Sala de baile

Lluvia se volvió al escuchar como la puerta se abría, alzando un poco las cejas, interrogante, y separó las manos. Al ver a Jun, sin embargo, su expresión se suavizó, y sus labios se curvaron hasta formar una amplia sonrisa. Hacía mucho que no lo veía. Se preguntaba qué había estado haciendo.

—¡Hola! —saludó, animada, alejándose de las ventanas. De nuevo, junto las manos tras su espalda, al tiempo que se acercaba a él, sin borrar la sonrisa—. Cuánto tiempo... ¿Cómo estás?

Sentía que tenía muchas cosas que contarle. La misión, la carta. No había hablado con Jun de nada de eso, y a pesar de que ya había respondido, quería contárselo y pedirle consejo, por si había otra carta.

Verla venir tan contenta me arranca a mí también una sonrisa. Me alegra mucho verla, y más aún si está así de contenta. También yo me acerco a ella, y al plantarme en frente la miro un momento, sin saber bien qué hacer. Es que me ha salido tenderle la mano, pero no tiene demasiado sentido.

Asiento con entusiasmo. Me ha puesto de buen humor, la verdad.

<<Todo bien.>>, formulo con las manos. <<He estado intentando hacer un par de máquinas, pero no me han salido muy bien. De todas formas, todo bien.>>

Intento usar estructuras simples, movimientos lentos y deletrear todo lo que pueda. Al fin y al cabo ella no practica mucho, y no quiero bombardearla con información. Aunque la verdad es que...
¿Qué le podría contar?
No es que últimamente mi vida sea una aventura.

<<¿Qué tal tú? ¿Ibas a tocar?>>

La miro, curioso, risueño. Incluso siento mi reacción algo exagerada, pero me ha salido así...

Al ver a Jun acercarse, la sonrisa de Lluvia se ensanchó, y la aether ladeó un poco la cabeza hacia la derecha, mirándolo así durante unos segundos. Luego bajó la mirada a las manos del claritas, sin borrar la sonrisa, pero adoptando una expresión un poco más seria, una más concentrada. Lluvia frunció un poco el ceño, pensativa, recordando los gestos que había aprendido, y después, como siempre, intentó responder ella con las manos en vez de con palabras.

<<Ke clase de makinas?>> inquirió, curiosa, apartando un segundo la vista de sus propias manos, mirando hacia arriba, hacia el claritas. <<Seguro k no t kedaron tan mal>> añadió.

Lluvia tenía la sensación de que era incapaz de memorizar correctamente los signos. Por mucho que Jun la corrigiese, la aether creía que siempre acababa fallando en las mismas cosas, o en otras nuevas, mezclando todos los movimientos, todas las letras. Le resultaba un poco frustrante, a veces, porque realmente quería aprenderlo bien para poder hablar así con Jun.

<<Ya e tokado>> respondió. Miró un segundo hacia el piano, dejando ir un suspiro. <<E estado praktikando un poko, pero no me a salido mui bien>> Se pasó una mano por la nuca, encogiéndose un poco. <<I e ido a una mision, pero tampoko me a salido mui bien, aunke kreo k ice un amigo>>

Miró a Jun.

Pienso un momento. Es que de recordar la mola aquella y todos sus fallos casi me da hasta vergüenza haberla mencionado. Pero ahora ya es tarde, así que intento explicarlo.

<<Era para lanzarle flechas. Con dianas que se mueven con unas palancas. Pero tiene fallos y tengo que volver a hacerla.>>

De los errores se aprende, se dice. Estoy seguro de que los fallos tontos que he tenido en esa "mole", como la llamó Massen, ya no se me olvidan, y ya no los tendré más. Supongo que tendré otros, pero es un asunto menos...

Ya ha tocado. Mantengo la sonrisa y asiento, aunque la verdad es que me hubiese gustado escucharla. Pero enseguida dice otra cosa que me hace alzar las cejas, sorprendido.

<<¿A una misión?>> No tenía ni idea... Espero que no se haya hecho daño. La reviso un momento, preocupado, pero no tardo en sonreír, resuelto. Parece estar bien. <<Cuéntame.>>, pido.

Un amigo... ¿En una misión? Entonces supongo que ya no lo verá en un tiempo. Quizás por carta, como cuando volví a la Torre...

Lluvia asintió levemente. Una máquina para lanzarle flechas... Aquello sería útil si alguien quería practicar. Incluso podía serlo para ella, aun a pesar de que sus habilidades no destacasen. Sonrió.

<<Espero k t salga bien a la siguient>> Ensanchó la sonrisa <<Parece mui interesante; seguro k los guereros lo agradecen>>

Lo miró en silencio, volviendo a unir las manos, a entrelazar los dedos. Cuando preguntó por la misión, Lluvia asintió, y cuando le pidió que le contase más se encogió de hombros. Esta vez, decidió dejar de lado los signos porque no creía que fuese capaz de explicarse utilizando solo las manos.

—Fui a retarme con un chico al que otros chicos insultaban. —Miró de nuevo a Jun—. La idea era que tenía que combatir contra él porque había retado a un guerrero de Brontë, pero al final no lo hice y acabé defendiéndolo y uno de los chicos que lo insultaban se hizo daño. —Bajó la mirada—. Ahora el chico al que insultaban está bien, se llama Erick y me escribió; es el amigo que mencioné. Me dijo que ya no se metían con él, pero no sé si volverán a hacerlo y. Bueno. Creo que tendría que haber ido otra persona; seguro que así nadie se hacia daño.

Suspiró, pasándose una mano por el cuello, encogiéndose un poco.

Asiento, agradeciendo su ánimo. La verdad es que en el momento me vine abajo, pero ahora me siento bastante más motivado. Supongo que no siempre sé mantener la moral arriba... Pero he mejorado a ese respecto, creo, así que estaré satisfecho con ello de todas formas.

<<Cuando la termine te la enseñaré, te lo prometo.>>

Hace mucho que no tiro con ella. Y era divertido...

Y entonces me cuenta lo de su misión. La escucho, curioso, atento. Intento imaginarme a los chicos. Sé que hay gente que se mete con los demás porque es más grande, más fuerte, más lista... Yo no me crié con más niños, así que no pasé por demasiadas de esas cosas. Me pregunto cómo hubiese sido.

<<¿Y por qué ese chico retó a un guerrero? ¿O lo obligaron?>> Arrugo el ceño un momento, contrariado, y termino por sonreír. <<Pero lo hiciste bien, ¿no? Ayudaste al chico con problemas.>>

Eso es lo que hacen en los libros de guerreros y caballeros.

Lluvia asintió con entusiasmo, sonriendo.

—Si me la enseñas, yo dejaré que me escuches tocar el piano —dijo, divertida. Pese a la condición que había impuesto en la oración, la verdad era que no le importaría que el claritas la escuchase algún día, le hubiese o no le hubiese enseñado la máquina. Le daría vergüenza, estaba convencida, pero no le molestaría.

Lo miró, con los labios curvados y las manos tras la espalda, echándose levemente hacia delante y hacia atrás. Cuando volvieron al tema de la misión, no obstante, adoptó una posición más seria, y de nuevo, se encogió de hombros.

—Supongo que le obligarían... No sé. —Lo miró—. Tampoco sé si lo hice bien o no. Él cree que sí. Hasta me regaló un amuleto.

Se pasó una mano por la nuca.

Alzo las cejas de repente. ¿De verdad? Esto es como una apuesta, o algo así... Bueno, no exactamente. Sin embargo, no tardo en dibujar una sonrisa y asentir. No es algo que me vaya a costar cumplir, siempre y cuando me ponga a hacerle la reforma a la máquina...

<<De acuerdo.>>, le digo, seguro, manteniendo la sonrisa. <<Me daré prisa entonces. Lo estoy deseando.>>

La verdad es que entiendo su punto... Que el chico estuviese en problemas no significa que hacerle daño a otros esté justificado. De todas formas, me cuesta pensar que Lluvia hubiese hecho algo malo, y menos aún conscientemente. Me fío de su criterio, es decir...
Termino por sonreír. Lo mejor es no buscarle lo malo a algo que tiene punto bueno.

<<Estoy seguro de que lo hiciste bien. No le quites importancia a tus logros. Haces bien muchas cosas.>>

Y se lo repetiré cuando haya acabado la máquina, porque me tocará el piano y no podrá negarlo.

Durante un segundo, la sonrisa de Lluvia se torció, un poco desafiante.

—Lo mismo digo —murmuró, recuperando su sonrisa habitual, mirando hacia otro lado un instante.

Cuando volvió a mirar al claritas, este estaba formando la respuesta a sus palabras con las manos. Lluvia se fijó entonces en sus dedos, curiosa, y luego suspiro y se encogió sobre si misma. Negó suavemente.

—No hago muchas cosas bien —respondió, bajando la mirada. Tras un segundo, sonrió, mirándolo de nuevo—. Me miras con buenos ojos. El chico también.

Nada más decirlo, Lluvia recordó algo que Erick le había dicho antes de que se fuese, y sus mejillas se sonrojaron levemente.
No dijo más, pese a todo.

Cuando dice que no hace muchas cosas bien estoy a punto de borrar la sonrisa, pero recuerdo que la última vez que la intenté presionar... No quiero que llore otra vez. Tengo la sensación de que la molesto mucho cuando digo esas cosas, aunque de verdad creo que se infravalora. Pero ya he notado que así no funciona.

<<Piensa que quizás es porque hay cosas buenas que ver. Si no las hubiese, ni con buenos ojos podría.>>

¿Él también?
Curioso, la examino. ¿Tan amigo es que ya la ve con buenos ojos? Bueno, claro... Ella lo ayudó, así que tiene sentido.
Erick ha dicho, ¿no? Ahora siento curiosidad...

<<¿Dónde vive?>>, inquiero, risueño.

Cambio el peso de pierna, pensativo. Ahora no puedo evitar pensar en una persona llamada Erick, pero es poco probable que se parezca a él.

Lluvia esbozó una tímida sonrisa, mirando al claritas, levemente sonrojada.

—Bueno... A lo mejor...

Se encogió de hombros.
Se preguntaba cuáles serían esas cosas buenas que el claritas veía, pero decidió preguntar. No le gustaba indagar en ese tema, y dejarlo en ese punto muerto era lo mejor para ambos. No quería repetir lo de la última vez, donde terminó llorando, como siempre.

—Vive en el pueblo de paso... En la carta dijo que podía ir, si quería, y que podía enseñármelo. Nunca he estado en el pueblo de paso, salvo para ir a la misión, así que le dije que vale. —Se encogió de hombros. Permaneció un segundo en silencio. Luego, notando de nuevo que enrojecía, y bajando mucho la voz, añadió—: Me dijo que era guapa...

Tragó saliva. Y se apresuró a añadir, nerviosa:

—Pero seguro que no quería decirlo, porque yo no soy guapa ni nada. Seguro que fue la emoción del momento.

Sonrío y asiento, mirándola. Espero que se lo crea de verdad, porque yo lo creo de verdad. Y no quiero que me considere un mentiroso... Quizás no se me dé bien decir las cosas malas a la gente, pero eso no me obliga a decir las cosas buenas, ¿no...? Las digo porque quiero hacerlo.

Cuando descubro que el tal Erick vive tan cerca me sorprendo un poco. Pero eso lo hace todo mucho más cómodo. Enseguida estoy sonriendo, animado, y asiento, como queriendo ponerme a decir cosas antes siquiera de haber pensado qué cosas.
Muevo las manos enseguida.

<<Entonces espero que te lo pases muy bien. Cuando hayas ido dime qué tal.>>

La miro cuando parece callarse algo. A veces se queda callada, así que no espero que me diga nada, creo que solo estará pensando hasta que, de hecho, habla. Y entonces...
¿Amigo? ¿No será que el chico ese...?

<<Estoy seguro de que lo dijo de verdad.>>, me apresuro a gesticular, mirándola muy serio, fijamente, cuando veo que empieza a sentirse insegura de nuevo.

¿Por qué le iba a mentir?
¿Por qué Lluvia se sentirá tan poco segura de sí misma...? Cada vez me siento más inútil a ese respecto...

Lluvia asintió levemente, volviendo a llevarse una mano a la nuca, bajando la mirada.

—Te lo diré... —murmuró.

Suspiró. Ni tan siquiera sabía si iba a ir. Tenía que recibir la respuesta de Erick, a fin de cuentas. Aunque dudaba que fuese a cambiar de idea. Él la había invitado, ¿no?

—También puedes venir tú si quieres —añadió, pasados unos segundos, mirando al claritas de nuevo—. O podemos ir juntos algún día... Si quieres...

Bajó la mirada otra vez, apenas un segundo. Cuando la volvió a alzar, sonreía de nuevo, aunque no tardó demasiado en borrarla, encogiéndose de nuevo sobre sí misma.

—A lo mejor... No sé... —Tragó saliva—. Pero no soy muy guapa, por mucho que diga...

Volvía a estar sonrojada.

Cuando me invita sonrío. No sé yo si, tratándose de lo que creo que se trata, si la ha llamado guapa, ese chico quiera estar con otra persona. Pero claro, mi amiga es lluvia, no él, así que quizás se sienta incómoda. Termino por encogerme de hombros y asentir con sencillez, risueño.

<<Hay días que hay un mercado que me pareció interesante. Podemos ir un día a verlo.>> Devuelvo la vista a la ventana, pensativo. <<Aunque con este tiempo había que esperar a que amaine.>>

A lo de ir con ella y Erick responderé... cuando él, por lo menos. Por lo que ha dicho le ha mandado una carta. Así que supongo que veré qué hago. Me siento un poco incómodo, creo, pero si ella se siente insegura no me importaría ir con ella, claro.

Y de nuevo, empieza a menospreciarse. Me pone nervioso no saber qué hacer, qué decir... Es como si no pudiese... hacer nada. Al final opto por lo que creo que es mi yo más auténtico: la ciencia.

<<La belleza no es objetiva. No hay algo guapo y algo no guapo.>>, le aseguro, mirándola muy fijamente mientras, convencido. <<Si él lo piensa es verdad, ¿no?>>

Lluvia asintió, curvando un poco los labios.

—Vale... Cuando deje de llover —murmuró, mirando de reojo hacia las ventanas. Volvió la vista al claritas—. Seguro que tiene cosas bonitas.

Si iba al mercado, tenía pensado comprarse muchas cosas. Tenía mucho dinero en el baúl: con cada carta, sus padres le enviaban una pequeña suma, que al final había terminado convirtiéndose en una muy considerable cantidad porque nunca había recurrido a él.

—¿Cuándo es tu cumpleaños...? —preguntó de pronto, curiosa, ladeando un poco la cabeza.

Le compraría algo a Jun. Fuesen o no al mercado, le compraría algo.

Los comentarios en torno al tema de Erick hacían que sus mejillas se sonrojase y que se encogiese sobre sí misma, tímida, volviéndose más pequeña de lo que era realmente.

—No sé... —respondió—. Nunca me he considerado guapa... Ni nadie me lo había dicho antes.

Suspiró.

Asiento con ella, como una prolongación de su gesto. La verdad es que cuando fui lo hice solo, pero hacerlo acompañado... suena bien. Seguro que es mucho más entretenido. Como he aprendido que suele ser, vamos.
Y entonces pregunta. No puedo evitar una carcajada, muda, tomado por sorpresa. Con una sonrisa divertida, gesticulo. La verdad es que lo pregunta justo a tiempo.

<<En una semana. El lunes.>>, le explico, risueño.

Aún no me había puesto a pensar en ello. El Abuelo me permitía celebrarlo, de alguna forma, y era un día especial. Lo recuerdo con cariño. Aunque me hace pensar en que debería ponerme en contacto con él sin falta, te alguna forma.

Verla encogerse, sonrojada... ¿Le gustará el chico ese? Yo creía que le gustaba el piscis, Follow... Aunque supongo que la gente cambia, claro. Tiene sentido.
Niego, con suavidad.

<<¿Nunca te lo he dicho yo? Tienes unos ojos muy bonitos.>>, le aseguro, risueño, asintiendo.

Lluvia alzó las cejas, sorprendida. El lunes. Faltaba poco para el lunes, una semana, para ser exactos, tal y como él había dicho. De pronto, se sintió ligeramente nerviosa: había pensado que el cumpleaños del claritas no sería tan inminente, que tendría tiempo para pensar en un buen regalo, pero. Una semana era tan poco tiempo.

—Oh... —Le sonrió—. Pensaré en algo...

De reojo, volvió a mirar hacia las ventanas. A lo mejor tendría que ir al mercado en un día de lluvia, si quería encontrar un buen regalo. Frunció un poco los labios. ¿Pero qué podía comprarle...? Le parecía algo tan complejo...

El siguiente comentario de Jun hizo que el rubor de sus mejillas aumentase considerablemente, y que alzase mucho las cejas. Lluvia bajó la cabeza, dejando que varios mechones cubriesen su rostro, y esbozó una torpe sonrisa.

—¿Lo dices en serio...? —murmuró.

Niego, apurado. Se lo he dicho porque ha preguntado, pero tampoco es que tenga que hacer nada. Me llegaría con estar con ella y pasar la tarde, por ejemplo.

<<No tiene que pasar nada especial. Estoy contento en general.>>, aseguro, asintiendo. <<Podemos comer juntos un día o así.>>

Eso estaría bien. Comer con ella. Hace mucho que no hacemos algo juntos, de hacer algo... Simplemente nos encontramos y hablamos. Pero no es nada acordado. Y de vez en cuando es agradable tener un plan.

De verdad le sorprende que le diga cosas buenas. Asiento, sin embargo. No es que sea una mentira. Se lo aclararé si quiere saberlo.

<<Son grandes y bonitos. Son oscuros. Es como mirar la noche.>>, explico.

No creo que decir eso con gestos esté sonando mucho a cosas buenas... Y desde luego son más normales que los míos, que parecen los de las ratas con las que se hacen experimentos.

Lluvia asintió.

—Podemos comer un día juntos, si quieres. —Sonrió—. A mí me gustaría. Pero también te compraré algo. Lo pensaré y lo compraré, y el lunes te lo daré.

Ensanchó la sonrisa, risueña. Realmente quería comprarle algo: aunque no tuviese mucho tiempo para pensar el qué y él le hubiese dicho que no fuese necesario, quería hacerlo. Así que lo haría. Iría al mercado y le compraría algo que pudiese gustarle. Tenía mucho dinero y podía permitírselo.

La sonrisa que había esbozado se llenó de timidez cuando Jun habló de sus ojos, y ella apartó un instante la mirada, tímida.

—Gracias... —murmuró pasados unos segundos, mirándolo de nuevo, acercándose un poco a él. Lo miró. No tenía claro qué hacer ahora. ¿Le decía algo bonito ella ahora o...?

Asiento con entusiasmo. La verdad es que me gustaría mucho. No sé por qué no se me ha ocurrido antes proponérselo. Si total es algo que más o menos todos hacemos a la misma hora, ¿no? No puede ser especialmente difícil.

<<Como quieras.>>, concedo finalmente, con una sonrisa. <<Pero que sepas que no hace falta.>>

Sé que suena mal, pero la verdad es que me hace algo de ilusión. No estoy acostumbrado a que se celebre nada para mí, por no hablar de regalos, así que lo cierto es que una parte de mí no quiere rechazar demasiado el regalo porque... Bueno, supongo que soy un egoísta... No me honra ese gesto.

Y finalmente acepta el cumplido. Sonrío, entonces. Así es mejor.

<<¿Ves? No es mentira. Así está bien.>>

Tiene que confiar más en sí misma, nada más.
Interrumpo la conversación llevándome una mano a la boca para disimular un bostezo.
Ya empiezo. Puedo imaginar a Massen burlándose de que necesite irme a cama tan pronto, pero es que cuando me acuesto tarde luego me siento fatal. Es como si la noche me chupase la energía. Y ahora anochece tan pronto...

<<No sé si sería mejor que fuese pensado en acostarme. ¿Has cenado?>>

Si no lo ha hecho podemos cenar juntos. Así aprovecho un poco más que la he encontrado. Pero la verdad es que estoy algo cansado.

Lluvia asintió.

—Ya sé que no hace falta. Pero quiero regalarte algo —admitió, sonriendo.

No había mucho más que discutir al respecto. Además, aunque dijese que no era necesario, la aether pensaba que Jun se alegraría si alguien le regalaba algo. Todo el mundo se alegraba cuando le regalaban algo. Hasta la gente más triste lo hacía.

Siguieron hablando un rato más. Cuando Jun preguntó si había cenado, Lluvia negó suavemente, al tiempo que esbozaba una sonrisa; después, juntos, ambos abandonaron la sala, en dirección al comedor.

*se van*

Aunque el tiempo no era muy bueno, el día estaba tranquilo. El cielo, gris, se echaba sobre el palacio, y el aire era frío, más que las últimas semanas, debido a las nieves que habían caído. Todo parecía tan silencioso que resultaba difícil pensar en ponerse en movimiento. Y en la sala de música, por supuesto, el silencio se volvía aún más evidente.

Avancé por la sala, oyendo resonar mis zapatos contra el suelo resplandeciente. Ni siquiera había boros, por una vez. Pero, por supuesto, eso era porque ya no les quedaba nada que comer allí. Mejor.

Me acerqué a los instrumentos, observándolos en silencio, sin llegar a tocar ninguno. Al final, como siempre, me volví hacia el piano. Era el más cómodo de todos, desde luego. Resultaba agradable. Tras dudarlo un instante, abrí la tapa y pasé los dedos sobre las teclas, sin llegar a pulsar ninguna. Cuando, finalmente, hundí el índice, un mi agudo resonó por toda la sala.

No tardé en sentarme y ponerme a tocar algo, lo primero que me vino a la cabeza. Parecía un buen día para ello.

*se queda*

Voy por los pasillos cuando escucho el sonido de un piano viniendo de la sala. Enseguida, tras un leve titubeo, decido entrar, creyendo que quizás se trata de Lluvia. Sé que le da mucha vergüenza que la vean hacerlo, pero la verdad es que llevo mucho sin estar con ella y la idea se hace agradable.
Sin embargo no tardo en darme cuenta de que ella no es la única que toca el piano por aquí. Esta vez es ese hombre serio que parece tan fuerte. Toca bien. Pero no quiero molestarlo mientras toca.

Lo miro un momento. Ni siquiera puedo decir que me disculpe y explicarle la intromisión, de modo que hago una reverencia pronunciada, esperando que me vea, disculpándome. Luego salgo con cuidado de no hacer ruido.

No tengo nada contra él... Ahora va a pensar que...
¿Debería entrar de nuevo y volver a pedir perdón y explicarle por qué he salido o...?
No estoy actuando muy correctamente estos últimos días...

*se va*

Avanzaba por los pasillos sin saber muy bien a dónde dirigirme. Desde que había empezado mis entrenamientos con Anna, mi horario había ido cambiando lentamente, adaptándose un poco a lo habitual en Fulmen, así que a media tarde ya había hecho la mayoría de las cosas que antaño hacía por la noche. Eso estaba bien, en parte, pero me dejaba con un pequeño periodo de tiempo, ese en el que todavía había demasiada luz fuera como para que me resultase completamente cómodo salir, en el que no sabía cómo emplear mi tiempo. Si fuese más sociable, si tuviese más amigos en Brontë, con toda probabilidad lo aprovecharía para charlar con alguien; pero dada mi falta de relaciones sociales (desde que lo había dejado con Rick me había ido dando cuenta de las pocas amistades que había llegado a hacer en estos tres años), ahora me encontraba vagando sin rumbo, sola, aburrida ya de leer.

Probablemente fue ese aburrimiento el que me hizo detenerme en la sala de baile, de la que salía una agradable melodía. Movida por la curiosidad, pero sin intención de molestar al músico, abrí con cuidado la puerta, asomando un poco la cabeza para descubrir quién estaba ahí.

El músico resultó ser un aether al que recordaba del último ataque a Brontë; en mi enfrentamiento contra aquel bicho, el hombre había aparecido y me había ayudado, probablemente salvado, ahora mismo no recuerdo bien, a vencer al bicho. No recordaba haberle dado las gracias, ni tampoco recordaba haberlo visto después de aquello, y tal vez fue eso, las ganas de agradecerle el gesto y la curiosidad que me despertaba aquel extraño, lo que me hizo adentrarme un poco en el lugar, con todo el sigilo posible, intentando no desconcentrarlo.

Parecía evidente que me había equivocado. Eso, o las orejas de algunos no estaban de adorno, sino que indicaban claramente su función. Primero el crío moreno, y después una pelirroja. No sabía su nombre, aunque me sonaba de algo su cara. Probablemente de cruzármela por ahí alguna vez. No recientemente, que yo recordara.

Alcé un instante la vista del piano, tal y como había hecho con el niño, para saludarla con un cabeceo, lo más parecido a una reverencia que podía ofrecer en una situación como aquella. No tenía muy claro si estaba esperando a que dejase de tocar para decirme algo o simplemente estaba allí para oírme. En cualquier caso, continué con la melodía hasta el final.

Luego alcé la vista de nuevo, aún acariciando las teclas, aunque ya sin tocarlas.

-Buenas tardes -saludé, cordial.