Claustro.

Mantengo el mínimo contacto con la gente. No porque no quiera, sino porque me siento una extraña. ¿Qué pensarán de mi? Seguramente que soy una niña mimada que va y vuelve a palacio cuando quiere y le entra en gana y que no ve en esto más que un juego absurdo.
Chasqueo la lengua mientras observo en silencio el apagado cielo mientras jugueteo con uno de mis mechones, pensando con el ceño fruncido por qué no me dejo mi propio pelo largo de una vez.
Suspiro.
Mi madre no lo aceptaría. Le gustan demasiado los cortes tradicionales.

Miro a los lados. Siempre sola.

*se queda*

Me giro con un leve sobresalto al sentir algo cerca y una sonrisa apretada brota de mis labios. -¡Anda!- Dejo al fin que mis dientes salgan a la luz.- Pero si eres tú.- Doy un paso al frente.- Follow.- Repito su nombre.
De golpe, un millar mas un recuerdo acuden a mi cabeza y sonrío algo avergonzada.

Pienso en Massen.

Niego con la cabeza y continúo hacia él, tendiéndole una mano hacia su cara. -¿Bajas?- Le invito, mientras me siento en una barandilla.
- Cuanto tiempo, ¿verdad?- Suspiro.
Espero que el tiempo haya borrado mis errores. O al menos los haya olvidado un poco, aunque nunca pareció realmente interesado en mi, pero ¿quién sabe?

Pestañeo.- ¿Massen no está en Brontë?- Me preocupo un poco. Quizá no haya sido la única que ha tenido que partir. Tendré que investigar sobre eso, entonces. - Sí, he vueto. Hace poco.- Explico.- ¿Qué tal todo?- Doy un paso al frente.
Parece que al menos ya no escapa a las personas como antes.
O eso quiero creer.

- ¿Alguna novedad? Me han dicho que hace un tiempo el tío Nagorr tuvo un percance en el pueblo de paso. Por eso he venido. Quiero estar aquí por si algo pasara.- Me explico.

De todas formas, me siento un poco descolocada todavía en Brontë. Siento que no tengo relación con nadie, que soy un elemento a parte que no se introduce en la vida de nadie de forma significativa y eso me molesta y preocupa enormemente.

¿Querrá Follow introducirme en la suya? Aunque sea un poco.

Alzo una ceja, inquisidora, mientras golpeo con un pie repetidas veces el suelo. Así que "ya no quiere saberlo" ¿qué habrá pasado?
No es momento de ponerse a investigar sobre todo esto. Sobre todo si tu fuente de información es este ser automático que habla como una carta a trozos.

- Creo que me he perdido demasiadas cosas, Follow. - Me rodeo con los brazos.- Realmente hace ya frío. Pero me gusta. Siempre he preferido el frío al calor. El calor implica playa y no me gusta mucho ponerme en traje de baño.

Río con algo de amargura para mis adentros.

-Bueno, Follow.- Revuelvo mis pensamientos hasta que se disuelven y vuelvo a centrar mi atención en el ninja.- ¿Por qué no quieres saber dónde está Massen? Sois amigos, ¿no? - Pregunto. Entonces me río.- Espero que entiendas lo qeu significa amistad.- Me tapo la boca con una mano.

Me llevo la mano a la frente con decepción. Así que al final todo había salido mal.
No quiero alegrarme. Pobre Massen. Pero por otra parte siento algo más de alivio, como que ahora puedo hablar con Follow sin tanta tensión, como si antes estuviese aborando algo que no era mío. - Bueno tranquilo. A veces esas cosas pasan. A veces hay que probar un par de veces hasta dar con la pareja adecuada. ¿No crees?

FDR: Nagore y sus eufemismos de niña buena (?) #No #MassenYoTeQuiero #EllaNo #YoSí

Veo sus brazos.- No has estado perdiendo el tiempo.- Comento con una sonrisa.- Estás fuerte.- Le dejo caer.
Si Follow no fuese tan especialito, se vería a leguas que quiero que me haga más caso.
había olvidado lo misterioso y atractivo que resultaba.

-¿Quieres... pasear?- Le pido.



#YFrikkaQueNoHizoNadaYYoQueHagoTanto

-Dí que si.- Sonrío.
El amor no hay que forzarlo. Llegará cuando tenga que llegar. O, al menos, en eso me apoyo yo. Aunque dudo que Follow piense exactamente en el amor. Quizá sí, pero a simple vista, nunca ha dado esa impresión.

- Pues algún día deberíamos entrenar juntos, ¿te parece? Sería divertido.- Le propongo. La verdad es que me apetece.

Cuando se pone a mi lado, rápidamente sonrío y me engancho de uno de sus brazos para comenzar a hablar. - Te tengo que contar una aventura increíble. Estaba yo yendo por una calle de mi ciudad cuando de pronto...

*le cuenta cosas varias y se van a mimir. Separados e.e XDDDDDDD*ç
Le va quedar la cabeza como un bombo, al colega xD

Ben no era buena amiga del frío. Ni mucho menos de la nieve, que era como frío pero insistente y compacto. Y aquello de que se hubiera puesto a nevar no la dejaba convencida. Se había puesto las botas que le habían dado en su primer trabajo, y se había dedicado a perseguir a una chica del servicio hasta que había conseguido obtener de ella una capa. Y, con la gorra calada y envuelta en la capa prestada, avanzaba por los pasillos mirando al exterior con una mezcla de desconfianza y curiosidad.

Cuando vio a Anna en el claustro se lo pensó un momento. En el claustro haría más frío que en los pasillos cerrados. Por otra parte, ella tenía, según podía ver desde donde estaba, algo humeante en las manos. Y Ben quería saber qué hacía allí plantada, como si estuviera esperando algo. No podía evitar mirar con cierta envidia aquella ropa que parecía tan abrigada. Calándose la gorra con las firmeza de lo habitual, se acercó.

-Vaya tiempo se ha puesto, ¿no? -comentó con una sonrisa, medio encogida. Miró la taza. A aquella distancia le llegaba el olor-. ¿Eso es...?

Ben miró la taza, alzando las cejas con sorpresa. Chocolate. Vaya. Claro. Tenía sentido. Mucho sentido, de hecho.

-¿Y te lo puedes traer aquí? -preguntó, curiosa.

Por supuesto, no rechazó la oferta. Le pilló por sorpresa, eso sí, tanto que llegó a dar un pequeño sobresalto. Pero una nunca sabía cuando le iban a volver a ofrecer las cosas, así que era esencial aprovechar cada oportunidad.

-Con permiso -balbuceó, sonriente.

No hizo, pese a todo, más que mojar los labios. Después se quedó callada, paladeando, con la mirada perdida.

Aunque lo que Anna decía tenía sentido, a Ben no dejaba de extrañarle que estuviera permitido. En general, después de algunas experiencias que no esperaba, había asumido un buen número de normas que su propia cabeza se había preocupado de crear. Asintiendo, tachó mentalmente aquella de la lista.

Sonrió.

-Quizá debería pedir yo uno -comentó.

Pero, pese a lo que decía, no devolvió la taza, sino que dio un trago un poco más descarado, llegando a mancharse el labio visiblemente. Devolviendo la taza con una sonrisa, se relamió, contenta. El chocolate, bajando por el cuerpo, le daba una agradable sensación de calor. Además de que era un auténtico lujo. Ben no podía dejar de pensar en lo extraño que era poder acceder a él.

Ben lo pensó un momento. Después de haberlo probado, y con el frío que hacía y la posibilidad de tener lo que quisiera, no estaba del todo segura de si a ella le llegaba. Sonrió.

-Puedes quedarte aquí si lo prefieres, pero creo que sí iré a por uno. Aún no he desayunado, y como desayuno no parece mala idea, ¿no? -comentó, contenta.

En realidad, no se le ocurría por qué razón iba a querer la chrysos quedarse al frío, pero eso no era asunto suyo. Después de todo, si la había encontrado allí sería porque ella quería estar allí. Era cuestión de pura lógica, aunque el motivo fuera incomprensible para ella.

La profesionalidad con la que hablaba del chocolate la hacía sentir absolutamente admirada. Era evidente que lo tomaba con frecuencia, o al menos la suficiente como para tener preferencias y conocer las mejores exquisiteces. ¡Desde luego, algunos tenían unas cosas...!

-Lo probaré -prometió, sin creerse que tuviera la capacidad de hacerlo. Pero, de hecho, la tenía.

Su respuesta sí pareció lógica aquella vez, sin embargo. Ben sonrió, animada ante la perspectiva de volver dentro, y echó a andar directamente mientras su compañera hablaba.

-¡Ah, claro que no! -declaró, entusiasta-. Es más, me encantaría eso.

No hizo comentarios acerca de la ropa. Bien pensado, si tuviera los materiales, podría pedirle a ella que le enseñara a hacer la ropa. Eso a Ben le vendría de maravilla. Aunque si tuviera forma de conseguir los materiales era probable que tuviera forma de conseguir la ropa ya hecha. Asunto que debía ir empezando a plantearse. Había aguantado bien hasta el momento, pero el invierno prometía ser muy frío.

Sonrió a su último comentario.

-A mí me parece un sitio fantástico -respondió-. Pero tienes razón: hay que esforzarse y trabajar para poder quedarse.

Lo tenía muy presente, desde luego. En lo que charlaban, entraron en los pasillos interiores, camino del comedor.

*Se van*

No podía decirse que fuera tan tarde como para resultar escandaloso, pero tampoco era una hora a la que habitualmente me apeteciera estar paseando por ahí, sin más. Y, sin embargo, las bajas temperaturas no me resultaban molestas, y la noche estaba calma, lo suficiente como para permitirme relajarme un rato. No me habría sobrado una jarra de cerveza en la mano, pero no quería moverme con ella por el palacio.

Había dejado el trabajo por aquel día hacía ya algunas horas, y me había dedicado a relajarme. De todas formas, no podía decir que hubiera sido un día muy interesante. Tan anodino como la mayoría de los demás. Sin cambios.

Sin poner mucho empeño en ello, envié un suave aethes que meciera un poco la hierba. Una forma un tanto estúpida de buscar movimiento en una noche tranquila. Aunque no estaba mal que fuera así.

*Se queda*