Río.

La jornada de mañana ha terminado ya y siempre vengo a descansar un poco y a comer a este pequeño río después del trabajo, pero esta vez no vengo solo, pues unas cuantas cartas de la dulce Summer me acompañan.
Últimamente he estado recibiendo correspondencia de ella, pero me da miedo que puedan pillarla o hacerle algo malo... parece que las cosas en Brontë están calentitas...
Me tumbo en la hierba y me quedo releyendo las cartas con esfuerzo, entornando los ojos, pues la luz me molesta, mientras mis pies descansan en el agua clara.
Me apetecería verla de nuevo, hablar con ella en directo, pero no puedo.


*al cabo de un rato, se va*

En un primer momento me preparo para cualquier cosa al escuchar el crujido que suena de pronto, pero al ver al gigante de Kourt me relajo. Al fin y al cabo, es él al que esperábamos.
Analyn, cómo no, es la primera en saludar con su extraña efusividad. Luego él viene hacia mí y su mano, proporcional a su cuerpo, toca mi cabeza como si fuese apenas una niña y me estuviese felicitando. Yo, a cambio, esbozo una tenue sonrisa.

-Podría decir...

Me detengo. Jager acaba de decir exactamente lo mismo. Odio que sucedan ese tipo de cosas con él. Seguramente acabe de darle una excusa para sonreír soberbio, como siempre.

Nos observo un instante. A los cuatro. Kourt, ante mí, Analyn, Jager y yo. Hacía mucho que no estábamos juntos. Todos. Solíamos ser un buen equipo, aunque no todo lo que hacíamos en equipo era bueno.
Sí. Ese, sin duda, fue el problema.

Efectivamente, al darse cuenta me lo hace saber con una sonrisa que denota burla. Simplemente aparto la vista con sutileza, digna, y me dedico a escuchar sus palabras en silencio.

Al principio presto atención con entereza, sin romper la inexpresividad de mi rostro. Solo habla de nuestros logros. De la satisfacción de los de arriba con que trabajemos para ellos como perros, haciendo sus trabajos más sucios mientras los jefes se lavan las manos y no dan la cara. Lo normal. Pasa en todas partes. Pero cuando Jager menciona la misión, la nueva misión, no puedo evitar mirarlo de nuevo, delatando durante el rápido giro de rostro y mi mirada cierta sorpresa desesperada. La encubro enseguida, volviendo a mi seriedad.

¿Juntos de nuevo? ¿Dentro de esta organización? Lo mire por donde lo mire, es un error. Quiero huir de todo esto. Trabajando en solitario todavía puedo evadirme un poco, pero con ellos... Con ellos solo volvería a cometer los mismos errores que me han traído hasta aquí.

Para colmo, me mira a mí. Yo le sostengo la mirada. Siempre busca eso. Busca que los demás le den su consentimiento con una sonrisa, pero si se niegan se enfada, porque realmente no te está dando una opción. Simplemente te dice lo que va a suceder, y si no lo acatas se enfada, pero poco le importa.

Aprieto la mandíbula. Mis ojos lo desafían. Finalmente, aparto de nuevo la vista.

No quiero que pase esto ahora...

Un ascenso... ¿Qué implica un ascenso? Podría tratarse del inicio de un nuevo camino hacia una vida más segura, pero sé que lo más probable es que ese pensamiento sea idílico. A la larga podría dejar de ser lo que soy, convirtiéndome en alguien más intocable, pero solo tendría más problemas a mi espalda. Y de eso quiero escapar. De los problemas. De esta jodida vida.

También Kourt objeta, pero no igual que yo. Él no parece tener muchos problemas con ser lo que es. Quizás los tenga, siempre me ha resultado inescrutable. De hecho, nunca comprendí por qué él se unió a Jager. Analyn sí, a ella le pegaba. Y yo... Era débil, y fui estúpida.

Lanzo una mirada a Analyn. Me encantaría que cerrase la boca y dejase de alimentar las ideas del aether.

- ¿Estás segura de que es buena idea volver juntos? -pregunto a la caeruleus, serena, pero desafiante-. Resultaría mucho más sencillo que nos encontrasen.

Jager observó a Kourt y esbozó una sonrisa enigmática.

-Por desgracia para todos, todavía no me han dado esa información. Querían saber qué opinábamos todos al respecto antes de decidirse. Y si los decepcionamos... -. Su ojo acabó en Alehyss-. Quizás no vuelvan a darnos esta oportunidad.

Cuando ella habló, Analyn pareció enloquecer. Enrojeció y se acercó velozmente hacia la chrysos con los ojos desorbitados.

-¡¿Qué dices?! ¡¡Claro que es una buena idea!! -. Su mano sujetó la ropa de Alehyss, tirando de su cuello hacia sí, con amenazante intención de atraerla -. Quizás seas muy feliz viviendo a salvo en ese puto palacio, pero -siseó. Su dedo señaló el cuello herido de Jager-. ¡NO PERMITIRÉ QUE NOS HIERAN MIENTRAS ESTAMOS SEPARADOS PORQUE SIGUES SIENDO TAN EGOÍSTA COMO SIEMPRE!

Kourt las observaba serio, con los brazos cruzados. Si se le hubiese contemplado fijamente, cualquiera hubiera podido ver cierta sombra de molestia en él. Jager, sin embargo, frunció el ceño. Extendió sus anchas alas negras y las sacudió, impulsándose velozmente hacia las chicas. Agarró con furia la muñeca de Analyn y la apartó de Alehyss. Luego empujó a la chrysos y se encaró con la caeruleus, dejando las alas en alto, abiertas, amenazador.

-Basta ya -gruñó de forma que todos lo escucharan.

La caeruleus se amedrentó, dando un paso atrás y mirando al aether con los ojos húmedos. Jager bajó entonces las alas y se volvió hacia la chrysos.

-Ven conmigo -gruñó agresivo, asiendo su muñeca y tirando de ella para arrastrarla lejos del lugar.

Kourt y Analyn, ahora refugiada en brazos del gigante, los contemplaron alejarse. En algún momento él concluyó que sería mejor dejar que discutiesen solos y convenció a la poco convencida caeruleus de que se marchasen de allí.

*Analyn y Kourt se van*

Cuando Analyn se acerca a mí me echo ligeramente hacia atrás, pero no la evito. Escucho sus gritos y le sostengo la mirada, desafiándola. Si se atreve a iniciar una pelea no saldrá impune. No seré más blanda porque se trate de Analyn.
Sin embargo, antes de que pueda darme cuenta, Jager está entre las dos, dándome la espalda, amenazador. Luego se vuelve hacia mí y agarra mi muñeca con fuerza. Tira de mí, llegando a hacerme daño en el brazo, pero no emito un solo sonido. Simplemente lo sigo. Quiero estar a solas con el. Quiero hablar con él.

Cuando llegamos a un sitio apartado y se detiene tiro de mi mano para soltarme de su agarre. Lo miro de reojo. No puedo evitar ser desafiante.

Jager llevó a Alehyss hasta un claro que había en otro tramo del riachuelo y luego se volvió hacia ella. Los ojos dejaban claro su enfado. Cuando ella trató de arrebatarle su muñeca la agarró con fuerza, evitándolo. Con la mano libre direccionó su rostro hacia él, obligándola a mirarlo cara a cara.

-¿Qué demonios te pasa? -siseó, furioso-. Si cualquiera de la organización se enterase de que has dicho esto mandarías todo el plan a la mierda. ¡Maldita sea, Alehyss! Cierra la boca.

No dejaba de mirarla, esperando una respuesta, estricto.

Lo observo, aún desafiante, aunque consciente de mi situación. Aguanto mis ganas de escupirle directamente a la cara y respiro hondo para responderle sin morder.

-Siempre estás igual. ¡¿Quieres juntar de nuevo el equipo?! Es una maldita locura, Jager -gruño-. Ya causamos bastantes problemas, ¿no crees?

Desvío la vista, negando ligeramente, como hablando sola de pronto. Incluso para mí misma sueno indignada.

-¿Qué vas a creer? Solo piensas en tu jodido ascenso y lo importante que puedes llegar a ser. Nada más.

Sus palabras me sientan peor que una bofetada. Sin aliento, lo observo. Entreabro los labios, pero no sé qué decirle. No imaginaba que dijese algo así. No hubiese esperando algo así viniendo de Jager jamás. De hecho, ni siquiera puedo estar segura de que diga la verdad. ¿Quién me asegura que no miente? Él sabe mentir. Miente muy bien...

Pero yo...

Lo miro fijamente.
No parece estar mintiendo.

-No sabía eso... -murmuro, más calmada, bajando la voz.

Aprieto los puños. Salir del palacio es lo que quiero. Quiero irme... Quiero dejar de espiar, dejar de estar obligada a permanecer en un lugar así... Quiero dejar de traicionar a todo el mundo.

-Yo no quiero eso, Jager. Yo no quiero volver a juntarnos. Yo no quiero ascender -. Mis ojos chispean un instante, suplicantes-. Yo quiero dejar de hacer esto. Hace poco fuimos a Ignis... Y salvamos a Silvanus. Murió un hombre a manos de Lyam. Uno de los nuestros. Rescatamos a un esclavo piscis... Y yo los ayudé. Era una compañera más, no una espía. Estoy traicionando a personas que me consideran su compañera.

De nuevo, grita. Hacía mucho que no lo veía tan alterado. Hacía mucho, también, que yo misma no me alteraba tanto. Pero, en el fondo, creo que llevábamos mucho tiempo esperando algo así. El enfrentamiento era inevitable, y ha llegado. Ahora no me queda otra que seguir hasta que termine.

-Cuando llegué a Brontë solo era un trabajo, pero llevo ahí dos años... -murmuro, bajando la vista-. Y te prometo que hago todo lo posible, pero también yo soy humana, Jager-. Alzo los ojos hacia él, temerosa. No me atrevo a preguntar lo que pienso. Entonces frunzo el ceño, al oírlo mencionar a los otros-. No tiene nada que ver lo uno con lo otro -gruño.

Y entonces habla de él, y de traición. ¿Traicionarlos, a ellos?

-Nunca os traicionaría... -murmuro, dolida -. Para bien o para mal, nos debemos algo los unos a los otros. Lo que no sé es qué les debo yo a esos que ni siquiera se atreven a dar la cara y me mandan órdenes desde lo alto sin explicación alguna.

Todos lo hemos pasado mal. Cada uno a su manera. Lo sé. Realmente, ninguno de nosotros quería estar donde está ahora. Jager era feliz siendo el líder de la banda. Analyn era feliz, simplemente, participando. Y estando con los chicos. Kourt... Nadie supo nunca lo que Kourt pensaba, pero siempre estuvo ahí, cuidando de Analyn. Y yo...
Supongo que simplemente, al ser absorbidos por la organización, trataron de adaptarse a su nueva vida, procurando ser lo más felices posible con ella, pero yo no fui capaz. Para mí fue imposible. Porque no era lo mismo...

Mi ceño se frunce, involuntariamente. Varias chispas empiezan a recorrerme de forma aleatoria. Aprieto los puños, furiosa.

-¡¡NUNCA QUISE ACABAR AQUÍ!! ¡¡CUANDO LAS COSAS SE PUSIERON FEAS HUBIERA DADO LO QUE FUERA POR IRME!!

Tantos errores cometí... Y ahora los estoy pagando. Cada día, al levantarme incapaz de confiar en nadie... Cada vez que me cruzo con Aren por los pasillos, o que me hieren en una misión... Cada vez que debo alejarme de una nueva persona estoy pagando por un error que, aunque me hizo cometer muchos más errores, no dependía de mí. Y... ¿No era acaso el error más inocente que podía cometer por aquel entonces?!

Bajé la vista, frustrada, furiosa... Cansada.

-Estaba enamorada de ti... Por eso te seguí...

Frunzo el ceño, furiosa. Ya sé que fue mi decisión. Ya sé que no fui más que una estúpida adolescente débil. Llevo recordándolo desde el primer día. Y, al fin y al cabo, el error, consciente o no, sí fue mío.

-Fuimos a Ignis a salvar a Silvanus. Allí, en la capital, nos encontramos un edificio bajo el cual encontramos la base de una organización. Había muchos esclavos. Te haré un informe sobre ello. Creo que es un tema que puede interesar mucho a nuestros jefes.

Mis palabras suenan monótonas y secas. Evito mirarlo mientras le hablo.
Está bien. Seré lo que quiere que sea. Seré una espía que busca información sobre los guerreros, sobre el supuesto espía que hay en Brontë, sobre las misiones, los líderes y todo aquello que pueda encontrar. ¿Tengo acaso otra opción?

Nada puede cambiar, al fin y al cabo. El error ya fue cometido.

Observo el cuello herido de Jager. Ese ataque iba a matar, y podría haberlo hecho. Fueron unos centímetros los que lo salvaron, seguramente, de morir desangrado.
Miro luego su parche, que oculta una zona en la que antes de que todo esto comenzase había un ojo tan sano como el segundo.

Asiento, lentamente. Ya sé lo que tengo que hacer. Ya no tengo muchas más opciones. Así pues, redactaré el informe sobre la misión y se lo daré. Es lo más apropiado. Ya tendría que haberlo hecho, en vez de ponerme a discutir con él. No sé en qué estaba pensando al tratar de convencer a nadie.

Su mano se acerca a mí. Me toca, rozando apenas mi piel herida. No me muevo. Solo sostengo su mirada.

-Toda misión conlleva cierto peligro. Cuando acepté ir sabía que podía salir herida -digo con frialdad.

Su mirada se me hace extraña. Quizás tenga sus propias preocupaciones, totalmente desconocidas para mí. O tal vez haya dejado preñada a alguna fulana. ¿Cómo podría saberlo?

Comienzo a andar por donde hemos venido. Él me sigue enseguida, en silencio. Nos reuniremos con los otros de nuevo y luego regresaré al palacio. Allí haré el informe y quedaré de nuevo con Jager para entregárselo. Es mi misión, al fin y al cabo. Estoy aquí para eso.

Tengo claro lo que haré. Y que pase lo que tenga que pasar.

*se van*

Seguimos el río hasta llegar a las cercanías del pueblo, pero sin llegar a internarnos en él. Entonces me detengo, tomando aire de nuevo, inspirando hondo.

-Creo que aquí estará bien -murmuro algo alicaída, volviéndome hacia él para mirarlo con mis ojos algo iluminados.

Cuanto más se acerca el momento más rápido siento que lato. Estoy nerviosa. Me gustaría estar en cualquier otro sitio ahora mismo... Pero es mi deber.

Lyam frunció el ceño cuando pasaron por el río, recordando su conversación con la flamma, y tragó saliva, notándose repentinamente nervioso. Le parecía extrañamente irónico que la chrysos escogiese aquel lugar para hablar. Mientras caminaban, alejándose de la zona donde Dena y él habían hablado, intentó calmarse, pero no lo consiguió del todo. Volvía a sentir una sensación de desconcierto. No entendía por qué se alejaban tanto de Brontë.

Cuando Alehyss se paró, tragó saliva y miró a su alrededor, inquieto. Volvió a mirarla cuando habló, y curvó los labios, sonriente, ocultando su nerviosismo. Se acercó a ella. Parecía desanimada por algo.

-¿Qué te pasa...? -murmuró, preocupado.

Tomo aire nuevamente. Tengo el estómago completamente encogido. Me cuesta mucho evaluar las palabras antes de decirlas, y también decirlas.

-Imagina por un momento que cometes un enorme error... Y que, años después, todavía te persigue. Y que gente importante para ti corre peligro a causa de ese error. ¿Qué llegarías a hacer para ayudar a esas personas?

Mi tono intenta ser lo más neutral en todo momento. Mis ojos miran los suyos. No me tiembla la voz. Pese a todo...