Sala de baile

Me sentía envalentonado. No sabía si era la cerveza o que todo el mundo parecía muy contento, distraído y cariñoso. Y porque hacía mucho que no bailaba, todo fuese dicho, y era algo que me gustaba.

-Siempre me gustó el baile, aunque las fiestas de Ignis no eran tan informales como esta-. Avancé guiándola con su cuerpo pegado al mío, aprovechando un nuevo espacio que se formaba-. Bueno, no todas. Y desde luego, el baile no era-. La invité a girar, pero atrayéndola a mitad de vuelta, pegándola a mí y hablando junto a su oído-, ni por asomo, tan descarado-. Seguí el ritmo de la música con el cuerpo, con las manos en su cintura, guiándola con la pelvis-. Bueno-. Sonreí-. Casi nunca, al menos.

Pensándolo, había estado bien quitarse un poco de encima todo aquel protocolo.

Kyoti asiente, pero Johan no las tiene todas consigo. Pero quizás le venga bien el aire fresco. Y como Jun parece dispuesto también, decide que es buen momento para irse. Pero antes de eso, se acerca un momento a Curtis, que parece haberse quedado sola. Y no sabe cómo, ya que es espectacular en todas sus formas. Quizás, se plantea, intimida a la gente.

-Hola -la saluda, con una sonrisa encandilada-. Vamos a salir fuera a tomar el aire. A fumar o a tomar setas. Puedes venir si quieres -la invita, risueño-. No es necesario consumir nada. No sé si todo el mundo lo hará. Pero tengo en cuenta, por si te apetece.

Espera un instante a su respuesta antes de volver con Kyoti y Jun para salir también y unirse al resto.

*salen*

No puedo evitar sonreír al imaginar que me mete en un baúl, o en una maleta. Quizás en un barril. Se me ocurre una idea en la que me invitan a una fiesta y me escondo en un barril y entonces alguien dice "¿Alehyss vino?", "Sí, vino", y por algún motivo acabo riendo sola un instante. Qué vergüenza, solo de pensarlo.

Cuando se pone seria y recuerda aquella terrible escena, lo cierto es que la miro con una sonrisa tierna. ¿Fue aquel el momento en el que empecé a tenerle cariño? ¿Cuándo fue? Quizás, de la misma forma que podía darle una oportunidad a una cría obcecada, podía dársela al resto de recién llegados, años después.

Ben se acerca a ofrecernos un plan en el exterior y, sinceramente, no sé si lo que quiero es salir con un montón de chavales ciegos a los jardines, pero... ¿qué me queda? La visión de Dehnel y Lea bailando me hace asentir enseguida. No voy a ser la persona que se emborracha sola hoy mientras le retozan en la cara.

Y entonces llega al abrazo. Me sorprende un poco, pero no tardo en corresponder, sujetándola con un gesto firme, esbozando una sonrisa. Dejo que dure unos segundos antes de separarme, acabarme la copa y ponerme otra.

-Vamos fuera entonces, ¿no? Espero que ese bizcocho suba de verdad, o voy a sentirme un poco fuera de lugar.

*salen*

Me dejé guiar, dejándolo disfrutar de aquel momento y lucirse un poco. Me pregunté cómo me habría tomado yo que me obligasen a tomar clases de baile. Probablemente no tan mal como otras cosas; no parecía la parte más aburrida del protocolo. Pero, desde luego, sonaba un poco cansino. Pero, por supuesto, a Rick no se lo parecía.

En cierto modo, me alegraba de que guiase él, porque en aquel estilo yo, por mi cuenta, tenía poco que hacer. Sonreí contra su oído.

─Tú no sabes lo que es descarado ─repliqué, con tono insinuante─. ¿A qué le llama baile descarado el rancio abolengo?

La hice girar de nuevo, quedando frente a frente, cuando hizo aquel comentario. Avancé un poco más, al ritmo de la música, pasando entre las zonas menos transitadas. Aunque no quedaban muchos guerreros, o no había ninguno a la vista, la fiesta no había decaído exactamente. Los miembros del servicio también disfrutaban de alcohol y comida gratis. Y de la música. Aunque también la producían ellos, realmente.

-Yo soy un tierno muchacho noble que no sabe nada de descaro y picardías, en eso tienes razón -dije, con tono y expresión inocentes-. El rancio abolengo, como cabría esperar, encuentra cualquier cosa descarada. Como un casto beso fuera de lugar -expliqué, acercándome a sus labios un instante, lo suficiente como para sentir su respiración en los míos, pero apartándome antes de llegar a ellos-. La diferencia de clases, por supuesto.

La música seguía y yo la guiaba. Y llegado un punto en mi enumeración, alcancé la pared, que buscaba, y aproveché mi guía para pegar a Lea a ella, colocando mi cuerpo lo suficientemente cerca del suyo como para cortarle el paso. Mis manos abandonaron su cadera y ocuparon un sitio a los lados de su cabeza.

-No se me ocurre ningún ejemplo más ahora mismo. Quizás puedas ayudarme -murmuré, con cierto tono peligroso en la voz.

Fui asintiendo a cada una de sus afirmaciones, solemnemente, sin decir nada, dejándome guiar por la sala de baile a su merced. Quise besarlo cuando hizo amago de acercarme, pero no me dejó hacerlo. Alcé una ceja, asintiendo de nuevo. La diferencia de clases. Terrible escándalo.

Al final acabó acorralándome contra una pared, y lo miré desde abajo, con los ojos muy abiertos y una seriedad de fingida inocencia. Pero, sin inmutarme, alcé una mano hasta su frente y hundí los dedos en su pelo.

─Qué lástima ─suspiré─. Yo que me esfuerzo tanto por estimular tu imaginación, y aún así te quedas sin ideas tan deprisa.

Fui recorriendo su pelo despacio, poco a poco, hasta que mi mano se acomodó en su nuca y lo atraje hacia mí, buscando su boca, abriendo la mía para invitarlo a besarme más profundamente. Al poco, me separé ligeramente, lo justo para poder hablar, aunque mis labios seguían rozando los suyos al hacerlo.

─Aunque debo decir que, aunque suene contradictorio, yo soy más dada a dejarme llevar por el descaro en un ambiente un poco más íntimo.

Sentía que llevaba la ventaja hasta que todo se deshizo de pronto, y la victoria que saboreaba cerca se deshizo cuando su mano pasó a hundirse en mi pelo. Espiré fuertemente por la nariz y me esforcé por no perder la compostura. Pero es que incluso sus palabras resultaban siempre certeras.

Correspondí al beso de forma casi agresiva, aprovechando la posición dominante que todavía mantenía para empujarla contra la pared. No podía vencer con palabras, pero sí imponerme físicamente, de alguna forma. No quería agachar la cabeza, por mucho que una parte de mí lo estuviese deseando. Mantuve aquella insoportable distancia cuando se apartó, aunque mi mirada se alternaba entre sus ojos y sus labios sin que pudiese evitarlo.

-Si quieres descaro íntimo, hay un almacén a un par de puertas.

Pero bueno, una cama siempre estaba bien.

No tardé en darme cuenta de que me había dejado llevar, como siempre. Y, como siempre, cualquier gesto o palabra mía bastaba para cambiar la dinámica. Que era algo muy satisfactorio, pero también me enternecía ver cómo se dejaba derrotar siempre.

Reí contra su boca, divertida.

─Voy donde tú me lleves ─respondí, ofreciéndole de nuevo el control.

Aunque si se lo ofrecía yo de forma tan abierta, era un poco como que nunca llegaba a perderlo. Pero bueno, era un intento.

Entré en la sala para servirme otra jarra de cerveza negra, que, al final, era la que más me había gustado. La fiesta, por supuesto, continuaba, con música y baile, pero tal y como me había parecido, la mayoría de la gente que quedaba por allí era del servicio. También se veía movimiento en los balcones, por otra parte. La zona de las mesas, en cambio, parecía llamativamente más vacía, así como los platos, las copas y las botellas. Me hice, de todos modos, también con una botella de licor. Por si me apetecía luego.

Eché un vistazo en busca de caras conocidas, y entre la multitud distinguí a Dehnel y a Lea, visiblemente ocupados. Decidí, finalmente, que se estaba mejor fuera.

*Se va*

FdR.: ¿Cuántos cierzos he hecho en este roleo? LOS CIERZOS SON IMPLACABLES uvu

Quizás debido a la cerveza la vergüenza no me asaltaba como hubiese pasado en otro momento, en aquel lugar lleno de gente. Porque una cosa era un beso, pero en aquel instante la distancia entre ambos, y el tipo de beso, declaraban otra cosa.

La besé de nuevo cuando me dio permiso, de forma más voraz, pero también más breve. Necesitaba salir de aquel lugar lleno de gente.

Tomé a Lea de la mano y caminé lejos de la zona de baile, hacia la puerta. La fiesta terminaba temprano para nosotros, al parecer. Salvo que no exactamente.

*se van*

¿Que la fiesta no decaiga? Si aquí la mitad de la peña se ha ido. Supongo que al final algunos irían a echar un polvo, otros a dormir y otros a charlar. Veo algunas espaldas en los balcones. Es lógico que más personas hayan decidido irse con la fiesta a otra parte. Como la menda.

Me acerco a las mesas, en las que aún queda comida y bebidas. Si es que al final se han pasado la hostia. Cómo no.

Me meto un trozo de tortilla entero en la boca, con gesto algo sombrío. Estoy algo mareada y el tiempo es extraño. Es como si hubiese entrado desde los jardines hace minutos, pero soy consciente de que solo me separan unos metros del exterior.

Mastico en silencio y echo un ojo al resto de cosas que quedan por las mesas. La verdad es que, si bien tengo una sensación de vacío extraña en el estómago, a la vez tengo la garganta cerrada y es como si la idea de comer algo más me pareciese lo más asqueroso del mundo.

¿Qué coño me pasa?

Me paso una mano por los ojos, secándolos. Si es que al final se me ha llevado Cierzo las gafas. ¿Y dónde se ha metido? Seguro que ese gruñón se ha ido ya a dormir. Tenía que haber pasado un rato con él. Últimamente apenas nos vemos.

La gente del servicio que queda parece estar divirtiéndose, pero ya no veo guerreros en la sala. Vaya, bueno. Pues que no vaya a ser yo la única gilipollas, tampoco.

Con las manos en los pasillos me dirijo a los pasillos. Espero que Retales no se cuando no vuelva. Con un poco de suerte, ni siquiera se acordará, eventualmente. Es fácil olvidar las cosas en este estado.

*se va*