Claustro.

Mi mirada pasa al suelo de pronto, descendiendo ligeramente la cabeza, ocultando de él la mueca. ¿Qué se supone que le pasa? No solo no responde, sino que ni siquiera parece estar dándose cuenta de mis intenciones. Desde luego, la cacería en Brönte es más compleja de lo que creía, y como tenga que terminar recurriendo a Jager. Porque tras lo de ayer no pienso recurrir a Lyam.
Recupero la expresión serena y lo miro de nuevo.

-¿No te distraes con otras cosas? Fiesta, mujeres... Es extraño encontrarse con un guerrero tan centrado -. Esbozo una sonrisa-. No me malinterpretes. Es bueno.

Y una mierda bueno. Deja de serlo cuando busco un hombre que me desnude.
Contengo un suspiro malhumorado.

Corbin se encogió de hombros, esbozando una sonrisa divertida. Casi parecía que intentara contener una pequeña carcajada. Era, después de todo, una pregunta graciosa. Se preguntaba qué le llevaría a la chrysos a hacerla, más allá del hecho de que fuera "tan serio".

-Nunca he ido a una fiesta -respondió con franqueza-. No había tiempo para fiestas para... mi maestra. Ni tampoco tiempo para preocuparse por las mujeres.

Le extrañaba un tanto su interés. Cuando hablaba con Inger, la chica le contaba cosas. Y, en ocasiones en que había hablado con otros guerreros, mantenían conversaciones insustanciales. Alehyss, en cambio, parecía muy interesada en indagar en su vida. Eso le hizo recordar al líder caeruleus. Contuvo una mueca de desagrado.

-Por otra parte, parece que tendré oportunidad de ver cómo es una fiesta de verdad en pocos días -repuso, recordando la invitación de Nagorr Brumm.

Enarco las cejas como muestra de sorpresa, aunque no es un gesto demasiado exagerado. Vaya. Qué duro. Qué frío. Pero, por algún motivo, me da la sensación de que hay algo más. De que no es simplemente tiempo. Aquí no hay tanto que hacer, al fin y al cabo. Sea lo que sea, su maestra me resulta cada vez más interesante. Parece una persona realmente importante en su pasado. No sé si sigue viva o simplemente se ha desvinculado de ella, pero si tantas enseñanzas le ha sacado.

Cuando habla de la fiesta encuentro un buen camino a seguir, alejándome un poco de preguntas personales.

-¿Entonces tienes pensado acudir a la fiesta? Supongo que en ese caso nos veremos por allí -digo, decidiendo acudir en el mismo momento de pronunciar mis palabras.

Las fiestas no me interesan, pero ver el comportamiento social en grupo de los guerreros tiene pinta de interesante. Aunque no me atrae demasiado la idea.

FdR- Rol pausado

Corbin hizo un gesto afirmativo, manteniendo su pequeña sonrisa.

-A fin de cuentas, me han invitado, y no tengo ningún motivo para llevar la contraria a un líder -a no ser que ese líder fuera Aren Darvenwish y estuviera actuando como un pobre diablo perturbado-. Por otra parte, debo reconocer que siento curiosidad. Siempre se me ha dicho que debo centrarme en aquello que me concierne, pero no puedo evitar inquietarme por aquello que me es desconocido.

Y, quizás, aquel y no el hecho de que hubiera recibido una invitación de una figura tan importante era el motivo principal por el que pensaba presentarse. A fin de cuentas, aumentar sus conocimientos no podía traer sino ventajas.

Por tercera vez, los ojos me chispean. Parece que no logra entender, y eso me frustra, pero muchas veces el cazador ha de vérselas con una presa difícil. No es motivo para desanimarse, aunque resulte de lo más incómodo.

-También a mí me inquieta lo desconocido. Supongo que es algo propio de las personas.

Tengo ganas de tocarlo. De extender una mano hacia él y ver cómo reacciona, qué hace. No se le ve el más mínimo interés, pero eso lo hace inalcanzable, y Alehyss Lester se toma los retos muy en serio. Pero no puedo permitirme tocarlo. Sería demasiado directo, demasiado... No. Solo lo ansío a él porque es el primero que ha aparecido, y porque estoy furiosa con Lyam y no quiero sucumbir de nuevo a Jager, que hace que me hierva la sangre cada vez que caigo.

¿Por qué más cosas sentirá curiosidad?

-Aunque he de admitir que no soy muy amante de las fiestas.

-Es posible. Es lógico pretender tenerlo todo bajo control. Aunque también le quita interés a la vida -respondió.

Frunció el ceño ante la afirmación de la chica. No hacía ni un momento que había afirmado que iría a la fiesta, y de pronto salía con que no le gustaban las fiestas. Lo cual daba a entender que sí las conocía, por lo que quedaba descartada la simple curiosidad.

-¿Y para qué vas si no te gustan?

Casi parecían ganas de sentirse mal con el mundo...

Me encojo de hombros, esbozando una sutil sonrisa, divertida. Maldito seas, estúpido. Ni siquiera tenía pensado ir. Lo he decidido sobre la marcha tratando de sonsacarte algún gesto de interés, pero veo que no ves más allá de tu entrenamiento y de tus malditos libros. No tienes pinta de saber lo que es perder el control de verdad.
Yo no soy muy diferente, pero al menos me entero de las cosas. Corbin, sin embargo...

-Es la primera fiesta de palacio. Supongo que curiosidad. Aunque quizás no me quede demasiado. Eso lo veré sobre la marcha.


¿Qué había tras la mancha de tinta? Nadie se equivoca escribiendo su apellido si todo lo demás está perfecto.

Lo escudriño. ¿Por qué demonios es tan inescrutable? O tiene un enorme muro en torno a sus cabezas o es estúpido como un crío y parece interesante sin serlo.

-Ver a las personas cuando se relajan también ayuda a comprenderlas.

Aunque sean estúpidos gritones y borrachos. Lo que me espera en la fiesta no sé si estoy dispuesta a soportarlo.

El claritas alzó las cejas, comprendiendo entonces. Le parecía extraño que así fuera, si era una fiesta de cumpleaños.

-Entiendo -asintió, de todas formas. Tampoco era cuestión de abordar a la chrysos con demasiadas preguntas al respecto. A fin de cuentas, no era ella la organizadora de tan señalado evento.

Corbin la observaba con curiosidad. Parecía estar preguntando algo con los ojos, aunque el chico era incapaz de ver qué podía ser. Pensó que, preguntándolo directamente, probablemente no obtendría sino evasivas, así que decidió pasarlo por alto.

-Eso es cierto -coincidió con las palabras de la chica-. Es el momento perfecto para obtener cualquier tipo de información, ya sea personal o no. Y una buena ocasión de descubrir debilidades y relaciones sociales. Será muy interesante.

Noto cómo mi ceja derecha sufre un ligero espasmo, frunciéndose ligeramente de pronto, en un acto involuntario de frustración. Pese a ello, soy capaz de mantener mi expresión relajada. Es probable, y de hecho cierto, que mi paciencia respecto a esto tiene un límite y Corbin no parece dispuesto a dármelo, pero me interesa por más motivos. Al fin y al cabo, sigo sin saber nada sobre lo de su nombre. Y ello me resulta enormemente frustrante, al igual que lo otro. 
Demasiada frustración junta. Con lo sencillo que sería desnudarlo y listo. Pero, obviamente, no es propicio y no lo haré.

Retrocedo un pequeño paso, apartando ligeramente la mirada.

-No lo dudo. Además, dicen que ayuda a estrechar lazos, y podría considerarse interesante para el trabajo en equipo -. Aunque yo no esté interesada en estrechar lazos con la mitad de ellos. Con Massen y Heylel tengo de sobra.

Lo miro.

La chica retrocedió, con cierto nerviosismo, y Corbin la observó con creciente curiosidad. ¿Qué le pasaba? Poco a poco, parecía ir alterándose extrañamente. Corbin no sabía si eso era algo de qué preocuparse, pero no le hacía demasiada gracia aquella actitud tan particular.

Se encogió de hombros.

-No estoy acostumbrado al trabajo en equipo -repuso-. Prefiero ir por mi cuenta. Trabajo bien en solitario. Tampoco se me da demasiado bien estrechar lazos, así que supongo que me limitaré a observar. Aún hay muchos guerreros a los que no conozco...

Lo escucho con atención, viendo en qué momento puedo meter algo referente a su firma, a su identidad, a su pasado... Todo lo que dice parece hacer siempre referencia a una vida solitaria.

-Irónico que prefieras actuar solo y hayas entrado en un ejército -. Enarco una ceja, escéptica, aunque termino por bajarla y encogerme de hombros-. Aunque en eso no difieres mucho de mí. También acostumbro a ser independiente.

Realmente no es de todo cierto. Yo actuaba en grupo. Un pequeño grupo de cuatro. Pero en él cada uno tenía su función y, dentro del equipo, actuaba en solitario. Cada uno sabía qué tenía que hacer. Todos lo sabíamos. Aunque en algún momento dejamos de saberlo.

-Trabajar en equipo es ventajoso solo si todos trabajan en equipo, y por eso es complejo. 


Implica confianza en tu compañero. Confianza en sus dotes, pero también en su buen hacer y en sus intenciones. Te puede hacer más fuerte, pero también infinitamente más vulnerable.

Corbin esbozó una mínima mueca de disgusto ante su comentario, desviando la mirada apenas un instante.

-Hay momentos en la vida en que no queda más remedio que adaptarse. Y, en mi caso, llegó un punto en que acudir a Brontë era la única opción posible.

La escuchó con atención, pensativo. Por lo que decía, el hecho de que "acostumbrara a ser independiente" no implicaba que siempre fuera así. Esbozó una media sonrisa.

-Se te ve entendida para preferir actuar en solitario. Aunque supongo que tiene completo sentido. Quizá Brontë me enseñe eso, que no siempre es mejor estar solo -. Se encogió de hombros-. Eso sí, no creo que llegue a disfrutarlo tanto. Incluso en el caso de los mercenarios, dentro de un grupo me vi más eficiente de forma independiente que colaborando con el resto.

Le reconocía a Rick su trabajo con el último enemigo, desde luego, pero no había visto a aquel equipo demasiado coordinado. Quizás, sencillamente, tampoco ellos acostumbraran a trabajar en grupo.

Una mueca. Parece que he dado en el blanco, aunque sea para mal. Está bien ver que lo exterioriza, porque significa que pueden leerse cosas en su rostro. Había llegado a pensar que todo aquello que pensaba no salía de su cabeza y que sería invisible para mí, hiciese lo que hiciese.
Así que su única opción. No tocaré eso por el momento, pero seguramente tenga que ver con su maestra y con ese borrón de tinta. De hecho, si no está acostumbrado a las fiestas quizás tampoco lo esté al alcohol. Los borrachos hablan como estúpidos, y se dice que su sinceridad...

-No tengo nada en contra del trabajo en equipo. Puede ser muy beneficioso -. Guardo mi kusarigama en su funda-. Pero llega a ser difícil confiar tanto en la gente como para poner, prácticamente, tu vida en sus manos. Trabajando solo no tienes ese problema.


Es difícil confiar, y también llega a salir caro. Y luego, cuando las cosas van mal, es difícil confiar de nuevo.

Corbin se encogió de hombros, no muy convencido.

-No tiene mucho sentido trabajar en equipo si no has tenido oportunidad de conocer a tus compañeros antes de ponerte a luchar -repuso-. Y menos teniendo en cuenta las diferencias de preparación y estilos de lucha. Lo lógico sería, si tanto importa el trabajo en equipo, organizar sesiones de entrenamiento conjunto y agrupar a los guerreros en equipos bien compenetrados. Dudo que todo el mundo se compenetre igual de bien.

Ni siquiera si se conocían, por lo visto. Porque por cómo hablaban, parecía que aquellos tres se conocían entre sí bastante bien, y al final eso solo había servido para dificultar las cosas, pues sus sentimientos se inmiscuían en el trabajo. Y un buen guerrero debía mantener la cabeza fría.

Me encojo de hombros.

-Estoy de acuerdo contigo. No tengo nada que objetar ante eso.

Quizás sería buena idea hablarlo con alguno de los líderes o, simplemente, buscarnos la vida. Al fin y al cabo, se supone que la mayoría no somos niños y sabemos un poco de esto, aunque también haya guerreros inexpertos que necesitan que tiren de ellos.

-Por mi parte, si algún día quieres entrenar no hallarás inconveniente.

Lo miro, serena. Hoy no es mi día, y vaya si es frustrante. Vaya decepción. Mi mente sigue frustrada, y mi cuerpo otro tanto. Es horrible depender de este tipo de desahogo, pero...
No, lo cierto es que no tengo excusa alguna, pero este tío tampoco.

Un leve brillo de interés acudió a los ojos de Corbin, que afianzó su pequeña media sonrisa.

-Podría ser muy interesante... -respondió, en un tono que corroboraba sus palabras-. Nunca me he enfrentado a alguien como tú. Creo que puedo aprender mucho de ello...

Y era cierto; en primer lugar, porque Corbin estaba más acostumbrado a enfrentarse a bestias que a seres humanos. Y, en segundo lugar, porque incluso cuando se había enfrentado a estos últimos nunca había encontrado ni un chrysos ni un kusarigama entre sus enemigos...

El brillo de sus ojos no me pasa desapercibido. No lo he visto tan interesado en nada durante toda la conversación. De hecho, tengo la sensación de que podría sacarme un pecho ahora mismo y el interés sería menor.
Así que quiere enfrentarse a mí. Algo es algo. Una excusa para hurgar un poco en su pasado, que es bastante complicado.

-Podría decir lo mismo de ti. Y me agradaría mucho que ambos estuviésemos en lo cierto.

No sé si él tendrá ventaja, pues, para mí, la mejor forma de luchar es oculta, pero en un entrenamiento eso puede ser muy de cobardes. Supongo que todo será cuestión de verlo sobre la marcha.

-Yo estoy a tu disposición cuando te venga bien. No tengo demasiado que hacer estos días.

Corbin agradecía internamente su interés. Todo lo que había encontrado hasta entonces era interés por la biblioteca. Y, le parecía, aquello era muy bueno, pero no lo más recomendable entre guerreros. Verlos más interesados por los libros que por las armas lo decepcionaba un poco.

Así pues, Alehyss Lester ganaba con su actitud unos cuantos puntos a favor. Asintió lentamente, conforme.

-Suelo pasar el día entre los libros y el entrenamiento -replicó-. Así pues, cualquier momento es bueno, pues de cualquier entrenamiento se puede extraer alguna enseñanza. Y más si me enfrento a alguien nuevo. Escoge un momento de tu gusto. Incluso si me interrumpes en algo con ello, aceptaré lo que impongas.

Asiento suavemente. Parece que por fin he encontrado el reclamo. Me ha costado más que con otros, pero ya tengo una excusa para indagar en su vida. lo justo, pero sí un poco. Además, conocer su estilo de lucha puede servirme de muchas cosas. Y, seamos sinceros... Entrenar con alguien enseña más que hacerlo solo. Cosas distintas, al menos. El último con el que lo hice fue con Lyam, pero el chrysos no parecía tomárselo demasiado en serio.

-Te tomo la palabra -le concedo, asintiendo, recuperando un amago de sonrisa-. Te lo haré saber en cuanto lo vea oportuno. No tardaré demasiado.

Ya le mencioné algo relacionado con eso en la carta, pero mejor comunicárselo en persona. Así puedo ver su reacción. Por ahora, me ha servido.

-Creo que se ha hecho un poco tarde. Puesto que tendré que estar en forma para nuestro encuentro, pido permiso para despedirme ahora y descansar.


Lo observo a la espera.

Corbin, satisfecho, había llegado a la conclusión de que aquel encuentro había resultado tremendamente útil. No esperaba que la chica se ofreciera a entrenar con él, pero le parecía una fantástica idea que no desaprovecharía bajo ninguna circunstancia.

-Estaré esperando noticias -respondió, casi con voz alegre.

Le sorprendió la actitud de la chica para despedirse. Ladeó la cabeza, arrugando levemente la frente.

-Creía que eras una "excelentísima señora". ¿Cómo es que alguien así pide permiso para retirarse? ¿O tan rápido estoy avanzando hacia el "querida Alehyss"?

FdR.: OMG HA HECHO UNA BROMA.

De nuevo, mi cabeza asiente. Parece que, al menos, saldré de aquí con una nueva experiencia en la lucha. Esto hace que tenga ganas de enfrentarme a más guerreros. Al fin y al cabo, llevo mucho tiempo aquí, pero excepto los estúpidos combates con Dehnel...
Por cierto... Dehnel no está molestando mucho últimamente. ¿Qué andará tramando?

Su pregunta me toma por sorpresa. Esbozo una sonrisa algo aséptica.

-De poco sirve correr si no miras por donde vas -le digo, añadiendo a mis palabras un tono algo místico con intención, finalizando con una sonrisa más tranquila-. Nos veremos pronto, entonces. Cuento con ello.

Corbin la observó un momento en silencio, tratando de encontrar algún significado oculto en sus palabras. Inútil, por su parte.

-Trataré de tenerlo en cuenta -murmuró, de todas formas, tratando de darle vueltas en su cabeza.

Finalmente, acabó por dar un paso atrás con una cabezada.

-Eso espero. Buenas noches -respondió, antes de darse la vuelta y tomar su camino.

Alehyss, por su parte, tomó el suyo propio.

*Se van cada cual por su lado*

Zacharyas salió un rato al exterior a sentir la escasa brisa que soplaba. Al hacerlo se sintió repentinamente acalorado, de forma que decidio sentarse a la sombra que daban los muros de palacio para combatir el calor.

El día anterior el caeruleus había estado hablando con Rick de cosas que le eran extrañas, y tenía bastante en qué pensar. Pensó que, pese a todo, seguía opinando que si el flamma hablaba con su novia quizás sería mucho mejor que si hiciese todas esas cosas que decía, pero nuevamente tenía la certeza de que tratar esos temas era tan complicado que comprendía al flamma.

*se queda*

El calor ha llegado manifiestamente a Brontë, y la actividad en el lugar es escasa. ¿Dónde está todo el mundo? ¿Dónde están los amiguitos de Jillian, de los que tan bien habla? Tampoco es que a Fera le importe demasiado todo esto, pero el tener desconocidos "invisibles" viviendo en su casa no le hace demasiada ilusión.

Avanza tranquilamente por los pasillos, algo aburrida ya de la inactividad. Es por eso que, cuando distingue una figura a lo lejos, reduce el paso, alerta, estudiándola. Sigilosamente, se va acercando.

Se trata de un hombre de considerable altura, formalmente vestido, sentado a la sombra sin hacer nada. Pero qué novedad. ¿Es esto un ejército o un patio de recreo? Acoger a gente para esto. En fin, a quién le importa, Jillian sabrá lo que hace.

Centrada ya en sus propios asuntos, Fera recorre la distancia que lo separa de aquella figura de espaldas a ella con una maliciosa sonrisa. Sin perder su sigilo, se inclina sobre su hombro, situando sus labios junto a la puntiaguda oreja de su recién escogida víctima.

-¿Esperas a alguien, guapo? -produce una diminuta chispa con los labios, que salta a la piel del caeruleus.

Al oír la voz tan cerca de sí, el caeruleus se apartó volviendo el rostro hacia su origen, repentinamente alerta. Notó que su corazón incrementaba su ritmo, fruto del susto, y al ver a la mujer y rehacer el sentido de sus palabras se sintió algo ridículo y avergonzado.

-Lo cierto es que -. Carraspeó- no. Estaba cavilando un poco.

Examinó a la chrysos un instante. No la había visto antes. Le sorprendía que hubiese llegado hasta su lado tan sigilosamente. Él no era un experto en eso, pero no tenía mal oído. Quizás, pensó, estaba demasiado distraído.

Enseguida se dio cuenta de que estaba siendo maleducado y se apresuró a levantarse algo torpemente. Trató de esbozar una sonrisa, aunque no le salió muy allá.

-Soy Zacharyas Blacksmith -dijo, tendiéndole una mano. La retiró de nuevo, un momento, secándola en sus pantalones (el calor hacía estragos) y, vacilante, se la ofreció por segunda vez.