Sala de baile

Entré en una sala de puertas enormes, a las que nunca me había atrevido a acercarme. El lugar era inmenso y estaba prácticamente vacío, exceptuando sillas contra las paredes y una zona reservada a distintos instrumentos, de entre los cuales sólo pude reconocer el enorme piano, que daba mil vueltas a la vieja pianola que mi abuelo lucía orgullosamente en el salón de casa.

Avancé por la sala, de suelo brillante, al principio con cuidado y sin hacer ruido, pero pronto me animé. Empecé por soltar un "¡Hola!" que retumbó por toda la sala. Luego, a zapatear, y por último eché a correr, soltando risas incontenibles sin motivo. Aquel lugar era fantástico.

*Se va*

Edti 1 (Aren Darvenwish): Ya que se supone que la niña no se quedó saltando allí autistamente durante el día y la noche enteros.

El líder Darvenwish escuchaba con atención cada una de las rápidas notas que le dedicaba su vasayo. Un brazo a la espalda, el otro apoyado sobre la palma que descansaba en el piano y ambos ojos fijos a las veces en el hombre, a las veces en las cristaleras.

El gesto tranquilo, el oído agudo y la respiración suave a pesar del ritmo frenético de las notas. En momentos como aquellos se recreaba aun más en lo bien que había actuado el día en que lo había arrancado de la muerte para hacerlo suyo.

Barthemius tocaba con una pasión inaudita para su gesto frío y muerto, pero las notas, ordenadas por sus enormes manos, surgían como pinceladas que decoraban el ambiente con despreocupación a pesar de la enérgica y nostálgica melodía. No es que fuese un hombre menudo. Sus alrededor de 30 años le habían otorgado una constitución de un varón corriente. Pero sus manos era expléndidas. Eran grandes, robustas y largas y, a un tiempo, eran hermosas y viriles, dotadas de una elegancia que muchos sirvientes pierden a lo largo de los trabajos pesados.

Barthemius nunca había apreciado su música, nunca hasta el momento en que la sitió tan llena de vida tocando para aquel hombre. El líder se deleitaba pensando en el futuro incierto que le habría esperado al claritas si su destino no hubiese sido tan negro. Podría haber vivido como un grande del instrumento que ahora acariciaba o podría haber desaprovechado su don y convertirse en un traficante. Fuera como fuese, ahora su vida tenía un único sentido y fin y ese era servirle con la peor lealtad del mundo e inframundo.

Le gustaba oírle tocar, era una de las pocas cosas que reconocía. A la hora de referirse a Barthemius nunca dudaba en poner de manifiesto todas sus habilidades y jactarse de ellas para que los demás lo envidiasen. Era Barthemius, era una de sus posesiones más preciadas y su música, como su alma, solo le pertenecía a él.

*se queda*

FdR:

Spoiler:

Me dirigía a la habitación de los chicos, pero al pasar por una puerta que hasta ahora había estado cerrada, oí una musica muy bonita que venía de dentro.
Me paré en seco y habrí con cautela la puerta, asomando un ojo por la ranura.
Entonces ví que Barthemius era quien tocaba el piano. Abrí un poco más la puerta y lo vi: estaba con los ojos cerrados ollendo la canción. mi mano no se pudo resistir a petar en la puerta, haciendo que retubase por toda la estancia, cortando su momento de relax
.
-¿s-se puede?- digo aventurando un pequeño paso hacia delante.

El suelo es tan brillante que me veo reflejado en el. Es increible.
-Señor... necesito hablar con usted... de lo que usted y yo sabemos... de lo de anoche... y eso...

El líder sintió una molestia en pleno concierto, justo un instante antes de que la puerta retumbase y movió la mano que tenía apoyada sobre el piano para que Barthemius se detuviese inmediatamente. Barthemius era suyo, por tanto su música también. Y nadie más podría escucharla.

El líder observó un instante al piscis y luego continuó con la mirada fije en las cristaleras.

-Que yo sepa, la parte que te incumbe de ayer noche, Kettleburn, no la debes tratar conmigo -.Indicó con un tono seco y desinteresado, al tiempo que se colocaba bien la chorrera de la manga izquierda de la camisa.

Me acerqué al líder de Cáligo con seriedad. Como estábamos solos-bueno, yo no cosideraba a Barthemius un ser humano, así que si: estábamos solos-, pensé en darle un abrazo… pero como lo conocía bastante bien, creí que no era muy oportuno.
-Buenas noches señor- los modales son lo primero- ¿p-puedo sentarme? dije acercándome a una silla

-Es que yo quería hablarle de este embrollo enorme que se ha formado con el señor Alexander. Comencé a contarle todo desde el principio: quería ser sincero y dejar las cosas claritas., entonces le conté lo del posible embarazo de Hewina, que cada minuto que pasaba era más probable que fuera a ser papa; le conté mis miedos y preocupaciones sobre el bebe, y que no tenía dinero y que por eso accedí a ser el sirviente de Alexander; también mi discusión con Heylel sobre el tema y como Hewina se había ido a pelear con Alexander, puesto que me lo había contado todo y también me había dicho sus nuevas condiciones sobre su nueva situación de exclava. No me extendí mucho en mis explicaciones. Eran brebes y concisas, de modo que en un par de minutos, se lo había contado todo.
-Por eso quería pedirle que le retire el castigo a ella. En su estado no puede estar haciendo de criada de nadie, así que seré yo quien vuelva a retomar mi trabajo para sacar a mi familia a delante. Pero como no se donde está Alexander, quizá usted lo vea... y si es así ¿podría decirle que YO vuelvo a ser su criado y no ELLA? descuide, si lo veo yo antes, se lo diré.

El líder dedicó una mirada de refilón al chico y, a su pesar, asintió para que se sentase. Entonces el muchacho empezó a parlotear y a contarle su vida como hacía al principio cuando le había conocido y le perseguía a todas partes babeando. En líder se llevó una mano a la cara y suspiró de aburrimiento. Blah, blah, blah, preñada, blah, blah, blah criado, blah, blah, blah pedir... Pedirle algo a él. Un favor, gratuito y desinteresado, a un líder de su categoría. Por favor...

El líde dibujó una sonrisa mordaz y miró al muchacho, cruzando la pierna izquierda delante de la derecha para pasar el peso a la cadera derecha mientras apoyaba el brazo de ese lado sobre el piano dejando el otro en jarra.

-¿Pretendes que yo, Aren Darvenwish, líder de Caligo, pierda mi valioso tiempo buscando a un chiquillo que no puede tratar sus acuerdos con los criados? ... -El líder lo miró con una ceja alzada durante unos segundos tras su pregunta y luego recompuso su pontura y se echó parte del pelo hacia atrás.

-Por supuesto que volverás a ser su criado, pero parcialmente. Por supuesto a él le presentarás tu voluntad de servirle con total fidelidad y pleitesía -.Indicó, mirando la negrura de los guantes qe reflejaba la luz de la sala. -Si crees que tu pequeño cerebro puede seguir mis palabras, entonces te comentaré el resto -.Indicó, mirándolo nuevamente.

-No, no es eso- dije poniéndome rápidamente de pié- no, solo que si por casualidad se lo encontraba, pueees eso que si se lo podía comentar, nada mas...

¿parcialmente?

-Oh! si, si que le sigo, señor dije acercándome timidamente a el. Ademas... yo no tengo el cerebro pequeño dije con una sonrisa hoy he estado estudiando en la biblioteca y cogí un libro de mates , ya sabe: siempre es bueno saber un poco de todo… pero no entendía nada de lo que allí ponía.- dije con un suspiro- por lo que decidí empezar por lo simple: he visto las multiplicaciones con 2 números, pero como no me sé las tablas del 7, 8 y 9, tuve que aprendérmelas primero… pero aún no me las sé nada bien… las figuras geométricas, ya me las sabía... solo tuve que estudiar los rombos y los cilindros... aunque bueno, de este último no sé nada… solo me sé el nombre, porque era un libro viejo y esa hoja estaba un poco roída y no pude ver el dibujo, porque la hoja estaba por la mitad… así que me quedé con ganas de saber cómo son los cilindros…- dije con la cabeza gacha- ahora que le había pillado el gusto…

El líder comprobó el esperado entusiasmo del chico, pero este se emocionó demasiado y comenzó a parlotear como antes. El líder rotó los ojos y permitió a Barthemius que se retirase. Era lo suficientemente piadoso con su lacayo como para evitarle aquella tortura.

Barthemius miró un momento al piscis y marcó una figura en el piano antesde desaparecer. El líder, nuevamente con una mano en la cara, bufaba a cada palabra a mayores que decía el chico. Hasta que, finalmente, se calló. Se callo por los estúpidos cilindros, pero se calló. Y el líder agradeció enormemente la existencia de aquella figura geométrica. Suspiró y comprobó como el chico iba acercándose con cada nuevo diálogo. Frunció el ceño un momento y se pasó los dedos de la derecha por el entrecejo. No quería que aquel mal gesto le dejase arrugas en su preciosa piel.

-¿No sabes lo que es un cilindro? Quien lo diría... -Comentó para sí el líder en uno de sus chistes internos. Aquel era uno de esos momentos en que la idiotez lo agobiaba demasiado.

-Abre bien esa orejota que tienes, escucha y estate calladito. Accederás a ser el sirviente de Alexander en la plenitud de sus condiciones y nunca, por ningún motivo - "Salvo que quieras acabar colgado de un ciruelo" Pensó el hombre -Le mencionarás que yo te he ordenado volver. Mientras sirvas a Alexander estarás cerca de él y sabrás lo que hace. Después... -El líder redujo un poco el tono y ensanchó la sonrisa para luego acercarse al oído sin oreja del muchacho. - Solo tienes visitarme de vez en cuanto y contarme que tal tu día. Advierte que las recompensas que doy a mis vasayos son bastante más generosas -Indicó pasando una mano enguantada por el pelo revuelto del chico. Entonces lo agarró con fuerza para mirarle a los ojos de cerca. -Pero como se te ocurra mencionar una sola palabra por cualquier razón existente, no te valdrán ni todas tus orejas y asquerosas membranas como pago -.Luego lo soltó de golpe y volvió a erguirse manteniendo la sonrisa como si aquel instante no hubiese ocurrido.

Se miró la mano y la sacudió durante un momento, frotándola contra la otra, para decir con indiferencia.

-Y, respecto a la claritas esa. Me desentiendo totalmente de sus existencia. Que Alexander haga lo que le plazca -.

Aren se acercó a mi con un semblante realmente serio. Y me dijo que nunca dijese nada de aquello que me ordenaba.
-Va-vale, señor. Lo entiendo. No se lo diré a nadie.

Entonces acercó sus labios a mi mutilada oreja y me dijo que estuviera muy cerca de Alexander. Siempre y que luego le contase sus rutinas. Eso me pareció muy extraño... pero bueno, nuestra relacion ya era suficientemente tensa como para andarle reprochando cosas.
-D-de acuerdo- dije en un susurro muy bajito, con la cabeza gacha. Se me ensombreció el rostro con su amenaza y una lagrimita calló por mi mejilla en silencio, por lo que me la sequé contra mi hombro en un movimiento de cabeza.

-Bueno. ¿podemos dar entonces este tema por zanjado? es que quería preguntarle una cosita mas, pero esta vez no me andaré con rodeos:
-¿Q-q-quiere s-ser el padrino de mi mi hijo si es que Hewina estuviese embarazada?- lo dije muy rápido y con los ojos muy cerrados, como si estuviese esperando un bofetón.

Insensible al frío o al calor fue como se sintió el líder ante aquellas últimas palabras. No cambió su gesto, no cambió su forma de moverse y no dijo una sola palabra. Simplemente se dio la vuelta lentamente y, tras unos segundos en lo que aspiró en silencio el aire suficiente, lanzó una brutal sacudida formando una media luna con su arma, dejando un rastro carmesí prácticamente horizontal a la altura del vientre del muchacho.

En el gesto había soltado todo el aire y ese maracilloso chasquido al impactar con la piel... Ahora se sentía realmente desahogado. Enrolló su arma y dio unos pasos hacia el muchacho, ahora caido de rodillas debido al brutal ataque.

-Silvanus... -Dijo con voz aterciopelada. Entoces soltó una fulminate patada a la cabeza del chico y pasó de largo. -hazle el favor a tu asquerosa vida y limíta tu lengua a meterte debajo de mi mesa-.

Dichas sus últimas palabras el líder desapareció de la sala dejándola en un silencio cortante. Estaba un poco estresado últimamente, con lo que se buscaría a alguien para resolver un duro problema acerca de meter un cilindro dentro de un trapecio isósceles. Tal cálculo seguro que le llevaba la noche entera...

*Desaparece*

Ovaladas gotas de sangre bermellón salpicaron el pulidísimo suelo, arrebatándole su inmaculada limpieza.
Yo abrí mucho los ojos, mientras mis pupilas temblaban al verle fijamente. notaba como mis pantalones y mi camisa se empapaban en sangre.
Caí de rodillas, agarrándome la descomunal herida con las ínfimas fuerzas que me quedaban
-Aren... yo...

Pero entonces sin poder evitarlo, Una fortísima patada impactó en mi cabeza haciendo que se me cortase la respiración y un escalofrío recorriese mi cuerpo, haciendo que innumerables gotas de sangre salpicasen las teclas del piano que estaba al lado.

Caí con los ojos abiertos, viendo a ninguna parte. Me pitaban los oídos, pero no me daba cuenta ni siquiera.

*se queda*

FDR: T.T

Doi mi paseo tranquilo por los pasillos, pero veo una puerta entreabierta que antes estaba cerrada a cal y canto, por lo que me asomo.
Mi corazón da un vuelco: que lugar mas maravilloso... como yo, vamos.
Pero veo que hay alguien tendido en el suelo, encima de un charco de sangre. ¿que me importa?
Me pongo en medio de la estancia y giro sobre mi mismo para apreciar bien la estructura de la sala. Que belleza, que instrumentos, cuanto sitio.

-Joder... que lujo. Tengo que admitirlo: este sitio mola solo por este lugar.

Paso al lado del bult ensangrentado sin ver siquiera su cara.
Me voy a poner a tocar el piano... pero para mi desgracia, está manchado de sangre. Que mal...

Suspiro y me digno a ver quien es el monton de carne muerta ese que está ahí.
Abro mucho los ojos: Es Silvanus.

Me acuclillo delante de él y le veo a los ojos: los tiene abiertos y vidriosos. No los mueve. Paso un dedo por delante de su cara, pero no reacciona.
No me voy a creer lo que voy a hacer ahora.
Respiro profundamente tres veces y me quito la chaqueta, quedándome con la camisa puesta.
Enrollo mi chaqueta alrededor de su sangrante vientre: 2000 monedas de oro perdidas.
lo cojo en brazos sin ningún esfuerzo, manchándome los guantes y la camisa de mas sangre: 1540 monedas de oro perdidas.
Lo mantengo en mi regazo como a un bebé y lo miro a los ojos. Está realmente blanco. Este se me muere aqui, vamos. Veo al frente muy serio: yo no soy así... tampoco dejo morir a personas así, por las buenas.
Respiro rápido un par de veces y salgo corriendo con el pequeño en brazos.
Su sangre discurre por mis pantalones con el vaiven de mis acelerados pasos recrriendo la sala: 1100 monedas de oro perdidas.

*se va*



FDR: salvarle la vida a tu criado, no tiene precio
para todo lo demas
mithos card

Entro en la sala de baile por segunda vez... solo esperaba poder salir por mi pie aquella vez...

No entro por nada en especial... pero es un sitio al que he ido poco y hay algo que me atrae especialmente de aquel lugar: el suelo.

Es tan brillante y tan sonoro, es decir: con cada pasito que das, este retumba con un sonido agudo por toda la sala.

Me acerco al piano y lo repaso con un dedo. Brilla.
Entonces me veo reflejado en su negra superficie: la ropa que me había dado Aren era fabulosa: era un traje entallado y oscuro con unas chorreras violetas preciosas... estaba bastante guapo, a decir verdad: Aren sabía hacer que uno se sintiera bien... quizás por eso me la dio... esa ropa era de un tacto exquisito... ¿no sería demasiado para mi?

Me siento en frente del piano.

Pulso una tecla: es la primera vez que lo hago.

Un Do tremendamente grave retumba por la silenciosa sala.
Retiro mi dedo automáticamente, mientras veo nervioso a mi alrededor... no quería romperlo.

Entonces pulso la tecla más alejada del piano y un agudísimo sonido me asusta de nuevo.
Me rasco la cabeza.

y entonces paso un dedo desde un extremo al otro, creando una escala musical de mas grave a más agudo.

Sonrío.

*se queda presionando teclas al azar*

Caminaba por los pasillos, en dirección a la biblioteca, cuando un ruido le hizo detenerse. Parecía el sonido similar a alguien tocando el piano. Con curiosidad, buscó el lugar del que provenía el ruido. Quería ver quién era el pianista .

El sonido de las notas le llevó a la sala de baile, que había visto días atrás. En ella, Kettleburn tocaba el piano. O, mejor dicho, se dedicaba a tocar las teclas en orden, creando escalas que iban desde lo más agudo hasta lo más grave y viceversa.

Arqueó una ceja.

- No esperaba que pudieses aporrear el piano después de la batalla de ayer, Kettleburn. ¿Y tu brazo? ¿Cómo está?

-AHH! me sobresalto al oír a Lyam.
Entonces me pongo rojo como un tomate.
-Bueno... está bien... supongo...
-Tu estas bien?- pregunto mientras presiono una de las teclas pequeñas y negras.- ¿para que sirven estas?

Dejó escapar una carcajada al ver la reacción de Kettleburn.

- Me alegro, Kettleburn. Me alegro.

Dio un par de pasos (bastante largos) y se acercó al piscis. Cuando estuvo a su altura, clavó su vista en el piano. No tenía ni la más remota idea de pianos. No sabía cuáles eran buenos ni cuáles eran malos, pero ese le gustó.

Alzó una ceja al escuchar la pregunta de Kettleburn y sonrió.

- Para tocarlas - dijo, serio. Pasados unos segundos en silencio, dejó escapar una ligera risa -. Vale. No tengo ni idea. Ni la más remota idea.

Bufo hacia arriba con su respuesta.

-¡Pues estamos apañados!.- digo gracioso- mientras me levanto del asiento del piano, mientras levanto la negra y brillante tapa.

-AAAAAAAAALA! que de cosas hay aquí dentro, Lyam! mira cuantas cuerdecitas y cuantos cachibaches pequeños! ¿que mente enferma se habrá inventado este chisme? jolines! como molan sus tripas. es un buen sitio para ocultar cosas, verdad?-digo tocándo suavemente los hilos.

-Y bueno... que te ha parecido Aren? a que es... es... impresionante, ¿verdad? aunque estoy un poco-bastante enfadado con el... ayer me dejó en ridículo delante de todos... diciéndome que no era inteligente... ¿pero a que tu si que crees que soy inteligente? mi pregunta era bastante razonada, ¿no crees?- pregunto aún con la cabeza dentro del piano.

Arqueó una ceja.

- ¿Qué te hacía pensar que sabía tocar el piano? ¿Mi color de pelo? ¿Mi altura? ¿Mi nombre? En serio... - Frunció ligeramente el ceño -. En todo caso, deberías preguntarle a Alexander. Ese imbe... ... - Calló durante unos segundos y rectificó-. Ese agradable ser seguro que sabe para qué sirven. En serio. Toda la gente como él sabe tocar el piano. Debe de ser algo natural para ellos.

Observó la estancia. Era bastante amplia. El piscis desmontaba el piano. Había levantado la tapa del instrumento y ahora se dedicaba a toquetar los hilos que se escondían debajo de ella.

- Me imagino, no me preguntes por qué, que si guardas algo ahí el piano dejaría de funcionar. O, a lo mejor, sonaría diferente. Si alguien que sabe tocar el piano ve que hay algo raro, me imagino que abriría la tapa para mirar qué pasó. Y si abre la tapa, descubriría qué has escondido - explicó, con tono monocorde mientras daba vueltas por la habitación -. Así que no. No es un buen sitio para esconder algo.

Tras su explicación, el piscis sacó el tema del jefe caeruleus. Ladeó la cabeza y esbozó una sonrisa torcida. Le preguntaba si lo consideraba inteligente. No dijo nada. Permaneció en silencio. El que callaba otorgaba... ...

- Claro que me pareces inteligente, Kettleburn. Mucho. En serio. Eres francamente inteligente. De hecho, no entiendo por qué te trató así. Tu pregunta, como tú bien dices, estaba bien razonada. ¡Como todo lo que tú dices, claro!

Mentía. Pero eso el piscis no lo sabría nunca.

-Bueno... tu siempre me impresionas... pensé que podrías impresionarme una vez mas tocando el piano.

Entonces razonó de porqué no era un buen lugar para esconder cosas, por lo que dejo al piano en paz y me siento en el suelo.

-Bueno, señorito yonuncacometeríaunfallocuandointentaseesconderalgunacosa, digo con los carrillos hinchados.


Entonces me dice que realmente le parezco listo e inteligente.
-Bien! lo sabía! - me levanto y lo abrazo, dandole vueltas en el aire... dos... no mas... (no me llegaba la fuerza)- ¡Que bueno eres! ¡en serio! ahora yo me siento mal... debería decirte una virtud tuya también... como por ejemplo... que dices todo lo que piensas! si! esa frase podría definirte a la perfección, no crees?

Mis ojos brillaban ante su presencia, esperando otro alago... la verdad es que no estaba acostumbrado a que la gente me tratase bien... era extraño oír palabras bonitas hacia mi persona.

Entonces me acordé: Ah, por cierto, ¿te gusta mi traje nuevo? sabes quien me lo regalo? venga, adivinalo!

Dejó escapar un seco je al escuchar el primer comentario del piscis. No dijo nada más. Observó cómo el piscis se alejaba del piano y se sentaba en el suelo. Tenía los carrillos hinchados. Lyam suspiró y puso los ojos en blanco.

- No entiendo por qué me das ese mote, Kettleburn. Sólo te estaba mostrando mi razonamiento ...

Se dio la vuelta y comenzó a caminar por la habitación. Escuchó la voz de Kettleburn y sonrió de lado (qué bien mentía). Y entonces, sin que nadie le avisase, y sin poder hacer nada, el piscis lo abrazó. Y no sólo eso, sino que lo levantó y empezó a darle vueltas. El chrysos frunció el ceño, molesto. Apretó los puños, dispuesto a golpear al piscis si no le bajaba. Pero el piscis decidió parar al cabo de dos vueltas. Cuando le soltó, Lyam retrocedió un par de pasos. Se pasó las manos por la ropa y fulminó al piscis con la mirada.

- Claro que podría definirme perfectamente - siseó. Se echó unos mechones del pelo hacia atrás y suspiró. No iba a perder los nervios. No del todo, al menos. Relajó la expresión y esbozó una pequeña sonrisa, torcida -. Y tu traje es fantástico. Fabuloso. Genial. Me imagino que te lo habrá dado... No sé... ¿Alexander? ¿El lider caeruleus? ¿Tus padres? No sé, la verdad.

En su fuero interno, quería pegarle un grito al piscis. Pero se contuvo.

parece que no le gustó mucho que le diese un par de vueltas, porque su primera frase después de ese gesto fue un poco "diferente" al resto.

- Olle... perdón si te ha molestado... quizás no lo haya echo, pero si de verdad te molestó, lo siento...


-si... me lo ha regalado Aren... acertaste, aunque diciendo a tantas personas, no es de extrañar, dije con una sonrisa. Quizás si le pides uno, te lo dá, y así iremos de gemelitos, los dos vestiditos igual jajaja ¿nunca quisiste hacer eso con alguien? a mi me habría encantado tener un hermano gemelo, para vestirnos igual, contarnos cosas... y todo eso...

Dejó escapar una carcajada nerviosa al escuchar el primer comentario del piscis. Parecía que había captado la diferencia de tono de sus frases. Suspiró.

- No, lo siento... Es sólo que... ... ¡Tengo vertigo! - exclamó -. Sí, ya sabes... Las alturas me ponen enfermo. - Asintió varias veces -. Temo que me vaya a pasar algo. Lamento haber sonado un poco borde. Pero, por favor, no le digas a nadie esto. Es un secreto.

Si iba pregonando por ahí que tenía vertigo, no podría subirse a los árboles o tumbarse en los tejados. Y esas activiades le relajaban. Le gustaban las alturas. Y, por supuesto, no tenía vertigo. Ni un poco.

- Vaya, así que el lider caeruleus te lo regaló, ¿eh? - comentó, sonriente -. ¿Y por qué ha hecho eso? ¿Tan amigos sois? - Ensanchó la sonrisa -. Dudo que a mí me regalé un traje si se lo pido, así que no podremos ir de gemelos. ¡Qué pena!

Pena, lo que era pena, no sentía ninguna. Más bien, todo lo contrario.

-Ajajajajajajaja tiene véeeertigo ajajajajaaj yo es que me parto! ajajajajajaja pobrecito... ains...-digo secandome una lágrima- trainquilo... no se lo contaré a nadie...- ajajajaj vértigo, dice! ajajajaj, perdon, perdon.... pero es que me ha echo mucha gracia, no se porqué... es que soy así de tonto, perdon... aiiiiiiiins... vértigo, le manda...

Ante sus preguntas, me pongo tenso de repente: no quiero que se entere de mi secreto mejor guardado... pero la lengua me arde por contárselo... aunque creo que no es necesario... el me ha contado un secreto suyo... ¿no debería hacer lo mismo? Aren me dijo que no lo dijese, pero claro... Lyam es muy bueno conmigo... pero lo mio con Aren ya lo sabe demasiada gente... heylel, Alehyss, Hewina... buah... no creo que sea recomendable, por lo que me muerdo la lengua con desesperación.- no... no es que seamos amigos... pero bueno... le caigo muy bien... y me ayuda y me enseña cosas... cosas buenas, cosas malas... es como una especie de tutor, o algo asi... porque Blues pasa olimpicamente de mi... y yo siempre he necesitado l aayuda de alguien para hacer cosas... y... y.... bueno... es un hombre.... un hombre... muy genialoso... ¿no crees?- digo nervioso, entonces busco una excusa para irme- bueno... bueno... Lyam, yo me voy porque mira: tengo el la habitación un mecña... que me lo pidió mi tía Gladis... para vender en la feria... y está muerto de hambre.... y claro, puede venir... Heylel y asustarse al ver al mecña y que el mecña le muerda y que entonces se transforme en un aether-mecña y todas esas cosas... que se transforme en un mecña a la luz de la luna y todo eso que hacen los aether-mecñas... bueno... chao... astamañama.

Salgo pitando

Dios: creo que ha colado... no sospecha nada...