Sala de baile

¡Por Mithos! ¡Cómo estaba el ambiente! Era como estar en los balcones y de pronto en mi casa en Ignis, pero con un aire algo más tomado. Aunque no era sorprendente: la zona de baile estaba a rebosar y me sentía bullir con solo verlo. Miré a Lea con una sonrisa animada.

-¿Qué ha pasado mientras estábamos fuera? ¿Será que arruinábamos la fiesta? -bromeé.

Pero bromas aparte... Hasta aquella flamma tan enfadada parecía estar bailando, y no lo hacía mal. Reconocí ciertos pasos regionales en sus movimientos, aunque yo nunca había sido muy experto en aquello.

Me aproximé a la zona en la que estaba Jun y Kyoti para coger algo de beber, y les hice un gesto con la mano, sonriente. Me serví una cerveza fría y les hablé desde cierta distancia, contento.

-¿Todo bien, chicos?

Frikka, por más que baile, no puede hacer otra cosa que no sea seguirte, mirarte, sonreírte, buscarte. Así que correspondes, claro, haciendo de su baile un complemento de tu baile. Dejas los brazos a la espalda, ganando con ello un cierto aire de inocencia que resulta encantador, y te centras en el zapateo, mientras giras en torno a ella. Y, al poco, extiendes las alas, rodeándote con ellas, convirtiéndolas en el elemento principal de tu baile, utilizándolas tanto para esconderte como para mostrarte, realzando cada una de tus apariciones en todo su esplendor. Las alas destacan en el ambiente de la sala, y la franja azul brilla con especial intensidad, mientras tú continúas haciendo de la música tu música, del ritmo tu ritmo, de la noche tu noche.

Giras sobre ti misma una vez, y el pelo se une como un elemento más, cada vez más libre, cada vez con más vida propia, a los movimientos con los que hechizas a la sala. Y sonríes, claro que sonríes, porque el mundo merece disfrutar de esa sonrisa y porque, realmente, no tienes un solo motivo para no sonreír.

¿Profesionales del baile? Quizás. No me parece descabellado.

-Creo que no me atrevería a competir con ellas, viendo como se han puesto, tienes razón-. Si cada vez parece que van más rápido. No me sorprendería ver, ya no a Curtis, a Frikka salir volando. La idea me hace reír-. Así que el bizcocho. ¿Quieres que vayamos a probarlo? Si no te ha subido, toma otro trozo. Admito que no suelo consumir de esas cosas, pero hoy me noto con ganas-. Si no voy a depredar a nadie, puedo aceptar un poco de tarta y lo que venga después. Aprovecho la postura para abrazarla, todavía risueña-. Me lo estoy pasando bien, Massen. Me alegro de estar de vuelta. No sé si será el alcohol, pero hoy siento que hasta Dehnel me cae un poco bien.

Quizás echaba Brontë de menos en más sentidos de los que pensaba. Al final sí que me he ablandado.

Me falta Corbin.

Al llegar a ellos me dejan espacio. Siento como si la energía que los envuelve se extendiese hacia mí y me
invitase a formar parte de ella. Y yo me dejo arrastrar. Ambos me saludan sin palabras. Y yo les respondo con una sonrisa contenta que hace que mis ojos se cierren.

Seguimos así un rato que podrían ser segundos u horas. Compartiendo la música y compartiendo la energía. Hasta que esta canción termina. Cuando cesan las melodías, salgo un poco del trance, pero no del todo. Aplaudo a los músicos. Y aprovecho para saludar a Johan verbalmente. Le poso mi mano en el brazo para captar su atención.

- Te quedó muy bueno el bizcocho, Azael. ¿O debería decir Johan? -le digo con expresión pícara. No pretendo incomodarlo, solo pincharlo.

Después me vuelvo de forma que tengo a ambos en mi rango visual. Y les sonrío.

- Sí que sabéis montar fiestas en este palacio.

Tras un buen rato bailando la musica paró, mientras los músicos, que parecían estar improvisando pero daban bien la talla, buscaban algo que tocar a continuación. Puse una mano en el hombro de mi hermana, sonriente, pero fatigada.

-Creo que necesito algo de beber -le dije-. Estoy acalorada. ¿Me acompañas o te quedas aquí? Tampoco quiero pegarme a ti toda la noche. Puedes mezclarte con otra gente si quieres, eh.

Sabía que no necesitaba mi permiso, pero quizás ella sí se sintiese responsable de mí. No me sorprendía, después de la escena con la que me había presentado.

Miré a Rick con una ceja enarcada y un amago de sonrisa irónica.

─No pensarías que estarían esperando a que volvieras tú para pasarlo bien ─apunté.

Aunque tenía que darle la razón; la gente no había perdido el tiempo, y la zona de baile estaba a rebosar. Además, el panorama era de lo más variopinto, así que resultaba un conjunto bastante pintoresco y algo gracioso.

Acompañé a Rick a servirse otra cerveza, aunque yo decidí dejar estar la bebida por un tiempo. Por allí cerca estaban Jun y Kyoti que, si bien no bailaban, también tenían un aspecto un tanto perjudicado.

Kyoti asiente, tratando de tranquilizar a Jun, de dejarle bien claro que pedirá ayuda si la necesita. Respira hondo. Realmente, no le apetece en absoluto que nadie cargue con él. Solo necesita un momento y ya está. Tampoco es tan inútil.

Parece que, efectivamente, todo se cuece en el baile. Kyoti no es muy buen bailarín y, ahora mismo, siente que quizás no sea la mejor de las ideas meterse en la multitud, pero ya van dos personas que le proponen acercarse y empieza a sentirse mal por negarse. Busca con la mirada a Johan, que sigue concentrado en la música, ahora acompañado de Kris y Ben. Zaih también está bailando, y es increíble lo bien que lo hace. Le dan algo de envidia, pero se ve incapaz de participar. Aunque, supone, siempre puede mirar.

─Vamos ─acepta, finalmente.

Pero justo entonces aparecen Rick y Lea y se gira a mirarlos, algo desorientado. Sonríe y asiente, sintiéndose un poco ausente.

Negué suavemente, sonriendo. No eran las dos chicas nuevas, pero casi daba miedo mirarlas, al ritmo que iban.

Por algún motivo, me sorprendió un poco la oferta de Alehyss. Con la calma que llevaba, pensé que no le apetecería probarlo. Aunque, bien pensado, por qué no. Aunque no sabía si yo debía tomar más. ¿Quizás era eso? ¿Me hacía falta otro trozo? Podía probar, a ver.

Y entonces me abrazó y sentí un cosquilleo agradable, y sonreí más, y me di la vuelta para abrazarla yo también, disfrutando del contacto. Cada día que pasaba me daba más cuenta de lo que la había echado de menos todo aquel tiempo.

Reí un poco.

─Yo me alegro muchísimo de que estés aquí, y te aseguro que no tiene nada que ver ni con el alcohol ni con el bizcocho ─respondí.

Bueno, la efusividad quizás un poco sí, pero el sentimiento estaba siempre. Me separé un poco de ella y la tomé de la mano para llevarla hacia la mesa. Jun y Kyoti seguían por allí, y también estaban Lea y Rick. Sonreí y los saludé antes de acercarme a la bandeja. Previsiblemente, el cartel que le habíamos puesto ya se había perdido, pero no me pareció tan importante en aquel momento ni me veía con ganas de buscarlo.

Johan para un poco cuando la música cesa, contemplando su entorno tranquilo. Kris llama su atención de nuevo, y la mira, fascinándose de lo ondulados y líquidos que son sus bordes.

-Gracias -dice a lo primero, con una sonrisa encantada. Luego se encoge de hombros, sin perder la expresión-. Puedes llamarme como quieras. Los nombres solo son palabras y tienen el significado que tú quieras darles.

Luego extiene una mano hacia su rostro y la apoya en su mejilla. Está super suave. Ni siquiera responde a su siguiente comentario. Se vuelve hacia la chica del piano y le toma la mano para llevarla, también, a la mejilla de Kris.

-Mira qué suave -le dice, tranquilo.

Pris se volvió a mirar a su hermana cuando se detuvo la música y esta llamó su atención. Negó con la cabeza, incapaz de desdibujar la sonrisa que se le había asentado en los labios. Miró un momento alrededor antes de responder.

─No me importa ir contigo, pero creo que voy a ir un momento a saludar a Anna ─decidió─. Luego te veo.

Y, sin decir más, se acercó a la chrysos, con una sonrisa de oreja a oreja.

─¿Te lo estás pasando bien? ─preguntó, quizás con más emoción en la voz de la necesaria─. Llevo todo este rato bailando y mañana voy a estar agotada, pero no me arrepiento de nada.

Kyoti parece lo suficientemente entero como para moverse, y creo que le vendrá bien un poco de acción. O a mí. No lo sé. Pero hay que probar.

Rick y Lea acaban de llegar no sé de dónde. Los saludo con la mano y asiento a su pregunta. Todo perfecto. Excelente. Maravilloso. Luego, de la misma forma que lo he saludado para decir hola, lo saludo para decir adiós. Tomo a Kyoti por el brazo y lo llevo a la zona de baile.

Yo no es que sea bueno bailando, pero bueno, parece divertido. No me meto directamente dentro del montón, pero empiezo a moverme un poco, sin mucho estilo. Es como si cuando bailase mi cuerpo se proyectase un poco más allá después de que lo detenga. Como si tuviese una estela.

-Qué raro es esto...

La música había cesado, aunque solo fuera un momento, pero a Ben le costaba volver a la realidad, transportada todavía por la reminiscencia del ritmo y la melodía. Con los ojos entrecerrados, todavía dejando de mecerse, sonrió a Kris, que parecía, efectivamente, estar disfrutando mucho de la noche.

Dejó que Valter guiase su mano hasta la mejilla de la chica y la acarició delicadamente. Sí que era suave. Se acercó un poco más y extendió la otra mano para acariciar también la mejilla de Johan, que tenía la misma suavidad sorprendente, y salvó la distancia hacia la de Kris para acariciarla con su propia mejilla.

Sonrió, asintió.

─Sí que es suave ─coincidió.

A ver, no iban a estar todos esperándome, por supuesto, pero cuando Jun y Kyoti se marcharon me sentí hasta un poco ofendido. Ofendido de broma, por supuesto. Me crucé de brazos, frunciendo el ceño algo contrariado, y miré a Lea. Nada, un saludo y un poco más.

-Sí que nos lleva ventaja la juventud. Yo pensaba que no era tan viejo, pero se ve que no soy lo suficientemente interesante ya-. Di un buen trago a la cerveza-. Bueno, ya me darán las gracias cuando los lleve a todos a la cama porque no saben ni por dónde queda la habitación-. Cambié mi seriedad por una sonrisa-. No puedo hablar como si no hubiese hecho las mías yo también.

Eché un breve vistazo a Anna, que parecía estar sola, pero llevándolo bien. No parecía que hubiese que preocuparse.

Me aproximé un poco a Lea para besarla. Había sido muy amable con el tema de Anna y no podía negar que aquello me atraía. Aunque enumerar cosas que me atraían de ella era hacer un poco de trampa.

-¿Sigue en pie lo de ese baile? Hay que enseñarle a esos críos cómo se hace.

En algún momento el baule se vuelve un furor incontrolable. Ya no sé si gira ella, si giro yo o si es el mundo el que gira y nosotras solamente somos dos piezas inmóviles ancladas al suelo. En medio del frenesí, me siento sudar y latir con fuerza, y en lo que llega el final de la canción me preparo para la apoteosis y, poniendo en juego todo mi esfuerzo y toda mi concentración, salto y doy un mortal hacia atrás en el aire y termino con los brazos abiertos, jadeante y, sinceramente, sorprendida de no haberme partido la cara contra el jodido suelo.

Resollando, mareada del salto y del meneo, pero feliz, contemplo mi entorno y, finalmente a Curtis. Sé que he ganado. No necesito restregárselo.

-Veo que... sí que sabes divertirte... eh... pajarito...

Ay, el asma.

No creía que pasase nada por una copa. Al final opté por una cerveza: hacía calor y tenía sed de tanto bailar. Ya que mi hermana parecía querer hablar con Anna, aproveché para dejarla un poco a su aire. Decidí, con la copa en la mano, que saldría un poco a tomar el aire. No me vendría mal para despejarme.

Busqué a Pris con la mirada y le indiqué con un gesto que salía, pero con una sonrisa tranquilizadora. Estaba bien que charlase. Anna, además, parecía buena choca, por lo que sabía de ella.

*se va*

Kyoti sigue a Jun, dejándose llevar hacia la pista. Moverse es raro. Es decir, desplazarse. No lo había hecho hasta el momento, pero se siente como si caminase a trompicones, como si en un momento estuviera en un sitio y al siguiente apareciese unos metros más allá. Y está seguro de que no es por ningún hechizo. ¿Está seguro? A lo mejor es Jun quien los está teletransportando. Aunque tampoco se lo parece.

Jun escoge un sitio, sin entrar mucho en el tumulto, y comienza a moverse. Parece sorprendido de sus propios movimientos, hasta fascinado. Kyoti lo observa en silencio, con una sonrisa curiosa, siguiendo su mirada.

Kyoti prueba a moverse él un poco, pero no le da la misma sensación si está en el mismo sitio. Lo cual agradece, porque sería muy confuso.

─¿Qué es raro? ─pregunta, divertido.

Sonreí y negué ligeramente.

─No, pero estás hablando de «las tuyas» casi como si fuera un pasado remoto ─apunté─. A lo mejor se te quitaría el complejo si dejaras de hablar de ellos como «la juventud». Me estás haciendo sentir vieja.

Jun era un crío, pero Kyoti, aunque tuviera esa pinta inocentona, no era tan pequeño. O eso creía recordar. Pero era como si Rick estuviera poniendo una línea de separación entre dos grupos de edades. Una cosa era entre veteranos y recién llegados, pero aquello...

Respondí al beso de buena gana, y lo tomé del brazo cuando me recordó que me debía un baile.

─Anda, acaba la cerveza y vamos, que están empezando a tocar otra vez.

Massen está cariñosa. No sé si es más por lo que ha bebido, aunque ella lo niegue, o por la nostalgia. Porque lo cierto es que yo también la he añorado y también encuentro en el contacto un pocode alivio. Será que fuera de estos muros, en el fondo, mis afectos son más bien superficiales. Hasta yo puedo apreciar sentir emociones alguna vez.

-Lo cierto es que encontrarte allí fue una de las mejores cosas que me ha pasado en un tiempo -confieso, con tono amable.

Nos dirigimos a la zona del bizcocho y, aunque tenía la esperanza de poder entablar algo de conversación con Jun y su acompañante, pero ellos parecen ir en dirección contaria. Los que están más cerca, de hecho, parecen Lea y Dehnel. Los saludo con un gesto. Si no fuese por ella no sé si me molestaría. Por un instante tuve la esperanza de que ya no estuviesen juntos.

-Así que este es el bizcocho -comento al llegar junto al susodicho. Tomo un trozo de los grandes-. Vamos a corromper un poco más mi alma -añado, sin acritud, dándole un bocado.

Pris se miró un momento, feliz de recibir aquel cumplido. Alzó la vista hacia Anna y asintió enérgicamente.

─¡Claro! ─exclamó─. Me gusta que me llamen Pris. Me lo llaman mucho. Me alegra que estés mejor. Esto ha sido una idea genial.

La observó bailar. No le ponía mucho entusiasmo, pero era tierno, como su personalidad. Rió un poco.

─Zaih y yo llevamos muchos años bailando ─explicó─. Nos gusta mucho a las dos. Aunque claro, cada cual tiene su estilo, solo hay que mirar la pista para verlo. Lo que solemos hacer, en realidad, es danza tradicional ignita, pero bueno, todo se puede adaptar a la ocasión. De todas formas, si te gusta te puedo enseñar un poco. Para mí cualquier oportunidad para bailar es buena.

El colofón del baile no tiene nada que envidiar al resto. Brillas, reluces, te sientes una con la música. Y, cuando esta termina y tu recoges un poco las alas, sonríes, llevándote un mechón de pelo aventurero detrás de la oreja y te giras hacia Frikka, que ha quedado agotada.

Le dedicas una elegante y esmerada reverencia, manteniéndote en el papel de artista que es el de tu vida.

─Ha sido un placer compartir pista.

Lo ha sido para ella, se le ve en la cara. Está exhausta, pero absolutamente exultante. Te sientes satisfecha de haber podido contribuir a ello, y saludas también al público que ha estado siguiendo tus pasos de baile.

¿Cómo que qué es raro? Miro a Kyoti casi sorprendido por su pregunta. Todo esto es super raro. De hecho, se lo transmito. Le transmito mi visión del mundo, borroso y desdibujado, con la gente bailando, conmigo bailando, con él bailando tal y como lo veo.

-El mundo es un lugar raro. ¿No te das cuenta? Ahora mismo todo es tan volátil. ¿Y si todos tenemos un collar y alguien nos está haciendo ver esta fiesta? Y solo somos cuerpos tumbados en camas, hipnotizados.

No puedo evitar recordar a mi abuelo. Me llevo una mano a la cabeza, mientras unas imágenes extrañas que no sé explicar cruzan mi mente. No es tan diferente de lo que acabo de describir. ¿Se supone que estoy teniendo una alucinación o es un recuerdo? Si tampoco he tomado tantas cosas...

Acepto el contacto de Johan de buena gana. Disfruto la sensación chispeante que dejan sus dedos contra mi piel. Y luego, con la mano de Ben en mi otra mejilla, cierro los ojos y me dejo acariciar. El contacto es agradable y me saca una pequeña sonrisa.

Cuando Ben aparta la mano yo abro los ojos. Veo cómo aproxima su cara a la mía. Espero expectante para ver qué es lo que pretende. Cuando apoya su mejilla sobre la mía entrecierro los párpados. Correspondo a su caricia con mi propia cara. Me voy dejando llevar, hundiéndome en la delicadeza de su contacto.

Poco a poco empiezo a cambiar la dirección, haciéndome con el control del movimiento. Ahora la acaricio yo a ella, con el puente de la nariz, deslizándolo suavemente por su pómulo. Y me voy desplazando sin separarme hacia la parte más blanda de su perfil, para bajar luego hasta la línea de su mandíbula. Finalmente mi nariz viaja hasta su oreja, rozando la punta de mi nariz con delicadeza por todos los pliegues del cartílago.

Claro que ha sido un placer, chata. Si ya la imagino, hablando emocionada con todos sus amigos: he bailado contra Frikka y he perdido, pero he dado guerra. No puedo evitar que me salga una risilla algo descontrolada, no sé si por la adrenalina o por la mezcla del alcohol y del bizcocho.

-Cuando quieras, repetimos. Tú y yo-. Le doy un golpecito en el brazo, pero sin pasarme-. Quiero verte para la próxima. Venga, que me reclaman en otra parte.

Hago una reverencia exagerada, recojo el sombrero y me dirijo a la zona en la que se encuentra Retales. Pero me detengo al toparme con la escena: ¿pero qué coño están haciendo?

Ni siquiera interrumpo, porque... no sé qué decir. Y me da un poco de miedo cuál va a ser la respuesta. Así que solo miro. ¿Estaré flipándolo? Si no hemos tomado las setas todavía...

Reí al comentario de Alehyss. No pude evitarlo, me pudo la curiosidad. Aunque ya me oliese la respuesta.

─¿Lo has probado alguna vez? ─pregunté.

Visto que mi trozo seguía sin hacer amago de dar señales de vida, tomé otro yo también, aunque no tan grande como el de ella. Quizás debería combinarlo con algo más. Cuando ese pensamiento atravesó mi mente estaba pensando en algo inofensivo, pero al momento me encontré con que me estaba sirviendo otro vaso de licor con hielo.

Empezaba a sentir que hacía demasiado calor.