayudarme a buscarla y a avisarme si tenían novedades.
Aún tenía tiempo. Aquello me tranquilizaba. Aunque seguía sin dejar de darle vueltas a que quizás ella se hubiese ido de misión aquella noche, o a cualquier otra parte, o... ¿Y si ya estaba dormida? Era temprano, pero...
¡Demonios!

Aquellos y otros muchos pensamientos rondaban mi cabeza, amontonándose. Abrí la sala de entrenamiento, pero tampoco estaba allí. Hice un gesto a un guerrero que entrenaba y salí de nuevo. Puse rumbo a la biblioteca.

*deambula*

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Aún estaba terminando de cenar cuando alguien vino a avisarme de que Rick había vuelto. Me he quedado a cuadros, porque no tenía la menor noticia, y he tenido que dejar la cena a medias por si era algo urgente, cosa que no me supieron decir. No creí que volviese tan pronto.

Pero, de hecho, ahí está. Casi me cuesta buscar la forma de recibirlo, así que me limito a aminorar un poco el paso, que llevaba acelerado, y mantengo, sin darme cuenta, el ceño fruncido que traigo desde el comedor.

-¿Rick? -llamo-. ¿Cómo tan pronto?

Bueno, casi va a pensar que me parece mal.

Edad : 32 Mensajes : 2682

La voz... Aquella voz me hizo tensarme de pronto y volverme hacia ella, con una avidez extraña. Cuando la localicé no supe qué expresión dibujar. De pronto me sentí lleno de pensamientos, y me puse nervioso. ¿Qué le diría? ¿"Sorpresa"? No podía contarle que cuando recibí su carta me lancé a un viaje descabellado y que llevaba dos días sin apenas dormir por estar en aquel momento frente a ella, sin palabras.
¿O sí podía?

Cuando fui capaz de entender que estaba inmóvil mirándola con cara extraña esbocé una sonrisa algo torpe. Aquello no podía haber sido una tontería. Pero lo más probable era que ella ni siquiera recordase un día como aquel de forma especial. Ella siempre había dicho que no recordaba fechas, y tampoco parecía algo que la hiciese emocionarse. Vivía en el día a día.
Yo siempre había sido de decisiones precipitadas... Quizás para muchos aquello era estúpido. Quizás para mí mismo aquello había llegado a ser estúpido, pero...

-Tenía que llegar a tiempo para estar seguro de que seguía siendo yo-le dije, firme.

Era de aquella forma. Si me quedaba en Ignis dejando que algo como aquello pasase, aunque solo fuese una fecha...

Edad : 30 Mensajes : 1311

Lo que dice no hace que me tense menos. De hecho, creo que no lo entiendo del todo. Mantengo el ceño fruncido, sin ser consciente de ello. No entiendo qué ha pasado. ¿Ha pasado algo? Doy un paso hacia él, vacilante.

-Pero... No ha habido ningún accidente ni nada por el estilo, ¿no? -pregunto, todavía un poco perdida con el repentino regreso.

Una parte de mí esperaba que enviase algún mensaje antes de salir. Un mensaje habría llegado antes que él. Pero no lo ha hecho, y otra parte de mí asegura que eso es lo lógico tratándose de él. ¿Cuántos impulsos he detenido yo misma, en primer lugar?

Edad : 32 Mensajes : 2682

Negué, algo extrañado. ¿Un accidente? Volví a negar, esbozando una sonrisa.

-Te prometí que no me metería en problemas-. Estaba inquieto.

Volvía a sentirme algo nervioso, o quizás no me había dejado de sentir nervioso en ningún momento. Seguramente era aquello. ¿Cómo había podido marcharme de aquella manera? Por mal que me hubiese sentido, ¿cómo había podido huir de aquella forma. De mis compañeros, Lea y de mí mismo. Estaba furioso.
Pero no podía evitar estar emocionado.

"Te echaba de menos", "te quiero", "me alegro mucho de que este año..."

Me acerqué a ella para abrazarla. Aquello me hacía falta más que ninguna palabra. Ya hablaría después, cuando me librase de aquella sensación de opresión.
Haber vuelto había sido una buena idea.

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Bueno, las promesas no siempre se cumplen. Claro que no voy a decirle algo como eso. Rick pone bastante cuidado a ese respecto. Así que asiento, aceptando que no se trata de eso. Parecía urgente, así que no entiendo, si un problema no es el caso, cuál es el motivo.

Hasta el abrazo me pilla por sorpresa. Parece conmocionado, tanto que me confunde y me cuesta un momento corresponder. Pero, al menos, está más vivo que cuando se fue. No sé qué le pasa por la cabeza, pero parece que está más vivo ahora. Supongo que eso es buena señal, a fin de cuentas.

Al final alzo los brazos por entre los suyos para rodearle el cuello y le doy un beso suave en la mandíbula, cerca de la oreja. Creo que será mejor hablar del viaje cuando esté más tranquilo y me lo pueda contar con calma.

-¿Duermes conmigo hoy? -le pido.

Ya hace mucho de la última vez.

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Apreté el abrazo. Me sentí más seguro. Era ridículo pensar que solo por estar con Lea iba a sentirme mejor, y más teniendo en cuenta que antes de irme la tenía a mi lado. Tampoco habíamos pasado separados tanto tiempo, y tampoco había sido mi preocupación principal, pero en aquel momento...
Le di un beso en la sien cuando la sentí junto a la oreja. Acabé por bajar a los labios y la besé con una suavidad que me costó mantener. Pero tuve que hacerlo, porque ella había hablado y tenia que responder.
Asentí con firmeza.

-Claro -murmuré, cerca de ella.

¿Cómo iba a rechazar aquello? Llevaba tiempo deseando verla, hablar con ella, abrazarla, besarla o dormir a su lado. Y escuchar lo que había pasado allí en mi ausencia. Y contarle lo mucho que había crecido Nadia en todo aquel tiempo. Pero Lea siempre me hacía quedarme sin palabras.
Bien pensado, ¿qué le iba a decir?
Que manía, Rick Dehnel, con querer llenar el silencio.

Volví a buscar su boca, con más intensidad. No era el lugar para emocionarse, pero no pasaba nada por solo un beso...

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Todo resulta un tanto repentino. He dejado la cena a medias. Y creo que así se va a quedar, visto lo visto. Acepto el beso y correspondo con suavidad, todavía algo ausente. Es como si no hubiera asimilado que ha vuelto. Bueno, tiene sentido; tampoco me ha dado tiempo a hacerlo, estrictamente.

Parece que está empezando a alterarse. Ni siquiera sé cuándo ha llegado, pero sé que es mejor que se tranquilice un poco. Lo aparto con suavidad, pero firme.

-¿Cuándo has llegado? -pregunto-. ¿Ya te has instalado? Vamos a un sitio más cómodo.

Edad : 32 Mensajes : 2682

Cuando me apartó, aunque me costó separarme, lo acepté, dando incluso un paso atrás y mirándola. Entonces me atenazó una sensación desagradable. ¿La había molestado? Recordé a Inger, su medio año de ausencia y lo raro que había sido todo después de aquello. Pero me obligué a quitármelo de la cabeza enseguida. No era momento para historias extrañas.

-Paré en el pueblo de paso antes de venir -le expliqué enseguida-. Saludé a Telma, dejé las cosas y me puse a buscarte. Un par de horas, como mucho -le dije, tratando de evitar pensar de nuevo en que quería besarla. Luego asentí. Seguía inquieto, incluso hago agobiado-. Claro, a donde quieras.

Me moví un poco en el sitio, desahogando la tensión. La tensión del viaje. Llevaba tanto tiempo tan serio que parecía que hubiese olvidado que había veces en las que me sentía de aquella forma.

Edad : 30 Mensajes : 1311

De verdad parece tan inquieto que me cuesta pensar que sea una reacción natural. Después de todo lo que ha pasado... Pero no voy a interrumpir un reencuentro con una conversación pesada sobre su estado de ánimo y lo que deberíamos hacer. No tengo ganas yo tampoco de algo así.

Me pongo de puntillas para dejarle un beso suave en los labios, suficientemente ligero como para que no pueda seguirlo y atraparme de nuevo. Creo que, definitivamente, renunciaré a lo que queda de mi cena.

-Vamos -lo insto, apretando suavemente una de sus manos y tirando de él.

Supongo que no pasa nada por que vayamos a relajarnos un poco. De lo demás nos podemos ocupar mañana.

*Se van*

Edad : 33 Mensajes : 113

Desde en encontronazo con el tipo aquel, estoy algo cabizbajo y me muevo con un aire más temeroso por el palacio de lo habitual. He desistido en mi constante búsqueda de información (al menos en intensidad) y ahora me encuentro esperando respues a una carta a mis hermanos.

Hay algo que me extraña en este lugar. Parece como si todo el mundo conociese a Silvanus pero que nadie realmente quisiera hablar de él. Me pregunto qué clase de persona sería aquí dentro y si habría cambiado mucho desde que se fue de casa.

Una sonrisa triste se dibuja en mi rostro. Quizá debería haberme preocupado un poco más de él.

Continúo caminando. Ahora ya es tarde.

*se queda*

Después de un rato, decido echarme las manos a la nuca y dirigirme, tranquilamente, hacia el comedor.

*se va*

Edad : 28 Mensajes : 477

Un cigarro bajo la lluvia es algo que a Johan le suena bien, pero tiene que conformarse con fumarlo fingiendo que lo hace, asomado a una ventana mientras la ve caer. De momento no conoce al que haya inventado los pitillos que no se mojan y se apagan si se fuman bajo la lluvia.

Es un día gris y, aunque no este relacionado, para él es un día de reflexión. Se siente todo un poeta, por así decirlo: intenso hasta decir basta, retraído en sí mismo, pero, de alguna forma, guardando en el fondo esa agonía y esas ganas de informar a cualquier interesado de sus penas.

El piscis da una honda calada y deja ir el humo entre los dientes, componiendo una mueca para sí.

-Vaya chorrada -murmura en voz alta.

*se queda*

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