Hall/Entrada

Bien: el último paquete llegaría esta mañana. Son tres y ya tengo dos.

El primero es grande, el segundo es mediano y si todo es correcto, el tercero será pequeño.

Espero que los mensajeros cumplan bien su trabajo.
Al rato, aparece un mensajero, parece cansado y pregunta por mi nombre.

-Si, soy yo. ¿Lo tienes?- el asiente y me dá un paquetito que cabe en la palma de mi mano.

-Gracias. Ahora vete.

Debido al reducido tamaño del paquete, decido guardarlo en mi bolsillo: no vale la pena guardarlo debajo de la cama.
Las vacaciones de Kettleburn no han sido al azar. Sabía que esta semana llegarían los envíos, por lo que necesitaba esconderlos y si Kettleburn está limpiando la habitación todos los días, era cuestión de tiempo que los encontrara.

Suspiro.
-Espero encontrarte pronto.


*se va*

Llegó al Hall y echó una visual a su alrededor con la boca semi abierta mientras se quitaba su sombrero de capitana.

Era bonito y le hubiese encantado saquearlo hasta no dejar piedra sobre piedra pero ahora este sería su hogar - por conveniencia- durante un tiempo.

-¿Que se supone que tengo que hacer ahora?- dijo hablando consigo misma.- No tengo mucho equipaje.- Se quedó pensando durante un tiempo: el lugar estaba muy callado y tranquilo y parecía muy aburrido- Bah! al cuerno. ¡Me voy a dormir!


*se va*

Llego al Hall y me apoyo en la pared, mientras me reviso las puntas de la coleta. Kettleburn se está volviendo a retrasar, como siempre.

...

Bufo, ya llevo esperando veinte minutos y la nota que recibí decía explícitamente que hoy había que partir del castillo. Me gusta ser puntual, y como llegue tarde por su culpa, se va a enterar.


*se queda*

Una gota de sudor recorrió mi frente, mientras mis piernas temblaban. Las bolsas pesaban mucho y la enorme mochila parecía querer hundirme en la tierra.

Llegué al Hall, y Alexander ya me estaba esperando.

-Perdon... perdon... es que he tenido que cargar todo y... se me cayo la bolsa un par de veces, espero que me disculpe- dije hundiendo la cabeza en el pecho.

La verdad es que mis bartulos pesaban poco, pero Alexander llevaba un haren de objetos bastante inútiles y una cantidad de ropa desmesurada.

-Cuando quiera partimos, señor.

-Espero por el bien de tu cara que no hayas roto nada- digo mientras me echo la coleta para atrás y me aliso la chaqueta.- Si, venga. Movámonos, ve tu delante. Muévete.


Me acomodo la bufanda y meto las manos en los bolsillos. Hace frío.

Mierda, ojalá tuviera mi carruaje aquí.


*se van*

Pasé por el Hall apresurada, no sin antes hechar una última visual hacia los interiores del palacio.

Estaba algo nerviosa, ya que era la primera misión que me encomendaban.

"Bueno... vamos allá", murmuré, y sin más dilación salí del palacio para reunirme con los demás en el lugar acordado.


*se va*

Llegó varios minutos más tarde al hall de entrada y se detuvo a observar la peculiar arquitectura del lugar. Los muros parecían sólidos y estaban adornados con detalles que llamaron su atención. Cada vez que descubría uno nuevo, asomaba a su rostro otra sonrisa de deleite.

Se mantuvo en esa actitud varios minutos antes de decidirse a entrar. Ignorando las formas que antes le parecieron bellas, caminó hacia la gruesa puerta y palpó su superficie. Suponía que no necesitaba pedir permiso para entrar, el fin y al cabo lo habían invitado a acudir a ese lugar.

*entra*

Una vez en la puerta, bajé del pequeño caballo que me había acompañado en mi viaje con una sonrisa y mucha ilusión. Como recompensa, le di un azucarillo que encontré rebuscando en mi saco de monedas (tristemente vacío). Luego, lo coloqué de espaldas al edificio y le di una palmada en la grupa para que echara a correr. Según me habían dicho, había viajado lo suficiente como para saber volver él solito a casa, así que no me preocupé más por él.

Una vez hecho esto, me recoloqué la ropa, me acomodé la guadaña a la espalda y entré en el castillo.

*Entra*

Llego al Hall y tomo aire. Es la primera vez que salgo de Brontë desde que llegué y es para realizar una misión. Estoy nervioso e impaciente ya que no sé qué es lo que me espera.

Saco el retrato de Gabrielle y mio del bolsillo de mi chaleco y lo beso antes de salir.

*se va*

Al llegar al hall me detengo. Es cierto que no puedo trabar amistades con los miembros del palacio, y también lo es que esta misión me ayudará mucho a tener más datos sobre los que serán mis compañeros en ella, pero antes de salir me vuelvo y miro la puerta.

Aunque desconfíe de todos ellos, la mayoría me han acogido, aparentemente, con amabilidad (Excepto ese Dehnel). Una parte de mí quiere entrar de nuevo a despedirme de los que más agradables me resultan, pero es demasiado sentimental para mí y no pienso morir.

Tomo aire y abandono el palacio.

- Vamos allá...

*se va*

Llegué a la entrada del palacio. Había dudado entre coger una arma o no, y al final me había hecho con una espada ligera. No tenía gran cosa, la verdad, llevaba lo mismo de siempre -sin contar con el arma-.
Entonces tragué saliva, este momento era muy importante.

- ¡Al fiiiin! ¡Mi primera misión! - Grité de forma que pude escuchar el eco de mi eco.

Entonces di un paso hacia adelante con cierta lentitud. Sin embargo, el siguiente fue seguido por numerosos pasos ágiles, pues había comenzado a correr.

- ¡Alla voy! - Exclamé antes de salir por la puerta.

*Me fui*

Llegó al hall del Palacio, con un zurrón colgado (dentro guardaba, entre otras cosas, el mapa que le habían otorgado). Había leído la carta que le había llegado hacia un rato, y estaba de mal humor. No lograba entender por qué le obligaban exactamente a ir a él a la misión, ni tampoco por qué tenía que llevar él el mapa (¿no debería llevarlo alguien que sí que tuviese interés en ir?). Evidentemente, no había dicho nada y había obedecido a las ordenes del jefe parvus, pero, aún así, no le hacía gracia ir a una misión bajo amenaza.

Suspiró y se pasó una mano por el pelo (que ahora era de color cían. Tenía la costumbre de cambiar el color cada vez que iba a algún sitio, y ahora que estaba en el Palacio no iba a cambiar su peculiar "tradición").

— Me pregunto quiénes serán esos cuatro compañeros... — murmuró, antes de salir.

*se va*

Salió a paso firme sin dirigirle la palabra a nadie. Simplemente se fue, ahciendo mucho ruido con su botas y su enorme gabardina marron volando a su espalda.

Brazos cruzados y mirada firme denotaban que su orgullo había sido herido.



*se va*

Nada más entrar las puertas empezaron a chirriar, más que un palacio parecia una casa encantada... pero bueno, bien mirado tenia su encanto. Dí dos pasos al frente esperando que me recibiese alguien, pero la verdad es que eso estaba más desertico que una mina de parvus sin parvus.

-¿Hay alguien ahi? Dije mientras sujetaba mi pico en el hombro y miraba por los alrededores del palacio.

Mientras no habia respuesta estaba un poco asustado, era la primera vez que venia y no sabia lo que se cocía en este lugar.

Salía del palacio silbando contento, dispuesto a entrenar mu cuerpo otra noche más. Una puesta a punto nocturna era lo mejor para ponerse en forma. ¡El que no sentía frío era el que estaba preparado para luchar!

Me detuve antes de alcanzar la salida al ver entrar a un hombre pelirrojo, alto... ¿Flamma?

Lo miré de arriba abajo. A él y a su pico. Me rasqué la cabeza pensativo y entonces sonreí. Caminé hacia él ufano y extendiendo la diestra.

- ¡Que me aspen si no eres un flamma hecho y derecho, sí señor! ¡¿Eres un nuevo guerrero?! ¡Yo soy Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, hijo de...! ¡¿Cuál es el tuyo?!

Tenía un día sociable, la verdad, y aquel muchacho parecía agradable.

FdR- Es algo tonto XDU

Se acercó a mi un tio con una armadura impresionante, bastante alto, grande... una mole vamos, intimidaba bastante, parecía fuerte.

Derrepente aquel hombre se me puso a hablar como si me conociese de toda la vida, a lo que yo respondí:

-Eeeee... No tenia palabras, a él se le veia muy entusiasmado y yo no tenia ni idea de que decirle... Así que diria alguna salvajada que se me pasase por la cabeza, como hago de costumbre.

-Me llamo Runek Vanikud ¡Y soy el hombre más fuerte de todo Mithos! Respondí lleno de razón y seguridad y menos mal que le habia dicho bien mi nombre, a veces con los nervios hasta mi nombre pronuncio mal.

FdR- No te preocupes el mio también xD

¡¿EL HOMBRE MÁS FUERTE DE TODO MITHOS?! ¡¡JA!! Pues entonces...

- ¡¡RUNEK VANIKUD!! ¡¡A PARTIR DE AHORA SERÁS MI RIVAL!! -grité mientras lo señalaba-. Aunque también podemos ser amigos. Lo cortés no quita lo valiente, y yo soy ambas cosas.

Me eché el pelo hacia atrás. Puede que quisiera ganarme por fuerte, pero...

- Yo soy el hombre más atractivo y exitoso del palacio, así que no intentes derrotarme en eso, ¿de acuerdo? Y también el más noble. Recuérdalo.

(Como se suele decir, este tio no tiene abuela... aun que pensandolo bien, yo tampoco la tuve hace un momento...) Pensé.

Por esa razón no le dije nada y solo lo pensé para mis adentros. Al segundo sonrei y le contesté:

-Oh vaya, un placer conocerte y un placer ser tu "rival" Rick. Le dije mientras lo señalaba con mi pico, intentando hacerme el valiente ante una mole tan grande como Rick, aun que en realidad sabia que si me enfrentaba a él acabaria perdiendo. O no quien sabe. De todas formas era un buen tipo. Algo fanfarrón, pero un buen tipo.

Caminaba por los pasillos, con la cabeza gacha. Hacia un par de días que habíamos vuelto de la misión, pero no me había movido demasiado de la habitación. Tenía el brazo derecho vendado, al igual que la pierna izquierda, como resultado de las heridas que me había hecho en la misión por intentar proteger a los bismontes (además del resto de los cortes que tenía por el cuerpo). Intento que no sirvió, por cierto, de nada, pues, al parecer, el líder caeruleus había considerado que no habían llegado en optimas condiciones.

Suspiré. Pensar en eso hacía que me pusiese de mal humor y, en cierta parte, que me entristeciese. A fin de cuentas, habíamos "fracasado" en cierta medida en la misión, por lo que el hecho de haber sido herida por salvar a aquellos bichos no había servido para nada.

Sumida en mis pensamientos, no me percaté de que me había acercado al Hall hasta escuchar una voz. En la entrada del Palacio estaban Rick y un flamma (dueño de la voz) al que no había visto antes. Ladeé la cabeza, preguntándome si aquel chico sería nuevo, y di un par de pasos hacia adelante (acercándome, así, a ambos flammas).

—Hola... — susurré, mientras me pasaba una mano por la nuca —. Se... ¿puede?

Miré a Rick de reojo. Hacia bastante que no hablaba con él. Luego miré al otro flamma y esbocé una tímida sonrisa.

Fdr. heey <.<
es que no había nadie libre ;___;

Saqué pecho y comencé a reírme. ¡Me encantaba ese palacio! Encontraba solo a gente fabulosa y a putas como Lester, pero había putas en todas partes, así que no importaba.

- ¡Un placer ser tu rival! ¡Tienes agallas!

En ese mismo instante apareció Inger (que no tenía un aspecto demasiado sano). La miré, sonriendo mucho más de pronto, y la abracé, levantándola del suelo y agitandola de un lado a otro.

- ¡¡Claro que se puede!! -exclamé-. ¡¡Por Mithos!! ¡¿Qué tal la misión?! ¡Te han dejado hecha polvo! ¡He estado preocupado!

La bajé y la observé un rato más. Luego señaé al otro flamma con la vista.

- Mira. Es mi rival.

Asombrado con los ojos como platos, saludé levantando la mano.

-Buenas, soy su rival. Dije esbozando una sonrisa.

Pobre chica, parecia que le habia pasado una manada de bismontes por encima... Y aun encima Rick le habia dado un meneo con ese abrazo de oso. Seguramente le habria roto las costillas que le faltaban a la pobre... Sentia lástima por ella y a la vez tenia curiosidad por saber lo que le habia pasado. No tardé demasiado en preguntarselo.

Apoyé mi pico en el suelo, me senté y le dije:

-Oye, no quiero meterme donde no me llaman pero... ¿Qué te ha pasado? Estás hecha polvo. Y de nuevo me habia metido donde no me llamaban, yo era así. No podia evitarlo.

No pude evitar esbozar una mueca del dolor con el abrazo de Rick. El abrazo, evidentemente, no me molestaba, pero sí que me había hecho un poco de daño (tenía el brazo vendado, y no era por el inexistente placer que me provocaba llevar vendas). Cuando me dejó en el suelo, lo miré, esbocé una pequeña sonrisa y me pasé una mano por el cuello.

—Bueno... Como se puede apreciar no muy bien — murmuré. Me encogí de hombros —. Pero... Bueno... De nada sirve lamentarse.

Me giré al ver que señalaba al otro flamma con la vista y ladeé la cabeza. Le dediqué una sonrisa al rival de Rick y me pasé una mano por la nuca.

—Yo soy Inger Nielsen, su... —Miré a Rick de reojo y me mordí el labio inferior. Negué con la cabeza y me pasé una mano por el cuello — Da igual... E... El caso... Encantada.

Dibujé una amplia sonrisa y contemplé al chico. Tenía el pelo naranja y los ojos verdes. Portaba un pico con él, que apoyó en el suelo cuando se sentó. Deduje que sería su arma. Cuando me preguntó que me había pasado, dejé escapar una suave risa (ligeramente nerviosa)

—Oh... Bueno, es que acabo de llegar de una misión y... Eh... Son... — Me pasé una mano por la nuca —. Son heridas que me hice... Pero no es nada grave... En serio... ...

Sonreí y me pasé la mano por el cuello.

La miré con algo de preocupación. Sus vendajes no tenían buena pinta, pero al menos estaba viva y no parecía tener heridas en el pecho. Eso era bueno.

Miré a Runek y luego a ella. La forma en que se miraban... Pude notar enseguida la tensión sexual que había surgido. ¡Se gustaban! Y flirteaban así, descarados, ante mis ojos, como si yo fuera imbécil. De todas formas, me contuve. Si se gustaban no iba a ser yo el primero en delatarlos el uno al otro. Sería como lanzarlos a sus brazos mutuamente, y entonces me quedaría solo y sobrante en la conversación.

- Si yo hubiera estado allí podría haberte protegido... ¿Cómo están los demás?

Miré a Runek.

- Debemos ponernos las pilas para proteger a las damas, tío.

Se veia claramente que la chica no podia con su alma, aun así sacó fuerzas para hablarme...

-Igualmente. Le respondí a Inger.

Me mosqueó bastante que no me dijese lo que le era a Rick, supuse que seria su... ¿Hija? No. Imposible, él era demasiado joven ¿Novia? ¿Sirvienta? ¿Princesa? ¿Panadera? Yo que sé, mi cabeza estaba llena de pensamientos y no sabia con certeza lo que le era ella a Rick y tampoco iba a preguntar, no los conocia lo suficiente como para tener toda esa confianza con ellos.

(Ya me lo dirán ellos si quieren.) Pensé.

-¡Bueno, a mi me gustan las damas que puedan valerse por si mismas! Le dije a Rick dandole a entender que las chicas también podian valerse por si mismas y no necesitan un hombre que las defiendan. Me gustaba ser justo en todo y crei que esa era la respuesta más correcta y justa para Rick en aquel momento.

Le dediqué una sonrisa al flamma. No sabía su nombre. No me lo habían dicho ninguno de los dos. Iba a preguntarle cómo se llamaba (¿por qué ningún flamma se presentaba cuando me veía? No lo entendía), pero Rick habló antes. Al escuchar su voz, lo miré de reojo y ensanché la sonrisa. Le cogí la mano (acercándome un poco a él al hacer el gesto) y bajé la vista, ligeramente azorada.

—No lo pongo en duda... — murmuré, con la vista clavada en el suelo —. El resto... Bueno, algunos tienen heridas; otros no. La verdad es que no sé cómo se llaman algunos, pero... Están bien... O sea, algunos están, más o menos como yo, pero... ... Eso... Que están bien...

Me pasé la mano que tenía libre por la nuca y me mordí (de nuevo) el labio inferior. Al escuchar el último comentario de Rick, y la contestación de su rival, no pude evitar dejar escapar una suave risa.

—Bueno, en la misión había más chicas que chicos... Así que supongo que no necesitaremos mucha protección. —Miré a Rick de reojo y le sonreí —. ¡Estamos hechas unas guerreras!