Hall/Entrada

Me escurro por los pasillos pegado a las paredes, tratando de que ninguno de esos bichejos me localice mientras me muevo por el lugar. Llevo la cara cubierta hasta la nariz por la ropa para no ser reconocido, no vaya a ser que me tomen por sorpresa. Es una gran forma de entrenarme.

Llevo cuatro días en el palacio y todavía no he sido visto. Supongo que los más poderosos sabrán de mi presencia, pero para el resto no soy más que una sombra ocupando una cama vacía. Bien, bien.

Doblando una esquina me doy cuenta de que un chico del servicio camina por el pasillo y me pego contra la pared rápidamente para que no me descubra. Escucho sus pasos y sus silvidos mientras camina y, frunciendo el ceño, me doy cuenta de que se dirige hacia aquí. Debo huír.

Salto para apoyar un pie en la piedra de la pared e impulsarme hasta encajarme en la esquina del techo con manos y pies. Casi me escurro y me hago daño en los dedos por tener que agarrarme fuerte contra las piedras. Tengo que practicar eso.

Veo como el tipo pasa despreocupado, sin dar cuenta de mi presencia, y me muevo con sigilo y cuidado para agarrarme al arco de cambio de pasillo y dar un salto para caer en el corredor por donde venía mi casi descubridor. Al llegar al suelo encojo el cuerpo para caer encuclillado de puntillas con los brazos abiertos, guardando el equilibrio sin hacer ruido. No hay nadie. Perfecto.

Manteniendo aquel desplazamiento silencioso llego hasta el Hall. Ahora ya sé un nuevo camino. Pero hay alguien allí y me oculto contra la pared. No sé si se trata de alguien nuevo o de alguien que ya vive aquí porque no conozco a nadie aunque, por su cara de lelo y la bolsa que lleva parece que acaba de llegar. Escalo por la pared hasta llegar al arco que se abre al hall y acabo por caer de forma silenciosa y sutil de pie delante del tipo, haciéndome visible a alguien al fin.

Lo miro unos segundos con el ceño fruncido y sin moverme.

-¿Cómo te llamas, extraño? -El nombre es algo importante. Me dirá su nombre y será mio.

El tipo parece sorprendido por mi aparición. Normal, soy el mejor en sigilo y escondite y él un simple paisano que viene queriendo proteger el mundo. Aunque nunca se debe subestimar al que se tiene delante, podría ser cualquiera.

Al fin dice su nombre. Seth. Seth Springer, el destino ya te ha marcado frente a mí.

Parece contento y animado, no sé muy bien por qué. Entonces estira una mano hacia a mí y, como un resorte, llevo mi derecha a la cadera para armarme con un kunai frente a mi pecho, en guardia. ¿Es que pretende amenazarme? Con el ceño aun fruncido veo que solo pretende darme la mano y bajo el kunai lentamente para luego estrechársela sin perder sus movimientos de vista.

Pregunta mi nombre y el tiempo que llevo aquí a lo que cierro un momento los ojos y luego vuelvo a mirarle.

-No tengo nombre, para que la muerte no pueda alcanzarme -. Le indico. -Respecto a lo otro, llevo aquí cuatro días, pero nadie sabe de mi presencia -. Sentencio, seguro de mis palabras. Ahora aquel tipo sabía de la importancia de cargar con algo como un reconocimiento. Ya no tenía escapatoria. -Si te interesa, muchos han decidido tratarme como "Follow, el buscador" -. Acabo por decirle, hechido por mi sobre nombre.

Me halaga por mi aparición, algo que veo normal por mi gran técnica. Me limito a cerrar un momento los ojos y levantar el mentón, orgulloso.

*Se esfuma*

Julie sólo paró de correr cuando hubo cruzado la puerta de entrada. Una vez dentro se dejó caer al suelo, exhausta. Había que ver qué persistentes eran los conejos... No debía quitarles el ojo de encima nunca. Sacó su libretita del bolsillo y escribió: "nota de investigación: los conejos son seres malvados que te pueden dar un disgusto. Contrastar con fuentes fidedignas". Julie sufría sólo de pensar en los desastres que podían haber causado ya en el famoso castillo.

¡El castillo! Se había olvidado por completo de dónde estaba. Malditos conejos... No, no, que se despistaba otra vez. Estaba en el castillo. ¡Por fin! Sentía ganas de gritar a los cuatro vientes que Julie la valiente había llegado. Quería internarse en sus más misteriosos recovecos y explorar todos sus secretos ocultos. Pero sobre todo quería observar a sus habitantes. ¿Quién sería el héroe de su historia (o heroína, o heroína)? Sus ojos se movieron a velocidad de vértigo por toda la sala, absorbiendo todo lo que veía. Había muchas puertas. ¿Conduciría alguna a algún lugar prohibido para la gente común como ella? Seguro que sí. Aquella de la esquina tenía un aspecto muy sospechoso... Llevaba a las mazmorras, seguro. ¡Qué emocionante! ¡En aquel castillo había hasta mazmorras! ¿Habrían capturado ya a alguien interesante? Seguro que daba muchísimo miedo.

Julie se quedó allí, soñando con los ojos abiertos. Lo único que impedía que se levantara de golpe y se pusiera a explorar de verdad y abrir todas las puertas que encontrara por el camino era el enorme cansancio que le había provocado la carrera.

*se queda*.