Balcones

Cuando escuché los gritos de Heylel empecé a llorar descontroladamente. Sentía una presión en el pecho, y apretaba los puños con fuerza... hasta que llegó un momento en el que no pude más y exploté.

"¡¡¡PARA!!! ¡¡¡YA BASTA!!! ¡¡¡NO LE HAGAS MÁS DAÑO!!!" , grité.

Entonces hice algo que no habría hecho en condiciones normales... ni por asomo.

Me arrodillé y le dije: "Por favor... Señor Darvenwish, se lo suplico... deje en paz a Heylel."




FdR: odioso.... T.T

El griterío de la claritas hizo que el líder se diese la vuelta al momento, mirándola con reproche y con la mano ya dispuesta en el cinto.

- ¿Te atreves a replicarme...? -Pronunció con el ceño fruncido y el gesto ensombrecido. Pero no pudo rematar su amenaza ya que la muchacha se tiró al suelo y comenzó a suplicar por la salud de su compañero.

El líder la miró desde arriba y alzó las cejas para, segundos más tarde, comenzar a carcajearse.

- Mira lo que tenemos aquí... Al parecer sois capaces de darlo todo por cuatro personas que habéis conocido hace dos días... -Comentó llevándose una sutil mano frente a la boca para cubrirse ponposamente mientras aun reía levemente.

- Sois realmente un conjunto de gusanos patéticos e inútiles que no saben más que suplicar por su vida en cuanto ven que no ha podido meter más la pata -. El líder Darvenwish alzó ligeramente el pie embotado y tocó el mentón de la claritas.

Sonrió con suficiencia y volvió junto al aether, ahora también arrodillado y le habló mientras miraba a la llorosa chica.

- Dime, Heylel, ¿cuántos huesos puedes llegar a romperte en esas enormes alas antes de que Hewina me limpie las botas -. Pronunció las últimas palabras entre dientes mientras tiraba del pelo del muchacho para luego dejarlo caer de morros.

Puso un pie en la espalda del muchacho y dejó caer sobre él el cuero de su látigo de forma que este acariciase el cuerpo del aether.

- ¿Cuántas lágrimas caerán por culpa de las malas actitudes? -Comentó en un tono casi embotado para luego soltar una risita aguda.

Las lágrimas se escapan de mis ojos mientras escucho al hombre hablar pero me da igual. Lo único que quiero es que el líder desaparezca y me deje irme a la enfermería.

Hewina grita y yo la miro suplicante. Sé de buena tinta que las penas con este tipo pasan más rápido en silencio.

- Hewina, no...- Digo. Entonces abro mucho los ojos al ver como se arrodilla para suplicar por mí. Menuda boba, ¡no hagas eso! -¡Hewina, no! ¡Levántate! ¡No tienes que pedir nada! ¡No puedes hacerlo! ¡Yo soy el responsable! -Grito con desesperación mientras ya lloro prácticamente a moco tendido mientras me retuerzo por mi ala.

No debe hacer eso, no debe hacerlo. No debe porque ella no tiene que humillarse ni implorar por una escoria como yo y, por otra parte, ante un tipo tan impredecible, tal acción puede ser fatal.

El líder cambia de objetivo y comienza a carcajearse de nosotros, jactándose de su sobervia y diciendo sandeces. El miedo y la angustia aun me rodean y no puedo moverme.

El líder Darvenwish me zarandea mientras ataca verbalmente a Hewina y acaba por lanzarme al suelo. Hecho que aumenta el dolor de mi ala. Pone un pie sobre mi espalda y siento como deja caer una cuerda pesada que no dudo en reconocer con pavor.

Miro a Hewina, con angustia y terror.

- Lárgate... Vete. Por favor... -.Le susurro inmóvil mientras las lágrimas se escurren por mis mejillas. Cierro los ojos. Gabrielle, ayuda. Ayudame a ser fuerte.

Cerré los ojos mientras oía la respuesta de Aren y los gritos de Heylel, abriéndolos un segundo cuando Aren rozó su pie en mi mentón.

Después noté como sus pasos se alejaban, y abrí los ojos. Entonces él decidió provocarme con aquellos comentarios, mientras seguía maltratando a Heylel.

Volví a llorar con mas fuerza y angustia... no podía consentir que siguiese haciéndole daño a Heylel. Si quería aprovecharse de mi que lo hiciese... prefería sufrir yo misma.

"Señor Darvenwish... se lo ruego...", dije entre sollozos.

Cerré los ojos nuevamente, y permanecí un rato callada.

"Haré lo que sea", murmuré al fin. Si era eso lo que pretendía, lo había conseguido.

El líder escuchó los siguientes ruegos de la claritas y sonrió complacido. Se alejó del aether, dejándolo en el suelo, y se acercó a la claritas llegando a hincar la rodilla izquierda en el suelo para apoyar el brazos derecho sobre la pierna derecha flexionada con gran desparpajo y chulería, mirando a la claritas con los ojos algo caídos.

-Reconozco que soy bastante inflaxible, pero de carne y hueso al fin y al cabo. O eso creo... -. Comentó con voz suave y serena, casi divertida. -Mírame, Hewina -.Dijo con tono animoso pero tranquilo. Casi cariñoso. -Dejaré tranquilo al pobre Tulvind. -Le indicó buscando no perder la cabizbaja mirada de la chica. -Siempre y cuando te lances sobre mí como si fuese tu amado y doliente Kettleburn -.Indicó con una sonrisa cargada de un extra de su maleficente alma, deleitándose de la forma más ruin que podía haber pensado el día que juró hacérselo pagar a aquella claritas.

Me preparo para enfrentar lo que pueda venir de aquel hombre que me tenía acorralado como a una rata esperando que Hewina saliese corriendo de allí. Pero, en lugar de eso, provoca que el líder se aparte de mí dejando a un lado todo su orgullo y dignidad para pedir por mi vida.

- Claro que no... No debes hacer nada ... -Digo lo más fuerte que puedo -que apenas es un susurro- mientras sigo llorando.

Escucho la propuesta del líder con indignación y levanto un poco la cabeza.
- No, Darvenwish.. ugh Señor... No permitiré ese trato. Acabe conmigo, por favor -.Pido, tratando de que al menos la deje en paz. Este es un hombre ruin, un monstruo vestido de seda, un despiadado deborador de todo aquello que le rodea.

Eso pretendía.

Finalmente, el castigo que me había prometido se estaba cumpliendo. Seguro que había estado esperando al momento más oportuno para hacerlo.

Lo miré fijamente mientras lloraba, y entonces me acerqué lentamente a él. Cerré los ojos y le besé.

Su bífida lengua comenzó a entrelazarse lentamente con la mía. Fue una sensación extraña... y horrorosa. No paraba de sentir escalofríos... y me sentía sucia. No fue nada agradable, y mucho menos pasional.

Entonces él comenzó a sobrepasarse, acelerando la velocidad de su lengua, por lo que no pude evitar morderle.

Me aparté rápidamente, y perdí los nervios, por lo que comencé a llorar de forma más efusiva, tapándome la cara. Solo quería que aquello acabase cuanto antes.

El líder caeruleus observó complacido como la claritas se rendía al trato e ignoró las palabras del aether pues él no tenía palabra alguna que decir en aquel pacto.

La claritas se le acercó para besarlo. Realmente el líder no deseaba un contacto con la chica porque le resultase especialmente atractiva o interesante, pero conocía que le tenía tanto asco y repateo que aquella petición conseguiría hacerla sentir, como poco, asqueada consigo misma.

La chica comenzó a besar al líder y este, como caballero, correspondió al acto con calma mientras trataba de no reírse demasiado. Llegado un momento, la chica le pareció tan tediosa que pretendió animarla con cierto contoneo bucal que diese algo más de gracia al beso. La claritas no aguantó mucho más y mordió el labio del líder antes de apartarse sobrecogida.

El líder Darvenwish notó el ligero toque metálico cerca de su comisura y pasó por él la lengua para cerciorarse de la presencia de la herida. Sonrió complacido.

- Muy bien, Hewina, ahora me será mucho más cómodo contar como tú fuiste incapaz de controlar tu pasión dejando esta marca en mis labios -. Indicó, picajoso y tranquilo, antes de levantarse para marcharse al fin.

- Compórtate decentemente por unas horas y lleva a tu amigo a la enfermería -. Comentó mientras abandonaba el balcón y se perdía por los pasillos.

*Se va*

Una expresión de auténtico horror se formó en mi rostro cuando dijo aquello. Para rematar de amargarme la existencia, tenía pensado contarle a Silvanus esto que había pasado.

Entonces me dijo que me comportase decentemente por unas horas y que llevase a Heylel a la enfermería. Y se fue.

Me levanté, sin poder evitar tambalearme levemente, y entonces me acerqué a Heylel.

"Perdóname...", murmuré. Él no dijo nada, y yo no dije nada más.

Le ayudé a levantarse y nos fuimos a la enfermería.


*se van*


FdR: me las pagarás -________-

Salí a los balcones con la intención de tomar un poco el aire, estaba cansada de todo el trabajo. Había estado revisando miles y miles de escritos, realacionándolos y comparándolos. Me pregunté entonces qué tal llevarían el resto de jefes su trabajo. Todos teníamos un papel importante en la búsqueda de información y preparación del proyecto.

Me arrimé hacia las barandillas y apoyé mis manos sobre el frío metal ornamentado que decoraba los balcones, miré hacia abajo observando aquel bellos paisaje del que nunca me cansaba, y entonces me sentía orgullosa de lo que había heredado de mi padre.

Ya habían pasado varios meses desde la reapertura del castillo, ya habían llegado varios guerreros y ya habían empezado los preparativos para la celebración del Nuevo Año, la boda entre Cynara y el jefe caeuruleus y para el torneo.

Me quedé pensando en las cosas, en todo el trabajo que nos faltaba por hacer, y en lo poco (o nada) que habíamos hecho. Quizás todo fuese un poco lento, pero a partir de ahora intentaría tomarlo con más dinamismo.

*Me quedo*

Llego hasta los balcones con intención de tomar un poco el aire sin salir del palacio, pues realmente no me apetece demasiado caminar. Me gustaría encontrarme con alguien agradable y hablar de algo banal. Heylel serviría bien para este objetivo, pues mis conversaciones con él siempre terminan rozando temas que me distraen de lo que me incomoda. Sin embargo, en cuanto alcanzo el lugar deseado, me encuentro con la espalda de lo que pareceuna joven.

Lo que me faltaba... Encontrarme con alguien a quien aún no he visto equivale a arriesgarme a que sea una persona desagradable que me dé la lata y me ponga de mal humor. Al menos no es Rick Idiota Dehnel...

- Disculpa...- mascullo desganada, esperando a que me diga que molesto y que mejor será que me vaya.

Escuché una voz a mis espaldas, y naturalmente me giré. Era una mujer de piel oscura, y ojos opacos; se trataba de una chrysos.

- Buenos días - saludé dirigiéndole una amplia sonrisa -. Alehyss Lester, ¿verdad?

Di un paso hacia ella manteniendo la sonrisa, era la primera vez que la veía en persona. Estaba conteta de poder conversar por primera vez con un chrysos en mi palacio -un chrysos que no perteneciese a mi familia-.

- Encantada de conocerte, soy Jillian Campbell - añadí, dando mi nombre a conocer.

En cuanto hablo ella se gira, y en ese momento, tras mirar su rostro unos cortos segundos, caigo en la cuenta de quien es. Tal vez mayor de cómo la recordaba por las imágenes de ella que he visto, pero se trata sin duda de la líder de mi raza en el palacio: Jillian Campbell. Por una parte, me resulta indiferente, pero otro pequeño fragmento de mí siente repentinamente una seguridad infantil al ver que me encuentro con una de las pocas personas que, al menos a primera vista, podría llegar a ponerse de mi parte en caso de extrema necesidad.

No me sorprende que sepa mi nombre, y también esbozo una breve sonrisa.

- Un placer -hago una ligera reverencia de cabeza-. Supongo que he de ponerme a su servicio.

Según tengo entendido -y a primera vista también lo parece- se trata de la líder más joven. No obstante, he de mantenerme educada con ella.

Abrí los ojos con sorpresa, pero poco después sonreí y negué con la cabeza.

- No quiero que te sientas incómoda con mi presencia - aseguré tratando de mostrarme lo más cálida que podía en esa situación -. Debería ser yo la que esté a tus servicios, al fin y al cabo, soy la anfitriona de todos en el palacio.

Alehyss parecía una chica muy callada. Bien cierto era que acababa de conocerla, pero no transmitía lo mismo que otros en la misma situación.
De todos modos eso no era relevante. Había oído hablar de ella muy bien -menos por el incidente que tuvo al llegar al castillo-, y me hacía sentir de una forma u otra orgullosa de pertenecer a mi raza.

- ¿Qué tal la estancia en el palacio durante estos meses? ¿Has estado a gusto? - Pregunté interesada por como había sido el trato con todos los miembros, o jefes. Al fin y al cabo, era mi deber como anfitriona.

¿A mi servicio? ¿Ella? Me sorprende, pero no le digo nada. Al fin y al cabo ella es la líder y puede hacer lo que guste.

- No se preocupe. No abusaré. Me las apaño bien sola.

La siguiente de sus preguntas me hace pensar en lo que ha sucedido desde que he llegado: Rick Estúpido Dehnel, Aren Darvenwish, mazmorras, el pesado de Kettleburn, Jager entrando y saliendo como si fuera su casa...

Pero no puedo decirle eso...

- Bien. No ha sucedido gran cosa a nivel de peligros, a excepción del asunto de las bestias del que supongo que estará enterada. Por otra parte, me apetece partir en alguna misión para probarme a mí misma y desentumecerme y... Estoy hablando demasiado, ¿verdad?

Pensándolo bien, aunque sea líder es una adolescente (más joven que yo, incluso). Eso me permite, quizás, ganarme algo de confianza con mayor facilidad.

Alehyss hizo mención al acontecimiento de las bestias. También hizo un comentario relacionado a la escasez de misiones, diciendo que le gustaría tener la oportunidad de participar en un misión para entrar un poco en acción.

- La verdad es que estos meses han servido para la adaptación de todos los miembos a palacio - mi escusa no creo que fuese muy creíble -. Pero con el Año Nuevo empezará la acción, supongo.

Entonces sonreí y volví a negar con la cabeza.

- No creo que estés hablando demasiado, la verdad es que me alega que lo hagas - comenté con amabilidad.

Alehyss parecía una persona muy sensata -al parecer una de las pocas del castillo-. Entonces la miré de arriba bajo haciendo un pequeño análisis.

- Me gustaría que contases conmigo en lo que fuese, y si tienes algún problema, aunque sea con un jefe - aseguré pensando en algunos miembros del casillo.

Su manera de dirigir la conversación me hace preguntarme si sospechará algo. Técnicamente, los líderes interactúan más entre ellos que con los alumnos, por lo que no sería raro que haya llegado hasta sus oídos la forma en que Aren Darvenwish trata a los guerreros,pero, por otra parte, dudo seriamente que sepa lo que sucedió en la biblioteca. Si lo supiera supongo que tomaría una actitud más activa que la actual.

- La verdad es que todos los problemas que he tenido hasta ahora han sido causados por una única persona, si le soy sincera: Rick Dehnel, un guerrero flamma que es quizás demasiado arrogante. Pero no creo que sea necesario que intervenga. No quiero tampoco ser una traidora a mis compañeros.

Sonrío. No me gusta demasiado usar estas artimañas, consideradas cobardes por algunos, pero...

¡¡RICK ESTÚPIDO DEHNEL MERECE UN CASTIGO!! Y si él pone a la gente en mi contra, haré lo mismo.

Alehyss entonces hizo un comentario sobre Rick Denel, diciendo que fue él el único que la había molestado durante toda su estancia. La verdad, fue algo que me sorprendió. Sabía que al principio no habían tenido una buena entrada, pero pensé que eso ya había sido solucionado.

- ¿En serio? - Pregunté transmitiendo mi sorpresa mediante los ojos -. Está bien, no hablaré con él si tú me lo pides. Pero si realmente crees que es necesario, o si pasa cualquier otra cosa avísame, por favor.

Entonces dirigí mi mirada hacia el Sol. ¿Por Mithos? ¿Qué hora era? Había estado por lo menos cuatro horas hablando con Alehyss.

- Lo siento, pero creo que es mejor que me vaya, tengo mucho trabajo por hacer, lo siento - dije disculpándome por tener que ausentarme -. Aún así me gustaría que recordases lo que te dije, lo más importante para mí es el bienestar de los miembros del palacio.


Ella asintió y juntas abandonamos los balcones, cada una por un lado, no sin antes despedirnos cordialmente.

La verdad, estaba contenta de tener a Alehyss Lester en mi clan.

*Nos fuimos*

Vagaba sin rumbo por el castillo, cuando vi un ventanal abierto. En un impulso, corrí hacia él, viéndome mentalmente saltar la barandilla del balcón que se veía tras él y saltando al vacío.

Cuando llegué a él, sin embargo, me limité a frenar mi impulso chocando contra la barandilla y estallé en carcajadas. Como no llegaba a la parte más alta para apoyarme en ella (aquella gente tan estirada, como había dicho Nagorr, no pensaba nunca en los pequeños) me conformé con apoyar la cabeza contra los barrotes y observar el paisaje desde allí. Soplaba una brisa muy agradable, y el día era luminoso.

Sin embargo, el silencio y la quietud del lugar me aburrían, y no tardé en volver a entrar en el palacio.

*Se va*

Los balcones. Aire fresco. Aire... Negué con la cabeza. Me estaba obsesionando. Debería buscar a la gran Splash y preguntarle. Pero estará ocupada... Tal vez Aren... Volví a negar. Era lo mismo. Apoyada en la barandilla, me quedé observando los jardines, sintiendo cómo la falta de información me devoraba.

*Se queda*

En uno de sus vagares por el palacio llegó hasta una puerta que daba al exterior, y como gustaba de contemplar la luna decidió que estaría bien abandonar un poco las gruesas paredes para ser contemplado por el astro. No obstante, en cuanto salió al balcón, abrigado con sus capas, esbozó una sonrisa al encontrarse con una niña que había, al parecer, tenido una idea semejante a la suya.

Carraspeó.

- Buenas noches, jovencita -siseo sonriendo.

Me di la vuelta de golpe al escuchar a alguien a mis espaldas, y fui a dar con una alta y oscura figura de rostro pálido. Abrí los ojos de golpe y me estremecí, además de tener que hacer un esfuerzo enorme por no soltar un grito.

- Bu-buenas noches, señor -correspondí a su saludo.

"Cálmate, Dew", me dije. "Podrías ofenderlo. Ante todo, educación."

- Creo que no nos conocemos -añadí, consiguiendo calmarme. Le tendí la mano-. Soy Massen Dew. ¿Y usted?

Ensanchó la sonrisa, volviéndose esta casi una mueca en su rostro blanco, al notar el tartamudeo de la niña, pero también le hizo gracia cómo ella parecía mayor al empezar a hablar, tan seria y educada.

Estrechó su mano con la propia, grande y fría, mientras hacía un asentimiento con la cabeza.

- Efectivamente, joven Massen. Yo soy Zacharyas. ¿Contemplabas la luna?

Efectivamente, las primeras impresiones me confundían a veces. Por eso siempre me repetía que no debía precipitarme. Zacharyas, que así se llamaba mi interlocutor, no parecía una persona desagradable, a pesar del susto inicial. Correspondiendo a su sonrisa, contesté:

- El paisaje nocturno en general. Aunque hay que reconocer que hoy la luna tiene un colo bonito -comenté, volviéndome de nuevo hacia la barandilla-. ¿Le gusta a usted?

En respuesta a la pregunta de la piscis dirigió su mirada al cielo por un rato largo. Se quedó así, con el rostro perfilado por la luz del astro, hasta que se percató de que la pregunta precisaba de una respuesta, aunque esta era ahora quizás menos necesaria.

Sonrió.

- Me fascina su luz -confesó-. Es la única luz que realmente me gusta.