Escaleras

Tenía que bajar las escaleras, desde que me había mudado a la habitación con olor entre vieja e incienso -sin duda "acogedor"- había adquirido esa rutina. Llevaba un vestido corto -me llegaba hasta las rodillas-, y todo el pelo recogido atrás aen un moño -algod esde luego muy insual en mí-, tenía uno de esos días en los que mi cuerpo me pedía que llegase ya el verano. Entonces atisbé una forma extraña a lo lejos, tardé unos segundos en asimilar lo que era, desde luego una no podía acostrumbrarse a la normalidad en el palacio de Brontë.

- Buenas noches - me acerqué un poco más al cuerpo, no parecía ser buena idea acercarse a él, pero desde que me había hecho chica de Flavia me había acostumbrado a saludar a la gente por los pasillos; me sentía un poco más poderosa en Brontë, y eso me gustaba.

Ya cuando la distancia se recortó un poco más un olor molesto me inundó la nariz, procedía de él. A medida que bajaba más las escaleras se hacía más fuerte, al igual que mi sonrisa. Llegué a su altura evitando mirarlo demasiado, aunque se lo merecía. Tuve que apartarme ligeramente para no chocar con él, ¿no sabía que el palacio disponía de salas de entrenamiento?

Llegué entonces a los pasillos dónde mi giré a hacia él, era un piscis de esos azules, lo cuál me llamó un poco la atención -no había muchos en el palacio-.

- Buen lugar para hacer ejercicio - comenté sonriente e irónica.

Todavía no me había acostumbrado a ese olor.

Cuando escucha el saludo a su espalda, Johan está seguro de que se dirige a él, pero en la posición en la que se encuentra no puede girar el rostro para verla, por lo que ni siquiera hace el amago, y mantiene la vista en el frente.

-Buenas noches -responde, con una sonrisa que se nota en su forma de hablar.

La escucha bajar las escalera, pero ni entonces se mueve, manteniendo la posición rígida y marcial. Y solo cuando ella se planta frente a él alza la vista para mirarla. ¿O quizás la baja? Johan no tiene claro cómo denominarlo, ya que están, en estos momentos, del revés. Aunque, de algún modo, arriba sigue siendo arriba y abajo abajo.

-No es ejercicio -le explica, manteniendo la sonrisa entretenida-. Estoy reflexionando. Es una perspectiva diferente de Brontë.

Sin embargo, no le dura mucho más. Es de mala educación, admite, así que primero estira las piernas hacia arriba y en poco tiempo está de pie de nuevo, acomodándose el pelo, que se le ha alborotado por la posición

-Me alegra verte. Llevábamos sin encontrarnos -le comenta, con gesto tranquilo.

¿Perspectiva diferente de Brontë? Solté un pequeña e inocente carcajada. Sus palabras no acababan de hacerme mucha gracia, esto era lo que me pasaba por pararme a hablar con desconocidos que están haciendo el pino en las escaleras.

- Elektra Samon - ya se había puesto de pie, por lo que volví a ser una vez más la que tenía que levantar la mirada en la conversación.

Analicé de nuevo su aspecto de abajo a arriba y viceversa, sútilmente, pelo oscuro y ojos marrones, cuerpo formado y altura... como siempre.

- Es la primera vez que nos vemos, si no creo mal... - añadí a mi presentación, no llegando a entender muy bien si sus palabras iban en serio o no. Quizás me había visto por los pasillos anteriormente. Entendería que le gente se acordase de mí, aunque sólo me hubieran visto una vez

No dejé de sonreír, nunca lo hacía -y conocía el truco para hacerlo sin que me saliesen patas de gallo-. Me incliné ligeramente hacia él, dejando todavía mucho espacio entre nosotros -lo último que quería era invadir su "espacio vital" -.

- ¿Llevas poco por aquí?

Ella se presenta enseguida, haciendo que él mantenga la mirada curiosa que la examina. Rubia, determina. Es un color que le resulta fácil de ver. O, dicho de otra forma, pocas más opciones que esa tiene a mano, o a ojo, según se quiera decir.

Johan se apresura a negar, tranquilo.

-Nos hemos visto antes -corrige-. En la biblioteca. Me recomendaste un buen libro hace algunos meses -le explica-. "La noche más oscura." Me lo leí un par de semanas después. La verdad es que lo encontré entretenido, aunque no lo catalogaría entre mis favoritos -se dedica a contarle, terminando de arreglarse el pelo-. Quizás no te causé mucha impresión... Me llamo James. James Uldyr.

A la última de sus preguntas, cavila un instante, muy calmo, y poco después responde, sin variar el gesto. Le resulta una chica curiosa, de algún modo.

-Regresé hace cosa de dos semanas de una misión larga en Lumen. Pero antes de eso ya llevaba casi un año. No llegaba a los diez meses, pero redondeando...

¿"La noche más oscura"? ¿James? ¿De qué iba este tío? Obviamente yo no habia hecho nada de eso, ni lo había conocido, ni había recomendado un vídeo a nadie. Sin embargo, me limité a reír de nuevo, ocultando mi falsa carcajada con la mano derecha.

- Creo que te estás equivocando... - negué bastante convencida de mis palabras -. Para empezar, ni si quiera conozco ese libro. Y tú tampoco me suenas en absoluto.

Ya me había olvidado un poco del olor a tabaco que desprendía y me estaba centrando más en lo extraño e incómodo que estaba siendo ese momento. ¿A qué venía aquel despiste? No creo que yo fuera fácil de confundir con alguien. No conocía a ninguna otra parvus rubia en Brontë, y si la había conocido hace diez meses sería raro que yo aún no la hubiese visto.

James Uldyr, desde luego tenía nombre de famoso. Era de esos nombres que conocías aunque nunca antes los hubieras escuchado.

- Y eso que llevo aquí bastante más de un año - añadí algo incómoda, pero al mismo tiempo intrigada por la chica a la que podría haber conocido James -. ¿Estás seguro?

Pestañea un par de veces, adoptando esa expresión confusa del que se acaba de encontrar con una situación completamente inesperada. Aunque no lo sea, estrictamente.

-¿Ah, no?-. Arruga un poco el ceño y se frota el mentón, alzando la vista al techo, con aire pensativo-. Diría que eras tú... Aunque lo cierto es que puede que no fueses tú, claro...-. Asiente, dándose la razón a sí mismo-. Estaba casi seguro. Aunque a veces confundo a la gente, ¿sabes? Tengo prosopagnosia, ¿sabes? Es una enfermedad. Se la conoce, más bien, como ceguera facial. Por algún motivo recuerdo la ropa, los aromas, las voces... Pero no las caras-. Aprieta la mandíbula, con un aspecto repentinamente apurado-. Vaya un contratiempo. Al oír tu voz estaba seguro de que eras tú. Bueno, no tú... Ella. No llegó a decirme su nombre, ¿sabes? Pero lo cierto es que me encandiló...-. Se encoge de hombros, recuperando la sonrisa tranquila-. Tendré que seguir buscando. En tu caso ya tengo el nombre, así que ya sé por quién preguntar cuando quiera ver a Elektra Samon-. Sonríe, entretenido-. Siento la confusión.

Se sacude un poco la ropa. Se da cuenta de pronto de que aún no se ha sacado la camisa del pantalón, por lo que lo hace en el momento. No es que, de todos modos, llegue a importarle mucho esa imagen.

-Creó que iré a comer algo antes de acostarme -dice de pronto, como si se le acabase de ocurrir. Y también piensa en fumar un cigarro antes de acostarse-. ¿Te importa si vamos juntos un trecho? El comedor queda en la misma dirección -le pregunta, pausado, tranquilo.

Esuché su explicación, una parte de mi quería levantar seriamente una ceja, no me esperaba para nada esa respuesta y tampoco tenía nada para rebatir, simplemente, acepté sus palabras. "Lo cierto es que me encandiló...". Me sonrojé un poco, sin borrar la sonrisa. Ceguera facial, prosopagnosia... era todo muy extraño, me avergonzaba un poco mi ignorancia.

Bajé la vista, me había dejado un poco descolocada.

- Pues mucha suerte buscándola, no creo que te cueste mucho - comenté apartando mi mirada de la suya -. No hay muchas chicas parvus en Brontë.

Quería cambiar el tenía, tenía que cambiar el tema. Entonces, me preguntó si lo acompañaba al comedor, una parte de mi se alivió, y con una cordial sonrisa, como siempre, asentí.

Juntos tomamos rumbo al comedor del palacio. Luego yo me iría a los baños a tomarme un baño y después a dormir.

*Se va*

Era hora de cenar, pero no tenía hambre. Ni ganas de hacer gran cosa. Estaba sentada en las escaleras, con la espalda apoyada en la pared, relajada. Entre las manos tenía el puñal de la quimera, y jugaba a hacerme pequeños cortes en las manos y curarlos con pequeños fuuchis. "Jugaba". Menudos entretenimientos tenía a veces.

Pero con el aburrimiento, no me parecía que hubiera motivos para dedicarse a otra cosa. Había entrenado. Había paseado. Hasta había leído un poco. Pero llevaba todo el día sola, y al final empezaba a cansar un poco. Al menos, mi juego no era del todo inútil. Llevaba mucho tiempo sin practicar aquel hechizo, y ya sabía lo útil que era dominarlo.

*Se queda*

Justo estoy pisando el primero de los escalones, comenzando a bajar, cuando la veo al fondo. Me detengo un momento. Hace mucho que no nos encontramos. Aunque he sabido algo de ella por parte de Alehyss...
Debí haberla buscado, supongo. Es que he estado algo ocupado últimamente. Y con el tema de mis extrañas pérdidas de memoria a vueltas, yo...

La saludo con una mano, esbozando una sonrisa, continuando con la bajada, hasta plantarme en su escalón. ¿Qué estaba haciendo? Tiene un puñal en las manos...
Bueno, no es la primera vez que la veo haciendo cosas así. Puedo imaginar de qué se trata. Y yo que nunca he tenido valor para herirme...

<<Buenas noches>>, la saludo en primer lugar. Aunque eso ya lo significaba el primer saludo. <<¿Qué tal?>>

Lo vi bajar por el rabillo del ojo y alcé la vista. Vaya. Así que, efectivamente, seguía vivo. Bajé la vista de nuevo a mi mano, curé el corte que me había hecho y guardé el puñal. Luego me levanté, quedando apoyada contra la pared, y lo saludé con un cabeceo, esbozando una pequeña sonrisa.

<<Bien>>, respondí, encogiéndome de hombros. <<Bastante aburrida. ¿Has hablado con Alehyss? ¿Habéis decidido algo?>>

Con Alehyss hacía unos días que no hablaba, aunque eso tenía otras cosas a las que atribuirlas. Sabía que ella no me estaba evitando.

Enseguida pregunta. Qué rápida... Aunque eso lo hace algo más fácil.
Asiento, aunque frunzo un poco el ceño, pensativo.

<<Me ha dicho que fuese si quería. Aunque lo cierto es que me siento algo inseguro. No sé si ella quiere que vaya. Me asusta entorpecerla, aunque siento mucha curiosidad por la madera y por Ventus>>, le explico, gesticulando a una velocidad normal, tranquila.

La miro un momento y luego bajo la vista al suelo, pensativo. Aunque no hay nada que ver, por lo que acabo por subirla de nuevo hacia ella, que, si responde de la misma forma, me va a hacer falta estar atento.

Aún se lo estaba pensando. Pues a semejante ritmo, no me extrañaría que Alehyss lo dejara atrás. Parecía que, para tener tantas ganas de trabajar, Jun se lo tomaba con mucha calma.

<<A mí también me lo ha ofrecido, pero le he dicho que no>>, expliqué. <<No me gusta Ventus, y no quiero meterme en cosas que no me incumben. Loksass os a invitado a vosotros, no a mí, así que no tengo nada que ver con eso. Aunque seguro que a ti te convendría ir. Los aprendices tienen que saber bien con qué materiales están trabajando, y también de dónde vienen.>>

Además, si quería servir algún día como constructor de armas para Brontë, tendría que saber cómo obtener los materiales. Aunque dudaba mucho que ese fuera el objetivo de Jun. Ni de lejos, vaya.

Dicho de esa forma, puedo encontrar motivos suficientes para no sentirme mal por ir, imagino. Resulta incluso una buena forma de decidirme finalmente. Así que al final asiento.
Aunque de pronto no tengo claro si es que lo que dice me parece bien o que no puedo evitar darle la razón. O sea...
Bueno, yo creo que me parece bien.

<<Se lo diré mañana. Tienes razón. Es una buena idea. Además, es experiencia. Ella parece muy experimentada. Seguro que podré aprender mucho.>>

Y de nuevo me quedo sin nada que decir. Es un poco raro. Porque es como si...
No sé explicarlo. Pero es desagradable.
Venga, Jun. Di algo.

...
No lo tengo claro.

Asentí, segura. Claro que Alehyss era muy experimentada. Llevaba más tiempo que yo en Brontë, y ya antes luchaba. Eso, ya de por sí, indicaba mucho.

<<Es muy buena>>, le aseguré, hablando con gestos firmes. <<Fíjate bien en ella. No creo que te dé muchas indicaciones, pero solo con mirarla, puedes aprender muchísimo.>>

Y yo era la primera que podía decirlo.

Jun se mantenía en silencio. Llegaba a ser incómodo. Era como si tuviera algún pensamiento en la cabeza. O fuera de la cabeza. Como si se le hubiera escapado de la cabeza una idea y estuviera rondando por el aire y molestándome.

Carraspeé.

<<Yo tendré que buscar alguna otra cosa. Tengo que salir a trabajar o me oxidaré.>>

La escucho, atento, asintiendo cuando habla. Cumple con el perfil que presenta, entonces. Haré todo lo que pueda por aprender. Desde luego, me gusta observar. Eso no puede negarse.
Le sonrío, asintiendo, agradecido. Me ha animado un poco encontrármela, aunque esté siendo algo raro...

Alzo las cejas cuando hace el comentario, y asiento, algo pensativo. A veces hasta se olvida uno de que hace eso...
Lo último fue la cicatriz y...

<<Si lo encuentras mientras estoy fuera, déjame una nota, por favor. Y ten cuidado.>>

Me preocupa, de alguna forma. No sé explicarlo...

Ladeé la cabeza, mirándolo con curiosidad. ¿Y por qué tantas medidas? Llevaba ya años con aquello y nunca me había dedicado a ir dejando notas.

Me encogí de hombros, sin entender el repentino interés.

<<Como quieras>>, indiqué. <<Pero no creo que vosotros estéis mucho por aquí. Cuando volváis, Alehyss querrá ir pronto a Aqua, supongo. Lleva ya meses detrás de esa arma. Si coincide que esté yo fuera, dudo mucho que nos veamos.>>

Tampoco sabía muy bien qué pensaba hacer Jun, pero teniendo en cuenta lo indeciso que era, era más que probable que acabara arrastrado por Alehyss. Ella era mucho más directa y rápida, después de todo.

Lo que dice desanima un poco, y cuando me doy cuenta he suspirado algo casado, pero también he asentido. Supongo que es lo normal por aquí.
Vito lo que dice, de hecho, parece que mi viaje será largo. No me había planteado pasar demasiado tiempo fuera, pero ahora...

<<De todas formas>>, le pido. <<Y si cuando vuelvo de Ventus no estás y me voy, te lo haré saber de la misma forma. Amito que estoy algo preocupado. Creo que.>>

Paro las manos. ¿Que qué? ¿Que empiezo a ser consciente de los peligros que se corren aquí? ¿Que desde que vi su corte en la cara me di cuenta de que ella no es intocable? Primero fue Lluvia, y llegué a pensar que sería una excepción.
Y me preocupa más Massen que yo mismo. Porque sé que yo sería menos capaz de sobrevivir, pero que ella busca más esas misiones arriesgadas...

Estoy algo agobiado... Es que llevo una racha más...

Empecé a asentir, afianzando un poco la sonrisa. Notas. Pronto serían cartas, probablemente. O seguro. Cuando Jun estuviera en Aqua. Sería como cuando estaba en Lumen. Bueo, algo mejor que cuando estaba en Lumen.

Pero para cuando terminó de hablar, no hice comentarios a ese respecto. En su lugar, ladeé la cabeza, curiosa.

<<¿Crees que...?>>, repetí, esperando a que terminara.

Insiste.
Supongo que en el fondo no hay motivo para no decírselo. Que no pasa nada. No es para tanto. Si lo expreso bien, no será para tanto, bueno.

<<Bueno, es agradable saber dónde estás, si te vas. Para poder hacerme una idea.>> Me tiro de un par de mechones, algo incómodo. <<Quiero decir que voy a estar un tiempo fuera, cuando me vaya. Y si no llegamos a cruzarnos, querría saber por qué es, porque...>>

Bueno. Somos amigos. No creo que haya nada que explicar. Soy yo el que está poniendo el ambiente raro. Como si no hubiese preguntado siempre a dónde iba o qué hacía.
Me estoy comportando un poco como un tonto. Y no solo con ella. En general. Llevo un tiempo que...
Oh, Jun, despierta. Por favor.

No entendía muy bien a qué venía la explicación, quizás porque la consideraba evidente. Desde luego, a Jun aquello se le daba muy mal. Asentí, con una sonrisa, y me encogí de hombros.

<<Ah, ya, claro>>, asentí, segura, quitándole importancia a lo que decía. Que parecía que nos fuéramos a la guerra. ... Bueno, esa no era la mejor forma de quitarle hierro al asunto. <<Es como cuando te fuiste a la torre>>, apunté. <<Pero esta vez no te traeré de vuelta arrastrándote de una oreja, puedes estar seguro.>>

A ver si se tranquilizaba un poco, que se le notaba mucho que estaba alterado. Por silencioso que fuese, por recatado, daba lo mismo. A aquellas alturas no iba a engañarme.

Eso es.
Asiento un par de veces, sonriendo algo más relajado. Aunque no esté, puedo escribirle. Y contarle lo que veo. Puedo hasta traerle algún recuerdo de Ventus. Aqua supongo que ya lo tendrá muy visto.
Ya iré viendo según pase.

<<No te preocupes. Volveré por mi propio pie. De todos modos, con suerte podríamos vernos entre un viaje y el otro, ¿no?>> Alzo las cejas, interrogante.

Entonces me siento estúpido. Estoy redundando. No sé qué me pasa. Hoy he dormido bien. Atado a la cama y todo. Será la hora. La noche y el frío...

<<¿Qué has estado haciendo estos días?>>

¿Días? Estos dos meses... Apenas me la he cruzado en este tiempo.
Soy un desastre.

De nuevo, afiancé la sonrisa. Asentí. Todo se vería, claro. Quizás yo tuviera algún encargo que me apartara de allí, pero era poco probable.

<<Intentaré buscar trabajos que me tengan poco tiempo fuera>>, prometí. <<Al menos hasta que vuelvas. Así es más probable que nos veamos. Y bueno, puedes decirme cuándo te vas y nos vemos antes, que ni que fueras a salir ahora por la puerta.>>

Me encogí de hombros de nuevo. Había estado haciendo más bien poca cosa. Lo cual no me hacía mucha gracia, pero...

<<Entrenar, leer un poco... Lo de siempre. Por eso tengo ganas de moverme un poco>>, expliqué. <<¿Y tú?>>

Parece que va mejor. Bien. Va mejor...
Sonrío, más tranquilo. Otra vez más tranquilo.

<<Ten mucho cuidado, sea lo que sea. Estoy seguro de que encontrarás algo. Y de que lo harás bien. Eres muy fuerte y.>> De nuevo detengo las manos. Me estoy sintiendo de lo más tonto ahora mismo. Como muy infantil. Me avergüenzo. <<Por supuesto. Claro. Podemos vernos pronto. Podemos tirar juntos un día, que hace tiempo. O cenar. O lo que sea.>>

Bajo la vista al suelo, concentrado.
A ver, Jun. Respira hondo. Piensa. Eres más inteligente que eso. Todos tienen un día malo, pero controla la incontinencia.

Lo intento de nuevo al ir a explicar lo que he estado haciendo. Que tampoco ha sido mucho. Y parte de ello amargaría la situación...

<<He conocido a un chico nuevo el otro día. Es un flamma, Kyoti. También es arquero.>> Sonrío, asintiendo. <<Es simpático. Le hablé de ti.>> ... <<Tiraremos juntos alguna vez.>>

Asentí. Bueno, hombre, ni que fuera mi primera salida. Siempre tenía cuidado, y rara vez me pasaba algo. Sí que estaba alterado...

<<Claro. Tú también.>> Hice una pausa. <<Podemos hacerlo todo.>> Sonreí. <<Vernos lo primero, claro. Luego ir a tirar. Me apetece mucho entrenar contigo. Aunque me gustaría un enfrentamiento. Y después de entrenar, ir a cenar. Todo en uno.>>

Últimamente entrenaba mucho sola. Alehyss solía estar ocupada, Jun estaba desaparecido... Siempre me quedaba la caja del duende, claro, pero era mucho menos divertida que los guerreros. Quería un enfrentamiento con alguien de verdad. Alguien que me cayera bien y con quien me lo pasara bien entrenando.

Alcé las cejas.

<<Vaya, un arquero. Sois pocos. Se ven más espadachines y magos. Un arquero siempre viene bien. A ver si lo veo por ahí.>> Le ha hablado de mí. ¿Por qué? <<Seguro que puedes ayudarlo a darse el primer impulso en Brontë antes de irte. ¿Y de mí qué le has dicho? No sé si yo podría ayudarle tan bien como tú...>>

Asiento. Claro, que también me voy. También podría pasarme algo... Son viajes largos... Pero prefiero no pensar en ello, porque entonces...

Hacerlo todo. Eso suena bien. Y me arranca una sonrisa especial con lo del enfrentamiento, a lo que asiento con más entusiasmo. El de la otra vez fue divertido. Es un buen plan. El no tener que decidir es un buen plan.

<<Claro. Todo suena bien. Antes de irme. Así me despejaré un poco por si hay cualquier problema. Y nos despediremos bien.>>

Nada más haberlo dicho me doy cuenta de que no me lo creo del todo. Lo digo como si... Como si no fuese posible. Tan tranquilo que es como de boquilla. Pero creo que si pasase algo malo me asustaría.

Un arquero, efectivamente. Y solo arquero, en su caso, según me dijo. No podrá usar su puntería para la magia con tanta eficacia, supongo. La puntería sí, bueno... La magia no tanto.

<<Eso quería. Me gustaría poder ayudarlo un poco. Me siento más útil así.>> ¿Qué le dije de ella? Ni siquiera tengo claro si mencioné su nombre. <<Bueno, le dije que había gente fuerte y amable. Y supongo que pensaba en ti. Quizás no te mencioné directamente.>>

Quiero que alguien me lleve lejos.