Balcones

Mi llegada al palacio de Brönte había sido hardua en el viaje pero complaciente a la llegada. Ser uno de los primeros líderes en llegar resultaba de lo más interesante. Había podido tomar contacto con la joven líder de Chrysos y ver de nuevo a la hija de Athan, al que había hecho la promesa que revelaría en la reunión.

Sonreí con complacencia apollado en uno de los enormes balcones del palacio mientras sostenía una fina copa de vino tinto. Admirar el paisaje nocturno era interesante siempre que se pensase en las cosas que merecían la pena.

- Barthemius, déjame aquí solo un rato. El ruído que haces cargando las maletas hasta la habitación se vuelve altamente repulsivo-. Comenté, casi rítmicamente. Después de un sorbo al vino y continué aislándome de insignificancias.

*Se queda*

Tras varios minutos de búsqueda, logré encontrarlo, Aren estaba disfrutando de la noche en uno de los balcones.

- Vaya... Así que estabas aquí - saludé con tono sereno.

Me acerqué a él y me apoyé en la barandilla que rodeaba el balcón de forma que dificultase y redujese las probabilidades de que alguien se caiga.

- Te he estado buscando - afirmé manteniendo el temple en la voz -. Jill sigue ocupada con su tarea, y no tengo nada que me sirva para entretenerme.

Giré la cabeza hacia a él y tras mirarlo dos segundos a los ojos sonreí.

- De una forma u otra, podría decirse que eres mi último recurso para entretenerme en este momento - añadí con voz animosa.

Mi sonrisa se mantenía fija, como cuando alguien hace alguna gracia y a pesar de no haberle escuchado o entendido sonríes como si lo hubieras hecho.

Me di la vuelta al escuchar los pasos y la llamada de atención. La joven Cynara se aproximaba buscándome.

- Oh, que gustoso honor que estuvieseis en mi busca entonces-. Comenté, dejando la copa apollada sutilmente sobre la amplia barandilla.

Me fijé en su forma de moverse cuando se aproximaba. No era lo que considerase una joven de finos modales, sino que su caracter controlaba cada una de sus acciones. Resultaba divertido de observar desde una percepción como la mía teniendo en cuenta su rango.

Tras su comentario alcé una ceja y acorté un poco la sonrisa.

- ¿Con que un entretenimiento? ¿Un último recurso? Vaya, cualquiera diría que estoy tratando con modales de interior-. Comenté irónico, refiriéndome a las tierras más toscas del continente.- Apostaría a que no sois consciente de las palabras que dirigíis...- Me giré totalmente hacia ella y sostuve su falsa sonrisa- Ni a quién

El carácter misterioso de Aren salió de nuevo a la "oscuridad" -a la luz si fuera de día-.

- ¡Oh! Lo siento, señor Darvenwish's, quizás no le esté tratando con todo el respeto que se merece, ¿verdad? - Mis palabras salían con tono cínico y puede que algo burlesco, pero no hiriente.

La comisura derecha de mi labio no pudo evitar alzarse tras pronunciar esas palabras.

- Eres un hombre con muchos secretos - enuncié diciendo lo que yo había deducido del poco tiempo que pasé con él -. Quizás pueda convencerte para sacarte alguno... De cierto modo, sabes mucho más de mí que yo de ti. ¿No te parece del todo injusto?

Mi voz pasó a utilizar un tono más sinuoso, no sabía muy bien por qué.
Realmente conocer la vida de ese personaje que se encontraba en frente mía me intrigaba.

El tono de su falsa disculpa ensanchó mi sonrisa más pérfida. La curiosidad de la joven superaba el respeto y eso prodía resultar bastante divertido en según qué situación. Su comportamiento reponía mi antigua teoría: Los jóvenes no eran nada óptimos para gobernar.

Volví a dejar mi copa y tomé aire. Luego me tomé la libertad de apartar un mechón de pelo de la cara de Cynara antes de hablar.

- Pequeña Cynara-. Hice un alto para reformar aquel adjetivo-. Bien sabido es por todos el gran misterio que inunda a mi pueblo, no iba a ser yo, su líder, menos en ese cometido. Pero no creais que resulta injusto mi conciencia sobre vos o los líderes más actuales. La edad es algo que a veces juega a favor, pero muchas otras muy en contra.- Me humedecí los labios mostrando la lengua. Era lo que odiaba de hablar de forma continuada, que la vosa se te secaba enseguida.- Si teneis tanto interés supongo que no os importará invertir tiempo en vuestra lavor, pues no facilito información de forma altruista...- Comenté agarrando sutilmente su mentón. Tras la pausa lo solté con la misma delicadeza.- Pero como soy un mero entretenimiento de última hora es comprensible que vuestro interés sea totalmente nimio- Sin interés alguno me giré de nuevo al balcón para beber algo más de vino.

Vaya, vaya... Aren se resistía y parecía que de momento no iba a comentar nada sobre su misteriosa vida. Un momento en el que mostró su lengua pude comprobar que la punta estaba dividida en dos, ¡tenía una lengua bífida!
A pesar de sorprenderme, no realicé ningún comentario ni gesticulé con la cara para expresar el sentimiento de sorpresa.

- Veo que eres duro de trabajar - comenté aún con tono sinuoso -. Bueno... Aún nos queda mucho tiempo.

Miré a Aren de pies a cabeza y viceversa. Después mis ojos se dirigieron a los suyos.

- Se nota que tienes experiencia en el habla, ¿pero qué me dices en combate? ¿Eres bueno en el arte de matar? - Mi pregunta no pretendía parecer un desafío, simplemente era curiosidad; se le veía un hombre muy fuerte, y necesitaba ponerlo a prueba

El interés de Cynara resultaba próspero para los planes del futuro inmediato y mi desinterés se volvió hacia la copa de vino, ahora ya vacía, para dejarla definitivamente en la barandilla.

Me había preguntado por la lucha y eso era realmente estimulante. Hablarlo, claro.
Sonreí ampliamente hasta casi mostrar los dientes y aparté secamente el ala derecha de mi abrigo para agarrar el pesado látigo que portaba en la cadera izquierda. De un tirón, lo saqué de mi cinto y lo estendí haciendo sonar un fugaz y seco "zash" en la baldosa.

- El apellido de los Darvenwish está ligado a las armas desde tiempos inmemoriales. Nuestra técnica es legendaria al igual que nuestra estrategia-. Comenté en un tono suave y casi susurrante.- No es del gusto de un hombre como yo el entrar en batalla y bien lo muestra el arma que bien he escogido, alejada de las pesadas espadas o alabardas de mis antepasados.- Recogí lentamente el látigo, acariciando cada una de sus fibras.- No es tiempo de guerra para ese tipo de interés. Bien podría un personaje bélico malinterpretar vuestras palabras.

Instintivamente di rápidamente un paso hacia atrás cuando Aren sacó un látigo y lo golpeó fugazmente contra el suelo, su técnica, según el decía, estaba muy labrada y perfeccionada por sus antepasados, todos unos gran luchadores.

- Verás... Mi padre le daba mucha importancia al ámbito de la lucha - comenté de una forma u otra como respuesta a sus últimas palabras -. Así que siempre mostré cierto interés por la técnica de lucha de la gente. Será un instinto que tengo - añadí ésto último con ironía.

Cuando dejó su arma en reposo volví a dar un paso hacia adelante y una sonrisa pícara se dibujo en mi boca; Aren se volvía más y más interesante por momentos.

Dirigí una mirada a las estrellas que en el cielo situado en el horizonte brillaban.

Los temas de conversación parecían acabarse, y eso era algo que no podía permitir, para obtener información confidencial lo mejor es ir conociendo poco a poco la pública, ¿no es cierto?

- ¿Cómo es Caligo? - Pregunté con tono de interesada -. Sólo he ido una vez en mi vida, y apenas tenía cuatro años.

Esperaba impaciente a volver a escuchar su voz misteriosa, de una forma u otra, me entretenida esta conversación, era como si los dos estuviéramos jugando con el otro.

Parecía que Cynara no quería profundizar demasiado por el momento y se servía de lo primero que le comentaba sobre cada cosa. Chica lista.

- Cáligo es un lugar simple. Para sus habitntes mejor de noche que de día, para los visitantes al contrario-. Comenté con convicción, como si ya todo estuviese dicho.

- En cuestión de lugares, siempre es más productivo visitarlos en persona y por mi parte no teneis las puestas cerradas- Rematé.

Vaya... Parecía que no era yo la única que se mantenía en comentar lo "superficial". Tenía que dar algún paso, algo que al comentarlo provocara en él una respuesta que le hiciese pensar que yo confiaba mucho en él -y así lo hacía, pero no demasiado-.

- ¿Sabes qué? - Mi cara se puso seria, lo que iba a decir era algo que nunca antes había comentado, quizás porque toda la gente de confianza que tenía ocupaba cargos que trabajan "para" mí.

- Verás... Sé que no viene mucho al caso... Pero creo que eres de confianza... Además mi padre era un gran amigo tuyo... - dije preparando la conversación para lo que venía.

Carraspeé preparando mi garganta para lo que iba a contar.

- Fue hace seis años, como bien sabrás. Mi padre, Athan, había recibido de una persona anónima un mensaje con información confidencial que sólo mi padre pudo leer. A partir de ese momento comenzó a comportarse de forma extraña, nadie podía hablar con él, ni siquiera aparecía a la hora de la comida.
Un día, desapareció por completo, nadie conocía su paradero. Los sirvientes del palacio lo buscaron como loco, eso sí, sin mencionar nada a nadie, ya que eso significaría infiltrar información interna de la nobleza y serían castigados muy severamente - mis palabras se pararon y bajé la cabeza con tono decepcionado en la cara.

- ¿Sabes dónde estaba mi padre? Se había emborrachado la noche anterior en un bar del pueblo vecino, y fue asesinado por unos lúpidos en mitad del camino de vuelta a casa - comenté suspirando las últimas palabras.

Alcé la vista hacia Aren, para intentar volver a animarme.

FdR: La historia que cuenta Cynara es la versión que le contaron a ella y no la oficial.
Lúpidos es una especie de lobos pero versión Mundo de Mithos, serán descritos con mayor detalle próximamente.

Cuando Cynara pronunció las primeras palabras de su discurso luché contra mi rostro para no mostrar el mayor de mis escepticismos. Con su anterior comportamiento no podría esperar que aceptase sus palabras como un verdadro cumplido.

Pero mostré mayor interés con la historia de su padre. Los rumores de su muerte habían sido innumerables y escuchar la historia de la boca de su hija era realmente ilustrativo.

El bueno de Athan, cierto era que en las comidas era muy útil tener la botella al lado cuando se trataba de un pacto difícil.

Aflogé mi sonrisa y cogí con dulzura la cara de Cynara para hablarle.

- No debeis sentir vergüenza alguna por vuestro padre. A pesar de sus defectos era de los mejores en sus empresas-. Luego acerqué mi cara a su oído para susurrar.

- Y os aseguro que las mejores decisiones siempre se toman con una copa de buen licor..- Tras el comentario me aparté de nuevo y sonreí. Miré mi reloj y di cuenta de las intempestivas horas.

- Ha sido una conversación realmente agradable. Espero haber servido de buen entretenimiento, pero es hora de que ambos vayamos a prepararnos para el nuevo y fatigoso día- Cynara asintió y se despidió de mí. Dejé que se alejase unos pasos y luego comenté al final.

- Dormid bien esta noche pues espero poder mostrar mayor entretenimiento en un futuro-. Sonreí y dejé que se fuera para echar un último vistazo al cielo e irme también a mis aburridos aposentos.

*Se van*

Salí a los balcones, la brisa fresca me encantaba, era lo más relajante del mundo.
De mis labios brotó un suspiro de placer al notar como mi pelo y mis plumas se dejaban llevar por el aire en movimiento horizontal.
Me di la vuela y apoyé mis dos codos sobre las barandillas. Al principio me aparté rápidamente porque estaban muy frías, pero después volví a colocarlos.

*Se queda*

Había estado encerrada en la Biblioteca durante un buen tiempo, por lo que pensé en salir a los balcones para tomar el aire. Al llegar, lo primero que me encontré fue al jefe aether, Timber. Él, la igual que yo, estaba recaudando información acerca de las diferentes sectas que podría estar detrás del problema de la energía. Pero, a pesar de que nuestro trabajo fuese el mismo, no había hablado demasiado con él desde la reunión. Algunas veces lo había visto en la biblioteca, pero normalmente no coincidíamos.
El aether estaba apoyado en la barandilla. Probablemente estuviese contemplando las vistas. Me acerqué a él.

— Buenas tardes, Timber — saludé mientras apoyaba los codos en la barandilla —. ¿Cómo va el estudio?

Apareció el jefecito Piscis, nada más y nada menos que el mismísimo Blues. Una pregunta brotó de su boca.

- Bueno... - levanté uno de mis brazos, con el que me rasqué la cabeza -. Lo único que he aprendido es qué es una secta, si te sirve de consuelo - comenté con voz desanimada -. ¡Eso sí! Ahora comprendo perfectamente todo lo relacionado con ellas -añadí más airosa, echando casi el pecho hacia fuera.

Sonreí levemente, sabía que era una secta, pero si decía eso parecería que hubiese trabajado "algo".

- La verdad... Dudo que haya una secta de por medio... - Mis palabras pretendían justificar mis actos, o mejor dicho, mis no actos.

Volví a sonreír, rascándome otra vez la cabeza.

Fulminé al aether con la mirada. ¿Sabía lo que era una secta? ¡Se suponía que eso ya lo tenía que saber! Negué varias veces y resoplé.

— Se suponía que eso lo tendrías que saber de antes — gruñí.

El aether sonreía y se hinchaba como si de un pavo se tratase, demostrando así su despreocupación. Fruncí el ceño y observé el paisaje. Tras un rato en silencio, miré al aether de nuevo.

— Nunca se sabe. Igual es una secta nueva y por eso no tenemos casi información. Igual es un conjunto de sectas pequeñas controladas por una más grande. O tal vez es una secta grande la que está detrás de todo esto. En este caso, tienen que estar ocultándose muy bien — bufé —. O igual no es una secta, tal y como tú dices. Pero, si queremos saberlo, tenemos que investigar — le miré de reojo —. Se supone que estamos aquí para eso y para enseñarle algo a los escasos alumnos que tenemos.

A pesar de que en los últimos días habían acudido más guerreros, lo cierto era que el número de alumnos era muy reducido. Y la mayoría eran unos ineptos. Ya no sólo estaba el irritante Cero, ni los dos insensatos del bosque, sino que ahora había un piscis demasiado inmaduro, infantil e insoportable que se había ganado una buena reprimenda por parte del líder Caeruleus. Fruncí el ceño. Ese piscis tenía suerte de no haberse topado conmigo.

Resoplé.

— ¿Qué opinas de los alumnos nuevos?

Investigar, trabajar, enseñar... Era mucho trabajo. Si supiera que ser jefe supondría todo esto ya estaría muerto hace mucho tiempo.
Blues me preguntó por los nuevos alumnos, los que, sinceramente, ni conocía -a excepción de Rick y la chica de nombre misterioso y dudosamente existente-.

- Pues... No los conozco mucho - comenté levantando los hombros en señal de indiferencia -. Pero creo que tienen un gran futuro por delante y que éstos primeros serán los mejores de nuestro ejército - mentí tratando de ser un jefe optimista.

Lo miré fijamente a los ojos, sabía que iba a quejarse, y que no tardaría mucho. Tres, dos uno.

Alcé una ceja al escuchar sus palabras. ¿Realmente creía que los dos insensatos del bosque tendrían un prometedor futuro? ¿Y el claritas Cero? ¿También creía en su prometedor futuro? Por no hablar del estúpido piscis. ¿En serio lo creía posible? No pude evitar dibujar una irónica mueca al pensarlo.

— ¿En serio crees que los dos energúmenos del bosque tienen un gran futuro? Sinceramente, me cuesta creerlo, a pesar de no haber tratado con ninguno de los dos. Según lo que tengo entendido, no sólo se pelearon en el bosque, sino que también tuvieron un conflicto en las mazmorras. — ladeé la cabeza hacia la derecha —. ¿Y el claritas Cero? Ese chiquillo es insufrible y molesto. Tampoco creo que el estúpido piscis tenga algo que hacer. No sé si te habrás enterado, pero faltó al respeto al jefe caeruleus... — dejé escapar un risa sarcástica —. Sinceramente, y teniendo en cuenta que conozco a bastantes alumnos, no creo que esta idea vaya a llegar a buen puerto. De momento, sólo he visto a dos que me hayan convencido a medias. Uno es un aether, como tú. Se llama Heylel y como arma tiene unas Tonfas. A pesar de que no creo que sean unas buenas armas, parece bastante sensato. Eso es bueno. La otra es una piscis; una pequeña piscis. Se llama Massen Dew y su arma es una cerbatana. No la he visto luchar, pero por lo menos no parece tan insensata como el claritas que, por cierto, no tiene arma. Al parecer su magia es extremadamente poderosa — No pude evitar que el sarcasmo tiñese la última frase —. Y después... Los rumores de los del bosque me convencen de su insensatez... Aunque igual me esté confundiendo. En cuanto al piscis, no dudo de que le falte un hervor. — Estiré los brazos —. Y, al parecer, llegaron dos alumnos nuevos... Aún no he tenido el "placer" de cruzarme con ellos, pero espero que sean más sensatos que los ya presentes.

Miré al aether de reojo.

Vaya... El jefe Piscis comenzó a criticar a los alumnos, incluso algunos que no conocía.
Comencé a reírme, me parecía gracioso ver al piscis quejándose, parecía una chica.

- Bueno... Que estén locos o sean insensatos no quiere decir nada - dije con una sonrisa delatadora, como si estuviera hablando de mí mismo.

- ¿Y dices que hay uno que faltó el respeto a Aren? - pregunté haciendo sobreentender que no necesitaba ninguna respuesta -. Espero que no se lo haya cargado al pobre - comenté cruzando los brazos con cara pensativa.

Mire al jefe piscis y me dirigía a mirar de pies a cabeza, cuando me detuve en su pecho, era grande teniendo en cuenta el resto de su cuerpo y de que era un hombre.

- ¿No serás por casualidad uno de esos personajillos tribales tan graciosos que se ponen peso en ciertas parte del cuerpo para, con el tiempo, hacer que se estiren, verdad? - Inquirí totalmente serio.

— Claro que tiene que ver. Si vas a luchar a algún lugar, tendrás que pensar una estrategia. Y yo creo que un insensato no se pararía a pensar — bufé.

El calor y los despreocupados comentarios del aether me ponían de mal humor. Fruncí el ceño, y miré a Timber de reojo.

— Según tengo entendido, sólo le dejó en la enfermería.

Y luego estaba el estúpido piscis. Ese ser sí que me ponía de mal humor. Su falta de respeto al caeruleus había sido algo inesperado. No me esperaba que un piscis actuase de esa forma. De hecho, habría jurado que los piscis insensatos eran una especie poco común. O al menos deberían ser así si seguían los ideales del Maestro. Crují los nudillos y miré al aether de reojo. El líder me estaba observando, como si estuviese concentrado en algo. Parecía que me estaba inspeccionando. Cuando terminó su revisión, comenzó a preguntar una serie de chorradas. Puse los ojos en blanco y esperé a que terminase de hablar para responder, a pesar de las ganas que tenía de interrumpirle.

— Señor Timber, desconozco esas bestias tribales que tan graciosas le parecen. También ignoro a qué viene semejante comentario ahora. ¿Podría explicarse mejor?

Mientras el jefe Blues me respondía una iluminación me dio de pleno en todos los ojos. ¡Ya lo tenía! Blues era una mujer.

- No... - Respondí agitando la cabeza, como si sus palabras me hubieran hecho volver al mundo real -. Sólo bromeaba.

Volví a dirigir mi mano para rascar mi espalda. No es que me picase, sólo que ya estaba acostumbrado a hacerlo en esas situaciones.

- Un momento... - La miré fijamente a los ojos -. ¿La enfermería?

Aren siempre se pasaba muchísimo con sus "remedios". No quería conocer más detalles acerca de ese "incidente", pobre alumno que no conozco.
Comencé a reírme, me parecían tan exageradas siempre las medidas que tomaba Aren que ya me daban igual, mejor dicho, me hacían reír.

En cualquier caso, lo importante era lo primero, ¡Blues Splash era una chica!

- Una cosa, Blues - comenté tras carraspear -. ¿No le importaría a una señorita como usted venir a acompañarme, verdad?

Al parecer el jefe sólo bromeaba. Suspiré. Era casi igual de infantil que Cero. Tras decirme que sólo bromeaba, preguntó por el piscis. Tras su pregunta, se echó a reír. Alcé ambas cejas.

— Sí, enfermería. Pero ya se ha recuperado, al parecer. No sé qué le hizo el caeruleus, pero, en cualquier caso, el piscis se lo tenía merecido. Y, por favor, no creo que sea motivo de risa. Ese piscis es un descerebrado. Un inútil. Espero que sepa hacer algo más que faltar al respeto a sus superiores.

Me crucé de brazos. El aether terminó de reírse me preguntó si no le importaría invitarme a comer. No pude evitar fruncir el ceño al escuchar la petición. A pesar de que la pregunta era normal, lo que me había llamado la atención era el empleo de la palabra señorita. Le miré de reojo.

— ¿Señorita? Hace mucho que nadie me llama señorita, Timber — di un par de pasos hacia delante —. Llámame Blues, como todo el mundo. Nada de señoritas, señoras o damas — ordené. Luego clavé mi vista en el aether —. No me importa acompañarte. ¿A dónde quieres ir?

Ante la contestación de la "señorita" no pude evitar soltar una leve carcajada, al parecer ella también se picaba, y yo que pensaba que era un tronco con ropa y pelo...

- ¡Pues genial! - Exclamé sobreentendiendo que su respuesta fue un sí -. ¡Vámonos a comer!

La miré para ver si estaba preparada o quería hacer algo más antes de marcharse.

El aether quería comer. Suspiré y asentí. Por un momento había pensado que quería ir a estudiar algo.

Tras asentir, comencé a caminar, esperando que me siguiese.

*se van*

Tras un relajante día sin demasiadas preocupaciones y con las tensiones bajas, el líder Darvenwish disfrutaba de las vistas nocturnas de los balcones mientras saboreaba una copa del licor de su tierra.
Después de la noche anterior ya no tenía que preocuparse más por Cynara y los planes de boda y, respecto a la chrysos, aun le quedaba algún tiempo para divertirse. Sonreía tranquilo y desasosegado en el silencio de la noche que era clara y sin demasiadas nubes. La verdad es que echaba algo de menos a Nagorr, hacía un par de días que no lo veía más que para comentarle algún que otro escrito sobre la empresa que llevaban en el castillo. Tanto tiempo separados y ahora que estaban juntos tampoco podían verse tranquilamente. Con la cosas que tenía que cotillearle...