Hall/Entrada

Edad : 31 Mensajes : 1315

Miré a los lados, me agaché y miré de nuevo a los lados. Sólo para asegurarme. A continuación, rebusqué en un bolsillo hasta sacar un trocito de piedra, formada por cristales cuadrados muy pequeños, de color rojo y sin brillo. La mantuve en mi mano, con mucha cautela, como ocultándola, y miré una tercera vez a mi alrededor antes de indicar con un gesto a la chica que guardara silencio y que se agachara.

- Confío en ti -susurré, con los ojos muy abiertos, realzando con mis palabras el gesto para que se acercara a compartir mi secreto con ella.

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Julie se agachó junto a ella en gesto cómplice. No se esperaba para nada que se sacara una piedra del bolsillo, pero había sido una grata sorpresa. A lo mejor la chica no le podía contar a nadie lo del pirata porque se había quedado con su tesoro. Julie ya sentía la inspiración invadiendo su cerebro: compondría una hermosa gesta en la que una joven demasiado baja para su edad, y frustrada por ello, combatía y derrotaba ella sola a un grupo de feroces piratas para demostrarle a todos de lo que era capaz. Pero tras derrotarlos se quedaba el botín, y así comenzaba una lucha contra la moral y la ética, en la que el público aprendería el significado de la verdad y la justicia. Sí, sería su primer éxito.

- Haces bien confiando en mí, nunca se lo contaré a nadie.

Edad : 31 Mensajes : 1315

Cuando Gafas se agachó, tomé una de sus manos, puse en la palma la piedra y cerré su mano con determinación. A continuación, la miré con dramatismo directamente a las gafas, y di un suspiro antes de comenzar a hablar.

- Sé que parece calcita opaca, pero de hecho es alunita -cerré los ojos, asintiendo con gesto solemne-. Úsala con prudencia y reflexión. Algún día volveré a por el pago.

Ojalá yo tuviera esas fabulosas gafas. O al menos, un cristalito.

Como si me hubieran dado una descarga eléctrica, me incorporé de un salto a toda velocidad (para tratarse de mí) y corrí como un rayo en dirección a los pasillos, para perderme por ellos sin tener la menor idea de adónde iba.

*Se va corriendo*

Mensajes : 17

Alunita. Aluniiita. Aluuuuniiiiiiiitaaaaaa. Por mucho que pensara sobre ella, el nombre no le decía nada. ¿Sería una piedra mágica? ¿O una gema de valor incalculable? La observó con aire detectivesco, aunque en realidad apenas se estaba dando cuenta de qué color era la piedra. En su mente ya había encajado el nombre de la piedra con el famoso pirata de atuendo azul que moraba en las mazmorras del castillo. Tan absorta estaba, que no notó la marcha de la chica.

La Alunita (con mayúscula, que sonaba más importante) era parte de la colección del pirata, eso seguro, pero ¿qué la hacía tan especial? A lo mejor era mágica, y por eso la chica no podía dejarla en cualquier parte. Era de todos sabido que las piedras mágicas eran aún más peligrosas que los animales. Podían atraer a sus presas hacia sus escondrijos, y después nadie más volvía a saber de ellos. ¿No debería entonces deshacerse de Alunita? Pero era tan bonita... Y tan importante para su investigación... Por el bien de los futuros cuentos que se contarían durante generaciones, decidió correr ese riesgo. ¡Por algo era Julie, la valiente!

- ¡La conservaré como un tesoro! - le dijo a la chica.

Sólo entonces se dio cuenta de que ya no estaba.

Vaya. Qué raro. Qué curioso. Qué misterioso. Llevaba sólo unos minutos en el castillo, y ya se había tragado a alguien. ¡La había devorado con patatas! No, eso era ridículo, ¡los castillos no comían patatas! Además, lo más lógico es que hubiera ido a comprobar el bienestar de su pirata. Al fin y al cabo, a nadie le interesaba dejar que un pirata tan interesante se muriera de hambre. Tal vez ella debería ir a echar un ojo también... No, no podía, se estaba metiendo donde no la llamaban. Pero era por el bien de la investigación. Avanzó con determinación hacia la puerta y la abrió de par en par.

Una masa de escobas y utensilios de la limpieza se derrumbó sobre ella. El chillido que soltó lo debió oír todo el castillo.

¡La atacaban! ¡No! ¡Y no podía alcanzar su daga! Lanzó puñetazos al aire intentando zafarse, pero sólo conseguía hundirse más. Oh, no, iba a morir allí. Así terminaba la leyenda de Julie. Qué irónico. ¡Quién escribiría sobre su trágica muerte si ella moría! Tal vez si lloraba alguien vendría a rescatarla. Vaya, qué agobio sentía debajo de todos aquellos aparejos... Los apartó y se incorporó, tomando una gran bocanada de aire. Miró a su alrededor: no había moros en la costa. Sacó una pequeña libretita y apuntó: nota para el futuro: encontrar la puerta de la mazmorra donde esconden al pirata de la piedra mágica. Segunda nota para el futuro: escribir la historia de cómo morí.

Era hora de explorar y conocer todos los secretos del castillo. La investigación no esperaba a nadie. Cerró la libretita y es incorporó. Se alejó por un pasillo escogido al azar, que seguramente conducía a los campos de entrenamiento, donde los más hábiles guerreros se retaban a duelos por el amor de sus doncellas. Qué emocionante.

*se va*.

Edad : 30 Mensajes : 298

El palacio de Bronte es enorme. Espero que no le hayan dado a mi tito Naggy una habitación en una de las torretas, o al pobre le va a dar un patatús, que ya va viejo el hombre.
Sonrío y me envalentono correteando con un sonido de pies seco, como si de un ratoncito en medio de una habitación vacía, con pasitos cortos y rápidos, olisqueando todo y tocándolo todo con mis rápidas manos.

Parece que no hay nadie en el Hall. Voy a ver si alguien me contesta.- TIO NAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGOOOOOOOOOOOOOORRRRRRRRRRRRR - bramo con fuerza. Pero como nadie me contesta, decido juntar los brazos a mi cuerpo con estos doblados en 90º, como si de una locomotora me tratase y comiendo a corretear escaleras arriba mientras miro, ansiosa, todas las esquinas del palacio.

*Se va*

Mensajes : 30

Tam entró en el Palacio, curioseando, analizando. Buscaba huecos en la seguridad y era normal en él, tras su prolongado servicio militar en estas circunstancias la costumbre salía, quisiese o no uno. Una cosa le concedía al palacio, era bonito.

Lo cierto es que echaba de menos la granja, el Palacio era un lugar demasiado ajetrado para su gusto, daba gracias que había llegado tarde, porque no le gustaban las multitudes y estaba seguro de que Bronte tenía una legión de sirvientes en nómina, con los que por cierto, no tenía ningún interés en cruzarse.

Él era un hombre sencillo, al fin y al cabo, de gustos sencillos. Y los Palacios no estaban hechos para él, o tal vez él no estuviese hecho para los Palacios. En cualquier caso, dió un par de vueltas por el Palacio antes de salir fuera, donde estaría más a gusto.

*se va*

Mensajes : 39

Ya se había dado una vuelta completa por el interior del Palacio y aparentemente todo estaba OK, con la excepción de que no había encontrado a nadie. ¡A NADIE! ¿Acaso el famoso Palacio de Bronte no era nada más que una mansión fantasma? No, no podía ser eso...¿O cómo se podía explicar la excelente higiene que mantenian las paredes y las habitaciones? ¿O era una ilusión? ¿Y si...esa voz en su cabeza había sido una mentira? Se dio una cachetada...¿EN QUÉ ESTABA PENSANDO? ¡Era todo cierto! ¡Esos presentimientos que tenía nunca le habían fallado, y no le iban a fallar en algo tan importante, oh no!

Khan le tironeó un mechón del cabello rojo y con eso ella espabiló. Estaba en el Hall Principal sin nada más de compañía que el dragón y el aire. ¿Qué iba a hacer? Pronto su estómago le dio la respuesta. ¡Se le había olvidado comer con tanta emoción! - Te prepararé un poco de carne - le comentó rascándole el mentón a lo que Khan respondió alzándola cual gato.- Vamos...- Recordó por donde había visto el comedor y se fue corriendo con su camarada sobre la cabeza.

*Se van*

Edad : 33 Mensajes : 1068

El interior del palacio distaba mucho de ser como Corbin lo había imaginado, pero eso no tenía por qué ser algo malo. Lo primero que vio al entrar fue una sala grande, de piedra, con varias puertas y con sillas apoyadas contra las paredes. El suelo lo cubría una gran alfombra roja, y la puerta situada frente a la entrada parecía desembocar en un pasillo.

Corbin permaneció allí de pie un tiempo hasta que, satisfecha su curiosidad, decidió entrar en el castillo que, hasta ahora, parecía desierto. Tal vez podría encontrar él solo las habitaciones.

*Se va*

Mensajes : 107

Estaba bastante disgustada desde hacía ya un tiempo. El haber venido a Brontë me había dado experiencias enormes y aterradoras, más lo que podía haber pensado. No tenía noticias del santuario y me sentía bastante sola en medio de este trémulo mundo rodeado de todo aquello que me habían dicho que no debía hacerse para proteger el alma. Pero mi alma continuaba sufriendo más y más a pesar de mis oraciones y mis baños de purificación, no era capaz de recuperar la sonrisa y se me daba por llorar cada poco tiempo. Las cosas se habían complicado y la muerte había llegado a los que nos rodeaban. Tenía miedo y me sentía muy sola. Echaba de menos a Alexander al que no había vuelto a ver desde hace tanto y al que ni mis mayores plegarias me habían devuelto. ¿Por qué mi voluntad se había quebrado tanto y, al mismo tiempo, me sentía tan acorazada, como si mis escamas se hubiese vuelto tan gruesas como las de un enorme dragón? Estaba asustada sí y mis ruegos no me calmaban, hacía tiempo que había dejado mis purificaciones ya que ya no me traían paz, estaba confusa y con la cabeza enmarañada y no podía hacer más que pensar que perdía mi tiempo, que debía hacer algo de verdad o nadie lo haría por mí.

Fuera como fuese pensé que debía visitar el pueblo. Me lo había estado negando ya que no había sitio tan lleno de prohibiciones como un pueblo llano, pero estaba decidida a visitarlo y conocerlo, a saber sobre la cultura y el día a día a saber qué era eso tan peligroso para el alma que nunca me habían dejado ver. Así pues, con mi alabarda a la espalda me situé en la entrada para informar al guarda. "Quiero visitar el pueblo, estaré, a lo sumo, un par de horas" Informé cuando el hombre pregunto. Luego salí fuera y vi el enorme camino que se abría frente a mí, tan aterrador e inescrutable. Fruncí el ceño y eché a andar.

*se va*

Mensajes : 107

A la hora y poco llegué casi corriendo al palacio. Casi estaba llorando de la emoción y me tapaba la boca para no echarme a reír como una tonta. En cuanto el guarda me vio se sorprendió un poco. "Sí, sí. He tardado mucho menos, pero estoy viva" Me atreví a bromear regalándole una sonrisa. Luego me adentré en el palacio con gran entusiasmo. ¡alexander estaba bien y estaba aquí mismo! Pero no se lo diría a nadie. Había escuchado rumores sobre que lo buscaban y quizás él no quisiera que lo encontrasen. Me reí para mí con el puño cerrado y el pulgar contra mi boca. Sería otro de nuestros secretos. Me fui corriendo por los pasillos hasta llegar a las habitaciones. Creo que estaba perdiendo un poco la cabeza ¡y me sentía de maravilla!

*se va corriendo*

Edad : 32 Mensajes : 2682

De nuevo, aunque ahora equipado con flauta y garrote, me dirigí hacia el exterior. Los vagabundos como yo no habíamos nacido para vivir en esos lujosos castillos, sino en la calle con única compañía de nuestro... Nuestro... (Piensa algo poético...) De nuestra soledad.

Al salir al exterior, la tan familiar brisa en la que yo solía vivir me recibió. Tenía un arma y un instrumento, pero no me sentía completo sin ella...

*se va fuera tocando mal la flauta mientras anda*

Edad : 36 Mensajes : 323

Poco o más bien nada ya la retenía en aquel lugar. Había comido bien, bebido mucho y follado en condiciones aceptables con todo hombre del servicio que pudo. Ahora, con prácticamente el mismo cargamento con el que había llegado hacía ya bastante tiempo, coincidiendo con el ocaso del día que, acongojado, se retiraba al ver como ella se acercaba a Brontë.

Solo una espina se llevaba. Una sola, pero bien clavada y bien profunda, una que le atravesaba el alma y que se podía ver en la superficie de su cuerpo, pues vino sin manchas en la piel y se iba, ahora, con una. Una bien gorda y que pese haberlo intentado, no había sido capaz de eliminar. Aquel ponzoñoso hechizo.

Las iniciales A.D. no parecían tinta normal, sino que, en su negrura, pequeñas fluctuaciones de violeta negro y púrpura se entremezclaban y separaban, lentamente, dibujando dentro de sus lindes figuras de infinita profundidad, un hoyo tan profundo como el mismo infierno, frío como el aliento del más pútrido cadáver, y daba la sensación de que, si te acercabas mucho a aquellas letras, dibujadas con la más profunda magia oscura, podrían tragarte para siempre y hundirte en sus tinieblas por la eternidad...

Tal espeluznante visión, que le confería si cabe, un aspecto más temible a la pirata, estaba en aquellos instantes oculta bajo la ya característica gabardina de la Capitana Bocanegra que en esos momento se subía a un caballo (FdR: caballo, bicho de tierra... xD no se xD alguna montura de tierra más rápida que un bismonte y con más estilo, por dios xD puse caballo pues por poner una montura xD). Lo había adquirido al poco tiempo de salir de Brontë, pues el pueblo de paso siempre es un plato apetitoso para los rufianes y por suerte, los establos son lugares de fácil asalto.

Bocanegra cargó sus bártulos con un firme objetivo: sus fosas nasales necesitaban sal. Sal que le escociese en los ojos, sal helada, cálida o vaporosa. Sal, en cualquiera de sus formas pero con la condición de que estuviese disuelta en su libertad: el agua.

Necesitaba el mar. Su tiempo de fechorías en tierra se había acabado - o eso es lo que ella pretendía- mas los giros del destino son siempre desconocidos. Pese a todo, ahora necesitaba cambiar de aires. Tanto palacio y tanta tierra le habían echo recordar sus tiempos de "hijita de papá" y ese recuerdo se había visto reforzado con el conocimiento de la existencia de aquella chica... Massen.
Tan educadamente repipi, tan políticamente correcta, tan joven, tan... inexperta debido a su edad.
No pudo evitar verse reflejada en ella durante unos segundos la única vez que hablaron.

-Bah, muérete -le dijo a Massen en medio de la madrugada, trotando en su montura en medio de la noche, acompañando su gesto con un escupitajo de un color indescriptible. No era nada personal, pero le apeteció maldecir a alguien porque estaba incómoda, pues la silla de montar se le clavaba en ciertos lugares y sonrió para sí, agradeciendo que en el puerto al que se dirigía (el de Fulmen) no hubiese un noble esperando por su puro y liso himen.
Rió para sí. Habría sido graciosa la cara de algún noble que le fuese presentado por su "padre" para casarse con su virginal hija y que cuando la desenvolviese y abriese como el rico caramelo que era, se encontrase a una mujer desvirgada por un caballo.

Su pelo bermellón acompañaba los movimientos de la montura y maldijo no tener un cordel con el cual hacerse una coleta pequeña en ese momento, por lo que tuvo que maldecir DE NUEVO el no poder llevar el pelo corto como los hombres... De verdad, y en ese momento dibujó una sonrisa de medio lado al recordar a Alexander y a Aren, ambos con sus melenas de niñas guapas, y acompañó su recuerdo con un enorme escupitajo maloliente al camino que pisaba, cayendo encima de una flor que, al día siguiente amaneció cadáver (FdR: es una forma de hablar, por la bilis que lleva dentro esta mujer xD).

PERO NO. Pese a todo, ella era una mujer, y como mujer, debería conservar la dignidad. Para cortarse el pelo como uno de esos despreciables hombres sin honor, basuros y piojoso... debería cometer faltas graves y... la Capitana Bocanegra nunca comente errores.

*Se va de palacio*

Jefe de Raza Mensajes : 1036

Mientras su vasayo se encargaba de colocar las cosas en el carromato tirado por caballos, el líder caeruleus se paseaba por el Hall que tan tempranamente había pisado noches después de haber recibido la llamada. Observó su estructura, la misma que había visto en el momento en que llegó al palacio y que se mantenía inmutable tras el largo tiempo. Levantó el pie y encontró el remiendo que se había hecho de aquella quemadura que el piscis rubio, en su primer día a bordo, había producido con su patosería. Giró la cabeza y recordó como había hincado la rodilla frente a la butaca en la que el chico, avergonzado por sus actos, lo habia contemplado con ojos de admiración. Volvió a girar sobre sus pies y vio a un derrotado Rick Dehnel, entrando a malas penas por la puerta tras recibir su primer castigo de una mano implacable; entornó los ojos. Luego se volvió de nuevo, hacia la ventana próxima a unas escaleras, y recordó reposar bebiendo licor justo antes de ver entrar a un desarreglado Svend y compartir con él y no con su padre sus primera impresiones. Sin duda el Hall era un lugar interesante del que nunca había dado cuenta. Ahora, presenciándose justo frente a las dos ojas abiertas de la enorme puerta, con la luna a media hasta bajo un cielo nublado, respiraba hondo saboreando la libertad que lo alejaría del aire viciado que dejaba dentro del palacio.

Puso un pie fuera y sintió como sus hombros se iban liberando, como si alguien dejase de tirar de los hilos de sus brazos y por fin, con un gesto que afianzó el bastón en su mano, pudiera soltarse de todo aquello que presionaba su juicio y le impedía actuar bajo sus reglas.

*Se va*

Edad : 32 Mensajes : 2682

Mi raída capa ondeaba al viento que provocaba mi carrera hacia la puerta de entrada. No era un gran regreso, no había damas esperándome, ni trompetas sonando, pero los pasos aparatosos de Telma a mi espalda y el chirriar de las puertas al abrirse eran toda la bienvenida que necesitaba.

-¡RICK HA VUELTO! -exclamé feliz para quien quisiera oírme-. Pero no Dehnel, por el momento.

Sonreí para mí. Me sentía revitaliezado y ello me hacía mejor persona, de eso estaba seguro, pero todavía no había realizado las tres buenas acciones que me harían recuperar mi nobleza. Debía realizarlas raudo, pues empezaba a oler a mil demonios y los mendigos solo podíamos ducharnos dos veces al mes. Como siguiera así, nadie en todo Brönte querría estar conmigo.

Aunque claro, así quizás contase con un arma más contra malandrines una vez recobrado mi apellido.

*entra XD*

Edad : 33 Mensajes : 453

Las paredes de piedra no me resultan opresivas, sorprendentemente. Son de piedra clara y tono uniforme, habiendo sido recortadas a la milimétrica perfección. ¿Quién habría sido el encargado de colocar la clave de los arcos que se alzan sobre mi cabeza? Continúo mi lento, muy lento paseo, con la cabeza alzada para admirar no sólo la mampostería sino la bella gracia de los arcos. Con la mirada, recorro las dovelas y los salmer, para llegar a las impostas y finalmente a los sostenes. Es una firme construcción.

En cuanto tengo oportunidad porque paso junto y bajo a uno de ellos, acaricio la piedra levemente con mi mano libre. En la otra mano mantengo mi equipaje, que no he permitido que el servicio tocase. Mis pertenencias son mi carga, para lo bueno y para lo malo. Que, reitero, jamás comprenderé los votos que hay que dar en la Iglesia en el momento del sagrado matrimonio. Con lo que pido amablemente y en substancialmente breves palabras, direcciones para llegar a lo que serían mis aposentos por tanto que dure mi estancia aquí. Distraída con todo y con nada, encuentro mi camino.

*Entra a Palacio*

Edad : 32 Mensajes : 2682

Los tres caminamos hasta la entrada, pero Telma y yo no llegamos a acceder.

- Nosotros te esperamos aquí -dije, mientras cubría mi cuerpo, ya seco, con mi sucia capa. Como no la lavase pronto iba a dar igual cuantos baños tomase-. No puedo entrar todavía.

Corbin entró y nosotros nos sentamos a la puerta, esperando. No podía evitar sentirme raro en aquel lugar, como si perteneciese a él, me llamase, y a la vez estuviese demasiado lejos de ser mío. Eso me ponía triste.

Tras varios minutos Corbin salió de nuevo, portando una especie de saco. Me puse en pie y lo invité a seguirnos.

- Por aquí. Te enseñaré donde duermo.

*se van*

FdR- Espero que no te importase que controlase a Corbin mientras no estabas. Era para ahorrarnos algún post.

Edad : 32 Mensajes : 2682

Llegamos a la entrada y la miré de reojo.

- No estoy muy seguro sobre esto -le confesé-. Verás, Inger... Hasta que mi honor sea restaurado, no soy un guerrero de este castillo, y hasta que ese día llegue me siento incómodo utilizando las instalaciones que ofrece a guerreros, no a mendigos...

Me rasco el pelo húmedo con la mano, pensativo.

Edad : 31 Mensajes : 1308

Miré a Rick de reojo cuando habló. Al parecer, todavía no quería (o no estaba preparado o lo que fuera) entrar dentro de las instalaciones de Brontë porque seguía siendo un mendigo. Suspiré y me aparté un mechón de pelo de la cara.

—Venga, Rick... Tú sigues siendo un guerrero. —Me coloqué el mechón detrás de la oreja y le sonreí—. Sólo que... Eh... Ahora mismo no crees que seas uno, pero lo eres. A... Además, yo quiero estar ahora contigo, pero no quiero quedarme fuera...

Edad : 32 Mensajes : 2682

Fruncí el ceño. Las posibilidades sexuales que me abría aquella puerta eran cuantiriosas y no podía despreciarlas. Tras un largo rato canvilando, asentí.

- Está bien, pero dormiré fuera.

Si aquello se cumplía, si no comía ni dormía en el palacio, no habría problema con que fuese de visita un rato. Al fin y al cabo, Inger vivía allí y me estaba invitando...

Edad : 31 Mensajes : 1308

Observé a Rick en silencio, esperando una respuesta. Cuando la dio, suspiré. ¿Por qué no se quedaba a dormir dentro? No lo entendía. ¡Si estaba lloviendo! Evidentemente, no iba a permitir que durmiese fuera con la que estaba cayendo.

Me acerqué a él y me pasé una mano por el cuello. Luego bajé la vista.

—Pero yo quiero que duermas conmigo...

Edad : 32 Mensajes : 2682

El rubor tiñó mis mejillas. ¡Qué aventurera se había vuelto desde mi partida! Ahora me daba cuenta de que la flor de Inger ya había florecido y pedía a gritos ser destrozada y arrebatada como un niño raptado a sus padres por un bandido... Pero en bonito.

La miré de soslayo con mi más atractiva mendicidad posible.

-¿Hablas de sexo...? -pregunté, tratando de sonreír sin dejar de ser mendigo.

Edad : 31 Mensajes : 1308

Me sonrojé al escuchar su pregunta y sonreí con nerviosismo. Por cómo le había hablado, entendía que pensase eso, pero... Lo cierto es que se lo había pedido de aquella forma premeditadamente, pero no... No estaba en mis planes iniciales, pero esos siempre podían cambiar o... Algo así. Realmente quería estar con él y que no durmirse bajo la lluvia.

—Bueno... Si, eh, si quieres... Pu... Pues... —Lo miré con las mejillas enrojecidas y luego me mordí el labio inferior—. Pues... Eso...

Para la próxima, pediría las cosas con normalidad.

Edad : 32 Mensajes : 2682

Ladeé la cabeza, confuso. Me estaba lanzando señales contradictorias, y ni en mis mejores momentos, siendo yo muy inteligente, como siempre había dicho mi madré, hubiera sabido interpretarlas. Primero sí, luego no, luego sí, luego si yo quiero, pero era bien sabido que cuando una mujer decía "haz lo que quieras" realmente decía "haz lo que quiero", que en esos casos siempre era lo contrario a lo que tú querías. A no ser que te estuviese poniendo a prueba para ver qué hacías tú, y en caso de no contentarla... ¡ZAS! Un mes enfadada, y tú sin saber el motivo. Y eso era así porque era así, y nadie, ni el mayor sabio, lo entendía.

Arqueé las cejas con cara de confusión.

- ¿Aeh?

Edad : 31 Mensajes : 1308

Rick pareció no entenderme, y yo suspiré y bajé la cabeza con las mejillas ardiendo. Yo sólo quería pasar la noche a su lado y que no durmiese fuera, ¿por qué me había complicado tanto?

—Yo quiero pasar la noche contigo... Independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer... —murmuré, sin alzar la vista del suelo.

Edad : 32 Mensajes : 2682

Me estaba poniendo a prueba. ¡Estaba claro! Pero yo no era tonto y no iba a caer tan fácilmente.

- Eso es que no quieres en idioma de hembra, ¿no? -pregunté, muy perspicaz.

Tenía la regla, estaba claro. No se lo quería decir así como así, pero era lo que pasaba. Por eso estaba tan rara.

La regla era algo extraño que hacía que las mujeres se convirtiesen en otras personas. Realmente, como nunca había visto una de esas reglas, estaba seguro que solo era una excusa mundial de todas las mujeres para hacérnoslo pasar mal y reírse luego de nosotros.

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