Claustro.

Un hombre de barba y cabello gris, con frondosas alas y acompañado de un bastón apareció por el pasillo que daba al claustro. No tardó en introducirse en el pequeño patio, dispuesto a tomar el aire.

Su cara, como de costumbre, mostraba una mueca de preocupación o molestia quizás, ya como rasgo distintivo de su carácter. Llevaba bastante tiempo en Brontë y durante su estancia había preferido observar las cosas desde la distancia, sin relacionarse directamente con los guerreros que acudían al palacio y mínimamente con los líderes. Era su forma de actuar, prefería observar de lejos y reflexionar en solitario al principio y, cuando se sentía preparado, dar pie a las relaciones humanas. Algunos decían que la edad le había vuelto huraño, otros que siempre había sido un tipo escurridizo. Fuera como fuese, lo único que podía escrutarse de aquel hombre era una constante frustración en su mirada.

Se acercó a uno de los bancos y se sentó en él, tranquilo, suspirando al notar la dura piedra en sus piernas como un reflejo de su cuerpo. Lo que había estado viendo en Brontë lo intranquilizaba pues, entre los líderes, la campaña se estaba convirtiendo en lo que muchos habían temido, una lucha por la influencia. No sabía qué esperar de tal proyecto.

Camino con Masslow de la mano mientras él canta una canción en piscis y mueve su mano libre al ritmo recorriendo los dibujos de las paredes. Gabrielle se ha quedado descansando y dándose un baño, ya que esta noche ha dormido ella con Masslow y ha tenido que atender a varias de sus pesadillas.

Después del encuentro con Flavia me intranquiliza no poder hablar con nadie, pero ahora que Gabrielle ha venido y tenemos que cuidar de Masslow me siento más reacio a confiar en los demás. Gran parte de ello se debe al rechazo de Lyam y Alehyss hacia a mí a pesar de mis explicaciones. Algo que sigo viendo injusto y que, verdaderamente, está haciendo que me aleje bastante de la gente.

Cuando pasamos cerca del claustro me fijo en que hay un hombre sentado en uno de los bancos del medio y me sorprende ver que ese hombre es el señor Tld'Michael. El pecho me retumba por haberle encontrado y tiro de la mano de Masslow para aproximarnos rápidamente, no vaya a ser que desaparezca sin siquiera poder decirle que le he estado buscando.

Nos acercamos con apremio y, durante el corto trayecto, me fijo en sus espléndidas y enormes alas, reposando sobre su gran espalda doblada. Sin duda resulta un tanto abrumador.

—Buenas tardes, señor Tld'Michael. Mi nombre es Heylel Tulvind y este es mi hijo Masslow. Llevamos un tiempo buscándole para pedirle su ayuda, si es posible —Expongo agachando la cabeza y abriendo ligeramente las alas en una reverencia. Miro de reojo a Masslow y él hace una pequeña reverencia también, aunque no sabe muy bien a qué se debe.

El hombre, que se había quedado mirando al suelo con la vista perdida en sus pensamientos, escuchó llegar al aether hacia él, agarrado de la mano de un pequeño niño piscis. Levantó la cabeza y los observó con curiosidad, atendiendo al mensaje del de su raza.

—Ah, Tulvind, entonces eres el marido de la mujer que ha venido a Brontë de parte de Ventus. Sí, creo que se ha hablado bastante de vosotros. Es un placer poder verte, y al chiquillo —Explicó con una leve sonrisa cansada que rápidamente se borró. El aether era un hombre amable, pero le costaba tremendo esfuerzo cambiar la mueca de su cara.

Cambió a un gesto más serio cuando el aether le dijo que necesitaba su ayuda.

—Dime, ¿de qué se trata? Haré lo que esté en mi mano —Expuso sin titubear. Era típico de un hombre como él proponer su ayuda antes incluso de conocer el problema, y era un hombre de palabra. A pesar de que ese tipo de cosas le hubiesen traído algún que otro problema en el pasado.

Asiento con una sonrisa tímida al hombre cuando explica que ha escuchado de mi familia. Había escuchado que Abaddom Tld'Michael era un hombre amable, pero su gesto y mis encuentros con otros líderes me habían hecho temer lo que podría encontrarme. Sin embargo, sus palabras y su tono me parecen de lo más agradables.

—Sentimos haber causado molestias, deberíamos habernos marchado, pero no podíamos irnos sin pedir ayuda para esto —Indiqué a Masslow que se acercase al líder sin miedo y éste lo hizo sin rechistar, observándolo con sus enormes y curiosos ojos y fijándose sobre todo en sus alas.

—Adopté a Masslow tras una misión de rescate. Estaba retenido en un enorme subsuelo de Ignis dedicado al tráfico de esclavos y materiales y mi grupo y yo pudimos rescatarlo junto al guerrero que íbamos a buscar —Explico poniéndole una mano en el hombro a Masslow, luego le aparto el flequillo para dejar al descubierto la marca —Pero antes de irnos, el hombre que nos echó del lugar le puso esto. El médico no ha sabido hacer nada para quitárselo e incluso la líder flamma ha dicho que no sabía nada al respecto, pero que de él emanaba gran cantidad de magia —Expongo con preocupación —Por eso lo hemos estado buscando. Quería saber si usted puede hacer algo al respecto —Le pido con el mismo tono —Tememos que esa marca pueda hacerle algún daño a Masslow —Aclaro con cierto nerviosismo.

El hombre escuchó de nuevo al aether, viendo que se trataba de un hombre humilde y respetuoso y, dejó que explicase sus preocupaciones sin interrumpirlo.

Escuchó las palabras del aether y acarició la mejilla del piscis con una leve sonrisa al escuchar su historia. Pensar en que alguien pudiese hacer sufrir a criaturillas como él le parecía de lo más demencial, con lo que el niño le causó mucha ternura. Luego se fijó en la marca de su frente y frunció más el ceño.

—Cuidado, no lo toques —Indicó, agarrando con cuidado al niño y acercándolo a sí apartando la mano de su padre. Luego acercó su diestra a la frente del muchacho e hizo brillar el símbolo, notando que, efectivamente, tenía un gran poder grabado en él. No le gustó demasiado.

—No te preocupes, no resulta ningún peligro para el muchacho. Se trata de un conjuro de vigilancia, pero no sé cuál es su nivel. Podría ser un simple rastreador o servir como ventana hacia todo lo que ve el chiquillo —Explicó. Sin duda debería poner al corriente al resto de líderes. Alguien había estado vigilando Brontë a través de la cabeza del niño.

—Alguien tendría que haberlo visto antes, aunque no podemos lamentarnos por lo que ha ocurrido... —Comentó con cierta frustración. Ahora lo único que podían hacer era evitar que continuasen marcando al muchacho. Miró al chiquillo a los ojos y le frotó la cabeza. Luego suspiró y miró a Heylel.

—Te seré sincero, no sé si intentar eliminarlo puede causarle daños al muchacho. Por eso, intentaré bloquearlo por el momento. Tendrás que esperar a que sepa algo más para poder quitárselo completamente. La magia puede resultar muy compleja... —Se sinceró, observando al muchacho.

—Te llamas Masslow, ¿verdad? —Preguntó con una sonrisa amable. —No te preocupes, ahora voy a curarte eso de la frente, estate quieto y tranquilo —Intentó tranquilizarlo el hombre.

Sus alas superiores se extendieron y las intermedias cambiaron de posición. La punta de sus dedos se enfrió y los acercó de nuevo a la frente del muchacho, emitiendo energía hacia la marca roja. Una brisa salió de su mano apartando el pelo del chico y, a los pocos segundos, la marca roja se convirtió en un rombo verde con símbolos en su interior. El hombre volvió a suspirar.

—Siento no poder quitarle esa marca, pero por ahora es más prudente hacerlo así. Trataré de buscar acerca del tema —Se excusó.

Me asusta un poco su advertencia y aparto la mano, como dice. Había evitado tocarlo desde el principio, pero no sabía que fuese tan importante.

Suspiro aliviado cuando dice que no resulta ningún peligro para Masslow, pero cuando dice que se trata de un conjuro con el que vigilarnos se me hiela la sangre.

—Entonces... ¿Han estado espiándonos a través de Masslow? —Era lo que me faltaba para culminar el mal ambiente que estaba notando en el palacio. Si la gente se entera echarán la culpa a Masslow por llevar la marca y a mí por haberlo adoptado. No quiero otra escena como la de la líder Flavia...

Cuando el líder se queja de que nadie lo hubiese visto con anterioridad me irrito. Todos los líderes de Brontë metidos en sus cosas ignorando a los guerreros hasta que se aburren y vienen para hacernos la vida imposible... Por un momento los maldigo a todos.

Me pone de nuevo alerta cuando dice que quizás ponga en peligro a Masslow si trata de quitárselo y yo me abrazo al muchacho.

—¿Entonces? —Pregunto con desesperación. Pero el hombre explica que puede sellar el poder del conjuro hasta que sepa cómo quitárselo. Cierro los ojos con cierto alivio. Al menos es una solución temporal que no le hará daño.

Le cedo a Masslow cuando le habla para disponerse a sellar esa marca y dejo que haga su trabajo. Masslow se queda muy quieto, supongo que estará algo asustado. Cuando el líder termina se lleva la mano a la frente y se frota. Yo vuelvo a abrazarlo.

Sus palabras me preocupan un poco, ya que ahora no sé si podremos irnos.

—Señor Tld'Michael... Mi familia y yo no hemos tenido un trato muy agradable últimamente. Mis compañeros están resentidos conmigo e incluso la líder flamma nos abordó ayer con amenazas para que nos marchásemos de aquí. Incluso le faltó a usted al respeto —Explico, algo cohibido —Hace tiempo que queríamos marcharnos a casa, dejar pasar un tiempo al menos. Y ahora dice usted que no podemos irnos porque esta marca de Masslow le es desconocida. Quería preguntarle, ¿cree que será un problema si volvemos a casa? ¿Aguantará el sello? —Pregunto, frustrado e incómodo. Los tres estamos deseando volver a casa y este contratiempo me incomoda bastante.