Tejados

Corro por los tejados, aprovechando que anochece para saltar entre las zonas que mejor conozco y moverme con rapidez. Aprovecho los rincones donde suelo dormir para cambiar de dirección y distraer a mi perseguidora que no ha tardado mucho en seguirme.

Salto sin preocuparme tanto por el sigilo como por el recorrido. Es rápida, pero llevo entrenándome por estos tejados durante un año y no he desperdiciado mi tiempo.

Salto de un tejado a un balcón y, en lugar de pisar en firme, aprovecho la fuerza del salto para revotar y cambiar de dirección hacia otro tejado. Luego salto hacia una de las torres y la escalo con rapidez.

*salta por ahí*

Le persigo, con la boca apretada. Es... conoce este terreno bastante bien. No duda ni un instante en qué lugar colocar el pie. A este ritmo, no le alcanzaré nunca. Decido pues guardar mi hoz en el cinturón y comenzar a correr a cuatro patas. Hasta la fecha muy pocos han podido escapar de mi modo cazador.
Corro, persiguiéndole. No te perderé de vista.
Despliego mis orejas y le noto.
No escaparás.

*le persigue de cerca*

Parece que no me la quito de encima. Por el rabillo del ojo puedo ver, a tomar una cambio de sentido, como se ha puesto a cuatro patas y ha ganado todavía más velocidad. De todas formas, confío en mi superioridad física y sobre el terreno.

Doy un par de vueltas más sobre los tejados para despistarla con recovecos oscuros, cambios de dirección y saltos al vacío.

Finalmente llego a la fachada principal, con lo que no hay más tejado al que saltar. Derrapo con el cuerpo en el suelo, dejando una mano hacia atrás para agarrarme al borde y frenar mi dirección lineal para parar mi caída en seco e ir hacia abajo como un plomo. Para evitar hacerme daño en el hombro, me suelto justo cuando mi cuerpo empieza a caer y aterrizo en cuclillas en el saliente que suelo utilizar para ver quién entra y sale del palacio.

Vuelvo a saltar desde ahí y acabo por engancharme a una columna de un balcón para entrar por una de las ventanas abiertas, de medio lado. Una mujer del servicio grita al verme aparecer de golpe y aterrizar rodando en el pasillo. La ignoro y continúo mi carrera saltando hacia una lámpara con la que impulsarme hacia adelante por el techo del pasillo. Por aquí dentro podré confundirla, aprovechar un cruce para aparecer detrás de ella.

*entra*

Me balanceo boca abajo en una de las barandillas más altas del palacio, sin mucho que hacer. Simplemente descanso.

Llegado un momento me dejo caer y acabo cayendo a cuatro patas sobre uno de los tejados con lo que me yergo y continúo caminando como si nada.

Es cuando paso cerca de los jardines cuando veo que en una de las zonas iluminadas un hombre verde ataca al flamma grandullón. Frunzo el ceño. Ha sido un extraño momento. El destino me ha plantado frente a una batalla que debo librar.

*salta para bajar a los jardines*

Por fin se ha acabado.

Encuclillado en uno de los picos más altos del palacio, observo a mi alrededor los restos del desastre. El destino ha llegado pronto para algunos. Los soldados del palacio y la gente del servicio, van sacando los cadáveres de los otros para ponerlo en fila cerca de la zona del lago.

La nieve cae.

Respiro aliviado tras la larga noche. Ésos seres era extraños. El hombre de las seis las me dio las gracias.

Me quedo encuclillado en silencio, escuchando. La nieve cae con calma.

*Se queda pasmado en los tejados hasta que se va a dormir*

Salto por la fachada como de costumbre. Colgándome de los marcos y enfrentándome a la lluvia que empeora por momentos.

Hace ya un par de horas que ha empezado a granizar por momentos. Al principio pensé que sería momentáneo, pero las ráfagas de gotas heladas han ido repitiéndose hasta ahora y empiezan a resultar demasiado molestas. No solo me resultan incómodas al golpearme, sino que vuelven las superficies mucho más resbaladizas.

Acabo por dar un par de saltos y cobijarme bajo uno de los balcones, sentándome con las piernas colgando hacia afuera en la baranda y sacudiendo la cabeza para deshacerme del hielo y la lluvia.

Me saco la máscara y la echo hacia atrás, frotándome la cara.Me siento bastante tranquilo y a gusto últimamente. Creo que poder al fin unirme con Massen Dew ha hecho que cumpla un paso más en mi vida. Me siento un hombre nuevo y más capaz que antes.

El tiempo no tiene pinta de escampar y mis membranas se mantienen más abiertas que nunca. El tiempo es extraño.

De pronto siento una perturbación en las membranas que me pone en una alerta inmediata y mis pupilas se encojen al instante en el que, a lo lejos, parece observarse un rayo atenazante sobre las montañas lejanas.

Mi cuerpo se tensa, mi corazón se desboca y se me corta la respiración. Siento los pelos de mi cuerpo erizarse y una horrible sensación de malestar generalizado, temiendo un estruendo que parece no llegar. Cuando me doy cuenta, mis piernas están débiles y mis manos parecen inseguras. Quiero bajar de la baranda para entrar, pero mi cuerpo no responde a ningún movimiento.

Tiene que ser otra cosa, no es posible. El cielo no debe resquebrajarse. ¿Por qué habría de hacerlo? Si el cielo se rompe, el destino no tiene lugar.

Vuelvo a ver una de esas luces del infierno a lo lejos y doy un respingo esta vez. No dudo mucho más y me doy la vuelta para entrar corriendo al palacio y cerrar el balcón, escapando de ese sonido paralizador. Tengo que buscar un lugar seguro.