Habitación del pasillo

La joven vuelve a distraerse con la mirada del hombre, con sus extraños ojos dispares. Cuando este por fin parece bajar a su encuentro cierra los ojos, sorprendiéndose ligeramente al notar el mordisco. Sonríe, moviéndose al compás de los recorridos que él hace con la lengua, dejándose llevar. Mientras, baja las manos por su nuca, siguiendo las formas de su anatomía, notando los músculos de su espalda algo tensos por la posición, apretándole los hombros.

Nota su respiración junto al cuello, girando entonces la cabeza para acomodar la del hombre, intentando regular su respiración al mismo tiempo. Hace fuerza con las piernas, atrayéndolo hacia ella mientras este desciende una mano recorriendo su cuerpo.

Los pequeños mordiscos del hombre la hacen curvar la espalda ligeramente, aprovechando entonces para agarrarlo más fuerte con las piernas, bajando una de las manos por su espalda como queriendo dejar un surco con las uñas pero sin llegar a arañar la piel. La joven introduce la mano en el pantalón, notando los glúteos del hombre firmes, y empuja hacia abajo al tiempo que sube la cadera, aumentando la presión, repitiendo el movimiento de forma acompasada a las caricias del hombre. Mientras, la izquierda vuelve a su cabeza, subiendo a contrapelo por su nuca con firmeza.

Me pego más a ella en cuanto noto como baja por mi espalda, arqueándome ligeramente ante el escalofrío que me produce. Gruño ligeramente y muerdo su hombro, queriendo notar sus uñas clavándose más contra mí.

Se mueve sinuosamente y me apresa con fuerza, haciéndome rozar la cadera contra sí. Instintivamente hago lo propio y apoyo el roce imprimiendo fuerza con mi cuerpo. Tenso los muslos cuando siento su mano apretándome y noto como mi entrepierna parece reaccionar al fin de una forma más natural a pesar de que todavía siento la presión del tatuaje a mi alrededor.

Bajo con más entusiasmo siguiendo la línea de su clavícula y con la diestra tiro de su sujetador hacia abajo para dejar al descubierto sus redondos pechos. Hundo la cabeza dejándome caer entre ellos con un suspiro de deleite, entretenido. Al momento levanto la cabeza para mirarla un momento, divertido por la acción y voy rebucando uno de ellos con mi mano derecha.

—Son mucho mejor de lo que parecían —Le confirmo, divertido. Luego paso la lengua por el que no está preso por mi mano y lo capto como un ternero hambriento en cuanto llego al pezón. El olor, la suavidad y la turgencia me entancan. Voy acariciándole el otro con el pulgar, notando como se endurece a cada caricia. Ojalá tubiese dos bocas para ambos.

La mano que estaba en su muslo se vulve ahora algo más violenta. La agarro con fuerza algo más abajo de la ingle y separo su pierna de mí, abriéndola algo más mientras mi cuerpo sigue moviéndose de forma autónoma respondiendo a sus gestos. No tardo en acerar la misma mano hacia su entrepierna, marcando una línea media con el dedo central que llega hasta donde la tela emieza a humedecerse.

Tomo aire profundamente mientras noto como la boca se me inunda en saliba.

La joven reacciona a sus movimientos, notando como se curva su espalda con el paso de su mano y moviéndose según lo que parecía que lo hacía estremecerse más. Con el mordisco se aferra a su espalda con fuerza, apretando con las uñas, arqueando la espalda y apretando su pecho contra el del hombre, sintiendo su calor y su respiración, algo más acelerada.

La presión y el roce van aumentando y el hombre no tarda en acompañar los movimientos de cadera de la muchacha, que continua agarrada a su cintura con las piernas. La joven sonríe ante el comentario de este, torciendo una de las comisuras hacia arriba con picardía. Antes de poder contestar nota el mordisco, echando la cabeza hacia atrás soltando el aire con el que iba a responder, perdiéndose así sus palabras. Agarra con firmeza el pelo del hombre, aumentando la fuerza de la mano con cada estremecimiento, sintiendo cada caricia y cada mordisco.

Pronto el hombre aumenta el ritmo, sujetándola con más fuerza. Con las caricias del hombre afloja ligeramente las piernas, mordiéndose el labio, haciendo fuerza con el brazo con el que no le agarra el pelo para intentar incorporarse y sentarse sobre él, siguiendo los movimientos de su mano con la cadera, controlando la respiración ahora algo más fuerte.

Escucharla suspirar me enciede todavía más y aprieto el pecho que tengo agarrado con la diestra al tiempo que saboreo más su pecho.

Noto como se yergue cuando empiezo a masturbarla y eso hace que indague más con los dedos entre sus labios mientras ella mueve la cadera acompañándome. Tengo ganas de probarla, pero su intento se abordarme encima no me desagrada y opto por sostenerla por la espalda para ayudarla a sentarse sobre mí. En cuanto se acomoda siento su peso sobre mi entrepierna y me recorre de nuevo el entusiasmo. Me llevo una mano al pantalón para desabrocharlo con avidez.

Ahora mi cara está a la altura de su pecho y puedo sentir parte de su peso acariciándolo con la nariz mientras froto mi cara entre ambos. Ahora la derecha la sostiene por la espalda y la izquierda se acerca a su trasero para agarrar su braguita y juntarla en el centro de sus glúteos, tirando de ella hacia arriba. Quiero que me cabalgue como a un potro.

Suelta el aire con más velocidad cuando el hombre aumenta el roce. Nota su mano contra su entrepierna cada vez mas ansiosa y se agarra al cuello de este mientras se incorpora, acomodándose sobre él. Tira hacia atrás de su cabeza, ahora a la altura de su pecho, y acerca sus labios a los del hombre, soltando el aire en un suspiro, dejando que se prepare. Finalmente, tras un ligero roce, retrocede sonriendo, con el pelo agitado cubriendo parte de su rostro. Con un movimiento suave del cuello se lo echa a un lado, volviendo este al momento con algo de inercia, colocándose suavemente sobre su hombro como una marea roja.

Nota la impaciencia del hombre al soltarse el pantalón y sonríe ligeramente, no queriendo llamar su atención con este gesto pero tampoco ocultándolo. Posa ambas manos sobre su pecho, recorriéndolo ligeramente absorta mientras con un movimiento de la cadera siente la presión que aumenta poco a poco en los calzoncillos del hombre.

Lo mira algo desde arriba, debido a la posición en la que se encuentra, con mezcla de curiosidad y diversión. Siente su cara contra sus pechos y curva la espalda siguiendo el recorrido de sus manos. No puede evitar que se le escape un gemido tras el tirón y pose a cara sobre su cabeza, notando el tacto de su pelo en los labios, respirando algo más fuerte.

-¿Qué pasa? -Dice sonriendo esperando que el hombre lo note por el roce en su cabeza con un tono con el que espera parecerle indignada. -¿Quieres que haga yo lo mismo? -La mano que había ido descendiendo por la espalda del hombre da un tirón de la goma del calzoncillo, haciendo que la joven ensanche su sonrisa, juguetona. Sin esperar respuesta, ya en palabras o con un respingo, deja ese gesto a un lado como la mera distracción que era, disminuyendo la fuerza del tirón cuando la otra mano alcanza la parte delantera.

Primero por fuera de la ropa sigue el contorno del miembro del hombre, notando su dureza, buscando una reacción para saber qué le hará estremecerse más. Finalmente introduce la mano, acariciando levemente al hombre hasta la base de los genitales, para luego subir con más firmeza y proseguir las caricias de una forma más firme.

Siento como se deleita y acab agarrándose hasta apollar la cabeza contra la mía y sonrío de medio lado en cuanto hace el amago de tirar de mi ropa interior. Tiro algo más de la suya.

—Podrías quejarte si no te gustase —Respondo jactancioso, dando un suave bocado a su otro pecho.

Siento como baja la mano hasta dentro de mis pantalones y suelto un suspiero cuando noto su mano caliente ahí dentro, acariciándome, y muevo suavemente el cuerpo todo lo que me permite ella estando sobre mí. Doy un pequeño respingo en cuando recorre el tronco y llega abajo. Dejo salir un jadeo y le aprieto el culo, echándome algo hacia atrásy apoyando el brazo derecho para equilibrarme.

—¿Vas a tenerme esperano mucho más? —Pregunto con cierta sátira. Sin soltar su ropa interior tiro de ella hacia un lado, para apartarla de la zona central y dejar su entrepierna al descubierto. Paso una dedo con suavidad, más a modo de tentativa que otra cosa, sintiendo la humedad floreciente. Me humedezco los labios.

Sonríe ante el comentario y se estremece con el mordisco. Continúa los movimientos rítmicos y amplios, guiándose por las reacciones del hombre. Echa la cabeza hacia atrás para apartarse el pelo de la cara, aunque un mechón vuelve insistente a cruzarse por medio posándose ligeramente sobre uno de sus pechos.

-Depende, ¿vas a quitarte el pantalón o te lo tengo que arrancar a golpes? -Sonríe de medio lado, divertida, con un tono completamente opuesto a la violencia de la frase. Tampoco es que quisiera ofenderle. Saca la mano de la ropa interior del hombre y hace fuerza para quitarle el pantalón, pero si él no hace de su parte no podrá hacer nada.

No queriendo separarse de la mano que la va explorando se mueve con cuidado sobre el hombre, estremeciéndose ligeramente con las caricias de este. Se echa una mano a la frente, apartándose el mechón de la cara, enmarcando con el brazo su mirada mientras se muerde ligeramente el labio. Se queda así un momento, observando el cuerpo atlético del hombre, para finalmente bajar y besarle el cuello, siguiendo con la lengua los trazos de los tatuajes, descendiendo entre besos y mordiscos hasta el pecho, dándole un mordisco en el pezón derecho a modo de pequeña venganza.

Levanta las caderas para dejar espacio al hombre para desvestirse pero sin llegar a separarse tanto como para perder el contacto de sus dedos. Con una mano tira del pantalón hacia abajo tanto como puede mientras la otra se entretiene con los relieves de sus abdominales y su pecho, haciendo amagos de descender más abajo pero siempre volviendo, como provocándole.

Río con sorna cuando me responde y me recuesto un poco más, apoyándome en el codo, para ayudarla a sacarme los pantalones y poder empezar con lo realmente divertido.

Sobre mí, veo como revuelve su pelo cada vez más alborotado, pero igual de sedoso y sensual que cuando lo lleva recolocado. Cada vez que me roza la cara o el pecho y la veo sus ojos brilantes enmarcados entre los mechones rojos la veo más apetecible. Le da un aire salvaje y mágico que me encanta.

Estiro la cabeza cuando desciende por mi pecho y río con un gemido grave cuando me muerde el pezón. En respuesta introduzco en su interior el dedo que la repasaba manteniendo su ropa interior apartada y lo vuelvo a retirar, juguetón. Cuando desciende por mi pecho acabo por acariciarle el pelo y apartárselo para verle la cara una vez que está a la altura de mi ombligo. Entonces vuelve a subir y me río de nuevo, entendiendo sus gestos. Me acerco para besarla, pues hace ya rato que no le tiro de la lengua.

En cuanto el pantalón y el calzoncillo ya no molestan, atraigo hacia a mí su cadera, apoyándola contra mí para sentir la humedad que llevo tiempo llamando. Ahora puedo sentir toda su piel caliente contra la mía y deseo que me pase más de ese calor cuanto antes.

La joven suelta un gemido ante el movimiento de la mano del hombre y se deja caer sonriendo sobre el pecho de este, levantando la mirada entre el pelo revuelto buscando la de este, dando un mordisco a la zona del pecho sobre la que se había posado.

Se aproxima a él cuando la reclama, mordiéndose ligeramente el labio y haciendo fuerza con la cadera sobre su miembro, notándole más cerca, sintiendo un estremecimiento. Dibuja una línea con su lengua desde la clavícula hasta sus labios, surcando el relieve hasta sus labios, sorteando la perilla, para posar los suyos en ellos suavemente antes de atacar con más ansia.

Notaba la temperatura de su piel, algo más fresca, y se agitaba sobre él deleitándose con el contraste. Agarra el miembro de Gerald con una mano para guiarle a su interior, acompasando el gesto con un movimiento de pelvis. Se estremece al notarle entrar, agarrándose a su cuello, dejándose caer sobre él. Deja de besarle sin separarse de su cara, soltando el aire en un suspiro, apretando los ojos hasta que ha entrado, procurando hacerlo despacio, de nuevo provocándole. La joven se incorpora ligeramente, posando con suavidad una mano en el pecho del hombre, notando su respiración y la fina capa de sudor que empieza a aparecer.

Lo mira a los ojos, sumergiéndose de nuevo con curiosidad en esa mirada de ojos negros con pupilas dispares, como puntos de color flotando en un vacío de oscuridad. Se fija en los trazos de tinta negra, que parecen remarcar sus rasgos y al tiempo ocultarlos, preguntándose qué hay tras tantos adornos amenazadores. Tras ese segundo de distracción sonríe ligeramente, apartando la mirada, haciendo que otro mechón rebelde aparezca sobre su cara. Se muerde ligeramente el labio, cambiando la sonrisa a una llena de intenciones, y comienza a moverse sobre el hombre buscando otra vez ese jadeo ronco.

Estiro el cuello para dejarla subir hasta mi boca, notándola casi reptar por mi cuerpo, haciendo que sienta el ambiente húmedo de la habitación las zonas que va abandonando su calidez.

Tenso el tronco en cuanto la noto agarrarme para acomodarme en su entrada. EL primer contacto es fresco y tierno y a medida que voy hundiéndome en ella y sintiendo cómo me oprime ligeramente me tenso un poco más. Una vez entra del todo y puedo notarla pegada a mi cadera, dejo salir el aire, relajando el tronco. Respiro profundamente un par de veces, deleitándome un momento en la sensación cálida y húmeda de su interior.
Sostengo su cadera con la diestra y le aparto uno de los mechones rojos con la izquierda, utilizando la amplitud de mi mano para sostenerle la mejilla. Su lentitud es angustiosa y en parte relajante. Me muevo lentamente para reafirmar la sensación en su interior, sin llegar a un movimiento realmente productivo.

En el momento en el que la veo reírse de esa forma y empieza a moverse, la mano que le sostiene la cara se escapa hacia su pelo, agarrándolo con firmeza, pero sin llegar a tirar de forma molesta. Suspiro cuando la siento subir y bajar y sostengo su cintura con la mano derecha, apretándola contra mí en contra de sus movimientos de ascenso. Muevo un poco más la cadera, manteniendo el ritmo que ella ha empezado como si tratase de estabilizar una balanza.

La joven mantiene la vista fija en el hombre, atenta a sus gestos, a sus reacciones. Poco a poco comienza a subir el ritmo, frenando cuando nota que él se emociona demasiado, para provocarle.

Suelta un suspiro cuando le agarra del pelo, y cuando baja hasta su mejilla se inclina para notar la calidez de su mano en el rostro. Coloca una mano sobre su pecho para mantenerse erguida mientras sitúa la otra sobre la que él ha puesto en su cintura, apretándola y aumentando el ritmo. Cada vez le cuesta más controlar su respiración, que pasa a ser más sonora y jadeante.

Se aprieta contra él, como si quisiera sentirlo más. Acaba por poner sus manos sobre el cuello de este, apoyando los codos sobre el pecho. Enmarca con sus dedos la mandíbula del hombre, apretando algo más fuerte con cada estremecimiento, dejando escapar algún que otro gemido que parecen impacientarlo más. Le muerde el labio como antes había hecho él, soltando un suspiro acompañado de un sonido cargado de placer, buscando algún tipo de reacción en el hombre. Al tiempo que lo hace aumenta la presión sobre la pelvis de este, estremeciéndose y frenando durante un momento, aumentando la intensidad del roce.

Una vez comienza a subir el ritmo empiezo a respirar con mayor fuerza, queriendo adelantarme y tomar las riendas, buscando mi comodidad y mi desenfreno. Pero ella parece querer discutirme el puesto, deteniéndose en cuanto creo que voy a acomodarme y haciéndome bufar d evez en cuando, con una sonrisa torcida.

Cuando se apoya contra mí le suelto el pelo y paso a agarrarle de uno uno de sus jugosos pechos. Doy una embestida al tiempo que suelto un jadeo cuando la noto agarrarme el cuello y un escalofrío me recorre la espalda. Le agarro la espalda con fuerza y me encorvo hacia adelante, haciendo fuerza para penetrarla más profundamente. Cuanto más la siento apretar sus codos y manos contra mí más fuerza imprimo en la cadera, sintiendo un torrente de excitación.

Trato de lanzar bocados a su cuello y mentón, a pesar de encontrarme con la barrera de sus manos y jadeo cada vez que rozo alguna de esas partes con la boca mínimamente.

La joven va aumentando el ritmo, controlando los impulsos del hombre cuando ve que comienza a acelerar, con una sonrisa, buscando que de verdad lo desee. Su forma de respirar y retorcerse, sonriendo al verse controlado la hace subir ligeramente el ritmo, pero siempre manteniéndose dominante.

Su fuerza es obviamente mayor, y la joven apenas consigue ahogar un gemido ante el brusco movimiento del hombre. La forma en la que este respira y reacciona a sus movimientos la hace estremecerse y apretarse aún más contra él, subiendo el ritmo, buscando sus jadeos. Pronto se ve aprisionada entre sus brazos mientras él hace fuerza para entrar más y las sacudidas son más fuertes.

Sonríe, aumentando el ritmo, volviéndolo más brusco, adaptándolo al desenfreno de Gerald. Los trucos para impacientarlo y retarlo parecen surgir efecto. A pesar del placer que le causa mantiene los brazos firmes, viendo con deleite como intenta morderla, atraparla con la boca. Finalmente desliza las manos hasta su nuca y le deja acercarse para comprobar si de verdad la buscaba con tanta ansia, mordiendo además el cuello del hombre.
Su respiración se acelera cada vez más y entre jadeos le agarra del pelo, tirando con fuerza de él sin llegar a hacerle daño para alcanzar su boca.

Aunque ella continúa encima en una posición dominante, la fuerza que me genera el desenfreno hacen que acabe por arrebatarle parte de ese control, apresurándome a sentirla con fuerza, pasando a embestidas que hacen resonar el choque de la carne mientras ella sube y baja contra mí.

En un momento dado me suelta y me agarro a su carne con entusiasmo, apretando la mandíbula en la unión del cuello con el hombro, como si acabasen de quitarme una mordaza. Subo la cabeza y la aprieto contra mí mientras muerdo con fuerza y bajo y subo un par de veces en ese ritmo contenido hasta que la suelto y tomo aire, dejando que ahora sea ella la que baja a mi cuello. Suelto un poco su espalda y sostengo su cintura.

Suelto un gemino ahogado y ronco cuando me tira del pelo y dejo que se enrede en mi boca, recibiéndola con urgencia y buscando su saliva de forma caótica.

De la cintura paso las manos a sus pechos de nuevo y los masajeo y aprieto al tiempo que la sigo sintiendo mover la cadera. Doy un par de jadeo más mientras aprieto su carne buscando sus puntos erógenos para hacer que se estremezca.

Llegado a un punto ya no soporto mi posición pasiva y me yengo hasta quedar sentado con ella sobre mí. La agarro de los hombros, desde la espalda, hundiéndola.

Pronto al dejarle pista libre acaba por desatarse y soltarse por fin ansioso. Sube el ritmo, como si hubiese estado encadenado y ahora pudiera seguir su propio ritmo. La joven se adapta a sus rápidas embestidas, subiendo la velocidad y acompasándose a sus movimientos, notando como su respiración se vuelve un jadeo y se le escapa algún que otro gemido.

Tira con fuerza de su pelo ante los mordiscos y los apretones, sintiéndose llevada por cada envestida del hombre, más como forma de alentarle que para hacer que pare. Cuando siente sus manos en su cintura comienza a agitarse de forma más fluida, sin bajar el ritmo en ningún momento. Nota su saliva y el movimiento de su lengua interrumpidos por los jadeos de los vaivenes. Nota la presión de sus manos sobre los pechos y se estremece con cada movimiento, sumando estas sensaciones al ritmo cada vez mayor que entre los dos se van marcando.

Pronto toma las rienda, incorporándose, sintiéndose la joven arrastrada por su desenfreno. El movimiento brusco la hace estremecer y soltar un gemido, buscando con las manos su espalda como si fuera a perder el equilibrio. Pronto vuelve a estar aprisionada entre sus brazos. Nota la fuerza de estos, la tensión de cada músculo del hombre desde la mandíbula hasta el abdomen. Es mucho más fuerte que ella, resistirse sería inútil aunque está lejos de querer evitar que siga. Con cada empujón del hombre sobre sus hombros se abandona más, sintiéndose temblar. No tarda en recomponerse y sumar su fuerza a la de Gerald para aumentar la violencia del movimiento. Respira al ritmo de las embestidas, con jadeos que parecen súplicas para que siga.
Clava las uñas en la espalda del hombre, como si tuviera que sugetarse a algo, acompañando el gesto con el movimiento de cadera, hundiendo la cara en su cuello, notando su respiración contra la piel del hombre.

Sus gritos y gemidos cerca de mi oído hacen que la excitación me desborde, si podía aumentar más todavía. Ahora parece haber perdido el control de antes y dejarse llevar por un maremoto que la arrastra sin tregua. El contraste hace que me recreé todavía más en el placer de hacerla gritar.

Siento sus uñas en la espalda como una nueva castada de sensaciones y excitación, queriendo que me arranque la piel si hace falta. Se viene sobre mí y la rodeo al completo con las brazos, mientras los movimiento de subida y bajada no cesan.

Abrazándola de esta forma siento toda su piel ardiendo contra la mía y su pelo me acaricia el cuerpo en contraste con sus uñas y dientes, haciéndome enloquecer con el conjunto de sentaciones.

Acabo echándome hacia adelante, apoyándola contra la cama y quedando sobre ella, donde ahora puedo moverme con toda la libertad para aumentar todo el lo que quiera el ritmo.

Me separo un poco y coloco sus piernas sobre mis hombros para subir su cadera y poder embestirla con rapidez y profundidad. Aprieto mi cadera contra ella todo lo que puedo, deteniendo un momento el desenfreno. Por un momento parece que vaya a atravesarla de tanto presionar mi cuerpo contra el suyo.

Vuelvo a retomar los movimientos y la velocidad y, llegado a un punto, la sostengo de las muñecas para atraerla hacia a mí con más violencia. Jadeo y siento como la garganta se me reseca debido al paso brusco y rápido del aire por mi garganta. Me encorbo sobre ella, agarrándome ahora a sus antebrazos aumentando más la velocidad y tensándome por entero, sintiendo como voy a estallar en cualquier momento.

La joven nota como se abandona al movimiento, agitándose por inercia, sintiéndolo todo y a la vez no sintiendo nada. Los brazos de Gerald vuelven a apretarla y clava con fuerza las uñas, quedando sólo una pequeña parte de ella que se preocupa por si le hace daño. Nota el sudor y las dos respiraciones entrecortadas y apremiantes. Nota el pecho fuerte del hombre presionado contra el suyo y los músculos de sus brazos apresándola, como si se fuera a romper si la soltaba. Como respuesta se agarra además con los dientes a su cuello, como queriendo que vaya más deprisa aunque le parece imposible.

Pronto se ve caer hacia atrás. El torrente de sensaciones la nubla la vista. Ve su pelo rojo, cruzándole la cara un momento antes de apartárselo de un movimiento desesperado, queriendo mantener la vista despejada. Ve al hombre al instante recostarse sobre ella, colocando sus piernas sobre sus hombros. Nota de nuevo su respiración y parece poder sentir cada punto de su anatomía, tensa por la situación. Las envestidas vuelven con más violencia, pareciendo que la pose le es cómoda para ello. Ella se entrega finalmente, viendo que poco puede hacer además de seguir el ritmo y sumarlo al desenfreno que parece haber nublado la mente del hombre. Jadea con una sonrisa, rodeada por su melena roja, viendo los tatuajes de Gerald perlados por el sudor tensa y su piel tensa marcando los músculos tonificados que hay bajo ella. Busca sus ojos, algo ocultos por el cabello dorado que, algo oscurecido por el sudor, le cruza la frente. Se fija en su rostro, lleno de esa extraña mezcla de ira y decisión sin freno. Sonríe ligeramente mientras continua gimiendo notando la fuerza del hombre y la velocidad de los movimientos, cada vez más violentos.

Se dispone a agarrarle la cara con las manos cuando se ve apresada por las del hombre, y pronto la fuerza aumenta ayudada por los tirones que da. La excitación aumenta y su respiración se vuelve más fuerte, oyendo también la de Gerald, notando el sudor y los escalofríos. Viéndose apresada aumenta la fuerza de los movimientos de su cadera todo lo que puede, cada vez tiene menos claro que sea posible pero está dispuesta a intentarlo. Cuando se agarra a los antebrazos, presa probablemente de una ansia cada vez mayor, la joven flexiona los codos agarrando de igual forma los del hombre, sumando su fuerza a las embestidas casi desesperadas de este.

Pronto el hombre parece llegar al límite y perder la razón, como si fuera a explotar. No tarda en sentir que todo su cuerpo se retuerce y arde, que quiere empujarlo con más fuerza aún, y pronto todo el esfuerzo contenido parece soltarse, sintiendo como una descarga que la recorre, curvando la espalda con los brazos aún agarrados por el hombre igual que haría un preso que tira de sus cadenas. Su respiración se convierte en un gemido, casi un grito, y se siente inundada de placer. De pronto los movimientos y el cansancio desaparecen y cae sobre la cama respirando entrecortadamente con una ligera sonrisa y la suave piel perlada por el sudor.
Levanta la vista hasta el hombre, recuperando el ritmo normal, agitando las caderas de forma más pausada, observando al hombre que también ha ido frenando, sintiendo las sábanas de la cama frescas en contraste con la temperatura de sus cuerpos.

Ya apenas diferencio entre las distintas sensaciones, lo que escucho, lo que huelo, lo que apenas veo ya debido a la luz baja, lo que engeral siento irritando enormemente mi cabeza con un placer creciente mientras la veo, oigo y siento debajo de mí.

Mantengo toda la velocidad que humanamente me ermiten los músculos, buscando ese punto crítico al que parece que no consiga llegar. Miro entonces su sonrisa pícara entre los mechones y los movimientos caótico y un calambrazo me recorre la espalda, llegando a hacerse físico en una chispa que me recorre hasta los pies.

Estoy en mi límite y en cuanto siento como ella se estrecha y combulsiona ligeramente, mi cuerpo reacciona junto al suyo y sus gritos son suficientes para hacer que estalle finalmente en su interior, pegándome fuertemente a ella en los últimos segundos de regocijo y soltando un grito ahogado y grave.

Tras toda la tensión de la cumbre siento como el cuerpo entero se me relaja con satisfacción y me muevo lentamente, aprovechando los últimos roces y sintiendo las palpitaciones de su cuerpo oprimiendo mi miembro.

Me apoyo sobre ella, dejando mi cabeza entre su cuello y su hombro, todavía sin salir, y recupero paulatinamente el aire, respirando con fuerza todavía. Siento como el cuerpo se me ablanda al completo y como una bruma somnolienta me embota la cabeza. Su piel húmeda y caliente, suave, apoya mi relajación y huelo ahora claramente el ahorama de su sudor sobre las sábanas.
Me acomodo algo más sobre ella, rodeándola con los brazos. Ahora mismo me dormiría plácido aún si me fuese a clavar un puñal en la espalda.



*Se duerme y se van*