Sala de entrenamiento

Heylel, el hombre se llamaba Heylel, un nombre que nunca habái oído nunca, aunque no era feo.

- Vaya... Que curioso - comenté sin saber muy bien qué debía decir sobre su nombre.

Antes poder mostrar un bostezo abrí rápidamente mi tessen, cubriéndome la boca.

- Se ha hecho muy tarde, ¿no? - pregunté tratando de dar algún tema de conversación y así, aprovecharía para irme a dormir sin necesidad de anunciarlo.

- Deberías descansar, los mejores guerreros deben descansar para los malos tiempos - comenté mostrándole una sonrisa, quizás me gustaba dar ilusiones a la gente, aunque eso a veces no fuera demasiado bueno.

Escucho los comentario de la líder. Supongo que su segundo comentario indica que la conversación no es muy productiva, pero el momento de su aparición me ha dejado un poco patidifuso y me mantengo más serio de lo habitual.

-La verdad es que suelo acostarme tarde. Pero supongo que un buen descanso y una buena comida es lo mejor. Aunque tampoco como demasiado... -Respondo para no sonar demasiado seco. -Además, el fresco de la noche es una mejora considerable para cansarse menos -. Indico con una tímida sonrisa. Señora Darvenwish... Madre mia. Una noticia no ofiacial soltada así...

Sonrío ante el comentario de Heylel volviendo a destaparme la boca tras cerrar el tessen.

- Yo debo irme - comenté con la cara ligeramente más seria -. Encantada de haberte conocido - añadí como despedida, o al menos eso era lo que pretendía hacer parecer.

Di media vuelta volviendo a dirigirme hacia la puerta, no sin antes volviendo a girar la cara hacia atrás.

- Espero que volvamos a vernos - añadí dibujando otra vez una sonrisa en mi boca; había resultado bastante agradable nuestra conversación, si no fuese por la intromisión de Silvanus y su corazón roto.

Continué con el paso y abandoné la habitación.

*Se va*

La líder informa de que debe irse y me parece comprensible. Supongo que tienen poco tiempo como para perder. Nuevamente hago una reverencia con ambas alas.

-Buenas noches, Señora Darvenwish -. Me despido cordialmente. Espero a que se vaya y, en cuanto desparece de la sala, me llevo una mano a la frente.

"Se casan... La líder flamma y el líder caeruleus...pero..." Mi cerebro trata de organizar la información y asimilar paso a paso. Sin duda es un tema de gran relevancia en todo Mithos. Por mi parte la discreción estaba asegurada pero, ¿Silvanus? ... Quizá debiera hablar con él y comentarle un poco lo grave que puede llegar a ser ir soltando aquello por todas partes...

Como estoy algo shokeado por el momento, decido dejar el entrenamiento para otro rato. Enfundo mis tonfas y abandono el lugar.

*se va*

Entré en la sala de entrenamiento después de una larga caminata desde el lago. Estaba muy motivado y quería mejorar. El niñito que vivía en Silvanus había muerto ayer, en mi intento de suicidio. Ahora solo quedaba en mí ansias de superación y ganas de divertirme a la par de cumplir con las normas del castillo. Era diferente. Me sentía diferente. O eso pensaba yo en aquellos momentos... quizás el niño que había en mí no había muerto, pero de todas formas, seguía encerrado en los más profundo de mi ser.
Hoy solo quería superarme.
-Vamos a correr, ¿de acuerdo Tristán? he decidido dejar de fumar, por lo que quiero recuperar mi capacidad pulmonar, y un buen método es correr. Ve tu primero, si te alcanzo ¡Yo gano! ¿vale?
Tristán comenzó a volar en línea recta hasta el fondo de la sala y yo salí cual flecha en su búsqueda.
Ya casi lo había alcanzado cuando se frenó en seco y cambió de dirección, ganándome metros de nuevo.
-Con que esas tenemos ee? volví en su busqueda.

*me quedo entrenando*

Llego a la sala de entrenamiento algo somnoliento y arrastrando un poco los pies. Más que nada estaba cansado ya que ayer me había acostado tardísimo y aun encima con cierta "alegría". Pff... Pero no había sido suficiente como para darme dolor de cabeza, solo para tener la boca pastosa. Eso era un alivio... Pero el ala me tiraba...

Entro en la sala ya que la última vez que estuve aquí me dejé la toalla con la que secarme después. Debido a la aparición repentina de Cynara y a su noticia la toalla no fue mi primera preferencia.

Silvanus esta entrenando, supongo. Esta persiguiendo a su dragón por toda la sala. Es posible que simplemente se le haya escapado e intente recuperarlo. Lo miro unos instantes y me dispongo a buscar mi toalla.

El sudor recorre mi cuerpo por completo... paro un momento y cojo una toalla que había ahí tirada... me seco la cabeza, sin darme cuenta de que ha entrado Heylel... quizás hace rato ya... por lo que me ruborizo un poco... me daba verguenza que me viese asi... tan sudado...
-Hola Heyl! dije acercándome a el Tristán ven a saludar.
-Que haces por aquí? dije secándome el pelo con la toalla.
Tristán llega u se posa en el hombro de Heylel y lo acarició la cara suavemente.

Cuando me acerco a ver si mi toalla sigue allí veo que Silvanus se está secando con una y me encojo de hombros. Si es la mía, los del servicio no limpian mucho allí. Si es suya, pues oye, es normal que la use.

-Hola -Le comento sentándome sobre un potro cerca de donde él está. -Vine a dar una vuelta -.Respondo al piscis. La verdad es que la toalla era por ir a algún sitio. -¿Entrenas? -Le pregunto sin mucha energía. Entonces encrispo las alas hacia atrás como si acabase de abrir un paraguas. No sé por qué.

Cuando habla conmigo, Heylel parece un poco angustiado... quizás le pase algo... pero no me atrevo a preguntar...
En cuanto estira las alas de esa manera tan brutal, me asusto y me caigo de culo al suelo
-E! ¿que pasa contigo? menudo susto... en cuanto a su pregunta...
-Claro que entreno. Apuesto a que no me ganas a una carrera! estoy eufórico y reboso energía ¿ te apuntas? Una vuelta a la habitación! Vamos! necesitas desestresarte! la verdad esque tienes cara de yogur caducado... jajajajaj digo cogiéndolo de su muñeca para que se acercase al lugar.

Miro a Silvanus con cara rara debido a su susto. Es un asustadizo... Pero luego me dice lo de la carrera y sonrío. Salto del potro, eso era muy fácil.

-En una carrera no me ganarás -.Comento remangándome. Entonces camino hacia donde él está y me pongo a su altura como si fuera la línea de meta.

-Este yogurt caducado va a dejarte como seco -. Comento.

Eso habrá que verlo...
-Una... dos... TRES!
Comenzamos a correr, pero en la primera curva ya me dejó atrás...
-Mierda... este pajarraco me va a ganar...musité.
pasó toda la carrera y el siempre delante.
Cuando llegamos a la recta final, comencé a correr con todas mis fuerzas... no iba a ganar...
En los últimos metros sólo nos separaban unos 3 metros todavía entonces, reconociendo mi derrota, le dije:
-VALE! PARA... me has ganado.
El se paró y yo, divertido, salté sobre su espalda diciendo:
-Arre! Arre! jajajajajajaja Vuela un poco Heyl! quiero llegar hasta el cielo jajajajaja
Eres rapidísimo! dije aún subido a su espalda
ajajajajaja

Comenzamos la carrera y rápidamente me pongo delante. Si de algo estoy seguro es de mi velocidad y, aunque no quiera usar las alas porque aun me molestan un poco, no las necesito para conseguir la primer posición en esta carrera.

Unos segundos después acabamos y, en cuanto llego a la meta y miro atrás, Silvanus se ha parado. Me rio. La verdad es que he espabilado un poco. Pero cuanso salta sobre mí me haca daño.

-¡Ah! ¡quítate, por favor! -Le digo, con tono algo elevado.

-¿Ves? Con las alas cerradas -.Bromeo. Entonces recuerdo las palabras de Inger sobre el piscis. Debe de tener arrebatos o algo porque conmigo no había sido nunca maleducado ni nada.

Bueno, como en este momento no me apetece amargarme de nuevo. Lo dejo estar y me pongo a otra cosa.

-Bueno, ahora que te he dejado comiendo el polvo, me retiro en la gloria -.Bromeo con falsa altiveza. -Ya nos veremos.

*se va*

me quedé un poco chafado porque Heylel no me siguió la broma. Hinché las mejillas de aire y me crucé de brazos.
-No hace falta que te pongas así.

Al oir como se burla de mi penosa velocidad comparado con el, me rio:
-Eso fue ahora, pero espera que deje el tabaco y entrene un poco más y ya te volveré a retar.
-Venga chao- digo con una sonrisa. yo también me voy

*me vooy*

Después de salir de la sala común, decido que el mejor sitio para despejarme es la sala de entrenamiento, por lo que me quedo allí entrenando un rato para relajar mi mente mientras tenso mis músculos...

*se queda*

Como ya había entrenado durante muchisimo tiempo, decido irme
*se va*

FDR: buaaa se me olvido quitarlo de la sala de entrenamiento!! n.n

Entré en pijama en la sala de entrenamiento.. era el lugar mas tranquilo del palacio, paradojicamente, ya que se supone que la gente venía a Borntë a entrenar...

Me senté en en suelo y me quedé botando una pequeña pelotita que había allí...
después de un rato, me puse a rodar por el suelo... si, me aburría mucho... además, el dolor se había intensificado un poco con el paso del tiempo, y las carreritas hasta el balcon y las termas no fueron nada positivas... así que no podía andar nada...


Despues de estar ahí sin hacer nada, decide irse...

*se va*

Fui a la sala de entrenamiento porque quería entrenar un poco con mi báculo, ya que en la primera batalla que tuve aquí no fui capaz de hacer gran cosa, y no siempre aparecería quien me salvase el pellejo.

No sabía usar magia con mi báculo todavía, pero en la familia de mi padre se traspasaban los conocimientos mágicos de generación en generación, y por eso todos teníamos nuestro respectivo báculo. Yo llevaba años practicando la lucha con el mío, pero todavía necesitaba mejorar.

Cogí uno de los muñecos y empecé a asestarle golpes rápidos con mi báculo.


*se queda*

Quería ir a los dormitorios... pero mi memoria no era buena... así que terminé en la sala de entrenamiento.
Entonces ví a una niñita... otra niña... aunque esta por lo menos parecía mayor...
Ví sus movimientos... eran bastante precarios, y el muñeco casi no se deformaba ante sus golpes... no parecía tener mucha fuerza.
De todos modos me gustó su empeño, así que le aplaudí desde la puerta con una sonrisa.
-Muy bien, muy bien, dije acercándome. Por fin una chica lista que intenta mejorar en este palacio...

-No como la "ranita" (que era como iba a llamar a massen a partir de ahora, por lo que había dicho de los renacuajos) o el "rubito"... esos no valen para nada- pensé para mi misma.

-Soy Adela, ¿y tu, Joven?

Estaba concentrada en mi entrenamiento cuando de repente empecé a oír aplausos. Me giré rápidamente y vi a una señora mayor que me aplaudía sonriente desde la puerta.

"Oh...gracias", le dije respondiendo a sus alagos.

Una vez estuvo cerca mía me dijo su nombre, y después me preguntó el mío.

"Yo soy Hewina. Encantada de conocerte.", le dije con una sonrisa mientras apoyaba mi báculo en el suelo.

-Así me gusta, con ganas, dije dándole una suave palmadita en la espalda, y dime, ¿que tal va ese entrenamiento... Hewina, era?
-Me gusta tu estilo, muchacha, aunque a ver si le damos un poco mas fuerte al muñeco, ee? que a el no le duele! dije con una sonrisa en los arrugados labios.
-Bueno, y dime, querida- dije sentándome en un banco que había cerca- ¿que tal es el hambiente en Brontë?¿conoces a mucha gente?

"Qué señora tan agradable", pensé.

"Ya... es que no tengo mucha fuerza", le dije con una media sonrisa.

Después me preguntó como era el ambiente en Brontë, y si conocía a mucha gente. Seguramente había llegado hace poco.

"Bueno... lo cierto es que no conozco a mucha gente. Y el ambiente... es bastante calmado en general. Aun que el otro día aparecieron unas criaturas que nos atacaron.", le comenté.

-¿con que no tienes fuerza? bueno, eso se arregla con un par de tartas de arándanos- dije sacando un pedazo de mi zurrón. Toma, querida, come que está muy rica.
-¿bestias?... que raro... esta zona es muy tranquila... no se construyen Palacios Ancestro en un lugar peligroso, ¿sabes?... es muy raro... pero bueno, mira, me has caido muy bien, así que te voy a dar esto, espero que te valga- dije sacando el jersey de lana de bismonte y ofreciéndoselo de muy buena gana.

Adela me dió un trozo de tarta de arándanos.

"Oh... gracias, tiene una pinta estupenda", le dije sonriente.

Mientras me hablaba me comí el trozo de tarta que me había dado.

"Vaya... a ella también le parece rara la aparición de esas criaturas... me reconforta un poco saber eso... ... ... mmmm... ¡Qué rica está esta tarta!", pensé.

Entonces me dijo que le había caído muy bien, y me regaló un jersey de lana color marrón.

"¡Vaya, muchas gracias! Es muy bonito.", le dije emocionada. Me gustaba mucho que me regalasen cosas, ya que los regalos son una muestra de aprecio, y así siempre tendría algo que me recordase a aquella persona.

Posé mi báculo en el muñeco y me vestí el jersey por encima de la ropa.

"¿Qué tal me queda?", le pregunté.

-Maravilloso, nena, ni que estuviese hecho para tí a proposito... bueno quizás un poquito grande, pero tranquila, porque al lavar, estas cosas siempre encogen un poco...

Bueno- dije cogiendo un trozo de tarta para mi-. ¿cuentame algo? venga, entretén a tus mayores, dije dándole con mi puño en su hombro suavemente y soltando una risotada- no ves que los viejos nos aburrimos muchísimo?

La miré sonriente. Era muy buena conmigo, y parecía la abuela que nunca tuve.

Me reí y le respondí: "Pues no se qué contarte. Cuéntame algo tú. ¿Has llegado hace poco, no? ¿Conoces a alguien de aquí ya?"